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Compartamos un beso por Aomame

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Compartamos un Beso

"El Deseo"

Kuran Kaname había olvidado aquello, lo había olvidado por mucho, mucho tiempo. Fue gracias a su madre que volvió a encontrarse con aquello. Su madre (cómo muchas madres) guardaba todas las cosas de su pequeño hijo. Todo. Cuando digo todo, en realidad quiero decir casi todo. Pero dentro de ese pequeño-gran conjunto se encontraban cosas como: el primer mechón de pelo que le cortaron, su primer diente de leche que se le cayó (sólo ese, habría sido escalofriante que guardara la dentadura completa. Además, según los recuerdos del castaño, en cierta ocasión, al morder algo, con todo y ese algo se tragó un diente. Tal vez, eso fue lo que hizo desistir a su madre de guardar cada diente.), también estaban sus primeros zapatitos, varios pañales (limpios) ya amarillentos y hasta apolillados, un viejo y descolorido babero; y luego en un salto cuántico, todos sus cuadernos de primaria, secundaria y preparatoria, junto como sus trofeos y diplomas de campeonatos de ajedrez y así, así podría continuar la lista.

En fin, su padre siempre decía que era una exageración, pero su madre no podía tirar nada, estaba imposibilitada, incapacitada para ello. Por eso a menudo su padre la llamaba “Rata almizclera” (Nota científica: la rata almizclera en un roedor parecido al castor, y que, como este, suele construir “cabañas” en los riachuelos, dichas construcciones pueden llegar a tener un metro de altura) por los montículos de cosas que se apilaban en la bodega, bodega supuestamente destinada al almacenamiento de comida y enseres varios. 

Cada cierto tiempo, cuando su padre explotaba (por el desorden),  su madre hacia una “limpieza” y le llamaba para que la ayudara a realizar aquella hazaña infructuosa. Por lo general se deshacían de un 1% de lo acumulado. Kuran Kaname sabía que aquello era una farsa, porque ese 1% era básicamente el polvo que se había posado sobre los hermosos tesoros de su madre, así que en la jornada de “limpieza” hacían un par de cosas, sacudir y mover de una esquina de la bodega a otra las cosas.

Y fue en una de esas jornadas, donde por supuesto no hubo valor para tirar nada, que Kuran Kaname por primera vez en su vida agradeció aquella maña de su mamá. Encontró aquello, eso que había olvidado.

En su casa se dio el tiempo para recordar. Tú te preguntarás ¿Qué diablos es “eso”?  “Eso” es un cuaderno, un cuaderno de la  época de preparatoria ¿Materia? Todología, le daba flojera cargar más de un cuaderno en ese entonces; en realidad cargaba tres o cuatro, pero ninguno estaba en orden. Todos tenían un revoltijo de todas las materias, notas de pensamientos, dibujos obscenos y hasta una especie de chat con Takuma donde el tema era “Insúltame lo mejor que puedas, idiota”. Bueno, pues en uno de esos cuadernos de Todología (que por cierto su madre, por suerte, nunca abrió. Al menos no que él estuviera enterado) había escrito algo justo después de que ocurriera el incidente.

El incidente, ¿recuerdas el incidente, verdad? ¿Ese por el cual quedó imposibilitado para besar? Bueno, pues escribió como se sentía después de que el chisme se difundiera. Una nota, una simple nota. Un deseo.

Deseó en esas líneas a un “alguien”. Un ser humano que lo amara, que lo quisiera de forma tal que todo, todo se convirtiera en nada. No se trataba de la nulidad. Él deseaba un CERO, un número que significara la nada y el inicio de todo. El punto de partida de lo negativo y lo positivo. Un cero que al colocarse a su derecha le diera más valor que lo que valía en ese instante. Un cero que al colocarse del otro lado no lo minimizara. Cero, quería un amor que convirtiera el dolor, la vergüenza y el miedo en nada, que congelara todo en un cero absoluto y le permitiera volver a empezar. Eso deseaba, y lo hacía con fuerza. “Yo sólo podré amar empezando de cero”.

Cuando sé es adolescente se suelen escribir cosas deprimentes como esas, pero era curioso, muy curioso que ahora estuviera en ese punto de partida. Ese punto era un cero, era Zero. Él, ese chico que al principio consideró raro y que llegó a su vida de la peor forma posible. Ese, que ahora borraba poco a poco su miedo a los besos, sus nauseas y sus terrores. Ese que lentamente convertía el daño recibido en NADA. En un algo que se fue ¡puff! Y ya. Nada más, nada menos. Era curioso que su deseo, un deseo dirigido a nadie, hubiera tenido respuesta.

-¿qué haces, Kaname?- Takuma lo miró desde el otro sillón, su amigo había estado con la vista clavada en ese viejo cuaderno por horas y,  para colmo, no había cambiado de pagina.

-Nada.

-¿nada?

-completo mi proceso de estupidización.

-¿Ah?

En el diccionario personal de Kuran Kaname “Proceso de estupidización” es igual a “Enamoramiento”.

++++

-¿Zero? ¿Conquistar a  Zero?- Shizuka abrió la puerta, entró  y detrás de ella, Kuran Kaname.

El castaño había decidido ir a hacer la compra de la semana, a decir: una docena de sopas instantáneas,  otra docena de comida refrigerada, un par de six pack  de cervezas, un cartón de calpis para preparar y otra docena de yogurt para beber.

Recorría los pasillos del supermarcado mascullando su  “gran” lista de compras para no olvidarla, cuando se encontró con la hermana mayor de Zero, Shizuka. Ella llevaba una lista escrita en una hoja de papel, y era una lista que incluía alimentos frescos, en resumen, una lista muy diferente a la suya.

En cuanto lo vio agitó las manos emocionada y lo arrastró consigo. Al final, Kuran Kaname acabó siendo el cargador oficial de bolsas de supermercado. Y mientras Shizuka caminaba por las calles agitando su largo y plateado cabello (logrando que más de una cabeza masculina volteara) él iba detrás como arbolito de navidad.

-Sí-dijo él cerrando la puerta con el pie (era lo único libre que tenía)

-Bueno… deja las bolsas aquí… gracias. ¿Por qué me preguntas a mí?

-pues es que… eres su hermana, y lo conoces muy bien ¿no?-dijo mirando las líneas rojas que tenía en los dedos debido a las asas de las bolsas- y eres muy apegada a él… casi puedo decir que eres la favorita.

Shizuka le sonrió y le dio un golpecito en la nariz con la punta de su dedo índice.

-No seas lambiscón, Kaname Kun-le dijo- pero sí, estoy segura de ser SU favorita.

Kuran Kaname esbozó una ligera sonrisa. La verdad no estaba seguro que el peliplateado tuviera un hermano favorito, quizás él tan sólo quería huir del acoso de estos.

-Con respecto a tu pregunta-dijo ella y comenzó a sacar las cosas de las bolsas- ¿por qué me preguntas eso? ¿Sales con él, no? Es obvio que ya lo conquistaste.

