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INTERNADO DE DONCELES por yesnightles

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Notas del capitulo:

Hola niñas.. volvi  luego de no se cuanto tiempo >.<

les traigo el nuevo cap. para que vean que no he abandonado mi fic. Es cierto que aveces se me va la inspiracion pero luego vuelve con fuerza >.<. 

Ahora desde este momento me tomare la desfachates de recomendarle algun fic que me a parecido estupendo. Cada capitulo sera asi, para que ustedes puedan disfrutar aquellas historias <3

Esta vez sera "El tesoro de Shion" esta en amor yaoi. Si ya lo leyeron me daran la razon de que aquella historia es demasiada estupenda  (me hizo lagrimear) 

En fin, disfruten del capitulo <3

 

Capitulo IX

Aquella noche dos bellos jóvenes también esperaban inquietos en su lecho.

El mayor de ellos se debatía ante el hecho de encontrarse con aquel hombre que recién había conocido o simplemente quedarse recostado en su acogedora habitación. Su compañero de cuarto dormía plácidamente medio desnudo ya que era una de esas noches de verano. Véra estaba seguro que aunque detonara una bomba en su habitación, aquel doncel no se despertaría.

Por otro lado del castillo, para ser específicos, en lado de los donceles puros, Lían estrujaba fuertemente a su oso de felpa que ocupaba la mitad de su lecho. Esperaba con ansias que Daniel venga a llevárselo. Quería estar con él, abrazarlo, decirle que ahora que lo encontró no dejaría que se valla. Quería vivir con él el resto de su vida. Sin duda el pequeño Lían, estaba enamorado de su marino.

-¿Por qué demora tanto? ¿No pudo encontrar mi habitación y no vendrá? – Pensaba angustiado – Pero el me dijo que vendría por mí. Solo debo esperar un poco más. No te impacientes Lían. Ya vendrá.- Intentaba calmarse el mismo para no caer en la desolación.

 

Véra observaba atraves de su ventanal que la noche se hacía cada vez más oscura indicándole que ya era media noche. Su corazón se agitaba más, como prediciendo el momento en que ya debería de huir para verlo.

El joven se sentó en su lecho, pensando detenidamente si escapar o no.

-¿pero que haces? Este no es tu estilo, Véra – se regaño el mismo – El Vera de siempre, escaparía sin pensar en un después, simplemente lo haría.

Pero el hecho no era tan sencillo. Véra sabía que esta ocasión era muy diferente, por así decirlo. El presentía que si corría a los brazos de ese hombre, su vida daría un giro de 360º. Lo sabía.

Sin embargo al recordar que tenía una cita, se podría decir, con aquel hermoso marino, Véra no lo pensó más y arriesgándose a que su mundo cambie, se marcho rápidamente, dejando a su compañero y su lecho vacio.

 

Lían sollozaba lentamente mojando a su oso con sus lágrimas de dolor. Había entendido que Daniel no llegaría por él. La noche se iba haciendo más oscura y su amado no aparecía. Eso era suficiente para que aquel niño entendiera que había sido dejado de lado.

-Ya no vendrá por mí. Me engaño y yo caí en su trampa – sollozaba lastimeramente – No vendrá. No vendrá. – repetía.

De pronto un golpeteo en su ventanal  hizo que enmudeciera rápidamente, captando aquel sonido.

Otra vez lo escucho un poco más fuerte ahora.

Lían hecho una mirada asustada desde su posición a su ventana y perplejo ante lo que veía, ensancho aun mas sus grandes ojos azules.

Daniel le hacía morisquetas a Lían, en señal a que abra  sus ventanas. Le sonreía entusiasmado y una vez mas golpeo las lunas con una pequeña piedrecilla que tenía entre los dedos.

- A- B- R- E- M- E – dibujo con sus labios hacia Lían que estaba petrificado en sus cobijas.

Lían estaba perplejo por ver a Daniel en ese lado. Primero porque su alcoba estaba en un segundo piso. Segundo, alguien lo vería desde las torres de vigilancia y tercero despertaría a Yaris.

-¿Estás loco? - Lían adopto también el lenguaje mudo de Daniel.

