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El vínculo por -Raiden-

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Notas del capitulo:

Este capítulo, es un poco corto pero igual de interesante.

 

Dicen que la llama arde más cuando las cosas estan peor...

 

-Ya podemos reiniciar su cerebro. - dijo Crocodile levantándose de su lugar.

 

Marco y Kidd comprendieron que debían bajar para iniciar su tarea.

También se levantaron y caminaron hacia la puerta.

 

Sólo Doflamingo y Vergo se quedaron en la habitación, cuando los otros desaparecieron por la puerta, Donquixote llamo a su subordinado para que se acercara.

 

-Mañana iniciara el entrenamiento. - dijo el de las gafas extrañas.

-Sí, avisare a los demás. - se quedo parado junto a su jefe, como un perro de presa.

-...-...-...-

El científico suturo la herida con un hilo de seda y puso un parche dérmico sobre esta.

Empezó a recoger su equipo y veía fascinado el frasco con la sangre y las gasas.

Volvió por donde vino dejando al niño como si fuera un juguete roto, ese hombre era de lo peor.

 

Se cerró la puerta metálica de un fuerte golpe. Inmediatamente Crocodile, Kidd y Marco aparecieron junto al niño.

 

-Que desastre... - susurró el rubio.

Kidd sólo veía serio la horrible escena.

-Desaten las correas. - ordeno el de la cicatriz.

 

El menor seguía inconsciente dándole un aspecto de estar en un profundo sueño.

Kidd y Marco empezaron hacerlo uno de cada lado. Empezaron por sus pies, luego las manos, su cintura su cuello y cabeza.

La mordaza tenía sangre, el pelirrojo quito con cuidado la correa y el rubio con delicadeza sacaba la madera de su boca.

-¿Y ahora? - pregunto el pelirrojo.

 

Crocodile se acercó al oído del menor y susurro. - Alexander. - el pequeño abrió sus ojos. Como sí despertará de una horrible pesadilla. Su mirada violeta veía hacia el frente sin ninguna expresión en su rostro.

 

El rubio frunció el ceño y el pelirrojo se cruzó de brazos.

 

-Mi nombre es Señor Crocodile... - dijo esta vez apartándose para qué pudiera verlo.

El niño le miro atento era pelinegro, con una gran cicatriz que llegaba de una mejilla a la otra, vestía formal con un traje sastre y llevaba una gabardina negra, zapatos finos de color negro, junto con una mirada aburrida daban la impresión de que ese hombre tenía poca paciencia y asintió al terminar de contemplarlo.

 

-Mi nombre es Eustass Kidd. - siguió el pelirrojo sabiendo que tenía que presentase.

El niño giró su rostro encontrándose con el pelirrojo, su cabello en punta sostenido por unas gafas metálicas, era de blanca piel, y delineado en sus ojos ámbar. Tenía pinta labios oscuro en estos y sus uñas compartían el mismo color.

Vestían pantalones negro con cadenas y una camisa gris abierta dejando ver su trabajado físico, junto con una chamarra negra. Sus botas tenían unas hebillas metálicas adornando la punta y alrededor de estas.

Su cara reflejaba enojo, y no sería buena idea provocarle.

Al terminar de observarlo detenidamente asintió.

 

-Y yo soy Marco Phoenix - dijo mirándolo serio.

El pequeño empezó a escrutarlo con la mirada, era de cabello rubio, con un raro peinado, sus ojos entrecerrados decían que esta hastiado de todo eso, llevaba una playera azul de manga corta muy pegada a su cuerpo delineando sus pectorales y abdominales haciéndolo ver bastante masculino. El pantalón de color azul marino y unas deportivas negras.

Era su voz tranquila lo que atrajo más la atención del niño y nuevamente asintió.

 

-Bien, veamos cómo se encuentra su psique. - lo valoro el pelinegro acercando una pequeña lámpara de exploración hacia la cara del niño.

La marca morada delato que fue un fuerte golpe el causante. Crocodile la miro frunciendo el ceño.

-¿Quien te hizo ese golpe? - pregunto mientras revisaba sus violetas ojos con la lámpara.

