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HARD LIFE por Blanwhide2

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Notas del capitulo:

Gomeeeeeeeeen. Shinou! No puedo creer que este actualizando despues de mas de tres meses! 

-suspira... - va, va...

 

 

 

-¿Will? – lo llamo y no me responde; giro la perilla y abro la puerta un poco, con cuidado de no hacer ruido. Allí está él, sentado en medio de su cama, la cortina abierta al igual que la ventana; la luna luce muy grande desde aquí. Me centro en Will, se está abrazando a sí mismo… No, espera, tiene algo entre los brazos. Y es… ¿un portarretratos?   Tendrá la foto de su madre ahí, tal vez una de su padre. No, de su padre no puede ser. Porque…

 

 

Flash Back 

Al salir ya cambiado de mi habitación temporal me topé de lleno con el rubio, lo noté algo raro pero no pregunté nada. Me invitó a bajar y en la sala nos pusimos a platicar sentados cada uno en un extremo del sofá para cuatro. Entonces toqué el tema de su padre, no estoy seguro ni de cómo pero allí me encontraba yo, preguntando si es que conservaba alguna fotografía de su difunto progenitor. Yo y mi gran bocota, ¿eh? – No, no tengo ninguna, lamentablemente – ese tono neutral y su mirada melancólica… Traté de darle alguna especie de ánimo pero justo en ese momento una melodía muy bonita que no conocía nos sobresaltó. Will se disculpó conmigo y sacó un celular de su bolsillo derecho. Se puso de pie y me indicó que se trataba de un asunto personal por lo que iría a otra parte a hablar en privado. Yo solo asentí, incapaz de poner excusa alguna para que se quedara.

Se fue y quince minutos más tarde regresó, ahora mostraba un humor mucho más animado. Y estuvimos conversando por bastante rato. Aunque me quedé con la curiosidad de la identidad del dueño de la llamada. Había logrado un gran cambio en el rubio con apenas unos cuantos minutos de charla.

Fin Flash Back.

 

 

-¿Will, estás bien? – entro a la habitación y cierro la puerta, él gira la cabeza y se hace para atrás, - ¿qué tienes? ¿Te duele algo? ¿Por qué lloras? – no me responde pero le veo acercarse al extremo derecho de la cabecera de su cama y en un segundo me está apuntando con una… ¿espada? ¿!Y de verdad¡? – W-Will, ¿pero qué haces? baja eso ¡Puedes lastimar a alguien! – me mira con recelo, - Se está equivocando, mi nombre no es ¨Will¨. ¿Quién es usted? ¿Y qué hace en mi casa y en mi habitación a estas horas de la noche? - <<¿Pero qué es lo que le pasa?>>, doy un paso hacia su dirección, - no se acerque – amenaza, adelantando un poco la espada y el cuerpo, trago saliva, - e-está bien, pero baja eso, ¿puedes? -, - no hasta que me diga quién demonios es y que hace aquí – parpadeo confundido, - ¿de qué hablas? Soy yo, Yuuri y estoy aquí por qué te oí llorar, pensé que podías estar lastimado – doy otro paso, - ¡le he dicho que no se acerque! No conozco a nadie con el nombre de ´Yuuri´ y dígame como entró a mi casa -, << ¿!Pero que es esto¡? ¿Una broma pesada? >>, - ya estuvo bueno, Will, si estás jugándome una broma no es divertido – me mira serio, - ya le he dicho que mi nombre no es ´Will´ -, -¿entonces te digo William? - <<¿Será por el apodo todo esto?>>, niega con la cabeza, - ese es el nombre de mi difunto padre – Allí está, al menos un dato que si va con lo que yo sé, - lo sé, tú me lo dijiste cuando nos conocimos en la clínica – ahora me mira como si estuviera loco, - yo no lo conozco, joven, disculpe pero me debe estar confundiendo con otra persona -, - ¡No te estoy confundiendo con nadie! ¿!Y que es eso de joven¡? ¡Tenemos la misma edad! – sonríe burlón, - eso no puede ser, usted debe tener unos 17 años, yo tengo 13 - <<¿!Trece¡?>>, - ¿Cómo qué trece? Tienes diecisiete, Will. Al igual que yo – frunce el ceño, - ¿! Cuantas veces debo decirle que mi nombre no es William¡? – suspiro, - ¿entonces cuál es tu nombre? -, - ¿Por qué se lo diría a un completo desconocido? -, ¡estoy por jalarme el cabello!, - ¡Que ya nos conocemos! Aparte yo ya te he dicho el mío, soy Yuuri, Shibuya Yuuri – parece reaccionar ante el nombre, - tú… ¿eres el chico del examen? -, - ¿eh? ¿De qué hablas? ¿Qué exa… - parpadeo. Examen, ¿cuál examen? Si ni siquiera estudiamos en el mismo. . . Un momento, ¡lo recuerdo!