- P -O -R   T- I – dio a entender Daniel señalando a Lían.

El joven sonrió de manera esplendida y apartando a su muñeco se irguió silencioso dispuesto a abrirle las lunas de su ventana.

-Pensé que no vendrías – fue lo primero que dijo al sacar su cabeza al exterior.

-Mi amor, nunca diría una promesa si no la voy a cumplir – susurro Daniel  mirando directo a los luceros celestes de su amado – Ahora, podrías dejarme pasar…veraz estoy parado en una rendija de 5cm para ser exactos.

Lían recordó que Daniel estaba parado fuera de su ventana y haciéndose a un lado lo ayudo a ingresar.

-No hagas ruido, por favor, Yaris duerme conmigo – pidió al momento en que jalaba arduamente uno de los brazos de Daniel.

-N-No te preocupes. Ya, ya entre… - jadeaba Daniel mientras se recostaba en el piso de la alcoba. Sin duda escalar aquella pared hasta aquella ventana y luego esperar por 10 min en una posición malabaristica, era muy agotador.

-shhhh – indicaba Lían mientras se arrodillaba a su lado y  ponía una mano en su boca silenciándolo – No hagas ruido, Daniel. Yaris tiene un oído finísimo.

- Lo que me faltaba.- exclamo – no basta con escalar todo esa pared sino también que el pequeño este, se despierta al mínimo soni… -  no pudo terminar de quejarse ya que Lían lo había silenciado con un dulce beso en sus labios.

-¿Mejor? ¿Terminaste de refunfuñar, mi amor? – pregunto al separarse de sus labios  y brindándole una sonrisa hermosa.

-Estoy mejor – canturreo – te extrañe mucho, mi niño. Mucho. – estrecho a Lían contra su pecho.

-Yo también. Pensé que no llegarías y que me habías mentido – culpo con un puchero  - Nunca mas me hagas esperar así – susurro abrasándose mas a su hombre.

-Perdóname, amor. Nunca más esperaras por mí.

Dicho esto Daniel y Lían se pusieron de pie lentamente observando el cuerpo inmóvil de Yaris que dormitaba feliz.

-Vámonos – exclamo Daniel.

-¿Qué? – Respondió sorprendido – Daniel yo no me puedo ir de este internado.

-No de este lugar, tonto. Vamos afuera. A un lugar apartado, donde nadie nos vea – le sonrió Daniel recibiendo una expresión indecisa por parte de Lían.

 

 

 

Véra atravesó los pasadizos desolados de su internado rápidamente temiendo ser descubierto, pero afortunadamente las diosas esa noche también estaban con él.

Llego a aquel patio donde habían quedado y dirigiendo una mirada desesperada a aquel árbol  vio que había una persona sentada a los pies.

Respiro con alivio y tomando una bocanada de aire se atrevió a caminar hacia él.

 

-¿A quien espera? – Véra se aproximo al marino con una sonrisa picara, intentando sorprenderlo – Este lugar está prohibido para hombres como usted.

Rala se sobresalto en su lugar. Sin duda aquel niño le había causado un vuelco al corazón. Por alguna razón sentía que estaba haciendo algo malo al encontrarse a escondidas con aquel joven y ese tono de voz no ayudo en nada a sus nervios.

-No te hagas el listillo conmigo, Véra – resoplo alzando la vista – Casi me da un paro cardiaco. Me asustaste.

-Sera porque estás haciendo algo malo.

-¡¿Qué dices?! – Exclamo herido – ¿es malo esperar a una persona solo para poder ver sus brillantes ojos de nuevo? – termino con una voz cálida.

-Estoy bromeando – contesto Véra a la vez que se ubicaba al lado de Ralá – Ahora, así que solo me dijiste que venga aquí para que veas mis ojos…¿eres un tonto o que te pasa? – expulso malhumorado.

-¡NO! – Ralá cada vez mas sentía que a Véra le gustaba molestarlo – Quería ver al dueño de esos ojos.

