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INTERNADO DE DONCELES por yesnightles

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Notas del capitulo:

holaaaa! n_n 

lamento no haber subido un nuevo cap. pero la verdad es que me han sucedido sucesos extraños...¬¬' Sin duda no fue un buen mes para mi..

tambien porque he estado tan enviciada al Minecraft que..uff >.<

Que lo disfrutenn <3

                                       Capitulo 11

Esa noche fue testigo de la preocupación, miedo, alegría de muchas personas. Demasiadas mentes trabajan de noche, imposibilitándolas el soñar.

Uno de ellos era Lían, que acostado en su lecho rogaba a todas la diosas que Yari regrese a salvo. Su mejor amigo no regresaba aun cuando ya había excedido el tiempo prudente. Lían se desasía en preguntas sin respuestas, impidiéndole cerrar los ojos.

Hasta que por fin oyó un ligero rumor proveniente de los pasos de su amigo, oyó la puerta abrirse cautelosamente y diviso a un Yari en penumbras observándolo.

-¡Yari! Estaba preocupado por ti – grito destapándose de su cobijas e irguiéndose en su lecho - ¿Por qué demoraste tanto?

-Paso algo. Nada importante – se apresuro en decir al ver el miedo en los ojos de Lían – En resumen cumplí con entregarle el pergamino. Lo leyó frente a mí y me comunico que te diga que te esperara mañana al anochecer. Te esperara debajo de nuestra ventana– su voz no reflejaba lo vivido por él esa noche. Sus expresiones eran las mismas, sin duda no era la primera vez que ocultaba algo.

-Muchas gracias Yari – jadeo – yo no sé como agradecerte este gesto. Ahora puedes pedirme cualquier favor, lo que tú quieras, no te voy a negar nada, porque estoy en deuda contigo – sonrió sincero.

-No te preocupes. Haría esto y mucho mas por un amigo como tu Lían – contesto desasiéndose de sus ropas y una vez embutido en su bata de dormir se dispuso a acostarse – Buenas noches.

-Buenas noches y gracias, Yari.

 

 

 /*/*/*/*/*

La noche dio pase a la mañana, donde en la misma rutina que los caracterizaba a aquel pueblo, se disponían otro día más, una oportunidad más, para estar más cerca de cumplir todos sus sueños.

Esa mañana, era domingo. Era el día de visita de los padres al internado para ver a sus niños.

A los marinos se les habían comunicado que los necesitaban todo el día domingo hasta el anochecer fuera de sus castillos, ya que los padres no estaban enterados de ellos.

Sin embargo por ser domingo se les había permitido descansar unas horas mas en sus lechos antes de marcharse y la razón era de que por ser precisamente domingo, los donceles abrían los ojos mucho mas tarde que en días de estudio.

La tranquilidad que se cernía sobre los cuartos de sus marinos era atemorizante – pensó el capitán. El ya no pudo conciliar de nuevo el sueño, ya que tenía la Constumbre de despertar todos los días a la misma hora. Ni un minuto más, ni un minuto menos.

Aburrido de dar vueltas en su lecho decidió ir a nadar al mar. Amaba el mar y privarlo de este, era como privarlo de alimentos. Necesitaba oír el sonido de las olas romper para sentir calma en su interior.

Así que sin pensarlo dos veces, se vistió y en cuclillas dejo a sus marinos dormir un poco mas de tiempo.

Una vez fuera, descendió por un camino angosto que lo llevaba directamente a las playas. Apuro su paso, asiéndolo ver un poco cómico pero ansiaba sentir en su piel bronceada el agua salina. Sin embargo eso no paso.

Iba trotando cuesta abajo cuando a lo lejos diviso a una persona sentada en las enormes rocas de la orilla.

El capitán se acerco hacia él, ya que no podía evitarlo por estar en su camino, sin embargo grande fue su sorpresa cuando reconoció aquellos ojos esmeralda. Era él. El joven que había conocido el día anterior junto a aquel niño.

El joven levanto la vista percatándose de su presencia e instintivamente se posiciono de pie al reconocerlo.

-¿Qué hace usted aquí? – susurro atemorizado.

-Tranquilo. Yo solo iba cuesta abajo cuando te encontré. ¿Estás solo? – pregunto echando una mirada a su alrededor.

-No. Traje a mi niño para que recolecte caracolas marinas – señalo. Estaba un poco más relajado al escuchar el tono tranquilizador del capitán.

-¿tan temprano? – Pregunto buscando con la mirada a aquel niñito – ¿No es demasiado fría la mañana para que lo traigas a la orilla del mar?

-Lo sé – suspiro sentándose de nuevo sobre aquella roca – pero ayer en la noche, quebró uno de sus collares que él hace y a estado sollozando toda la noche. Así que le prometí, para que calme su llanto, traerlo a primera hora de la mañana.

-Es muy sacrificado de tu parte, despertarte tan temprano – señalo el capitán sentándose al costado de él.

-No señor, se equivoca. Yo haría cualquier cosa para ver a mi niño con una sonrisa – dijo girando su rostro hacia él.

-Me parece algo hermoso – acepto – y ¿su padre? ¿Está también él aquí? – pregunto.

-Está durmiendo en mi cabaña. Tiene un trabajo muy sacrificado así que necesita reponer energías – explico.

-Disculpa si te pregunto ¿en que trabaja?

-Es pescador, señor. Por las noches sale a pescar a altamar y en el día va al pueblo a venderlos.

-Entiendo – suspiro – Efectivamente es un trabajo muy sacrificado. Ahora… ¿podría decirme su nombre? Tengo mucha curiosidad.

El joven giro nuevamente su rostro incrédulo pero su expresión se suavizo al ver el rostro amable del capitán.

-Loan – respondió – me llamo Loan.

El capitán no pudo hacer ningún comentario ya que aquel pequeñín se acercaba frente a él, corriendo agitando algo en sus manitas.

-¡Papi! ¡Papi! ¡Mira lo que hice! – Grito aquel pequeño hacia su padre que lo esperaba con una sonrisa esplendida, sin embargo diviso a aquel hombre sentado a su lado que no era su otro papa - ¿Quién es? – pregunto una vez acomodado en los brazos de su padre quien lo habían alzado.

-Este, Bryan es un señor muy amable – explico mientras peinaba los rulos de su hijo despejándole la visión – Es un amigo, mi niño – explico.

-¡Hola! – saludo el capitán mirándolo – Me llamo Enrique.

No obtuvo un saludo por respuesta, Aquellos ojos lo observaban detallándolo minuciosamente desde los brazos de su padre, hasta que por fin, luego de unos segundos silenciosos, le brindo una sonrisa radiante.

Su padre al ver aquel gesto, beso sus cabellos rubios azuzándolo más hacia su pecho.

