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Only One por Kristy

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Notas del capitulo:

Este capítulo está hecho desde el punto de vista de Jinyoung.  Recordad que, aunque sea un fic, originalmente eran oneshots individuales, de ahí los saltos temporales. Este oneshot (original) lo escribí en base a las famosas fotos y video de Jinyoung y CNU en su viaje por Japón antes de debutar (http://aviateb1a4.net/post/5719386074/pic-predebut-parade-jinyoung-and-shinwoo-in-japan

).  Recuerdo que disfruté un montón escribiendo esto. Se incluye un personaje ficticio, que espero que no os moleste demasiado, pero que en su momento consideré importante para el desarrollo del oneshot y al revisarlo me ha dado pena quitarlo porque le da sentido a lo que transcurre. A ver si este capítulo os convence más. ¡A leer!

Japón… Un universo diferente. Un mundo distinto. Una cultura completamente diferente. Jinyoung estaba disfrutando de su último día de vacaciones y de verano por Japón con Shinwoo.

Los últimos meses habían sido casi un suicido psicológico para él. La compañía había retrasado su debut dos veces ya y al parecer por fin iban a debutar el 23 de abril del año siguiente.  Por lo visto, no les convencía el físico de Sandeul y de Shinwoo y querían “moldearlos un poco” antes de debutar. A Sandeul le iban a mirar la manera de quitarle las gafas, ponerle a dieta estricta y juntarle los dientes. En el caso de Shinwoo, habían decidido que debía dejar de tener el pelo corto y dejárselo largo. Luego tendría que empezar un tratamiento de piel para quitarle todos los granos posibles de la cara. Lo del peso no lo tenían nada claro por su estatura y porque aún estaba creciendo. Por no hablar de que esos meses consideraban que la competencia era demasiado feroz para ellos y que por esas fechas llamarían más la atención.  Sin contar que les marearon durante meses que tenían que cambiarse todos de nombre porque, en el caso de Dongwoo, ya había uno en un grupo llamado Infinite, que acababa de debutar, y no querían confusiones. Les costó bastante encontrar alguno adecuado para Sunwoo, Junghwan y Dongwoo. Luego Chansik dijo que le gustaba la idea y también se había “cambiado de nombre” a Gongchan. Total, que el único que se había quedado sin nombre artístico había sido él. Y luego el nombre del grupo… había sido otro dolor de cabeza. Finalmente, uno de los miembros de la compañía les hizo gracia que sólo hubiera un chico con el tipo sanguíneo B y los demás fueran A y tras hacer unas cuantas combinaciones… et voilá! B1A4 había nacido.

Además, durante todo ese tiempo, Jinyoung había tenido que lidiar con la inseguridad de Chansik (al que sin querer le habían apodado Channie, porque les parecía un cachorrito oliendo todo lo que se le ponía a tiro), con la montaña rusa emocional que era Baro y hacer de intermediario entre él y los otros dos miembros: Sandeul y Shinwoo. Baro no llevaba nada bien que Shinwoo le regañase cuando hacía las cosas mal y atacaba a Sandeul por su físico. Aún seguía sin solucionar los ataques de ira que sufría Baro cuando Shinwoo le regañaba. Se notaba que era el hermano mayor en su casa y no estaba acostumbrado a recibir órdenes. Pero Jinyoung dejaba inconscientemente a Shinwoo que se llevara la mala leche, para descansar él mismo. Era egoísta, pero a su compañero no parecía importarle y sin querer habían entrado en una dinámica de poli bueno y poli malo que, curiosamente, parecía funcionar. Obviamente, Jinyoung era el poli bueno y Shinwoo era Winnie the Pooh, el oso gruñón como le llamaba Baro.

Al final, la única solución fue encerrar a Baro y a Sandeul en la sala de grabación y obligarles a cantar a dúo. Fue una idea un poco rara, cuando se lo sugirió Shinwoo, pero que había dado resultado. Ahora resulta que se habían hecho amiguísimos. ¡Quién les había visto y quién lo hubiera dicho! Pero por fin reinaba la paz en el grupo. Le alegraba haber conseguido solucionar ese conflicto antes de debutar. Debutar… Esa palabra le generaba estrés y un incómodo dolor de estómago cuando pensaba en ello. Tenía miedo. Todas las expectativas recaían en él. Si fracasaban sería su culpa. Si tenían éxito sería considerado casi un dios…

Ahora entendía que el listo había sido Dongwoo. Por lógica debería de haber sido él el líder y había renunciado con una facilidad pasmosa. Ahora era consciente de que, por su personalidad, Shinwoo no hubiera sobrevivido como líder del grupo a estos meses.

