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El Chico Perfecto por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

Espero que se encuentren muy bien y que se estén cumpliendo todo lo que desean....

Les traigo el quinto capitulo y final de esta historia =)

jajajajjajaja es broma, todavía queda bastante....

Espero que les guste y que sigan leyendo...

 

Gracias a quienes han escrito comentarios, me dan muchos más ánimos de seguir con El chico Perfecto....

CAPITULO V: Lésbicamente descubierto.

-Lo siento, eres una chica hermosísima, pero mi corazón ya está ocupado por alguien más. Me gustaría corresponderte, pero no puedo.- Luego de mucho esperar, Felipe le da una respuesta a Iris, quien queda petrificada. Observo la escena sin moverme, siento un profundo dolor en el pecho, sé que mi amiga no debe estar pasándola bien y eso me afecta tanto como si me hubiesen rechazado a mí.

Felipe decide marcharse. Pensaba que se iría lo más lejos posible, pero sorprendido me doy cuenta que camina directamente hacia mí. No sé qué rayos está ocurriendo, pero no me huele para nada bien.  Se detiene un par de pasos frente a mí, no ha dejado de observarme ni por un segundo. Observo el brillo de sus ojos y cómo estos parecieran titilar cual estrellas. La cercanía a su cuerpo comienza a incomodarme, no puedo mantener la conexión entre nuestras miradas y empiezo a jugar con mis dedos, estoy sumamente nervioso y no sé la razón. –Yo… tú y yo…- Veo como todo su cuerpo se estremece, intenta decirme algo pero no lo logra. Un suspiro termina con su agonía y alejando sus ojos de mí, me habla de la misma forma en que siempre lo hace, sereno y parsimonioso, cómo si no tuviéramos la misma edad, como si él fuese ya un adulto. –Recuerda el trato que tenemos, tienes hasta finales de año para dejar de ayudar al estúpido de Mateo, de lo contrario… Tendré que contárselo a todo el colegio.- Me recuerda aquello que tanto temor provoca en mí y como si nada hubiese sucedido, sigue su rumbo. Sigo consternado mientras lo observo alejarse y perderse entre los árboles que conforman el patio de nuestra escuela.

-Le gustas a Felipe…- Son las palabras que me devuelven a la realidad. Había olvidado la presencia de Iris, pero es ella quien me lo recuerda. Asustado por aquella conjetura volteo sorprendido, encontrándome con una muchacha indolente, que no reproduce en su rostro ninguna sensación, como si nada hubiese sucedido. –Me di cuenta de la forma en que te mira, es obvio, está perdidamente enamorado de ti, por tú culpa no puede fijarse en mí.- No puedo dar crédito a lo que mis oídos acaban de escuchar. Trato de que mi amiga deje de flagelarse creyendo que el chico que le gusta está detrás de mí, le afirmo que es lo más descabellado que se le ha ocurrido, pero no tengo éxito y se marcha sin poder convencerla. ¿Por qué un chico como Felipe podría interesarse en alguien tan poca cosa como yo? Es obvia la respuesta, no podría nunca, ni siquiera si volviera a nacer. Lo más probable es que él se haya dado cuenta que todo era parte de un plan encaminado a silenciarlo, por eso la ha rechazado y me ha encarado inmediatamente después, no hay otra explicación más cuerda. Aunque, no puedo dejar de pensar en aquel brillo que tenían sus ojos, el calor que me transmitía, jamás nadie me había visto de aquella manera.

