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Kommátia Protoú por HokutoSexy

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XII.OSCURO

(Piscis)

 

SIDE A

Yeah
My mind’s such a sweet thing
I wanna do everything
What a beautiful feeling
Crimson and clover
Over and over

Crimson and clover, over and over.

Crimson and clover, Tommy James & The Shondells.

 

 

El niño, casi efebo, se encontraba alejado de todos, sentado en un trozo de columna que estaba ahí sembrado muy surrealistamente, a decir verdad, los restos de viejas columnas y templos que estaban regados a lo largo y ancho de Atenas eran en sí un espectáculo perturbador, algunas veces le parecía que el paisaje poseía una nostalgia insospechada.

 

El cabello lacio, clarísimo, colgaba por su rostro y nuca, sus ojos azules, perpetuamente tristes se concentraban en la herida que tenía en la mano. Minutos atrás estaba entrenando con Lugonis, ellos dos, solos, alejados de todos, el par de anormales y fenómenos de circo. Por obvias razones, tenían que permanecer alejados de la humanidad, aunque Albafica aún no tenía un veneno tan potente como el de su maestro… ya habían comenzado el ritual de los Lazos Rojos, gota a gota, habían intercambiado sangre de forma que el veneno del Arconte de Piscis se apoderara del torrente sanguíneo de él y eventualmente… o moriría o resistiría, y sería el siguiente Arconte de Piscis.

 

En un principio, años atrás, no estaba tan seguro de querer tomar esa senda, como un guerrero… pero su vida había sido Lugonis, el jardín que circuncidaba Piscis… y nada más, su única familia era él, su único compañero era él… lo amaba, como un hijo ama a un padre, y más que eso.

 

Había elegido la soledad, la había abrazado, igual que Lugonis lo había hecho en su momento. Había preferido un oscuro andar por la Tierra.

 

Así que ahí estaba siendo miserable por la herida en la palma de su mano: una caída cuando su maestro le atacó, y él no previó el golpe bien asestado que le dio en el abdomen, lo dejó sin aire, tirado como hoja… después uno de los escuderos había ido a llamarle, Sage tenía algo que decirle, por ello estaba solo observando su sangre escurrir sin preocuparse de nada… si no había nadie ahí, no había riesgo de contagio.

 

—Hola, extraño.

 

Una voz infantil, menos infantil que la suya, le había sacado de sus pensamientos, había violado ese pequeño escondrijo de ellos, de los dos Piscis, le molestó, así que ni siquiera se volvió para contestarle.

 

—No puedes estar aquí. Este lugar está vedado.

 

—Ufff… ¿Y qué vas a hacer? ¿Cobrarme peaje? ¿Sacarme de un lugar que evidentemente es público? Al menos para los que habitan el refugio y sus alrededores.

 

Albafica se volvió molesto por esa afirmación, se encontró con que la voz le pertenecía a un niño flacucho, no muy alto y con un rostro ojeroso, lo observaba con las manos en jarras sobre la cadera, portaba el uniforme de entrenamiento y traía las protecciones puestas.

 

—Es peligroso, vete.

 

—¡Bah! ¿Y así es como pagan mi amabilidad? Al menos pudiste decir “hola”.

 

Los cabellos de aquel niño caían desordenados por encima de sus hombros, como si cada hebra tuviese vida propia y decidiera hacia dónde acomodarse.

 

—Bueno no he sido yo el que ha hablado, ni tengo interés en hacerlo, ya te puedes marchar —cortó Albafica, con una mirada inicua.

 

—Te has lastimado —observó el inoportuno señalando con el dedo.

 

Y sin darle tiempo de mandarlo a paseo por sus oportunos descubrimientos, el extraño se acercó a paso seguro hasta él, arrancó un pedazo de tela de su propia ropa, una tira y se agachó para inspeccionar la herida abierta en su mano, misma que él ya había olvidado. Tomó la mano de Albafica y la empezó a envolver cuidadosamente en el improvisado lienzo, con una destreza que sólo podía ser de otro futuro caballero en entrenamiento.