-Es que en  realidad…- ¿cómo explicarle las circunstancias de su relación? Tal vez lo mejor era no explicar algo así- …no sé cómo es que lo hice. En todo caso, no siento haber hecho algo para que  yo le guste, quiero decir…

-Ya- Shizuka siguió sacando las cosas de las bolsas-Lo que tú quieres es que te ayude a pensar en un detalle para con mi lindo hermano ¿verdad?

-¿detalle?

-Sí, tú quieres hacer algo que a él le guste para agradarle más… ¡Qué codicioso, Kaname Kun! ¡A este paso no dejaras nada para mí!

Kuran Kaname obligó a sus labios a curvarse en una sonrisa. En realidad no sabía cómo reaccionar. Así que buscó entre sus sonrisas la más neutra que tenía. Shizuka lo miró, era tan lindo. Parecía que Zero era su primer novio, y no tenía idea de que hacer para mantenerlo a su lado. Clásico problema en sus mangas favoritos. Tomó una zanahoria y con ella le dio un par de palmaditas en la mejilla.

-El corazón de Zero está en su estomago-le dijo, el castaño frunció el ceño-Kaito y aquella, sabían cocinar como dioses.

-¿aquella?

-sí…amm… Yuuki creo que se llamaba… nunca me cayó bien, así que no me preocupe por aprenderme su nombre-. Shizuka se puso la punta de la zanahoria en la sien, como su fuera un pluma- Bueno, pues ella cocinaba muy bien. Para conquistar a mi hermanito, inicia por dominar su estomago.

Kuran Kaname frunció el ceño. ¿Cocinar? ¿Era en serio? ¿Cocinar? Pero si él no sabía ni hervir agua. ¿Qué Shizuka no se dio cuenta de lo que compró? Pura comida instantánea, para no tener que cocinar. El que cocinaba ahí era, sin duda, Kiryuu Zero.

-¿Qué sucede, Kaname kun?-le dijo Shizuka levantando una ceja-¿No sabes cocinar?

¡Ack!

-Si no sabes-, dijo ella- yo puedo enseñarte.

-¿de verdad?

-Sí, pero no será gratis.

Eso era de esperarse. Kiryuu Zero tampoco hacía nada gratis. De hecho Kuran Kaname aún estaba esperando que el peliplateado decidiera el costo de aquel favor…

-¿y qué o cuanto voy a pagar?

Shizuka le sonrió. Dejó la zanahoria en la mesa y luego le tendió la mano. Kuran Kaname la siguió hasta un sillón donde ella lo sentó. La chica se hizo el cabello hacia atrás con la mano, un movimiento delicado y preciso.

-Es un favor muy sencillo-dijo y le calvó la mirada-Sólo tienes que decir que sí. Te enseñaré a cocinar y en un dos por tres mi hermanito será todo tuyo.

-¿qué…qué es?

Shizuka hincó una rodilla en el sillón, justo al lado de la pierna del castaño. Levantó una mano y le posó dos dedos en el pecho.

-sólo tienes que con-ven-cer a Zero-dijo haciendo “caminar” a sus dedos del pecho al cuello del castaño.

-¿con…vencerlo de qué?-Kuran Kaname estaba nervioso repentinamente. Shizuka lo intimidaba, o más bien lo dejaba en blanco. Estaba acorralado. Entre el sillón y esa chica. ¿Y si Zero aparecía por esa puerta en ese momento? Podría imaginar que ahora traía algo con su hermana. No le sorprendería, puesto que el castaño ya se había involucrado con alguien cercano a Kiryuu Zero. Si éste llegaba a pensar eso, si pensaba que Kuran Kaname ligaba con Shizuka, ahora si lo odiaría.

-Sólo di que lo harás…-dijo ella acercando su rostro al de él.

Estático, su hámster estaba estático. Olisqueaba el ambiente parado en su ruedita de ejercicios al tiempo que buscaba alguna señal, algo que le indicara si debía comenzar a moverse y si era así, con qué velocidad debía hacerlo.

La puerta se abrió con parsimonia. Kuran Kaname observó aquello tan estático como el hámster de su cerebro. Sabía quién aparecería, y no quería que lo encontrara de esa forma (con Shizuka casi encima). Primero apareció una maleta que prácticamente fue aventada dentro de la estancia, luego siguió otra que parecía más bien un baúl, éste no fue aventado, entró lento y detrás, justo detrás, sosteniéndolo, Kiryuu Zero.

El chico dejó el baúl-maleta en el piso y cerró la puerta. Los miro con clama, ellos no se habían movido ni un centímetro. Sus ojos violetas pasaron de uno a otro con tranquilidad. Y con esa misma tranquilidad se pasó la mano por la frente quitándose el sudor; después coloco sus manos en la cadera y bostezó.

-Shizuka-dijo-No acoses a Kuran.

Fue todo. No hubo reclamo de ningún tipo hacía el castaño. Y éste comenzó a preguntarse el porqué. Acaso ¿a Kiryuu Zero le daba igual? ¿No le importaba? De pronto se sintió molesto. Estaba temiendo que el peliplateado lo retara, lo mandará al diablo o algo así. En cambio sólo dijo eso como si se tratara de un saludo, como un “buenos días”.  ¡Y él preocupándose! Temiendo como un niño que no ha hecho nada pero que las evidencias parecen culparlo. Y lo peor, quizás era que el peliplateado parecía desinteresado de lo que él hacía.

-¡No lo acoso!-dijo ella.

-¿No? ¿Y qué haces encima de él?-Kiryuu Zero no parecía dispuesto a recibir respuesta, señalo las maletas que había traído-Ahí están tus cosas, Shizuka, para la próxima asegúrate de dar bien la dirección.

-Está bien-dijo ella, pero con todo, no se quitaba aún. El castaño hizo conciencia del calor del cuerpo de la chica, de su pecho rozándole el brazo. Curiosamente la sensación no le causo nada digno de mencionarse.

-¿qué esperas para quitarte?-dijo el peliplateado a su hermana que, en lugar de enojarse, le sonrió y brincó por fin del sillón para saludar a su hermano como acostumbraba: llenándolo de besos.

-Me encanta cuando te encelas-le dijo- Ahorita tú eres el seme.

-No empieces-dijo el peliplateado y cruzó la estancia en dos zancadas para sentarse al lado del castaño.

Kuran Kaname aún permanecía estático. Quieto como un soldadito inglés percibió la cercanía de Kiryuu Zero, el calor que irradiaba su cuerpo, el aroma de su colonia mezclada con el sudor. Se sintió mareado, como si de pronto lo hubieran metido en una sauna, o en un baño aromático. No era que Kiryuu Zero se hubiera puesto mucha colonia, de hecho se la ponía más por costumbre que otra cosa, y un frasco le duraba meses. Tampoco que hubiera sudado mucho, en realidad casi no lo había hecho, su piel no tenía gotas de agua cayendo, si acaso, una fina capa. Era un aroma sutil, muy suave, pero que estaba siendo amplificado por quien sabe que cosas en el interior del castaño.

El aroma viajaba hasta sus fosas nasales, y las moléculas que llegaban a sus receptores olfatorios provocaban sopor, el sopor de la comodidad, de lo agradable. Estaba siendo sumergido en un mundo que olía a Kiryuu Zero, y aquello estaba bien. Muy bien.