-Papi…para me haces cosquillas – lanzo una risotada al aire alejándolo con sus pequeñas manos – Mira lo que hice. Encontré muchas caracolas en el lugar que me enseño mi papa. Salió hermoso ¿no, papi?

-Muy hermoso – contesto una vez cogido el collar en sus manos - ¿que le parece Enrique? Es muy bello ¿cierto? – pregunto dirigiéndose al capitán, quien cogió el objeto entre sus dedos.

-Valla, parece que el pequeño Bryan, tiene talento para esto – exclamo – pero si quieres yo te puedo traer caracolas mucho mas bonitas que estas – comento mirándolo.

Los ojos del niño se abrieron de alegría. Bryan se deshizo del agarre de su padre y corrió a los brazos de Enrique.

El capitán reacciono asombrado frente aquella súbita muestra de afecto. Había pasado mucho tiempo desde que no sentía el abrazo de un niño, sin embargo lo abrazo acogedoramente.

-Me haría muy feliz si me obsequiara aquellas caracolas, señor – murmuro Bryan dentro del abrazo.

Loan apreciaba esa escena con una sonrisa en sus labios. Sin duda había juzgado mal a Enrique.

-Te traeré las caracolas más bonitas de mi colección – dijo una vez separados del abrazo pero aun juntos – pero con una condición – pidió.

-¿Cuál? – pregunto interrogativo Bryan.

-La condición es que, la caracola que consideres mas bonita, se lo regalaras a tu padre.

-¡SI! – Grito con una sonrisa – te daré la mas hermosa papi – dijo arrojándose ahora a los brazos de su papa.

Loan sonrió y abrazo a su hijo besando sus cabellos pero no pudo reprimir una encantadora sonrisa para el capitán.

-Tenemos que irnos, cielo. Tu papá despertara en cualquier momento – comento a su niño separándolo de él – Fue un placer conversar con usted señor Enrique. Espero que podamos encontrarnos de nuevo – dijo ahora dirigiéndose al capitán.

-Me encantaría volver a encontrarme con usted, Loan – aseguro, rogando a todos los dioses del océano que cumplan aquel hecho.

-Espera, papá – exclamo Bryan antes de ser alzado – Quiero regalarle este collar a usted señor, Enrique. Se lo iba a regalar a mi papá pero el ya tiene muchas – bufo entregándole aquel collarcito.

Su papa lo miro asombrado. El nunca había regalado sus collares, solamente a ellos. Sin duda su niño no dejaba de sorprenderlo.

-Eres muy tierno Bryan. Me encantaría tener este collar entre mi colección. Muchas gracias – contesto cogiendo a su vez el objeto y dando una tierna caricia a esa cabeza rubia.

-Vamos, papi – dijo muy feliz – quiero despertar a papá.

Loan alzo a su niño y dirigiéndole una tímida sonrisa a Enrique, se aparto de él hacia su hogar.

El capitán bufo una vez Loan entro en su cabaña ya que era la única que se encontraba al pie de aquel camino. El no iba a destruir una relación, no sería el amante, ese no era su estilo, sin embargo recordó la sonrisa de Loan y todos esos pensamientos fueron desechados.

 

 

*/*/*/*/*

No muy lejos de aquel lugar se encontraba Lían ya despierto y debidamente cambiado con su propia vestimenta, dispuesto a encontrarse con sus padres luego de una semana sin verlos. Esperaba a Yari que terminara de alistarse para poder unirse a la filas de espera. Cuando por fin apareció un brillante Yari, sonriéndole, se dignaron a atravesar el umbral.

Estaban a las afueras de las torres específicamente frente a las enormes puertas del castillo, esperando que estas sean abiertas, ya que por ellas entraran sus padres. Podía escucharse los chillidos de emocion de los niños mas pequeños siendo acallados rápidamente por una mirada seria de sus respectivos maestros situados delante de las filas.

Lían se encontraba entre una de aquellas filas, alzándose de puntillas para poder ver si se abrían aquellos portones. Estaba impaciente por ver a sus padres y lo daba a notar.

El maestro Kira apareció entre la muchedumbre y se dispuso a dar la orden para abrir las colosales puertas. Una vez abiertas se dieron a notar los padres de los donceles con sonrisas en sus rostros. Lían una vez diviso a sus dos padres caminando entre la muchedumbre, olvido las filas y corrió hacia ellos con los brazos extendidos.

-¡Papi! – Grito recibido entre los brazos de su progenitor quien lo estrechaba fuertemente – te extrañe mucho.

-Veo que solo extrañaste a tu padre y a mí me dejas de lado – dijo su otro padre mirando aquella escena entre su esposo y su niño.

Lían escucho aquella voz gruesa y rápidamente también lo estrecho formando así un abrazo de tres personas. Su padre, siendo más alto que ambos, lo cobijo entre sus brazos sintiéndose pleno.

-Mi niño, no tienes idea la falta que me haces – sollozo su padre gestante, tomando el rostro de Lían entre sus suaves manos, luego de finalizar aquel abrazo.

-Eso es lo que digo yo padre. Necesito que estés conmigo todos los días de mi vida, no solamente un día.

-Bueno ya basta de tanta zalamería, Lían. Dices eso cada vez que nos vez – dijo su padre aclarando su garganta pues se le había formado un nudo – Mejor vamos a recostarnos bajo una buena sombra.

Dicho esto tomo a su esposo de la mano y con la, otro a su hijo llevándolos bajo un gran árbol. Los demas ya lo habían hecho dejando a algunos  rezagados.

-Mi niño está cada vez mas bello – dijo su padre observando a un tímido Lían sentado al costado de su esposo – Sin duda heredaste mi belleza – bromeo.

-Siempre tan humilde, mi bello esposo – interrumpió a su esposo con ironía.

Sin embargo su bello Lim estaba en lo cierto, pensó Forest. En sus años de juventud, al igual que su hijo, había sido uno de los donceles más bellos del internado. De hecho Forest había caído perdidamente enamorado de él desde la primera vez que lo vio salir del internado con sus padres para dirigirse a su cabaña. Una de las razones del porque no permitía eso con  su niño era por ese motivo, alguien podía verlo antes de tiempo.

 -Que yo recuerde fue lo primero que me dijiste, Forest –sonrió ahora a su esposo – “eres tan bello como el ocaso de Markan” fueron tus palabras.

Lían se había ruborizado al escuchar aquello de su padre. No sabía que aquella persona tosca, ruda y estricta que era su padre engendrante podía dejar salir de su boca, versos de seducción. Lim se percato del rubor de su niño e intento ocultar una sonrisita.

Forest lo observaba entre divertido pero a la vez reprochando a su esposo.

-Mi bello y hablador, esposo, me temo que las palabras que ha dicho han perturbado la paz de nuestro niño. El aun no está lo suficiente maduro para escuchar aquellas palabras.