-¿Qué debo hacer mamá? ¿Me disfrazo para conquistar a Mateo aunque corro el riesgo que el nieto de la directora cuente toda la verdad? ¿O le hago caso a Felipe y dejo de ayudarle en secreto al amor de mi vida?- Tras lo sucedido con Iris quedé tan devastado que al llegar a casa comencé a llorar sin querer. Simplemente cerré la puerta y las lágrimas aparecieron como por arte de magia. Mi madre no tardó en llegar y sin pensarlo siquiera, le confesé todo lo que he hecho durante estos años. Jamás olvidaré su reacción luego de escucharme, se levantó del sofá y caminó por toda la sala, finalmente puso sus ideas en orden y me dio una respuesta. –No puedo creer que seas capaz de hacer todo eso, y como madre debo decirte que no te ayuda en nada, simplemente te estas dañando día tras día, aunque… pienso que es una buena idea el disfrazarte. Hazlo y date el tiempo de conocer al verdadero Mateo, no aquel que ves como un dios todos los días desde lejos, sino al verdadero muchacho. Comparte con él y date cuenta si merece todo tu sacrificio. No pienses en el trato con Felipe como una amenaza, sino como una oportunidad. Si todo resulta mal con el chico que te gusta, estoy segura que aquel jovencito te ayudará, de eso no me cabe duda…- Los ojos de mi madre no pueden mentirme, si ella cree que es una buena idea acercarme a Mateo como Martina, lo haré. Rato después nos encontramos ambos en mi cuarto, transformando mi cuerpo de ameba en el de una mujer, ya no me molesta tanto vestirme así, todo sea por conseguir el amor de mi niño bonito.

Mentalízate, levanta la cabeza, camina cruzando las piernas y lo más importante, no lo olvides, mueve el trasero… Es lo que repito en mi cabeza mientras me dirijo a las canchas de deportes del barrio. Sé perfectamente que Mateo está ahora mismo jugando fútbol con su equipo y este es el momento que utilizaré para presentarme ante él. Siento un fuerte nudo en mi estómago, nunca antes había estado tan nervioso, pero intento parecer sereno, no quiero levantar sospechas. Cuando llego al lugar camino directamente hacia el árbol que siempre utilizo para espiar a mi amado, estaba a punto de subirme cuando recuerdo que esta vez vengo para juntarme con él, no para esconderme. Es todo tan extraño, siempre estuve en las sombras y ahora comienzo a caminar bajo la luz del sol. Respiro hondo y me dirijo hasta las bancas, ahí me siento a esperar que el partido se acabe. Intento sentarme lo más decente posible, no quiero que se vea lo que hay debajo de mi pequeño vestido azul. Apenas cubre mi muslo y como el de la otra noche, éste no tiene escote, debo esconder mi falso pecho.

-¡Gol!- Todos los ahí presentes celebran cuando Mateo anota contra sus rivales, cosa tan normal como que mañana aparecerá nuevamente el sol. Por primera vez me doy el valor de celebrar abiertamente y grito como el resto, lo extraño es que todos me quedan mirando. No tengo la voz más grave, de hecho es bastante fina para un muchacho de mi edad, pero justo en este momento, cuando estoy vestido de niña resulta que aparece la voz de hombre que llevo escondida, asustando a todos los que me escucharon. –Lo siento, es que estoy resfriada- Intento explicar lo sucedido, por fortuna esta vez aparece la voz de siempre. Todos creen en mi excusa, pero no dejan de observarme, ¿y ahora qué sucede? No pasan muchos minutos para darme cuenta de la razón.

Estaba concentrado en mis compañeros de banca y cuando regreso mi atención al campo de juego me encuentro frente a frente con el goleador, el hombre de mi vida. –La chica de los ojos hermosos, pensé que jamás volvería a verte… Ahora que te tengo, tendrás que perdonarme, pero no puedo dejar pasar una oportunidad como esta…- Mateo me sorprende al colocar sus manos en mi cintura e inmediatamente después besarme tan apasionadamente, que me envía directamente al paraíso. Mi sangre se agolpa de pronto en mi cabeza y todo el mundo que me rodea comienza a girar, quizás podría pasar el resto de mi vida de esta manera.

