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El Chico Perfecto por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

muchas muchas muchas gracias a todos quienes han leido este fic y especialmente a quienes han comentado, les prometo que es la primera vez que me siento tan popular *-* Por fin he creado algo que le gusta al resto .... asi que muchas gracias por la felicidad que me han entregado....

Bueno... les cuento.... hace una semana ingresé a cuarto año de universidad...y es horrible, tengo tantas cosas que leer y trabajos que hacer, que tengo un tiempo limitado, quizás por ello algunas veces me cueste actualizar tan seguido como desearan, pero les prometo que esta historia la seguiré hasta el final... que tampoco se vislumbra cercano :P

Sin más, les dejo el décimo capítulo !!!!

pd: Esperen, porque muy pronto sucederá lo que tanto esperan !!!!

pd 2: por si acaso.... no es lemon jajajajja e.e por si lo pensaron xD

CAPITULO X: El accidente que trajo la traición.

Todo a mi alrededor se estremece al ver aquella escena, ¿qué está haciendo Iris? ¿Por qué está besando a Mateo? Todo el mundo está igual de consternado que yo, al parecer nadie se lo esperaba, pero es lo que sucede en mi interior lo que realmente me asusta. No sé distinguir entre aquella pelirroja que fue mi amiga y esta verdadera modelo que se ha convertido en la nueva aventura de García. Trato de dilucidar si la pena que me consume es producto de mi amor hacia aquel chico y el cual sentía extinguido, o por la traición de mi amiga, que sin dudarlo sabe a la perfección que ahora mismo estoy observando toda aquella escena. Mi corazón es un caos intentando averiguar la verdad, tal parece que este ha sido el golpe más fuerte que he recibido durante este atormentado mes.

Mi cuerpo está petrificado, no puedo mover ningún músculo, aun cuando mi mente me implora que me aleje, que deje de mortificarme viendo como aquellos dos unen sus labios averiguando el sabor del otro. De repente siento que mi cuerpo se mueve por una fuerza extranjera e inmediatamente después estoy asilado en el pecho de Rodrigo, quien me abraza fuertemente intentando alejarme de aquel oscuro mundo. Por un momento olvido lo que ocurre a mi alrededor y me centro en este extraño acontecimiento. ¿Este abrazo no es muy parecido al que me dio Felipe luego de escuchar las hirientes palabras de Mateo? ¿Por qué ambos son tan parecidos al tratarme pero tan distinto en sus formas de ser? ¿Será que no soy tan patético y en realidad ambos se han fijado en mí?

Pasan un par de segundos en que estamos compenetrados en aquel abrazo protector. Escucho como todos se marchan detrás de la nueva pareja, extasiados con ellos como si se tratasen de una pareja de famosos actores. El vendaval se ha disipado y recién aquí Engdahl me suelta, escruta en mis ojos y al percatarse que no he llorado decide escoltarme hasta nuestra sala. No hay palabras brotando de sus labios, porque él siempre cumple su palabra, prometió que estaría a mi lado en silencio y así lo ha hecho, al pie de la letra. –Gracias, si no hubiera sido por tu abrazo ahora estaría llorando en el baño.- Mi corazón se siente agradecido y obliga a mis labios a expresar aquella sensación a mi protector. Veo una gran sonrisa en su rostro, es feliz al escuchar esas palabras, al enterarse que es capaz de defenderme. Eso creo al verlo, pero luego me doy cuenta que no lo hace por aquella razón, sino porque es la primera vez en mucho tiempo que pronuncio tantas palabras seguidas. Hace muy poco me han introducido ferozmente una daga, pero no he llorado, he soportado el dolor gracias a este muchacho, ¿cómo no me había dado cuenta antes lo importante que se ha convertido en mi vida durante este mes? Ya no podría asistir al colegio sin su compañía.

Entro a la sala intentando no mantener contacto visual con nadie, lo último que quiero es que se burlen como se les ha hecho costumbre. Para mi fortuna, todos están pendientes de Mateo e Iris, quienes desde ahora se sientan el uno al lado del otro, juntos como la pareja que son. Me es tan extraño verlos cercanos, aunque creo que es lo mismo que podría haber sentido ella al verme junto a Rodrigo.