Forest era muy reservado en cuanto al tema de la sexualidad con Lían. Decía que solo cuando llegase el momento oportuno, dejaría que su padre gestante interviniera contándole acerca del tema. No antes pues su hijo aun era un niño, se decía.

-¡NO! Es decir, padres por favor cuénteme sobre su enamoramiento.

Lim quedo pasmado un momento al escuchar aquella petición, miro a su esposo quien lucía la misma expresión de asombro en su rostro. El sabia que en algún momento tendría que decírselo, decirle que se enamoraría de alguien y que ese alguien exigiría tener descendientes. Así que suspirando, reunió la tranquilidad que necesitaba para cumplir uno de sus roles como padre, el guiarlo para que su niño tenga un buen desarrollo sexual, dentro de lo moral, claro está.

-Nuestro enamoramiento fue muy inocente, Lían. Tu padre ya me había divisado desde algún tiempo cuando iba  a la casa de mis padres, así que él espero hasta que yo cumpla la mayoría de edad para pedir mi mano.

Forest agradeció a su esposo que contara aquella historia tan insulsa. Su hijo no tenía que saber todo lo que aquel “enamoramiento” acarreaba. El desear con todas tus fuerzas tener aquel cuerpo unido al tuyo, ni el querer saborear cada parte de aquella persona. Al menos es lo que él había sentido.

-Cuando mi padre pidió tu mano ¿Aun conservabas tus orejas, padre?

Lim enrojeció notablemente ante aquella pregunta, su esposo carraspeo sonoramente. Lo había tomado por sorpresa aquella desfachatez de su hijo.

-¿! Que estás diciendo, Lían!? – Grito colérico Forest hacia su hijo - ¿acaso no sabes que todo doncel de buena educación y moral, conservaban las orejas hasta el matrimonio? ¡¿Intentas decir que tu padre era un cualquiera?!

Lim tomo del  brazo a su marido, evitando así que se abalance sobre un Lían cabizbajo.

-Tranquilo, esposo mío. El niño solo esta curioso acerca de este tema – tranquilizo.

-YO…yo solo quiero saber acerca de esto nada mas, padre – susurro Lían aun cabizbajo – los maestros solo nos dicen que debemos mantener nuestras orejas pero nos nos dices el porqué.

-Te lo diré, mi niño, si tu padre nos permite tener esta charla.

Lim miro a los ojos de su esposo implorando que lo apruebe. Apretó el brazo que tenía entre sus manos en señal para que conteste. Para alivio suyo escucho un gruñido aprobatorio. Así que sin mas que decir se dirigió a Lían.

-Lían, los donceles deben mantener sus orejas para su esposo. Es una marca de virginidad, es decir, que ningún hombre ha pasado por tu cuerpo antes.

Lían se ruborizo más aun y su padre se removió inquieto en su lugar al escuchar las palabras de su esposo. Sin duda ya estaban teniendo la “charla” con él.

-y… ¿como se hace para que las orejas desaparezcan?

Su padre tomo un gran suspiro conteniendo el aire y apretando ligeramente la mano de su esposo para continuar.

-Tiene que haber penetración. La cavidad inferior de un doncel puro, específicamente a 7cm de hendidura, se halla unos “anillos” de musculo que una vez abiertos no pueden volver a juntarse. Claro, esto solo puede ser ocasionado por algo…grande…para que rompa aquellos “anillos “y así es como las orejas desaparecen, mi niño.

Lían asintió escuchando a  su padre pero se pregunto ¿Cómo una persona deja que rompan algo dentro de ella? ¿Acaso no dolería? Decidió preguntar.

-Padre…cuando rompen aquellos anillos ¿duele? a ti ¿te dolió? – susurro.

Forest estaba conteniendo el aire en sus pulmones al escuchar aquella conversación pero no podía huir, ya que su esposo lo tenía cogido de las manos evitando así, la fuga de ese lugar.

-Duele un poco pero eso depende del tamaño de tu esposo y la manera en que lo haga…

-¡BASTA! ¡SUFICIENTE INFORMACIÓN PARA UN NIÑO, LIM!

Lim se sobresalto al escuchar los gritos de su esposo e inmediatamente supo que había ido muy lejos. Miro a su hijo también sobresaltado por el grito de su padre. Tenía razón ya era una información necesaria, si continuaba caía en el pecado del morbo.

-Tu padre tiene razón. Hemos acabado. Espero que esta información lo guardes prudentemente para ti, ya que no lo volveré a repetir, Lían. Ya dije todo lo necesario.

Lían asintió, irguiéndose junto a sus padres para despedirlos del internado, ya que el sol ya había empezado a ocultarse.

Caminando por el pasillo que lo conducía a su dormitorio pensó en Daniel. Se sobresalto al recordar la cita que tenía con él en menos de una hora, así que corrió el último trecho del pasadizo hasta toparse con la puerta de su dormitorio.

-¿Por qué estas tan agitado? – oyó decir a Yari quien se encontraba leyendo en su lecho, muy tranquilo.

-Había olvidado por completo la cita de esta noche con Daniel – jadeo Lian adentrándose rápidamente a los servicios para ducharse.

-Yo que tu, no lo llamaría una “cita” – susurro para sí mismo con una sonrisa de lado - ¿a que hora crees  que vendrá? – grito para hacerse oír ante el ruido de los chorros de agua de la ducha.

-No lo sé, pero es mejor esperarlo listo – devolvió Lian.

Yari lucia tranquilo ante la mirada de Lian sin embargo dentro de él se encontraba un gran debate. ¿Su amigo? O ¿Daniel? Era una gran pregunta. Por un lado estaba aquel hombre que le había parecido sumamente atractivo tanto así que había derribado todas sus barreras para entregarse a él, como tanta veces lo había soñado. Por el otro lado se encontraba Lian, su amigo. Estaba consciente que lo apreciaba pero inconscientemente siempre había albergado un sentimiento de envidia hacia él. ¿Por qué nadie apreciaba lo hermoso que era él? Al estar todo el tiempo al lado de él, este opaca su belleza, al menos eso pensaba Yari.

Yari observo por encima de su libro a Lian cuando salió de su ducha. Lo observo abriendo sus cajones de ropa, buscando la que mejor le favorecía. Mientras más lo observaba, aquel sentimiento de rencor crecía en su corazón. ¿Por qué el siempre tenía que tener todo tan perfecto? Incluso ahora hasta a Daniel que era la perfección hecha hombre.

-¿Cómo me veo? – Yari se sobresalto cuando Lian se paro frente a él dejándose observar por este.

-Te ves muy bien… pero creo que te has vestido muy seductoramente – dedujo observándolo.

-¿tú crees? – Susurro – yo…yo solo quise probar el ponerme esta blusa…pero creo que tienes razón ya que es un poco transparente ¿no?

