Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Chico Perfecto por jotaceh

[Reviews - 166]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos!!!!!!

Espero que se encuentren muy bien y que todo les esté saliendo a la perfección..

No había podido subir un nuevo capítulo antes, espero que me disculpen...

Me queda sólo esta semana de vacaciones u.u y luego volveré a la rutina NO QUIERO!!! pero en fin, debo hacerlo...Quizás en ciertos periodos no pueda escribir tan seguido, especialmente cuando tengo pruebas, pero que seguiré la historia hasta el final, es seguro :D

 

Espero que les guste el capitulo!!!!

CAPITULO VII: Un sueño hecho realidad.

Me siento en las nubes, Felipe me abraza tan fuerte que no siento mi cuerpo, es como si nos hubiésemos fusionado en un solo ser. Mi cabeza comienza a darme vueltas y me doy cuenta que me cuesta respirar. –Fe… Fe… Felipe… ¡Suéltame!- En realidad me faltaba el aire y es que este chico me apretaba tanto que ya ni siquiera podía inhalar. Un tanto avergonzado se desprende de mi cuerpo para luego pararse un tanto incómodo. Pasan unos minutos hasta que se da el ánimo de dirigirme nuevamente la palabra. -¿Nunca te habías dado cuenta que hay varios chicos interesados en ti?- Puedo ver cómo sus mejillas se ruborizan mientras me pregunta, parece un niño pequeño intentando saber si le pueden regalar un dulce más. Obviamente le contesto que jamás me había enterado de aquello, siempre pensé que era la persona menos popular del colegio. Saber esto es como un balde de agua fría, significa que no soy quien pensaba ser, que la gente ve en mi algo que ni siquiera soy capaz de encontrar. –Es todo tan extraño, si soy tan popular ¿por qué nunca nadie se me ha declarado?- Es lo primero que se me viene a la cabeza, porque si soy interesante, por lo menos alguien se hubiera atrevido a declarárseme. –Tú los intimidas, muchas veces te alejas de las personas y eso hace pensar que cualquiera que te fuera sincero con sus sentimientos, tú lo rechazarías. Eres casi como un mito Martín, aquel que es como la luna… bello pero inalcanzable para todos.- Tierra llamando a nave, hemos perdido a un tripulante, el pobre de Felipe ha enloquecido. ¿Bello como la luna? Que cosa más cursi, ni siquiera a mí se me hubiese ocurrido. Ambos nos quedamos en aquel lugar lo que queda de la hora de colación, juntos escuchamos el timbre que indica la entrada a clases y nos dirigimos hasta nuestras respectivas aulas.

En todas las clases de la tarde pienso en lo que tanto Rodrigo como el nieto de la directora me han confesado. No puedo creer que nunca me haya dado cuenta de nada, pude haber tenido tantos novios, pero por mi timidez perdí la posibilidad de vivir aquellas experiencias… Esperen, ¿entonces por eso Claudio, quien se sienta tras de mí, siempre me pide lápices?  Ahora entiendo aquellas miraditas tan raras que hace cuando me das las gracias y las veces en que sin querer toca mi mano cuando les paso mis útiles escolares. ¿Eso quiere decir que las veces que me han invitado a fiestas no han sido planes para burlarse de mí sino que realmente querían contar con mi presencia? ¿Y las solicitudes de amistad en Facebook no eran para hacerme cyber bullying sino que para estar en contacto conmigo? ¡Oh por Dios! Que ciego he sido. Tantos besos que no he recibido, tantos piropos que no he escuchado, tantos agarrones que no he sentido, tantas oportunidades que hubiera tenido de perder la virginidad, de descubrir qué se siente el estar con un hombre desnudo, tocar su pecho… juguetear con sus pezones… seguir bajando en su anatomía y encontrarme con… con… ¡Madre mía! Todos me observan, ¿tan fuertes han sido mis suspiros que mis compañeros observan mi rostro ruborizado? Intento volver al estado de siempre, sin llamar la atención, aunque al parecer nunca lo he hecho muy bien.