Jinyoung observó al más alto del grupo, mientras estaba detenido en un puesto callejero de comida, incapaz de decidirse por uno de los productos que ofrecía este.  Toda su personalidad reflejándose en el sencillo acto de comprar comida. Era una persona tan simple y complicada a la vez.

De todos sus compañeros, el que más frustración y curiosidad le generaba era Dongwoo, que ahora debía llamarle Shinwoo o CNU a todas horas para que se fuera acostumbrando y reaccionase a tiempo cuando tocasen las entrevistas en el momento de debutar. Tenía el pelo muy corto y le quedaba muy bien, oculto tras esa gorra blanca. Era una pena que tuviera que dejárselo largo y quitarse las gafas también. Podía entender la inseguridad de Sandeul respecto a su físico, pero no entendía la de Shinwoo. Podía entender la extrema timidez de Gongchan, pero no lo podía asociar en la mole de persona que era su compañero, en comparación con su propio físico. De acuerdo, Baro, Sandeul y Gongchan eran unos críos. Actuaban como tal y tenían unas personalidades normales para su edad. Se entristecían, se asustaban, se emocionaban…  y confiaban en él. Con Shinwoo nunca sabía qué esperar. A veces tenía un lado tan adulto que asustaba. Una personalidad tan tranquila y sosegada que a veces le ponía de los nervios, porque en una situación de pánico jamás perdía la compostura. Eso añadido a que le costaba leerle las emociones en su rostro. Los otros tres eran como libro abierto, pero su compañero no. Sólo podía fiarse de que lo que decía fuese verdad. No obstante, en ese tiempo, ya había observado su extraña táctica de inmersión en el grupo. Nunca protestaba, todo le parecía bien, siempre estaba vigilando si se encontraban bien o mal y siempre actuaba desde la distancia, intentando ser casi invisible. Bueno, en realidad, solo lo hacía con él, porque estaba encima de los otros tres como si fuese más su padre que otra cosa. Eso le generaba incomodidad a Jinyoung. Por edad, se sentía más cómodo confiando en Shinwoo. Le contaba todo: su desesperación, los problemas con los jefes o con sus compañeros y le pedía consejo. Shinwoo siempre estaba disponible para él. Escuchaba, pensaba, luego daba su opinión, que casi siempre era la correcta, y después desaparecía. A veces, se preguntaba si Shinwoo realmente estaba a en el grupo o era un fantasma que aparecía y desaparecía en función de las necesidades de cada cual. Porque tenía claro que era una persona leal, honesta, encantadora y, sobre todo, muy protectora con todos ellos. Todo lo hacía por el bien de los demás, aunque quedase como el malo de la película.  

Nunca le había pasado algo así. Bueno, mentía, había pasado una vez. Sin embargo, lo consideraba su amigo, su igual. Jinyoung estaba acostumbrado a tener amigos y que estos se sintiesen cómodos con él. Estaba acostumbrado a tener una relación de confianza con una persona y que ésta se comunicase con él. Pero con Shinwoo eso no sucedía. Por eso, y aunque a los demás les pareció una idea muy extraña, incluso para sus padres, las únicas vacaciones que habían tenido antes de debutar las había utilizado para irse a Japón con una persona que respetaba pero que no entendía. Tenía la esperanza de que aquel viaje le ayudase a estrechar lazos de amistad con aquel chico extremadamente tímido y, de paso, entender por qué era así. Porque aunque le contaba las cosas, siempre era todo muy profesional y superficial. Nunca contaba nada sobre sí mismo. Sentía que escondía algo y necesitaba saberlo antes de debutar. Sin embargo, era el último día de aquel entretenido viaje y… seguía igual.

Shinwoo escogió algo por fin y se acercó a Jinyoung. El cielo estaba azul, hacía calor y estaban dando la última vuelta al barrio antes de salir al aeropuerto de vuelta a casa. En silencio le alcanzó la comida y empezó a andar. Con él las cosas eran así, como si fuese la energía zen en persona.

Jinyoung, durante su etapa como delegado de clase, había tenido que lidiar con toda clase de problemas y de gente. Había sido respetado y ¿por qué no? Idolatrado tanto por los chicos como por las chicas. Sinceramente, había sido una etapa encantadora donde había podido salir con un montón de chavalas, pero estas sólo quería salir con “el chico popular del insti”. Pronto se dio cuenta que no se enamoraban de él sino de su “estela popular”. Le habían utilizado muchas veces, ya fuese por amor o por amistad, tanto ellos como ellas. Pero, aunque en un caso normal, debería haberle afectado, la verdad es que le daba igual.

