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Don't Go {XiuHan/LuMin} por Valeeemotions

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Notas del capitulo:

Antes que cualquier cosa, quería pedirles una disculpa inmensa por tardar casi un año y algo en actualizar xD. 

En serio tuve un año complicado, y mi imaginación estaba en cero.

En fin, les traigo un nuevo capítulo, espero les guste, y déjenme sus comentarios a ver si le continúo.

 

PD: Disculpen si hay errores ortográficos o3o.

El terreno era de asfalto, pero podía jurar que sus zapatillas dejaban marcas en el pavimento ante la fuerza de sus zancadas.
Estaba desesperado, quería llegar pronto. ¿Y si él ya no le esperaba? ¿Y si le decía que había encontrado a un amigo mejor que él? No podía imaginar siquiera eso, pues dolía. Dolía demasiado, maldita sea.

— Que no sea demasiado tarde… — Masculló con sus dientes apretados entre sí. Y continuó; continuó corriendo a pesar de que sus piernas le pidiesen detenerse, a pesar de que sabía que la probabilidades de ver al otro eran nulas; él corrió, corrió porque su corazón mandaba, y era este quien le decía que no importaba qué sucediera, él ya no podía alejarse de Minseok.

Lu Han tenía claro su objetivo, pero por más que avanzara, por más que corriese, haciendo honor a su nombre de ciervo, no llegaba. ¿Por qué MinSeok se alejaba?  Él le veía desde el otro extremo, le veía sonreír. Sus mejillas ya no estaban tan hinchadas como antes, estaba delgado ¿Acaso estaba enfermo? ¿Por qué su “Baozi” se veía de esa manera?  Quiso alcanzarlo, pero el coreano parecía que se estaba burlando de él, y se alejaba.

— ¡Lu Han! — Escuchó gritar. Era su Madre.

— ¡Lu Han! — Escuchó nuevamente, pero podía jurar que esta vez era Min Seok quien le llamaba.

¿Qué estaba pasando? Cada paso que daba, era un paso que le alejaba de Minseok. Su Madre, desde el otro extremo, gritaba su nombre y le pedía que regresara, pero él no parecía entender. Se estaba cansando, sus piernas ya no le respondían, ya no las sentía, pero no se detuvo. ¿Cómo podía hacerlo? Su “Baozi” estaba frente a sus ojos. Él tenía que alcanzarlo.

— Lu Han… Por favor… Lu Han, por favor regresa.. — Y esta vez Minseok lloraba. ¿Por qué lloraba? Le veía sentado en la solera de la calle, con sus rodillas dobladas, y su cabeza metida entre ellas. Minseok lloraba en desconsuelo total, como si le hubiese perdido al ser más cercano de su vida.

— Xiumin…— Musitó Lu Han, aún corriendo por aquella pista interminable, haciendo que sus pasos se detuvieran paulatinamente. Por fin, por fin pudo alcanzarle, pero cuando se había acercado a abrazar a su pequeño amigo, este desapareció.

— ¡¡LU HAN, ÚLTIMA VEZ QUE TE HABLO!! — Escuchó a su Madre de nuevo, y todo se volvió confuso. ¿En qué momento llegó a ese parque? ¿Y por qué su “Baozi” tomaba de la mano a otro chico? ¿Quién era ese tal “Chen” que le abrazaba y besaba tan melosamente sus mejillas?

Y cuando logró divisar la sonrisa del coreano luego de aquel beso, despertó.

— ¡Lu Han, por el amor de Dios, despierta! —

Su Madre movía su cuerpo de lado a lado, hasta que el muchacho, sentándose bruscamente en la cama, haciendo que incluso la mujer se asustara, se incorporó a la escena.

Todo había sido un sueño.

