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Fuego redentor (Kaisoo) por KaisooShipperXo

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Kyungsoo pudo finalmente, volver a casa. Habían sido necesarios dos días para convencer al médico de que le diera el alta, y a juzgar por las expresiones del personal del hospital, todos parecían felices de que se fuera de allí, al menos igual de felices que lo que él estaba de dejar atrás esa pesadilla.

 

Necesitaba de alguien que lo llevara de vuelta a casa, y su padre, como de costumbre, estaba demasiado ocupado para hacerlo. Así que había llamado al capitán de su escuadrón, quien le había dicho que mandaría a alguien. Y el tal “alguien”, obviamente, no podía ser otro más que Jongin, que en ese momento se hallaba sentado en la sala de espera, esperando. Kyungsoo no dijo nada con la esperanza de que si se quedaba en silencio el otro hiciera lo mismo y entonces podría volver a casa en paz sin más dramas.

 

-Veo que tu actitud no ha mejorado en estos últimos días- dijo Jongin después de que Kyungsoo se metiera en el auto. Se dirigieron hacia el centro de la ciudad, entonces pregunto-, ¿Donde es que vives?

-Zona Sur,- comenzó Kyungsoo y prosiguió dando una orientación más detallada mientras que el otro asentía con la cabeza dirigiéndose al centro de la ciudad.

 

-Gracias por venir- dijo entonces, y en la cara de Jongin se dibujó una expresión de sorpresa.  -Contrariamente a lo que crees, no soy un cretino absoluto.- Permanecer sentado en el coche con Jongin, sin embargo, lo perturbaba, sobre todo porque en los últimos dos días, Kyungsoo no había hecho otra cosa más que pensar en la posesiva forma en la que Jongin lo había besado, enardeciendo cada célula de su cuerpo. No debería experimentar esas emociones, pero al mismo tiempo, no lograba dejar de pensar en ellas, y el tener a Jongin tan cerca, en un espacio cerrado, rodeado por el aroma del chico de tal modo que casi podía saborearlo, no ayudaba.

 

-Pero estas cerca de eso- dijo Jongin. -Cuando llegué a la estación desde el hospital, los chicos me han contado mucho sobre ti. Al parecer eres un excelente bombero, pero cuando no estás ocupado apagando incendios, eres intratable. Algo que me resulta difícil de creer. -Jongin le lanzo una sonrisita sarcástica que hizo que su pene se agitara en los pantalones.

-Hey - dijo Kyungsoo, -mira que no soy siempre así.- Era cierto. -Tuvimos muchos buenos momentos con los muchachos- continuó el y Jongin le dio otra sonrisa, sacudiendo la cabeza.

 

-Como he dicho, eres un libro abierto para mí. Tienes miedo que descubran que te gustan las pollas y haces todo lo posible para mantenerlos alejados de ti. Bueno, yo lo sé y no me importa un carajo- dijo Jongin deteniéndose en el semáforo.

 

-¿Entonces, cuándo se lo has dicho?- preguntó Kyungsoo. Era una idea que le daba vueltas en la cabeza desde hacia días y se preguntaba como podría mirar a la cara a sus colegas o a cualquier otra persona si lo hubieran descubierto.

 

Jongin hizo un sonido gutural y Kyungsoo sintió que un escalofrió le recorría la columna vertebral.

 

-Yo nunca haría algo por el estilo. Si quieres permanecer oculto es tu asunto.- El semáforo se puso en verde; acelero superando la intersección y unos minutos más tarde llegaron a su destino. Kyungsoo se bajó del coche y sin hacer movimientos bruscos, se dirigió hacia la puerta de la casa. -Necesitas estas- dijo Jongin lanzándole un manojo de llaves. -Tengo también el resto de las cosas que quedaron en el vestuario en la estación.

 

 Kyungsoo no había pensado en otra cosa más que en volver a casa olvidando todo lo demás. Murmuró un "gracias" y subió lentamente los escalones que conducían a la puerta principal. Cuando estuvo dentro de la casa, Jongin lo siguió mientras Kyungsoo llegaba a la sala de estar y se dejaba caer en una de las sillas, sin aliento. Se sentía débil y cansado. El viejo piso de madera crujía bajo los pies del chico mientras se movía por la casa, cuando regresó a la sala de estar, tenía un vaso de agua en la mano que apoyó sobre la mesita antes de sentarse en una silla.