Sin embargo,  Jinyoung tenía dos sombras en su pasado que le atormentaban a veces. Una era su primer amor, cuya traición aún dolía, y la del que había sido su mejor amigo. Ambas eran historias tristes y que le habían marcado, pese a su juventud. De su primera novia había estado enamorado “hasta las trancas” y, pese a ser un crío, ya se había visto casado y con hijos. Pero ella siempre se reía de sus sueños “Nunca serás actor, oppa. Eres pésimo”, era una de sus perlas.  Pero la amaba y pensaba que lo decía porque así era su personalidad. Pero más dolió que le dejase plantado el día de su aniversario y que cuando fue a buscarla le pillase dándose el lote con el delegado de último año. Bueno, exactamente darse el lote no era la palabra correcta. Los pilló en plena acción con ese pedazo de cabrón que había sido amigo suyo. Desde entonces se prometió así mismo que jamás volvería a humillarse por una mujer.

- ¿Estás bien? –La voz preocupada de Shinwoo le sacó de su ensoñación. -¿Estás llorando?

- Tranquilo, sólo es que ha venido polvo con esta ráfaga y…

Jinyoung se frotó los ojos, intentando quitarse esas lágrimas inconscientes que habían pugnado por salir. Le sonrió para transmitirle tranquilidad, pero su compañero le observó de reojo y miró al frente con la misma cara que le había preguntado si estaba bien. Una cara neutra que no sabía si estaba si no estaba conforme o si le había creído.

- ¿Qué te parece si vamos a esa cafetería de ahí? Parece que tienen tés.

Shinwoo asintió, mientras masticaba las últimas migajas del Daifuku del puesto, sin responderle.

Jinyoung metió las manos, intranquilo. El viaje había estado bien y había sido muy relajante. Habían visitado la ciudad, como unos auténticos turistas interesados, habían ido a comer todo el dulce y comidas japonesas que habían podido, habían trasnochado y habían disfrutado. Además, como el cumpleaños de CNU había caído durante las fechas del viaje, hasta le había comprado unos pantalones de regalo y se habían metido en un karaoke, mezclados con otros estudiantes que no sabían quiénes eran y con quienes no se entendían por la diferencia lingüística, muy simpáticos, y habían montado una fiesta de cumpleaños improvisada.

Lanzó un largo suspiro. El té negro había sido la bebida favorito de Taro, el que había sido su mejor amigo, su otra espina clavada. Había sido un alumno extranjero que habían tenido en el instituto durante dos años, por motivos laborales de sus padres. Que qué hacía un japonés en aquel pueblucho suyo, seguía siendo un enigma para él y tampoco fue capaz de saberlo. Cuando llegó Yuutaro, él ya había empezado a “gestar su plan de venganza” contra su novia. Lo acogió en su grupo, a pesar de que no podían comunicarse con el idioma aún, hablaba fatalmente el coreano, pero se entendían de otra forma más genuina. Aprendió a que no era necesario saber el idioma de la otra persona para forjar una amistad auténtica. Le ayudó a aprender coreano, en sus ratos libres y, cuando terminaban las clases, iban a jugar a los recreativos. Él fue la primera y única persona que disfrutaba con sus “actuaciones”. El primer y único, al margen de su familia, que había creído de verdad que un día podría triunfar en el mundo del entretenimiento. Jinyoung  siempre fue consciente de que Taro no sociabilizaba demasiado por su personalidad tímida y por sus problemas con el idioma y que era totalmente dependiente de él. Sin embargo, sus labores y su responsabilidad como delegado le fue robando tiempo y añadiendo más “amigos” y un día Yuutaro desapareció de su vida. En silencio, como un fantasma. La verdad es que más tarde entendió  que había sido el propio Jinyoung  el que le había echado de su vida, porque no estaba a la altura de sus nuevas y molonas amistades y Taro siempre estaba diciéndole que no tenían buenas intenciones para con él, cosa en la que había tenido totalmente la razón. Así pasó medio año, ciego de su propia estupidez, mientras era manejado por sus nuevos supuestos amigos y estaba demasiado ocupado en ser el tío más guay del instituto, hasta el punto de que le habían puesto el apodo de Golden Retriever.

