Giro por enésima vez sobre la cama. Su estómago rugía de hambre debido al magnifico olor que inundaba la habitación. Perezoso y con un dolor de cuerpo inmenso, decidió ignorar a su estómago y seguir durmiendo.
Acomodo bien su almohada, aun sin abrir los ojos, se cubrió con las sabanas hasta el cuello y siguió durmiendo.
Un rugido más y abrió los ojos. Al hacerlo noto algo extraño.
La ventana de su habitación tenía cortinas azules mientras que las que veía ahora eran blancas. Se sentó en la cama aun aturdido y se dio cuenta de que esa no era su habitación
Esa era la habitación de KyungSoo.
¿KyungSoo?
Negó fervientemente. Eso era imposible. Él no podía estar en la habitación de su hyung.
Se levantó de la cama y camino descalzo por toda la habitación.
Ahora dudaba si esa era la habitación de KyungSoo o no ya que ahora que la veía mejor esta tenía varias cosas que la habitación de su hyung no tenían. Por ejemplo: la mesa de noche era más grande al igual que la cama que ya no era una cama individual sino una matrimonial. Siguió recorriendo la habitación hasta llegar al armario.
Ese definitivamente no era el armario de KyungSoo.
Siguió su instinto de curiosidad y abrió el armario.
Y vaya sorpresa la que se llevó.
No solo había ropa de KyungSoo, por que sí JongIn la había reconocido, sino que también estaba su ropa.
Su cerebro no procesaba bien la información cuando escucho un golpe seco. Cerró el armario y estuvo a punto de salir de la habitación de no haber notado cierto detalle.
En el escritorio del cuarto había varios portarretratos. Y oh! Casualidad, todas tenían fotos de él y de KyungSoo.
Otro golpe seco y salió de la habitación.
Sí, definitivamente ese era el departamento de KyungSoo.
Reconocía ese pasillo y aquellas paredes.
Un olor agradable llego a sus fosas nasales haciéndole recordar a su estómago que no había probado bocado alguno desde la tarde de ayer.
Camino hasta la cocina y oh! Sorpresa, por segunda vez, su hyung estaba cocinando.
Camino a pasos lentos y retiro una silla de la mesa sin hacer el menor ruido. Carraspeo algo incómodo y KyungSoo volteo a mirarlo.
Lo primero que vio JongIn en el bajito fue su enorme sonrisa en el rostro y, por desgracia para cierto amiguito allí abajo, la poca ropa que tenía puesto el mayor.
Porque solo una camisa suya que le llegaba al bajito hasta la mitad de las nalgas no eran nada para el moreno.
KyungSoo apago la hornilla de la cocina y puso sobre la mesa una cacerola con lo que parecía ser un guiso de pollo. Miro atentamente a JongIn y sonrió más de lo que ya hacía. Cogió su teléfono de la mesa y marco un numero rápidamente poniendo en altavoz el teléfono.
-Kyunggie – chillaron desde la otra línea
-¿Mamá? – dijo JongIn extrañado.
-Oh! Hijo
-¿Pero que – el bajito le guiño el ojo
-Voy a servir el arroz – susurro y se acercó a la estufa de nuevo
-¿Qué tal tu primer dia, hijo?
-¿Primer dia? ¿De qué hablas?
-¿Cómo que de que hablo? Tu primer dia viviendo con KyungSoo
-¿QUE?! – grito. KyungSoo soltó una risita
-Kyunggie ¿Aun no se lo has dicho? – pregunto la mamá de JongIn alzando más la voz
-Recién ha despertado – respondió el bajito
-Oh, ya veo. Como sea JongIn, buena suerte y adiós – finalizo la llamada.
KyungSoo se acercó de nuevo a la mesa dejando los dos tazones de arroz sobre esta. JongIn aun permanecía quieto y con la boca abierta. ¿Había escuchado bien? Su madre acaba de decirle que ahora estaba viviendo con KyungSoo ¿En serio?
-¿No vas a comer? – pregunto KyungSoo tomando asiento frente a JongIn
El menor trato de responder algo más sus palabras no salieron. Al ver aquello el mayor dejo sus palillos a un lado y se paró de su asiento para segundos después sentarse sobre las piernas de un menor aun en shock.
Las manos de KyungSoo comenzaron a recorrer el rostro de JongIn hasta llegar a sus labios. El bajito no pudo evitarlo y besó a JongIn. Solo un roce de labios. Simple y sencillo pero con mucho sentimiento. Alejo un poco su rostro del otro y sonrió.
-KyungSoo – susurro el moreno un anonadado
-¿Qué pasa, JongIn-ah?
El menor tomo la mano de KyungSoo alejándola de su rostro cuando noto algo duro en uno de los dedos del bajito. Bajo la mirada y lo vio.
El anillo que él había comprado hace días ahora estaba en las manos de KyungSoo. Es decir que ¿KyungSoo y él habían empezado de nuevo? ¿Pero si ayer….
-No me dejaste hablar ayer – comento KyungSoo. JongIn le dio una mirada para que siguiera- Te fuiste sin saber mis sentimientos. Yo también te amo JongIn-ah.
-…. ¿Hablas en serio?
-Claro que si tonto. Supongo que el anillo lo dice todo ¿no? – movió su mano sugestivamente – Ahora eres mío Kim JongIn y más te vale que no trates de dejarme
-Nunca, hyung. Nunca – sonrió
-Bueno, ya que todo está aclarado comamos. Muero de hambre – el bajito hizo un puchero. JongIn asintió.
Entre risas y caricias lograron terminar de comer.
Mientras KyungSoo lavaba los trastes, JongIn suspiro alegremente.
Sí hace un mes le hubieran dicho que acabaría enamorado de su hyung y que vivirías con él, definitivamente se hubiera reído hasta las lágrimas. Pero no. Su realidad era esta y no estaba más contento de que sea así.
Pasaron por varias cosas y claro, pudieron ahorrarse algunas pero la vida es así.
Dicen que el amor es complicado.
No. Las personas son las que lo hacen complicado. Bien lo sabía JongIn. Pero fueron aquellas acciones las que lo llevaron a KyungSoo.
Y sí, se enamoró de su hyung en un mes.
Un mes que repetiría las vidas que vinieran por delante.
Porque él siempre escogería amar a KyungSoo.
Siempre.