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Compartamos un beso por Aomame

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 Compartamos un beso


"El perro"

 Dicen que por amor uno es capaz de todo.  Kuran Kaname torció la boca y miró ceñudo la bola de pelos sobre SU sillón favorito. Sí, él estaba de acuerdo con la bendita frase, pero a él ni siquiera le gustaba Kiryuu Zero ni eran amigos ni mucho menos había amor entre ellos. Así que lo viera por donde lo viera no había justificación posible para tal abyecta situación.

Y sin embargo tenía que ceder, se dijo, tenía que o perdería a su maravilloso maestro de besos. Aunque aun no recibía la primera lección… y eso lo enojaba más. Era como tener un maestro particular que cobra por adelantado y que luego se escabulle para no cumplir con sus deberes.

-Maldito, Kiryuu Zero

Y es lo único que ha murmurado desde hace un par de semanas.

Se incorporó  y se acercó a SU sillón favorito, estiró la mano hasta tocar la bola de pelos.

-Hey, arriba-ordenó.

La bola de pelos levantó la cabeza, lo miró y le gruño como siempre que se le cercaba

-¡Es mi sillón! ¡Quítate!

Y la bola de pelos, que supongo ya has adivinado, es un perro, después de gruñirle regresó a su posición original en el sillón.

-¡Maldito! ¡Eres igual que tu apestoso dueño!

Como habrás supuesto y correctamente, el dueño es Kiryuu Zero. Y como el dueño el perro tenía un pelaje plateado grisaseo muy bonito, sedoso y brillante. Pero, era un odioso, odioso, tanto o más que el mismo dueño (eso pensaba Kuran Kaname, yo no, que quede claro).

Murmurando groserías, Kuran Kaname se fue a la  cocina. Se prepararía algo de comer y se olvidaría de aquel  animal (el canino) que había llenado su casa del aroma de un perro mojado. Literal, a perro mojado. Por qué cuando entró estaba mojado.

Mientras sacaba del congelador la carne que disfrutaría esa tarde, recordó cómo diablos se metió en semejante embrollo.

Kiryuu Zero, llegó hace un par de días, llovía a cantaros, así que cuando le abrió la puerta escurría en agua. Por suerte llevaba un impermeable, se quitó la capucha y lo miró desde el marco de la puerta.

-Oie, necesito un favor-le dijo a boca jarro.

Recordemos que Kiryuu Zero es de los tipos que piden permiso sin pedirlo realmente. En pocas palabras impone su voluntad sin que se note que es… a fuerza. Él iba por un favor, pero no estaba pidiéndolo, lo exigía.

-¿de qué se trata?

-¿Puedes cuidar a mi mascota por unos días?-dijo- tengo que salir.

Eso era noticia nueva, Kiryuu Zero tenía una mascota. Debía ser una lagartija o un pez, ya que no vio nada más grande en el departamento del peliplateado. Cuidar una lagartija o un pez era sencillo, pero en todo caso ¿Por qué él?

-¿No tienes amigos?-le preguntó de mala gana.

Kiryuu Zero no se inmutó. Era inmune, inmune a todo lo que tenía que ver con Kuran Kaname o quizás no le importaba demasiado. Pensar eso le trajo al castaño un ligero dolor de estomago.

-Son un par de días. Se porta bien así que no te causará problemas-después sin esperar respuesta lanzó un chiflido y un pastor inglés entró desaforado al departamento del castaño-Bueno, te veo luego.

Y fue todo. Ni un miserable beso… no… eso no es lo importante, lo importante es que el peliplateado es y será un mendigo grosero. Y peor aún, en cuanto se fue, el mendigo de su perro se sacudió y salpicó la sala, la mesa de centro, la televisión, y hasta su ropa del agua de lluvia. Y no, no se contentó con ello, caminó por la casa sacudiéndose y también, sí, marcando territorio nuevo a diestra y siniestra.

