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HARD LIFE por Blanwhide2

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Notas del capitulo:

 

Aclararé que la parte en negrita es el aviso de uno de los doctores que está en la sala uwu...

 

Y el espacio grande es cambio de narrador, por así decirlo. Pruebo con dos narradores, veré como me va nwn...

 

Kyou Kara Maou no me pertenece, es propiedad de Tomo Takabayashi. Solo tomo a los personajes con fines meramente de entretenimiento.

 

Disfruten del segundo capítulo.

 

Y por cierto, le agradezco a Amai Ame por su review nwn  

  

 

-          Espere un momento aquí – la indicación del doctor me hace volver a la realidad, me siento en la banca indicada, él abre la puerta que está al costado y entra; espero por un aproximado de 15 minutos y, aburrido, me pongo a ver a las personas a mi alrededor, veo doctores, doctoras, enfermeras, pacientes, pero lo que me llama la atención es que cerca de mi hay 5 niños jugando, tres niños y dos niñas, se ven muy alegres y conversan, recorro un poco más el lugar con los ojos y mi vista se planta en una pequeña, piel morena, de lindos rizos cortos y castaños, la noto observar a los otros niños, siento que quiere acercárseles pero no lo hace, podría ser que le da miedo, miedo a que la rechacen, me levanto y voy hacía ella, ni siquiera lo nota hasta que ya estoy a su lado, -¿puedo sentarme? – le pregunto, dedicándole una de mis típicas sonrisas, me queda mirando y sonríe de vuelta con timidez, asintiendo. - ¿Por qué no juegas un poco con los demás niños de por allá? – le cuestiono directamente, en otras circunstancias me tomaría mi tiempo, haciendo preguntas con ninguna relación al tema que quiero tocar hasta que sienta que estoy en confianza con la persona, pero está vez se trata de una niña, una niña pequeña y no le veo sentido a hacerlo; niega con la cabeza y la veo cohibirse en su asiento, encogiendo un poco los hombros y acomodándose más al fondo en la banca, suspiro y le dirijo una pequeña sonrisa, la cual responde de la misma forma, -¿estás segura?- le pregunto y ella niega la cabeza de nuevo inmediatamente, -entonces ve- la animo, ella duda, -no van a hacerte a un lado- le aseguro, -¿está seguro?- pregunta, -lo estoy, completamente- vuelvo a sonreírle y consigo convencerla, se pone de pie y me sonríe grandemente, antes de correr con dirección a los otros niños, quienes la reciben abiertamente, me quedo en mi lugar viéndolos jugar a todos, ahora ella luce tan feliz como el resto y me alegra, aún sin saber por qué, después de todo la niña no es nada mío, de pronto la veo girarse y dirige su vista a donde me encuentro, veo otra sonrisa aparecer en su infantil rostro y alza la mano, exclamando ¨!Arigatou, oto – san!¨ , mientras la agita; sus palabras me sorprenden enormemente, no sé si es por el título que deliberadamente me ha dado o por el hecho de que no me ha molestado y que muy por el contrario incluso podría decir que me hizo sentir feliz, afortunadamente la voz del doctor que por fin sale de la habitación me quita la posibilidad de ponerme a pensar en ello, me levanto antes de que vuelva a llamarme y cruzó deprisa para que me note, - pase, por favor – me pide y se aparta, entro, mirando hacia el frente y con la barbilla en alto, como siempre debe ser. El lugar es más grande de lo que imaginaba, casi el triple de un aula de clases, -puede caminar un poco hasta que lleguen los pacientes restantes- me indica, le veo de lado y asiento, comienzo a pasear, es en ese momento que reparo en un hombre que me parece conocido y que me está observando con un grueso libro en una de sus manos, el color de su cabello es inconfundible, tiene que ser él; se acerca a donde me encuentro, parándose frente a mí, de la misma forma en que yo lo hago casi al instante, nos miramos a los ojos durante segundos, - Wolfram Von Bielefeld – anuncia, - Günter Von Christ – declaro, -¿qué es lo que haces aquí? – me pregunta, - te lo diría si lo supiera -, por lo que noto mi respuesta no le agrada ya que le veo fruncir el ceño y no hago más que sonreír ante eso, - no estoy mintiendo, no podría ante mi mentor de modales desde los 3 años – agrego, sin poder ocultar el tono burlón de la última parte, - ¿Cómo esta Lady Cecile y tus hermanos? – cuestiona de la nada y me torno serio, - ellos se encuentran en perfectas condiciones – le aseguro, - pero… dígame, ¿qué hace usted aquí? – ahora pregunto yo, - me temo que esos son asuntos personales – me responde, - comprendo- digo yo, - en ese caso no lo molesto más- me dispongo a continuar mi recorrido pero él se interpone, - muy por el contrario, me gustaría platicar contigo un poco más – su petición me extraña pero la acepto, no sin antes pedirle como favor que no le diga mi nombre a nadie, no pregunta por qué y me hace una sugerencia que por mucho que no me haga gracia, la prefiero a que revele quien soy. Saco el tema de la obra que tiene en la mano y me dice que se trata de la obra ´El Conde de Monte Cristo´, me sorprendo, pregunto si se trata del libro completo y me afirma que lo es, le confieso que ya he leído la obra pero solo hasta el penúltimo volumen ya que el final no pude hallarlo, amablemente y para mi sorpresa se ofrece a prestármelo en cuanto lo termine; le sonrío, la idea de completar el libro me emociona.