-¡Ya te dije que no!-El peliplateado seguía discutiendo con su hermana.

Kuran Kaname se había perdido varios detalles intentando analizar los componentes del perfume que estaba a su lado. “Iris, y limón. Quizás fresa con un toque de madera. No. Era el aroma del fresno después de la lluvia. Quizás no hay forma de definirlo, quizás sólo es perfume de “gusano albino” pensó.

-¿por qué no? Ya lo hiciste una vez-dijo ella-¿No puedes complacer a tu dulce hermana?

-¿dulce?-dijo con ironía el peliplateado levantando la ceja- Como sea, no me molesta, pero no creo que Kuran quiera.

-¿no voy a querer qué?-dijo el castaño con los ojos a medio cerrar ¿por qué se sentía tan amodorrado de pronto?

-¿Ahora resulta que a quién debo convencer es a él?-dijo ella ignorando lo que había dicho el castaño.

-déjalo en paz-replicó el peliplateado y se puso de pie.

Shizuka torció la boca y vio como su hermano se dirigía a la cocina.

Kuran Kaname percibió como el aroma se iba y el mundo cobraba su vulgaridad habitual.

-¡Zero!-la chica no parecía estar dispuesta a ceder y se puso de pie para seguirlo-Si hablas con él… vamos, por favor.

Kuran Kaname los miró discutir, no entendía nada y no le importaba, quería traer de vuelta al peliplateado a su lado y que lo dejara averiguar a que olía. Le nacieron las ganas de tomarlo por el cuello y pegar la nariz a la piel clara, deseaba respirar ahí hasta llenarse los pulmones, hasta perder la conciencia.

Kiryuu Zero miró a su hermana ladeando el rostro. Y ella puso su mejor cara de gatito de Shrek para convencerlo, sabía que dentro de esa aparente calma, su hermano era un tipo blando. No que fuera manipulable, si no que solía ceder (con reservas) a sus deseos.

Siempre había sido un chico noble y amable, siempre la había ayudado cuando lo necesitaba. Como ahora que después de terminar peleada con su novio, regresaba de Paris. Harta del mundo snob de allá, de su novio estirado y de nariz larga, de ese cabello rubio oro que chocaba contra el suyo gris plata. Harta del idioma y las canciones cursis, de las tiendas de perfumes y hasta de la torre Eiffel. Harta de ese amor barato y fácil, sin curiosidad ya. Y con el corazón hecho trizas. Quería volver a casa, a los brazos de su hermano pequeño que a veces parecía más grande que ella. Que siempre tenía una solución en la manga derecha y que la miraba con orgullo, con amor. Con Zero no había decepciones, él jamás la dejaba atrás, siempre la apoyaba aún si no estaba de acuerdo.

Le pidió asilo. No tenía a donde llegar a Japón, donde quedarse. Pudo ir a casa, pero no podía soportar la idea de su madre diciéndole “Te lo dije”. Y tampoco quería ir a casa de Ichiru y tener pugnas diarias, y tampoco soportaría su “Ya lo sabía”. Ambos escenarios le parecían dolorosos, más para su autoestima. En cambio, Zero… Zero le dijo que estaba loca, que porque siempre tenía que ser así (de loca). Pero no dijo nada más. Él ya lo sabía, sabía de su fracaso en tierras francas (fracaso más bien amoroso) pero no le reprochaba nada, no le criticaba tampoco, no hacía preguntas de más ni emitía juicios. Le decía loca, porque siempre le había dicho así. El malhumor de Zero muchas veces era compresión disfrazada. Era un “no te preocupes, todo irá bien ahora” oculto en una broma, en un juego que habían mantenido desde niños.

Zero era su hermano favorito. Siempre lo había querido más que a Ichiru, y no tenía pelos en la lengua para decirlo. Quería a su hermano y sabía que él la quería a ella. Y ahora lo necesitaba de nuevo, y aun cuando tardara, lo convencería.

Kiryuu Zero suspiró y desvió la vista. Odiaba esa mirada de su hermana. Nunca debió llevarla a ver esa película. Era su culpa, ahora cada vez que quería algo lo miraba de esa forma tierna. Y él acababa cediendo como un estúpido. Esperaba que Kuran Kaname nunca conociera esa técnica. Se encargaría de que esa película no apareciera en su lista por ver. De otra manera quedaría sin voluntad.

-Hablaré con él-dijo y vertió agua en un vaso-Pero que conste que sólo es por tú trabajo.

Shizuka sonrió y dio varios brinquitos en su lugar. Después corrió a donde estaba el castaño y lo sacudió.

-Me ayudarás ¿verdad?

-¿en qué?-Kuran Kaname seguía sin entender ni papa. Miró hacía donde estaba el peliplateado y se embobó momentáneamente mientras éste tomaba agua. Lo hizo tan rápido que parte del líquido escurrió por la comisura de sus labios y resbaló por la barbilla hasta mojarle un poco la playera.

-Yo te explicó-dijo Kiryuu Zero limpiándose la boca con el antebrazo-ahora tengo que irme. ¿Vienes? ¿O quieres quedarte con Shizu?

- ¡Voy!-dijo y se puso de pie. Shizuka le sonrió y le dio un beso en la mejilla.

-es un adelanto-dijo y le guiño el ojo. Kiryuu Zero rodó los ojos.

+++

-¿A dónde vas?

Una vez en la calle el peliplateado subió el cierre de su chamarra deportiva y metió las manos en los bolsillos del pantalón (también deportivo). Kuran Kaname lo miró, de pronto se había sentido un poco inseguro. No se habían besado en ningún momento, y ahora él tenía que irse (quién sabe a dónde), era probable que no lo vería en todo el día, así que preguntó eso inconscientemente, porque lo que quería preguntar realmente era “¿con quién vas?” Y eso era un poco doloroso.

-Necesito unos libros-dijo con calma-Lo siento, te veo luego.

-ya- “ya” ni que nada. No lo satisfacía tal escueta y barata excusa. A dónde iba de verdad era lo que quería saber. Pensó en Yuuki, pensó en su estado, y se preguntó si el peliplateado ya lo sabía. ¿Y si iba a verla? ¿Y si no lo había ni tocado por lo mismo? ¿Y si…? Odiaba esa sensación, nunca antes la había tenido. Era como si estuviera parado en la cornisa de un edificio con una pierna, necesitaba mantener el equilibrio. Ojala pudiera leer la mente y saber lo que existía en la del peliplateado.

-¿quieres venir?-Kuran Kaname lo miró sorprendido, no esperaba eso.

-¿puedo?

-¿por qué no?-dijo el peliplateado al tiempo que encogía los hombros-Podemos ir a comer después. Hay un restaurante cerca de la librería que…

-No-, dijo el castaño- quiero decir, ¿por qué no pasas a mi casa después?

Kiryuu Zero lo miró incrédulo. Ni el mismo Kuran Kaname comprendía del todo lo que decía o por qué. Era como si existiera otro Kuran Kaname en su interior, uno que le decía “Quítate y déjamelo a mí”.