El partido termina y espero a mi amado mientras se da una ducha en los camarines. Después de aquel hermoso beso todo indicio de tensión desapareció de mi cuerpo, como si se tratase de una droga, Mateo es el único que logra hacerme sentir de esta manera. Pienso en lo hermosa que será la cita que tendremos en unos instantes, probablemente me invitará a tomar helado o caminaremos por el parque como la otra vez, quizás veremos una película en el cine o comeremos algo en un restorán. He soñado durante tantos años este momento que ahora mi mente produce millones de imágenes a la vez, sea lo que sea que hagamos, será algo inolvidable.

Lo veo caminar como siempre lo hace, con aquel paso seguro y varonil. Va vestido con unos jeans ajustados que se encuentran desgastados en los muslos, lo combina con una camisa celeste que deja sin abotonar los tres primeros ojales, mostrando aquellos pectorales tan marcados y sensuales. No puedo dejar de ver aquel escote, ¿será esto lo que los hombres “heterosexuales” sienten cuando observan los senos de las mujeres? En fin, trato de no pensar mucho en eso, más que mal, se supone que ahora soy yo quien tiene senos, no son de carne sino que de calcetines, pero hay que conformarse.

Como todo un galán llega hasta mí y me invita a acompañarlo. Caminamos un par de metros hasta que decide colocar su brazo obre mi hombro… Me abraza como si fuese su pareja, siento latir su corazón a unos centímetros del mío, esto es tan hermoso. Es la caminata más alegre que jamás he dado. Cuando salgo de la impresión comienzo a observar los lugares por los cuales transitamos. Pasamos por la heladería, así es que la descarto de mis posibles lugares para la primera cita. Transitamos frente al cine, por lo que hoy no veremos una película. Los posibles restoranes donde podríamos comer tampoco son nuestro destinos, así es que también elimino la cena de mi lista. De las posibilidades que imaginé sólo queda el caminar por el parque, no me importa hacerlo, siempre y cuando esté acompañado de mi Mateo.

Doblamos justo dos esquinas antes del espacio repletado de árboles y es ahí cuando me percato que estaba muy equivocado en mis sueños. Caminamos sin hablar, siento la necesidad de preguntar por nuestro destino, pero no quiero parecer impertinente, así es que me callo. El lugar me parece más que conocido, aquellos techos, esos árboles en la esquina… ¡No puede ser! Estamos caminando en dirección a su casa, ¿no habrá nadie en aquel lugar? ¿Qué es lo que querrá hacer? Miles de ideas pasan por mi mente, de la nada recuerdo a Magdalena y la discusión que ella mantuvo con mi amado, ahora me percato que ellos recién de novios mantuvieron relaciones, y eso que sólo duraron un par de días. Aunque quisiera, no podría entregarme a él, ya que no tengo lo que a él le gusta, si intenta desnudarme estaré acabado, descubrirá toda la verdad.

-No creo que ir a tu casa sea una buena idea, prefiero marcharme y vernos otro día.- Tengo que impedir esta locura, no me arriesgaré a estar a solas con Mateo. -¿Mi casa? ¿Cómo sabes que vivo aquí? Nunca te lo había dicho…- ¡Rayos! Estoy perdido, sin querer me delaté. Tengo que inventar algo rápido. Sin pensarlo dos veces comienzo a improvisar y le comento que es obvio que iremos a su casa, más que mal estamos en un pasaje residencial. Esta Martina es tan inteligente, se da cuenta de cosas que el resto ignora. –Claro, que perspicaz eres, eso me gusta… aunque, modestia aparte, no creo que seas más brillante que yo…. No te preocupes nenita, no me molestan las tontas.- Pero si es tan humilde, ¿notaron que dijo “modestia aparte”? No sé cómo puede haber gente que cree que es un arrogante, simplemente es magnífico. –No hay nadie en mi casa, quería que estuviéramos a solas para conversar… Te prometo que no haré nada que tú no quieras- y pasando sus dedos por mi mejilla trata de convencerme que doblegue mi resistencia permitiéndole introducirse en mi privacidad. Estoy a punto de cometer un desatino, todo mi cuerpo me pide que acepte su invitación, pero mi juicio trata de advertirme que nada de lo que él quiere ver existe, todo es una farsa. ¿Qué hago?