Es en ese momento en el que el sonido de algo chocando contra el suelo llega a nuestros oídos, ambos volteamos la cabeza hacía el lado del estruendo. El objeto que se ha roto es un pequeño florero blanco y negro, que estaba al costado de la puerta y por la cual acaban de ingresar tres personas, dos son hombres, la otra, mujer. 

El culpable, obviamente, es el chico que tiene la mano detrás de la cabeza, está riendo con notorio nerviosismo y que, además, los otros dos recién llegados han ingresado conversando. No me molesto en ver al sujeto por más de unos segundos. Al volver la vista al lugar en el que están, ahora, los pedazos del florero, una pareja de niños está recogiendo las flores esparcidas por el suelo; sonrío y cuando acaban y giran, felices, cada uno con media docena entre sus brazos, mi sonrisa solo se amplía. No demoro en percatarme que para cada flor en brazos de la niña hay una pareja en brazos del niño, pero, curiosamente, la roja en brazos de él, se reemplaza por una amarilla en los de ella; suspiro y el sutil comentario de quien está a mi lado me hace recordar que tengo compañía, - te trae recuerdos, ¿no es así? -, - sería tonto negarlo -, sonríe ante mi respuesta, - me alegra ver que mis clases te sirvieron después de todo – dice orgulloso, - de otra manera todo el tiempo en que me martirizó no sería más que un insoportable recuerdo -, opino; prefiere ignorar mi comentario, le miro de soslayo, - ya regreso – me anuncia y veo como se aleja tranquilamente, me encojo de hombros y me siento cerca de la ventana antes de percatarme de que hay un libro en la mesa de al lado, está cerrado y ya que nadie parece interesado en tomarlo, y Günter es más que probable que demore, opto por cogerlo y lo ojeo, la carátula pone “Ollantay”, busco el autor mas es anónimo, recuerdo haber oído sobre este escrito, vagamente pero si no mal recuerdo es una historia de un amor fallido o algo semejante, sin nada que hacer, abro el libro y empiezo a leerlo, pero solo concluyo una página cuando me veo interrumpido por el pequeño de antes, está frente a mí, sonriendo con algo de timidez, lo miro intrigado y él me extiende la única flor que le queda, la cual es roja; la recibo, él ríe ligeramente y como respuesta le sonrío. Se inclina, no estoy acostumbrado a gestos como esos pero ya los había recibido un par de veces en el pasado, le imito en menor medida y una vez se endereza, le acaricio la cabeza, vuelve a reír y se retira; yo vuelvo a mi libro. … Me siento incómodo, me están observando, nunca me ha gustado que me miren mucho, en especial cuando estoy leyendo o estudiando. En la escuela ya era costumbre pero en este nuevo lugar… suspiro, cierro el libro y busco a quien me mira, le pediré que deje de hacerlo y espero me haga caso.   