— ¡Por Dios, Niño! ¿Qué edad tienes? ¿10? Ya no debería venir a despertarte por las mañanas; eres casi un adulto. Vístete, tu Padre te está esperando, si no te apuras, perderás el vuelo. — Advirtió la Señora Lu, mucho antes de lanzarle la ropa en la cara al muchacho, y abandonar la habitación.

Lu Han no alcanzó a responder nada, y no era que precisamente por falta de argumentos. Él aún pensaba en aquel sueño, pero las palabras de su Madre regresaron a su mente. “Perderás el vuelo”.

Él no podía permitirlo.

Hoy regresaría a Corea.

Hoy regresaría por Minseok.

Los últimos 10 años de su vida, Lu Han se dedicó a estudiar, solo para conseguir aquella beca que lo llevaría de intercambio a una universidad Coreana, para estudiar la carrera de sus sueños.

Los últimos 10 años de su vida, Lu Han se la pasó pensando en Minseok.

¿Y si no le reconocía?

¿Seguirá siendo su Baozi adorable?

Las preguntas volaban en su mente, como los segundos en su reloj, y como si tuviese una especie de superpoder, ya se encontraba bañado, vestido y hasta perfumado.

Los nervios comían su cuerpo, como si fuesen pequeños bichitos alojados en el interior de su estómago.

“Mariposas”

Aún las recordaba. Las había sentido por primera vez cuando Minseok tocó accidentalmente sus manos al tomar el balón con el que jugaban.

Lu Han no podía creer que tuviese la oportunidad de volver otra vez.

¿Cómo se vería su “Baozi”? En sus sueños le veía delgado, muy delgado. El cabello un poco más claro que antes, pero seguía con sus ojos almendrados y rasgados, como un gato. Seguía siendo su “Baozi” de todas maneras.

¿Y si ya no quería ser su amigo? De todos los años en los que estuvieron separados, Minseok no respondió ninguna carta. “Tal vez se cambió de casa”, se consolaba, ya que la sola idea de pensar de que el coreano no quería verle otra vez, le partía el corazón.

Le partía el alma en pedazos.

Porque sí, Lu Han ya no tenía 10 años. Tenía 20. Era guapo, alto, y con buenas calificaciones. Según las mujeres del lugar era un digno pretendiente para sus hijas, pero Lu Han no estaba interesado. Y no es porque no las encontrara guapas, no, incluso había tenido un par de citas con ellas, pero ninguna lograba atraer demasiado su atención.

Ninguna excepto Mei.

Mei era la hija del jefe de su padre, por lo cual se conocían desde pequeños. Él la consideraba como su mejor amiga. Mei era extremadamente guapa, delgada, con ojos felinos (“igual que Minseok”, pensaba), y muy carismática. Lu Han la estuvo cortejando en varias oportunidades, desde que tenían 13. No podía negar que la chica tenía un atractivo  inigualable. Siempre se preguntó por qué no era modelo de revistas, pasarelas, o alguna de esas cosas, y la respuesta de la muchacha siempre le dejaba con la duda palpable en sus córneas.

— Ya te lo he dicho, Lu Han.. Tengo otros planes … Me gustaría hacer algo diferente con mi vida.  

Y Lu Han se quedaba pensando.. ¿Qué planes tenía él? Claro, casarse, tener hijos, y esas cosas era lo último que pensaba un joven de 15 años, pero él tampoco tenía planes universitarios. No tenía un deseo grande. Una pasión. Algo que le hiciera remover su cuerpo de una manera magnífica.

— Me quiero enamorar. —continuó la muchacha, y el chino sintió cómo su espalda se estremecía.

¿Enamorarse? ¿Amor? No creía haberlo experimentado, pero.. ¿Qué tenía de especial eso?

— ¿Enamorarte?

— Sí, enamorarme.

