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Compartamos un beso por Aomame

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Compartamos un beso

"Miles de kilómetros"

Ha pasado una semana desde que Kuran Kaname vio a Kiryuu Zero. Hace siete días, después de su encuentro con el peliplateado, decidió regresar a casa de sus padres. Y es ahí donde ha vivido por una semana.

¿Por qué lo hizo? Bueno, lo hizo por una simple y sencilla razón. Si se iba a casa de sus padres, cambiaría de barrio, las probabilidades de encontrárselo por casualidad se reducían al mínimo. Y también, lograría calmar sus deseos de salir a buscarlo o tal vez, de tan sólo espiarlo, porque  aunque él tan sólo quisiera verlo, cabría la posibilidad de que Kiryuu Zero lo viera también, y eso era justo lo que éste le había pedido que no pasara.

En su casa paterna, no tendría necesidad ni de salir a comprar comida, bastaba con que él llamara al servicio para que le llevaran hasta su cuarto todo lo que se le antojara.  Vamos, que ni para ir al baño tenía que salir de su habitación.

Y así, en su prisión particular. Preso por decisión propia, se propuso cumplir con lo que el peliplateado le había pedido. Es decir, tenía la intención única de no fallarle más.

Simple, y sencilla razón ¿no?

Sin embargo, para su madre, que no conoce tal razón, la situación era preocupante. Su hijo permanecía larga horas sentado o acostado en su cama sin hacer nada, realmente nada, era como un bulto y nada más. A veces miraba al techo, otras dormía. Sus únicos movimientos consistían en cambiar de posición y los más atrevidos eran cuando se levantaba al baño.

En cierto momento, la señora Kuran pensó que su hijo se había vuelto un otaku, esos que pasan el día viendo anime, o jugando video juegos, esos cuyas novias son en 2D y que son más voluptuosas que una real en 3D. Tan irreales, como la “relación” que llevaban con el susodicho. Pero, pronto dio cuenta de su error. Kuran Kaname no era un otaku, si bien se la pasaba encerrado, él hacía menos que un otaku.

Aquella tarde de diciembre, a dos semanas de que terminara el semestre en la universidad, Kuran Kaname,  estaba en estado vegetativo de nuevo, cuando llamaron a su puerta. Su madre no espero respuesta, porque sabía que no la tendría, así que  entró apenas tocar.

El muchacho giró sus globos oculares hacia ella pero no hizo ningún ademán más.

-Kaname-lo llamó ella con la dulzura que sólo las madres tienen, esa, que hasta te hace sentir culpable- Es hora de comer.

-Que lo suban-dijo éste sin muchas ganas de abrir la boca.

-No, baja a comer-el tono dulce de su voz perdió un gramo de azúcar- Tu tío regresó de Europa y vamos a comer todos en el jardín.

-pero…

-No hay peros, baja-adiós dulzura.

Kuran Kaname vio como su madre salía y cerraba la puerta. Con un largo suspiro se giró en la cama y permaneció así, inmóvil, por unos segundos antes de incorporarse. No quería salir, no quería ver a su tío y sus maravillosas impresiones del viejo continente. Le valían un sorbete, es más, odiaba con todas sus fuerzas esa parte del mundo. Ese pedazo de tierra que llevaba consigo a la persona más importante para él.

Sí, porque Kiryuu Zero tenía cerca de tres o cuatro días allá. Y aunque Takuma le informó eso, (quién dice tener un informante de primera clase) él aún no se atreve a pisar el piso fuera de su área de seguridad, como si de pronto el resto del Japón fuera superfluo o más bien, terreno pantanoso.

Con gran esfuerzo se levantó y alisó la ropa, y sin preocuparse por el aspecto de su rostro y cabello salió de su habitación rumbo al jardín.

 

El tío Rido, como solía llamarlo, era hermano de su padre. Era un tipo excéntrico según su madre, un caballo sin rienda según su padre y un idiota, según las mujeres con las que había salido. Para Kaname, era simplemente el tío Rido, no tenía otro adjetivo para él,  tenían una buena relación aun cuando se fastidiaban mutuamente.

El tío Rido estaba sentado a un lado de su hermano, casi frente a su cuñada. Tenía una pierna doblada sobre el muslo de la otra y sonreía ladino al tiempo que miraba al cielo azul pálido de invierno.

-Es un milagro que comamos aquí-dijo despreocupado sin apartar la mirada del cielo-¿a qué se debe tal cosa?

-Kaname ha estado encerrado en su habitación muchos días, queremos que le dé algo de Sol y aire-le contestó su hermano.

-¿Kaname?-el  tío Rido bajó su vista y miró  al matrimonio con curiosidad-¿No se había ido a vivir solo?

-Sí, pero hace una semana regresó. Y desde entonces se no ha salido prácticamente para nada de su habitación.

Tío Rido no dijo nada tan sólo frunció el ceño y levantó la vista de nuevo al cielo, se estaba nublando, se preguntó distraídamente si ese año nevaría, probablemente sí.

-Rido-la voz de su hermano lo sacó de sus pensamientos y su vista volvió a enfocarse en sus anfitriones-tú y Kaname se llevan, más que como tío y sobrino, como hermanos, ¿Por qué no hablas con él?

-¿Ah? ¿Estás diciéndome que tengo 15 años?

-Kaname tiene más de 20, Rido-lo corrigió la señora Kuran.

-Es igual, querida cuñada-, dijo mirándola al tiempo que le sonreía- los hombres tenemos 15 años hasta los 50.

-En ese caso puedes hablar con él-replicó ella.

-Ustedes son sus padres ¿por qué  no lo hacen ustedes?

-Porque, Rido, hay cosas que uno no quiere contarle a los padres. Por pena, por miedo, etc…-el señor Kuran tomó una servilleta y la dobló al compas de sus palabras- Aun cuando sabemos que son ellos quienes pueden ayudarnos, callamos. En ese punto, me temo, se encuentra nuestro hijo.