Véra literalmente se derretía por dentro por cada cumplido que era emanado de aquel marino sin embargo él no era una persona que podía expresar sus sentimientos. Desde aquella vez, se juro el mismo que no volvería a abrir su corazón a nadie más. No quería que lo vuelvan a lastimar…no de nuevo.

-Eres un tonto – resoplo alejando la mirada de él y posándola en el cielo nocturno – Dime para que querías que venga a verte. Apresúrate por que debo irme rápido.

-¿!tienes que irte?! Si has llegado hace apenas 5 minutos – contesto indignado – Estas mintiendo. De seguro  quieres quedarte conmigo toda la noche y me estas tomando el pelo, chiquillo.

La noche era completamente oscura. No había luna que alumbre un poco aquella oscuridad nocturna. Se escuchaba en aquel árbol uno que otros grillos lanzando su sonido al viento. Las hojas de sus ramas agitadas débilmente por la pequeña corriente de aire y por supuesto las olas que rompían en las orillas. Solo aquellos sonidos eran testigos del encuentro prohibido de aquellos jóvenes.

-No estoy loco para quedarme contigo…- comento tranquilo – además veo en tu rostro que eres un pervertido – señalo con una sonrisa picara girándose lentamente hacia marino de tal manera que sus piernas rozaron con las del otro.

-¿!pervertido?! – Grito – no puedes ver mi rostro, a menos que tengas una visión muy privilegiada porque si te das cuenta la noche está muy oscura.

- Yo puedo ver tu rostro. Eres muy atractivo – sedujo – no me has dicho tu nombre.

-Ralá.

El marino se había percato de las intenciones de aquel niño. Estaba nervioso. Nunca se había encontrado en esta situación. Por lo general era siempre él quien insinuaba cosas a las mujeres con quien quería estar. Sin duda se encontraba ante una persona distinta.

-Ralá – repitió – Bien, ahora si vamos al punto…Quieres tener sexo conmigo ¿no?

El marino no pudo entender lo que había dicho ese…niño. ¿Sexo? ¿Con él? ¡PERO SI ERA UN NIÑO!

-¡¿Q-Que has dicho?! – Pregunto mirando a Véra asombrado, enredándose con sus propias palabras – yo…tener relaciones contigo… ¿Estás loco?

-¿Por qué reaccionas así? No me digas que ¿Eres virgen? – Pregunto sonriéndole – No te preocupes, simplemente nos dejaremos llevar, conoceremos ambos nuestros cuerpos por primera vez – susurro con una mirada picara, sin atisbo de mentira en ella, dicho esto cogió las manos de Ralá.

-No soy virgen…- susurro dejando que tome sus manos – lo que sucede es que no concibo la idea de que tu…un niño… hombre…me pida hacer eso.

-Ya veo – Véra había entendido que el marino no era como los otros. – Pero mírame Ralá…parezco una niña ¿verdad?

Véra odiaba compararse con las mujeres, pero si era esa la única opción para poder estar con él, lo haría. Aunque él no quisiera, su corazón palpitaba fuertemente por ese marino, sin embargo se intentaba convencer que solo necesitaba su cuerpo de él. Solamente eran deseos carnales por él, nada más. No involucraría sentimientos. Lo había hecho una vez y salió muy mal parado de ello.

-Mírame Ralá – alzo su rostro del marino a la altura de él – Mira mi cabello, lo tengo tan largo como el de ellas y mi rostro y cuerpo…me atrevo a decir que es mucho mejor que las de ellas… mírame por favor – suplico.

Ralá concedió su petición y lo observo. Era cierto, aquel niño poseía la belleza femenina pero a su vez masculina. Sin embargo Véra había entendido mal.

-Estas entendiendo mal, Véra – explico – no me importa el hecho de que seas varón, me importa y preocupa porque eres aun  un niño.

-¡NO LO SOY! – Enfureció Véra apartando sus manos – Ya no lo soy…

“…Ya no eres un niño…”

Había trascurrido años desde esa noche pero Véra aun recordaba las palabras exactas de Rodas. Por más que había hecho el intento de olvidar, no lo lograba.

Ralá se percato que aquella palabra  hacía rabiar a Véra así que decidió molestarlo un poco. Le gustaba aquel gesto de enojo que aparecía en su rostro.