 Hasta que una mañana de otoño le llegó una carta a su taquilla con una caligrafía perfecta y un coreano perfectamente académico: “Te quiero y pelea por tus sueños. Adiós”. El cómo funcionaba el instinto humano, era un misterio. Aunque la tomó por una cutre carta de declaración de las muchas que recibía anónimamente, algo le dijo que esta no era una carta cualquiera. La guardó. Aquella carta fue un revulsivo aún más grande en su vida que la traición de su primera novia. Ese día se dio cuenta de que Taro ya no estaba en clase, por primera vez en medio año. Dejó de ser su fantasma. Confió en que estaba enfermo y que apareciese por clase, pero no apareció. No volvió a aparecer nunca más. Se esfumó como una voluta de humo y supo que aquella carta con aquellas escuetas palabras era lo único que había quedado de él y de su amistad. Había perdido al único y mejor amigo que había tenido hasta el momento por su propia estupidez y convirtió aquellas palabras en su emblema. Se lanzó a las pruebas de la industria del entretenimiento como actor, hasta que alguien le dijo que mejor probase a ser cantante y de ahí dar el salto. Desde entonces, se juró a sí mismo que nunca se rendiría y mucho menos abandonaría a una persona querida a la soledad, sin motivo alguno.

Y ahí estaba en Japón, tomando un té negro, con una persona demasiada parecida a Taro, esperando a debutar. ¿Le reconocería su amigo, desde donde estuviese, si tenían éxito?

- ¿Seguro que te encuentras bien, Jinyoung?

Alzó sus ojos marrones y enfrentó a la cara mármol, como le llamaba interiormente. Ahí estaba, una pequeña muestra de que realmente tenía expresión. Una miserable ceja alzada, pero algo era algo.

- Me estaba acordando de un viejo amigo. A veces, me recuerdas a él. –Sonrió, mientras dio un sorbo al té.

Hubo una pequeña pausa, en la que Shinwoo decidió poner su atención en el trozo de tarta de chocolate que tenía encima de la mesa, como si fuera la cosa más interesante del mundo.

- Las vacaciones se han hecho cortas, pero me lo he pasado muy bien. Gracias, Jinyoung Hyung.

Ahí estaba, el lado diplomático, el discurso de amabilidad ensayada que salía de aquellos labios. Al menos, ya no lo llamaba Jung Hyung. 

- Llámame Jin. Somos amigos, ¿no?

Vio dudar a Shinwoo. No en su cara, por supuesto, pero en el transcurso de aquel viaje se había dado cuenta que se comunicaba con pequeños detalles. Una ceja un milímetro más alto que la otra, un lado de la cara más estirado que la otra formaba una sonrisa de asentimiento y según el lado, podía ser de disconformidad o disgusto… Pero, eran sus ojos con lo que comunicaba todo. Había tardado casi un año en darse cuenta, pero estaba contento de haberlo descubierto a lo largo de ese viaje. Y había visto alegría, serenidad… pero no le había gustado nada el miedo y vergüenza que veía cuando aquellos ojos se posaban en los suyos. Finalmente, Shinwoo asintió como un perrito obediente y volvió a esquivar la vista.

Jinyoung se sintió vacío. Había algo ahí que le escamaba. Algo que le hacía ponerse alerta.

- El problema, creo yo, Shinwoo, es que no me conformo con que seamos solo colegas.

El mencionado, que en ese momento estaba bebiendo, se atragantó y no pudo evitar sacar parte del líquido hacia afuera, si quería evitar morir ahogado. Tras montar un pequeño revuelo y que la chica del  local viniese a atenderles, limpiar el estropicio y servirle otro vaso, Shinwoo pareció calmarse un poco. Solo un poco. Porque había que ser tonto para no darse cuenta de que estaba temblando. Jinnie quiso añadir algo a lo que ya había dicho, pero no pudo. En realidad, esa su verdad. No se conformaba con ser solo su amigo. Quería que fuese su mejor amigo, su aliado en esta aventura. Alguien en quien confiar a muerte cuando las cosas se pusieran feas, alguien con la sabiduría para detenerle cuando fuese a cometer alguna estupidez. Quería que estuviese a su lado cuando necesitase tranquilidad, porque, la verdad sea dicha, sólo se quedaba tranquilo cuando estaba a su lado, aún en silencio absoluto porque sabía que estaría ahí para animarle y escucharle. Y quería devolverle todo eso a cambio.