 

 

 

Flash Back.

 

Hace 4 años.

 

-¿Cómo lo has conseguido? – me preguntó Murata, yo le mostraba una hoja de papel fotocopiado con un gran 97 en la esquina superior derecha; mi examen final de matemática del último periodo de clases de ese año, estaba de lo más feliz sonriendo orgulloso. – Me costó mucho trabajo. Tuve que rogarle a la maestra mucho rato pero a las finales conseguí que me permitiera llevarlo a casa. Solo tengo que devolverlo mañana en la mañana – ese día habíamos tenido la última prueba que era la que tenía en la mano. El próximo día era la clausura del año escolar y la asistencia era opcional. Tendría que venir para devolver el examen pero valía completamente la pena con tal de poder restregarle la hoja en la cara al insufrible de mi hermano mayor. Con eso le demostraría que no necesitaba de su ayuda para aprobar en la escuela; eso le enseñaría.

-Vaya, pues felicidades, Shibuya – me felicitó mi amigo, sonriendo; asentí y me estiré, dando un bostezo en lo que un fuerte viento sopló de la nada agarrándome en pleno estiramiento. La hoja se me escapó, saliendo volando en el acto. Corrí tras ella a todo lo que me daban las piernas, iba en subida, alejándose rápidamente. Apuré el paso, desesperado por alcanzarla; y cuando ya la creía perdida una mano salió de la nada, atrapándola y desapareciendo con ella en un segundo. Disminuí la velocidad por un momento, entonces me percaté de que casi estaba en la cima de la pequeña colina contigua a la escuela, esa en la que había un gran árbol que se podía ver desde el tercer piso del edificio.

-Aquí tienes – dijo un muchacho con una capucha azul en la cabeza que no dejaba ver bien su rostro, principalmente sus ojos, llevaba el pantalón de mi escuela, extendiéndome mi examen cuando llegué a la cima, - muchas gracias – respondí, tomando la hoja de papel. Lo miré, había introducido sus dos manos en los bolsillos de su pantalón. No recordaba haber oído antes su voz. Sentí una suave brisa llegar y aferré el papel a mi pecho; él sonrío. Qué bonita sonrisa tenía. – S-soy Yuuri. Shibuya Yuuri – dije de la nada, tenía unas extrañas y espontaneas ganas de saber el nombre de esa persona, él abrió la boca cuando…

-¡Shibuya! – ese era Murata, llegando por fin a donde yo estaba, jadeante; voltee a verlo mientras se acercaba, - la atrapaste – comentó, - de hecho fue… - giré la cabeza de nuevo en dirección al desconocido pero ya no estaba ahí, - ¿eh? – di un par de pasos en esa dirección, - estaba aquí hace un segundo – balbucee, - ¿quién? -, - no lo sé, no lo conozco -, - bueno, tal parece que tendrás una deuda con ese extraño hasta que lo vuelvas a ver – bromeó; suspiré, - pero es que ni siquiera me dijo su nombre -, - ¿era bien parecido? –, - eso no viene al caso – sonrió, - ya lo sé, solo quería saber -, - Murata… - dije fastidiado, - ya, ya. Es mejor que nos vayamos, se hace tarde – miré el cielo y asentí. Y nos fuimos de ese lugar, platicando.

 

Fin flash Back.  