-Cámbiala por una más decente.

Cabe señalar que las vestimentas de Lian poseían muchos adjetivos pero no pecaba de indecencia. Yari intentaba por todos los medios que Daniel no se fijara en el cuerpo de Lian.

Oscurecía cada vez mas en Markan, los cantos de los grillos disputaron en su acostumbrada melodía nocturna. La hora se acercaba cada vez más. Lian lucia nervioso acostado en su lecho, intentando no moverse para no arrugar su vestimenta. Yari enfundado en su pijama estaba acostado en posición fetal dándole la espalda a Lian, supuestamente dormido.

Se adentraba mas la noche con un Lian cada vez mas desesperado, hasta que por fin, las diosas acudieron a sus suplicas, pues escucho un golpecito en su ventana.

Ansioso se arrojo de su lecho hacia su ventana llevándose la primera impresión de que no había nadie. Un poco dubitativo abrió sus ventanas, asomándose hacia la noche recibiendo como respuesta una ligera brisa nocturna que le despeino sus cabellos rojos.

Sumergió su vista ahora hacia abajo, topándose con un Daniel que le sonreía, haciendo relucir sus perfectos dientes. Lian abrió sus ojos celestes asombrados, pues creía que entraría a su lecho como aquella vez, sin embargo parece que Daniel tenía otros planes.

Lian recibió un gesto de Daniel invitándolo a bajar de su dormitorio, el doncel negó efusivamente temeroso, sin embargo ante la insistencia de Daniel se resigno a bajar. No cometería el mismo error que la noche anterior.

Armándose de valor se arropo en su abrigo y decidido paso una pierna por el alfeizar de la ventana. Daniel con señas le hacía entender que lo esperaba con los brazos abiertos por si caía. Lian pasó la otra pierna y se vio mucho mas asustado. Con un suspiro se arrojo a los brazos de Daniel. La distancia no era mucha sin embargo Lian no quería arriesgarse a rasguñarse al intentar bajar, así que opto por lo mas rápido, tomando en cuenta que sabía que Daniel no lo dejaría caer.

Y así fue, haciendo gala de sus excelentes reflejos de marino, Daniel cogió prácticamente en el aire a Lian. Escucho como Lian profería un leve gritito en sus brazos a cogerlo. Lo soltó rápidamente poniéndolo de pie en el césped.

-Lo siento tanto, Daniel. Yo…yo no debí decirte eso la noche anterior. No sabes cuánto me arrepiento de ello… - Lian bien se recupero de aquella caída, lo primero  que pidió fue disculpas al marino.

-No digas mas nada. El que debe pedirte disculpas soy yo. No debí pedirte aquello. Debí comprender que aun eres un niño. Lo siento mucho Lian.

-Oh Daniel, no sabes lo bien que me hace oír eso pero ya no seré así. Ahora quiero que me lleves donde tú querías ir la noche anterior – dijo pegándose al cuerpo de su marino, empinando sus pies, buscando sus labios.

Daniel se sentía pésimo. ¿Como decirle que esa noche seria la ultima que pasaría con él? De hecho solo había aceptado la cita para despedirse de él. Sin embargo beso aquellos labios demandantes….y ahora volvía a estar completamente confundido.

-Te amo, Daniel.

Besar los labios de lian era completamente diferente a los de Yari. Eran más dulces, más románticos… Daniel escucho la declaración de lian pero no pudo responder. Quería al doncel…pero aunque hacia todo el esfuerzo del mundo, no podía apartar a Yari de su mente.

-¿Daniel? Estas extraño ¿paso algo malo? ¿Dije algo malo? – pregunto Lian separándose de él y observándolo detenidamente.

-¡NO! – Si – lo que sucede es que estoy pensando en el lugar al que voy a llevarte, mi niño – sucede que no logro apartar a tu amigo de mi mente - ¿te importa mucho el lugar?

-claro que no. No me importa si es que estoy contigo.

Daniel beso los cabellos rojos del doncel y se obligo a alejar a aquel niño de su mente, centrándose en el niño que tenía entre sus brazos.

-Entonces te voy a llevar a un lugar muy especial. ¡Vamos!

Yari oyó el sonido de las botas de Daniel alejándose, se acurruco en su lecho resguardándose del frio nocturno y se obligo a dormir no sin antes dejar que  una lagrimilla se escurra de sus  ojos, muriendo entre sus almohadas.

 

 

-Daniel…creo que alguien nos está siguiendo…- susurro Lian. Habían estado atravesando los patios traseros del internado para llegar lo más próximo al bosque, que a estas horas de la noche, era un perfecto lugar de acogida para dos amantes.

-shhh – silencio frenando en seco su andar y tomando de la mano a un sumamente nervioso Lian – creo que es mejor que hagamos gala de nuestras piernas…para correr.

Dicho lo último, corrió con todas sus fuerzas hacia la hondonada, jalando del brazo a un sorprendido Lian que hacia todo el esfuerzo para seguirle los pasos.

-No puedo más…mi corazón está sumamente agitado. Ya no puedo… - jadeo el doncel, con la frente empapada en sudor y con los mofletes sonrosados que no eran visibles para Daniel sin embargo habían cumplido su misión. Habían llegado al inicio del bosque.

-Creo que era un guardia nocturno, Lian. No podemos quedarnos aquí, nos descubrirán – Daniel tan bien lucia agitado, mirando hacia atrás cada segundo. Estaba muy nervioso – solo un poco mas, cariño. Vamos a adentrarnos más en el bosque para escondernos.

-entonces vamos – aseguro tomando el la iniciativa y apartando algunos arbolillos de la entrada - ¿sabes, Daniel? Tengo miedo, pero si voy a pasar todo este tiempo contigo, eso lo compensa todo.

El marino alentó su caminar cabizbajo. Sus sentimientos eran un remolino. Había ido a aquella cita con el fin de acabar esa “aventura” con Lian, sin embargo ¿Cómo lo haría? Si en el minuto en que lo vio, aquellos sentimientos afloraron en todo su esplendor en su corazón… ¿Era amor? No, se dijo, si lo amara, no habría caído entre los brazos de Yari.

Yari.

Aquel doncel le trasmitía lujuria, pasión. El afloraba los bajos deseos de Daniel, entonces solo era ¿algo fisico? ¿Algo carnal? No, pensó, no podía saberlo, ya que solo había besado sus labios…pero… Yari solo con un beso despertó todo ese remolino en él… no obstante solo era eso.

-¿Daniel? Estas muy callado… ¿sucede algo? – Pregunto Lian tomándolo del brazo y mirándolo con aquellos ojos que destilaban inocencia - ¿estás enfermo?

-no, Lian solo estoy un poco cansado – disimulo pasando un brazo alrededor de sus hombros, atrayéndolo mas al calor de su cuerpo, mientras seguían caminando – El capitán me ha hecho trabajar mucho este día. He agotado mis energías.

