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AL FINAL DE LA NOCHE por Amaya Kurau

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Capítulo XXIV

Desconcertante

Caminó lentamente por la vereda. Sus pasos resonaban al golpear contra los adoquines fracturados del piso. Los muros blancos a ambos lados del camino estaban derrumbados y poco a poco iban quedando atrás mientras avanzaba y se dirigía hacia la colina. De hecho todo a su alrededor estaba en ruinas.

Pronto aparecieron los árboles secos que se erguían cual figuras siniestras hacia un cielo gris y podía escuchar a la perfección el viento colarse entre sus ramas y hacer un particular murmullo.

Nuevamente se encontraba aquí. Pero a pesar del lúgubre aspecto del lugar, no tenía temor. No podía tenerlo cuando este lugar era su más persistente recuerdo.

Cada vez que acudía lucía algo diferente. En esta ocasión el número de lápidas había aumentado considerablemente, pero aquel ataúd seguía ahí, intacto, negro y con remaches en plata bajo el gran árbol.

Por primera vez se sintió realmente atraído por el y comenzó a subir por entre las lapidas, algunas de las cuales crujían ante su peso.

Con dificultad logró subir el montículo. Se inclinó y examinó atentamente el sitio.

-   ¿Zero?

 Ante el sonido de esa voz, se incorporó y giró de inmediato.

-   ¿Ichiru? -. Allí estaba su gemelo, quien portaba aquella mascara y le sonreía.

-   ¿De nuevo aquí hermano?

Zero lo miró sin decir nada. Justo en ese instante un viento ligeramente más fuerte trajo consigo una lluvia de pétalos de flor de cerezo.

-   ¡Zero, has venido! 

Ante esa otra voz sintió que su corazón le dio un vuelco y se miró hacia el extremo contrario a donde se encontraba Ichiru.

-   Yu…ki -. Dijo vacilante.

La joven estaba allí, no la Yuuki Cross escolar que recordaba de ese lugar, sino la real, la Yuuki Kuran sangrepura de pelo corto, con el mismo vestido que la vio la última vez y con alas de mariposa.

-   ¿Tu… también estas aquí? – Zero sintió como en su garganta se formó un nudo. Tenía ganas de llorar.

-   Tonto… por supuesto que también estoy aquí.

-   ¿Cómo… es posible?

Bajó trastabillando entre las lapidas y cuando estuvo frente a ella, la abrazó con fuerza.

-   ¿Qué cómo es posible?... -. A su espalda preguntó Ichiru sonriendo. Zero se separó de Yuuki y se giró hacia su hermano. - Pues es obvio. Creí que ya lo sabias. Éste es tu lugar; aquí reside la esencia de seres fundamentales para ti y también aquí se encuentran tus más profundos secretos.

Zero giró el rostro y miró el ataúd negro. Nuevamente experimentó aquella inexplicable atracción. Fue entonces que sintió algo suave rozar sus dedos. Miró hacia abajo y  sonrió. Un hermoso lobo negro estaba frotándose la cabeza contra su mano.

-   Hola –. Se sentó en cuclillas y lo abrazó por el cuello. El animal comenzó a frotar su hocico sobre su cuello, su mejilla y sus labios, y luego lo miró a los ojos. El cazador sonrió ante ese borgoña.

-   ¿Zero?… -. Fue Yuuki quien ahora lo llamó. Levantó el rostro hacia ella. La joven tenía un brillo de preocupación en los ojos. - ¿Lo sabes no es así?...

-   Sabes que está llegado el momento… -. Concluyó Ichiru, quien se retiró la máscara dejando ver, a diferencia de Yuuki, una expresión tranquila.

Después de eso, Zero miró de nuevo el gran árbol y luego al ataúd aprisionado en éste. En ese momento por primera vez sintió la necesidad de abrirlo y ver por sí mismo aquello que lo atemorizaba desde hace mucho. 

Sin más dejó de abrazar al lobo y se incorporó, sin embargo apenas dio un paso, el lobo intentó detenerlo aprisionando entre sus dientes el extremo de su cazadora.

Zero lo miró a los ojos, ¿Por qué quería detenerlo?

-   Lo siento -. Le dijo. Entonces el lobo lo dejó ir.