 

 

 

-¿E-eras tú? ¿Eras tú aquel chico de la capucha? – luce desconcertado y sin darme cuenta ya estoy frente a él, levanto y estiro mi mano, para tocar su rostro. Reacciona, - no… ¡no me toques! -, - ¡ay! – toco mi mejilla izquierda con mis dedos, los veo; hay sangre. Lo miro, vuelve a alejarse retrocediendo pero lo tomo de su mano libre, y la jaló, mirándolo fijamente, - eras tú ese chico – afirmo, - ¿por… por qué luces tan mayor? – forcejea para liberarse, suspiro y aprieto mi agarre, - ¿por qué estabas llorando? – sus ojos se agrandan ligeramente, están un poco enrojecidos y hay marcas de las lágrimas que ha derramado en sus pómulos, que están sonrosados - no es de su incumbencia - , - claro que sí, eres mi amigo, Will -, veo de reojo la espada en su otra mano, - ¿puedes guardar esa cosa? Me pone nervioso – mira su espada, - ¿por favor? -, - suélteme – lo libero y se pone de pie en un segundo, retrocedo asustado, - yo no tengo amigos, no los quiero -, ¿Qué responder a eso?, - todos necesitamos amigos, Will… - vuelve a fruncir el ceño, - y… ¿qué me dices de tus hermanos? ¿No son ellos acaso tus amigos? – baja la guardia, - co… ¿conoces a mis hermanos? – asiento, sonriendo, - Conrad me agrada y Gwendal me aterra – le veo esbozar una pequeña sonrisa pero se vuelve a tornar serio y me apunta de nuevo, - ¿acaso les has hecho algo? – trago duro y niego con la cabeza , - c-claro que no, jamás lastimaría a una persona a propósito – pero no la baja, - ¿me crees capaz de hacer algo como eso? – le veo a los ojos, - p… ¿por qué tienes la mirada tan triste? -, - ¿qué? -, - tus ojos… muestran mucha tristeza – mi comentario le ha sorprendido, y mucho al parecer, - por favor, deja de apuntarme – lentamente baja la espada, - ¿podrías guardarla? -, - ¿cómo sé qué no intentaras lastimarme si lo hago? – le miro incrédulo, - no soy esa clase de personas. Confía en mí, ¿sí? – no me responde y hay un pesado silencio los siguientes minutos. Finalmente la guarda, - ¿te sientas? – le invito, lo hace, me siento a su lado, - ¿me dirás por qué llorabas? – niega con la cabeza, y es cuando me percato de que el portarretratos que abrazaba se encuentra en la cama, lo tomo y lo miro, sorprendiendo al descubrir a una mujer joven, de cabellos celestes claros con una vestimenta peculiar, pero lo que más me llama la atención son sus ojos, totalmente blancos. Será acaso, ¿qué es ciega?

 

