Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

INTERNADO DE DONCELES por yesnightles

[Reviews - 53]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

HOLAAA! espero que se acuerden de mi..u.u

lo sé, lo sé...demore un siglo en actualizar...PERO...los examenes,tareas,trabajos,exposiciones,dormir... me traian loca.!!

ahora ya me desocupe un poquito y pude escribir...que es lo que mas amo. Cuando pensaba que ya no volveria a actualizar...leia sus comentarios niñas...eso me mantenia a no perder la esperanza :D

ahora si...disfruten el cap. tuve que escribirlo varias veces porque no me convencia..:/ pero creo q quedo un poco bien.

Disfruten y dejense llevar..<3

                                 Capitulo 12

Estaba decidido. Si había atravesado tantos problemas hasta llegar, ya no podía acobardarse en ese momento. Quizá estaba a punto de tomar la decisión que cambiaría su vida…si no lo hacía, su vida cambiaria sí, pero para mal. Perdería todo, lo rechazarían…y él no soportaría aquello. Además estaba asustado y en su pequeña mente solo esa acción era su solución.

-¿Quién es? 

Escucho aquella voz rasposa con un tono melancólico, debía pertenecer a una anciana, se imagino, mientras esperaba tembloroso atrás de aquella puerta envejecida por lo años, que había llamado.

-Necesito ayuda, por favor… - imploro con la voz resquebrajada y es que sus nervios ya no los podía controlar. Tenía las palmas de las manos tan heladas que intento frotarlas entre ellas para hacerlas entrar en calor, sin embargo fue inútil. El frio invadía todo su ser.

-No puedo ayudarte si no me dices ¿Quién eres?... – de nuevo aquella voz lúgubre, le hablaba desde el otro lado de la puerta, burlándose de su desgracia.

-Necesito sus servicios…estoy embarazado… - desesperado, sollozo largamente apoyando ambas manos en aquella mugrienta puerta. Era cierto, estaba embarazado y necesitaba que aquella anciana lo ayudara. Ella era la única que podía hacerlo…

Escucho después de una breve pausa, como los cerrojos detrás de la puerta se abrían despacio. Limpio rápidamente sus lagrimas y espero con ansias hasta que el ultimo haya sido abierto y entro en su línea focal la imagen de una anciana de cabellos totalmente blancos, ligeramente encorvada, envuelta en una tela que le cubría los hombros, raída por el tiempo y polillas. Sus negros ojos maliciosos, lo examinaron detenidamente hasta por fin hacerlo atravesar aquel umbral con un leve movimiento de la mano.

Lian ingreso trémulo, ajustando a su cintura aquella capa negra en que se había envuelto para no ser reconocido. Había escapado del internado atravesando aquel paso prohibido y si alguien lo veía, era su fin.

La cabaña distaba de acogedora, simplemente era un escondrijo. Se divisaba en una esquina una chimenea ennegrecida por el humo de tantos años, ardiendo débilmente, consumiendo los últimos trozos de madera que se le había colocado. Al otro extremo de esta se encontraba lo que podía ser el lecho de la anciana ya que se observaba telas revueltas sobre aquella manta, que le servía como colchón. No tenía ventanas. La luz del sol no osaba atravesar aquellas paredes, por ende se sumía en una ligera penumbra.

Lian observo aquello y su corazón se encogió de miedo, una vez más. La anciana termino de cerrar nuevamente aquellos cerrojos pausadamente, para por fin prestar atención a su visitante inoportuno.

-Dime muchacho… ¿Qué es lo que quieres de mí? – espetó encarándolo. Lian retrocedió unos cuantos pasos y reuniendo el valor necesario dijo.

-Hay vida en mi interior y quiero que me ayude a eliminarlo… - susurro intentando no sollozar mientras se encogía de miedo por pronunciar aquellas palabras.

La anciana lo observo nuevamente. Recorrió su rostro de una belleza particular, consciente de lo que había brotado de aquellos pequeños labios.

-Estas asustado…aun eres un niño – respondió por fin, dándole la espalda, ignorándolo y su vez caminando pesadamente hacia un rincón donde se acomodó en un mullido sillón de madera e invito a Lian a sentarse en el otro, frente a ella.