Contempló cómo la cara de Shinwoo pasó de la palidez extrema a un rubor tremendo, casi adorable. Por primera vez, desde el instante en que le conoció, aquel rostro estaba mostrando emociones y a Jinyoung le estaba gustando.

-  Es… Es-estás… -Carraspeó inseguro, poniéndose aún más rojo y con las manos agarrando el vaso como si fuese su salvavidas.-  Jinyoung… Yo… ah…

Shinwoo detuvo aquella tartamudez, para coger aire y colocó su mano sobre su corazón, como si le doliese o fuese salir desbocado.

- Quiero que seas mi mejor amigo.

Ya está, lo había soltado. Pero, por alguna razón, sentía que había cometido un error garrafal al soltar aquella frase. Aquel inesperado libro abierto había escrito la palabra sorpresa, decepción y resignación, por este orden, en su rostro y esbozó aquella sonrisa que, por primera vez (de las muchas primeras veces a las que estaba asistiendo Jinyoung en aquella mañana de verano) fue espantosamente falsa. Y la sombra del dolor se asentó en el corazón del líder de B1A4 como la tercera puñalada sangrienta que recibía en su escasa existencia.

- ¿No quieres ser mi amigo? ¿Tan malo soy?

Se maldijo internamente. Aquella voz normalmente segura, había sonado casi lastimera y totalmente herida. ¿Por qué no quería ser su amigo? Tenía a tres enanos a su cargo que matarían por estar en esa mesa y en aquel país con él en ese momento, en conseguir ese trozo de confianza absoluta que Jinyoung estaba dispuesto a abrir a Shinwoo. ¿En qué fallaba?

Le vio negar con la cabeza, con esa sonrisa de lado que ya había traducido como tristeza. Por un instante, puso su mano derecha sobre sus ojos y frente, tapándolos, como si estuviera lidiando con una fuerza sobrenatural contra sí mismo.

- ¡Porque yo te considero mi mejor amigo! –Masculló en un arranque de furia consigo mismo.

Por fin aquella mano estúpida se apartó y aquellos ojos expresivos, con una pena extrema reflejados ellos, se posaron en los de Jinyoung.

- Siento haber sido tan estúpido, Jin. Tan estúpido pensando que esto podría manejarlo… Pero…

Otra pausa. El líder esperó con paciencia a que su compañero continuase, mientras negaba con la cabeza.

- Supongo que será mejor que te diga la verdad. –Prácticamente lo susurró, pero Jinyoung lo escuchó.

- Quiero que la persona que considero mi mejor amigo, me diga la verdad. ¡¿Por qué no quieres ser mi amigo?! –Sin querer dio un pequeño puñetazo sobre la mesa, haciendo rebotar los platillos en los que estaban las tazas de té.

Shinwoo podría haber esquivado la cuestión con las tácticas que Jinyoung conocía como: huir sin decir nada, o buscarse una disculpa inverosímil o salirse por la tangente como habitualmente hacía cuando se trataba de él, pero, para su sorpresa, en aquella mañana y en aquel país ajeno a ellos, no lo hizo. Logró decir aquellas palabras que apenas podía controlar mirándole al frente, con una valentía que le dejó anonadado.

- Porque no quiero que seas mi mejor amigo, ni tampoco mi colega. Creí que podía conformarme con ello, pero después de un año, sé que te necesito, pero de otra forma. Estoy enamorado de ti, Jung Jinyoung.

De todas las explicaciones posibles que había pensado Jinyoung, en ninguna estaba esta opción. No de una persona como Shinwoo. Sin embargo, de repente, todo cobró sentido. Todas sus reacciones, sus actitudes, su cara inexpresiva, sus palabras… era porque no quería ser descubierto. Estaba tan asombrado que no salieron las palabras. El sentimiento de miedo y de incomprensión hizo mella en él. Sabía que tenía que decir algo, algo que no lo destrozara todo, pero se vio incapaz. No quería decir aquellas terroríficas palabras que hace mucho tiempo había escuchado de la persona que amaba porque sabía lo que aniquilaban a una persona que ama. No quería ser él la persona que las dijera.

- Tranquilo, Jinyoung… -Shinwoo, con gran aplomo, sonrió falsamente, y cogió la taza de té repuesta y se la bebió de un trago.- Sé perfectamente que no soy correspondido y ni lo seré. Te agradecería que esto no saliese de aquí y bueno, si te supone un gran conflicto para ti, no tengo inconveniente salirme del grupo. Pensándolo fríamente, podría ser lo mejor para todos.