Creía que ya nadie me observaba, pero una extraña sensación inunda mi ser, un fuerte escalofríos me estremece y me obliga  a voltearme. Como era de esperar, alguien estaba espiándome y al darme cuenta que es Rodrigo me muero de la vergüenza. Aquel chico me engañó, pensé que no me seguiría el juego tras declararle mi falso amor, pero incluso me dio un beso. Ahora me mira sin siquiera pestañear, no lo hace con resentimiento sino que con un dejo de remordimiento, pareciera que está arrepentido por lo que hizo y sólo espera el momento para pedirme perdón. Según Felipe él abusó de mi inocencia, entonces ¿eso significa que aquella declaración de amor que profesó ante todos sus amigos es cierta? ¿Él está interesado en mí? No lo puedo creer, quizás si sea capaz de atraer a hombres como Claudio, que no son muy agraciados, pero a alguien como Engdahl, que tiene dinero, belleza y popularidad es algo muy distinto. No, esto debe ser un malentendido, me niego a creerlo. Decido dejar de observarle y dedicar algo de tiempo a la clase, aunque me cuesta entender lo que dice la profesora, si no tomé atención desde principio, es muy difícil venir a comprender ahora.

Estaba intentando dilucidar la temática de la clase cuando me percato que no sólo Rodrigo me observa. Desde aquel rincón al cual siempre mi mente viaja se encuentra otro muchacho mirándome, el único al cual yo siempre he contemplado. Siempre fui yo quien lo espiaba, pero ahora resulta ser que mi Mateo me observa con detenimiento. ¿Qué está sucediendo? Esto es imposible, no puede ser que haya llamado su atención, jamás antes lo había logrado y ahora, en este día tan extraño, se está haciendo realidad uno de mis más fervientes deseos. ¡Contrólate Martín! Sólo te está mirando, quizás lo hace pensando en descubrir qué es lo que su amigo ha visto en mí, eso debe ser. Mi mente me pide que no cree ilusiones estúpidas, que no crea que pueda llegar a atraerle, porque eso es ciertamente imposible. Como si no me estuviese observando el amor de mi vida, vuelvo a intentar entender la clase.

¿Qué es lo que les puede atraer de mí? Pienso todo el camino a mi casa sobre este asunto. Si soy tan popular y hay tantos chicos interesados en mí, me gustaría saber la razón. Intentando lograr que Mateo sea el más inteligente, no he demostrado mi verdadero potencial académico, por lo que no puede ser admiración el motor de su interés. Siempre visto ropa holgada y mi cabello nunca lo peino, siempre lo llevo cubriendo mis ojos, intentando ocultarme de las miradas ajenas, así es que no creo que sea mi belleza la razón. Casi nunca hablo con el resto, y si lo hago son por asuntos puntuales, la simpatía está descartada de la lista entonces. Pienso muchísimo, pero no llego a una conclusión clara, no puedo dilucidar la razón de mi supuesta popularidad.

Estoy a una cuadra de mi casa cuando veo una silueta conocida. Se mueve de un lado hacia otro de la calzada, como si fuera un soldado que resguarda el pasaje donde vivo. Veo el nerviosismo en sus movimientos y luego en sus ojos, cuando estos se posan sobre mí, enterándose de mi presencia. –Necesito hablar contigo, tengo que explicarte todo lo que sucedió.- Rodrigo corre a mi encuentro, es tanta la desesperación que logro ver en su rostro que decido concederle un tiempo, aunque no es lo quiero, él me engañó y ya no sé si puedo creer en sus palabras.

Mi madre salió muy temprano hasta una de las tantas casas que ayuda a decorar. Ésta es su profesión y lo hace de forma independiente, ya que no por alardear, tiene tanta fama en el barrio acomodado de la ciudad que le llueven los trabajos. Mi padre trabaja en el bufete de abogados todo el día y a veces duerme allí, todo depende del caso en cual esté trabajando. En este momento no hay nadie en mi casa, por lo que decido invitar a Rodrigo, debe darme una explicación y para ello necesitamos privacidad. Ya sé que es arriesgado, apenas lo conozco, pero pensé en las posibles consecuencias solo después de verlo sentado en el sofá. –Qué bonita es tu casa, te felicito…- Es lo primero que dice cuando me siento frente a él, mirándolo detenidamente, esperando su explicación. –No es mía, es de mis padres, felicítalos a ellos.- Sí, puedo ser malo cuando estoy enojado, eso unido a mi rostro de enfado crean la escena perfecta. Todo lo que quiero es darle miedo.