 

-No estás obligado a quedarte- dijo y Jongin resopló suavemente.

 

-Has dado cuatro pasos desde el coche hasta aquí y ya estas casi desmayado. Supongo que subir al piso superior, hoy por hoy será como escalar el Monte Everest. Quiero asegurarme de que estés bien antes de irme de aquí- dijo Jongin poniéndose de pie. -¿Tienes algo para comer?

 

La naturaleza intransigente de Kyungsoo se apoderó de lo mejor de él y estaba justo a punto de decirle que se fuera de una vez de allí cuando sufrió un ataque de tos. Alargó la mano hacia el vaso de agua para beber un poco de ella, pero termino por volcársela encima.

 

Cuando los espasmos finalmente perdieron intensidad, Kyungsoo se dio cuenta de que Jongin lo estaba sosteniendo, sus grandes manos frotándole la espalda. Se apartó de él de golpe, lanzándole una mirada hostil y le pareció que Jongin se sintió mal por ello. Suspirando para sí, Kyungsoo tomó otro sorbo de agua. Sin decir nada, el otro hombre dejo la habitación; poco después Kyungsoo oyó ruidos procedentes de la cocina. Estaba demasiado cansado para oponerse, hacía tanto tiempo que alguien no se preocupaba por él, así que cerró los ojos y se relajo en el sofá.

 

-Siéntete como en tu casa- dijo en voz baja, a nadie en particular.

 

Kyungsoo continuó con los ojos cerrados haciendo caso omiso de cualquier ruido procedente del resto de la casa. Mientras Jongin no prendiera fuego a la casa, lo cual era muy poco probable, podría soportarlo. Perdió la noción del tiempo, ocupado como estaba enfocándose en su respiración. Abrió los ojos cuando escucho el tintineo de los cubiertos: Jongin había preparado algo para comer y lo estaba transportando en una bandeja que colocó sobre la mesita. Después de la comida del hospital, el olor del sándwich de queso y de la sopa de tomate le pareció lo mejor que había comido jamás y su estomago gruñó.

 

-Veo que una parte de ti lo aprueba- dijo Jongin dulcemente.

 

Kyungsoo se alzó hasta sentarse y tomo la mitad del sándwich asegurándose de masticar lentamente, la última cosa que deseaba era volver a toser como un loco.

 

-¿Por qué sigues aquí?- Kyungsoo tragó el bocado y tomo un sorbo de agua. -Ni siquiera me conoces y ya has llevado a término tu misión en el nombre de la hermandad de los bomberos.

 

-Necesitas ayuda- dijo Jongin impasible agarrando su sándwich.

 

-¿Que es lo que quieres? —pregunto Kyungsoo, la mano que sostenía su bocadillo quedó suspendido en el aire. -Nadie hace nada por nada.- Por supuesto, estaba lo de cubrirse las espaldas el uno al otro, pero por lo que el sabia, todo tenía un precio.

 

-¿Noto quizás una pizca de cinismo? —dijo Jongin con ironía. -Jesús, ahora se explica por qué te comportas de esta manera.- Luego negó con la cabeza y no dijo nada más, lo que puso a Kyungsoo fuera de sí pues el otro no había respondido a la pregunta. Dado que las probabilidades de que Jongin le diese una respuesta, o que se fuera de allí parecían ser muy escasas, decidió relajarse en el sofá e ignorar al hombre, una tarea muy ardua. Jongin era enorme y fornido, pero también era muy atractivo y, para alguien que tenía un físico tan macizo, no se movía como un gorila de gimnasio, de hecho, sus movimientos tenían algo de delicadeza. Kyungsoo no estaba del humor adecuado para charlar, le exigía demasiado oxigeno, por lo tanto, se limito a observar y caramba si no había suficiente material para mirar. La camiseta del chico le cubría a duras penas los pectorales, piernas gruesas como troncos de árbol rellenaban unos pantalones vaqueros tan ajustados que creyó que podría distinguir la forma singular de cada musculo a través de la tela. Su vista recorrió el largo de las piernas de Jongin, se esforzó por no mirar, pero falló y le quedó claro que el chico era grande en todas partes.