Will se percata de que lo he cogido y me lo arrebata con brusquedad, mirándome con recelo, - no lo toques. No vuelvas a osar tomar este cuadro -, - está bien, está bien. Lo siento – me disculpo, - ¿es por ella qué llorabas? – no hay respuesta, solo abraza de nueva cuenta el cuadro contra su pecho,   - ¿quién es? – insisto, - . . . -, - sé que quieres decírmelo – continúo, - no tengas miedo – me está mirando, un dejo de reconocimiento en sus facciones, sonríe levemente, sus ojos lucen un poco más tristes, - no te obligaré a decirme nada, solo quiero que confíes en mí -, - Susanna Julia – ahora soy yo el que no dice nada, - su nombre… era Susanna Julia -, - ¿era? – asiente, <<Oh no, ¡lo he hecho de nuevo!>>, - lo siento, ¡lo siento! No lo sabía, no pensé que… -, - está bien – me corta con suavidad, - tú… me recuerdas a ella – parpadeo y me señalo a mí mismo con mi dedo índice, - ¿yo? ¿en verdad? – asiente, - pero… no nos parecemos -, - no, no se parecen físicamente pero tu actitud… es como la de ella - no sé como debería responder a eso, - ¿eso es bueno? – sonríe, y luego ríe ligeramente, - sí, es muy bueno. Ella… fue mi ángel terrenal -, - y ahora es tu ángel de la guarda en el cielo – otra sonrisa y un par de lágrimas rodando por sus mejillas, - la extraño – susurra, - ¿se fue hace mucho? – el año pasado, el mismo día… de mi cumpleaños – me quedo pasmado, abro y cierro la boca sin saber si debo decir o no algo, - Will… - susurro, - no me llames así – se queja con la voz entrecortada, - pero… ¿por qu--? -, - el día de mi cumpleaños número 5 un par de hombres uniformados se presentaron en la puerta de mi casa… - contengo el aliento, <<no irá a decirme que…>>, - tomé la mala decisión de seguir a mi madre a la puerta. Al principio no entendí de qué se trataba todo eso. Esos dos señores parados, rígidos en la puerta de mi casa, uno de ellos cargando con un uniforme como si se tratara de una ofrenda que entregó a mi madre luego de una corta plática para después irse, no sin antes revolver ambos mis cabellos diciéndome que: ´lamentaban mucho nuestra perdida´. En ese momento pensé: ¿de qué perdida hablan? ¿Por qué vinieron esos hombres y no mi padre a casa? ¿Por qué solo le dieron el uniforme a mi madre? ¿Será que acaso ella debe lavarlo y luego esas personas volverán para llevárselo y que así mi progenitor vuelva con la ropa limpia y una gran sonrisa? – sonríe con un suspiro de resignación, - pensé en tantas cosas en esos pocos minutos hasta que noté que mi madre estaba llorando, abrazando con mucha fuerza el uniforme que le habían entregado. Recuerdo muy bien lo que hice al verla así – niega con la cabeza en ademán incrédulo, lo miro a la expectativa de que continúe, - tiré de su largo vestido y le reproché el que llorara por un simple uniforme, le dije que debía ser fuerte y esperar a que mi padre regresara para ponerse en ese plan y no antes, o, ´se le agotarían las lágrimas´ - sonríe apenas, yo no hago ningún movimiento, - ella se arrodilló frente a mí y me abrazó, susurrando: ´cariño, tu padre no va a volver a casa´, ¨¿Por qué?¨ le pregunté y ella dijo: ´porque ahora nos cuida desde otra parte, ¿entiendes?´ y volvió a romper en llanto. Yo seguía sin comprender el significado de esas palabras, pero supuse que ella lloraba porque lo extrañaría y entonces me enfadé – otra sonrisa, ahora un poco más grande, - le recriminé, diciendo: ¨deja de llorar, madre, si mi padre está bien aunque sea en otro lugar… Con tal que esté sano y salvo y nos siga amando, debemos alegrarnos. Y más si desde allá nos protegerᨠElla me miró, sonrió y limpió sus lágrimas, ´tienes razón, cariño, tienes toda la razón del mundo´; volvió a abrazarme y yo le correspondí el gesto. Pero esa noche… – le miro, mudo, - al entrar a su habitación; había tenido una pesadilla, la vi ahí, sentada en su cama con ambas manos en el rostro, llorando desconsoladamente mientras repetía una y otra vez el nombre de mi padre de una forma totalmente desgarradora. Salí de su cuarto, ella no me vio pero esa escena se grabó en mi mente… Así que… por eso, no me llames más así, ¿puedes? – asentí, - te lo agradezco – lo abracé, en un impulso, con fuerza; - oye… -, - ¿sí? -, - soy Wolfram, por cierto, Wolfram Von Bielefeld – asentí, apretando más su delgado cuerpo. – ¿Yuuri? – llama, - ¿dime? -, - gracias… -, - ¿por qué? -, - por todo – sonríe, - yo no hice nada. Gracias a ti por confiar en mí -, - no confío en ti -, - . . . ¿qué? -, - no confío en nadie -, - eso… eso es imposible – niega con la cabeza aún entre mis brazos, - ¿por qué? - , - eso… es algo que no puedo decirte -, - ¿por… qué? -, - porque… es doloroso recordarlo – un silencio prologando, - ¿te molesta que esté abrazándote? -, - no -, - ¿entonces por qué no correspondes? -, lo piensa y luego siento un movimiento, ahora me abraza también, - ¿no es mejor así? – no responde, y siento unas gotitas humedeciendo el cuello de la parte de arriba de mi pijama, - … Wolf - susurro, - lo siento – se disculpa y niego con la cabeza, - no digas nada. Solo… desahógate – y lo hace.

 

 

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Abro los ojos, sentándome con lentitud. ¿Acaso fue todo un sueño? Porque… estoy en la misma habitación de la que salí anoche para ir al baño y no recuerdo haber regresado aquí en ningún momento.