-Por favor ayúdeme…yo…yo…no se que hacer – gimió mientras con pasos vacilantes se acercaba hacia el mueble – yo pensaba que era infértil, pero descubrí que ahora vive un niño dentro mío… - sus palabras murieron en sus labios. Ahora vivía un niño dentro de él – se dijo, como si aun no pudiera el mismo creerlo.

-Los niños no deben jugar a ser adultos… - repuso – ahora llevas aquel fruto dentro de ti. Lo odias ¿verdad? Odias que este ahí solo para complicar tu vida…Tú no lo deseabas, sin embargo ahora vive en ti.

¿Lo odiaba? Se pregunto Lian. No lo odiaba…simplemente no quería que este ahí. Tenía tanto miedo y esa había sido la  única solución que había tramado.

- tengo miedo… - confeso con los ojos clavados en aquel rustico y empolvado suelo – si me atreviera a contárselo a mis padres…estos negarían ser mis progenitores. Me quedaría solo en este mundo. Seré el rechazo de todos los aldeanos… - sollozo cubriéndose el rostro con sus manos temblorosas.

- Es lamentable pero tienes razón. Nadie cobijara a un doncel preñado, sin padres ni pareja. Has cavado tu propia tumba cuando decidiste perder las orejas…o ¿fuiste víctima de una violación? – preguntó intrigada.

-no…yo lo hice por amor… - titubeó – pensé que aun era infértil. Solo tengo 14 años, ¿porque las diosas están en mi contra? ¿Por qué soy fértil, cuando aun no debo serlo? – bramó cada vez mas alterado.

-A veces las diosas, nos maldicen desde los cielos y lamentablemente tú eres unos de ellos – sonrió de forma sarcástica.

-¿está diciendo que estoy maldito? – susurro dudoso.

-¿aun lo preguntas?…llevas a un hijo tuyo que no vas a dejar que nazca, estas maldito con tan solo pensar aquello. Las diosas esta vez ganaron el juego.

-¡NO! ¡NO ESTOY MALDITO! – Grito asustando a la anciana – yo…solo…vine aquí para que pueda darme una solución…no a que me me haga profecías.

-está bien, está bien. Te ayudare – susurro calmadamente, mirándolo – pero debo advertirte que corres peligro de muerte al aceptar.

Lian se sentó erguido, escuchando atentamente.

-el método que utilizo es invasivo – continuo – podría dañar tu cuerpo y una vez empezado, ya no hay arrepentimientos…No me responsabilizo por los daños colaterales, simplemente te doy la seguridad de que arrancare aquel ser de ti.

¿Era eso lo que quería? – se pregunto. Por un momento se imagino a él de padre, cargando entre sus brazos a un niño con los ojos idénticos a los de Daniel… Se permitió sonreír en ese pensamiento mientras ahora imaginaba a su niño corriendo entre pastos crecidos con una sonrisa en su rostro. Podía escuchar el sonido de su carcajada infantil envolverle el corazón de alegría. Veía a un Daniel a su lado, estaban tomados de la mano mientras caminaban por detrás. Era perfecto…

Sin embargo aquella imagen se disipo cuando estuvo de nuevo en aquella nauseabunda cabaña. Abrió sus ojos y volvió a la realidad. Aquella risa se había evaporado, ahora solo en su corazón había miedo. Miedo a enfrentarse él solo a todos. A sus padres, a Daniel, al que dirán de la gente.

- No tengo otra opción – gimió – si este niño nace, será el repudio de muchos. Todos lo juzgaran y él me juzgará a mí. No puedo soportar toda esta presión…no se que hacer…quiero tenerlo entre mis brazos…pero no quiero traerlo a un mundo en el cual su sufrimiento está asegurado – lloro.

- Lamentablemente tienes razón, niño. Es mejor sufrir un momento, a sufrir por muchos años… ¿no crees?

Lian no contesto y es que aun aquella decisión lo atormentaba. Como desearía que Daniel estuviera a su lado, apoyándolo, sin embargo el se prohibió contárselo a alguien.