 

 

                                                                                
















Sus ojos se encuentran con los míos, <<Oh, no>> pienso al verlo levantarse y caminar hacía donde estoy, a pesar de que desvié mi mirada tan pronto se dio el cruce, eso no evitó que lo notara.

Busco disimuladamente a mi amigo en busca de algún tipo de ayuda y recién en ese momento es en el que reparo en que está hablando con la mujer con la que ingresamos; ya está a solo unos metros de distancia cuando una pequeña me ala del pantalón, la miro y ella me extiende una linda flor amarilla, la tomo con una de mis manos y la pequeña me sonríe grandemente y luego se va. Nuevamente nervioso miro de reojo por donde venía el muchacho y me doy con la sorpresa de que se ha detenido y ahora mira fijamente la flor de un intenso color rojo que tiene en su mano; le veo esbozar una sonrisa pero… hay algo raro en ella, no sé la razón pero me parece que no es autentica y ahora que lo recuerdo este chico se me hace conocido, es solo que no recuerdo de donde. <<Es… muy atractivo>> pienso, y de inmediato sacudo la cabeza, ese tipo de pensamientos no están bien. Se da la vuelta y regresa a la mesa junto a la silla en la que había estado antes de que se percatara de que lo estaba mirando pero no se sienta de inmediato, en su lugar, se queda parado, mirando por la ventana; de espaldas, su cabello capta toda mi atención, es rubio y parece resplandecer como el oro con los rayos del sol. Ahora soy yo quien mira su flor y comparo su color con el de la cabellera del muchacho, extrañamente similar.

Al cabo de unos minutos se vuelve a sentar y por más que lo intento no puedo separar mis ojos de él.- ¿Disfrutando de la vista, Shibuya? – me pregunta de la nada una voz que me hace saltar, y voltear a verlo, - veo que ya acabaste de hablar – recrimino algo enojado, no pienso responder a su pregunta; sonríe nada afectado, - la doctora Anissina tiene una teoría bastante interesante sobre el origen de la humanidad, ciertamente, pero dime, ¿acaso te interesa aquel muchacho?- me pregunta, debo tener la reacción que esperaba porque no tarda en agregar – porque de ser así, admito que no tienes malos gustos, amigo mío – frunzo el ceño, - Murata, te he explicado muchas veces que no tengo problemas con tus preferencial sexuales y las respeto, pero yo no y repito no soy gay – él asiente y se levanta, - entonces no te importará que vaya a ligar un poco con él – dice con todo el descaro del mundo, - claro, porque esa tentación andante debe ser excelente besando – añade, haciendo que sin querer mi cerebro imagine una escena de mi amigo besando posesivamente al rubio y lo que es más, siendo libremente  correspondido; el estomago se me revolvió, - y ni que decir de… - , - bien, bien, ya es suficiente – le interrumpo, él vuelve a sonreír, - no creo que debas ir… podrías asustarlo – opino, se encoje de hombros, - ya veremos – responde, - Shibuya Yuuri – escucho una voz masculina melosa que me hace sudar frío, - diviértete – me desea con un claro tono burlón y se va. Antes de que pueda hacer siquiera un ademán para detenerlo, el recién llegado ya está al frente mío, luce diferente, ha de ser por el hecho de que su cabello está amarrado en una coleta y le da un aspecto más joven, sonrío incómodo, - hola, Günter – le saludo, el hombre no demora en iniciar una plática conmigo, si es que se le puede llamar plática al hecho que él me hable mientras yo asiento cada cierto tiempo, simulando que escucho cuando en realidad el 98% de mi atención está centrada en Murata, quien por cierto acaba de llegar a donde se encuentra aquel chico rubio. Parece que perturba su lectura, puesto que alza la mirada hacía mi sonriente amigo, él no pierde tiempo e intercambian algunas palabras, y luego se sienta frente a él. - ¿No te parece? – pregunta Günter de la nada y no tengo ni idea de sobre qué me ha preguntado.     