Me levanto y salgo del cuarto para ir al baño, mas a mitad de camino recuerdo que no estoy llevando mi cepillo de dientes; regreso a por él y nuevamente me encamino al sanitario. Al llegar, luego de cepillarme bien los dientes me miro en el espejo y es cuando la veo, la marca de un corte en mi mejilla derecha. La toco, es pequeña pero ahí está. Lo que significa que lo de anoche realmente sucedió.

-Quien diría que ya nos habíamos conocido –, sonrío, - Wolfram. Con que ese es su verdadero nombre. Wolf… Sí, ese nombre si le queda – suspiro, reparando en otra cosa. - ¿Por qué me habrá dicho que tenia 13 años? – me pregunto en voz alta.

-¿Mi hermano pequeño le dijo eso? – doy un pequeño salto por la sorpresa y giro el rostro, encontrándome con una sonrisa parecida a casi todas las que le he visto esbozar al rubio.

-Me asustaste, Conrad – me quejo, evadiendo su pregunta.

-Oh, lo siento mucho, Yuuri. No fue mi intención – se disculpa sin dejar de sonreír, - no hay problema – indico, sonriendo también. Asiente, volviendo a formular la pregunta con un tono más insistente.

-Bueno… sí, verás lo que sucedió fue que--… -, - anoche le escuchaste llorar, decidiste entrar a su habitación para ver qué le sucedía y él te dijo eso en algún momento – me corta, -s-sí … podría decirse que sí – me parece que es un muy práctico resumen (del resumen) de la plática que tuve con el ojiesmeralda.

- ¿Qué más te dijo? ¿Te apuntó con su espada antes o después de interrogarte? Porque ese corte que tienes en la mejilla me indica que te le acercaste demasiado. No tienes de qué preocuparte, Yuuri, mi hermanito no está loco, si te dijo aquello fue porque…

-Buenos días – el castaño calla al oír la voz de su hermano menor el cual ingresa y va de frente al lavadero abriendo la llave al llegar, cepillándose los dientes sin prestarnos mayor atención. Al terminar, luego de regresar su cepillo de dientes al mismo lugar del que lo sacó, se gira en nuestra dirección y, recostando sutilmente la espalda en el lavadero, se cruza de brazos y nos lanza una seria mirada.

- Buenos días – dice el mayor de los tres, sonriéndole; ambos me miran, - b-buenos días, W… Will – sonrío, por poco y lo llamo por su verdadero nombre.

- Háganme el gran favor de salir de aquí si no van a hacer nada más, voy a bañarme - declara, serio; el ojimarrón y yo asentimos y nos retiramos, con el ojiesmeralda cerrando la puerta a nuestras espaldas.     

- ¿No recuerda nada de lo que me dijo o pasó anoche? – le pregunto al hombre con el que camino ahora hacía mi habitación temporal, él niega con la cabeza, - ¿por qué? – inquiero, - porque, como le estaba diciendo…

 

 

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-¿Un… trauma? – repito, haciéndome mil ideas en la cabeza, Conrad y yo nos encontramos frente a la puerta del cuarto que estoy ocupando, - ¿siguió alguna terapia? – pregunto alarmado y preocupado, el castaño niega con la cabeza tranquilamente, - baje la voz por favor, no queremos ser oídos – asiento, avergonzado, - p-pero por qué no fue con un psicólogo, digo, todo trauma se cura con sesiones de terapia, ¿verdad? – digo en un susurro todo de corrido, - él no quiso; madre, Gwendal y yo respetamos su decisión – niego con la cabeza, incrédulo, - pero eso no está bien… ¿Fue hace mucho, cuando aún vivían en Alemania? ¿Fue producto de la muerte de su padre? Tú no… no me dijiste la razón, ni el año. ¿Hace qué tanto pasó? ¿Cinco años? ¿Diez? -, - él no va a decir nada más, Yuuri. Es inútil que sigas preguntando – trago saliva; la calmada expresión del hermano mediano no cambia en el momento en que voltea a ver a su hermano rubio, no puedo decir lo mismo de la mía, - W…Wi… -, - Guarda silencio. No es un asunto que te competa en absoluto – sonríe, lo que hace que me turbe, - baja y platica con Effe el tiempo que quieras, por favor – pide con un tono de voz increíblemente amable, fija los ojos en su predecesor en la línea familiar y dice, - ahora, hazme el favor de venir conmigo, Conrad – el mencionado asiente y sigue al rubio al interior de su habitación, la misma que él mismo cierra, no sin antes regalarme otra sonrisa como diciendo : ya puedes irte.  