Nos sentamos de inmediato, ya que la profesora ingresa justo después de nosotros. Lo normal es que nos salude y luego pase asistencia, pero esta vez lo primero que hace es comunicarnos una decisión de la directora. –Buenos días chicos, antes de comenzar con nuestra clase, debo informarles que desde hoy tendrán un nuevo compañero. Espero que lo acojan como se debe y le den una cordial bienvenida, porque además es alguien muy conocido en este colegio. Felipe, entra…- Y así es como mi anterior estado de tristeza desaparece para dar cabida a la incredulidad. No puedo dar crédito a que él haya decidido cambiarse de curso, siempre fue tan apegado a sus antiguos compañeros. ¿Habré sido yo la razón? Me cuesta creer en ello, ha estado tan enfadado conmigo que no puedo imaginar que ahora quiera volver a acercarse. Impresionado lo veo ingresar con su característica seguridad, ninguna de las miradas ofensivas del grupo liderado por Mateo le afecta, simplemente se para frente a todos y se presenta, como si no conociese a nadie, olvidando que tal vez tenga rencillas con algunos de los que ahora serán sus compañeros. –Hola, soy Felipe Fernández de Castro. Espero que nos llevemos bien.- Es todo lo que dice antes que la profesora comenzara a buscarle un puesto para designarle. Creo que la mujer trata de encontrar el lugar donde pueda sentirse más cómodo, ya que es sabido hasta por los maestros que el nieto de la directora no se lleva para nada bien con García. Al final ella no logra decidir, por lo que le pide al mismo Felipe que elija. –Quiero sentarme al lado de Arístegui.- ¡Ese es mi apellido! No hay otro muchacho que lo tenga, ¿entonces si se cambió por mi causa? Mientras pienso en esto, el chico camina hasta su nuevo puesto, justo a mi lado, pero el opuesto al que ocupa Rodrigo. Solo en el momento en que comienza la profesora a pasar la asistencia me percato que he quedado en medio de ellos dos, entre dos chicos que al parecer están interesados en esta ameba, o que antes de todo lo que ha sucedido lo estaban.

-Fue decisión de mi abuela, ella me obligó a cambiarme.- Es lo que dice Felipe en medio de la clase. Nadie le preguntó y él simplemente lo dijo. ¿Qué tipo de mujer es doña Enriqueta? ¿Para qué quiere que su nieto esté en este curso? De todos modos, él eligió sentarse a mi lado, eso quiere decir que no intenta eludirme. –Por favor, lo hiciste porque estás celoso que siempre acompañe a Martín… Te he visto como nos espías, no trates de negarlo.- Al parecer Rodrigo escuchó la excusa y respondió inmediatamente. Ahora ambos se observan desafiantes, puedo ver como sus miradas se llenan de fuego, si pudieran en este preciso momento se golpearían, pero estamos en clases. No dicen nada, pero se mantienen así por largo rato. ¿Acaso no se dan cuenta que estoy en medio? Esto es incómodo, así es que intento concentrarme en la profesora mientras esos dos se miran desafiantes. Al rato todo se calma y seguimos como siempre, en silencio y sin mirarnos.

Durante el recreo estoy con Rodrigo, ya que el nieto de la directora decidió visitar a sus amigos en su otro curso. Nos quedamos en la sala, como se nos ha hecho costumbre. Tras tantos malos ratos en el patio, creemos que es mejor quedarnos aquí, donde no hay nadie y podemos estar tranquilos. –Creo que se arrepintió y por eso ahora ha regresado a tu lado de esta manera.- El rubio rompe el silencio con esta sentencia. Lo observo y me percato de sus ojos, al parecer algo le asusta y no tengo que preguntarle para que me responda sobre ello. –Yo he sido quien ha estado a tu lado, quien te ha protegido mientras todos te abandonaron. No te vayas de mi lado, no me dejes porque o sino yo… no sabría que hacer sin ti…- Me impresiona el tono de su voz, pero aún más las lágrimas que comienzan a brotar de sus ojos. No puedo impedir que mi corazón empatice con aquel llanto y sin saber lo que estoy haciendo, me acerco para abrazarlo. Ambos estamos sentados, pero nuestros cuerpos se acomodan para mantener aquella unión. Siento como sus lágrimas terminan derramándose en mi cuello, percibo como lentamente su pecho deja de temblar y su respiración regresa a la normalidad. Su corazón late fuerte, galopa a toda velocidad y sin poder creerlo, termina relajando el mío, el que por tanto tiempo se ha encontrado conmocionado. Hace mucho que no me sentía tan tranquilo, es como si me hubiera transportado a una dimensión donde no existe ninguno de mis problemas, donde no sufro la venganza de Mateo ni la lástima de Iris. Desearía permanecer así por siempre.