-Claro que eres un chiquillo. Mira no más este rostro que posees y además eres tan bajito.

-Te estás sobrepasando – le advirtió echando chispas por sus ojos – creo que estoy perdiendo mi tiempo contigo. Me voy – hizo el aman de levantarse pero Ralá lo detuvo halando del uno de sus brazos.

-Lo siento. Solo quería…¡ah! olvídalo. No te vayas Véra – rogo sentándose de nuevo a los pies de aquel árbol arrastrando a Véra junto con él – Eres muy bello Véra, eres como una rosa para mí y con lo que me pides que haga creo que te lastimaría. No quiero que mi rosa se marchite, Véra.

-Pero tú “rosa” te está pidiendo que lo hagas – dijo con un puchero - ¿Tan difícil es que tengas sexo conmigo? O de repente ¿no te gusto? – pregunto exaltado.

-No digas esas cosas – Ralá lo apego a su firme pecho, dándole un abrazo cálido – Eres hermoso, te lo acabo de decir. Me gustas muchísimo tanto así que no quiero tenerte conmigo solo una noche.

Véra sentía su corazón palpitar junto al de Ralá.

 No quería hacerle daño. ÉL  ya no podía volver a amar. Solo quería una noche con él. Nada más aunque su corazón le traicione latiendo desenfrenadamente por él.

-Quiero tenerte dentro de mi esta noche – puso énfasis en las últimas palabras – Si no lo hacemos hoy, Ralá, dudo que encontremos otro momento, por si no lo sabías este es un internado.

-Lo sé, lo sé, mi compañero me lo dijo – suspiro. Ese niño era mucho mas atrevido que cualquiera de su edad. No cualquiera pediría tener sexo con alguien que conoció ese día. – Sabes, creo que tu estas necesitado y es comprensible por que estas en la adolescencia. Tus hormonas te juegan una mala pasada – finalizo.

- ¿Estás diciendo que estoy mendingando por sexo? – Su voz entonaba cada letra con un odio absoluto – ¡A NO! NADIE ME DICE A MI ESO. Es el fin marinero tonto. Me voy y nunca mas veras esta cara que según tu, mendiga por un poco de sexo. Me largo. – Véra se alzo lanzándole una mirada enfurecida, dispuesto a irse.

-Tranquilo, tranquilo mi pajarito. No fue mi intención decir eso – Ralá se había parado rápidamente intentando que otra vez no huya de él – Creo que desde que estamos acá, no hago otra cosa que pedirte perdón.

-¿Pajarito? – escuchar esa palabra de él, hacia que los sentimientos de Véra lo traicionen – Eres un tonto marino, yo no soy un pájaro, soy una persona – señalo.

- Desde este momento eres mi pajarito rebelde – Ralá se situó atrás del doncel dándole un abrazo a la vez que Véra se estremecía al sentir aquel cuerpo.

- Tonto – susurro mientras se dejaba embargar por aquella sensación que recorría todo su cuerpo - ¿Qué esperas, marino? Tócame.

Ralá se debatía entre la espada y la pared. Por un lado estaba el sentirse un pervertido por querer profanar ese cuerpo delicado, pero por el otro lado, tenía a ese mismo cuerpo entre sus brazos derramando sensualidad.

-Eres un niño muy precoz – dicho esto beso sus cabellos desde la posición en que estaba situado. Emanaba un olor dulce que le encantaba. Siguió besándolos hasta que se topo con aquel terso cuello que ardía bajo sus labios. Véra producía unos sonidos sensuales incitándolo a querer besar todo de él.

Ralá estaba embargado con aquel ser. Sin duda había derribado todas sus murallas de la cordura y estaba dispuesto a consentirlo.

-Caí en tu juego, mi pajarito. Voy a hacer que esta noche sea inolvidable para ti. Voy a ser el primero que se deleite de tus besos, el primero en recorrer todo tu cuerpo con besos, el primero en ver tu desnudez, tal como viniste al mundo, mi niño.