-No lo sé - respondió secamente.

-¿Sabes dónde estás? - siguió preguntado sin dejar de mirar sus ojos.

-En un quirófano, o más bien parece una sala de experimentación. - respondía tranquilo mientras revisaba esta con la mirada.

-¿Quiénes somos? - ahora revisando su cuello y brazos.

-Señor Crocodile, Eustass Kidd y Marco Phoenix. - menciono serio mientras señalaba a cada uno respectivamente.

-¿Quién eres tú? - ya se encontraba viendo su abdomen y haciendo presión en este.

-yo... - no sabía cómo contestar esa pregunta. - soy la cría maligna del relámpago y la muerte misma. - finalizo en un tono aterrador mientras se dibujaba una ladina sonrisa y sus ojos destellaban odió.

 

Marco y Kidd notaron el cambio de actitud y el ambiente se volvió pesado.

-Deja de hacer eso... - amenazo Kidd viéndolo a sus violetas ojos, caminando hacia el niño.

-Tranquilo Eustass  - intervino Marco jalando al pelirrojo por el hombro. - Es sólo un niño. 

El menor regresaba a su tranquila mirada sin percatarse de que hace un momento estaba completamente enojado.

-Lo siento Eustass Kidd. - se disculpó y lo miro ahora avergonzado.

Su rostro se volvió tranquilo como cuando lo conocieron.

-Déjese de estupideces y vayan por ropa limpia, no quiero verlo sucio en mi presencia. - ordeno Crocodile a los susodichos. A él no le gustaba mancharse las manos.

-Sí, vamos Kidd. - jalo el rubio al pelirrojo para dejar solos al niño y al pelinegro.

 

Entre gruñidos y algunos jalones, estos desaparecieron por la puerta.

-Bien parece que tu reinserción fue un éxito, no hay daño a nivel motor, ni sensitivo. - dijo haciendo una sonrisa el de la cicatriz, después de todo era un experto en el campo de psiquiatría y psicología, la verdad, lavar el cerebro de la gente era más fácil cuando ya lo sabes hacer.

 

"Será un excelente aprendiz" pensó Crocodile al verlo tan sumiso, aunque le preocupaba esa faceta de hace un momento.

"¿Doble personalidad?, debemos usar eso a nuestro favor" tenía que reconocer se sería un problema pero si sus enemigos se confiaban podían usar eso como un as bajo la manga.

 

La puerta que daba al segundo piso se abrió dejando entrar a Donquixote y Vergo.

 

-Que buen espectáculo. - aplaudió el de la gafas extrañas, acercándose a su subordinado y mirando a su preciado objeto. -¿No nos presentas? - pregunto al pelinegro con una sonrisa.

-Este es Vergo. -comenzó Crocodile, algo molesto.

 

-Vergo-san para ti mocoso. - reafirmo el susodicho. Era un hombre alto pelinegro también, con unas largas patillas y una barba adornando su rostro. Vestía un traje sastre color negro junto con la camisa, sus zapatos eran de vestir del mismo color de su ropa, sus ojos eran ocultos por una gafas negras y la actitud sería y fría no pasaron desapercibidas por el menor. Al terminar de observarlo detenidamente asintió con la cabeza en forma de saludo.

-Y este es Donquixote Doflamingo. - señalo al susodicho. - El es... - se quedo mudo un momento.

 

Intervino el rubio al notar su silencio.

 

-Soy tú creador, y debes obedecer todo lo que te diga. ¿Entiendes? - sonrió torcidamente al mencionarlo.

El rubio de tres metros, se acercó a la cara del menor, dejando ver esa sonrisa tan suya, llevaba unas extrañas gafas moradas cubriendo sus ojos. Su ropa tampoco se quedaba atrás, era de colores llamativos, tanto en su pantalón como en su camisa abierta mostrando su trabajado cuerpo. Y lo más raro de todo era ese abrigo de plumas rosa que llevaba puesto.

 

El pequeño no supo cómo debía tratar con este hombre. Quizás si seguía sólo sus órdenes, podría descifrar al maniático que era su creador, aunque su rostro empezó a reflejar un poco de terror.