Y al segundo siguiente me veo solo de pie al final de un largo corredor.

 

 

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-¿Crees que salió bien? – la sonrisa que le regalo le indica bien que sí, - tal y como esperaba que sucediera – anuncio, colocando mis dos brazos detrás mi cabeza, estirándome, - ¿qué? – pregunto al ver como me mira mi castaño hermano, - es imposible que planearás lo de anoche – suspiro, asintiendo, - en eso tienes mucha razón. Me descuidé demasiado pero nadie le dijo que entrara a mi habitación como si fuera un intruso – bufo, - sigo sin poder recordar las cosas que digo o hago en ese estado – dejo caer mis brazos a mis costados, y sonrío, - las cámaras de vigilancia realmente resultan útiles en estos casos – el castaño asiente, dando un par de pasos en mi dirección, - ¿sabes? Me parece que Yuuri es una persona de fiar – lo miro, serio, - que lo sea o no, no cambia el hecho de que no puedes hablarle más sobre mis ´extravagancias´. Ya me encargaré de él cuando llegue el momento -, noto un dejo de tristeza en su forma de mirarme el cual confirmo con su tono de voz, - no puedo obligarte a desistir pero sí puedo pedirte que hagas un esfuerzo por recapacitar. Date cuenta de que no solucionarás nada – sonrió de medio lado, de esa forma un tanto macabra que de vez en cuando me caracteriza, tomo mis brazos entre sí con mis manos tras mi espalda, balanceándome por un instante, antes de responderle - tienes razón, Conrad. No lo haré, te lo prometo. Esto se acabó – su expresión descompuesta por el asombro me hace reír, - Wolfram, no está bien que tú… -- -, - no, no estoy bromeando. Estoy cansado de esto, en verdad. Siempre he sabido que tienes razón y… se terminó – me abraza con fuerza, - es tan bueno oírte decir eso – pocas veces he oído su voz quebrarse, le correspondo el abrazo, aferrando mis manos a la espalda de su camisa, - pero aún así… yo… siempre voy a odiarlo, Conrad… Siempre -, suelto un sollozo, - shhh… Lo sé bien, hermanito… lo sé pero has tomado la decisión correcta -, ya no digo nada, no me siento con las fuerzas suficientes. Y una constante implacable me taladra la mente: ¨ No eres más que basura, Wolfram Von Bielefeld¨

 … Eso… lo sé muy bien.

 

 

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-¿Está bueno? – me pregunta Doria, con la cuchara de madera en la mano, asiento relamiendo mis labios, pero qué salsa para más deliciosa. Hoy habrá espagueti para el almuerzo; volví a perderme el desayuno pero está bien. Ahora es Sangría quien se me acerca con un tenedor y algunos fideos enrollados en él, Doria les echa un poco de la salsa encima y yo abro la boca gustoso, listo para otra deliciosa probada de la comida de estás excelentes cocineras. – ¡Delicioso! – celebro, no puedo esperar para que el reloj de las 2:30 p.m. Le doy un vistazo al que está ubicado en la pared contraria, apenas y van a dar las 10:00 a.m, suspiro derrotado.

 

Se escucha el sonido de la puerta principal siendo abierta y luego cerrada, seguido por el de unos tacos y luego el de una voz femenina anunciando su llegada de forma cantarina.

-          Madre… - escucho la voz de la persona que me mandó aquí, pero se oye diferente.

-          . . . ¿cariño? – se oyen dos pasos más de esos tacos, - ¿honey, en verdad eres tú? – ahora se oyen cuatro.

-          Soy yo, madre. Bienven-- -

-          ¡HONEY! – ese grito entusiasta me sobresalta.

Volteo a ver a las cuatro muchachas que tienen ahora una enorme sonrisa dibujada en el rostro, - ¿qué es lo que está pasando? – pregunto, desubicado.

-          Cheri – sama está en casa – responden todas a coro, riendo y arrastrándome con ellas al correr a recibirla.

-          Nos da gusto que haya regresado ya, Cheri – sama – exclaman al mismo tiempo.