Se pasó dos días persiguiéndolo y limpiando suciedad de perro, aunque eso último lo seguía haciendo, ahora el perro (al menos) había escogido un lugar para hacerlas. Sin embargo Kuran Kaname temía que cuando el canino se fuera, tendría que remplazar los tablones que seguramente quedarían bien podridos. De acuerdo,  tal vez exageraba (no era raro en él).

Dejó la carne en la mesa y se dio la vuelta para buscar sus instrumentos de ataque, es decir, sartenes, cuchillos y demás. Ahora que el perro ese estaba dormido tendría tiempo. Dicen que las mascotas se parecen a su dueño, ¿Kiryuu Zero dormirá igual de profundo que su perro?

Intento imaginárselo, teóricamente y bajo “las reglas de Kiryuu Zero” eran una especie de rara pareja con derecho a besos. No lo había pensado hasta entonces pero ¿también tendrían derecho a sexo? Kuran Kaname afiló su cuchillo, si tuvieran ese derecho seguramente podría ver a Kiryuu Zero dormir, tal vez descubrir si tenía más tatuajes que sólo el del cuello. Se imagino a sí mismo a lado del peliplateado, con los dedos entre el cabello plateado suave y cálido; se imaginó el rostro de su compañero placido y descansado…

…Momento, ¿cómo se podía tener sexo con un hombre? Si se iba por la lógica, tenía que ser algo parecido a lo que se hace con una mujer, besos, caricias… suponía que había que acariciar “ahí” ¿verdad?  Bueno no era tan malo, él tenía uno…Y luego por supuesto hay que usar “eso” y meterlo en…ah…este…

Kuran Kaname se quedó pensando con el cuchillo en el aire, la cebolla en la mano y la mirada en el techo.

¿Dónde se mete “eso” cuando los dos son hombres? ¿O no se mete? Kuran Kaname meditó en ello, sexo entre hombres, parecía cosa complicada. Hizo repaso metal de los orificios masculinos, si no le fallaba la memoria, tenía un par de orificios en los oídos, claro que, ahí es impensable; luego estaban los orificios nasales, imposible; luego la boca… la boca, bueno sí, en la boca se podría. Kuran Kaname sonrió, le gustaba el sexo oral, y si pudiera alcanzarse a si mismo sería el hombre más afortunado del mundo, pero claro, no podía. Y pensándolo bien, así como era Kiryuu Zero el que terminaría con la garganta atiborrada sería él y no de sí mismo.

Kuran Kaname tuvo un escalofrío, dejó el cuchillo y la cebolla en la tabla de picar. Por último quedaba ese lugar, ese que está entre las nalgas, ahí también puede ser…pero…pero…la cosa seguía la misma lógica de la boca.

-¡¡Ah qué diablos estoy pensando!!-dijo y se cacheteó un par de veces. Mira que a veces es estúpido (lo dice él, que conste). ¿Quién querría tener sexo con Kiryuu -cara de palo-  Zero? Al menos no él.

Se dio la vuelta para tomar la carne. Y justo donde tenía que estar el suculento pedazo de res, no había nada.

-¿Ah?

Kuran Kaname frunció el ceño y bajó la vista.

El peludo y desconsiderado (cómo Kiryuu Zero, excepto por lo de peludo) perro que tenía a su cuidado, comía con total calma la carne desde la bolsa. El ñam ñam con el que masticaba acabó con los nervios del castaño. Pero en lugar de perseguirlo con el cuchillo que tenía  a la mano se dejo caer en el piso.

-Te odio-le dijo y el perro lo miró un segundo antes de volver a su plato improvisado-De verdad, te odio.