Véra se paralizo en ese instante. ¿Cómo decirle que él ya no era virgen? ¿Qué otras manos lo habían tocado antes que él? Se sentía avergonzado, desolado, vacio.

Parece que su compañero no le conto nada acerca de la función que las orejas felinas cumplían. Ralá no lo sabía y estaba seguro que él era el primero.

-Ralá, espera un momento – dijo apartándose de él delicadamente – No sigas. He cambiado de opinión.

La expresión de Ralá era un poema. Estaba intrigado del porqué ahora ese niño ya no quería seguir, cuando el mismo le había prácticamente rogado y ahora cuando ya estaba dispuesto a todo, se niega a hacerlo.

-¿Qué sucede, mi pajarito? Pensé que tú eras el más interesado – contesto intrigado pero sin perder la compostura – cuéntame porque cambiaste de opinión tan drásticamente.

-Y-yo me acorde…que no podemos porque este es un lugar peligroso – tartamudeo una respuesta intentando con todas sus fuerzas no flaquear – mejor otro día, Ralá, tengo miedo de que nos descubran.

Si, esa era la mejor excusa para evitar estar con él. Véra aun no se sentía preparado para contarle esa acción de su pasado. No quería que Ralá lo juzgue por ese hecho. Aunque su mente decía que no debía enamorarse, su corazón gritaba lo contraria. Incluso se atrevía a latir fuertemente por él, por Ralá.

- No tengas miedo, Véra. Si estás conmigo no dejare que te pase nada. Lo prometo. – contesto atrayéndolo de nuevo hacia él. Lo sentía temblar ligeramente en sus brazos – Pero si no te encuentras cómodo, mejor lo dejamos para otro día. De todas maneras tenemos todo el tiempo del mundo para ello. No te asustes mi niño.

Véra veía aquellos ojos grises que lo observaban con ternura entendiendo su pesar.

Alzo sus manos para acariciar sus cabellos rubios de su marino y robando sus labios, los beso dulcemente.

-Gracias por comprender – susurro al momento de separarse.

Para Ralá era suficiente el hecho de tener a Véra al lado suyo. No le importaba si tendrían intimidad o no, solo el hecho de acompañarse mutuamente en esa noche oscura arrullada por los sonidos de las olas del mar.

Verían juntos el amanecer de Markan, uno al lado del otro, abrazados, siendo los dos únicos cómplices de su amor que empezaba a brotar de sus corazones.

 

-Véra, ¿Cuántos años tienes? – pregunto Ralá que yacía acurrucado al pie del gran árbol, junto con su niño.

-Tengo 15 años, Ralá – contesto suavemente – soy muy joven para ti. Además yo creo que tú tienes 30 años. Eres un pervertido, mi marino – dicho esto se apego mas a su hombre,  intentando abrigarse.

 -¿!30 años!? – Se alarmo – ¿Crees que tengo 30 años? ¡Por las diosas! Tengo 25 años, chiquillo – bufo adolorido.

-Estaba cerca. Solo faltan 5 años para que llegues a los 30 ¿no crees? – sin duda a Véra le encantaba molestar a ese hombre.

-Basta, Véra. Ahora dime, ¿Por qué estas en este internado? – pregunto inocente.

-Tú sí que eres tonto – sonrió – ¿no te dijeron que este internado era para donceles? haber si eres inteligente. Si este es un internado para donceles – puso énfasis en la última palabra – entonces yo soy un…

-¡doncel! – concluyo.

-¡bravo! – Celebró Véra – ya ves que si puedes utilizar tu cerebro – acaricio sus melenas rubias de su marino.

--Cada vez me tomas mas el pelo, pajarito – dijo sonriéndole – Así que eres un doncel…y por lo que entendí, tu puedes tener niños dentro de esa pancita – Ralá toco su abdomen encima de las ropas que llevaba puesta.

Véra se ruborizo hasta las orejas de solo sentir las manos de él en su cuerpo. Sin embargo debía mantener la compostura.

- Basta, Ralá. – Pidió –ahora dime tu ¿tienes familia? ¿Dónde están?