Volvió a trepar por el montículo de lápidas y una vez estuvo en la cima, comenzó a levantar dificultosamente las raíces del gran árbol. Una a una las alejaba pesadamente y sus manos extrañamente, aunque no sentía dolor, iban sangrando y sanando al mismo tiempo, pero antes de que sucediera eso, podía ver como su sangre caía y se filtraba por los resquicios del ataúd. Sin embargo no se detuvo, y después de un rato, todas las raíces que aprisionaban el ataúd fueron retiradas.

Luego, tomando impulso logró sacar el ataúd atrayéndolo hacia sí, cuando éste fue liberado, las raíces del árbol volvieron a incrustarse entre los escombros de lapidas.

Zero miró el ataúd y luego sus manos, estas habían sanado completamente. Dudó un instante y entonces tocó la tapa.

-   ¿Estás seguro?  

Sobresaltado por el sonido de aquella voz, levantó la vista y la vio. Shizuka se encontraba sentada en una de las ramas del gran árbol. Lo observaba directamente. Su pelo ondeaba debido al viento y hermosos pétalos de cerezo comenzaron a caer como si fuera una lluvia.

-   ¿Tú?, ¿Qué haces tú aquí? -. Ella no respondió.

-   No habrá vuelta atrás, cazador-san… 

Un nuevo sobresalto y miró a su izquierda. Sobre unas lapidas estaba sentada Sara, quien le sonreía arrogantemente mientras jugaba con una araña entre sus dedos.

-    ¿Tú también?

-   Ya te lo dijo tu hermano.

-   Tú mejor que nadie deberías saber qué hacemos aquí.

-    Además, ¿tienes miedo cazador-san?

-   ¿Temes a lo que hay dentro, mi pequeño?

Zero guardó silencio. Las dos mujeres le sonreían con suficiencia. Entonces frunciendo el ceño, tomó la tapa del ataúd y decididamente la levantó…

 

La luz golpeó fuertemente contra sus retinas lastimándolas y le hizo cubrirse inmediatamente con el antebrazo.

Permaneció así unos minutos hasta que finalmente suspiró y descubriéndose miró hacia la ventana. Cierto desconcierto se reflejó en su rostro. Había sentido una clara molestia en los ojos y no entendía por qué. Aún era temprano y los rayos del sol que se filtraban por la ventana eran muy sutiles.

Lanzando de nuevo un suspiro se incorporó de la cama, pero antes de ir hacia el closet observó su mano.  

Había sido un sueño, nuevamente un sueño. Sólo que esta vez no había sido uno de los que últimamente lo aquejaban, sino uno que hacía mucho tiempo no tenía. De hecho sólo unas pocas veces había soñado con él pero ya formaba parte de sus recuerdos.

No comprendía bien a bien lo que significaba o por qué motivo lo tenía, ni el ambiente que lo rodeaba; pero en él podía ver a Ichiru y Yuuki de una manera diferente a simples recuerdos y por eso le era preciado.

La primera vez que lo tuvo era sólo un niño. Había acompañado a su padre a la asociación sin Ichiru ya que éste nuevamente estaba enfermo. Era la primera vez que entraba a ese lugar y su padre que había tenido que atender algunos asuntos extra, lo dejó en la biblioteca. Sin embargo, aburrido y guiado por su curiosidad y una extraña sensación de atracción, llegó hasta la cámara donde se resguardaba la caldera del metal madre.

Nadie se percató de su intrusión, pero él se había quedado tranquilamente dormido sobre el piso cerca de la caldera y había soñado, lo recordaba a la perfección. A su alrededor no había destrucción como ahora. Sino que un lago inmenso bajo la colina reflejaba el azul del cielo y en una de las orillas, algo retirado, lo que parecía ser un pueblo.

También había más vegetación, entre ella varios arbustos de rosas azules en floración. El árbol, un enorme cerezo, tenía varios botones rosados entre sus ramas; y al pie de éste, cubierto y aprisionado por algunas de las raíces, estaba el ataúd.

Sentada en un extremo de éste, estaba una mujer. Sólo la vio esa vez, pero no pudo ver su rostro o al menos no lo recordaba, lo único que guardaba en su mente de ella, era la mano que había extendido hacia él.

La segunda vez que lo soñó, fue cuando llegó a vivir con Cross; e igual que antes, lo recordaba a la perfección. El lugar era el mismo pero el entorno había cambiado, la destrucción era evidente. El árbol se encontraba seco pero el ataúd permanecía intacto. Era invierno y los copos de nieve caían incesantes.