— ¿Y qué hay de especial con eso? Las personas se enamoran todos los días. Puedes estar enamorada y tener una carrera exitosa también.. Como tu padre. —Habló, y la muchacha soltó una ligera risa, la cual Lu Han no supo muy bien cómo interpretar. Prefirió callar, sorbeteando el café que ya estaba frío de tanto esperar los pasteles que, supuestamente llegarían en “15 minutos”. La cafetería era ineficiente, pero Lu Han no podía negar, que frío y todo, hacían uno de los mejores cafés del mundo.   

— Pues es eso precisamente lo que quiero saber. ¿Nunca te has preguntado, Lu Han? ¿Qué se sentirá estar enamorado?

Y el silencio se hizo presente en la boca del chino.

>> — ¿Te imaginas poder unirte a una persona en cuerpo y alma? Sé que suena cursi, y que tal vez he leído demasiadas novelas, y he visto demasiadas películas fantasiosas. Pero, aún así me gustaría saber. Mis Padres se casaron por un matrimonio arreglado. Ellos no estaban enamorados. Nunca lo estuvieron, y estoy segura de que no lo están. Supongo que con el tiempo se han llegado a querer, y a soportar.. Pero yo no quiero vivir así.. Si algún día me caso, quiero que sea con alguien que me ame tanto como yo a él. Me gustaría compartir mi vida con alguien que sepa cada uno de mis gustos, pero que aún así evite la monotonía. Quiero saber qué es el amor.. Enamorarse, esas mariposas que dicen que se sienten. No lo sé, estoy algo curiosa, ¿Tú no?

La muchacha había hablado con tanta sinceridad, que los huesos del chino se estrujaron en el acto. Sentía tristeza de alguna manera. Sus padres, a diferencia de los de Mei, habían sido amigos desde pequeños. Tal y como ellos. Cuando llegaron a la adolescencia, se enamoraron, se casaron y de esa hermosa unión nació él. Lu Han siempre se sintió afortunado con la familia que tenía, y a pesar de que, gracias a las leyes chinas solo se les permitía un hijo, a él nunca le faltó el amor. En su infancia siempre estuvieron presente sus padres.. Y luego llegó Minseok. La persona que más recuerdos había dejado en su vida.

¿Por qué seguía pensando en él, si tan solo eran unos niños?
Recuerda las mariposas.. Pero no creía que fuesen las mismas de las que Mei hablaba. No, definitivamente no eran las mismas.

— Debe ser lindo eso.. —respondió, y la muchacha sonrió, recibiendo al mesero quien amablemente le traía los benditos pasteles. Mei comía con entusiasmo, pero las palabras de esta habían dejado en una nube a Lu Han. Una nube que continuó por los siguientes 5 años. Ahora, con 20, Lu Han seguía preguntándose porqué seguía sintiendo. Porqué seguía extrañando a alguien que no había visto por 10 años. Quien no había contestado sus llamadas, sus cartas, nada.  
Lu Han, con 20 años, se preguntaba porqué, si en ese momento estaba tomando un vuelo a corea, el cual supuestamente sería para estudiar en la universidad de Seúl, en su mente solo estaba el rostro enrojecido de Minseok llorando. Tal y como aquella tarde en la que se despidieron.  

El suspiro que había soltado, observando las nubes ser cortadas por la ala del avión, hizo que su padre, quien estaba sentado a su lado, bajara el libro de finanzas que estaba leyendo en ese momento. No dijo nada, sin embargo Lu Han tomó aquel silencio como una pregunta.

— Papá, tal vez no me recuerde. —había comentado. El señor Lu, girando un poco su cuerpo, apoyó su mano sobre la pierna de su hijo, haciendo que le mirara.

— Hijo, eso no lo sabrás hasta que lo veas. Tú tranquilo.

— ¿Y si resulta todo incómodo? ¿Y si tiene novia y ya me olvidó? —lo había dicho sin pensar. El rojo de su rostro había demostrado aquello, sin embargo, y a diferencia de los pensamientos de Lu Han, el Padre no lo había tomado como algo amoroso, sino al contrario.