Tío Rido torció la boca y suspiró.

-¡qué difícil es ser padre!-exclamó-Por eso no tengo hijos.

-No los tienes, pero no por esa razón-le espetó su cuñada y él la fulminó con la mirada.

-No quiero hablar de eso-dijo él hundiéndose un tanto en la silla-Sigamos con Kaname. Por lo que entiendo, está en depresión.

-¿Es un diagnostico? –preguntó ella.

-Algo así.

-Por fin veremos al psicólogo en acción-dijo su hermano con cierto deje de burla en sus palabras.

-Querido, no sé, este psicólogo necesita también uno-dijo su cuñada entre risas.

- ¿Psicólogo? Yo diría un psiquíatra.

-¡Ah, déjenme en paz!- replicó él al notar cómo se reían a sus costillas. Era cierto que hace mucho no ejercía su profesión, es más, probablemente nunca lo había hecho, pero no era para tanto- Estoy intentando ponerme serio por una vez en la vida.

-Esté bien, lo siento, hermano. Continua, por favor.

-Bien-se retrepó en la silla y apoyó los antebrazos en la mesa-¿por qué un chico de su edad estaría deprimido? Bueno, puede haber varios factores. Uno, el dinero, la falta de dinero deprime a la gente. Pero en el caso de Kaname eso no sucede, tiene mucho dinero, más del que imagina y todo pasará a sus manos cuando ustedes mueran.

-Que agradables cosas dices-Kuran Juri lo miró de reojo antes de tomar un sorbo de agua.

-Es la verdad, cuñadita. En fin, dos,  la familia. Problemas entre los padres, quizás. Pero ustedes son la pareja más asquerosamente cursi que conozco.

-Eso sí fue lindo-le replicó de nuevo su cuñada.

Tío Rido rodó los ojos.

-Tres, la escuela. Pero ese niño, hijo suyo, es un nerd. Así que no, tampoco es eso. Cuatro, los amigos, pero hasta donde sé él tiene un buen amigo ¿cierto?

-Cierto.

-Entonces nos queda sólo una opción: el amor. Una de dos, o no es correspondido o lo echo a perder. Esas cosas pasan.

-Y tú bien que sabes de eso eh.

-Cuñadita, ¿vas a seguir fastidiándome?

-Sí, hasta que me canse.

-Bueno-Kuran Haruka levantó la mano e hizo paz entre su mujer y su hermano-Suponiendo que es eso, entonces la solución no es tan difícil.

-¿No?-Tío Rido recargó la espalda en su silla-¿Cuándo tu mujer se enoja te es fácil contentarla?

-ammm- Kuran Haruka dudó y su esposa frunció el ceño.

-¡Haruka!

Tío Rido se rió y volvió a inclinarse en la mesa-las mujeres son lo más difícil del mundo. Cuando se enojan no hay más que darles la razón. Perder batallas contra ellas es la forma de ganar.

-¿Y qué se hace cuando no se trata de una mujer?

Kuran Kaname había llegado justo cuando su tío enumeraba las posibles causas de su depresión. Se había quedado a una distancia prudente donde podía  escuchar, y a espaldas de su padre; su madre y tío habrían sido los únicos en verlo pero debido a lo enfrascados que estaba en la plática no habían reparado en él hasta que habló.

-¿qué si no es una mujer?-preguntó tío Rido mirándole confundido.

-Sí, si no es una mujer, ¿cómo me disculpo?

-Espera-Kuran Haruka torció el torso para poder verlo-¿A qué te refieres con que “si no es una mujer”?

-Pues…  a eso-dijo vacilante.

-¿Entonces qué? ¿Travestí?-dijo tío Rido-¿Transexual? ¿Quimera?

-Hombre-

Un pequeño e incomodo silencio se hizo en la mesa. Los tres adultos, hasta donde sabían, Kuran Kaname era heterosexual ¿o no? Siempre había tenido novias ¿o no?

-¿Un hombre?-preguntaron en coro los tres.

Kuran Kaname asintió. Luego con cierta timidez levantó la vista hacia sus padres y se mordió el labio inferior.

-¿Están decepcionados de mi? ¿Molestos? Pueden desheredarme si quieren. Pero  la verdad es que me gusta un hombre, más que eso…quizás-añadió esa palabra de duda en un intento vano de minimizar incluso sus propios sentimientos.

-Cierto, me faltó el problema de identidad sexual-dijo su tío chasqueando los dedos.

-No es el momento, Rido-dijo la señora Kuran mandándole una mirada severa.

-Kaname-el señor Kuran le indicó que se sentara-¿Estás confundido sobre tus preferencias sexuales?

-No, papá-negó él una vez que se había sentado al lado de su tío-Me gustan las chicas, pero él… él es otra cosa, ¿no puedo enamorarme de un hombre y sólo de uno, sin que me gusten los demás? Porque no me gustan los demás.

-Claro que puedes-tío Rido apoyó el codo en la mesa y la mejilla en la palma de su mano- es raro pero suele pasar.

-¿lo quieres mucho?-preguntó, de nuevo dulcemente, la señora Kuran.

-Sí-dijo y afirmó sus palabras con una tímida sonrisa.

-Bueno, pues ni modo-suspiró el señor Kuran y se encogió de hombros, después se giró hacia su esposa-No tendremos nietos, a menos que adopte.

-Eso es lo de menos, cariño-dijo ella sonriendo-lo importante es que nuestro hijo está enamorado.

-Así parece.

Ambos padres rieron ante las caras de confusión de los otros dos Kuran.

-¿pero qué demonios les pasa?-preguntó el mayor de estos.

-¿no están molestos?-preguntó el menor.

Ambos padres negaron con la cabeza.

-Kaname, a nosotros sólo nos importa que seas feliz-le dijo su padre-lo demás no es tan importante.