Había sentido temor de estar ahí pues era consciente de lo desolado del lugar y quiso retroceder y salir corriendo. Pero entonces, algo había atraído su atención. Un lobo negro lo miraba un poco retirado. Por un memento temió que lo fuese a atacar, pero el lobo sólo bajó la cabeza y avanzó con cautela agitando un poco sus orejas. Él se sintió aliviado y dejó que se acercara, pero éste se detuvo a una distancia prudente; aun así lo había reconocido. Era el mismo lobo que había visto rondando en las cercanías de su casa semanas antes de que Shizuka los atacara. El mismo que le gustaba.

A partir de sé día. Ese lobo fue recurrente en ese sueño y desde entonces permaneció como parte de ese lugar. No sabía porque estaba allí, pero aun así era reconfortante verlo.

La tercera vez sucedió tiempo después de que Yuuki y Kuran abandonaran la academia. Cuando él luchaba con la culpa y con la terrible sed que lo aquejaba, tanto que la única manera de saciarla y mantenerse cuerdo, era cazado a los nivel E.

Ahí el sueño cambio aún más. El lugar se había vuelto más gris: el cielo encapotado, el gran sakura seco y decenas de lapidas apiladas en su base. El ataúd como siempre era el mismo y permanecía intacto, sellado y apresado por las raíces y mirarlo le provocaba cierta inquietud y temor.

Pero aun a pesar del ambiente, dos presencias se habían anexado; una era su hermano que era quien ahora se mantenía sentado al pie del árbol y sobre el ataúd y sólo a su alrededor bailaban pétalos de flor de cerezo. La otra presencia era la de la Yuuki que hasta entonces había conocido. La niña despistada, energética y gentil, y que era importante para él pero que había muerto y la extrañaba. El lobo también seguía ahí, a lo lejos observando.

Y ahora, esta era la cuarta vez y la más extraña. Era la primera vez que en verdad había deseado abrir ese ataúd, de hecho lo había hecho, pero simplemente se despertó antes de ver su interior. Lo más desconcertante de todo era que Shizuka y Sara estaban ahí, al igual que Ichiru y Yuuki.

Estos le habían incitado a abrir el ataúd, pero en contraparte las sangrepura habían intentado disuadirlo, incluso el lobo negro que nunca se había acercado a él, esta vez lo había hecho portándose dócil, pero también había intentado detenerlo. ¿Qué había dentro de ese ataúd? ¿Qué significado se escondía detrás de ese sueño?

Dejando de lado sus cavilaciones, levantó la vista y miró hacia la puerta. Tenía una visita.

-   Adelante, sensei.

La puerta se abrió de inmediato y en el umbral apareció Yagari. Vestía un traje sencillo, tenía el ceño fruncido y traía una carpeta consigo. Zero sonrió internamente, sin preguntarlo ya sabía a qué había ido su maestro.

-   Podrías no hacer eso mocoso y dejar que termine de llegar.

-   Está bien sensei, no hay problema.

-   No, no está bien, al menos esto no está bien -. Dicho esto, levantó la carpeta frente a Zero, quien la tomó. - ¿Me podrías explicar qué diablos es este informe?

Como siempre, Yagari directo y sin delicadezas. Zero le sonrió y miró la carpeta. No había necesidad alguna de ver su contenido ya que él mismo lo redactó.

-   Es la explicación de lo sucedido.

-   ¿Y a quien pretendes engañar?. Hace días cuando vine no quisiste hablar sobre el tema y dijiste que te ocuparías del asunto y ahora me encuentro con esto. ¿Por qué diablos estas asumiendo la responsabilidad de lo ocurrido con esos nivel E cuando tu no tuviste nada que ver?

-   Lo siento sensei, pero esto fue lo que sucedió. También he enviado el mismo informe al senado.

-   No me trates de ver la cara. ¿Estas protegiendo a Kuran, no es así?

-   ¿A Kuran?, no sé de donde sacaste eso. ¿Por qué lo protegería en algo así?

-   Porque en el pasado él solía mandar a sus sirvientes a hacer ese tipo de trabajo.

-   … - Zero no dijo nada. 

-   Bien… si no quieres decírmelo, está bien. Pero los maestros cazadores no están muy contentos.

-   No veo por qué.

-   ¿Zero?

-   Está bien, si lo sé. Pero no hice más que mi trabajo, no sé por qué el escándalo. Esos nivel E eran un peligro.