— Bueno, si tiene novia no importa. De seguro hará un espacio para ver a un viejo amigo. De todas maneras tú tienes a Mei, ¿O me equivoco? —Lu Han solo sonrió. Y sí, su padre se equivocaba. La misma tarde en la que Mei hizo que la cabeza de Lu Han hiciese un caos, lo llamó por teléfono diciendo que tenía novio. Un novio que resultó ser el mesero de la cafetería a la cual iban a diario. Lu Han nunca había entendido la fascinación por Mei hacia ese lugar. Sí, debía reconocer, el café era bueno.. Pero los pasteles dejaban mucho que desear. Pero ahora que lo decía, todo era por aquel muchacho, Yifan. Un alto y guapo muchacho un par de años menor que él, y la razón por la cual Mei le había rechazado en tres oportunidades. De todas maneras Lu Han estaba feliz por ella. Con Yifan habían creado una amistad luego de los 5 años de relación con su amiga. Una relación, por cierto, oculta. Los padres de la muchacha jamás aceptarían que su hija, dueña de una herencia gigantesca, se casara con un pobre pastelero. De todas maneras Mei y él eran felices, y eso era lo único que importaba.

 

Las siguientes horas fueron sobrellevadas con un par de expresos, y la discografía completa de DBSK. Lu Han amaba el café, y adoraba las baladas. Creía que esa era la manera perfecta de acompañar un aburrido vuelo. Porque Lu Han quería llegar ya, y las tripas se le retorcían de puras ansias.

 

 

El departamento de su Padre quedaba a unas cuántas cuadras de la universidad. Este había insistido para que Lu Han se quedase allí viviendo mientras estudiaba, pero el muchacho se había negado en incontables ocasiones, poniendo como excusa que quería vivir completamente la experiencia universitaria. Quería vivir en los bloques apartados por la universidad. Quería un compañero de habitación.
Toda su vida se limitaba al estudio. Lu Han tenía como plan de vida estudiar en la universidad de Seúl, en la facultad de ciencias sociales. Hace 5 años no sabía qué hacer, pero después de la conversación con Mei las cosas habían cambiado. Él se trataba de convencer de que aquella decisión no había sido impulsada por sus ansias enormes de ver a Minseok.
No, Minseok era un recuerdo. Un amigo que jamás olvidas en la vida. Un amigo que hizo que, a los 10 años el mundo se diese vuelta. Un amigo del cual Lu Han había estado enamorado desde que tenía 5. Así que no, de seguro esa no era la razón principal por la cual Lu Han se iba a corea.

Lu Han aún quería a Minseok, maldita sea. Lo quería tanto, y le parecía absurdo. Lu Han amaba al muchachito de cachetes redondos y mejillas coloradas. Ese que después de escucharle hablar en coreano se había reído dulcemente y le había invitado a jugar. Sí, estaba loco. Lu Han estaba enamorado de un recuerdo, y por eso mismo no lo aceptaba.

— Quizás sea solo una ilusión.

Se dijo así mismo una noche de copas en la cual el nombre del coreano había venido cada 20 minutos a su cabeza. Lu Han no lo soportaba. Lu Han, en el fondo odiaba al chico cachetón. Nunca respondió sus mensajes, nunca respondió sus llamadas.  Sí, definitivamente le “odiaba”, lo odiaba tanto que no estaba preparado para verle, porque sus piernas temblaron cuando se acercó a la universidad, y vio en uno de los carteles al que suponía era Minseok.

Joder, era extremadamente guapo. Mucho más guapo de lo que recordaba, pero igual al de sus sueños

— ¿Qué pasa, Lu Han? Es una puta foto, no vengas a joder.—hablaba en chino, y en un susurro, solo para que él mismo se escuchara.  Pero no podía pasar desapercibido, no cuando, por mirar la fotografía, un poste “mágicamente” había chocado contra su cara, haciendo que callera de espaldas al suelo.