-Pero…

-¿Y cuando lo conoceremos?-su madre lo miró con la cara de ilusión que una mujer que ve próxima la boda de una hija.

-ammm- Kuran Kaname, bajó la vista-ese es el problema. Él no quiere verme.

-Lo echaste a perder-afirmó su tío-no cabe duda que somos familia, tenemos el gen de la autodestrucción.

-Rido-de nuevo la mirada severa de la señora Kuran lo calló momentáneamente-¿él no siente  lo mismo que tú?-dijo al tiempo que cambiaba su semblante para con su hijo.

-No es eso…-Kuran Kaname no podía creer que estuviera manteniendo esa conversación con sus padres, era inaudito-Yo…cometí un error.

-Discúlpate-dijo su tío.

-Pero ¿cómo? Además, ni siquiera quiere escucharme.

-Oblígalo a escucharte-de nuevo tío Rido.

-No puedo

-¿Por qué no? Basta que lo amarres a una silla y le pongas una mordaza para que no hable.

-No, tío, no puedo porqué él se fue a Europa, y no tengo idea siquiera de si volverá.

Tío Rido suspiró y le palmeó la espalda-En verdad, se nota que somos parientes.

-Hey Rido, dile lo que debe hacer-la señora Kuran lo miró con una ceja enarcada- Tú pasaste por algo así ¿no?

-¿te estás burlando?

-Claro, pero usa tú experiencia, mujeriego.

-Ay cuñadita, como te quiero- le dijo con total sarcasmo, sarcasmo al que ella respondió con una risita-Pero es cierto-suspiró-ve a buscarlo, no dejes que pase demasiado tiempo. Si tardas, él no querrá verte nunca, nunca. Aunque, claro, a mi me pasó   algo así, pero con una chica-puntualizó por si las dudas.

-Pero, no sé donde está.

-Averígualo, y cuando lo hagas, ven aquí y tú madre y yo te pagaremos el boleto de avión-. Dijo Kuran Haruka- sólo una condición.

-¿Cuál?

-Que regreses a tiempo para terminar el semestre.

+++

-welcome, my bro-Takuma abrió la puerta de su departamento, iba en bata y seguramente debajo no llevaba nada. Que asqueroso paisaje debía ser eso.

-¿Qué demonios haces?-

-Aun nada-le dijo éste con  una media sonrisa en la cara.

-Me das miedo.

-Ya lo sé.

Takuma quitó los papeles que había sobre su sillón y los aventó (literal) a la mesa de centro que  ya de por sí, vomitaba hojas. Se sentó y palmeó el espacio a su lado.

-¿Y dime, en que puedo ayudarte?

-¿no vas a vestirte?-le dijo con un gesto de profundo asco.

-A eso iba cuando me interrumpiste, pero ¿qué importa? Anda dime lo que te trae por aquí. No sueles venir a estas horas de la noche.

Kuran Kaname tomo aire-le dije a mis padres que me gustaba Zero, pero en  lugar de enojarse me dijeron que lo buscara y arreglara las cosas con él. Pero no tengo idea de donde está, le llame a Shizuka san pero no me contesta, y entonces sólo  me quedas tú y tu disque informante de primera clase. Necesito que me averigües donde está Zero-dijo de corrido y sin respirar, cuando terminó soltó el aire

-Vaya-exclamó su amigo-tus padres sí que son geniales. Y tu mami es tan guapa, en especial con ese vestido azul que…

-Concéntrate ¿quieres?

-ah sí, bueno, lo intentaré. Ahora, ¿por qué no  te vas a casa? Tengo una ammm….estoy esperando a alguien.

-¿y vas a vestirte?

-ah claro, después dé.

-¿de qué?

-shhh, los niños no deben enterarse de esto.

-Idiota.

+++

+++++

La siguiente escena es muy sencilla: tenemos un lindo atardecer germano en el cielo. Un Sol perezoso que con bostezos dorados  pinta las nubes. Debajo de este cielo tenemos un conjunto de edificios color gris, entre los cuales se vislumbran los jardines de arboles sin hojas. En una esquina al frente de tal conjunto de edificios (que no es más que la universidad a la que Kiryuu Zero asiste) se encontraba, Kuran Kaname. Miraba de lejos la entrada a la Universidad, y llevaba ahí más o menos dos horas.

Takuma lo llamó esa noche mis que él le pidió el favor de averiguar en donde estaba estudiando Kiryuu Zero. El país era Alemania y la universidad, la de Düsseldorf. Al día siguiente, sus padres le dieron un par de boletos de avión. El de regreso tenía fecha para tres días después, es decir, tenía tres días de venia para ir, encontrar, pedir disculpas y regresar. Tres días, no da tiempo para turistear, ni para holgazanear, tres días para rogar (de alguna manera se veía a sí mismo persiguiendo de rodillas al peliplata) y conseguir, al menos, al menos, una mirada.

Así que ahí estaba, cual vil acosador, apostado en una esquina con medio cuerpo oculto. Varios estudiantes lo habían visto y afortunadamente nadie lo había reportado, que si no la policía ya se lo habría llevado por conducta sospechosa. Kuran Kaname no estaba seguro de que Kiryuu Zero estuviera  tomando clases en ese momento, es más no sabía si asistió ese día. Nada. Pero llevaba dos horas ahí pensando muy sesudamente si entrar y preguntar o mejor regresarse a Japón con las manos vacías… pero entonces su madre le daría un coscorrón por hacerlos gastar a lo tonto. Se rascó la cabeza por enésima vez y dio un paso al frente al tiempo en la que un grupo de estudiantes salía de la universidad hablando y riendo. Kuran Kaname reculó al ver que entre los integrantes estaba ni más ni menos que Takamiya Kaito.