-ahora, recuéstate en ese lado y deja tus piernas descubiertas. Voy a ayudarte, niño.

Lian oía aquella voz de la anciana pero su mente divaga. ¿Estaba haciendo lo correcto? – se pregunto mientras se dirigía a aquel lugar señalado, que no era otra cosa que una vieja mesa empolvada. Se desato el nudillo de los pantalones y tímidamente comenzó a bajarlos. Toco por instinto aquel abdomen aun oculto a la vista de los demas sin embargo para él no. Podía sentir el latido de aquel ser.

-¿Cuántas semanas tienes? – oyó preguntar a la anciana y por instinto respondió en un susurro “7 semanas”. Eran 7 semanas que ya habían pasado juntos y ahora se separarían definitivamente.

Se acostó temeroso en aquella mesa, con los talones de los pies apoyados en la superficie fría. Sentía dentro de él algo que lo impulsaba a salir huyendo de ahí. Quizá fuera su hijo negándose a morir – pensó.

“su hijo”

La anciana preparaba todos sus utensilios caseros que utilizaría para aquel trabajo. No los había usado en mucho tiempo, exactamente desde que fue descubierta que ella era la que hacia tales horrores. Había sido expulsada del pueblo, a una cabaña alejada de este, y ahora solo era conocida por algunos.

Se acerco a la mesa en que reposaba él doncel. Coloco todos sus instrumentos al lado de este dispuesta a concluir el trabajo, no obstante grande fue su sorpresa cuando se vio empujada inesperadamente hacia atrás, haciéndola caer de forma estrepitosa sobre aquel suelo.

Allí estaba Lian, parado, temblando de pies a cabeza, con sus cabellos rojos despeinados pero ileso.

Se había arrepentido en el último momento. Quizá fue el aceptar que la vida que llevaba consigo no era un extraño, sino su propio hijo.  El producto del amor que le profesaba a Daniel.

Se calzo desesperadamente sus pantalones para luego envolverse en su capa para salir huyendo de aquel horrible lugar como un torbellino, deseando nunca en su vida haber ido.

Estaba dispuesto a enfrentar el mundo si era posible, con la finalidad de demostrar a las diosas de que no estaba maldito. Iba a formar un nuevo destino para su hijo. Nadie lo despreciaría porque él se encargaría de que no suceda. Iba a traer al mundo a su niño con la promesa de hacerlo feliz.

 *

Ahora corría sin mirar atrás, alejándose cada vez más de esa horrenda cabaña. Su respiración se hacía cada vez mas agitada hasta tal punto de ya no poder respirar, le dolía el corazón. Liam se detuvo un momento intentando controlar su inhalaciones sin embargo era inútil. El miedo lo carcomía por dentro no dejándolo tranquilo. Se sentó un momento en ese césped crecido, ocultándolo de vistas ajenas. Acaricio su fruto dándose cuenta de que había estado a punto de perderlo para siempre.

-Lo lamento – dijo a aquel otro ser – perdona a tu tonto papa. Ni siquiera has nacido y ya empiezo a hacer las cosas mal. Pero sabes, me esforzaré demasiado para poder cuidarte. Nadie nos va a separar, confía en mí.

Liam seguía acariciando aquel estomago plano, dibujándose una sonrisa tímida en su bello rostro. De sus rizadas pestañas aun pendían algunas lágrimas pero sin dudar aquel cuadro era demasiado hermoso.

Ahora tenía que trazar nuevos planees para él y su hijo. Ya no regresaría al internado, estaba seguro. Si embargo necesitaba comunicárselo a Daniel. Su corazón dio un brinco tan solo en pensar en él, el cómo reaccionaría a lo que tenía por decirle…

La noche se empezaba a hacer acto de presencia, pronto necesitaría un lugar donde permanecer y no teniendo en mente nada mas que aquella morada, se alzo de aquel césped y emprendió la marcha…iba a casa de sus padres.

 

 ****************************

Véra recorría los pasillos del internado mas alborotado que nunca y es que no había visto a su amigo en todo el día. Lo había dejado descansando en su lecho, mientras él iba a clases no obstante había regresado y ya no lo había encontrado.