 

Aparte de una educación minuciosa y profunda en alquimia, astronomía, astrología, historia, literatura, latín, griego antiguo y entrenamiento físico, todos sabían algo de herbolaria, medicina, y sabían curar sus propias heridas, regresar huesos a su lugar… muchas curiosidades, no eran sólo soldados burdos e ignorantes.

 

El vendaje cruzado, perfecto, le dijo que ese niño no era un simple paje.

 

Tenía un rostro particularmente agradable, a pesar de su delgadez, podía ver los estragos de una enfermedad, estaba seguro de ello, y a pesar de todo, tenía una mirada divertida, amigable…

 

Quitó la mano con violencia y se echó hacia atrás automáticamente, poniendo distancia entre el extraño y su cuerpo.

 

—¡Tonto! No te acerques… ¡Ni siquiera debiste tocarme!

 

—¿Ahora por qué te pones histérico? —inquirió el niño que estaba con una rodilla clavada en el piso y una leve mancha de sangre en los dedos.

 

—Tocaste la sangre, tenemos que… ¡Dioses! Esto no habría pasado si tú no hubieras…

 

—Relájate… —se encogió de hombros y acabó por limpiarse la sangre en la ropa, ni siquiera se inmutó… ni siquiera tuvo una reacción…

 

—Enséñame la mano —ordenó Albafica, aterrado.

 

El otro obedeció y le mostró la mano: no había nada, ni irritación, ni sarpullido, ni quemaduras… nada… eso era imposible, aunque el veneno en él no era tan concentrado aún, por menos que eso ya había dejado inconsciente a uno que otro por accidente.

 

—¿Qué? —preguntó levantándose del piso, arqueando una ceja morena.

 

—¿Por qué… no tienes reacciones?

 

—¿Reacción a qué?

 

—¡A la sangre! Mi sangre esté envenenada…

 

—Solo los guerreros del Templo de los Peces tienen la sangre envenenada… o eso es lo que sé…

 

—¿Por qué no te ha afectado? —ignoró su comentario esperando verlo caer envenenado en cualquier momento. Pero eso no sucedió, ni siquiera parecía tener indicios.

 

Era imposible, por mucha resistencia que tuviera, y lo dudaba viendo su tamaño, peso y condición, era imposible que estuviese así como si nada.

 

—Porque yo porto otro tipo de veneno…y tal vez la condición defectuosa de mi corazón irrigue de manera menos contundente tu veneno…

 

—No hay ningún otro guerrero que sea portador… a menos…

 

—Bueno ha sido un placer charlar contigo acerca del peaje del lugar y de la sangre, me voy… antes de que empiecen a gritarme a voz de cuello, supongo que después nos veremos — el invasor saludo brevemente con la cabeza y dio la vuelta sin esperar respuesta del otro, a la mitad de sus pasos se volvió para contemplar al joven ahí petrificado—, me llamo Hel… me puedes decir Kardia, así me dice mi maestro… —puntuó y le dio un adiós despatarrado con la mano al aire.

 

—Albafica… yo me llamo Albafica… —murmuró, aunque no estaba seguro de si el extraño había escuchado.

 

Observó su mano recientemente vendada y mil interrogantes se dibujaron en su rostro marmóreo. A veces era un olvidadizo, algunas veces, pero ese nombre ni lo que ocurrió esa tarde de principios de verano… eso no lo olvidaría…

 

 

 

SIDE B

I am a passenger
And I ride and I ride
I ride through the city's backside
I see the stars come out of the sky
Yeah, they're bright in a hollow sky
You know it looks so good tonight
I am a passenger
I stay under glass
I look through my window so bright
I see the stars come out tonight

The passenger, Iggy Pop.

 

 

FIN


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