¿Qué hacia ese ahí? La respuesta le golpeó fuertemente en el estomago, seguramente ambos (Takamiya y Kiryuu) estaban en el  mismo curso, pero ¿quién había ido con quién? ¿Takamiya siguiendo a Zero, o Zero  buscándole a él? Kuran Kaname se dio cuenta que estaba comiéndose el cerebro de nuevo, respiró hondo y volvió a dar el paso que había retrocedido. Le preguntaría a ese tipo, que no había visto en mucho tiempo, dónde estaba Kiryuu Zero. Así se lo diría: “¿Dónde está Zero, vengo por él?” Así como todo un macho. Bueno, algo parecido. Porque lo conocemos, y sabemos que esas cosas no se le dan. Pero estaba seguro de que Takamiya tenía más que idea de dónde podía encontrar al peliplata. Era una lógica sencilla que hasta Takuma le envidiaría. Y eso de que “venía por él” tenía un significado diferente,  no era un “vengo” de “me lo voy a llevar” era un “vengo” a causa de él. En cualquier caso serviría para hacer presencia, para darle a entender ese EX (con mayúsculas para no olvidarlo) novio de Zero que Kuran Kaname aún estaba dando pelea, o un intento de ésta.

Resuelto, con un valor nuevo, cruzó la acera y caminó hacia el grupo de estudiantes casi pegado a la barda de la universidad. Takamiya hablaba alegre, y ni siquiera lo había notado. Estaba a punto de alcanzar a ese maldito cuando chocó contra algo, algo que le salió al paso y lo hizo caer de nalgas sobre el pavimento. Por un momento pensó que había sido un poste, un poste que no había visto por torpe, por estar viendo al EX novio antipático. Levantó la vista y miró furioso al dichoso poste, un poste alto y delgado, de cabello plateado y ojos violeta que lo miró desde arriba con incredulidad.

Kiryuu Zero iba saliendo de la universidad, Takamiya y otros compañeros lo esperaban para ir a beber a un bar cercano, cuando de pronto ¡zas! algo tropezó con él, un algo de cabello castaño que desde el piso le devolvió la mirada. Lo reconoció de inmediato, pero su cerebro no pudo precisar adecuadamente el motivo de su presencia ahí. Es más, parpadeó un par de veces pensando que se trataba de una cuestión de enfoque.

-Zero-la voz de Takamiya sacó a ambos de su ensimismamiento, Kuran Kaname lo miró (sin levantarse aún del piso)-Vámonos-su voz se había vuelto extraña y miraba al castaño como si fuera un mosquito revoloteando, o más bien, lo que era exactamente, una amenaza. Y por primera vez Kuran Kaname quiso reír con suficiencia.

Kiryuu Zero volteó a ver a su amigo lentamente, abrió la boca pero no pronunció palabra alguna, no de momento. Su mente estaba trabajando rápidamente y cuando por fin escuchó de sí mismo el pensamiento que buscaba, le sonrió a su amigo.

-Kaito, adelántense, por favor.

-Pero, Zero…

-Por favor-repitió un poco más alto, luego volteó a ver a Kuran Kaname (aún en el piso)-Tengo algunas cosas que arreglar aquí.

Takamiya Kaito frunció el ceño y bufó algunas palabras ininteligibles antes de dar media vuelta y dirigirse al resto de los chicos, éstos asintieron y se despidieron. Kaito volteó el rostro un par de veces mientras se marchaba.

Kuran Kaname sonrió y en una de esas ocasiones se despidió de él agitando su mano. Feliz de verlo marcharse fue sorprendido cuando una mano se posó frente a sus narices.

-Vamos, arriba- dijo Kiryuu Zero y le tendió la mano para ayudarlo a pararse.

Al tocarlo, Kuran Kaname sintió esas mariposas en el estomago que le revoloteaban hasta la nausea. Y por fin, como si hubieran estado hace siglos separados, por fin, pudo verlo.

Y era… era como si los aires germanos hubieran ejercido sobre él alguna especie de fuerza. Lucía más alto, más fuerte; sus ojos eran más violetas, su cabello más plateado; era más atractivo, más guapo. Brillaba tanto que dolía verlo. Kuran Kaname parpadeó un par de veces, como cuando estás dormido y te prenden la luz de pronto.

-¿Qué haces aquí?-le preguntó el peliplata, pero el castaño estaba siguiendo el margen del iris de su pupila derecha, como fascinado, como hipnotizado-Kuran…

-ahh-alcanzó a decir, pero lo cierto era que las palabras se le estaban atorando en la garganta, queriendo salir todas a tropel pero ninguna lograba articularse.

-Kuran… Hey…-Kiryuu Zero  tronó sus dedos enfrente a él-¿qué haces aquí?

-Aah ¿aquí?-balbuceó y vio como su interlocutor asentía con la cabeza- ah yo, vine de vacaciones, y ya me voy…

Al decir eso dio media vuelta, pero se vio impedido por la mano del peliplata que lo tomó del cuello de la chaqueta.

-No es verdad-dijo éste muy seguro-aún hay clases en Japón, y ¿quién viene de vacaciones a una Universidad?

Nuestro protagonista  tragó saliva y se giró de nuevo. Kiryuu Zero cruzó los brazos sobre su pecho, ladeó el rostro y le miró con el ceño ligeramente fruncido.

-Por última vez, ¿qué haces aquí?

¿Ultima vez?, se preguntó el castaño, ¿a qué se refería con última vez? ¿Simplemente no le preguntaría más? ¿O también daría media vuelta y lo dejaría plantado en la acera, solo?

-Kuran-lo apremió. Y éste levantó el rostro, tomó aire. ¿Qué hacía ahí? Honestamente no estaba muy seguro  ¿Qué era? ¿Sólo hablar con él y decirle que lo que pasó en su departamento fue un malentendido? ¿O quería disculparse con él? ¿O mejor aún, decirle que lo amaba? En realidad, se dijo, eran todas esas cosas juntas, el problema era, con cual empezar.

-Verte-dijo bajito

-¿Qué?

-¡Verte!-le dijo y levantó la voz casi en un grito. Kiryuu Zero abrió los ojos en algo que Kuran Kaname quiso interpretar como sorpresa.