 

-Estoy viendo que me miras- dijo alzando el plato de sopa y abriendo aún más las piernas. Kyungsoo desvió la vista y se puso a mirar su propio plato y Jongin se rió, el sonido resonó profundamente en su pecho

-No hay nada malo en observar, o en tocar para el caso, siempre y cuando ambas partes sean honestas consigo mismas.

 

Kyungsoo trató de mantener la vista fija en la comida para no mirarlo, pero ese intento también fracasó.

 

-Mierda- dijo, y casi se le cayó la cuchara de la mano cuando Jongin se relajó más en el sofá, quedando completamente en bella exposición.

Kyungsoo se dio cuenta que lo estaba haciendo a propósito y le pareció que el chico se estaba divirtiendo a su costa.

 

-¿Hace mucho que estás en el cuerpo? —Kyungsoo pensó intercambiar algunas palabras mientras terminaba de comer para luego irse arriba... solo.

 

-Desde hace un par de semanas. Debían enviarme a Busan, pero al final me han asignado a la Unión poco antes de tu accidente. Es un puesto un poco antiguo, pero los muchachos están en su lugar. Kim Junmyeon me está ensenando mucho.- Continuaron comiendo y Kyungsoo se complació en ser capaz de mover la conversación a algo no tan embarazoso.

 

-Junmyeon es un buen hombre y un excelente bombero. Te enseñará lo mejor, no hay duda.- Kyungsoo continuó comiendo, la sopa descendió sin problemas por su garganta.

 

—Los demás también me parecieron buenas personas- dijo. - Todos estaban bien dispuestos a tener un nuevo integrante en el escuadrón.- Jongin aún estaba comiendo y Kyungsoo se descubrió lanzando ojeaditas en su dirección. En un par de ocasiones le había parecido vislumbrar el dibujo de un tatuaje bajo el borde de su camiseta pero no estaba seguro de haber visto bien. El joven tenía un rostro de niño con esos esplendidos ojos marrones y el cabello negro recortado. Era bellísimo y era justo el tipo que gustaba a Kyungsoo, o más bien, lo hubiera sido si lo admitiera, algo que no sucedería. Jongin se volvió a acomodar sobre la silla y el otro hombre comprendió que estaba jugando con él.

 

-Es un equipo muy bueno y puedes estar seguro que te darán todo el apoyo posible —dijo Kyungsoo con total sinceridad. -Muchos de ellos me han salvado en más de una ocasión y lo mismo hice yo por ellos. Ese es nuestro trabajo.- Kyungsoo estaba orgulloso de ser un bombero y orgulloso de su escuadrón, para el eran los mejores en Seoul. -Puedes contar con ellos para cualquier cosa.

 

Jongin lo miró con escepticismo.

-¿Excepto para confesarles que eres gay?- Y allí estaban de nuevo en el punto de partida.

 

-¿Qué pasa, se te rayó el disco?- dijo Kyungsoo irritado. Tragó el último bocado y se levantó lentamente del sofá para llevar los platos sucios a la cocina. Ya había tenido bastante de ese tema y no poseía ninguna intención de hablar sobre su vida privada con alguien que apenas conocía. No era algo que hiciera ni siquiera con aquellos a los que frecuentaba de toda la vida. Después de haber acomodado los platos se dirigió hacia las escaleras y comenzó a ascender lentamente. El chico tenía razón, aquella escalera era el Everest para él. Había conseguido subir la mitad cuando tuvo que agarrarse de la barandilla y comenzó a toser. Oyó ruido de pasos detrás de él y antes de que pudiera darse cuenta de lo que estaba pasando, sintió que lo levantaban del suelo. Kyungsoo no dejó de toser mientras Jongin lo cargaba por las escaleras; se las arreglo para calmarse solo cuando lo bajó con cuidado sobre la cama.

 

-¿Como lograste eso?- preguntó Kyungsoo cuando la tos le dio un momento de tregua. -! ¡Peso setenta kilos!- En ese momento se sentía tan frágil como un gatito.

 

-Por si no te has dado cuenta, soy más grande y musculoso y que tú.

 

Kyungsoo se relajó en la cama y comenzó a concentrarse en su respiración.