-Pero que pareja más asquerosa. Siempre supe que eras maricón Rodrigo, pero nunca tanto como para llorar como una mujer.- Son las palabras que me despiertan a la realidad. En el umbral de la puerta diviso a Mateo, quien tomado de la mano de mi antigua amiga nos observa despectivamente. No me centro en él, sino que en Iris. Lleva su mentón en alto y me mira como si me encontrara a cientos de metros bajo de su imponente pedestal. -¿Quieres que te demuestre como pega esta mujer?- Es lo que le responde Engdahl luego de levantarse enfadado de su asiento. Camina decido a partirle el rostro a aquel a quien sigo ayudando. Veo como ambos están frente a frente, mirándose detenidamente para ver quién es el que iniciará aquella riña. –No te ensucies las manos con esta basura amor, recuerda que acaba de tocar aquella rata de allí…- Iris intenta impedir que se enfrenten, pero en su argumento termina apuntándome, señalándome como si fuese el ser más espantoso de este mundo. Siento como su mirada quema mi piel, y no puedo mantener aquel contacto, su energía es tan poderosa y mi alma tan endeble. Intento esconderme en mis pensamientos mientras ambos se marchan, mirándonos con desprecio. Pienso y pienso, pero no puedo entender por qué me odian tanto, o por qué el destino desea que sufra de esta manera, ¿qué tan espantoso hice en mis vidas pasadas para merecer esto?

Durante la segunda clase de la mañana me encuentro disperso. Aunque intento no puedo concentrarme en lo que el maestro trata de enseñarnos, ni tampoco hago caso de las miradas que probablemente se están dando Rodrigo y Felipe. Me siento un extraterrestre en este mundo tan distinto. Entremedio de mis divagaciones me doy cuenta que todos se centran en el nieto de la directora, que acaba de levantarse de su puesto y ha comenzado a hablar.

-Como ya todos saben, estamos pronto a finalizar este año escolar y por ello, como es costumbre, es hora de elegir al presidente del centro de alumnos que comenzará con sus funciones el próximo periodo. Todos saben que ya he intentado ganarme ese puesto, pero no lo he logrado. Por eso, quiero que sepan que no me he rendido y esta vez volveré a competir. Espero que se interesen en mi candidatura y puedan votar a mi favor.- ¿Qué? ¿Intenta crear una guerra con Mateo nuevamente? Pensé que ya se había dado por vencido, que jamás se postularía de nuevo. Ha hablado para todos mis compañeros, pero sé que solo a mí me ha estado viendo. No soy tonto y sé que lo hace para desafiarme, para lograr que esta vez no realice un complot a su campaña. Justo el fin de año era la fecha que me había dado como ultimátum, son muchas coincidencias como para creer que fue un acto sin premeditación. Escucho el murmullo de los chicos comentando sobre si Felipe seguirá drogándose e incluso prostituyéndose, así que el muchacho de ojos azules debe alzar la voz para aclarar la situación. –Todo aquello que se ha hablado de mi es mentira, jamás cometería aquellos actos y espero que les quede claro que soy una persona seria. Deseo que se hagan las mejoras que no se han hecho durante los dos años en que Mateo ha sido presidente, ya que al parecer a él no le interesa la comunidad escolar.- No debo contarles lo que ocurrió después porque es obvio. García comenzó a discutir con el nieto de la directora sobre su gestión, mientras sus amigos le defendían. Debo reconocer que Felipe tiene valor, porque le respondió sereno, como si no escuchara los insultos que aquellos burros le gritaban.

El colegio entero olvida rápidamente la noticia sobre el noviazgo de Mateo e Iris, centrándose ahora en la pugna del primero con Fernández de Castro por la presidencia del centro de alumnos. Creo que nunca antes esta institución había tenido tantos acontecimientos en tan poco tiempo, todos están sobresaltados, pero es algo que me conviene, al parecer ya se han olvidado del muchacho al cual todos vieron desnudos y que se burlaron de él durante un mes entero.

