Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

AL FINAL DE LA NOCHE por Amaya Kurau

[Reviews - 403]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

Capítulo XXXIX

Cenit

 

-   ¿Qué… qué has dicho?

-   ¡Qué me ames!... Ámame Kaname y demuéstrame cuanto lo haces… Por favor tómame y destruye por completo esa resistencia que quiere surgir dentro de mí y apartarte…

    >… Ámame Kaname y permanece a mi lado porque… a pesar de todo, a pesar incluso de mí mismo creo que… yo también te amo.

 

Un brillo de emoción se instaló en los ojos de Kaname y un profundo y entrecortado suspiro brotó de sus labios. Las palabras de Zero habían  golpeado de lleno contra él haciéndolo estremecer, que antes de un parpadeo en un rápido y casi brusco movimiento, lo tomó por la cintura y cuello; y aprisionándolo con su cuerpo contra la puerta, lo besó.

Era un beso urgente, hambriento; cargado de una intensa necesidad y deseo que le hacía sentir como su cuerpo vibraba tan solo por tener a Zero así, entre sus brazos. Y mientras el beso se hacía más y más apasionado, Kaname intentaba respirar pero el deseo le dificultaba esa acción tan básica, y tampoco era como que quisiera detenerse; así que sujetó al cazador con mayor fuerza, deslizó una mano por su espalda e hizo rozar su pelvis contra la de él. Ese movimiento arrojó un latigazo de placer por el cuerpo de Zero arrancándole varios suspiros que él aprovechó para introducir su lengua entre sus labios y tocar la suya iniciando una deliciosa danza.

Un ligero gemido surgió de la garganta del cazador ante la descarga de emociones que estaba experimentando; sutiles lágrimas amenazaron con brotar de sus ojos cerrados y tuvo que aferrarse con más fuerza a la camisa del vampiro para sostenerse y no caer de rodillas ante él. Sus piernas parecían incapaces de mantenerlo en pie, su corazón latía fuerte y cada vez más rápido y la temperatura de su cuerpo aumentaba tanto, que parecía estar a punto de sofocarse.

Para Kaname la boca de Zero era deliciosa. Quería explorar cada rincón de ella y cada centímetro de ese cuerpo ya;  pero la falta de aire se hizo presente en ambos y se separaron, aun así él no alejó su rostro de joven. Su respiración al igual que la de Zero estaba notablemente agitada.

-   Yo…  

Zero, incapaz de pensar y hablar con coherencia, abrió los ojos e intentó alejarse pero el vampiro lo sujetó con firmeza mientras que con su mano libre acariciaba su mejilla y acercaba sus labios a su oído.

-   No… Zero no… tú me lo pediste… - le susurró con la voz ronca y claramente remarcada por la urgencia.

-   Pero…

-   Zero, ya no puedo detenerme… ya no… por favor no me alejes – Dicho esto mordisqueó  el lóbulo de su oreja jugando con el piercing; luego depositó un fugaz y suave beso en sus labios y se alejó un poco para verlo a los ojos;  éstos, como los propios, tenían un intenso brillo.

Por su parte, Zero al mirarlo sintió una sensación de creciente energía en todo su cuerpo y no dijo nada más. Se sentía nervioso, pero en realidad no quería alejarse ya. Kaname al darse cuenta de eso, le sonrió con ternura y se acercó nuevamente a él. Esta vez besó la comisura de sus labios obteniendo un nuevo suspiro, luego besó su barbilla y fue descendiendo lentamente hacia su cuello en tanto sus manos se posaban en su cintura y comenzaban a acariciarlo por encima de la tela. Zero cerró los ojos disfrutando de las atenciones del vampiro.

Kaname hacía un enorme esfuerzo por controlarse y no asustarlo. Sabía que debía ir lento y por eso depositaba besos suaves y pausados. Sin embargo, al acercar una pierna y colocarla entre las de Zero, una nueva descarga de placer invadió al joven y sin poder resistirlo fue esta vez éste quien buscó con ansiedad sus labios. Eso hizo que la poca cordura que quedaba en Kaname desapareciera por completo. Dejó de abrazar a Zero y comenzó a desabotonar con desesperación su camisa. Algunos botones incluso saltaron por la fuerza del intento pero Zero ni se inmutó, al contrario, llevó ambos brazos al cuello del sangre pura y se abrazó a él.

El beso continuó como ajeno a las acciones de sus manos y entre el arrebato, el deseo y el placer, Zero mordió el labio del vampiro provocando que la sangre brotara; entonces el beso se volvió más violento y, dejando de abrazar a Kaname,  Zero también comenzó a desabotonar la camisa de éste; no, más bien prácticamente la rasgó provocando que con esa acción la excitación del sangre pura aumentara. Quizá ninguno de los dos estaba plenamente consciente de que la necesidad cobraba una nueva dimensión y estaban a punto de cruzar la línea sin retorno; sin embargo, tan entregados el uno al otro como se encontraban, nada de eso tenía importancia ya.  

En otro parpadeo, Kaname tuvo a Zero tendido sobre la cama. Comenzó a deslizar sus manos por la piel desnuda de su pecho y cintura y sus labios volvieron a besar su cuello. Zero miró el techo de la habitación, la cual estaba completamente iluminada por la luz del día. No pudo evitar sentirse un poco avergonzado, pero una nueva caricia y un beso le incitaron a cerrar los ojos con fuerza para dejar de lado esa sensación. Quería dejar de dudar, estar así con el vampiro era algo que deseaba, ¿desde cuándo?, no tenía idea; pero la calidez que en ese momento lo embargaba no la había experimentado nunca antes y quería más de ella.