-¿Verme? ¿Y por eso viniste?

-Sí, yo…quería verte-desvió la vista hacía uno de los arboles que sobresalían de la barda contigua-Aun si tú no querías verme yo…

Sus palabras se vieron interrumpidas, su rostro tomado por dos manos y girado con cierta violencia. Lo siguiente que sintió fue el roce suave de unos labios helados (recordemos que es invierno) sobre los suyos. Un toque húmedo, que calentó su cuerpo hasta la punta de los dedos de los pies. Kiryuu Zero lo besaba, lo hacía como antes, incluso mejor que antes, porque ese beso estaba aderezado con  añoranza.

Cuando se separaron, el peliplata le sonrió y sin decirle nada en absoluto, tiró de su muñeca arrastrando a su anonado yo calle arriba.

+++

Confundido como un perrito perdido, de pronto se vio en un lugar nuevo, subiendo unas escaleras de madera que crujían cuando posaba un pie en ellas. No se enteró cuantos pisos subió, ya que sólo puso atención a  la mano que sujetaba su muñeca y lo conducía por ellas, a veces, sólo a veces, su vista llegó a viajar hasta la espalda del dueño de esa mano.

Kiryuu Zero se detuvo en el piso siete del edificio y caminó por un pasillo hasta detenerse frente a una puerta con el número  pintado con dorado. Fue entonces cuando soltó al chico que lo acompañaba, rebuscó en el bolsillo de su abrigo la llave,  y abrió la puerta.

-Pasa-le dijo y Kuran Kaname obedeció. Como un perrito asustado miró a su alrededor. Era un departamento de tamaño aceptable, organizado hasta cierto punto. La sala, comedor  y cocina se encontraban prácticamente en la misma habitación, frente a él había un pasillo corto en cuyo final había una puerta,  y dos puertas más a sus costados.

Miró al peliplata quién se dirigió a la puerta de la derecha y la abrió, con un movimiento de cabeza le indicó que lo siguiera al interior. Y como perrito amaestrado hizo lo que le pedían.  Era una habitación, la habitación que el peliplata debía de estar ocupando en ese momento.  Era pequeña pero igual que el departamento, suficiente. Tenía un librero y un ropero, una ventana que daba al exterior y una cama con edredón azul  encima. Dio un brinquito cuando la puerta se cerró tras de sí, o más bien, cuando Zero la cerró.

Se giró hacia él, el peliplata le sonrió de medio lado y avanzó hacia él. Fue entonces que Kuran Kaname recordó a lo que había venido.

-Ze…Zero-le dijo tragando saliva-yo…quería…

Kiryuu Zero se detuvo frente a él, la distancia entre uno y otro se reducía a la palma de una mano.

-quería…-¿por qué estaba tan cerca?, pensó-…explicarte…lo que…

Calló un momento, Kiryuu Zero ladeó el rostro y sus manos se posaron en las solapas del abrigo del castaño, y antes de que éste pudiera decir “mu”, deslizó la prenda por sus brazos. Y luego fue el turno de la bufanda que se desenrolló de su cuello con extremada rapidez, al menos así lo vio él. Tomó aire y continuó.

-…lo que pasó ese día.

-¿qué día?-dijo el peliplateado, pero ciertamente no parecía estarle poniendo atención. Sus manos habían descendido y aferrándose a los bajos de su suéter y playera terminó por sacárselos juntos por encima de la cabeza.

Una sensación inminente de frío le enchinó la piel  a Kuran Kaname, quién a su vez, no prestaba atención a las acciones del otro. Enfrascado en intentar decirle lo que pasó aquel día, no tenía cabeza para más.

-El beso…-dijo-…el beso que le di a ese… idiota.

-¿Ajá?

¡Qué maravilla! se dijo Kuran Kaname, Zero me está escuchando. Nada tan lejos de la realidad, bueno, no tanto, aquél lo escuchaba pero a lo lejos, como música de fondo.

Entonces fue el peliplateado quien se quitó la bufanda, el abrigo y el suéter, seguido de la playera. Sus manos se deslizaron por la piel del abdomen contrario, sus pupilas violetas se tornaron de un color más oscuro, más profundo, al  ritmo que las yemas de sus dedos bajaban lentas hasta el ombligo, a partir del cual un ligero vello en línea descendente se perdía en el margen de los pantalones.

-No quería besarlo-dijo más animado-… yo  tenía miedo.

Kiryuu Zero frunció el ceño y levantó la vista-¿Miedo?-preguntó y luego empujó al castaño hacia atrás, éste tropezó con el borde de la cama y cayó sobre el edredón azul.

-Es qué… Yuuki  dijo que el bebé podía ser tuyo y entonces…-Kaname levantó la cadera inconscientemente cuando  su compañero tiró de su pantalón- … si te ibas, no me curaría y… -Su pantalón se deslizó fuera de sus piernas cómo agua corriente. Un nuevo aire frío hizo mella en su cuerpo, justo en su entrepierna, sin notarlo, el pantalón se había llevado también la ropa interior.

Kiryuu Zero dejo caer ambas prendas sobre el piso de la habitación, miró al castaño y le sonrió al tiempo que sus manos liberaban de la hebilla su cinturón.

-…y…pensé que si comprobaba que estaba curado…-dijo recostado y lánguido sobre la cama, realmente su mente estaba desconectada casi por completo de lo que le pasaba a su cuerpo-…tal vez, podía, tal vez…olvidarte.

 

Kiryuu Zero terminó por deshacerse de su ropa. Y cuando su acompañante pronunció la última palabra trepó a la cama y por supuesto, sobre el cuerpo tendido en ésta.

-¿Arriba o abajo?-le dijo cuando sus rostros se encontraron uno contra el otro. Kuran Kaname lo miró confundido, y entonces se dio cuenta, su mente dejó de intentar buscar palabras adecuadas y dio paso a todos los mensajes de sus  receptores sensoriales.