-Es que…-, balbuceo- iba a…a cocinar esta tarde y siempre hago mucha comida… y sobra… entonces…

-Ya-Kiryuu Zero se rió- ¿Sabes cocinar?

-Lo puedes apostar.

-De acuerdo-dijo- te veo… ¿a qué hora está bien?

-ah pues… como…como a las cuatro.

-ahí estaré.

+++

+++++

-¡TAKUMAAAAAAA!!

Su rubio amigo abrió la puerta medio dormido. Bostezó y vio como un remolino castaño entraba por la puerta. Se talló los ojos e identificó al remolino en cuestión. Bostezó de nuevo, se rascó la cabeza (con el almohadazo justo en coronilla).

-¿Qué quieres Kaname?

-Enséñame a cocinar.

-¿cocinar?

-Sí

-¿Tú?

-Sí

-¿cocinar?

-qué sí.

-¿pero tú?

-¡Con un demonio, sí, yo! Enséñame, rápido. Algo sencillo, lo que sea, vamos. Tengo hasta las cuatro.

-¿Para qué?-Takuma se rascó esta vez una mejilla y sí, bostezó de nuevo.

-Para Zero, su hermana dijo que su estomago es su corazón. Entonces, debo saber cocinar, porque Yuuki y el imbécil ese sabían hacerlo. Y a Zero le gustan las personas que saben cocinar. Lo invité a mi casa, le dije que cocinaría, pero no es cierto, y ahora no se me ocurre nadie más que tú. ¿Tú sabes cocinar, cierto? Además eras bueno en química, sabes mezclar y esas cosas. Takuma, mueve el trasero. Zero es ultramega puntual. A las cuatro estará tocando la puerta de mi casa, y si la comida…

-Espera, espera, espera. Alto-.Takuma había estado a punto de dormirse de nuevo con tanta perorata si no hubiera ciertos detalles en ella que merecían ser puntualizados- A ver, Kaname, aclárame un par de cositas.

Kuran Kaname ladeó el rostro y chasqueó la lengua, molesto. No era el momento, no era el momento, tenían que ponerse a trabajar.

-¿Qué?-dijo de mala gana.

-¿le llamaste Zero?

-Sí

-¿ya no es más “Kiryuu”?

-me gusta más Zero.

-Te gusta más…-Takuma terminó por despertar. Le perdonaría esa a su amigo- Luego dijiste que debías saber cocinar porque a “Zero” le gustan las personas que lo hacen. ¿Me equivoco?

-No.

-Entonces…me he perdido de algo. ¿Acaso te gusta Kiryuu Zero?

Kuran Kaname lo miró. No se había dado cuenta de lo obvio que debía de parecer.

-Te gusta tanto que le mentiste. Pero estás dispuesto a aprender sólo para darle ese gusto. ¿Te gusta tanto que estas dispuesto a cocinar aunque ni un té de bolsita sabes hacer?

-Sí-dijo y Takuma abrió la boca sorprendido- Me gusta…mucho.

-No, no te gusta. Estás enamorado de él.

Kuran Kaname apretó los labios y suspiró. Un paso a la vez, se dijo. Por el momento sólo podía admitir que le gustaba. Hasta ahí.

-¿Vas a enseñarme a cocinar?

-No, pues viéndolo así… ya que.

Una hora después, en la cocina del castaño, Takuma daba rienda suelta a su experiencia como chef, es decir, ninguna. Lo poco que sabía cocinar eran cosas que se freían y tan tan. Un huevo por ejemplo. Eso era sencillo, si no quebraba el cascaron de forma indecente, y se mezclaba con la clara y yema, todo estaría bien. La verdad, eso le pasaba muy seguido,  y encontrarse astillas de calcio entre su huevo revuelto le había abierto la encía un par de veces, así que dejo de hacer huevos. Luego estaba hacer sopa, sopa de miso por supuesto. No era tan difícil, sólo era cuestión de no dejarla hervir demasiado, cosa que también le pasaba a menudo. Era común que la dejara en el fuego más de lo necesario por la simple y sencilla razón que se le olvidaba que la había dejado ahí. Entretenido en una lectura, en la televisión o bien rascándose la panza mientras miraba el techo, de pronto le llegaba un olorcito extraño… adiós sopa.

En pocas palabras, Takuma tenía sólo una rayita más de experiencia que su amigo en las artes culinarias. Lo que no le impedía darle ordenes sin ton ni son para que preparara un “no sé qué” con ingredientes varios que encontraron en el supermercado. El punto era que cocinara. Si sabía bien o mal, no importaba demasiado.

-Échale eso…-dijo-más, no seas tacaño.

-Pero esto…

-Tú confía.

Kuran Kaname lo miró, confiar, lo que se dice confiar, lo hacía, pero es que a veces su amigo hacía cosas para molestarlo. No tenía idea de lo que preparaba, pero no tenía mucho tiempo para refunfuñar al respecto. Menos para volver a empezar.

-Oie Kaname, dime una cosa.

-¿qué?

-Corta bien eso… fino…más fino… más…

-¡Quieres que lo reduzca a átomo!

-Con que lo hagas a molécula está bien.

-Idiota.

Takuma se rió y retomó la conversación.

-Comprendo que te hayas involucrado con Kiryuu san, pero una cosa es que de ayude con tu problema y otra que te enamores de él… explícame eso, quieres.

-Y yo que sé-dijo Kuran Kaname, y para ser sinceros esa es la única respuesta posible cuando uno se enamora.

Takuma frunció el ceño.

-Bueno, intenta explicármelo… digo, para empezar, él es hombre, no había escuchado que te sintieras atraído por uno antes.

-mmm… Piensa en los números.

-¿los números?

-Sí, los números enteros. Piensa en los negativos y positivos. Justo en medio de ellos como frontera, tenemos un  cero. Ahora haz de cuenta que Zero es ese número.

-Fácil de imaginar, llamándose así…

-Antes de él, sólo había cosas negativas. Ya sabes, una mujer que me traumó, otras que me mandaron al carajo por culpa de eso, nada de amor, nada de cariño, me convertí en un amante nada más. Entre más grandes eran las cosas negativas, sin querer me iba acercando al cero. Ahora después de él, las cosas parecen mejorar, se vuelven positivas. Puedo besar, y sus besos son míos. Sus manos me abrazan a mí, y nada más. Y yo lo abrazó a él. Las cosas son reales, son tangibles. Puedo llorar y encelarme, gritarle y sonreírle. Es así como es una relación ¿no? Quiero decir, me he pasado la vida viéndote ir y venir de un amor a otro, lleno de celos y resignación. Viéndote feliz a veces, triste o enojado otras. Y eso me pasa a mí ahora con él. No lo controlo, no lo busqué tampoco. Sólo es así.

-ya veo- Takuma apoyó su mejilla en una mano, y le sonrió-¿Y él? ¿Él que piensa de ti?

-¿Él?  Él es más honesto que yo. Él…piensa en mí.

-¡Vaya! ¡Sí que te dio fuerte eh!