-Sé que habíamos acordado algo muy diferente a lo que realmente sucedió y te pido disculpas por engañarte, pero quiero que me entiendas… lo que yo siento por ti es sincero. Aquello que te dije delante de todos es cierto, cuando llegué al colegio me enamoré a primera vista de ti. Tu carita de ángel, esos ojitos verdes tan lindos que tratas de ocultar, pero que aunque intentes aparecen radiantes delante de todos; tu cuerpo menudo y tus movimientos gráciles, todo me fascina de ti, porque eres único, nadie que he conocido se te parece. Cuando te veo tan frágil, intentando ocultarte, cuando veo el miedo en el brillo de tus ojos, me dan ganas de protegerte, de abrazarte y no dejar que jamás te vayas de mi lado… Te amo y no quiero, no puedo, seguir ocultándolo…- Son las palabras más bellas que jamás me han dirigido y por eso quedo perplejo tras escucharlas. ¿Puedo despertar aquel sentimiento tan grande en alguien? No puedo creerlo, me cuesta asumirlo y por eso veo a Rodrigo detenidamente un par de minutos, para cerciorarme que esto no es un sueño. Cuando logro despertar de la impresión me doy cuenta que debo responderle a este rubio muchacho. He escrito tantas cartas de amor, tantos poemas para lograr enamorar a las pretendientes de Mateo, que me sería fácil aumentar más esta escena tan romántica. ¿Puedo vivir un amor como todo el mundo? ¿Podría darle una oportunidad a este chico? Es guapo y sensible, se ha atrevido delante de todos sus amigos a aceptar lo que siente por mí, la razón me señala que podría vivir un gran romance con él. Estoy decidido, debo darme una oportunidad y por eso intento crear un discurso memorable, que quede plasmado en la historia del amor universal. No me es difícil, tengo tanta práctica, así que comienzo como siempre lo hago, pensando en Mateo.

-Lo siento, pero ya sabes que estoy enamorado de tu mejor amigo y no creo que pueda olvidarlo estando a tu lado.- Es todo lo que produce mi voz. Si debo pensar en mi amado para hablarle a Rodrigo, significa que esa posible relación estaría basada en mi capacidad de transfigurar la imagen de Mateo en el cuerpo del rubio. Un rayo de luz me ilumina y me doy cuenta que no puedo actuar segando a mi corazón, nada bueno resultaría de engañarme a mí y a Rodrigo. Veo como éste entristece de pronto, mis palabras no le han gustado y ahora lo único que quiere es marcharse. Incapaz de mirarme a los ojos se levanta del sofá y camina directamente hacia la puerta, está tocando la manilla cuando ésta se mueve sola, alguien ha llegado a casa y me verá solo con este chico, quizás qué pensará. – ¿Quién diablos eres tú y que haces con mi hijo?- La dulce voz de mi madre resuena en cada rincón de la casa, mira extrañada al rubio mientras éste enmudece de pronto, sus ojos se dilatan y su cuerpo está petrificado, al parecer mi madre es la reencarnación de Medusa. –Oh claro, él es Rodrigo Engdahl, un compañero de clases que me vino a dejar porque no me sentía muy bien hoy… Eso, no te asustes, no es una persona TAN mala.- Invento una excusa para explicar la presencia de Rodrigo en casa, pero los ojos entreabiertos de mi madre me dan a entender que no me ha creído. No sé mentir, soy horrible haciéndolo.

-¿Un poco más de té querido?- Mi madre le pregunta al rubio cordialmente mientras lo observa comer un par de galletas. Cuando nos sorprendió solos en la sala de estar, pensé que lo echaría a patadas, pero en vez de eso decidió invitarlo a tomar el té. Ahora conversa con Rodrigo como si se tratara de un viejo amigo y él no se queda atrás, intentando adularla siempre que tiene oportunidad. –Usted es muy bella, ahora entiendo a quién se parece Martín…- Dice galantemente mientras observa alternadamente mi rostro y el de mi madre adoptiva, que obviamente no se parece a mí. – Lo sé, todos en este hogar somos hermosos… pero tú tampoco te quedas atrás, eres un galanazo… qué ganas de tener unos cuantos años menos. Ya sabes, a mis veinte no es que sea vieja, pero cada vez nacen hombres más guapos, como tú…- ¿Qué onda? Ahora parece que soy mal tercio de esta pareja, porque entre tanto halago que se dan, creo que pronto mi madre se divorciará para iniciar una aventura con el rubio. Bueno, no sé si se dieron cuenta, pero dijo veinte, ¡V.E.I.N.T.E! ¿A quién quiere engañar? Todos sabemos que duplica esa edad, sólo hay que ver sus patas de gallo y que su pelo es teñido porque ya tiene canas. Esta mujer me enferma.