Así dio cuenta que el frío que sintió antes se debía a que su ropa había quedado fuera de él; dio cuenta de sí tendido sobre una superficie mullida y de tela suave; dio cuenta del peso del tibio cuerpo sobre él, de esa piel que rozaba la suya, de esa protuberancia que chocaba contra la suya; dio cuenta del rostro del otro tan cercano. ¿En qué maldito momento había pasado? ¿Cuándo había quedado tan vulnerable?

Tragó saliva y lo miró lo más serio que pudo, pero temblando quedito, incapaz de mover un musculo en su defensa ¿En defensa de qué?, llegó a preguntarse vagamente en el fondo de su cerebro.

-¿Pusiste atención a lo que te dije?-le dijo frunciendo el ceño.

Kiryuu Zero esbozó una amplia y hermosa sonrisa, una que nunca antes le  había visto.

-Algo-confesó-¿Pero a quién le importa eso, cuando alguien hace un viaje de miles de kilómetros sólo por querer verte?- se encogió de hombros-Nadie hace eso si no ama, yo mismo estaba a punto de devolverme a Japón.

Sencilla y claramente, así lo dijo, Kiryuu Zero no necesitaba más razones. Así, como si sólo necesitara una mínima señal, así, lo olvido todo. Y el resto quedaba como antes, es más, avanzaba más rápido.

-¿Arriba o abajo?- preguntó de nuevo el peliplata-Nunca me contestaste.

Kuran Kaname lo miró atónito, buscó en la mirada ajena algo que estuviera mal, algo que le indicara burla. Pero no. No había más que la mirada de siempre.

-No tengo idea de que hacer-dijo en voz tan baja que pareció un suspiro- Enséñame.

Kiryuu Zero le sonrió de nuevo y su sonrisa salió del campo de visión de Kuran Kaname cuando se acercó a él, y le besó. Fue un beso diferente. Dentro de la clasificación de besos de Kuran Kaname estaba el beso de padres, de hermandad, de amistad, aquellos que se dan por compromiso, aquellos que se dan con furia (como el primero que le dio el peliplata), los que se dan por burla (como el segundo), por contrato (como muchos después del segundo), el que se da con gusto (como esos después de ir a la playa), el beso que se da por error (como el que le dio al ayudante), el beso añorado (como el de su recuentro con Zero),  y el beso que se da por placer, por lujuria. Muchos de los besos anteriores había sido el peliplata quién se los había mostrado, pero era este ultimo el que probablemente nunca había esperado experimentar. Las razones, las sabemos de sobra.

Separó sus labios lo suficiente para que la lengua de Kiryuu Zero se internara entre sus dientes, suave pero voluptuosamente, y su toque contra la propia desató una explosión de placer que le recorrió todo el cuerpo. ¿Qué era aquello? ¿Qué veneno contenía esa lengua tibia que le entumecía los miembros del cuerpo? ¿Qué? Gimió sin darse cuenta, extasiado por ese beso que le devoraba la boca por dentro, que se derretía en su paladar y se acumulaba en su saliva hasta desbordarla por la comisura de su boca. Levantó los brazos, sin saber cómo, y se abrazó a la espalda de quién por ahora podía llamar “su pareja”.  Las puntas de sus dedos tocaron esa  piel envenenada, y presionaron aferrándose, queriendo anclarse para siempre a esa sensación tan abrumadora.

En un último movimiento dancístico de su boca Kiryuu Zero le  arrastró el labio inferior con los dientes, la mordedura resultó un desgarramiento de  piel y en la emanación de unas gotas de sangre que el causante de tal fechoría, no dudo en recoger con su lengua. Un jadeo escapó y flotó entre ellos como una pequeña nube de vapor; cuando se disipó, el cuello del castaño se vio asaltado por otros besos, besos subrogados  por mordidas, mordidas que se volvían besos. Y él lo único que atinaba a hacer era a echar la cabeza hacia atrás y darle acceso, ¿qué más daba si después tendría que usar bufanda todo el tiempo y en todo lugar?

Sus dedos pasaron lentamente de la espalda al cuello, y luego a internarse entre los cabellos plateados, mientras Kiryuu bajaban lentamente por su cuello hasta la clavícula. Ese cabello llegó a hacerle cosquillas en la nariz, y un sutil aroma fresco llegó a sus fosas nasales; era evidente que se había duchado esa mañana y el aroma del shampoo permanecía impregnándolo. Además,  esas hebras eran suaves, lisas y se escurrían entre sus dedos como agua corriente. Nunca había tenido tan presente ese cabello, que desde el principio le había parecido inusual.

Y ahí estaba un nuevo beso, o más bien una zona no besada antes. La boca ahora caliente Zero rodeó una de sus tetillas y la succionó. En tanto la otra fue pellizcada por sus dedos hábiles y experimentados. Era nuevo, siempre lo había hecho él con las chicas con las que estaba, pero ellas nunca lo tocaron así. Sin embargo, se dijo, no era momento para pensar en esas chicas.

La sensación de frío volvió, cuando la saliva en sus pezones comenzó a secarse. Y los besos del peliplata se escabulleron por su abdomen, y su lengua venenosa se introdujo brevemente en su ombligo. Un nuevo hilo húmedo trazó un camino por su vientre. Entonces sintió el toque de unos dedos fríos sobre su piel, dedos que se posaron en su cadera momentáneamente antes de cerrarse enfrente atrapando entre ellos su pene semi-erecto.

Su voz escapó sin que pudiera evitarlo; su cuerpo tembló ligeramente y su espalda se arqueó. Kiryuu Zero levantó la vista, al tiempo que sus dedos viajaban por esa virilidad.

-Hey-lo llamó con una sonrisa maliciosa y cuando Kuran Kaname se incorporó ligeramente para mirarlo, le mostró la lengua. Un hilo de saliva suya  se deslizó por la punta rosada de su lengua, poco a poco esa gota cayó hasta la punta del miembro del castaño. Una imagen maldita, que le atormentaría en sus noches solitarias y de autosatisfacción.