Sutiles suspiros y apenas audibles gemidos  brotaron de su boca cuando Kaname, que había dejado extender un poco sus colmillos, comenzó a estimularlo con ellos sin llegar a morderlo.  Al escucharlo Kaname dejó de besarlo y se acercó a su oido nuevamente.

-   Haré que grites mi nombre Zero, no una sino mil veces.

-   Tú… tú eres un… eres…

-   Lo único Zero… pienso ser lo único para ti… borraré cualquier duda…

Zero no replicó pues sintió como el botón de su pantalón era liberado. En respuesta sus piernas temblaron y su necesidad aumentó y aún más cuando Kaname comenzó a acariciar su muslo en la parte interna y volvió a besar su cuello. En ese momento quería ser mordido, quería que Kaname lo mordiera; pero fue incapaz de expresarlo y sólo se mordió el labio inferior mientras el vampiro iba descendiendo lenta, muy lentamente hacia su pecho, desatando más descargas eléctricas con cada beso y caricia que daba.  

Cuando el sangre pura entre sus caricias comenzó a descender un poco más por la piel de sus caderas y con sus labios atrapó uno de sus pezones y comenzó a lamerlo y  succionarlo; Zero llevó una mano hasta la cabeza del vampiro y enterró sus dedos en su pelo acariciándolo,  mientras que con la otra se aferraba a las sabanas con fuerza en un vano intento de reprimir esos sonidos involuntarios que surgían de él.

Después de un rato, que a Zero se le hizo eterno; Kaname se incorporó quedando a horcajadas sobre su cuerpo. El joven abrió los ojos y la imagen del vampiro frente a él con la camisa abierta totalmente, mostrando su tórax y abdomen perfectos, y  con esos ojos destilando ese hermoso brillo; lo cautivaron y le hicieron sonrojarse más. Kaname le sonrió de lado y con movimientos lentos fue deshaciéndose de su propia estorbosa prenda y posteriormente, con un sensual  y sugerente movimiento, liberó el botón de su pantalón y descorrió la cremallera; luego alzó la vista y lo miró. Eso provocó que la respiración de Zero se entrecortara, él también quería sentir esa piel, besarla, amarla; lo necesitaba tanto. Se incorporó e inmediatamente se acercó a Kaname. Posó ambas manos en el pecho del sangre pura y comenzó a acariciarlo mientras volvía a besar sus labios; primero lentamente y luego con mayor pasión. Kaname aprovechó la posición en que se encontraban y deslizó la camisa de Zero por sus hombros y ésta cayó hasta sus codos para luego ser liberada por el joven.

Un nuevo suspiro escapó de Zero al sentir los dedos de Kaname sobre la piel de su espalda, pero él continuó descendiendo por el cuello del vampiro, besando cada centímetro de piel, memorizando con sus sentidos su aroma y sabor. Kaname levantó el rostro hacia el techo, pero no lo veía en realidad, estaba concentrado en cada beso  y caricia y en como su cuerpo temblaba con cada uno de ellos. Zero parecía inexperto a comparación de aquella noche, su lado humano seguía gobernado gran parte de él y le impedía deshacerse completamente de la inhibición; pero eso también estaba bien, estaba increíblemente bien. Esta vez era diferente, esta vez Zero no estaba intoxicado con su sangre, esta vez Zero se estaba entregando a él voluntariamente y le gustaba la manera en que lo estaba haciendo.

Zero continuó besándolo y acariciándolo al punto que le era imposible  seguir ignorando su entrepierna. Necesitaba al joven, lo necesitaba completamente suyo. Volvió a apoderase de los labios del cazador y lo besó con ansiedad; luego se dirigió hasta su hombro derecho y comenzó a besarlo siguiendo un camino de retorno a su cuello mientras sus manos acariciaban su pecho, su cintura, su espalda, sus caderas; y él era acariciado de igual manera. Podía sentir como Zero quería ser mordido y por supuesto que él quería hacerlo, anhelaba tanto hacerlo. El probar ese elixir se le había concedido sólo en unas cuantas ocasiones y cada vez lo anhelaba más que la anterior; pero estaba determinado a que éste momento fuera único.  No quería darle a Zero ninguna oportunidad de excusa para arrepentirse, ni asustarlo; le daría el más sublime de los placeres sin tener que morderlo.

Al cabo de unos minutos de más caricias y besos profundos, el aroma de Zero terminó por  embriagarlo y su calor a sofocarlo deliciosamente.

Más… mucho más… quiero todo… todo de ti.

-   Quiero devorarte por completo Zero… quiero consumirme en ti…

Ante esas palabras, ambos se miraron nuevamente a los ojos; estaban  por completo nublados de deseo. Zero se sonrojo más si es que eso podía ser posible y afirmó lentamente; Kaname le sonrió feliz. Prácticamente podía escuchar los latidos del otro como los suyos, al tiempo que sentía la fuerte opresión en su entrepierna que reclamaba por ser liberada y atendida; y sabía que Zero estaba igual por lo que comenzó a conducirlo para recostarlo de nuevo en la cama. Allí lo miró desde lo alto. Semidesnudo, con el cabello revuelto disperso en la cama, con sus hermosos ojos amatista ligeramente oscurecidos con las pupilas dilatadas; con sus labios enrojecidos y entreabiertos, con sus mejillas arreboladas y con su pecho subiendo y bajando al ritmo de su agitada respiración. Era una imagen tan sensual y excitante.