+++

Cuatro de la tarde en punto.  Un suave toque en la puerta. Kuran Kaname sabe quién es, no hay duda de eso y no se equivoca. Cuando abrió  la puerta Kiryuu Zero lo saludó y entró. Colgando de una mano llevaba una bolsa llena de libros, prueba de que no le había mentido, prueba de que efectivamente había ido a comprar libros y por lo que se veía eran varios.

La bolsa completa fue dejada en un sillón, prácticamente abandonada. El peliplateado entró derechito al baño y salió poco después sonriendo.

-ah creí que no llegaba-dijo con alivio. Para el castaño aquella declaración era sumamente intima, ese tipo de cosas tan personales y al mismo tiempo tan comunes no suelen expresarse con tanta calma delante de cualquiera.

-¿te lavaste las manos?

-claro, ¿por quién me tomas?-dijo y se sentó a la mesa. Miró con extrañeza los platos servidos, no reconocía nada de lo que estaba ahí- ¿qué es?

-Etto…-Kuran Kaname tampoco lo sabía. Había seguido las instrucciones de Takuma. Su amigo era una especie de militar nazi, lo que decía se hacía, sin replica ni preguntas. Si te atrevías a hacer algo de eso acababas siendo olímpicamente ignorado, si bien te iba- Tú, sólo cómelo.

Kiryuu Zero se encogió de hombros. Y se dispuso a comer. El primer bocado estuvo bien, nada desagradable, nada extraño; aunque no identifico los ingredientes. El segundo fue un poco raro, pero fue el tercero el que lo hizo saltar de su asiento, tomar la jarra de agua y bebérsela toda de golpe. Sea lo que eso fuera, picaba como el demonio. La lengua le escocía, tenía lágrimas en los ojos y sintió que el moco se le aflojaba.  El agua de la jarra, por supuesto, no fue suficiente. Corrió la silla y fue a la cocina. Limpiándose las lagrimas y las mocosidades también, busco un vaso y claro, también agua.

El castaño lo observó durante todo el numerito, sin probar bocado. Anonadado y apenado. ¿Qué diablos había sido eso? ¿Qué fue lo que le hizo cocinar su querido y sádico amigo? Lo mataría, lo juró en ese momento, la próxima vez que lo viera, lo mataría.

-Lo siento-, le dijo- la receta me la dio un amigo, de hecho me ayudó a hacerla.

Kiryuu Zero se apoyó en la mesa de la cocina, sacó la lengua y jadeó, esperando que el aire le ayudara con el escozor que la quemaba. Miró al castaño y sonrió internamente. Ya se imaginaba que el chico no sabía cocinar, lo imaginaba. Le había sorprendido la invitación y fue no sólo por curiosidad, sino que para él representaba un detalle. Un detalle que tenía una intención clara y fija. No le importaba que en las artes culinarias fuera un fracaso, lo realmente importante era la mera intención. El simple deseo de complacerlo. Y por esa muestra de cariño valía la pena quedarse sin papilas gustativas.

Despegó las manos de mesa. Avanzó un par de pasos, estiró la mano, atrapó la nuca del castaño y lo besó. Le abrió la boca y deslizó su lengua dentro. Deseaba aliviar el ardor del picante a través de la lengua contraria. Un beso cuya caricia principal era entre ambos músculos. Su lengua (la de Kiryuu Zero) estaba demasiado sensible por el ataque del picante, sentía las asperezas de la otra con detalle, su humedad, su tibieza, lo único que lamentaba no poder captar era el sabor. Para Kuran Kaname la situación no era diferente, el beso, como todos los que recibía de él, era paralizante, demandante. Su lengua era arroyada, lamida y succionada. Cada movimiento parecía estar perfectamente calculado para enviar corrientes eléctricas por todo su cuerpo.

Cuando se separaron aprovecharon para tomar aire. Sus miradas se cruzaron. Kuran Kaname pensó que tenía que decir algo, quizás disculparse de nuevo, quizás decirle que podían pedir pizzas, tal vez la verdad “su inutilidad culinaria” o simplemente pedirle que continuaran con el beso. Pero lo que salió de boca fue aquello. Por un segundo se arrepintió de decirlo, pero al siguiente segundo se arrepentía de haberse arrepentido antes. Lo que dijo fue:

-Tu lengua está caliente.

Kiryuu Zero sonrió de medio lado, habría esperado cualquier otra cosa, menos eso. Era divertido. Era espontaneo y sincero, y eso ultimo era, quizás, lo que más le gustaba del castaño. Eso, desde el comienzo. Desde que se paró en su puerta, le preguntó si era él con quién se acostaba su novia y éste le había dicho que sí. No había pregunta que no fuera respondida con esa misma sinceridad, hasta con un poco de inocencia. Por alguna razón, que no llegaba a comprender del todo, le hacían feliz las respuestas que recibía. Cada una, sin importar su naturaleza (incluso si eran peyorativas).

 -No sólo mi lengua está caliente-le respondió, y lo vio enrojecer y enojarse consigo mismo. Y él (Kiryuu Zero) se divirtió con ello. Lo atrajo en un beso de nuevo, uno más largo y más suave. Lleno de roces sutiles y  mordidas pequeñas. Acompañado de sus brazos atrapándose, de sus manos aferrándose. Sus cuerpos juntos, muy juntos, tocándose uno al otro por encima de la ropa, buscándose con desesperación creciente.

Kiryuu Zero abandonó los labios del castaño, le beso el cuello y alcanzó el lóbulo de la oreja, lo mordió suavemente y le susurró. Su aliento fue como aquellos vientos capaces de tirar un árbol, a pesar de ser cálido y desfallecido.

-Quiero hacer el amor contigo-así de simple, así de destructivo. Todo el cuerpo del castaño se estremeció; por dentro y por fuera. Su cuerpo estaba caliente de pronto, y en su entrepierna se fraguaba una conspiración. Se agitaba su sangre, su tranquilidad y su estabilidad.

Cuando el peliplateado se alejó un poco, lo suficiente para mirarse a los ojos, le contestó. Lo hizo en voz baja, con cierta indecisión, pero consciente de ella.

-Yo también.

Una nueva sonrisa se asomó en los labios del peliplateado, su labios que tanto gustó les había agarrado (Kuran Kaname)   se curvaron tenuemente, y esos ojos que parecían de otro mundo adquirieron el brillo del libido. Lo tomó de la mano y lo arrastró consigo.

Kuran Kaname reaccionó  cuando ya llevaban la mitad del camino. Se frenó y descolocó a su compañero que lo miró extrañado.

-espera, ¿A dónde vamos?

Kiryuu Zero lo miró como si estuviera viendo un loco. Sin decir nada le señalo la puerta de la recamara principal. Era tan obvio a que iba o más bien que iban a hacer. El castaño tragó saliva y negó con la cabeza.

-Pero tú dijiste que…-empezó el peliplateado.

-Una cosa es que quiera y otra es que este mentalmente preparado.

-Pero…

-Además tenemos que solucionar “Ese” problema.

-¿Cuál?

-él que dijo Shizuka san… ¿quién será quién?

Kiryuu Zero suspiró y rodó los ojos impaciente. ¡Qué importaba! ¡A él no! ¡Le daba igual! Tan Igual como que se enfriara la incomible comida de la mesa.