-Soy un marino. Yo no tengo familia – sorpresivamente Véra sintió a Ralá tensarse a su lado y responder de una forma dura. Sin duda había tocado un punto crítico en el él.

 

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-¡NO DANIEL! Lo siento pero no puedo salir.

Lían se rehusaba a escapar con Daniel de su habitación por el simple hecho de que si lo hacía terminaría siendo atrapado y lo primero que harían sería el de llamar a sus padres para comunicarle el hecho y él les temía demasiado.

-Pero nadie se va a enterar, Lían – discutió Daniel mientras se sentaba silenciosamente en su lecho – y creo que si nos quedamos acá será Yari el que terminara sabiéndolo ¿no crees?

-Yari es mi mejor amigo, aunque se enterara el no diría nada – respondió con su ceño fruncido.

-Entiendo – suspiro – Entonces creo que es mejor que me valla. Si sigo aquí llamare la atención de él y no quiero meterlo en problemas.

Daniel observo a Lían esperando por una respuesta. Quería que le diga “no te vayas” o “vayámonos” pero esa respuesta nunca llego. Sin duda aquel muchacho era muy recatado, se podría decir.

Lucia estático frente a él con una expresión seria en ese bello rostro.

¿Dónde estaba la sonrisa que le brindo cuando lo vio en su alfeizar?

Se había esfumado con la simple mención de aquella palabra.

vámonos

-Lo siento, Daniel, lo siento mucho – susurro – pero no quiero ir contigo.

Para Daniel esas palabras lo atravesaron como cuchillos.

¿En realidad podía decir que amaba a esa persona?

Entendió su error. No amas a alguien que conoces hace unas horas. Para amar no basta el hecho de que te parezca hermoso, ni que hayas congeniado también con aquella persona.

Para amar, tienes que conocer muy bien a esa persona. Conocer sus defectos y decir “lo amo como es, con sus defectos y virtudes”.

Eso es amor. Arriesgarse a darlo todo por alguien pero ¿como hacerlo si no conoces todo de esa persona?

-Está bien, Lían. Tienes miedo de que te descubran – dijo parándose frente a este – Pero lo entiendo.

Entendía que era pedirle demasiado a un niño que siempre había vivido bajo reglas estrictas y que de la noche a la mañana llegue un sujeto y ponga su mundo de cabeza. Eso era demasiado.

-Gracias por comprender – susurro.

-Me voy antes de que Yari  despierte – contesto resignado echándole una mirada  - Buenas noches.

Lían se acerco a Daniel intentando llegar a sus labios pero recibió por respuesta un beso frio de despedida en la frente.

Lían sintió el rechazo hacia él. Lo golpeo cruelmente sintiéndose desorientado.

¿Había hecho algo mal?

Observo como Daniel abría sus ventanas y salía presuroso de su habitación sin siquiera dirigirle una mirada de despedida.

No lo entendía. El solo se había negado a salir de allí pero eso no quería decir que no quería pasar la velada  con él. Había esperado tanto ese momento, el de tenerlo de nuevo a su lado. Incluso se había arreglado con empeño para él, para que pudiera recibir un tierno elogio por parte de él, pero claro, ese momento nunca llego.

Simplemente no lo entendía.

Camino lentamente conteniendo las lagrimas que pugnaban por salir a cerrar las ventanas. Observo la noche y no hallo ningún vestigio de Daniel. Se había ido.

¿Qué había hecho mal?

¿Qué sucedió?

Haciéndose estas preguntas, Lían observaba la noche de Markan sin ya poder mas contener sus lagrimas que escapaban cruelmente por sus ojos pero que brotaban en su corazón.

Notas finales:

Muchas gracias a las niñas que me dejan comentarios. En serio hay momentos en que estoy deprimida y con ver aquellos mensajitos, hacen que me olvide mis problemas y me sumerja en mi propio mundo de fantasia, que es esta historia.

Les digo tambien que iniciare las clases en la universidad por lo que me sera un poco mas dificultoso el escribir.

Muchas gracias por leer y no se olviden de dejar sus criticas y observaciones.

PD: Niñas yo se que muchas piden el lemon, pero no desesperen, ya llegara. <3


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