-Entonces no debemos seguir andando. Vamos a recostarnos en el césped a observar la noche ¿Qué dices?

-Mejor vamos a ese almacén ¡mira! – Daniel señalo la pequeña sombra que proyectaba aquel cuarto medio oculto entre los árboles. Tomo la mano de su acompañante y lo guio hasta la entrada.

-¿es un almacén? No lo creo, ya que no hay nada que guardar en medio del bosque – frunció el ceño negándose a entrar.

-No seas un preguntón y espera hasta que pueda forzar esta puerta – comenzó a sacudir la puerta intentando a abrirla junto a un Lian cada vez más nervioso por todo el ruido que ocasionaba.

-¡listo! – jadeo cuando por fin aquella puerta cedió. Hecho una vista al interior desde aquel punto – te dije que era un almacén. Aquí guardan las leñas para las chimeneas del internado.

-parece que tienes razón, marino – estaba en la entrada aun negándose a poner un pie en aquel lugar oscuro – Si quieres que entre, por lo menos encuentra algo para iluminar este espacio…

Daniel refunfuño y se dispuso a obedecer. Removió cajas, leñas, hachas, herramientas…hasta que hallo su objetivo. En un rincón se encontraba las cajas de velas para iluminar la estancia.

-¡Lo tengo! Ahora sí, mi niño caprichoso, puedes ponerte cómodo en este bello lugar.

Lian frunció de nuevo el ceño. ¿Es que Daniel no veía que de bello no tenía nada? Aun así, suspiro e ingreso.

Intento buscar un lugar donde sentarse pero no lo hallo ya que todo estaba lleno de objetos. Se dispuso a hacerse uno.

Encontró algunas mantas en un lado y rápidamente las tendió en el suelo. Arrimo cajas alrededor de ella donde se encontrarían las velas, dándole más iluminación a ese lugar. Cuando termino se dio por satisfecho limpiándose un poco el polvo de las manos y su vestimenta, se sentó en medio de las telas.

-valla, veo que tienes sentido de la decoración – sonrió Daniel, viendo a un Lian sentado con las piernas cruzadas, jugando con su cabello – ahora pongo las velas y pasaremos una noche estupenda…

Lian se ruborizo. Ahora lo comprendía todo. El porqué Daniel quería un lugar privado y no estar al aire libre. Esa noche pasaría.

Intento tranquilizarse, ordenando su mente. Esa noche se entregaría a Daniel.

No necesito pensarlo mucho. Estaba decidido. Él lo amaba y Daniel también. Era algo que pasaría tarde o temprano en una pareja que se ama ¿verdad?

Luego lo asalto el miedo. ¿Qué dirían sus padres? Lo mas seguro seria que lo repudiaran, en especial su padre engendrante. Lian tembló tan solo de imaginarse su rostro compungido de furia. ¿Que diría su amigo? ¿Lo rechazaría? Lo mas seguro era que si, ya que lo llevarían al otro lado del castillo, alejándolo de él.

Y lo mas importante ¿esperaría un bebe, luego que pasara “eso” entre ellos? El estaba seguro que no, ya que lo poco que le habían dicho, era que él aun no era fértil, así que… eso no pasaría. Estaba seguro.

-Puedo saber ¿en que estas pensando? – Daniel al percatarse que lian seguía en la misma posición, con la vista perdida, dedujo que estaba divagando en sus pensamientos.

-No es nada – se apresuro en decir, devolviéndole una sonrisa tímida.

Daniel había terminado de prender todas las velas alrededor de aquella manta donde se encontraba Lian, dándole un aspecto menos tenebroso al lugar y hasta se pondría decirse…romántico.

Se situó al lado de él, cruzando las piernas, sintiéndose extrañamente tonto sin tener nada que hacer. El doncel se encontraba en la misma situación que él, conteniendo el aire que pugnaban por salir para no evidenciar su nerviosismo.

-y...ahora ¿Qué hacemos? – pregunto Lian con un hilillo de voz.

-yo…yo te traje aquí porque necesito decirte algo…

El corazón de Lian revoloteo. Seguro iba a decirle que lo amaba y luego él…se entregaría por amor a él. Ya estaba decidido, si haría “eso” con alguien…ese alguien era Daniel.

-Daniel…yo…estoy listo.

Lian no dejo que el marino prosiguiera; tenía que decirlo antes de que el mismo se arrepintiera de ello. Incluso no necesitaba escuchar un “te amo” de parte de Daniel. Estaba completamente enamorado; ya su corazón no le pertenecía, ya no era de él; ahora era de Daniel.

-¿listo? ¿Para que estas listo? – pregunto confuso, dirigiéndole una mirada con el ceño fruncido. Lo había interrumpido en un momento decisivo.

Lian se sonrojo ante aquella mirada; y es que si decirlo fue vergonzoso, ahora tenía que decirlo nuevamente.

-Yo quiero hacer el amor contigo; quiero entregarte lo único valioso que tengo, algo que he reservado para la persona que amo y esa persona… eres tu – Lian lo observo, dándose cuenta como las irises de Daniel en aquella ligera penumbra, se ensanchaban sorprendido ante aquellas palabras.

-Lian… ¿estás seguro de lo que estás diciendo? – Pregunto dubitativo – digo…no me conoces lo suficiente…ni yo tampoco.

-No necesito conocerte más; estoy seguro que te amo y nunca podre arrepentirme de lo que te he dicho esta noche. Te amo Daniel… ¿acaso no es suficiente para ti?

El marino no sabía que hacer; se encontraba entre la espada y la pared. Se sentía culpable por haber menguado ante Yari, tanto que no podía ni ver a los ojos de Lian, pero a la vez, cada minuto más atraído y lleno de sentimientos puros ante aquella persona que tenia sentada al lado suyo.

¿Lo amaba? Esta fue la decima vez que se hacia esta pregunta en el día, sin aun poder darle una respuesta. Tanto llego su perturbación que decidió ponerle un fin para huir cobardemente de aquella tormenta de sentimientos que lo invadían; pero ¿que haría ahora?…si desde que lo vio de nuevo aquella decisión se desasía como el vaho de un aliento en pleno invierno. 

-Lian…yo…tengo que decirte algo – dijo nuevamente.

El doncel lo observo confuso y algo en su pecho dolió; él no iba a decirle que lo amaba.

-No lo digas, por favor. Si no me amas lo entenderé, pero por favor no me lo digas – hizo un ademan en señal de alejamiento de él, sin embargo este lo detuvo cogiéndole la mano.

-Escucha – suspiro – lo que tenía que decirte era que…me iré en menos de un mes.

Se odio con todas sus fuerzas. Era un completo cobarde. Huía de la realidad, mintiéndose el mismo y a aquella persona inocente que decía amarlo. Era un cruel y vil cobarde.