 

Terminó comiendo sushi en una tienda cercana a su casa. Con malicia dejó  afuera y amarrado a un poste al perro maldito ese. Se sentó en la ventana para vigilarlo y pidió un par de rollos con todas las ganas de comer en la cara del animal que, sentado en la acera, lo miraba tras el flequillo gris que caía sobre sus ojos. Igual al perro no le gustaba el sushi, pero no le importaba. La cosa era fastidiarlo. Una hora después comenzó a llover. Kuran Kaname se acomodó en su asiento y pidió otra ronda de sake, sin tener intensión alguna de ir al rescate del perro. En sus adentros una sonrisa malvada resonaba “te vas a enfermar” le decía en silencio “y quizás te mueras” No es que le gustara matar animales, pero pensar que aquel, ese precisamente, dejara de molestarlo, sin importar cómo, lo hacía sonreír feliz de la vida.

La lluvia cayó y el perro peludo levantó la vista hacia el cielo. Cada gota le gustaba, le gustaba la lluvia porque le gustaba sacudirse. Bajó la vista y miró al hombre con el que su amo lo había dejado. Le caía mal, nunca se dirigía a él amablemente, siempre lo trataba de apestoso y le llamaba “perro”. No creía que se sintiera muy feliz, ese de allá, si él lo llamara “humano” ¿verdad? Él (el perro) tenía un nombre. Pero ese de allá le faltaba al respeto cada vez que ignoraba eso.

Se acercó al nudo con el  que le habían amarrado y  lo jaló con los dientes. Ese “humano” era un tonto, ¿qué no sabe lo inteligentes que son los perros? ¿Y en especial, él? Si hubiera podido sonreír, seguro él hubiera sonreído cuando desamarró el nudo y se vio libre. Giró la cabeza, Kuran Kaname lo miraba estupefacto desde la ventana. Se quedaron mirando uno al otro en una especie de reto donde uno le decía “no te atrevas” y el otro decía “no puedes detenerme”.

Kuran Kaname se levantó como un bólido cuando el perro echó a correr calle arriba. Salió del establecimiento para perseguirlo, sin darse cuenta que él también era perseguido (por el mesero). Cuando alcanzó al dichoso animal, ya estaba completamente empapado, y segundos después, el mesero le dio alcance.

Tuvo que dejar una muy buena propina después de pagar la cuenta.

-¡maldito perro!-le dijo camino a casa empapándose más, llevaba impermeable pero ahora era menos que inútil- parece que planearas las cosas para hacerme enfadar.

En efecto, era así.

A la mitad de la calle, su peludo enemigo se puso ansioso. Kuran Kaname apenas pudo controlarlo y fue arrastrado por la fuerza de la carrera del canino. Para su sorpresa a donde este se dirigía era a su departamento. Subió las escaleras corriendo, a pesar de haber elevador, todo por seguir al can.

A la distancia reconoció, frente a su puerta, la figura inconfundible del dueño del perro.

-¡hey!-los saludo este y el perro terminó por zafarse del agarre del castaño y correr al lado de su amo-¿cómo estás? Estás empapado jeje

-Yo también lo estoy-dijo Kuran Kaname enfurruñado, pasando a su lado y sacando la llave de la puerta.

-Te hablaba a ti-Kiryuu Zero se apoyó en la puerta y le sonrió seductoramente, bueno no, tal vez él siempre sonreía así.

Kuran Kaname entrecerró los ojos y abrió la puerta, entró y supo que Kiryuu Zero y su perro le seguían, este último se sacudió. Se tardaría meses en quitar el aroma de perro mojado de su sala.

-voy a cambiarme-anunció.

-¿Te ayudo?

Kuran Kaname volteó a ver a su interlocutor, seguía sonriendo pero esta vez había burla en sus ojos.

-No, yo puedo solo, idiota-dijo y se metió a su cuarto.

Kiryuu Zero miró a su perro que a su vez lo vio a él. Se rió por lo bajo y se sentó en el sillón favorito de Kuran Kaname.

+++

“Mira que tranquilo parece el desgraciado” se dijo Kuran Kaname cuando salió de su habitación y vio al perro echado al lado de Kiryuu Zero, también este lucía tranquilo.

-¿Por fin te vas a llevar a tu animal?-dijo de mala gana.