Hace mucho que no comía un poco más tranquilo en el casino. Veo a Rodrigo cortar su carne sin preocuparse que de repente alguien se nos acerque y me tire algo por la cabeza, ya sea una servilleta usada o una cáscara de plátano. Quizás la tormenta esté amainando, pero el recuerdo de lo que debo hacer me asusta. El poco orgullo que tengo me dice que esta vez no ayude a Mateo, pero el recuerdo de mi infancia a su lado intenta acaparar todo mi corazón, obligándome a socorrerlo una vez más. Mientras trago un pedazo de carne siento como todo se contrae en mi interior al percatarme que el sentimiento que Iris siente por mí no es muy distinto al que yo mismo me profeso. Me he dado cuenta que me repudio, que no hay persona que me odie más que yo mismo. Por ello siempre me he escondido, porque tengo miedo a que el resto sepa lo podrido que estoy por dentro, que sepan que pueden cometer conmigo hasta el acto más horrendo y jamás me defenderé, porque no tengo orgullo que alimente mis deseos de justicia. Mamá Alicia tenía razón, no valgo nada y por ello mis padres me abandonaron. Me encuentro dentro de una epifanía, el mundo se ha abierto delante de mis ojos y me ha revelado el secreto de mi ser, la razón por la cual soy de esta manera. Y al meditarlo no puedo creer que haya ocurrido mientras comía, mientras decidía que voy a volver a ayudar a Mateo, porque no quiero que sufra como yo lo he estado haciendo, porque él ya ha pasado muchas penurias.

Seguimos comiendo cuando de la nada Felipe se sienta en nuestra mesa. Rodrigo lo observa con desprecio, tratando de comunicarle que no tiene que sentarse con nosotros, pero no le hace caso y comienza a ingerir sus alimentos. – Me gusta mucho el pie de limón que dan en este casino, pero no me lo comeré hoy porque hay alguien que necesita endulzar su vida más que yo…- Sin previo aviso el chico de ojos azules rompe el silencio imperante en la mesa para regalarme su postre. Me sonríe como si fuéramos amigos de siempre, como si no me hubiera desafiado hace poco en la sala. ¿Qué intenta hacerme? Eso da lo mismo, no tengo tiempo de recibir su pie de limón, porque una copa de helado se interpone antes. –No necesita de la dulzura de nadie más, yo perfectamente le puedo brindar mi helado… Además esa cosa es muy empalagosa, no le gustará.- Rodrigo intenta competir con Felipe dándome también su postre. Así comienzan a discutir mientras yo los observo, callado como siempre he estado. De la nada termina su riña y comienzan a centrarse en mis reacciones. Cada uno se levanta de su asiento y se dirige a mi parte de la mesa llevando consigo su postre. Ambos lo colocan frente a mis ojos y me dan a elegir por uno. No sé cómo, pero estos dos se han transformados en dos niños pequeños intentando llamar mi atención. Observo sus rostros expectantes, como si sus vidas dependieran de mi decisión. Es tan gracioso ver a dos hombres tan grandes, fornidos y peludos peleando como si fueran alumnos de kindergarten, que no puedo evitar que mi boca se llene de carcajadas. Nacen libres y se propagan por el aire, alegres y resonantes como nunca.

-¡Reíste!- Es lo que ambos pronuncian al unísono. Se impresionan al verme reír y luego soy yo quien queda perplejo. No puedo creer que lo haya hecho, todo este tiempo lo único que he producido son lágrimas, por lo que ya había olvidado mi propia risa. No es una impresión desagradable, sino que todo lo contrario, me siento aunque sea por un breve momento, como un humano capaz de ser feliz. –Bueno, si ambos me ofrecen tan amablemente sus postres, no puedo nada más que aceptar los dos.- Es lo que respondo ante su petición y tomando la copa y el plato me doy a la tarea de probarlos. Felipe tenía razón, porque al probar el dulzor del pie como también el del helado siento como mi alma se eleva liviana, sin todo el peso acostumbrado. Mi boca se hace agua al probar aquellos manjares, y mis deseos me obligan a no parar de comerlos. De repente quedo helado. –No comas así, pareces un cerdo… No te he criado con esos modales…- En mi mente deambulan los gritos que mi madre me decía cuando era pequeño y comía ansioso sus platillos. Ahora me siento igual que entonces, avergonzado. Despego  la mirada de los postres y me encuentro con dos pares de ojos que me observan detenidamente. Felipe y Rodrigo me han estado observando sin pestañear.-Queremos saber cuál te gusta más.- Es lo que responde el chico de los ojos azules al darse cuenta de mi impresión. –Sigue comiendo.- Es todo lo que me responde el de cabellera dorada. Y como no lo pude prever, volví a reír. Son tan graciosos cuando compiten por mi atención. No sé si estén interesados en mí o simplemente quieren ser mis amigos, lo único que sí sé es que me han entregado la mejor comida en mucho tiempo. Siento tanto alivio en mi pecho que debo agradecerles y como no quiero hablar, decido levantarme y regalarle a cada uno un beso en la mejilla. Percibo como sus vellos se erizan cuando mis labios tocan su piel, pero no me fijo mucho en ello, sino que en las grandiosas marcas de helado que he dejado en sus rostros. –No me lavaré nunca más la cara.- Es todo lo que Rodrigo pronuncia, mientras Felipe lo observa de reojo, como si quisiera callarlo por decir algo tan cursi y la vez sucio.