-¿!te irás?! – exclamo, sentándose al lado de él y escrutándolo con aquellos luceros celeste que emanaban miedo, desolación,…amargura.

-Si – volvió a suspirar negándose a devolverle la mirada – nuestras embarcaciones ya están casi reparadas, así que zarparemos en menos de un mes. Yo aproveche esta noche para decírtelo y a la vez decirte también que…será la última vez que nos veamos.

Lian con forme escuchaba al marino, negaba efusivamente, intentado creer que era una mentira, sin embargo cuando llego a la ultima parte, no pudo evitar que sus ojos se cristalicen.

-no…no…! No! – Grito dejando que escurra sus lagrimas por sus mejillas – Si tú te vas…yo no soy nada. He vivido toda mi vida esperando este momento… el de amar a alguien, Daniel, y ahora que te he encontrado, no voy a dejar que te vayas – sollozo intentando abrazarlo.

Daniel no pudo evitar cobijarlo entre sus  brazos a aquel ser que lloraba desconsolado. Se odiaba por ser él el causante de tamaña desolación y llanto.

-Lian, mírame… ¿me estas escuchando? – tomo delicadamente su rostro, colocando sus cabellos color fuego atrás de sus lóbulos, para poder observarlo mejor. Tenía los ojos hinchados y una mirada desolada – No llores, mi niño, yo no merezco estas lagrimas tuyas. Este bello rostro no debe mancillarse por una persona como yo…

-¿Qué dices? – Susurro – eres la persona que amo y acabas de decirme que te alejaras de mí…como si yo fuera un objeto que cuidas y luego lo abandonas. Eres muy cruel conmigo, Daniel…

-Lo sé; y me odio por eso – beso los cabellos de el doncel, acurrucándolo en su ancho pecho, podía sentir como las lagrimas lo empapaban…

-Me voy a ir contigo.

Daniel escucho aquel susurro sin atreverse a contestarle. Se imagino a un Lian en una embarcación repleta de hombres, navegando a donde el viento lo llevaba… ¡NO! Ese no era un ambiente para él, el no merecía esa vida. Sin embargo la idea de tenerlo junto a él, lo alegro. Navegar libremente por el mar al lado de él…era una idea tentadora…pero así como apareció esa imagen mental, también se manifestó un Yari en el lugar de Lian.

-No lo permitiré – susurro aun abrazándolo. Lian escucho aquellas palabras y separándose bruscamente de su cuerpo grito:

- ¡eres un idiota! – Chillo, volviendo a aparecer aquellas lágrimas en su rostro - ¿Por qué no quieres estar a mi lado? ¿Acaso soy tan malo, para que me abandones? ¡Contéstame!

Daniel se sorprendió por aquella reacción de Lian.

-No es eso… - dudo – yo… no quiero esa vida para ti. Quiero que tengas una vida normal, un hogar, niños que jueguen en tierra firme. La vida de un marino es muy difícil…y además sabes…que nosotros no tenemos familia.

-¡Pero si tú te vas, yo no tendré una vida normal! – se exalto. Es que acaso Daniel no lo entendía. Quería irse con él. Vivir con él, amarlo solo a él – te amo y voy a ir a donde tu vallas, ¡quieras o no! – sentenció.

-¿Qué hiciste con el niño tierno y sumiso que conocí? – pregunto Daniel, evitando sonreír al verlo tan enojado.

-Se fue desde que tú apareciste.

Daniel rio ante el puchero que había formado Lian. Se veía tan infantil y no reprimió las ganas de besarlo. De alguna manera aquella discusión había  terminado en aquel acto y es que ¿como reprimirse ante aquella visión de belleza pura? Lian bien sintió los labios demandantes, entreabrió su comisura, dándole permiso a ingresar.

De alguna manera en los brazos de Lian, la duda sobre Yari iba menguando en Daniel.

El doncel alzo los brazos colocándolo en los hombros del marino, intentando hacer mas profundo el beso, mientras que con sus manos acariciaba sus crespos rubios. Daniel hizo lo mismo. Acaricio el largo de su cabellera, finalizando en la cintura de este. Ante este tacto, Lian separo sus labios hinchados y un poco jadeante, observo los orbes del marino, expectante.

-No te detengas; ya dije que me entregare a ti porque te amo.

Fue en ese momento en que Daniel, por fin pudo respirar tranquilo. Ahora lo sabía. Lian era todo lo que tenía en ese momento. Las dudas anteriores sobre sus sentimientos, se disiparon. Si bien aun no estaba listo para decirle aquellas dos palabras, estaba lo suficiente seguro de que lo prefería mil veces a él. La discusión de hace un instante quedo olvida completamente cuando ambos se entregaron a las caricias.

-¿estás seguro? – pregunto mientras tomaba a un Lian hambriento de deseo y lo depositaba suavemente sobre aquellas mantas estropeadas, mientras se colocaba encima de este.

Lian jadeo al sentir el peso del mayor, sin embargo su decisión no se vio afectada.

-Estoy seguro. Si hago esto es porque te amo y quiero unirme completamente a ti – susurro acariciando las mejillas del marino. Daniel sonrió dirigiéndole una mirada amorosa.

Daniel se hundió en el cuello níveo y terso del doncel, depositando ligeros besos sobre este, sintiendo su piel arder. Lian reacciono inmediatamente ante este estimulo y se aferro a la espalda de su marino, clavándole las uñas. Por su parte, el marino siguió aquel recorrido, llegando hasta las clavículas, las cuales bordeo su forma llenándola de caricias y besos. Siguió bajando topándose con las vestiduras del doncel, Lian se percato de ello e intento desabrochárselo rápidamente con unas manos nerviosas, su amante percibió aquello y dulcemente retiro sus manos, sonriéndole.

-Deja que yo lo haga.

Desabrocho con unas manos habilidosas la prenda y la abrió ligeramente, dejando al descubierto aquellos rosados pezones que le dieron la bienvenida tímidamente. Lian jadeo al notar como aquella parte era observada fijamente y no pudiendo evitar abochornarse.

-No te avergüences; eres hermoso.

Lian suspiro e intento controlar su respiración. Vio como Daniel se acercaba cada vez mas a su pecho… sin embargo frenó dubitativo. Él ya no podía esperar mas, estaba ansioso, así que coloco ambas manos alrededor de la sien de este y tímidamente los acerco a sus pezones permitiéndole el pase.

Daniel chupo, absorbió, beso aquellas aureolas sintiendo cada vez mas como pequeñas corrientes de placer recorrían su anatomía, centrándose en aquel lugar inferior. Una vez abandonada su tarea, se irguió levemente para observar aquel cuerpecito que se retorcía gimiendo en aquellas mantas y una vez mas se maldijo por haber dudado de su amor por él.