-No, no tengo ganas de llevarte a ninguna parte ¿sabes?

Kuran Kaname enrojeció molesto y le aventó la toalla que llevaba para secarse el cabello, enfurruñado se dirigió a la cocina. Kiryuu Zero se rió de nuevo, se levantó del sillón y lo siguió.

-Estoy jugando, no te enojes-le dijo y dejó caer la toalla sobre su cabello y comenzó a frotarlo para secarlo.- Lamento que te mojaras por culpa de Sansón.

-¿Sansón? ¿Quién es Sansón?

-Mi perro.

-¿así se llama?

-¿no te lo dije?

-No

-¿No lo viste en la placa de su collar?

-No

-Entonces debiste tener muchos problemas con él, ¿cierto?

-¿ah?

-A Sansón le gusta que le llamen por su nombre, cuando no lo hacen se porta mal.

-Creí que era su estado natural-dijo el castaño-ser malo, quiero decir.

Kiryuu Zero le sonrió amablemente, lo tomó de la mano y lo llevó a la sala.

-Será mejor que hagas las paces con él- le dijo, se agachó junto al perro y le acarició el flecó húmedo aún- Sansón perdona a este tarado que no se le ocurrió mirar tu placa y averiguar tu nombre.

-¡Oye! ¡Tú eres el tarado por no decírmelo!

-Vamos, no me discutas- Kiryuu Zero tiró de su pantalón para indicarle que se acuclillara junto a él- sólo dile que lo sientes.

-¡él debería de decirlo!

-No seas orgulloso, tú primero.

Kuran Kaname se acuclilló, enfurruñado miró al perro y le palmeó la cabeza.

-Lo siento, Sansón. Se me olvidó preguntar tu nombre.

Sansón ladeó el rostro, se levantó y le lamió la cara. Kiryuu Zero se rió.

-Listo, ahora son amigos.

-Sí, cómo sea- Kuran Kaname se incorporó y se sentó en el sillón largo. No era como si le importara mucho ser amigo de un perro-¿te lo  llevarás ya?

-Sí, tiene que volver a casa.

Kuran Kaname quería más información, por ejemplo, a donde había ido Kiryuu Zero en ese tiempo, y el por qué había tenido ser él quien cuidara de Sansón. Pero comenzaba a sentirse cansado y preguntar se le hacía pesado.

-¿te sientes  bien?-le preguntó Kiryuu Zero después de un largo silencio.

-sí, ¿por qué?

-tus mejillas están rojas-dijo el peliplateado.

-estoy bi…ee…a…a…¡achú!

Se limpió la nariz con la manga del suéter; ahora resultaba que se enfermaría. Maldito perro y su maldita carrera en la lluvia. Sintió de pronto la mano fría de Kiryuu Zero en su frente, y fue reconfortante.

-tienes fiebre-le anunció el peliplateado, quitó la mano y Kuran Kaname dejó escapar un mohín de protesta-¿qué?

-Nada, estoy bien. Solo llévate a tu perro de aquí y estaré aún mejor.

-No lo creo-Kiryuu Zero se levantó y fue a la cocina.

Kuran Kaname escuchó como sus trastos y cosas eran movidos de aquí para allá. En circunstancias normales, habría ido a reclamarle por esculcar sus cosas. Pero no tenía fuerzas, de verdad se sentía mal de pronto. Se recargó en el sillón y cerró los ojos. Que bajas tenía las defensas para que en un par de minutos se convirtiera en un muñeco de trapo.

Kiryuu Zero regresó minutos después, había encontrado una manta y se la puso sobre los hombros, al mismo tiempo terminó por secarle bien el cabello. Kuran Kaname estornudo de nuevo, y el peliplateado le acercó un pañuelo.

-Pronto estará listo el té. Te ayudará un poco a descansar.

Efectivamente, poco después tenía entre sus manos una taza humeante de té. Kiryuu Zero a su lado exprimía un paño que después le colocó en la frente. Kuran Kaname lo miró con los ojos somnolientos.