-   No lo veías así hace semanas. Esa vez estabas preocupado, sí, pero lo que más te inquietaba era su comportamiento y luego el hecho de haberles perdido el rastro. Querías investigarlos, ¿Cómo fue que de pronto decidiste acabar con ellos? -. La pregunta sonó con un timbre de ironía. Era claro que Yagari no le creía.

-   Sólo lo hice sensei. Por favor confía en mí.

-    Lo hago, pero algunos de los maestros se quejaron de no haber tenido informe de que una horda de nivel E rondaban esta ciudad. Sea lo que sea a lo que en realidad le teman, su molestia ha aumentado ya que ha habido algunos roces entre los cazadores. Los que te apoyan y los que no. Creen que puede llegar a haber  división entre los miembros.

-   ¿Tú qué me aconsejas?

-   Si por mi fuera te diría que te olvides de toda esa idea de lograr la coexistencia con los vampiros y te concentres de lleno en tus deberes como presidente, pero sé que no lo harás, así que lo único que puedo aconsejarte es que te manejes con cuidado y no te arriesgues innecesariamente. Es preciso que seas más cauteloso. Sabes bien como se encuentra tu situación en la asociación y esos cazadores que te atacaron o sus cómplices aún pueden andar por ahí y todavía no sabemos por qué estaban trabajando con vampiros y para quién lo hacían...  Zero, tu puesto como presidente está peligrando. Desde tu propuesta muchos creen que por ser vampiro…

-   Se lo que  creen y también sé que no todos lo expresan. Pero hasta ahora no han tenido queja de mi desempeño como presidente y mientras siga siéndolo seguirán sin tenerla. Tú, Cross, Kaito, Satoru e incluso Ichijou y Kuran, permiten que todo marche bien. Así que mi deber es dar lo mejor de mí como presidente y también proteger esta academia.

-   No lo dudo, pero además hay algo más. El senado está más hermético que de costumbre.

-   ¿A qué te refieres?

-   Nuestra última reunión se sintió algo tensa. No sé pero mi instinto me dice que ahí hay algo extraño. Ya verás a que me refiero cuando vayas. Además estoy seguro que están al tanto de lo que ocurre dentro de la asociación, incluso ese ataque podría ser obra de ellos.

-   No lo creo, Kuran no lo permitiría…

-   ¿Acaso confías en él? -. Zero lo miró unos segundos sin saber que responder. Pero finalmente lo hizo.

-   Necesito hacerlo. Ambos tenemos el mismo objetivo.

-   Podría estar fingiendo.

-   No lo hace.

-   Después de todo lo que pasaste, ¿Cómo puedes estar tan seguro?

-   Sólo lo sé. Eso me basta -. Yagari frunció el ceño pero no insistió en ese punto.

-   Bien… quizá tengas razón. Además cabe la posibilidad de que si lo hicieron, lo hayan hecho a sus espaldas. Si es que él es honesto, no creo a todos ellos les agrade que te apoye.

-   Ellos le temen, no harían nada en su contra.

-   Debes estar de broma. Si bien eso que dices es cierto, por muy sangrepura que sea, no es invencible. Estoy seguro que tú ya debiste reparar en el hecho… Si todos en el senado se lo proponen, pueden derrocarlo…

 

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Después de su plática, Yagari no se había quedado mucho tiempo, sólo había pasado a visitar a su padre y se había marchado. Sin embargo durante todo el día él se quedó pensado en lo que le había dicho.

No podía negar que todo era cierto y que su maestro mejor que nadie lo sabía. Desde que hizo la propuesta para reabrir la clase nocturna no todos los maestros en la asociación estuvieron de acuerdo y tuvo que ofrecerse a ser el guardián de la academia para poder obtener la aceptación de la mayoría de los miembros con derecho a votar. Sin embargo esa minoría en contra no era despreciable y aunque en general todos cumplían con su deber como cazadores y líderes de regiones y hacían que los cazadores de menor rango lo hicieran también, eso no impedía que sintieran desagrado hacia su condición de vampiro y por sus decisiones.

Era demasiado difícil ser presidente ¿Cómo es que Kuran podía lidiar con su cargo?