-   Eres hermoso Zero – susurró.

-   Hmmp… Tú también…

Era cierto, la impresión que Kaname tenía al ver a Zero era la misma del joven hacía él. A plena luz del día cuando nadie pudiera decir que fuese romántico hacer el amor, ver por completo al ser delante suyo con su cuerpo tan perfecto, con su cabello castaño y semiondulado acariciando su esbelto cuello, con sus labios sonrojados y esos ojos cuyo brillo lo excitaba a tal manera que no sabía cuánto iba a poder resistir antes de gritar por más; era como un sueño. Su entrepierna dolía y su vientre cosquilleaba descargando ramalazos de placer que recorrían todo su cuerpo. Si había tenido alguna duda, en este momento parecía que se había ocultado en alguna parte de su cerebro. Su mente no razonaba por completo, pero las sensaciones allí estaban. Necesitaba a Kaname, lo necesitaba como jamás creyó que necesitaría de alguien.

El vampiro quizá leyó eso en sus ojos o quizá fue sólo por instinto, pero se inclinó y besó su abdomen deslizando su lengua de manera descendente hasta llegar a su ombligo, donde la introdujo. Zero arqueó ligeramente la espalda. Eran demasiado sugestivos los movimientos que allí hacía el vampiro, por lo que se incorporó ligeramente para mirarlo mientras volvía a jugar con el cabello del castaño.

Kaname comenzó a descender más. Arrodillado como estaba, con ambas manos  deslizó fuera el pantalón de Zero, quien no opuso resistencia alguna. Luego besó la cara interna de uno de sus muslos y posteriormente por encima de la tela de la ropa interior. Zero se tensó y esta vez gimió con fuerza, y por instinto se llevó un brazo a la boca para acallar más gemidos mientras se aferraba con fuerza nuevamente a las sabanas.  Kaname no se detuvo, al contrario, continuó besándolo.

-   Estás caliente y  muy duro ya… - murmuró de pronto.

Zero abrió los ojos de golpe y  lo miró con el ceño fruncido. Pero para Kaname,  con ese sonrojo en sus mejillas, no parecía para nada molesto, al contrario, sólo lucía terriblemente más hermoso; por lo que le sonrió y regresó a acariciar su miembro por encima de la tela y lo liberó. Ante esa acción Zero  se estremeció y ahogó otro gemido.

-   Sí, lo estás, y también estás húmedo…

-   Deja… deja de decir esas cosas… es… vergonzoso.

Kaname volvió a sonreír y se incorporó de la cama de frente a él. Lo miró por unos segundos y luego lentamente se deshizo de su pantalón; el cual se deslizó por sus delgadas y torneadas piernas, lo que causó que Zero temblara ante la visión de aquel cuerpo. Sin dejar de sonreír, para ocultar su propio nerviosismo; Kaname se acercó nuevamente al joven sosteniéndose en uno de sus brazos mientras que con el otro  se deshacía del resto de su ropa.

-   No importa - Dijo. Su voz sonaba más ronca, casi como un ronroneo. Zero lo vio a los ojos desconcertado, las pupilas del vampiro estaban totalmente dilatadas.

-   ¿No importa?  

-   No, no importa Zero, no importa como estés porque… yo estoy igual… - Respondió y cerró los ojos al tiempo que una expresión de profundo éxtasis se reflejaba en su rostro y Zero sentía su dureza junto a la suya, rozándose. Al instante ambos arquearon la espalda y sus  respiraciones se detuvieron por unos segundos para luego ser liberadas en una sonora exhalación que Kaname aprovechó para besarlo de nuevo. Los gemidos de ambos, surgidos por el roce, fueron ahogados con ese acto.

Zero podía escuchar el fuerte latido de su propio corazón y el golpeteo de su sangre contra sus venas, y casi podía sentir como esta corría cual fuego por ellas y se acumulaba en la parte baja de su abdomen.

Cuando volvieron a separarse, ambos estaban sin aliento, aun así movían su pelvis una contra la otra mientras que el sangre pura sostenía  ambos miembros  juntos permitiendo que el roce fuera intenso y delicioso. Pero todavía no era suficiente, aún no. Kaname se inclinó y comenzó a lamer y succionar uno de los pezones de Zero.  Éste, con la respiración descontrolada y sin poder contenerse, se abrazó con las piernas a las caderas de Kaname acercándolo más. Eso hizo gemir al vampiro y recuerdos de la noche en que Zero lo tomó acudieron a su mente.  Las sensaciones habían sido maravillosas, quería volver a sentir lo mismo. Quería volver a sentirse a unido a Zero.

-   Zero… de nuevo… yo…yo te necesito… te necesito como no tienes idea…

-   Entonces… no… no te detengas…

Kaname sonrió y siguió besandolo mientras deslizaba suavemente su mano por su abdomen, pecho y cuello hasta llegar a sus labios. Una vez allí, con uno de sus largos dedos acarició su labio inferior y luego lo introdujo dentro de su boca; Zero comenzó a lamerlo y succionarlo. Kaname no se detuvo, posteriormente introdujo otros dos más y una vez empapados en la saliva del joven, los llevó hasta su entrada. 

La primera intromisión hizo que el cuerpo de Zero se tensara y abriera los ojos ante la repentina acción, aclarando sutilmente su mente.

-   ¿Qué?... ¿Qué ha…

-   Shhh…- Kaname acercó  su rostro a su oído. - Tranquilo… disfrútalo… lo prometí Zero… nunca más te lastimaré… - Le susurró.