-Estoy menstruando…- ¿Qué? ¿Es lo único que se me ocurrió? En un momento cómo este recordé a mi madre, quien siempre utiliza esta excusa para no hacer lo que no quiere. Mi padre desea ir a una reunión con sus amigos de facultad, aquellos tan buenos para beber, pues bien, a mi madre repentinamente le llega su periodo. Papá pretende ir a visitar a mi abuela, pues como mi mamá no se lleva bien con la anciana, ahora le duelen los ovarios. Y así sucesivamente, Ignacia siempre hace uso de su femineidad para convencer a Alejandro.

-Oh… es eso… No lo sabía, discúlpame… ¿Te sientes muy mal? ¿Quieres que te acompañe a tu casa?- El rubor se ha apoderado de su bello rostro y con la voz entrecortada intenta complacerme. Obviamente no se arriesgaría a intimar con una muchacha en su periodo, así es que olvida toda cita privada entre las sabanas de su cama. Quedamos en juntarnos mañana a tomar helado y luego ver una película. Un beso termina con nuestro día y así me marcho a mi hogar, sintiéndome relajado nuevamente, estuve a punto de cometer un grave error.

¿Cómo te fue? ¿Te besó? ¿Te abrazó? ¿Trató de propasarse contigo? ¿Se dio cuenta que tus senos son falsos? Etcétera, etcétera… son todas las preguntas que mi madre me hizo cuando regresé a casa y como a mí me gusta conversar con aquella mujer, le cuento detalladamente todo lo acontecido. Ambos terminamos comiendo chocolates acostados sobre su cama. Es tan divertido hacer esto. Aunque sea quien me acogió como una madre, la considero como mi segunda mejor amiga, y ahora mucho más que antes, por fin pude confesarle todo lo que siento por Mateo, algo que nunca antes me había atrevido.

Transcurren los tres días más hermosos de mi vida. Como me prometió, fuimos a tomar helados y ver una película en la primera cita, en ningún momento intentó propasarse y nos besamos durante toda la función, de hecho, ni siquiera me acuerdo de qué se trataba la cinta. El segundo día intentó enseñarme a jugar básquetbol, intenté ser la persona más torpe del mundo para que se cansara y desistiera de la idea, en parte porque detesto los deportes y además porque sentía que en cualquier momento se caería la peluca, es horrible saltar y correr con esa cosa pesada sobre tu cabeza, de milagro no se soltó. Hoy es la tercera cita, comemos en un bello restorán italiano, la pasta es realmente deliciosa y la compañía mucho mejor. De vez en cuando alzo la vista y no puedo creer que tengo en frente al amor de mi vida, todo pareciera un sueño. Sus besos ya no me parecen extraños, creo que me he acostumbrado, aunque siento un poco de dependencia, tal vez genere alguna adicción.  

Iris me ha dicho que estoy cavando mi propia trampa, que muy pronto todo saldrá a la luz y el único que terminará sufriendo soy yo, pero nada de esto me importa, si puedo vivir en el paraíso por un par de días, no me importa caer al infierno el resto de mi vida. Mi amiga no se ha alejado de mí, aunque tampoco ha dejado de pensar que le gusto a Felipe. Nuestra amistad no conoce de enojos, jamás nos hemos distanciado luego de una discusión, nos queremos mucho para hacerlo.