-Gra-gracias-murmuró.

-Está bien.

-¿Puedo apoyarme en ti?

-claro.

Kuran Kaname se reclinó sobre el cuerpo del peliplateado que levantó el brazo y rodeo con él los hombros que una vez y otra también, se sacudían a causa de los escalofríos.

-¿a dónde fuiste?-preguntó  siendo capaz de relajarse.

-a mi casa. En mi pueblo natal. Fui con mi hermano.

-¿tienes un hermano?

-Sí-dijo- es mi hermano gemelo.

-¡Dios! ¡Hay dos como  tú!- eso era una especie de infierno en pequeño.

-jajaja, en realidad no nos parecemos, a excepción del rostro somos diferentes en todo lo demás-Kiryuu Zero suspiró-en realidad no estaría mal que él tuviera un poco de lo que yo tengo.

-¿qué quieres decir?

-Nada-suspiró y volteó a verlo con una sonrisa- de hecho Sansón es su perro, no tenía como llevarlo a casa, así que por eso te lo traje.

Kuran Kaname frunció el ceño, ahora entendía porque no había visto al perro en casa del peliplateado cuando estuvo ahí.

-¿Cómo va tu fiebre?-dijo Kiryuu Zero, quitándole el paño mojado y apoyando su mano en la frente caliente- Mmm…  no muy bien, déjame cambiar…

-No-Kuran Kaname tomó entre sus manos la mano del peliplateado-deja tu mano se siente mejor que el paño.

-¿ah sí?

-Sí, es grande y fría. Es reconfortante.

-oye, ¿siempre eres así de sincero?

-No, por lo general no lo soy-Kuran Kaname se acurrucó un poco más cerca del peliplateado- Parece que sólo lo soy contigo.

-Vaya, entonces debo sentirme halagado.

-Supongo que sí.

Kiryuu Zero miró la cabeza castaña que estaba apoyada entre su hombro y pecho. Deslizó la mano que tenía en la frente del chico, soltándose de su agarré.

-¡Oye, no la qui…!

-no lo  hago- Kiryuu Zero tomó con esa mano la barbilla del castaño- eres una especie de príncipe caprichoso ¿verdad?

-¡Claro que no!

Kuran Kaname de pronto se vio reflejado en los ojos violetas del peliplateado. Y después sintió como este inclinaba el rostro y lo besaba en los labios. Un beso suave, deliciosamente templado. Era la primera vez que era besado con esa clase de ternura, de suavidad. Era agradable verse envuelto por aquella caricia, quería, de pronto, ser capaz de devolverle el beso de igual manera. De no ser sólo él quién disfrutará de ello. Sería bueno poder hacerlo. Poder abrazarlo y quedarse juntos envueltos en más besos y caricias.

Recordó sus pensamientos de la tarde, esas divagaciones sobre el sexo entre hombres; justo en ese instante, mientras era besado, algo nuevo saltó en su estomago  y no era el sushi recién comido. No. Era el deseo, el deseo de querer más de ese quién lo besaba. No importaba qué, no importaba dónde. Estaba seguro, el sexo entre hombres no podía ser tan malo. Al menos no con Kiryuu Zero.

Cuando el beso terminó, abrió los ojos lentamente. Kiryuu Zero le sonrió.

-Recupérate pronto, Kuran Kaname-le dijo-tenemos muchas cosas que hacer.

¿Acaso, para el peliplateado era igual? Ya lo pensaría después, cuando su cabeza no estuviera tan caliente que pudieran hacer un huevo fritó en su frente. Seguramente, algunas neuronas se le habían derretido hace un momento.

Notas finales:

Wola! Perdón por la tardanza, traigo muchas cosas pro ahí que hacer! Pero bueno aunque me tarde iré actualizando poco a poco.

Espero que les haya gustado. Creo que estos dos, estan avanzando muy rápido jaja

Besos!!

Hasta la proxima!

                                           continuará...

                             


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