Para Kaname resultaba un poco gracioso que Zero reaccionara así cuando había hecho lo mismo con él; aun así continuó moviendo ese dedo dentro él hasta que sintió que se relajaba, entonces introdujo uno más y luego otro. Los movimientos eran lentos, pausados, y Zero, aunque tenía los ojos cerrados, suspiraba y su rostro en ese momento era sumamente bello.

-   Hazlo… hazlo ya… - suplicó de pronto sorprendiendo un poco a Kaname.

Zero no sabía exactamente qué era lo que quería que el vampiro hiciera, pero su instinto parecía que sí. Kaname no dudo ni un instante, se acomodó mejor entre sus piernas y con una mano dirigió su miembro. Él también ansiaba lo mismo.

-   Te amo Zero… te amo como no te imaginas… te amo tanto…-  las palabras  del vampiro cargadas de total devoción hicieron a Zero abrir los ojos y mirarlo.

-   Kaname… yo…

El resto de las palabras del cazador fueron ahogadas cuando el sangre pura comenzó a introducirse en él. La  repentina sensación le hizo tensarse de inmediato y volver a cerrar los ojos con fuerza; lo que le ocasionó una punzada de dolor.

-   Shhh…no cierres los ojos Zero, mírame… mírame por favor… – rogó Kaname con un tono de voz cadencioso y Zero, pese al ligero eco de dolor y la incomodidad, obedeció. La luz en la mirada del vampiro lo estremeció. Ya no eran sólo iridiscencias, ahora los ojos de Kaname brillaban completamente en carmesí. Al instante sus propios ojos también adquirieron esa tonalidad y se relajó permitiendo que el sangre pura se introdujera por completo en él provocándole una sensación de plenitud.

-   Kaname…

-   Todo está bien Zero… confía en mí.

-   Estás temblando – Kaname nuevamente se sorprendió por tal comentario, pero al instante sonrió y se inclinó hacia él posando su frente con la suya.

-   Tú… tú también lo éstas haciendo… Siento como tu cuerpo vibra bajo el mío.

Zero sonrió y lo miró con ternura. Era cierto, él también estaba temblando. El dolor había desaparecido ya y sentía  el miembro palpitante y caliente de Kaname  en su interior. El vampiro ni siquiera se había movido y su cuerpo ya estaba temblando de manera descontrolada. Era la sensación más maravillosa que había experimentado. Entonces rio sutilmente y rodeó a Kaname con los brazos. El vampiro se inclinó más y enterró su cabeza en el cuello del joven y comenzó a moverse lentamente.

-   Ohhh…Zero… mi Zero… mío… únicamente mío…

Kaname quería gritar ante las deliciosas sensaciones, pero en cambio se  abrazó más al cuerpo del cazador. Zero estaba allí y él estaba en su interior. Estaba dando todo de sí y tomando todo de igual manera; se estaba fundiendo con él, no sólo su cuerpo, su alma y la de Zero estaban haciéndose una.

Continuo embistiéndolo más, olvidándose de todo, del pasado, del presente, incluso del futuro… en ese momento estar así era todo para él, estar así era lo único que deseaba, lo único que necesitaba y lo único que le hacía dichoso como jamás lo había sido.

Las embestidas comenzaron a aumentar de ritmo y entonces Zero dejó de contenerse.

-   Hugg… aahh… aahh…

Los gritos de Zero aumentaron su éxtasis. Él quería escucharlo más, quería escuchar cuanto estaba haciéndolo gozar… porque él, él también estaba en la gloria. El interior de Zero era increíblemente delicioso, cálido, estrecho. Y en ese momento en el mundo no había nada más que Zero y él.  Podía pasar toda la eternidad así. 

-    Ka… Kaname… ahhh…yo… aahh… aahh…no puedo…

-   Zero… uhg… mi Zero… aahhh…. 

El cazador dejó de abrazar a Kaname, se aferró  con una mano a uno de los brazos del vampiro y se llevó la otra al rostro para cubrir su boca y silenciarse a sí mismo. Sin dejar de embestirlo Kaname lo miró. Zero tenía los ojos entreabiertos y lo miraba; su brillo cristalino carmesí era hermoso. Sus mejillas estaban arreboladas y las puntas de mechones de su pelo estaban húmedas y se adherían a su piel. La imagen era sumamente sensual, era la imagen más hermosa que tenía la dicha de observar y esos sonidos que brotaban de su ahora amante eran como una maravillosa droga.

-   No… - Ordenó y retiró el brazo de Zero – no te contengas… quiero escucharte…

Zero no se opuso y continuó mirándolo. La imagen de Kaname sobre él embistiéndolo sin tregua, desde hacía un rato era lo único en su mundo. Esos músculos tensos, esa piel perlada de sudor, el pelo húmedo remarcando más los castaños bucles y esos ojos carmesí brillando para él, sólo para él.  Levantó una mano hacia aquel rostro y lo acarició. Kaname sonrió y la besó con devoción sin dejar de embestirlo.

-   Kaname… mi Kaname…

Al escuchar su nombre de los labios de Zero de aquella manera, le hizo sonreír con alegría y cierto agradecimiento. Jamás creyó que llegaría el día en que lo escucharía. Levantó más las caderas del joven y subió sus piernas sobre sus hombros. Zero volvió a gritar de placer y arqueó la espalda. Kaname había tocado un punto en su interior que le hizo ver destellos de luz.