Ahora se dirigía a aquel sitio donde se encontraría con Ralá a comunicarle lo sucedido.

-Véra llegas tarde… ¿estás bien? – pregunto cuando por fin lo tuvo a su altura y es que lo había visto venir con una palidez en el rostro anormal.

-Li...Liam no está… - dijo jadeando, sosteniéndose de Ralá – hay que avisarle a Daniel…

-¿¡que!?...¿estás seguro? Pero… ¿Dónde puede estar ese chiquillo?...

-No lo sé Ralá, pero es necesario avisarle a Daniel. Tengo miedo de que algo le suceda – gimió asustado – ¡llévame con Daniel!

-tranquilo pajarito. Nada le pasara. Tranquilo – lo calmo, abrazándolo – ahora si vamos con Daniel.

 *

-¡Daniel!... ¿donde estas?... – grito Ralá ahora desesperado mientras ingresaba a aquel lugar que era habitación de muchos. Afortunadamente lo diviso acostado en su lecho – ¡llevo buscándote toda la maldita noche! Véra tiene que contarte algo….

Daniel al oír el nombre de ese doncel se levanto rápidamente de su lecho, ya que estaba seguro iba a comunicarle noticias sobre Lian.

-Está desnudo… - escucho Daniel. No se había percatado de que un tímido Véra yacía escondido atrás de la gran espalda de su amigo, observándolo con esos luceros verdes, muy apenado.

Daniel por instinto giro violentamente, dándole otra vista de su anatomía a Véra pero no por ello menos indecorosa.

- ¡Sinvergüenza! – Exclamo Ralá mientras corría a por una tela para cubrir a su amigo, con una leve sonrisa colgando de sus labios – Véra cúbrete los ojos, mi cielo. No hay nada que ver en este cuerpo maltrecho.

Daniel bufo por aquel comentario pero una vez cubierto se dirigió apresurado al doncel que lucía un lindo color escarlata en sus mejillas, dispuesto a oír cuanto le decía.

Véra se mostro completo hacia Daniel y muy nervioso dijo:

-Lian no está en nuestra habitación. No logro hallarlo.

Esas palabras fue para el marino, como si hubieran vaciado un chorro de agua helada sobre él. Su corazón se contrajo, y su cabeza empezó a dar vueltas. Tuvo que sentarse sobre su lecho para poder asimilar aquellas palabras.

-¿Qué estás diciendo? Lian no pudo haber salido del internado… ¡se supone que está prohibido! – grito asustando a Véra que corrió a refugiarse de nuevo tras la espalda de Ralá.

-tranquilo amigo. Estoy seguro de que no ha salido de terreno. Como tú mismo dices…está prohibido – intento tranquilizar Ralá – ahora vamos a buscarlo. No creo que estar los tres en este estado, nos vaya a ayudar mucho…

Véra levanto los ojos llorosos a Ralá y deposito un suave beso en su mentón – era lo máximo a donde podía alcanzar – y susurro un tímido “gracias”

Daniel también entendió. Estar en esa situación no ayudaría mucho. Tenía que encontrarlo.

 *************************                                                 

Lian no sabía cuánto tiempo había caminado. Sus pies lucían hinchados y con algunas heridas producto del roce de sus sandalias. Sin embargo no se daba por vencido. Debía de seguir y llegar a su cabaña.

Camino un par de horas mas y cuando se decía a si mismo que no lo lograría, diviso a lo lejos la luz titilante de un candil. Era su hogar, ya que era la única que se ubicaba al pie de una colina.

Una vez ubicado frente aquella puerta de madera de cedro, un nerviosismo lo recorrió de pies a cabeza… ¿Qué iba a decir ahora?...

No tuvo tiempo para formular una respuesta, ya que la puerta se abrió rudamente para dar vista a un Forest en pijama sosteniendo un arco bien pulido, apuntando a su hijo.