Ante mí (y las chicas) se encuentra Wolf siendo abrazado por una hermosa mujer de la que sin lugar a dudas es una copia masculina y más joven. El parecido que tienen es simplemente increíble. Ella tiene que ser su madre.  … Pero claro que lo es, él mismo lo ha dicho hace menos de tres minutos.

Ugh, ¿pero qué me sucede? No suelo ser tan… un segundo, ¿la ´sexy queen´ llamó a Wolf, ´honey´?

 

 

-¿Honey? – repeto en voz alta, inconscientemente.

La hermosa mujer gira el rostro y me mira, sin dejar de aprisionar a su hijo entre sus brazos y su pecho.

-¿Are? ¿Quién es este apuesto jovencito, chicas? – interroga, formando una pícara sonrisa, no puedo evitar sonrojarme un poco al notar como me mira de pies a cabeza.

-Yuuri – san – dicen ellas, haciendo que me sobresalte, - es amigo del joven Von Bielefeld, Cheri – sama – el rostro de la mujer ahora muestra sorpresa, mucha sorpresa y al parecer incredulidad sumada a eso. Separa al rubio de ella y lo toma de los hombros.

-¿Es eso cierto, cariño? – le pregunta, mirándolo fijamente, - así es – afirma él, asintiendo y sosteniéndole la mirada a su madre, - él es Shibuya Yuuri.

Ella me mira nuevamente, Wolf la imita y es cuando escucho el ´nosotras volvemos a nuestras labores, bienvenida de nuevo, Cheri – sama ´; cuando volteo ya estoy solo y tengo a madre e hijo con sus atrayentes miradas clavadas en mí.

-¿Qué estás esperando, Yuuri? Ven aquí y preséntate como es debido – las palabras con tono de reprimenda por parte del rubio me hacen reaccionar; trago saliva antes de decidirme a seguir su consejo (que más ha sonado a orden) y acercarme con paso vacilante a él y a su madre.

-B-Buenos días, es un placer conocerla, mi nombre es Shibuya Yuuri – puedo sentir como me sudan las manos, siempre he tenido problemas al hablar con gente adulta, en especial si me ha causado una impactante primera impresión, y está de más decir que este es uno de los casos, sin lugar a dudas.

La bonita sonrisa que se extiende por su rostro me ayuda a relajarme, pero no lo hace el hecho de que extienda sus brazos y me abrace de la misma forma en que minutos atrás lo ha hecho con el último de sus hijos.

-Ah… ¡Me alegra tanto que mi Wolfie por fin haya decidido hacer amigos! ¡Y mira nada más que buen gusto tiene! ¡Eres simplemente adorable! – su alegre risa hace que me sonroje aún más de lo que ya estoy, ¡Qué alguien me ayude o me asfixiaré!

-Madre… - la voz serena del rubio me da esperanzas, - por favor, libera a Yuuri en este momento. No me agrada la idea de que luego pueda tener fantasías eróticas con tu persona – siento una gotita descender por la parte posterior de mi cabeza. ¡¿En serio ha dicho lo que he oído?!

-¡Soy un adolescente sano! – aseguro casi gritando en cuanto me veo libre del abrazo, él se encoge de hombros, - no he tenido intenciones de insultarte; prefiero prevenir antes que lamentar – la facilidad con la que lo dice y el completo hecho de que ignore mi mirada molesta sobre él me sorprende y hace que suspire, resignado. Este chico me sigue pareciendo tan raro y fascinante al mismo tiempo…

 

 

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-Hum… - un quejido suave sale de mis labios al momento en que me dejo caer en la cama del cuarto que en menos de 5 minutos estaré desocupando. Cheri-sama, como oficialmente me ha dado permiso de llamarla, nos dio la buena nueva una vez que hube dejado de discutir en una rara manera con su hijo. Su comentario de ¨¡Son tan lindos…!¨ Funcionó muy bien.

Nos hizo saber que había conseguido un permiso especial que le permitiría visitar a Wolfram en la clínica tres veces por semana, durante un máximo de 4 horas por día. La noticia hizo que el rostro del rubio se iluminara de forma angelical y la sonrisa perfecta que se estampó en su rostro contribuyó de manera excelente. La única desventaja era que, a razón de ese hecho el ojiesmeralda estaba obligado a regresar ese mismo día a la clínica y, obviamente, yo tengo que acompañarlo como su compañero y ´guardián´ aunque los papeles hayan resultado a la inversa.