-  Zero…. mi Zero… eres mío… - lo besó con fuerza y volvió a golpear contra él – sólo mío… mío para siempre… y yo soy tuyo…

-   Si… Ahhh… Kaname… No pares… ahhh…

-   Nunca.

Haré que cada centímetro de tu cuerpo me conozca… me grabaré en ti… me haré uno contigo…

Huuggh… Te amo Zero…

-   Y yo… a ti... ahhh… Kaname… te amo…

Kaname sintió que en su interior algo se incendiaba ante aquellas palabras. Lo embistió con mayor ímpetu  y se abrazó más a él y de nuevo lo besó con arrebato.   

Zero también sentía oleadas de fuego recorriendo su cuerpo. Kaname lo estaba poseyendo con tanta precisión, con tanta maestría. Era perfecto, era increíblemente perfecto. Cada poro de su piel gritaba por el vampiro, necesitaba todo de él… todo; ser uno mismo… no separarse de él jamás. El vampiro golpeaba con fuerza contra él y él quería más, mucho más; no importaba nada, no importaba que lo destrozase; él quería sentirlo tan adentro, tan suyo… porque eso era, Kaname ahora  era suyo, suyo y de nadie más…

Mío… Kaname es mío… sólo mío…

No podía pensar en otra cosa que eso, de hecho no podía pensar ya, sólo podía ver los ojos de Kaname y perderse en ellos.  Sentía  su cuerpo tan caliente, tan lleno de energía; como un volcán que parecía que en cualquier momento haría erupción. Estaba en la cima del éxtasis. Y aunque estaban en pleno día, él se encontraba en medio del cenit tocando las estrellas. Kaname era perfecto; tan perfecto y estaba en su interior llenándolo de él; fundiéndose poco a poco. Era suyo… Kaname era  totalmente suyo… y él también le pertenecía, no había marcha atrás y tampoco quería volver… quería, quería gritar de felicidad…

En una última embestida, Zero gritó, arqueó por completo la espalda y se abrazó con fuerza a Kaname. El vampiro gruñó ahogando su propio grito y ambos alcanzaron el punto máximo de su pasión. Ambos entre temblores y sacudidas llegaron al clímax casi simultáneamente. Pero no se soltaron, agotados se mantuvieron abrazados. Kaname no quería separarse jamás de Zero y éste quería seguir sintiendo esa calidez en su interior.

 

/////////////////

 

Una fuerte ráfaga de viento que arrastraba hojas secas, golpeó contra él y agitó su pelo. Instintivamente se cubrió los ojos mientras un sutil aroma a flores de cerezo invadía sus fosas nasales; era un aroma tan sutil que lo estremeció.

Cuando la ráfaga pasó, se descubrió y lo que encontró frente a él no fue un sakura en floración sino uno seco; el de sus sueños, y a sus pies el ataúd negro. Sin duda se había quedado dormido y nuevamente estaba allí, no pudo evitar fruncir el ceño ¿Por qué? ¿Por qué de nuevo?

-   Porque no puedes seguir retrasando lo inevitable. ¿Pero en realidad estás preparado para afrontarlo?

Ante esa voz levantó la vista. Frente a él estaba Ichiru con aquella ridícula mascara puesta. No era la primera vez que lo veía allí, pero si la primera en que sonaba diferente.

-   ¿Por qué lo dices?

-   Llevas mucho tiempo huyendo de la realidad.

-   No comprendo de que hablas, pero no es la primera vez que me encuentro aquí y siempre siento que debo abrirlo. Sé que no puedo seguir postergándolo.

Ichiru sonrió y entonces se retiró la máscara. Cuando lo hizo, Zero cayó en cuenta de que ya no era su hermano quien le hablaba, sino él mismo. Los piercing en sus orejas, el tatuaje en su cuello y el mismo corte de cabello. Sin embargo no estaba en su forma humana; tenía los ojos brillando en un carmesí intenso y entre sus labios sobresalían la punta de sus colmillos. Zero lo miró desconcertado, pero su yo frente él siguió sonriendo.

-   Tienes razón, ha llegado el momento de que abras ese ataúd. Hazlo…

Zero miró el ataúd frente a él y apoyó las manos en la tapa. Un sutil click lo estremeció y dudó. Quien estaba frente a él, aunque era él mismo, no dejaba de ser un vampiro.

-   ¿Por qué te detienes, Zero?

-    ¿Qué sucede si no lo abro? ¿Qué sucede si al final de cuentas no me interesa lo que haya en su interior?

-   ¿Tienes miedo a lo que pueda surgir de allí?

-   No… pero…

-   Cierto… una vez abierto no habrá marcha atrás, ni para ti, ni para mí; pero eso tampoco importa ya… después de todo has aprendido a coexistir con migo y... ya lo has aceptado a él…

Su yo señaló con una mano a su izquierda, allí, de pie, se encontraba Kaname con su porte tranquilo pero con los ojos también en carmesí. Sintió un cosquilleo en el estómago y sus mejillas se ruborizaron.

-   Es diferente… él es diferente.

-   Aun así sigue siendo un vampiro y lo amas, ambos lo hacemos…

-   ¿Quién eres tú en realidad?

-   Hmmp… ¿no es eso obvio?…  

-   Mi yo vampiro.

-   No Zero, yo… soy tú, y no puedes seguir huyendo, creí que lo habías comprendido. No puedes huir de él, ni de mí, ni de lo que hay allí adentro. Todos formamos parte de ti.

-   Yo soy un cazador de vampiros.