— Mierda. —masculló, llevando a sus manos hacia su nariz. Estaba seguro de que se la había quebrado. Sí, necesitaría una cirugía, aunque aquello sería una exageración. Los improperios salían en chino, a veces alto, a veces bajo, y las personas que se habían acomodado a su alrededor para “ayudarle”, no habían sido precisamente de ayuda.
Lu Han era muy atractivo, por lo que las muchachas habían comenzado a fotografiarle rápidamente entre gritos eufóricos, y él era demasiado caballero como para decirle algo indebido a una señorita, no importaba cuánto dolor estuviese sintiendo en ese momento.

Lu Han podía jurar que todo pasaba en cámara lenta. Una mano lo había sacado de la multitud de mujeres que gritaban como si fuese una especie de estrella de televisión, o algo. No estaba jugando, de verdad se había mareado, más por su estupidez que por otra cosa. Aún así, estaba demasiado adolorido como para reclamar a aquella persona que, sin ninguna delicadeza, lo había sacado de ahí, aunque de todas maneras le agradecía.

Cuando fue consiente de toda la situación, y con la mano aún sobre su nariz, cubriendo parte de su rostro, dejó que el otro le sentara sobre una de las bancas que estaban en el gran patio trasero. Si Lu Han hubiese alzado la vista, podría haber visto la laguna artificial que estaba en el lugar, haciendo que todo fuese más bonito. De seguro el dolor de su nariz se iría en un rato. Pero no, eso estaba lejos de pasar.

— Aquí estarás bien. Las niñas siempre gritan cada vez que un chico guapo aparece por aquí. —le habló el muchacho, riendo un poco, intentando hacer que el ambiente fuese más tranquilo, pero Lu Han estaba demasiado preocupado de su nariz, y la sangre que ahora corría de ella.  — ¡Estás sangrando! —exclamó el otro, exaltado, y Lu Han no supo si reír, o romperle la cara ahí mismo. No dijo nada, en ningún momento, ni siquiera le dio las gracias.
El chico había comenzado a buscar en su bolso, y por primera vez Lu Han giró un poco su vista para verle. Una botella de agua, y un calcetín fue lo que sacó de ahí. El chino no sabía para qué querría eso en ese momento, pero cuando vio al muchacho empapar el calcetín con agua, y acercarlo a parte de su rostro, se aterró.

— ¡Qué estás haciendo, es un calcetín! —gritó por primera vez, y en chino, como si el otro pudiese entenderle.

— Tranquilo, está limpio, no lo he usado. —y la respuesta del muchacho salió en un fluido chino que Lu Han no esperaba.

No, Lu Han no lo esperaba. Se sorprendió mucho más por lo cálida de la voz del otro. Entre diversión y compasión, como si le estuviese haciendo cariño con aquellos pequeños toques que el muchacho daba sobre su nariz.
No le dolía, había dejado de dolerle desde que su mirada se había conectado con el otro. Lu Han tendría un paro cardíaco, porque no podría creer que, aquel muchacho que, amablemente le auxilió, se trataba de Minseok, su Minseok.
No dijo nada, el otro tampoco. El coreano parecía tan sorprendido como él. Sus toques eran minúsculos sobre la piel del otro, y una de sus manos se había ubicado en la nuca del menor, para atraerlo hacia sí, cuando este se resistía. Pero Lu Han no se estaba resistiendo. Lu Han se estaba muriendo porque quería confirmar si se trataba de él o de otra persona demasiado parecida. Estaban tan cerca, en una posición tan comprometedora, que el susurro que salió de los labios del chico de cabello almendrado, hizo que todas las fibras corporales del chino se estremecieran.

— ¿Lu Han?  . . . 

Y todo en él eran fuegos artificiales.

Notas finales:

UHHHHHH, Se encontraron los cositos asfjaiosdjfoidsjoifsd ¿Qué pasará más adelante? 

¡No olviden comentar!


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