-¡¿LI…LIAM?! … - pregunto con el ceño fruncido, negándose a creer lo que sus ojos le mostraba - ¡Lian! Diosas…LIM...LIM… ¡ven a ver esto! – llamo ahora a su querido esposo.

Lim se apresuro en llegar al lado de Forest, también negándose a creer que era Lian el que estaba ahí.

-Liam, hijo mío ¿Qué ha sucedido, mi cielo? – Pregunto atrayéndolo hacia su pecho - ¿Por qué estas en este estado tan maltrecho? ¿Te han atacado?

-Lim, cariño, deja que el niño se recupere.

Lian simplemente se derrumbo en brazos de su padre. Era eso lo que necesitaba. Un buen cobijo que lo haga olvidar todo lo que había atravesado hasta ahora. Podía escuchar los latidos de su progenitor tan fuerte, que eran como una canción de cuna para él.

Lim lo desprendió de su pecho para coger con ambas manos su rostro, aunque lucia con ojeras y uno que otro rasguño, aun seguía siendo hermoso. Observo esos ojos azules hinchados y quizá, fue su instinto de padre gestante que lo llevo a esa conclusión pero se dijo que su hijo no estaba nada bien.

Asustado devolvió la mirada a Forest que lanzo un gruñido y alzándolo en vilo a su hijo, lo llevo a su habitación, depositándolo suavemente en esas limpias sabanas que siempre aguardaban por él.

Lim se apresuro a desnudar a su niño y limpiarlo con un pequeño paño que mojo en agua de jazmines. Lían simplemente se dejaba hacer. Incluso no protesto cuando fue desnudado delante de su padre. Estaba exhausto.

-Luce muy enfermo, esposo mío – menciono Forest mientras observaba el rostro pálido de Lían – es mejor llamar a los curanderos. Su aspecto no me da un buen augurio.

-NO…por favor padre, dile que no lo haga – Lian imploro a Lim. Si un curandero lo examinaba su secreto saldría a la luz – solo necesito tus cuidados, padre. Prometo que me recuperare.

-tranquilízate, mi niño. Aunque quisiéramos traer un curandero, nadie vendría a estas horas de la madrugada. Forest, yo atenderé a nuestro niño, no te preocupes.

Forest volvió a bufar y es que cuando su esposo decía algo no había más opción que obedecerlo.

-¿necesitas que te alcance algo? – pregunto acercándose.

-No, cariño. Yo me ocupare de él.

Forest dio un pequeño beso en la coronilla de este y se alejo a sentarse en aquel sofá del lado opuesto, el cual ya era su sitio cuando se trataba de un Lian enfermo.

 **************************                                             

-No lo encuentro, Ralá. ¡NO PUEDO ENCONTRARLO! – grito una vez mas desesperado Daniel. Había dedicado todas esas horas a encontrar a su amado, sin embargo aun no había señales de él.

-cálmate amigo, no queremos despertar a todo el internado. Además ya tengo suficiente con Véra – volteo a ver su pequeño doncel, que lucía ahora bañado en lágrimas. Ralá se apresuro en ir a su encuentro.

-Tranquilo, mi niño. No resolveremos nada si entramos en pánico…

-para ti es muy sencillo decir esas palabras – gimoteo – porque no es tu amigo…entiende Ralá, mi mejor amigo esta perdido…y no estaba muy bien de salud – intento secar aquellas lagrimas sin ningún resultado.

-¿Qué es lo que dices? – Se apresuro en ir Daniel – ¡¿estaba enfermo?!

-Si…pero Lían no quería que nadie se enterase – dudo un poco – en especial tu.

-¿Q-QUE? …¿Por qué yo? – se indigno Daniel y es que esas palabras lo habían dejado atónito.

-no lo sé… - Véra levanto esos ojos dudosos hacia Daniel, y es que era cierto ¿Por qué Lian, no quería que Daniel se enterase? – solo me dijo eso, cuando intente decirle que iba a contártelo…

-Pues hiciste muy mal, Véra. ¡DEBISTE DECÍRMELO! – grito.

Véra asombrado se enfrento hacia Daniel.

- si él no quería decírtelo, yo no soy nadie para hacerlo.