-Ze…-la palabra se quedó en su garganta. Al tiempo que la gota de saliva era esparcida en su glande por el pulgar de otro. Un choque eléctrico subió por su espalda hasta su cerebro, y lo dejó en blanco por unos segundos.

Y luego, vio su pene ser engullido por la boca que lo había besado antes. Esa lengua arrojó su veneno de nuevo, rosando su sensible piel; y sus labios presionaron su diámetro, para después liberarlo y deslizarse de la punta a la base. Una de sus manos acunó sus testículos y los presionó con un masaje que terminó haciéndole gemir y hundirse en el colchón como un condenado sin salida. Y disfrutándolo también, como un condenado. Sin darse cuenta, separó sus piernas en un afán de darle espació para continuar la felación.

Kiryuu Zero levantó el rostro  y dio una última lametada al pene hinchado y completamente erecto. Le miró de nuevo, sus ojos violetas habían perdido la suavidad de su color, eran oscuros como el deseo mismo. Llevó un par de sus dedos a su boca, una boca que, notó Kuran Kaname, lucía más antojable que nunca. Quería besarlo otra vez, pero esta vez ser él quién devorara esos labios, eso pensó mientras su amante se lamía los dedos hasta dejarlos húmedos. Pero la siguiente acción del peliplateado lo dejó tan perplejo que nada pudo hacer.

Sus dedos largos, delgados y humedecidos se internaron entre sus nalgas. Sí, entre las nalgas del castaño. La sorpresa lo dejó en blanco, cerró los ojos fuertemente y sintió como esos dedos se abrían camino y tentaban el borde de su entrada. Inconscientemente, tal vez temeroso ante la sensación tan extraña, cerró el aro de músculos.

Kiryuu Zero lanzó una risita, y se  movió, sin sacar sus dedos, hasta poder alcanzar su rostro.

-Hey, Kaname-lo llamó de nuevo y éste abrió un ojo inseguro-Relájate-le pidió y le besó el parpado que permanecía cerrado.

¿Cómo demonios iba a relajarse? ¡Era su maldita primera vez con un hombre! ¡Diablos! Quería maldecir, ponerse de pie salir y de ahí. Pero al parecer su cuerpo no tenía intención alguna de  obedecer a sus deseos. Por el contrario, inesperadamente se vio a si mismo asentir, relajar todo su cuerpo sobre el colchón y aceptarlo todo.

Todo. Cuando esa palabra rebotó en su cerebro, se dio cuenta que ya no tendría salvación ninguna, que lo aceptaría todo. Era una convicción que eliminaba las disyuntivas y que le aseguraba que lo que hacía en ese momento era más que correcto, era deseado, era casi una necesidad.

Y la intromisión de esos dedos se hizo palpable en el interior de su cuerpo. Los sintió moverse, estirarlo. Era tan raro, tan extraño. Dolía pero al mismo tiempo no dolía. Quería continuar y parar, la contradicción del acto era tal que lo dejaba en el punto medio.

Zero sacó sus dedos y en su lugar, Kuran Kaname, sintió algo bulboso, resbaladizo y mojado, que presionó contra su ano dilatado. Apretó los parpados cerrados,  y las sábanas contra sus manos.

-Cu…cuidado-dijo entre dientes, temía no aguantar, al dolor, a desgarrarse.

Kiryuu Zero asintió, aumentó la presión, y trasgredió poco a poco el aro de músculos. Para él fue como si lo tragará el fuego. Había demasiado deseo acumulado en su sistema. Demasiado amor también. No estaba seguro de cuándo o cómo había pasado, pero había caído en el amor y ahora se ahogaba en él.

Caliente, caliente, Kuran Kaname repetía esa palabra en su mente. La sensación era demasiado real, estaba siendo abierto, por más feo que sonara, tenía una vara ardiendo empalándolo. Waaaa, quería gritar de quién sabe qué, no sabía si de dolor, de placer o de lo inverosímil que le parecía. Pero era su culpa, su maldita culpa. Kiryuu Zero había preguntado “arriba o abajo”, debió tomar él el control. Él debería de estar en el lugar del peliplateado. Pero al mismo tiempo, por alguna razón agradecía la situación. Sus pensamientos se cortaron cuando su amante adelantó la cadera y lo empujó ligeramente hacia arriba en la cama. Estaba adentro por completo.

Zero le tomó de las piernas y las colocó alrededor de su cadera, luego se inclinó y buscó sus labios. Se besaron de nuevo, y Kuran Kaname, rodeó su cuello, se aferró a él ansioso. Y eso lo notó su pareja, en ese momento y en muchos otros, podía leerlo con tal facilidad que a veces le daba miedo.

-Oye, si me abrazas así no podre moverme.

-¿moverte?-Kuran Kaname lo miró, había olvidado que la cosa no terminaba con la penetración-ahhh, claro…-desvió la vista y respiró profundo-Muévete de una vez.

El peliplateado se rió quedamente le acunó el rostro con amabas manos.

-¿entre más rápido termine, mejor?

-No es eso-no era eso, le gustaba estar así con él, pero no sabía cómo manejar tanto. Sentía que terminaría doliéndole el pecho de lo fuerte que le martillaba su corazón. Y que se ahogaba, que lanzaba bocanadas buscando el aire que le faltaba.

Kiryuu Zero le sonrió de nuevo. Sus manos se deslizaron de su cuello a su cadera deslizándose por su abdomen lascivamente. Y comenzó a moverse lentamente.

La sensación resbaladiza y de golpeteó contra su trasero definitivamente era algo más que nuevo, y curiosamente no era desagradable, ni eso ni el sonido del chapoteó que hacían sus cuerpos al encontrarse. El vaivén estableció cierto ritmo hasta que una de las embestidas trajo una punzada que le hizo gemir fuertemente, arqueó la espalda  y echó la cabeza hacia atrás.