-¿quién será qué de qué?-dijo para fastidiar. La respuesta la sabía de antemano, en balde tenía una hermana cuyos ¾  del disco duro de su computadora eran mangas e imágenes de algo llamado Yaoi y que, además de la colección de mangas físicos y muñequitos de plástico, tenía tres discos externos con la etiqueta de “Yaoi hard” y otro par con la etiqueta “yaoi live” que no era más que puro y explicito porno gay.

-Ya sabes…-, dijo el castaño sabiendo que le estaban tomando el pelo-quién da…quién recibe… ¡No me hagas explicártelo, por qué apuesto un carajo que ya lo has hecho antes!

-¿Eso te molesta?

-¿Qué? ¿Qué te acostarás con el imbécil de Takamiya? ¡Me importa un sorbete! La cosa aquí es que tú sabes que hacer, yo no. Ni lo uno ni lo otro. Si te dejo hacer, me dará  miedo porque me sentiré completamente sin control. Si me dejas hacer…no sabría cómo hacerlo. ¿Me explico?

-Perfectamente-. Dijo y tiró de aquella mano de nuevo.

-¡Espera te dije que…!

-¡No me importa!-lo interrumpió el peliplateado, al tiempo que abría la puerta de la recamara- Te dejaré escoger.

-¿qué?

-Te mostraré lo que puede ser en ambos casos. Y tú elegirás si quieres dar o recibir. ¿Te parece?

-Pero… ¿Cómo?

-Así

Kiryuu Zero empujó a Kuran Kaname, y éste último cayó a la cama, inmediatamente después escuchó como los botones de su camisa saltaban y su pecho quedaba desnudo. Luego el tintineo de la hebilla de su cinturón, el de la cremallera abriéndose y el roce de la tela deslizándose fuera de su cuerpo. Así en un dos por tres, estaba completamente desnudo ante los ojos amatista.

Para delicia o terror del castaño (en ese momento no estaba muy seguro de cuál de las dos cosas era más fuerte) su compañero también se quitó la ropa. Prenda por prenda sin despegar la mirada  de él, como si con ello lo pudiera mantener donde estaba. Apoyado en los codos, Kuran Kaname, era incapaz de mover más que los globos oculares que seguían los espacios de  piel que iban quedando desnudos.

Al terminar, el hombre de ojos violeta empujó al de ojos castaños de nuevo al colchón. Subió a horcajadas. El roce de pieles logró en ambos el efecto deseado: Excitación.  Se inclinó y lo besó en los labios, el ángulo permitió que sus miembros se tocaran. El contacto era sutil, Kuran Kaname estuvo a punto de decir que hasta rayaba lo elegante. Era como estar en una película erótica, o un cuento, todo perfectamente puesto para que la escena resultara deliciosa.

Erotismo. Mientras sus labios se unían y sus lenguas se acariciaban, Kuran Kaname conoció el erotismo. Era como si los besos fueran la llave secreta de una buena relación sexual. Es más, a veces, mientras el peliplateado lo besaba tenía la sensación de que era capaz de llegar al orgasmo con tan sólo eso. No había necesidad de meter las manos. Estaba cayendo en el amor, el vértigo, la incertidumbre, el miedo y la adrenalina eran iguales a lanzarse en caída libre y sin paracaídas. Esperaba el golpe, esperaba la muerte. Pero nunca llegaba, siempre se postergaba. Él seguía cayendo y cayendo sin fin.

Kiryuu Zero no lo dejaba, ni lo dejaría caer jamás. Cuando el beso terminó, le rodeó el miembro con una mano; creó así, en el imaginario del castaño, una corriente de aire que volvió a levantarlo casi antes de tocar el piso. Los dedos del peliplateado eran fuertes y  tenían las asperezas propias de un jugador de basquetbol. Pero eran cálidos y experimentados. Cada movimiento era preciso. Como si supiera que  cuando el pulgar apretaba la punta y hacia círculos ahí, lo obligaba a gemir; o que  cuando el resto de los dedos se movían arriba y abajo, lograba desarticular su pensamiento.

Era injusto, pensó el castaño, era muy injusto que sólo él recibiera ese placer. Intentó incorporarse y estiró los brazos; sus manos alcanzaron los muslos del peliplateado, a diferencia de esas hábiles manos, sus muslos eran suaves, lisos como la seda. Con la yema de los dedos se deleitó con ese toque. Se levantó un poco, sus manos alcanzaron la cadera de su compañero, se asió de él  y logró sentarse en la cama con el peliplateado encima, con aquellas manos acariciando su miembro.

-Zero-le dijo suavemente y éste le sonrió. Kuran Kaname tuvo un impulso, uno que no había tenido entonces, un impulso inocente pero significativo, lo abrazó. Lo pegó a su cuerpo obligándolo a dejar de tocarlo. Su rostro quedó cerca del cuello del peliplatado, podía olerlo de nuevo, la colonia y el tenue sudor, el aroma de Zero envolviéndolo otra vez, embruteciéndolo. Buscó con la nariz el origen de este aroma. Lo buscó incansablemente, y luego se le ocurrió que quizás el aroma era parte de un sabor, así que abrió la boca y dejo que su lengua le probara. Pero no era suficiente, el sabor, el aroma venían de más adentro, venían de aquel pulso en la yugular, venía de la sangre. Lo mordió, lo hizo con suavidad primero, con fuerza después.

Kiryuu Zero se quejó y lo apartó ligeramente. Se llevó una mano al cuello, le dolía mucho pero no parecía estar sangrando. Sin embargo, sabía, le quedaría una marca. Chasqueó la lengua y le dio un golpecito en el pecho.

-¿te crees vampiro o qué?-le dijo, Kuran Kaname le sonrió.

-Ojalá fuera uno- “Así podría probar tu sangre… vivir de ti” pensó para sí.

Kiryuu Zero sonrió también, apartó con sus manos los brazos  que le rodeaban, se separó un poco del castaño y tomó ambos miembros para frotarlos uno con el otro. Era una caricia que ya conocían, y que seguía teniendo los mismos efectos placenteros.

Entonces, antes de que llegaran al punto perfecto, el peliplateado lo soltó y lo empujó contra la cama de nuevo. Se movió un lugar más hacia enfrente, y se inclinó ligeramente. Abrió un poco más las piernas y con una mano tomó el miembro del castaño y lo acomodó entre sus nalgas.

Kuran Kaname gimió, y gimió más cuando el peliplateado movió la cadera de arriba hacia abajo. El subir y bajar era un roce apenas, era su pene deslizándose a lo largo de esa hendidura. La situación le hizo pensar en un hot dog,  pero era mil veces más excitante, más increíble que la perspectiva de comer un hot dog. Se imaginó moviéndose para buscar una entrada, una manera de verse envuelto en calor y placer;  cerró los ojos buscando hacer realidad su fantasía.

-¿Quieres estar dentro de mí?- Kuran Kaname abrió los ojos de golpe, y se encontró con una mirada violeta acuosa y lujuriosa. Nunca había visto una mirada así, una mirada que fuera capaz de subir el grado de su excitación.