Ralá inmediatamente se puso en medio de ellos dos, al ver el brillo de furia en los ojos de su doncel.

-Tranquilo amor. No te exaltes – intento tranquilizar a un Véra mas que enfadado – ahora en vez de mantener esta tonta discusión, debemos pensar en donde mas buscar a ese pequeño chiquillo.

-Fue él quien comenzó – dicho esto Véra se abrazo a uno de los brazos de Ralá - ¿Dónde mas podemos buscar? Hemos recorrido de pies a cabeza este maldito internado y no hemos hallado nada.

Daniel bufo ante la muestra de afecto y solo dedico una mirada de molestia al doncel…estaba seguro, no podía confiar en nadie.

-creo que es mejor comunicárselo a sus padres – dijo Ralá serio – es mejor que lo sepan ellos primeros, que el internado.

Verá se encogió de miedo pero acepto.

Daniel por su parte lo observo petrificado… ¿acaso su amigo se había vuelto loco?

-¿decírselo a sus padres? Si se enteran ellos son capaces de, cuando lo encuentren encerrarlo en una torre y a mí de paso, asesinarme y arrojarme al mar…o eso fue lo que escuche de ellos.

 Véra no pudo evitar esbozar una sonrisa. Definitivamente Daniel, moría de miedo.

-¿qué es lo que hablas hombre? – Ralá también sonreía al ver a su amigo, pálido de miedo- además es mejor que ellos lo sepan cuanto antes.

-si…sí, creo que es lo mejor – al fin Daniel tomo conciencia de su miedo sin sentido – es mas…se lo comunicare yo. Iré a su cabaña.

Véra y Ralá lo observaron, ambos con ojos enormes producto de la sorpresa… ¿iba a ir él?

 

 ****************************

Lim había permanecido toda la madrugada al lado de su único hijo. Al cabo de media hora por fin Lian había podido dormir con la promesa de que no llamaría a un curandero. Forest por su lado se había quedado entumecido en el mismo sitio donde se había sentado al inicio.

Lim se había dedicado a limpiarlo. Limpio sus pies pequeños, ahora rasguñados producto del esfuerzo, limpio el rostro de su hijo y sus cabellos sangre. Al verlo dormir no pudo evitar recordar cuando lo tuvo por primera vez en sus brazos. Había cambiado, ahora ya era todo un joven, aunque seguía manteniendo esa inocencia en su rostro.

Ahora el sol comenzaba a asomarse tras las colinas dando paso al amanecer de un nuevo día.

Lim muy cansado se dispuso por fin  a recostarse un momento al costado de su hijo, sin embargo no pudo hacerlo ya que, Lían despertó dolorosamente conteniendo una arcada. Se llevo ambas manos a la boca intentando cubrirlas, mientras se alzaba del lecho, corriendo hacia los servicios.

Su padre gestante, asombrado ante aquel acto, corrió atrás de él, descubriéndolo arrojado sobre el lavabo, vomitando. Se apresuro a cogerle el largo cabello y espero a que haya terminado.

Una vez Lían vació todo su estomago, fue ayudado por su padre a ir hasta su lecho. No se dirigieron ni una palabra, quizá ya no era necesario.

Lían se cubrió con aquellas mantas y espero expectante.

-Hijo mío, puedes engañar a tu padre…pero a mí no – Lían vio a su padre, por primera vez, mirarlo con unos ojos fríos. Esos ojos calaron muy dentro de él, abandonándose a las lágrimas. Intentaba sollozar muy despacio para no despertar a su otro padre, pero sentía que cada vez más, ese nudo en su garganta lo asfixiaba, hasta ya no poder respirar. Cubría su rostros con sus manos ahogando los gemidos…lo habían descubierto… ¿ahora que haría?

Notas finales:

les gusto?? o fue un asco? :( creo que mas de un mes de no escribir me pasa la factura je je :(

ok, les parece que me dejen un comentario dandome ideas o criticas?? se los agradeceria mucho, niñas..

dejenme saber si les gusto.! <3

prometo actualizar muy pronto..si lo haré :3

muchas gracias por leer y adios >.<


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).