Aquello obligó a Jinnie a reaccionar. ¿Salirse del grupo? ¿Por qué? ¿Por amar a otra persona? A Jinyoung le habían educado en la manera tradicional. Sin embargo, tal vez influido por su hermana mayor, que era muy liberal en todos los temas, y por su anterior cargo como delegado de clase aceptaba las relaciones entre personas del mismo sexo como algo normal. Que a él le gustasen las mujeres no significaba que tuviese que criminalizar el amor de los demás. Por experiencia propia sabía lo que dolía, así que no era quién para criticar el amor de los demás, fuese del tipo que fuese. Pero de ahí, a salirse del grupo… ¿Cuál era la lógica que tenía Shinwoo?

- Lo siento, Dongwoo. Me has pillado totalmente desprevenido… -Acertó a decir.- Pero no entiendo por qué dices lo de salirte del grupo…

Shinwoo le echó una mirada indescifrable. Jinyoung sintió miedo en ese momento.

- Bueno… -Susurró, como si paladease las palabras.- Normalmente, cuando alguien confiesa que es gay, suele convertirse automáticamente en un proscrito. A fin de cuentas soy un “desviado” y puedo hacer que te sientas muy incómodo con mi presencia a partir de ahora, aunque prometo no molestarte más de lo necesario.

Aquella voz totalmente resignada y convencida solo le trajo desazón. Por alguna razón su mente viajó atrás en el tiempo y recordó aquellas palabras escritas que aún conservaba a buen recaudo en el armario del cuarto de su casa: “Te quiero y pelea por tus sueños. Adiós”.

Jinyoung se levantó y cogió su silla, arrastrándola hasta colocarse a su lado. A continuación, le cogió aquella manaza, totalmente congelada, casi como la de un muerto, pese al calor que hacía, y la encerró entre las suyas. Esperó a que Shinwoo le mirase, pero siguió terco, con la vista fija al punto donde había estado sentado antes. Entonces supo que debía decir lo que tenía que haber dicho antes, pero de otra manera. De la forma en la que pudieran avanzar sin salir excesivamente dañados.

- Lo siento, Shin Dongwoo. No puedo corresponderte. –Hizo una leve pausa y apretó aún más aquella mano heladora entre las suyas.- Pero aún sigo queriendo ser tu amigo y que tú seas mi amigo. Quiero que debutemos juntos y cumplamos nuestros sueños…. Todos juntos. –Remarcó la palabra juntos.

Algunos comensales empezaron a mirarles raro, pero Jinyoung les ignoró por completo. Solo quería que aquel grandullón, a veces gruñón, le mirase y le dijese que sí.

Escucho una fuerte inspiración y otra aspiración. El rostro que se volvió a él fue una máscara de las muchas que tenía aquel chico y su sonrisa ensayada.

-  Lo haré con una sola condición…

-  Tú dirás…

- Los demás nunca sabrán de esta conversación. De hecho, nunca la hemos tenido.

Jinyoung asintió en silencio, en muda aceptación. Una parte de él sabía que estaba siendo totalmente cobarde aceptando esta condición.  Cobarde en el sentido que estaba condenando a Shinwoo a convivir con él, aun no siendo correspondido, solo porque sabía que si le dejaba marchar ahora mismo no podrían debutar a tiempo para la fecha fijada y quién se incorporarse no podría ayudarle a manejar a los tres adolescentes que tenían a su cargo de la manera que lo hacía él.

Pero aceptó sin pensar, confiando en el que el tiempo era sabio y la sabiduría que le había dado su experiencia anterior le ayudaría a solventar este bache.

Lo que no sabía Jinyoung es que la condición que acababa de aceptar iba a ser su siguiente sombra existencial de la que se arrepentiría tiempo después.

Notas finales:

¡Tachán! ¿A que no os lo esperabais? Más adelante se verá cómo va evolucionando la relación en base a esta promesa que ha hecho Jinyoung. Me gustó escribirla porque está basada en una experiencia personal (bueno, mía no, más bien de dos amigos) y quería reflejar el sentimiento ya no de la persona que es rechazada, sino de la que le toca rechazar (que es un papelón, aunque no os lo creáis) cuando este tipo de declaraciones se da entre dos personas.

Espero que sigáis la historia, aunque no tenga muchos reviews voy a seguir subiéndola, que ahora le toca a Sandeul contarnos su historia en el tercer capítulo titulado “My Beautiful Target”. ¡Nos leemos!


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