-En fin, vayamos al grano, ¿ya se acostaron? Tuviste cuidado con mi hijo ¿verdad?... Entre nosotros, ¿le dolió mucho?- De la nada mi madre se coloca seria y se acerca a Rodrigo para preguntarle casi susurrando este puñado de incoherencias. ¿Qué? ¿Yo acostarme con este? Lo único que puedo hacer es gritarle para que deje de pensar así y de paso, incomodar al pobre alemán, que ahora ya no es blanco, sino que rojo. –Esto ya ha sido mucho, es mejor que te vayas, y disculpa a mi madre, tanta marihuana en su época de hippie la dejó trastocada.- Casi forcejeando, trato de echarlo de mi casa. Estoy a punto de lograrlo, él ya se encuentra detrás de la puerta, cuando en un giro inesperado, empuja fuertemente para preguntarle una última cosa a Ignacia. - ¿Eso significa que me da autorización para acostarme con su hijo?- ¡Largo! Es todo lo le grito cuando reúno toda mi fuerza y cierro bruscamente la puerta. Eso fue el colmo, ¿qué se han creído estos dos para humillarme de esta forma? Indignado subo a mi cuarto y me encierro, no quiero volver a ver a mi madre nunca más.

Logro mi cometido y estoy en mi cuarto hasta que oscurece. Mi mamá intentó hablarme un par de veces, pero la ignoré, debe aprender que no puede jugar así con mi vida. Escucho cuando mi padre estaciona su automóvil en el garaje, es ese sonido el que me da a entender que debo abandonar mi guarida y buscar su ayuda, debo apresurarme, porque sé que Ignacia hará lo mismo. Bajo las escaleras lo más rápido que puedo, pero cuando llego al patio me percato que ella me ha vencido, ahora quizás qué cosa me dirá Alejandro. –Hijo mío, ven y abrázame, pensé que nunca llegaría este día… Creo que fue ayer cuando llegaste a nuestra casa, eras un pequeñito gordito y encantador, sólo tenías cinco años y ahora mírate, eres todo un adulto.- Escucho este tipo de divagaciones mientras me abraza fuertemente, casi sin dejarme respirar. Ambos son tal para cual, era obvio que él creería lo que mi madre le dijera y ahora festeja porque por fin tengo novio. Debo soportar sus preguntas en la cena, intentando explicarles que Rodrigo no es mi pareja, pero termino por rendirme, que crean lo que se les venga en gana. Este día no podía terminar de forma más extraña.

¿Voy o no voy? Es lo que me pregunto cuando despierto esta mañana. Todo mi cuerpo se estremece al pensar que debo asistir a clases y todos me mirarán extrañados por lo ocurrido ayer con Rodrigo. Luego de declararme, estuve encerrado en la oficina de la directora junto con Felipe, para cuando ya debía irme a casa, corrí a la entrada del colegio para que así nadie se diera cuenta de mi presencia. Todavía no he enfrentado a la multitud y eso me da pavor. Pienso cerca de media hora recostado en mi cama cuando a mi mente llega una imagen, la de Mateo mirándome detenidamente durante la última clase de ayer. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué me veía? Son cosas que atormentan. Me doy cuenta que durante estos días no le he tomado la atención que se debe, no lo he espiado por las mañanas, ni tampoco he ido a sus partidos después del colegio. Decidido a seguir con mi hermosa rutina de espía, me levanto enérgico y corro al baño para ducharme, debo salir pronto o me perderé cuando sale de su casa.

Mi respiración es agitada y mis piernas me duelen un montón, pero me siento afortunado de ver los primeros rayos del sol tocar tiernamente el rostro bronceado de mi amado. Me escondo tras los arbustos mientras él camina hacia el colegio, con aquella seguridad que me encanta, con su frente en alto y mirando a los ojos a todo aquel que pasa a su alrededor. Me obsesiono mirando su camisa, tan blanca y estrecha, dejando entrever el marcado abdomen que ha cultivado desde siempre. Sus fuertes manos se encuentran dentro de los bolsillos del pantalón, haciéndolo parecer rudo y desafiante, demostrando que no le tiene miedo a nada ni a nadie.