La pasta ha estado deliciosa y ahora ambos caminamos escoltados por la tibia sombra de los árboles, el parque resplandece como nunca antes. –No sé qué me sucede cuando veo tus ojos, siento que te conozco desde hace mucho tiempo. Es tan extraño.- La hermosa monotonía del paseo desaparece cuando Mateo pronuncia estas palabras. Quizás sólo sea uno de los cuantos piropos que le dice a todas las muchachas que enamora, pero también cabe la posibilidad que haya recordado “eso”, aquello que vivimos hace tantos años y lo cual es la razón por la que he hecho todo con tal de convertirlo en el chico perfecto.

El resto del camino lo hacemos en silencio, no puedo pensar en nada más que no sea las viejas vivencias que nos une y las que al parecer él no puede recordar. Luego del parque caminamos por la ciudad y sin darme cuenta llegamos frente a la casa de mi amado, nuevamente intenta provocarme para que acabe en su cuarto. –Mateo, no me siento preparada y es que yo… soy virgen.- Entremedio de nuestra discusión sobre si es bueno o no dar aquel paso tan importante, intento crear una nueva excusa para marcharme sin enojarlo, pero esto no me da buenos resultados. –Entonces es la oportunidad perfecta, no encontrarás en el mundo a un mejor hombre que pueda iniciarte en esto. Tómalo como una gran oportunidad que te da el destino…- Su carita llena de insistencia me hace flaquear, veo el deseo en sus ojos y cómo el vigor transita por todo su fornido cuerpo. Intento pensar qué es lo mejor que debo hacer, pero “algo” me llama mucho la atención. ¿Aquel bulto que lleva bajo sus pantalones está más grande o es mi imaginación? Claro que no es invención mía, resulta que está teniendo una erección… su… su… está… ¡Martín…. Digo Martina! Tranquilízate, deja de observarlo, de lo contrario ya no podrás salirte de este dilema.

-Mira nenita, soy un hombre muy paciente, pero todos tenemos un límite… Hay muchas mujeres como tú que darían todo lo que tienen sólo para lograr que yo me fije en ellas. Eres una afortunada, así es que no desaproveches esta oportunidad que generosamente te estoy regalando. Mañana mis padres saldrán de viaje y me quedaré solo en casa toda el fin de semana, así es que en la noche quiero que vengas y me des lo que me merezco, ¿entiendes a lo que me refiero?...- Sus facciones endurecen y me habla en un tono muy brusco, casi muero al darme cuenta la forma en que me mira. Lo veo entrar a su hogar con un fuerte nudo en la garganta, mi corazón no puede conformarse con esta situación, no puede creer que hace unos minutos todo era color de rosas y ahora mi vida se ha pintado de un triste negro. Con las pocas fuerzas que me quedan me dirijo hasta mi casa, pensando en cada momento cómo hacer frente a esta situación, pero al parecer no hay respuesta satisfactoria para este problema.

Estoy todo lo que queda de la tarde recostado en mi cama mirando el techo, imaginando el resultado de cada una de las posibles soluciones que se vienen a mi cabeza. Hasta el momento sólo la opción de huida es la que mejor soluciona todo, pero aun así cabe la posibilidad que sintiéndose humillado decida averiguar más sobre Martina y descubra que todo fue una mentira ideada por su imbécil compañero de clases. Sumido en mis pensamientos escucho sonar mi celular, el que contesto con un tono algo triste. Resulta ser Iris quien quiere saber todo sobre lo sucedido en mi cita.

-Es un imbécil, como si acostarse con él fuese algo tan glorioso… Además, sólo tiene quince años ¿cómo puede tomar el sexo como algo tan a la ligera? Ya sabes, ni tú ni yo lo hemos hecho, todavía creo que no estamos preparados.- Es lo que mi amiga responde tras contarle todo lo sucedido con Mateo. No me esperaba menos de ella, siempre suele enfadarse con cada cosa que mi amado hace. Trato de pedirle algún consejo, necesito saber qué es lo que debo hacer, pero para mi suerte, nuevamente se ofrece a ayudarme. –Tú sólo ve a las canchas vestido como Martina mañana en la tarde. Yo me encargo del resto, te prometo que ese imbécil no volverá a buscarte jamás.- Pero si Iris es tan linda, siempre intentando protegerme, no sabría qué hacer sin su amistad. Ahora me siento más aliviado, espero poder salir de este embrollo con la cabeza en alto y sin hacer enojar a Mateo… aunque, ¿dijo que no me volverá a buscar nunca más? ¿Acaso es eso lo que quiero? Todo lo que deseaba era un poco de atención de mi amado, y ahora no sé si quiero arruinar todo lo que he conseguido. La tristeza vuelve a inundarme, ¿será que jamás tendré una real oportunidad con mi niño bonito?