-   Y eres un vampiro también, uno que finalmente ha encontrado el lugar al que pertenece y no puedes pretender estar a su lado si no te has aceptado por completo. No es justo para él, ni para ti. – Zero miró de nuevo a Kaname. Luego miró a su otro yo y luego al ataúd.

-   ¿Qué hay dentro?

-   No lo sé, es algo que ambos descubriremos. Ha estado siempre aquí, incluso antes de mí, pero tú inconsciente y cierto poder se han esforzado mucho tiempo en mantenerlo oculto, aprisionándolo en ese lugar, pero hace poco tú mismo lo has estado liberando. Era tu miedo el que te impedía abrirlo, pero ahora no hay más miedos.

Zero miró el ataúd dudando aún.

-   ¿Quieres estar al lado de Kaname?

-   Más que nada en ésta vida – Respondió de inmediato.

-   Entonces ha llegado el momento de que te deshagas de tus pesadas cargas y te replantees que es en realidad ser humano... Pero...

Su otro yo, sin terminar de hablar desapareció lo mismo que Kaname. Ahora estaba solo frente a ese ataúd, no había nada a su alrededor salvo bruma, ya ni siquiera el sakura se encontraba allí.

Inhaló profundamente, frunció el ceño y entonces levantó la tapa del ataúd.

 

//////////////

 

Cuando Kaname abrió los ojos, la habitación se encontraba ya completamente a oscuras y lo que parecía ser lluvia golpeaba contra los cristales. Era un arrullo constante y tranquilo por lo que volvió a cerrar los ojos mientras se removía perezosamente entre las sabanas buscando la calidez del cuerpo de su amante; sin embargo, apenas había estirado un brazo hacia él, al instante se percató de que estaba solo en la cama. Su mente se despejó de inmediato y terminando por despertar por completo, se incorporó un poco en la cama.

Un  repentino relámpago iluminó la estancia seguido del retumbar del cielo y entonces lo vio. Zero se encontraba tranquilamente sentado en el alfeizar de la ventana mirando el exterior completamente abstraído y sin moverse. Estaba nuevamente vestido, aunque no podría decirse que con esmero alguno. Con su vista acostumbrada a la oscuridad podía ver que el pantalón no estaba abotonado  al igual que la camisa; que por cierto era la suya. Una oleada de calor invadió su cuerpo y se incorporó lentamente de la cama.

El frio de la noche golpeó contra su desnudez, pero eso no minimizó la incipiente excitación que surgía en su interior. Miró hacia el piso buscando también con que cubrirse, pero al instante desecho la idea y comenzó a acercarse a él. Zero parecía no haberse percatado de que había despertado ni de sus movimientos ¿en que estaría pensando para estar tan concentrado?. No negaba que lucía tan sexi en esa posición y con ese aspecto desaliñado, pero no le gustaba nada no saber que lo tenía tan absorto como para no reparar en su presencia.

-   ¿En qué piensas? – Mientras preguntaba esto en un susurró, rodeó a Zero con ambos brazos por la espada. El cazador se sobresaltó y tensó. En verdad no había reparado en él. 

-   Ka… name…

-   ¿mmmh?

El sobresalto de Zero de cierta forma lo puso nervioso, por lo que se inclinó y enterró su rostro en el cuello del joven esperando a ser rechazado; sin embargo Zero no hizo eso, al contrario, se relajó e inclinó un poco su cabeza a un lado dándole mejor acceso  a su cuello y cerró los ojos. Kaname sonrió aliviado y comenzó a depositar suaves y tiernos besos en él mientras lo abrazaba con  fuerza.

-   No me has respondido…

-   Hmmp… ¿Por qué tendría que decírtelo? – el tono empleado por Zero le recordó al que solía usar en sus días como prefecto de la academia, cuando  se portaba con él altanero y lo retaba. No pudo evitar reír entre dientes.

-   ¿Por qué?, porque podría ponerme celoso… tu no conoces esa faceta mía, ¿cierto?

Zero se giró quedando de frente a él, lo miró con el ceño fruncido pero con una sonrisa en los labios. La lluvia arreció un poco más y un nuevo relámpago iluminó la estancia. Zero se sonrojó.

-   ¿Acaso me estas amenazando vampiro? – dijo tratando de ignorar la desnudez de Kaname. Éste, aun sonriendo, se acercó a su rostro disfrutando haber provocado esa reacción en el joven.

-   Sí, lo hago. ¿Qué hará al respecto, señor cazador?

-   Idiota…

-   También creo que debería enseñarte un poco de  modales ¿sabes? …

-   Hmmp… no me digas…

Kaname feliz se apoderó de los labios de Zero y éste le correspondió. Por alguna razón el joven lucía muy relajado y eso le gustaba y al mismo tiempo también lo relajaba a él. Zero parecía estar consciente de lo que había pasado y no lo rechazaba.

El beso se tornó más apasionado y Zero le rodeó el cuello con los brazos. Kaname se acercó más a él y la piel de su pecho rozó la del joven. Al finalizar el beso, Kaname lo abrazó y besó su cuello.

-   ¿Zero?

-   ¿Ummm?

-   ¿Te arrepientes de lo que sucedió?

-   ¿Quisieras que lo hiciera?

-   Sabes que no.

-   Pues no, no me arrepiento.

-   Me alegro… Zero, te quiero… - Sintió como el joven se estremeció entre sus brazos ante esas palabras – Te quiero y deseo que aceptes ser mi amante para siempre… deseo que estés a mi lado por el resto de nuestra existencia.

-   ¡Vaya propuesta!, ¿no crees que es muy precipitada?