Suspiró profundamente. ¿Para qué diablos se lo preguntaba?, era obvio. El sangrepura era su rey y era poderoso. Con un simple movimiento podía eliminar a quien se le opusiera. Era miedo lo que les infundía a la gran mayoría de sus súbditos y por tanto todos hacían lo que él ordenaba. Ojala su situación fuese parecida. Lamentablemente él no podía eliminar a los molestos miembros que estaban al pendiente de cada uno de sus movimientos. Si no fuese por Cross, Yagari sensei, Kaito y Satoru. Quizá ya hubiese mandado todo al diablo hace mucho.

Había días en que después de las clases, de horas de estar enclaustrado revisando documentos y de hacer la ronda. Terminaba tan cansado que apenas y le quedaban ganas de entrenar a los chicos y sólo deseaba dormir. Pero no podía. Su deber siempre terminaba imponiéndose.

“Quizá deberías descasar un poco, te ves algo agotado…”

Frunció el ceño. Ese sangrepura lo inquietaba. Se había percatado de su cansancio pese a que se había esforzado por ocultarlo. ¿Dormir?, sí, eso lo necesitaba, lo sabía; incluso quería hacerlo por días; pero temía volver a soñar o por el contrario, que al despertar algo malo hubiese sucedido. No es que no confiara en los que lo rodeaban, pero ese temor estaba latente en su interior desde que el proyecto dio inició.

Y justamente ahora comenzaba a surgir algo más en su interior, un presentimiento de que algo sucedería y no sabía exactamente qué y sumado a eso, el hecho de que cada día que pasaba parecía que no podía evitar pensar más en Kuran

Miró hacia el crepúsculo vespertino, una línea de luz dorada superpuesta sobre una carmesí brillaba sobre las montañas tras las cuales el sol se había ocultado. El violeta destacaba ahora en el cielo pero poco a poco daba paso al azul marino nocturno.

-   ¿Zero-kun?-. La voz del director Cross lo sacó de sus pensamientos.

-   No me llames así. Recuerda que aquí son un profesor y prefecto.

-   ¿Eh?... si claro, lo siento. ¿Te encuentras bien?

-   Lo estoy.  ¿Por qué?

-   Llevo un rato observándote. Te vez algo preocupado ¿Te dejó inquieto la visita de Yagari-kun?.

-   No, todo está bien.

Zero desvió la vista ante la mirada de su padre adoptivo. Su evasión había sido demasiado obvia. Pero al parecer Cross decidió respetar su silencio.

-   ¿Vendrás a cenar hoy?, di que sí. Ya has terminado de despedir a todos los alumnos de la clase diurna. Y no estarán aquí por varias semanas. Podrás descansar un poco. Además también hoy muchos de los alumnos de la clase nocturna se irán a sus hogares.

-  ¿Muchos? -. Se giró y miró al rubio sorprendido. - ¿no se irán todos?

-   No, creí que ya los sabias. Kaname-kun se quedará junto a Ichijou-kun y Aidou-kun. También se quedará Liam-san y Shion-kun.

-   Los más problemáticos y aún así ¿crees que podré descansar?

-   Je je je. No creo que a Kaname-kun le haga gracia la definición que le has otorgado.

-   No me importa que opine él al respecto.

-   Hmmp…si, si… entonces ¿Vendrás a cenar?

-   Si.

-   Que feliz me has hecho Zero-kun. Entonces iré a prepararte algo rico.

-   ¡Oi, ya te dije que aquí no me hables así!

El director no le prestó atención, sólo sonrió ampliamente y se fue corriendo en dirección a su residencia. Zero se lo quedo mirando hasta que se perdió en el sendero y sonrió.

-   Hmmp…Nunca cambiará.

 El hombre era demasiado despreocupado y extravagante pero le tenía mucho cariño.

Justo en ese instante, mientras pensaba en su padre,  varias presencias le hicieron ponerse alerta y girarse en sentido contrario. Todos, no, más bien casi todos los alumnos de la clase nocturna, vestidos de manera casual y con maletas en mano se dirigían hacia allí.

Se encaminó hacia la reja por la que una hora atrás se habían marchado los alumnos de la clase diurna y buscó en su carpeta la lista.

Desde ahí podía ver como los autos de lujo iban acercándose al fondo de la escalinata para recibir a sus propietarios.

Un par de minutos después, todos los vampiros estaban  frente a él. Miró su lista y uno a uno fue despidiéndolos. Si Yuuki hubiese estado allí sin duda los hubiese despedido con una gran sonrisa y un hasta pronto mientras hacia una reverencia. Pero él no era ella. Así que se limitó a simplemente anotarlos y darles las gracias por su cooperación. Aun así, más de uno le dedicó una sonrisa y le prometió traerle un presente a su regreso. El simplemente frunció el ceño a cada promesa y los apuró.