Al otro día me levanto sin ánimos, entro a la ducha sin querer iniciar una nueva jornada, porque sé que luego de esta tarde todo volverá a la normalidad, seguiré en la oscuridad deseando a un hombre que jamás se fijará en mí. Siento el agua caliente recorrer mi cuerpo y sin querer recuerdo las palabras de mi madre. ¿Me pude dar cuenta de quién es realmente Mateo? ¿Acaso es ese chico que sólo desea tener relaciones? ¿Es alguien incapaz de sensibilizarse con la desgracia del resto? Ya no sé qué pensar, aunque una cosa sigue en pie dentro de mí, la imperiosa necesidad de ayudarle, de convertirlo en el chico perfecto, no porque lo ame sino debido a que se lo merece.

El día transcurre como siempre. Trato de no llamar la atención, comparto con mi amiga Iris, le hablo sobre mis pesares, voy a la sala de profesores para cambiar las respuestas en el examen de mi amado, intento averiguar si aparte de Martina hay otra chica que le interese, para saber si debo enamorarla o no.

Triste salgo del colegio y me dirijo a mi hogar, donde me encuentro con mi madre lista para convertirme nuevamente en Martina. Mientras lo hace le comento apenado lo sucedido ayer, pero ella no responde nada, sólo se limita a transformarme. Cuando ya todo está listo decido marcharme, me despido de Ignacia y justo en el momento en que trato de desaparecer tras la puerta la escucho aconsejarme. –Sé fuerte y haz todo lo que Iris te pida, estoy segura que ella sabe qué es lo mejor para ti ¿ok?- Con un ademán le hago entender qué he entendido. Si la mujer que más me ama en este mundo me señala el camino a seguir, no puedo desobedecerla.   

No sé cómo, pero llego hasta las canchas y me siento en una de las bancas. Allí se encuentra mi Mateo jugando fútbol, liderando su equipo como siempre lo ha hecho. Grita y ordena a esa parvada de tarados que siempre juega mal dejando que todo el trabajo se lo lleve su capitán. Me doy cuenta que entremedio del juego me observa constantemente, sonriéndome alegremente. Quizás piensa que si estoy allí es porque he aceptado su propuesta, que esta noche seré suyo. Estoy convertido en un manojo de nervios, deseo con todo mi ser que no finalice el partido, no quiero terminar de esta forma con él, no me quiero alejar nuevamente de su vida.

El árbitro da por terminado el juego, el equipo de mi amado ha ganado tres a cero, todos los goles fueron realizados por él. Lo veo celebrar con Rodrigo y luego como ambos se dirigen en mi dirección, al parecer nos presentará. Recuerdo el cuerpo desnudo del rubio y por un segundo olvido en qué estoy metido. ¡Oh por Dios! Soy un pervertido, no puedo evitar el imaginar su cuerpo debajo de aquellas prendas, sus vellos dorados inundar gran parte de él.

-¿Te acuerdas de ella? Es la chica que conocí la otra noche. Es Martina, la afortunada que pronto se convertirá en mi nueva novia.- Esta es la manera en que Mateo me presenta a su mejor amigo, quien me saluda un tanto distante. No deja de mirarme  de pies a cabeza, como si intentara encontrar algo extraño en mí. Por unos segundos me da la impresión que se ha dado cuenta que no soy una chica, pero lo olvido por completo con el alboroto que se crea justo después, inmediatamente luego que mi niño bonito colocará su brazo sobre mis hombros.