-S…sí-dijo jadeando, ¡Dios sí que quería! Lo quería todo, todo, para él.

Entonces el peliplateado se detuvo, se relamió los labios y se puso de pie sobre el colchón. Kuran Kaname no sabía si mirar hacia arriba. Tenía tantas ganas de hacerlo pero al mismo tiempo le daba miedo ser tachado de pervertido, así que cerró los ojos mientras lo pensaba. Escuchó la risita del peliplateado y percibió que se movía, que caminaba sobre el colchón.

Un pie frío se posó sobre su muslo, abrió los ojos y lo vio. Kiryuu Zero seguía de pie (con un pie sobre el colchó y otro en su muslo), sonreía complacido.

-eso está bien-le dijo- ahora probemos lo otro.

-¿lo otro?

Kiryuu Zero movió su pie hasta la unión de los muslos del castaño, lo metió ahí lentamente hasta separarlos (no le costó trabajo). Sus dedos tocaron sin querer la piel del escroto e hizo gemir a su compañero.  Separó los muslos con el pie e hizo el espacio suficiente para colocar su rodilla entre ellos. Con las manos separo más las piernas e hincó la segunda rodilla en el colchón. Con ambas manos le tomó la cadera y lo jaló hacia él. La situación había cambiado.  “Ahora” se dijo el castaño “Yo soy el pan del Hot dog”

-¿te molesta esto?-le preguntó el peliplateado.

-No-dijo, era raro, pero no le molestaba. La sensación de un miembro duro y caliente en su trasero era nuevo, pero no desagradable-Sólo qué…

-¿Sólo que qué?

-esta posición, es un poco… me siento vulnerable.

-Ya… pero si es la clásica.

-Sí, pero yo nunca he estado de este lado. Quiero decir, siempre soy yo el que esta de rodillas.

-¿quieres estar de rodillas?

-¿eh?

-Bien, no me importa- dijo el peliplateado. Y antes de que Kuran Kaname pudiera entender qué diablos pasaba, se movió, lo giró sobre su estomago y le hizo colocarse en cuatro puntos. Eso era habilidad matemática. Pero la situación era la misma.

-oye… ¿qué…?

Su pregunta se quedó sin terminar y también, sin respuesta. Las manos del peliplateado acariciaron sus nalgas con suavidad. Sintió las palmas de esas manos masajear cada músculo, y a esos dedos apretarlos como si buscaran probar si eran fruta madura; luego los separó, y abró la brecha entre ellos. Kuran Kaname se estremeció, quiso decirle que parara, pero no había forma de que las palabras salieran de su boca. En la base de su vientre se creó una presión, un calor que los desesperaba y al mismo tiempo le gustaba.

El peliplataeado no se detuvo ahí.  Recorrió con uno de sus dedos la hendidura entre las nalgas del castaño. Uno esperaría una reacción defensiva, Kiryuu Zero la esperaba, pero no hubo una como tal. Era como si los escudos del castaño estuvieran  desactivados. Éste tan sólo jadeaba en voz baja, y apretaba las sabanas bajo sus manos. Dejaba que su cuerpo temblara con aquellos toques sutiles pero atrevidos.

Por ello, Kiryuu Zero decidió, precisamente, atreverse un poco más. Tomó su propio miembro con una mano, y deslizó la punta por el mismo camino que lo había hecho su dedo. Kuran Kaname no identificó al principio de que se trataba, era caliente y dejaba un ligero rastro húmedo en su piel. Cuando lo hizo, cuando supo que era, en lugar de espantarse, en lugar de apartarse, se quedó ahí, expectante. Sintiendo como, sin que pudiera explicarlo, su miembro se ponía más y más duro. Y si no hubiera sido porque se apoyaba en sus manos sobre la cama, ya se estaría acariciando.

Sin embargo, no contaba con algo. Kiryuu Zero sabía leerlo. Deslizó su pene entre las piernas del castaño, entre sus muslos, y se inclinó sobre él, besándole los hombros, o mordiéndoselos suavemente. Le rodeó con los brazos la cadera, y le tomó el miembro con ambas manos. Lo acarició con cierta fuerza. Kuran Kaname jadeaba, gemía. Sentía entre sus piernas una vara caliente cuya punta le rozaba el escroto, y esas manos que lo masturbaban deliciosamente. Temblaba, tenía los vellos de la nuca erizados, le faltaban las fuerzas. El placer era extraño porque era abrumador.

Y entonces comenzó, Kiryuu Zero movió la cadera. Y Kuran Kaname perdió la fuerza en los brazos, cayó de bruces sobre el colchón, aumentando la zona de contacto en su trasero. El pene del peliplateado  se movía hacia adelante y hacia atrás entre sus muslos, muy cerca de la hendidura entre sus nalgas; golpeándole, cada vez, en los testículos  con su cabeza húmeda y roma; y el choque de cadera contra su trasero.  Se sentía bien, se sentía alarmantemente bien. Porque, ¿quién pensaría que le gustaría tal invasión (aunque aún no era una invasión total) a su cuerpo? Una que además era perpetrada por otro hombre.

Era como una pequeña guerra, no, cómo una batalla. Estaba librando una batalla entre ellos, donde uno no ponía resistencia y se dejaba atropellar. Pero no era una pelea normal, no había dolor como consecuencia, había placer, y sólo eso. Las simuladas penetraciones, los besos que dejó el peliplateado en su espalda de vez en vez y el maravilloso trabajo manual que le hizo, lo llevaron derechito al cielo, al placer más breve y también máximo.  Se estremeció con fuerza, creyó escuchar su voz gimiendo, y también sintió a su compañero, y al semen tibio que se derramó entre sus piernas.

Jadeaba tumbado en la cama, con el albino jadeando también pero sobre su espalda. Juntos se calmaron, coordinando sus respiraciones. Entonces, Kiryuu Zero se incorporó y privó al castaño de su calor. Por primera vez hubo un acto defensivo, se giró y lo tomó del brazo.

-¿A dónde vas?-le preguntó.

-No tardo-dijo el peliplatado y le separó los dedos de su brazo.

Kuran Kaname se giró sobre el colchón, y boca arriba esperó su regreso. Un delicioso sopor comenzó a inundar su cerebro, se sentía entre nubes, pero tenía frío. Descubrió que necesitaba del calor del otro, de ese cuerpo junto al suyo.

Ese cuerpo regresó con una toalla húmeda en las manos. Le habían quedado las manos pringadas de la semilla del castaño, fue a lavarse y por algo con que limpiar su propio desastre. Con la toalla le frotó las piernas, principalmente entre los muslos y retiró cualquier rastro lechoso de ellos. Para Kuran Kaname aquello fue una caricia más, y sonrió con somnolencia cuando el peliplateado lo cubrió con su cuerpo y lo beso en los labios de nuevo.

-¿te gustó eso?-le preguntó suavemente y él sólo pudo asentir-¿te gustaría tenerme dentro de ti?-de nuevo recibió un asentimiento- ¿qué te gustó más?