Efectivamente, tal y como Cross había dicho, ni Kuran, Ichijou, Aidou, Liam y Shion estaban ahí. Solo que había también alguien más que se quedaba; Seiren. Simplemente sonrió, esperaba que Kuran ya hubiese dispuesto de ella mejor que como lo había hecho al ponerla como su guardián.

-   ¿Kiryuu-san? –. Esta vez fue la voz de Ruka la que lo sacó de su ensimismamiento.

-   ¿Si?

-   Por favor cuide de Kaname-sama estos días.

La vampiro había dicho aquello acompañado de una reverencia. Zero sintió un hueco en el estómago a la vez de extrañeza. Ella, que rara vez le dirigía la palabra y que en un tiempo no dudaba en externar su desagrado por él debido al hecho de su poco respeto por Kuran; lo había salvado una vez y aunque no lo había hecho en sí por él, se sentía de cierta forma en deuda y eso le provocaba incomodidad en este momento.

-   Eh… Souen-san, no creo que él necesite ser cuidado. Además Ichijou se quedará con él.

-   Lo sé, pero aunque Ichijou es fuerte, no es un sangrepura. Usted sabe a lo que me refiero.

Zero guardó silencio y miró a los ojos claros de la vampiro.

-   Está bien, no tiene de que preocuparse.

-   Se lo agradezco.

La vampiro hizo nuevamente una ligera reverencia que lo hizo sentirse aún más incómodo y se marchó seguida de Akatsuki quien simplemente lo miró sin decir nada. Se veía algo molesto. Quizá había peleado con su primo, después de todo el otro se quedaba.

Cuando ambos vampiros, que eran los últimos, se marcharon, él simplemente se quedó observando unos minutos hasta que todos hubiesen abordado sus autos y entonces procedió a cerrar la gran reja. Luego miró hacia la residencia de su padre, cuyo techo destacaba entre los árboles a su izquierda.

Para lo que Cross se tardaba en cocinar haciendo toda clase de platillos pese a que sólo se trataba de una simple cena para ellos dos,  todavía era temprano; así que decidió despejar su mente. Se dirigió hacia las caballerizas para sacar a Rain a dar un paseo.

 

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Rain andaba tranquilamente y terminó por detenerse junto al gran sakura que él solía visitar cuando aún era estudiante de la academia y quería estar solo.

La noche se encontraba bastante despejada, la luna llena brillaba con intensidad en el cielo y se reflejaba en el lago situado frente a él. El sonido de las pisadas de la yegua y de los grillos amenizaban el entorno y decenas de luciérnagas comenzaban a revolotear sobre la yerba.

Desmontó y dejó libre a Rain,| quien bajó la cuesta hacia al lago para beber agua. La observó detenidamente. Parecía estar viendo a  Lily, blanca y altiva. Sólo que Rain era más tranquila que su madre.

Se recargó en el tronco del árbol y su vista fue atraída por el reflejo de la luna en el lago. De imprevisto la imagen de Kaname acudió a su mente. La misma del día en que fue a la residencia de la luna. Altivo y elegante en lo alto de las escaleras. Inconscientemente sonrió.

“…Por muy sangrepura que sea, no es invencible. Estoy seguro que tú ya debiste reparar en el hecho… Si todos en el senado se lo proponen, pueden derrocarlo…"

Al igual que la imagen del sangrepura, las palabras de su maestro resonaron en su interior descolocándolo, borraron la sonrisa de sus labios y le hicieron fruncir el ceño.  

Por supuesto que ya había reparado en ese hecho. Los miembros del senado sólo pensaban en sí mismos y en la manera de conservar el poder. Esa supuesta devoción hacia los sangrepura era pura farsa. Los vampiros de menor rango estaban a merced absoluta de un sangre pura, esa era la única verdad. No podían hacer nada en contra de uno de ellos siquiera. Por tanto se movían según los vientos y profesaban lealtad a quien mejor conviniera.

Hasta el momento Kuran era el sangrepura más poderoso, al menos eso era lo que sabían. Por tanto era su líder y en consecuencia su rey, aunque él se hubiese autoimpuesto. Pero si eso cambiaba y aparecía otro sangrepura capaz de igualar al menos un poco al castaño, nada garantizaba su supuesta lealtad. Después de todo es bien sabido que el rey reina, pero no gobierna.