-¿Ya tienes todo listo? – pregunta una voz que ya me es más que conocida.

-Sí, ya lo he guardado todo. No te preocupes – lo tranquilizo desde mi cómoda posición horizontal en la cama.

-Muy bien – se produce un corto silencio, - tengo que decirte algo – me levanto con ayuda de mis codos, el tono serio que ha usado no pude indicar nada bueno, lo presiento.

-¿Qué sucede? – pregunto, intrigado y me siento helar al ver que el rubio está muy cerca de mí. Mala idea el haberme recostado con las piernas abiertas, él está en medio de ellas.

Separa los labios apenas, mostrando un pequeño espacio del interior de su boca, como si me incitara ha… Se acerca un poco más. Trago saliva. ¿Qué es lo que está pasando? Lo tengo prácticamente encima de mí y mi cuerpo no me ayuda al quedarse completamente rígido. No es posible que esté por dejar que…

Une nuestros labios. Está pasando. Realmente está pasando. Wolfram me está besando. Un hombre me está besando y se siente perturbadoramente bien. Sus labios son aún más suaves de lo parecen y me transmiten un calor como ningún otro. Intenta separarse pero no se lo permito al colocar mi mano derecha en su cuello y atraerlo de nuevo hacia mí. Esto está mal. Muy, muy mal. Sin embargo mi cuerpo no parece estar de acuerdo con mi mente; invierto nuestra posición inicial. ¿Cómo me las he arreglado?, eso ni yo lo sé. En todo lo que me puedo concentrar en estos momentos es en la deliciosa sensación de mis labios sobre los suyos. Siento una inusual fuente de calor en mi zona baja y el jadeo que acabo de escuchar no ayuda a que disminuya; todo lo contrario.

Wolfram se remueve, claramente tratando de detener todo esto pero aún si mi razón me indica que se lo permita, mi cuerpo está en total desacuerdo. Posa ambas manos en mi pecho, e intenta apartarme. Es fuerte, no lo niego, pero en estos momentos tengo ventaja. Lo tomó por ambas muñecas y las coloco sobre la cama, a ambos lados de su cabeza; separándome de él. Y como consecuencia enfrentando su mirada estupefacta.

-Esto no… no debía ser así… - sus balbuceos me resultan adorables y ese ligero sonrojo en sus mejillas… Está jadeando aunque trate de ocultarlo.

-Robaste mi primer beso. Te devolví el favor – sus ojos se agrandan, en muestra de clara sorpresa.

-¡Suél… ¡Suéltame! – demanda pero niego con la cabeza, - lo siento, Wolf, pero necesito probarlos una vez más - ¡maldición! ¡Cerebro, toma el control de una vez! ¡Mi cuerpo se está sublevando en un mal momento!

-¡No! ¡Maldición, libérame en este instante! Deberías… ¡Debería-- - volver a besarlo es una manera totalmente efectiva de callarlo. Con el paso de los segundos mi mente está coordinada correctamente con mi cuerpo lo suficiente como para que me permita deshacer mi agarre en las muñecas del rubio mas no lo suficiente para separarme de la cálida cavidad ajena. Ugh… Me siento como un pervertido al estar disfrutando esto…

El suspiro que logro oír me da una vaga idea acerca de que el ojiesmeralda no lo encuentra desagradable tampoco. Después de todo fue él quien comenzó.

Finalmente me separo definitivamente de él.

- Yuuri… - Ahh… siento ese calor aumentar y empezar a materializarse entre mis piernas…  Pero es que… mi nombre pronunciado de esa manera…Joder,  ¡¿Qué demonios me pasa?!

- Quítate… - mi ensimismamiento me impide oír las palabras del menor de los hijos de Cheri-sama. –¡Quítate! – el grito de la misma palabra me sobresalta tanto que al albino se le hace más que sencillo el empujarme con brusquedad, haciendo que termine en el suelo. Por un momento se me ocurre que va a golpearme y romperme algún hueso pero muy por el contrario no hace más que ponerse de pie, planchar sus ropas con sus manos, arreglarse el cabello del mismo modo y expresar con tono frío e indiferente, - ya es hora de irnos.

 

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To be continue...

Notas finales:

Corto... Corto... Gomen!


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