Kuran Kaname no podía discernir. Le había gustado la primera parte, había tenido cierto control de las cosas, y poseer al peliplateado, rodearse de su calor y sumergirse en él por completo era una idea atractiva por donde se le viera. Y luego, la segunda parte también tenía su atractivo, no había tenido el control de nada, se había dejado llevar.  Estar en la deriva era bastante cómodo.  Estaba confiando enteramente en el otro; y había disfrutado sin preguntarse si esto o aquello estaba bien hecho, sólo se dejó hacer. ¿Cuál de los dos le gustaba más? Honestamente, ambos. Era como amar y dejarse amar. Era como entregar y entregarse. El amor era eso ¿o no? Y eso quería. Quería amor.

-No lo sé-dijo sinceramente.

-Bueno, cuando te decidas, dímelo-, fue la respuesta que recibió y que lo hizo sonreír.

Kiryuu Zero no tenía problemas con los besos, no tenía problemas con nada, ni con el sexo. Ser el pasivo o el activo, cualquiera de los dos papeles podía representarlos con total soltura y sin miedo. Era jodidamente perfecto. Y aunque el adjetivo se lo había dado Yuuki alguna vez, tenía que reconocerle su capacidad calificadora, y aceptar que era correcto.

Así lo veía él. Porque, como concluyó antes de quedarse dormido, lo quería, estaba enamorado de él y eso era suficiente para que, si no lo era, se volviera perfecto.

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+++++

Lo despertó el repiqueteó de un tonó musical. Abrió un ojo y vio como el peliplateado (sin bajarse de la cama) jalaba su pantalón del piso y extraía su celular de un bolsillo. Contestó con evidente molestia.

-¿qué?-dijo de malhumor y con la voz propia de quién se acaba de despertar-No, no iré…porqué no… qué te importa…

Kuran Kaname se estiró en la cama y abrió el otro ojo. El peliplateado reparó en él y su mal humor se disipó ligeramente en la sonrisa que le dedicó.

-No, aún no le digo…sí, estoy con él… ¡No te emociones, ni se te ocurra venir! Yo le digo, bye.

Colgó y dejó el celular en la mesa de noche.

-¿quién era?

-Shizuka-dijo y removió las sabanas para unirse con él dentro de ellas-quiere que te pida un favor.

-¿qué favor?

-Unas fotos…

-¿fotos?

Kiryuu Zero suspiró y le clavó su iris amatista.

-Mi hermana es fotógrafa profesional-, dijo- cuando yo tenía 18 años Ichiru y yo le ayudamos con un álbum (o cómo se llame) para ganarse una beca a Francia. ¿Sabes cómo se llamó?

El castaño negó con la cabeza sobre la almohada.

-“Incest”, imagínate la naturaleza de las fotos. Mi hermana es como Spencer Tunick  sus fotos suelen tener un tema, sólo que en lugar de masas de personas desnudas, fotografía parejas homosexuales. Yo siempre le he dicho que eso es más un hobby que nada, pero pienso que es genial que de un hobby pueda ganarse la vida.

Kuran Kaname frunció el ceño e intentó asimilar la información. El álbum ese se llamó “Incest” ¿imaginarse la naturaleza de las fotos? ¡Ni loco! ¡No quería eso! Se le revolvía el estomago nomás pensarlo. Y luego Shizuka quería hacer unas fotos de él… ¿para qué? ¿Cómo le pondría a ese álbum?

-ella quiere que le ayudes. Qué nos tomemos unas fotos, juntos.  Se tratan de caricias inocentes, abrazos y así. Me dijo que no tomará tu rostro si no quieres.

-¿Tú estarías conmigo?

-Pues sí. A mí no me importa. Ya lo he hecho antes, sé de qué va. Pero si no quieres le obligaré a dejarte en paz. ¿Qué opinas?

-Sí-dijo de golpe, sorprendiendo al peliplateado que esperaba, más bien, una negativa.

-¿seguro?

-Sí- haría un álbum superultramega genial. Uno que superará al de Ichiru. Uno que fuera mil veces más sexy, caliente y real. Uno que fuera tan pero tan bueno que Shizuka ganara un premio. Ya vería ese Ichiru, y ese Takamiya y esa Yuuki… y todos los demás interesados.

-Bueno-dijo el peliplateado y justo entonces sonó su teléfono de nuevo.

Molesto lo tomó y lo contestó. Sin embargo, esta vez su reacción fue diferente. Su rostro palideció ligeramente y el ceño, poco antes fruncido, se aliso en un gesto de desasosiego.

-¿para qué?-, le dijo a la persona del otro lado del auricular-Pero yo no quiero verte. Olvídalo…

Kuran Kaname escuchó aquello y se dio una idea de quién era. No podía ser nadie más. ¿Qué otra persona, si no esa, sería capaz de alterar al peliplateado? ¿Quién? No había nadie más que ella. Cerró los ojos esperando un golpe, la voz de Kiryuu Zero preguntándole cosas, culpándolo, molesto, dolido…odiándole.

-¿importante? Lo que tenga que ver contigo ya no me es importante-, siguió hablando por teléfono, en su rostro había regresado el gestó de molestia-. Ya te dije que no quiero…Y lo que me tengas que decir, no será hoy. No lo arruinarás más… ¿Qué, qué? Mi noche, eso.

Colgó. Y regresó a la cama. No dijo nada, se limitó a acurrucarse contra el pecho del castaño, a suspirar  y a quedarse dormido de nuevo.

El golpe que Kuran Kaname esperaba no llegó, al menos, no todavía.

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado.

Me tarde, lo sé, pero el capitulo estaba largo...creo que quedó muy largo... pero en fin.

Con respecto a la dinamica, cómo vi que si quieren participar, la haré! Mi idea (despues de pensarlo mucho) es la siguiente:

-Les hare 4 preguntas de este fic, sencillitas, sencillitas. y , (a petición especial)les pondré la letra de una canción para que la adivinen (les daré pistas no se preocupen)

-La primera persona que me responda correctamente todo, Se ganará (tambores) un One shot con las advetencias que guste y el tema también! Eso sí, las unicas condiciones del one shot serían:

1. Que fuera de VK y

2. Que sea del siguiente menú de parejas: Kaname x Zero, Takuma x Ichiru, Zero x Kaito, Takuma x Kaname, Zero x Ichiru. (Uds. eligen al seme y al uke) Porqué así? Bueno, son los personajes en los que tengo más confianza (en mi misma) para escribirlos. Ah, puede haber trío si les apetece.

Sí están de acuerdo, o se les ocurre otra cosa, o tienene dudas, comentenmelo sin falta. Siempre hago votaciones, pero esta vez quise cambiarle un poco.

y si, sí, en la proxima actualización pondré las preguntas, y lo que me haga falta.

Eso es todo n.n

Hasta la proxima!

                                         continuará...

P.D. Satsuki82 san, ¿Cuándo actualizo? Pues la verdad depende del capitulo, si es largo o corto. Pero en promedio intento actualizar cada dos semanas. A veces me adelanto, a veces (como esta vez) me atrasó. Pero puedes checar la pagina alrededor de esas fechas. >.< Saludos! y gracias por leer!

 

 

 


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