 

 


















 

-Ya veo el por qué faltó a la entrega de calificaciones finales – comenta y me siento helar, << acaso él… >>, - ¿me conoce?- pregunto, aparentando indiferencia, - estoy empezando a hacerlo, pero lo había visto muchas veces en la escuela – es su respuesta, acompañada de otra sonrisa como cuando llegó. – Comprendo bien… - digo, - escuche…-, - Murata Ken – me interrumpe y asiento. – Escuche, Murata Ken, voy a pedirle un favor – le anuncio directamente, no dice nada, por lo que prosigo, - le agradeceré mucho si es tan amable de no comentar con nadie que me conoce fuera de aquí y… no le diga a nadie mi nombre – me mira extrañado, - por favor -, - por supuesto, no será ningún problema joven Von Bielefeld, pero entonces, ¿cómo debo llamarlo? – lo fácil que ha accedido me sorprende pero es más que obvio que algo me pedirá; aclaro mi garganta antes de responder, - llámeme William, William Von Bielefeld - , - perfecto entonces, Von Bielefeld  William – sonríe, - el nombre no le queda nada mal – opina, - le agradezco el cumplido – respondo, sonriéndole, y es cuando toma mi mentón con una de sus manos, mirando fijamente los ojos, - tiene unas hermosas esmeraldas por ojos – alega, acercando su rostro al mío, no estoy nada sorprendido, ya había notado algo extraño en este sujeto. Coloco mi mano entre nosotros justo a tiempo; me suelta, - lo siento pero no me interesan los hombres – le explico y me mira nada convencido, - no es necesario que se apene, la aceptación siempre es difícil – sonrío, - puede que tenga un aspecto jodidamente afeminado, pero de eso a que me atraigan otros varones hay una abismo de distancia – le aclaro, siempre con un tono sereno y manteniendo una mirada perfectamente neutra, analiza mis facciones atentamente y luego suspira, - entiendo, le pido me perdone por mi pasado atrevimiento, es solo que como en la escuela se la pasó rechazando a cuanta chica se le declaraba e incluso a la más popular la mandó a rodar… -, - espere un segundo, yo siempre cuidé mi forma de negarme  a sus peticiones, no tenía por qué ser maleducado… aunque aún así continuaban tras de mí… - hice una mueca de resignación mientras suspiraba, - es por eso que creí que era homosexual, lo siento - , - no te molestes, pero debo suponer que no es el único que lo pensaba o lo piensa – asiente y sonrío de medio lado, era de esperarse, - sin embargo… de algo puedo estar seguro – le miro expectante, por favor que esté equivocado en lo que pienso que dirá – y es que algún problema mental grave o trauma has de tener para que estés aquí… ya que voluntario no eres – está totalmente en lo cierto, - me asombra su capacidad de notar lo obvio – le espeto con sarcasmo, no lo quiero cerca de mí, - vaya reacción… y… me atreveré a suponer que es de carácter sexual – me obligo a mantener la compostura, no debo dar señales de que está en lo correcto.

 

¡Atención, por favor ¡Ya es tiempo de dar inicio a las presentaciones, sean tan amables de buscar a la persona con la flor del mismo color que la suya.

 

Ambos nos ponemos de pie, me muestra su flor, es de color morado, y sonríe, - fue un placer hablar con usted, William – pronuncia el nombre con cuidado y se aleja a buscar a su pareja, suspiro internamente y me vuelvo a sentar, nadie tiene una flor que sea pareja de la mía, así que supongo que estaré por mi cuenta; tomo el libro una vez más y retomo la lectura en donde me he quedado.

 

 

 

Continuara...

Notas finales:

Espero les haya gustado nwn. 

 

Y por cierto, con lo que es titulo, la primera parte seria escrito por Yuuri y la segunda de Wolf XD


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