Estaba seguro que el castaño lo sabía y aún así se mantenía al frente. No había dudado en eliminar al antiguo consejo completamente y restaurarlo de nuevo; quizá por ello el actual consejo parecía tan sumiso, pero Yagari tenía razón, eso no garantizaba nada. Aunque Kuran fuera ahora su líder, si a ellos les convenía, se aliarían incluso con el mismo diablo para derrocarlo.

Así se manejaba el senado desde su perspectiva y por lo que veía muchos sangrepura estaban de acuerdo con eso debido al pacto que habían aceptado hace miles de años. Permitían que el senado ostentara el poder y gobernara mientras los dejaran en paz o no se metieran con ellos cuando decidían atacar a otro sangrepura. Por eso no protegieron a Sara, ni a Shizuka. Es más, a ninguno de los sangrepura que Kuran al paso de los años había ido eliminando. Se mantenían al margen no tanto por sumisión sino por deseo. Deseaban poner sus manos sobre ellos y su poder.

Ahora que lo pensaba con detenimiento, quizá Kuran después de todo estuviera en una situación aún más difícil que la de él. Estar rodado de lobos hambrientos constantemente debería ser agotador.  

Mientras pensaba en esto, una extraña sensación le invadió. Rain también debió percatarse porque se puso alerta. Al saber de qué se trataba, Zero se giró.

Liam con una larga gabardina negra y el pelo agitándose con fuerza debido al viento; estaba a un par de metros de él. No lo había sentido como comúnmente solía hacer con un vampiro. Pero eso no fue lo que lo desconcertó, sino más bien el hecho de que el sangrepura lo miraba de una manera intensa y extraña.

-   Liam-san, ¿qué haces aquí?

-   Tan parecidos que duele -. El vampiro no respondió su pregunta, sino con algo incomprensible para él.

-   ¿Perdón? –. Zero se sentía sobrecogido por la actitud del sangrepura.

-   Yo – Liam comenzó a acercarse. – Conozco este lugar. Hace mucho tiempo solía venir aquí seguido.

-   ¿Qué?

El vampiro se paró frente a él. Ya de cerca Zero no podía dejar de mirar aquellos ojos que en este momento lucían negros pero que brillaban con una luz de tristeza. Estaba desconcertado y quiso alejarse de él pero por alguna razón parecía que sus piernas no lo obedecían.

-   Cuanto te pareces a ella. – Volvió a decir el vampiro mientras parecía observar todo su rostro –. Él también lo sabe, estoy seguro.

Zero sintió un nudo en el estómago cuando Liam levantó una mano y deslizó apenas la punta de sus dedos por su mejilla

-   ¿Qué haces… - Zero no comprendía lo que sucedía.

-   El mismo color de pelo, el mismo color de ojos, incluso su mirada se parece a veces, y su aura también es casi igual. Pero tu estas aquí, tan real. Y, quizás hay más de ella en ti de lo que parece. ¿También te sientes atraído por este lugar?

-   ¿De quién me hablas?

-   De la mujer que amé –. Finalmente una respuesta. - Aquí fue donde ella decidió sacrificarse y abandonarme. Fue egoísta ¿sabes?. No le importó condenar a un sangrepura que la amaba a la soledad de la eternidad. Pero no, tú no eres ella.  tu Zero  eres diferente a ella en eso. Tú no abandonarías a la persona que amas jamás.

Dicho esto, Liam se inclinó para besarlo, sin embargo sus labios quedaron separados apenas un par de centímetros de los de Zero, pero no fue porque se arrepintiera, sino porque Zero finalmente pudo retroceder. Liam lo miró unos segundos dolido por el rechazo, mientras una sombra de mayor tristeza se instaló en su rostro. Entonces él mismo retrocedió también.

-    Lo siento. No sé en qué estaba pensando. Los siento, supongo que le he asustado. Olvide lo que le he dicho por favor Kiryuu-san.

Liam hizo una reverencia y rápidamente se alejó perdiéndose en la oscuridad; dejado a Zero completamente desconcertado e inmóvil, y sin la oportunidad de que lo cuestionara sobre lo sucedido.

Notas finales:

Hola, hola... Aquí un nuevo capítulo. Lamento la demora. Espero sea de su agrado. El siguiente si tardara ya que tengo un trabajo bastante extenso que realizar. Hasta pronto.


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