-¿Qué…?-“fue eso”  quiso preguntar pera la voz se le extinguió en un nuevo gemido.

-Te a va gustar-le dijo el peliplata con una sonrisa de conocimiento en el rostro.

-¿Cómo que me va…? ¡Waaa! ¡Para!-le gritó, aunque en realidad no quería que lo hiciera.

Algo estaba golpeando en su interior que literalmente lo hacía ver estrellas, pequeños destellos frente a sus ojos distorsionaban la imagen  del chico sobre él. Sus dedos apretaron con fuerza la colcha bajo sus manos, hasta que los nudillos se le pusieron blancos.

-¡Para, Zero! ¡Para, idiota!-repitió varias veces hasta que su voz se extinguió.

Esa tortura tan dulce culminó con su cuerpo contraído,  un largo gemido que lo dejó jadeando después, y también una profusa eyaculación que le manchó el vientre. Kiryuu Zero terminó poco después también, sonriendo como el hombre satisfecho que era, se retiró de su cuerpo y se recostó a su lado.

 

Kuran Kaname recuperó poco a poco la consciencia de donde estaba; giró su rostro a su lado.

-Zero-lo llamó-hey-lo sacudió por el hombro y el peliplateado pronunció un gruñido-¿qué diablos hiciste?

El chico rotó, se acomodó de costado, y le sonrió-Se-cre-to, tendrás que descubrirlo por ti mismo.

-¡ah!-Kuran Kaname, también sonrió- Eso significa que me dejaras descubrirlo eh.

Zero levantó las cejas pícaramente, le sonrió de nuevo, pero no le contestó. Kuran Kaname le sonrió también, y se dijo que “el que calla, otorga”.

++++

-¡¿Con Takamiya?!

-ajá

Kuran Kaname estaba tendido en la cama, adolorido, le dolía caminar, cambiar de posición, y lo peor de todos los casos, cuando iba al baño, eso sí que era tortura china. Y sin embargo, si hubiera oportunidad de repetir, no diría que no. Kiryuu Zero estaba sentado a su lado, pelaba una manzana con un pequeño cuchillo y a diferencia de su pareja, estaba vestido. Le acababa de decir al castaño que compartía departamento con Kaito.

-¿pero, por qué con él?

-Ah, pues él me dijo que podía venir aquí. Yo quería despejarme, así que acepte.

-Pero…él y tú…

-Somos amigos-Se encogió de hombros y luego continuó pelando la fruta-él duerme en la habitación de enfrente, fuimos novios pero eso terminó hace mucho.

-No para él-refunfuñó el castaño en voz baja, Zero no contestó a aquello, probablemente no lo había escuchado.

-Pero más importante-le dijo y terminó de pelar la manzana, le dio una mordida y luego se la pasó al bulto en su cama- ¿Cuánto tiempo vas a quedarte aquí?

Kuran Kaname se incorporó un poco y mordió la fruta-tengo un vuelo que tomar mañana.

-¿mañana?

-Le prometí a mis padres regresar para terminar el semestre-dijo mecánicamente al tiempo que masticaba-¿tú cuanto tiempo te vas a quedar?

-Regresaré antes de navidad.

-¿vacaciones?

-No, sólo estaba tomando un curso aquí, terminará pronto así que volveré…

Kuran Kaname lo miró, cuando volviera entonces, entonces…

-¿podremos hacerlo oficial?-pensó en voz alta.

-Ya es oficial-le dijo otro con su tranquilidad habitual-Vas a esperarme ¿verdad?

-No lo sé, ¿quién me asegura que no te irás con el Takamiya ese, o detrás de un gigante alemán?-dijo serio y jugó la manzana entre sus dedos-tendrás que darme algo más que sexo para que te espere.

Kiryuu Zero se puso de pie, se acercó al armario y rebuscó en ella hasta encontrar un estuche de madera. Lo puso en la mesa de noche, lo abrió y sacó de ella un arma. Era una pistola plateada y brillante.

-¿qué…?

-Esta es una reliquia de mi familia-dijo- se llama Bloody rose, ha estado con nosotros por muchas generaciones. No te lo he contado antes, pero aparte del basquetbol, práctico tiro con mi padre- le quitó la cadena al arma y se la tendió-llévatela, te daré el permiso especial que me dieron para portarla. La traje aquí para afinarla, ya que aquí vive la familia que la fabricó.

-¿por qué me la das?

-Quieres algo más que sólo sexo ¿no? Te doy esa arma que es más una joya familiar y que es muy importante para mí. Cuando nos encontremos, me la regresas.

-¿Es como un seguro?

-Es lo que me pedías-dijo tranquilo-aunque el preocupado debería ser yo, te dejo cinco minutos solo y ya te estás besando con otros tipos.

-¡Ya te explique porque lo hice!

-Sí, bueno, eso es lo que tú dices.

-¡Zero!-Se estiró y lo jaló de la playera-Es cierto.

Kiryuu Zero le sonrió-Ya lo sé-dijo y se rió.

-Eres un idiota.

-Sí-se encogió de hombros y adelantó el rostro para besarle suavemente en los labios-Pero todos los enamorados lo somos.

Notas finales:

Wola!! Cómo están? Listo todo para Navidad? No creo que pueda actualizar para esa fecha, así que, de una vez.

Espero que les haya gustado.

¿le intrigó tantito el nuevo personaje incluido? A mi me encanta, aunque sea un tanto maldito jaja

Nos vemos pronto!!

                                                 Continuará...

Nota curiosa (y para benéplacito mío): Hasta el capitulo anterior llevabamos 100 reviews!! (hice fiesta en chiquito: yo y mi alma) ¿creen que pueda tener otros 100? Ojala, claro que, depende de mí. En fin, estoy contenta! (no olviden su review XD) Ciao!! 


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