-¡¡Suéltala patán, ella es mía!!- Un fuerte grito inunda toda la cancha y llama la atención de quienes estamos presentes. A lo lejos aparece una muchacha muy enfadada, de un oscuro cabello oscuro, vestida con unos pantalones y polera muy holgados. Cubre su rostro con unas gafas, por lo que no puedo ver sus ojos. Camina decidida hasta dónde estamos y al llegar me toma por la cintura de forma muy brusca, separándome de Mateo. -¿Qué se supone que le estás haciendo a mi novia? No ves que ella es lesbiana.- ¡¡¡Iris!!! Ese perfume no me engaña, es el que mi amiga ha utilizado toda su vida. ¿Esta es la forma en que me va a ayudar? ¿Transformando a Martina en lesbiana? Claro, por eso me dijo que jamás mi amado volvería a buscarla.

Me doy cuenta cómo mi niño bonito está desconcertado, todo ha sido tan rápido que se ha quedado en shock. –Esperen, esperen… ¿Qué circo es este? Dime Martina, ¿esta es la forma en que quieres evitar que nos acostemos? Que estupidez más grande, obvio que ella no es lesbiana y todo esto es una farsa.- Cuando logra despejar sus ideas intenta reprocharme aquel estúpido plan. Se supone que debo responder, pero no puedo, mi mente se ha paralizado y nada provechoso produce. Iris intenta presionarme para que responda, me piñizca en la cintura para que despierte, pero aunque decidiera pegarme con un palo, no lo haría. –Veo que eres más tarado de lo que te ves, ¿Crees que esto es mentira? Pues bien, te demostraré que ambas somos lesbianas.- Como no me atreví a pronunciar palabra alguna, Iris debe improvisar y encarar a Mateo.

Aun sintiéndome desorientado observo como mi amiga ahora morena se acerca hasta mí. ¿Qué ocurre? ¿De qué forma intenta demostrar que no está mintiendo? No debo esperar mucho para darme cuenta que lo hará con un beso. Siento sus húmedos labios rozando los míos, pensé que sería un leve toque, pero al parecer no quiere dejar ninguna duda en el muchacho que impactado nos está observando. El ósculo dura unos cuantos segundos y cuando termina quedo más desorientado que antes, acabo de romper toda posibilidad con Mateo y además me he besado con mi mejor amiga. No puede haber una vivencia más extraña que esta.

Iris me abraza fuertemente por la cintura, caminamos haciéndonos pasar por pareja. Cuando mi amiga vio la cara desfigurada de Mateo se dio cuenta que su plan había dado éxito, así es que me tomó como si fuera mi pareja y nos fuimos caminando, ella victoriosa y yo devastado. No decimos ninguna palabra por más de cinco cuadras. Creo que es implícito el no volver a comentar aquel beso, ni a ella ni a mi nos haría gracia.

-¡Martín! ¿Eres tú verdad? No me puedes engañar, ¿te has disfrazado de mujer para conquistar a Mateo?- Cuando ya me había separado de Iris y me dirigía a casa siento un fuerte grito tras de mí. Horrorizado al darme cuenta que alguien se ha dado cuenta de todo me volteo, encontrándome frente a frente con el chico más rubio que he conocido en mi vida. Rodrigo me observa con gracia, al parecer se siente orgulloso de haberme descubierto. ¿Ahora qué hago? Si el mejor amigo de mi amado se ha enterado de la verdad, es obvio que se lo contará. Se enfadará y me humillará delante de todo el colegio, me alejará de su vida y ya nunca más podré ayudarle. Estoy acabado, mi existencia termina justo en este momento.

Notas finales:

Muchas gracias por leer!!! Espero actualizar pronto!!


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