Lian sentía sus pezones arder y un ligero rastro de dolor cuando el marino los dejo, sin embargo no pudo sentir por mucho tiempo aquello, ya que su estomago terso y plano estaba siendo atacado. Sentía como aquellos labios calientes lo recorrían, no dejando ni un lugar sin un beso; sintió cuando una lengua traviesa profundizo en su ombligo obligándolo a gemir bajito y plantarle las uñas en aquella cabeza llena de risos.

Daniel torpemente removió los pantalones de Lian, intentando desabrocharlos pero esta prenda no cedía ante la petición. Lian lanzo una dulce carcajada al aire, ya que la causaba mucha gracia el sentir como su amado intentaba por todos los medios arrancárselo. Daniel bufo molesto, dándose por vencido se separo de este.

-Hazlo tu – le susurro con una sonrisa.

-Estas muy impaciente – le contesto con una sonrisa mucho mas esplendida colgando de su rostro. Lian sin dejar de mirarlo, lentamente abrió los botones, bajo aquel molesto sierre y dirigiéndole una mirada lujuriosa, se tendió de forma seductora en las mantas.

Su acompañante no resistió aquella acción y preso de una pasión que lo abordaba, se deshizo rápidamente de aquella molesta prenda, dejando a un Lian en ropa interior. Se podía ver su hombría aflorando tímidamente, intentando ser ocultada por su dueño.

Y es que el doncel al verse casi desnudo, olvido la lujuria que lo embargaba y se entrego al nuevo sentimiento: el pudor.

Intentaba cruzar sus piernas, queriendo ocultar su miembro ante la mirada de Daniel. Su rostro ahora mucho más colorado, dibujaba una expresión de miedo, ya que tenía  cerrado fuertemente los ojos con la cabeza ligeramente volteada. No quería que Daniel lo vea.

-No me mires…es vergonzoso – susurro negándose a abrir aquellos luceros.

-No debes avergonzarte; soy yo – dijo acostándose al lado de este, dejando hacia un lado la actividad que quería realizar y ahora abrazándolo – siente vergüenza cuando no sea yo el que te mire.

Lian se hundió entre sus brazos, sintiéndose protegido en ellos. Aprovecho el momento para acariciar su rostro masculino. Delineo la forma de su nariz con sus dedos, siguió el surco de aquellas pestañas negras rizadas, enrosco sus dedos en un rizo rebelde…estaban reconociéndose mutuamente.

Poso la palma de su mano en aquel cuello firme, deteniéndose un momento al sentir aquella vena latir fuertemente. Embargado de amor por él, se alzo ligeramente sobre sus codos, acercándose, poso tímidamente besitos alrededor de este.

Daniel respiraba profundamente dejándose embargar por el amor que se le era profesado; dejándose amar.

Lian siguió con su exploración. Continúo bajando hasta llegar hasta aquellos fuertes brazos. Los toco ahora maravillado sobre aquella tela que estorbaba, así que hizo el ademan de sacárselo, el cual por suerte Daniel entendió y de un solo tirón, Lian tenía aquel torso desnudo, listo para ser recorrido.

Comparo las tetillas de Daniel con las suyas y es que a pesar de todo, Lian aun era un niño curioso. Llego a la conclusión de que las suyas eran mucho mas rosadas que las de él. Con una sonrisita por aquella comparación, prosiguió hacia su estomago. Acaricio suavemente, dibujando cada abdominal que encontraba en ella, comparándolo a su vez con él. Sin embargo no había nada que comparar, el no las tenía.

Continuaba acariciándolo hasta que se topo con aquel camino oscuro de pequeñas vellosidades que se perdían entre sus pantalones. Muy curioso los recorrió con el dedo índice, ruborizándose al darse cuenta en donde finalizaba.

Daniel lanzo una carcajada al percatarse como Lian corrió su mano notablemente avergonzado.

-¿seguimos? – pregunto acariciando ahora él, sus cabellos rojos y obviando aquella acción.

Obtuvo un tímido “si” por parte de él e inmediatamente trepo colocándose sobre él.

Lian sintió como aquella diminuta prenda era corrida de entre sus piernas para finalizar olvidada en un rincón. Su pequeña erección dio la bienvenida a su amante, haciendo que el doncel volviera a cohibirse.

Daniel observo aquel pequeño miembro, reclamando ser atendido, así que sin dudarlo lo masajeo y luego prosiguió a colocárselo en su boca, absorbiendo, chupando.

 Lian se retorcía de placer en aquel mullido lugar, no muy apto para el amor, sin embargo ahí se encontraban ellos, amándose sin percatarse de ello.

-Para…Daniel, por favor – gimió entrecortadamente, alejándolo de su miembro – Siento algo extraño aquí – señalo la parte baja de su abdomen - ¿Qué es?

-Se llama orgasmo – contesto suavemente – Sientes esa sensación porque estas apunto de tener uno.

Lian asintió. Nunca lo había sentido y percibirlo en ese momento fue muy extraño para él.

Daniel se sobrecogió ante aquella pregunta. ¿Acaso Lian no sabía nada acerca del arte de amar? ¿Se podía ser tan puro, ante este tema? Se atemorizo un poco por pensar en causarle algún daño, sin embargo ya era demasiado tarde.

-¿quieres que te penetre? – Susurro antes de continuar – si quieres podemos dejarlo aquí – se apresuro decir.

Lian recordó las palabras de su padre “tenía que haber penetración para dejar de ser virgen”, una vez pasara esto sus orejas en señal de virginidad desaparecerían y sería llevado al otro lado del internado, al de los de “no- puros”. ¿Estaba dispuesto a esto? Se pregunto. No obstante observo el rostro de Daniel y aquellas dudas se disiparon. Estaba seguro. Se entregaría por amor a él.

-Sí, Daniel. Quiero ser completamente tuyo. Pertenecerte a ti y tú a mí.

El marino tímidamente esbozo una sonrisa y asintió. Se apresuro a besar los belfos del doncel y se ubico sobre las piernas de este, arrodillándose.

-Tengo que prepararte – dijo. Lian simplemente asintió intentando no evidenciar su nerviosismo.

Daniel chupo uno de sus dedos y lentamente lo ubico en la pequeña entrada del doncel, intentando no mirar, simplemente dejándose llevar por el tacto. Prefirió posar su mirada en aquellos luceros celestes que lo observaban expectantes a cualquier movimiento.

Ingreso un dedo dificultosamente, abriéndose paso atravez de aquellas virginales paredes, Daniel observo la expresión adolorida que se dibujo en el rostro de Lian y se maldijo de nuevo por causarle daño.

-¿quieres que me detenga? – pregunto en voz baja, inclinándose para besarlo.

-No…no pares.