 -Lo he notado, pero de todos modos soy bastante pesado.- Kyungsoo le dirigió una mirada inquisitiva. -¿No te meterás esteroides, verdad?

 

Jongin se rió.

 

-No. No necesito de esas cosas. Siempre hice levantamiento de pesas, desde que era un chiquillo y siempre he sido robusto- dijo encogiéndose de hombros. A Kyungsoo le pareció que estaba esperando algo.

 

-¿Qué pasa?

 

-Quítate la ropa y metete en la cama.

 

-No hay necesidad de que me arropes con las mantas- dijo Kyungsoo. -De todos modos, quiero descansar un poco y luego tomar una ducha. Me siento todo mugriento.

 

Jongin se giró y comenzó a alejarse.

 

-Voy a acomodar un poco abajo y luego me voy.- Kyungsoo permaneció observándolo mientras salía de la habitación; sus ojos se posaron automáticamente en sus nalgas y, ¡maldita sea! Jongin decidió voltearse justo en ese momento y lo atrapó. Kyungsoo no dijo nada, se acomodo mejor en la cama y espero hasta escuchar los pasos bajando por las escaleras. Entonces cerró los ojos por un momento y los volvió a abrir de golpe, maldiciéndose en voz baja. Siempre había fantaseado con hombres, pero ahora, cuando cerraba los ojos veía a Jongin... desnudo, o al menos aquello que su cerebro cochino y pervertido le dejaba imaginar como un Jongin desnudo. Por si no fuera suficiente, se había puesto duro solo de pensarlo. No sabía qué hacer, pero sabía que eso tenía que terminar. Kyungsoo odiaba ser así. Desde la adolescencia había querido ser como todos los demás y había rechazado con todas sus fuerzas aquello que le decía la cabeza. Siempre había mantenido esa parte de sí mismo, oculta y bajo control, pero con Jongin sentía que aquel control se le escapaba.

 

Cuando pudo respirar un poco mejor, Kyungsoo se levantó de la cama lentamente y se encaminó al baño, cerró la puerta con llave antes de hacer correr el agua y desvestirse. Se metió en la ducha y dejo que el chorro de agua caliente fluyese sobre él. Todavía tenía que prestar atención al brazo lesionado, pero afortunadamente no se había fracturado y cada día le dolía un poco menos. Era incomodo bañarse con una sola mano pero de alguna manera se las arreglo. El verdadero problema era su pene. Estaba allí, enhiesto y reclamando su atención. Kyungsoo pensó en masturbarse, pero acabaría por fatigarse y tendría que pagar las amargas consecuencias por ello posteriormente; por eso decidió ignorarlo tanto como fuera posible y después de haberse lavado giró el agua hacia el lado frío. Pareció funcionar, al menos por el momento. Kyungsoo cerró el grifo y salió de la ducha para secarse con cuidado. Una vez que terminó se envolvió una toalla en la cintura antes de abrir la puerta y por poco no se choca con Jongin, quien le puso una mano sobre el hombro. El aroma del chico le lleno las fosas nasales con efectos devastadores sobre su erección.

 

-¿Pero qué estás haciendo?- preguntó Kyungsoo molesto y comenzó a toser de nuevo. Por lo menos era una excusa para encubrir el bulto bajo la toalla.

 

-Yo quería asegurarme de que no te habías caído o que no necesitaras ayuda.- Su rostro era tan inocente que Kyungsoo sabía que él no estaba mintiendo.

 

-Estoy bien. Gracias por todo- dijo antes de regresar a su habitación. -Aprecio mucho lo que hiciste.- Y era verdad.

 

-Está bien. Nos vemos entonces.- Kyungsoo sintió el suelo crujir cuando Jongin descendió a la planta inferior; luego la puerta abrirse y cerrarse. Se metió de nuevo en la cama, buscando una posición en la que pudiese respirar con mayor facilidad y se quedó mirando el techo. Estaba muerto de cansancio, pero los pensamientos en su cabeza andaban en mil direcciones distintas, todos centrados en torno a un solo objeto: Jongin. Una parte de él se sentía atraída y excitada ante esos pensamientos, pero otro se preguntaba qué cosa quería realmente Jongin. Porque nadie hace nada por nada.


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