-   Llevo toda una vida esperando por ti, para nada es precipitada para mí. Estoy dispuesto a hacer lo que me pidas, soy tuyo Zero, acéptame.

-   Idiota… ¿no lo he hecho ya? – Kaname se alejó un poco para mirarlo a los ojos.

-   ¿En serio?

-   En serio que tú eres un dolor en el trasero…

Ambos rieron y volvieron a abrazarse.

-   Además… no sólo eres tú Kaname. Ahora, por ti, por estar a tu lado yo he aceptado… yo estoy dispuesto a hacer cualquier cosa. Quizás este loco, pero no quiero arrepentirme de nada más en mi vida. Quiero dejar a un lado el pasado y vivir.

-   Gracias… gracias por darme esa oportunidad… no te arrepentirás…

-   Lo sé.

Kaname lo besó de nuevo. Ese beso pronto se tornó apasionado y sus lenguas comenzaron a danzar en una suave y deliciosa sincronía. Afuera la lluvia seguía cayendo con fuerza y el cielo rugía y destellaba  de vez en cuando debido a los relámpagos.

La temperatura de sus cuerpos pronto superó en mucho al frio de la noche. Kaname  lentamente comenzó a deslizar la camisa, su camisa, por los hombros de Zero mientras empezaba a repartir suaves besos  por su cuello y descendiendo hacia sus hombros.  Zero por su parte repartía caricias por toda su piel desnuda, encendiendolo cada segundo más.

En un momento dado, Kaname no pudo resistirse más y le dio la vuelta dejándolo apoyado a un lado contra la pared. Continuó besándolo y acariciando sus caderas hasta hacer caer la ropa y luego fue subiendo por su abdomen hasta su tórax donde comenzó a jugar con su pezones. Zero reprimió un gemido al sentir el miembro del vampiro restregarse contra él, por lo que él mismo comenzó a atender su entrepierna; pero Kaname, al percatarse le retiró la mano y tomó su miembro empezando a masturbarlo.  Zero se mordió el labio para reprimir los gemidos.

-   Quiero morderte… quiero beber tu sangre…la deseo tanto...

Zero sonrió ante lo dicho e inclinó su cabeza a un lado.

-   Hazlo… - susurró..

Kaname sonrió y comenzó a lamer su cuello. Zero entreabrió los labios y suspiró disfrutando  del mar de sensaciones. Entonces el vampiro extendió por completo sus colmillos y lo mordió decididamente. Zero al instante abrió los ojos por completo y arqueó la espalda al tiempo que un orgasmo arrebatador le hacía venirse en la mano del vampiro y le robaba el aliento.

Zero, jamás, ni en sus más locos sueños, habría creído que una mordida fuera tan jodidamente estimulante, tanto como para venirse de tal manera. Siempre había asociado una mordida a dolor y sólo con Yuuki había sentido cierto agrado, pero nunca algo como esto. Sentir el cuerpo desnudo de Kaname tras él con su mano rodeando su hombría en un delicioso vaivén, al tiempo que su piel era atravesada en un dolor sordo que disparaba descargas eléctricas por todo su cuerpo; había sido realmente maravilloso, increíblemente maravilloso y extrañamente quería más, mucho más.

Kaname continuó bebiendo aun cuando se había percatado de lo que Zero había experimentado,  podía sentirlo en su mano, pero también en las pulsaciones de sus venas, en el estremecimiento de su cuerpo y por sobre todo, en el sabor de su sangre; y él también lo deseaba. Se aferró más al cuerpo del cazador y comenzó a jugar con su entrada usando el semen de éste. Zero no tardó en volver a reaccionar y su miembro se irguió  nuevamente.

 Kaname se acercó entonces más a él mientras lo penetraba. Zero inhalói profundamente y luego exhaló entrecortadamente y se aferró a la pared. El sangre pura entonces dejó de beber y arqueó el cuello. Al igual que con el cazador, su rostro era la imagen del más sublime éxtasis. Sus colmillos extendidos estaban manchados de sangre al igual que sus labios y sus ojos brillaban intensamente en carmesí. Sin esperar un segundo comenzó a embestir a Zero. Esta vez no eran movimientos pausados ni lentos, eran movimientos brucos, salvajes.

De espaldas a él, con las manos sobre la pared, Zero contenía y la vez permitía que las embestidas fueran subiendo de intensidad. En el rostro de ambos comenzó a reflejarse sensualidad, perversidad, lujuria, pasión.  Los colmillos de Zero se extendieron también y sus ojos cambiaron de color.

-   Increíble… vuelves a ser mío. – dijo Kaname casi sin aliento mientras se inclinaba y besaba su nuca y se aferraba más a sus caderas  y embestía con fuerza.

-   Si… tuyo… Ahhh…. Ahhh…

No pares Kaname… sigue, sigue por favor… no pares…. más fuerte… entra todo, completamente todo.

Los cristales de las ventanas comenzaron a vibrar, ambos estaban despidiendo mucha energía, pero no parecían siquiera conscientes de ello. El fuego en su interior se hizo intenso, abrazador, los gemidos de ambos recreaban un concierto en aquella habitación, mientras que la lluvia seguía cayendo intensamente afuera, tan intensa como lo que ambos estaban experimentando.

-   No puedo… no puedo más…

-   Te amo Zero… te amo…

Inesperadamente Kaname atrajo su rostro y lo besó. Un beso que parecía querer llevarse los restos de su aliento, pero que igualmente correspondió y ambos se vinieron, uno seguido del otro.  