Ingreso el segundo dedo y Lian se retorció un poco mas de dolor. Intento acostumbrarse a la intromisión inhalando y exhalando sutilmente.

-Ya estás listo. ¿Estás preparado? – pregunto Daniel, dando por finalizado su “preparación”.

-Si…solo no vallas muy rápido…ni muy fuerte… ¿sí?

El marino lo beso por última vez y rápidamente se desembarazo de sus pantalones junto con la ropa interior, dejando a la vista un miembro de notable tamaño, erecto. Coloco un poco de saliva entre sus dedos para luego untar su miembro con este.

Lian sujeto sus piernas, dándole una mejor entrada, dispuesto al juego.

No paso mucho tiempo hasta que sintió a aquel invasor adentrándose, abriendo aquellas paredes, invadiéndolo dentro de él.

Percibió aquel dolor que lo nublaba y por instinto intento alejarse de este. Empujo a Daniel con sus manos, intentando alejarlo, sin embargo este no hacia ningún movimiento, incluso lo aprisiono entre sus brazos, robándole besos jadeantes.

-Tranquilo, no te estoy haciendo daño. Respira, ya te acostumbraras – dijo en su oído, acariciando los mofletes color carmín.

-Me duele demasiado. No puedo, Daniel… - sollozo en sus brazos.

Daniel simplemente se dedico a besar cada parte de su rostro intentando distraerlo de aquel tormentoso suceso. Intento acomodarse mejor dentro de él…hasta que toco algún punto dentro de este, que Lian dejo escapar un sonoro jadeo hambriento.

-Ahí…ah Daniel, ahí se siente tan bien… - gimió lujuriosamente – Muévete – ordeno.

El marino no desaprovecho aquella oportunidad, comenzando a embestirlo, primero suavemente, luego de una manera apasionada que hizo estragos en el interior del otro. Los jadeos, tanto de Lian como el de Daniel, adornaban aquella tenebrosa habitación.

Lian se sentía desfallecer en los brazos de este. Arañaba su espalda, reclamaba besos, jadeaba, sintiendo por primera vez el placer del sexo. Y  fue mucho mejor cuando Daniel movió una de sus manos, comenzando a masturbarlo rápidamente, intentando hacerlo llegar al clímax; Lian se retorció entre aquellas mantas, entregándose al placer carnal que se le era regalado a su cuerpo por parte de Daniel.

Su amante, embargado de placer de la misma forma que él, lo embestía cada vez mas fuerte, más profundo dentro de él, haciendo que sus bellos crespos se pegaran a su rostro, producto del sudor del esfuerzo. Para Lian era una visión encantadora, tenerlo entre sus piernas, intentando que el primero alcance el placer total.

Y así fue. Sintió como dentro de él estallaba una burbuja, embargándolo en una dicha plena, haciéndole sentir tan bien. Jadeo en sobremanera, sufriendo retorcijones de placer recorrer su anatomía y por instinto atrajo a Daniel, colocándolo en su pecho ardiente, para que escuchara los latidos desenfrenados de su corazón; latían, latían por él.

Daniel escuchaba y sentía la respiración agitada de Lian, sentía como se abrazaba a él, hambriento de amor; sentía sus manos recorrer su cabellera, lo acariciaba de una manera amorosa, como si él fuera un niño y estuviera siendo acariciando por una madre sobre protectora.

Y fue así, entre los brazos de Lian, que Daniel derramo su semilla dentro de él, nublado por el esplendoroso orgasmo que recorría su cuerpo. Jadeo profundamente antes de abrazarse a él, entregándose como nunca lo había hecho con nadie, dejándose mimar por alguien apenas mayor que un niño y cómicamente sintiéndose protegido por aquellas manos que acariciaban su rostro.

Permanecieron abrazados entre si un rato mas; perdiéndose entre aquellas sensaciones de placer. Daniel escuchaba el corazón de Lian volviendo a tener unos latidos regulares, negándose a salir de su cuerpo y es que se sentía tan pleno junto a él. Lo mismo ocurría con el doncel. Sentía que estaban hecho el uno para el otro.

-Fue estupendo – susurro aun acariciando los cabellos de su marino – me hiciste tocar las estrellas, nunca había experimentado esta sensación.

Daniel sonrió y despacio retiro su miembro de su interior, obteniendo por respuesta un leve quejidito.

-Lian, ya no conservas las orejas.

El doncel le sonrió tristemente y solo se limito a asentir.

-Es mi regalo para ti – dijo aun recostado, con su cuerpo desnudo – te entregué mi pureza a ti.

El marino no supo como corresponder aquella acción, solo permaneció inmóvil y por ende lo asalto otra pregunta.

-¿quedaras embarazado? – pregunto – Yo…me corrí dentro tuyo!joder! ¡No debí hacerlo! Lo siento Lian…lo siento tanto.

-no te preocupes – Lian se alzo sentándose sobre aquellas mullidas mantas, encarándolo – yo aun no puedo tener niños.

Daniel asintió aun dubitativo por la pregunta y es que él no se imaginaba teniendo niños.

-Estarás bien? – Pregunto acercándose a él, ignorando la desnudez de ambos – Tu maestro me prohibió tener intimidad contigo…pero no sé el porqué… ¿te sientes mal? ¿Estás enfermo?

-No Daniel, estoy perfectamente bien y lo estaré en un futuro, simplemente ya no dormiré con Yari – Daniel internamente jadeo ante aquello – ahora viviré al otro lado del internado.

-¿dejaras a Yari? – pregunto intentando que su voz suene lo mas tranquila posible - ¿A dónde iras?

-No lo dejare. El seguirá siendo mi mejor amigo…simplemente ahora me mudaran a la otra torre.

Lian decía aquellas palabras intentando sonar calmado pero lo cierto era que moría de miedo por dentro, no obstante no  compartiría aquellos temores con Daniel.

-Nos iremos en un mes ¿cierto? – Susurro acercándose a él, dejándose acariciar – Debo decirle a mis padres que me marchare contigo. Ellos entenderán.

-¿aun sigues seguro de aquello? – Pregunto acariciando vagamente sus cabellos – tus padres no dejaran que te vayas con un simple marino y mucho menos que recorras el mundo con él.

-Entonces me fugare – dijo tajantemente – pero me iré contigo.

Daniel solo suspiro. Dejaría que el tiempo corra su curso. No contradijo lo dicho pero lo cierto era que no estaba seguro de aquello, comenzando por el hecho de que no estaba seguro de cuando se marcharía de aquella isla.

Notas finales:

Oficialmente es el segundo lemon que escribo en mi vida...¿que tal les parecio?, eh, eh, EHHH!!

Muchas gracias a las personitas que me regalan su maravilloso comentario

No te olvides de decirme si te parecio bien, mal, o asqueroso..xDDD

GRACIASS!.

PD: sean felices...n_n


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