-¿Me tienes miedo? Alex-chan. - pregunto acariciando la morada marca de su mejilla.

-sí. - la verdad salió de sus labios y sus ojos tomaron nuevamente ese tono rosa pálido que volvía loco al rubio.

-Buen chico - soltó su mejilla y despeino un poco su cabello, abrazándolo como a un animal herido y el fuera su salvador.

 

Un gran rubor apareció en la cara del menor, al sentir el abrazo de las enormes manos del rubio en su cabeza y espalda. No sabía que pasaba con su cuerpo, porque este se movió sólo correspondiendo el abrazo tímidamente, rodeando su cuello.

De algún modo sentía miedo pero no quería apartar ese calor de su cuerpo.

El enorme rubio al sentir las temblorosas manos rodear su cuello, sonrió complacido, y apretó más su abrazo, si ganaba su confianza jamás lo traicionaría y sería una de sus piezas triunfales en un futuro cercano.

-Doflamingo... - interrumpió Crocodile, un poco molesto por la escena.

Este se aparto y miro sus sonrojadas mejillas. Su sonrisa abandonó su rostro y miro atónito la hermosa cara del pequeño.

 

"No puedo esperar a que crezcas y hacerte mío jodido mocoso" pensó Doflamingo recuperando su sonrisa y relamió sus labios.

 

Vergo podía ver a través de la mente de su jefe, era un maldito pervertido, pero no esperaba que fuese un pedófilo. Bueno siendo el jefe de una de las mafias más poderosas del mundo y todos sus terribles actos de violencia, extorsión, tráfico de drogas, venta de órganos, y ahora rapto de personas, no le sorprendería que ahora se añadiera violación.

 

-Dime Alex-chan. ¿Te gusto? - pregunto tocando los labios ahora entreabiertos del pequeño.

-s... si... - murmuro apenado bajando su rostro entrelazando los dedos de sus manos.

-¡Oh! Al parecer te gustan los hombres, no eres tan distinto a mí. Fufufufufufu. - río encantado el rubio mientras cargaba al menor, alzando su barbilla con una mano para que lo viera.

-Bueno eso es natural. - interrumpió ahora Vergo poniendo una mano en su barbilla, como recordando algo importante.

-¡¿Como que es natural?! Es un niño, ni siquiera sabe nada sobre la diversidad sexual, aún no tiene conciencia de eso y menos si le gustan las niñas o los niños. - respondió totalmente a la defensiva Crocodile por la actitud del rubio y el comentario del pelinegro.

-Bueno después de todo soy su creador, es normal que sea bisexual como yo. - sonrió halagado el idiota rubio, al de la cicatriz.

-¡Sólo eres un pervertido nada más! No dejare que toques al niño, y menos por uno de tus idiotas caprichos, él es el único que ha resistido la maldita droga y la reinserción de memoria. - dijo más que furioso Crocodile, que se acercó al niño para apartarlo del rubio y sus sucias intenciones.

-¿Acaso son celos Croco-chan? - afirmo, más que preguntando, dándole el niño a Vergo y sonriendo pervertidamente.

-Señor, usted leyó el reporte de los sujetos de prueba. ¿Verdad? - dijo serio mirando como el rubio sometía fácilmente al pelinegro, y lo abraza por la espalda juguetona mente.

-Fufufufufufu, claro que no mi querido Vergo, no tenía caso si ninguno soportaba la letal droga. Pero veo que los subestime. - dijo divertido el rubio, lamiendo el lóbulo de la oreja de Crocodile. Este sólo se revolvía molesto tratando de apartar al pervertido rubio, que sólo buscaba tirárselo a como dé lugar.

-Joven Maestro...- suspiro el pelinegro de las gafas. - Debe saber algo sobre Alex-chan. - dijo algo incómodo. - El no es lo que usted piensa.

-¿Mmmm? - el rubio dejo su libidinosa actividad parar mirar incógnito a su subordinado con el niño en brazos.

-¿Eh? - Crocodile se zafo del abrazo del rubio, y miro lo interrogante también.

 

Notas finales:

Gracias por leer.

 


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