¿Se acordará de aquel muchachito que conoció hace ya tantos años? ¿Recordará todas las veces en que lloré en su regazo? Es lo que me pregunto cada vez que lo veo, pero al parecer jamás tendré una respuesta, él nunca se acercará nuevamente a mí, ya no pertenece a mi vida. Me pierdo entre mis divagaciones, escondido aun detrás de los arbustos. No me percato que he perdido de vista a Mateo y cuando despierto de mi ensueño, debo correr para seguir con mi rutina. Camino un par de pasos por la calle y debo esconderme rápidamente detrás de un poste, casi me encuentro frente a frente con Rodrigo. ¿Qué hace por aquí? Por lo que tenía entendido vive muy lejos de este barrio. No pasa mucho tiempo para darme cuenta que ha venido a juntarse con su mejor amigo, a quien saluda un tanto distante en la esquina opuesta a la que ahora me encuentro.

El poste es lo suficientemente ancho como para que este par de chicos no me vea mientras los espío. Se quedan ahí parados mientras conversan, lamentablemente estoy muy lejos para escuchar sus palabras, pero por sus expresiones me entero que no es una plática cordial. Al parecer Rodrigo intenta recriminarle por algo a lo que Mateo no le hace caso, simplemente finge que no lo escucha. Cuando el diálogo no ha producido efecto, veo horrorizado al alemán agarrar por la camisa a su amigo, diciéndole unas cuantas palabras mientras lo observa detenidamente a los ojos, un par de centímetros separan sus rostros. ¿Qué hace aquel imbécil? ¿Cómo se le ocurre tratar así a mi niñito de oro? Sé que la violencia no se justifica por ningún motivo, pero cuando Mateo golpea en su rostro a Rodrigo, sé que lo está haciendo netamente para defenderse. Lo entiendo, no puede permitir que lo pasen a llevar de ese modo, lo malo es que el rubio decide responderle y así se crea una gresca monumental.

¿Los separo? ¿Grito llamando por ayuda? ¡Por favor, díganme qué hacer! Sigo escondido tras el poste mientras veo sangre en el rostro de mi amado, pero mi cuerpo no atina a hacer algo para ayudarle. ¿Qué es lo que hago cuando tengo problemas? Es sencillo, salgo corriendo y trato de olvidar todo. Esa es mi naturaleza, por lo que ahora sin querer realizo lo mismo. No sé cómo, pero al rato estoy a cuatro cuadras de aquella esquina, deseando solo llegar pronto al colegio para dedicarme a estudiar y no pensar en cómo habrá quedado Mateo.

Cuando entro a la escuela estoy tan desequilibrado emocionalmente, que no me importa cómo me mira todo mundo y sus murmullos acerca de mi supuesto romance con Rodrigo. Solo me dirijo a mi sala y me siento en mi puesto, esperando ver pronto a mi maestra. Iris me observa desde su lugar, sé que se ha percatado de mi estado y se pregunta la razón, pero solo debe observar la escena siguiente para comprender todo. Mi amado y su amigo ingresan silenciosos, sus prendas están sucias y sus rostros ensangrentados, pero de todos modos se alistan para la clase, intentando disimular la gresca que acaban de vivir. Obviamente cuando la profesora los ve en aquel estado deplorable, los envía directamente a la enfermería. Mi corazón se acongoja al ver a Mateo salir.

Cuando suena el timbre y todos salimos a recreo, dejo de lado a Iris para ir a inspeccionar la enfermería, necesito tener información sobre el estado de la persona más importante de mi vida. Estoy caminando por el pasillo que conduce hasta aquel lugar cuando me encuentro frente a frente con él, ya con las heridas limpias y vendas sobre las más profundas, se ha cambiado de ropa y sus ojos demuestran que se encuentra de mejor ánimo. Me alivio al percatarme de esto, así que intento seguir caminando para no levantar sospechas. Miro hacia el suelo e intento pasar por su lado sin que se dé cuenta de mi presencia, pero ocurre algo inesperado. Siento su mano agarrar fuertemente mi brazo, en un gesto obvio de que no quiere que me aleje. –Tengo que hablar contigo. Ven, sígueme.- Su voz gruesa se dirige a mí por primera vez. Me está hablando, lo está haciendo y esta vez no es a Martina, sino que a la ameba real. Sin decir palabra le sigo, todavía anonadado y sin poder pensar correctamente.

Llegamos a un rincón apartado del patio, allí me observa por largo tiempo, el que se me hace eterno. Mi corazón late a toda su capacidad, no sé qué me pasa, pero esta sensación no es la misma que experimenté vestido de Martina, jamás me había sentido de esta manera. De la nada escucho otra vez su voz, pero su tono es distinto, creo que hay pasión en su tono –No te quedes con Rodrigo, él no te merece… Soy yo el único que te puede hacer feliz.-

Notas finales:

Gracias por leer!!!!

 

Adiosines!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).