Pasados unos segundos, Zero aun sentía sus piernas temblar estando a punto de dejar de sostenerlo y podía sentir a Kaname contra él; con el rostro en su nuca respirando agitadamente y temblando también. Estar así era una sensación maravillosa que le hacía sentir que finalmente estaba completo.  Entonces Kaname lo giró y nuevamente lo besó con ternura y lo abrazó enterrando su rostro en su cuello y aspirando su aroma. Con las piernas incapaces de sostenerlo por más tiempo, Zero se deslizó por la pared junto con Kaname quien no opuso ninguna resistencia y ambos quedaron sentados en el piso uno frente al otro.

Zero aspiró el aroma de Kaname una vez más, era tan embriagador que comenzó a repartir suaves besos por el cuello del vampiro quien sólo se estremeció ante el contacto; entonces, como si fuese llamado por algo y sin pensarlo siquiera, lo mordió. Kaname dejó escapar un suspiro y se abrazó a él con más fuerza.  Después de haber hecho el amor de tal manera, no podía negarle nada a Zero y menos el morderlo y beber su sangre. Él había disfrutado de la sangre de su amante, no había mejor retribución que esa.

Cuando Zero dejó de beber se apoyó en su pecho mientras regulaba su respiración y Kaname jugaba con su pelo y acariciaba su espalda.

-   Lo siento -  dijo al cabo de un rato…

-   ¿De qué hablas, Zero?

-   No debí beber de ti, tú estabas muy débil y… y yo en realidad no tenía sed, es solo que…

-   No importa… eso forma parte de nuestra unión, era inevitable. Me amas y te amo, el intercambio de sangre es un impulso irreprimible ahora...  Además  gracias a ti  mi sed se ha ido… en toda mi existencia es la primera vez que experimento eso, es extraño pero a la vez también es maravilloso – Zero se alejó un poco y lo miró a los ojos. Kaname le sonreía de una manera tan relajada que no pudo evitar sentir cierta tristeza.

-   Todo este tiempo has soportado la constante sed. – dijo acariciando su rostro. Kaname capturó su mano con la suya y la besó con ternura.

-    Pero ahora te tengo a ti. La sed de un vampiro sólo puede ser saciada con la sangre de la persona amada o al menos eso es lo que se supone, como sea lo cierto es que aunque no fuera cierto, yo no quiero beber más sangre que la tuya y quiero que tú no bebas más sangre que la mía. Así que olvídate de esas tabletas también…

-   Hmmp…

-   ¿Qué es tan gracioso?  

- Que pese a todo no pierdes ese lado impositivo.

-   Que quieres, sólo te quiero para mí, esas tabletas en su composición poseen un porcentaje, aunque mínimo, de sangre real. No quiero que vuelvas a tomarlas.

-   Hmmp y ahora me dirás que me encerraras y tiraras la llave.

-   No me des ideas. – dijo y se acercó a su rostro - Zero, yo no quiero que nadie más te toque, ni siquiera que te mire. Tú eres mío.

-   Me estas asustando ¿sabes?

-   Lo siento – rio suavemente - ... es solo la parte de mí que no quiere perderte la que habla… pero jamás en realidad te haría daño de nuevo… yo te amo.

Zero le sonrió, luego lo besó en los labios y se incorporó. De pie frente a él le tendió la mano. Kaname sonrió y la tomó.

-   Como sea, yo en realidad no tengo sed desde hace meses y si lo que dices es cierto, supongo que también puedo decir que tú has saciado mi sed. No había reparado en ello, pero ahora que lo pienso, desde que bebí tu sangre el día que me atacaron, sólo he tenido sed cuando tú estabas cerca.

-   ¿Estás diciendo que tenías sed de mí?

-   Eso suena bastante engreído viniendo de tu parte… - Kaname le sonrió y él se sonrojó – Si, ahora ríete… yo tengo frio y estoy cansado - dijo y se dirigió un poco tambaleante hacia la cama.

-   Yo también  - Kaname lo miró con amor. Era cierto, Zero aunque también era un vampiro, no poseía la misma resistencia que él y menos ahora que estaba recuperándose gracias a haber bebido su sangre. Un ligero estremecimiento desagradable lo invadió ante esa perspectiva de diferencias aun siendo de la misma especie; sin embargo casi de inmediato lo hizo a un lado y se dispuso a seguirlo. Pero entonces recordó algo y se detuvo -… aun no me has dicho en que estabas pensando…

-   ¿Pensando?

-   Si. Cuando desperté estabas sentado en el alfeizar de la ventana con la mirada perdida, ni siquiera te percataste cuando me acerqué.

-   Ah… pues, estaba pensando en el pasado… en un pasado muy distante… 

Dicho esto Zero se metió entre las sabanas y sonriéndole tendió su mano hacia él.  Kaname se lo quedó mirando unos segundos, casi nunca había visto a Zero sonreír y ahora le había regalado a él más de una de esas bellas sonrisas; pero no era sólo eso, sus ojos también habían adquirido un hermoso brillo y se veía tan tranquilo. De pronto  por alguna razón, Zero se le antojó un poco extraño, pero quizá era sólo su imaginación, así que decidió ignorar esa absurda e infundada sensación y fue hacia él.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Hola de nuevo. Debo confesar que éste capitulo me costó un poquito porque no soy muy buena con los lemon yaoi (ésta es mi primer historia en el genero). Espero que no haya quedado tan mal, en especial  porque se que muchos, o más bien todos, esperaban por esto.

 

Aún asi deseo que lo hayan disfrutado. Nos leemos pronto y les mando a todos un enorme beso.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).