Pasa una semana desde que Iris comenzó su relación con Mateo y yo no he descansado. Para mi suerte las burlas van en declinada y ya casi puedo pasar desapercibido como antes, o por lo menos eso quiero pensar. Durante toda la jornada escolar estoy con Rodrigo y Felipe, quienes me alegran el día con sus discusiones sin sentido, pero también me protegen de todos aquellos que intentan hacerme daño. Gracias a ellos he podido salir aunque sea un poco del abismo en que me encontraba, pero no pueden introducirse en mi interior y eliminar el profundo odio que siento por mí mismo. Aquel sentimiento se intensifica tarde tras tarde, cuando pienso en la forma en que ayudaré a Mateo a convertirse nuevamente en presidente del centro de alumnos. El nieto de la directora ha hecho una campaña asombrosa, creo que ya muchos están seguros que él debe ostentar aquel puesto, pero ¿Cómo podría crear un nuevo rumor sobre él? Lo veo y rio a su lado todos los días, no soy tan desgraciado como para volverlo a dañar, no de esa manera por lo menos.

Hoy han sido las elecciones, tras una semana entera de propagandas. Las urnas han sido selladas y llevadas a la sala de profesores, donde mañana serán contadas. He meditado bien y sé que la única forma para hacer ganar a García es adulterar las papeletas. Ya es tarde, las clases han terminado hace algunas horas y el sol comienza a abandonar la gran ciudad. Yo me he escondido dentro de un mueble esperando el momento perfecto para aparecer en la sala de profesores y cometer mi delito. La noche anterior falsifiqué papeletas y rellené la gran mayoría con la opción de Mateo, obviamente debo dejar algunas en favor del chico de ojos azules.

Estoy sacando las papeletas cuidadosamente cuando un fuerte sonido me sorprende. ¡He sido descubierto! – El cerdo siempre regresa a su inmundicia. ¿No te cansas de estar enamorado de MI novio?- La cabellera rojiza de Iris hace aparición en el lugar, impactándome a tal punto que dejo caer el puñado de votos contenido en mis manos. La veo cada vez más cerca hasta el punto de tenerla pegada a mí. Me mira de pies a cabeza como si se encontrara con algo horripilante, no hago más que agachar mi mirada ante su grandeza. Toma mi rostro con su mano y lo aprieta ferozmente, incrustando sus uñas en mi piel. Me duele, pero no tanto como su intensa mirada y sus palabras venenosas. – Mateo depende de ti para ser alguien interesante, así es que sigue ayudándolo para que no me avergüence el ser su novia. Mantenlo siendo el chico más popular, me conviene, de hecho tal vez hasta podría agradecértelo… pero lo que no puedo soportar es que una cucaracha como tú piense que lo ama. Él es solo mío y no permitiré que tú  siquiera lo mires, ¿entendiste? Dedícate a hacer esto como el puerco que eres, nadie es tan imbécil como tú para hacerlo. Ahora sigue y no te detengas.- Sentencia esto hasta el momento cuando me empuja, azotando mi cuerpo contra el suelo frío y debo contener las lágrimas mientras recojo los verdaderos votos. Trato de apurarme, pero de repente siento el taco del zapato de Iris pisando mi mano, presionando fuertemente, dañando los mismos dedos que muchas veces acariciaron sus cabellos con fraternidad. –Recuerda el lugar que ocupas en este mundo. Quienes nacieron para ser insectos jamás cambiarán, así es que quédate en este lugar, limpiando con tu lengua el piso que mi novio y yo pisaremos, ¿entiendes?- Sus palabras hieren aún más mi corazón. Yo estoy en el piso, sucio y humillado debajo de la belleza y grandeza de Iris. No puedo soportar más que alguien a quien tanto quise me esté dañando de esta manera, por lo que olvidando la razón por la cual estaba allí, salgo corriendo de la sala. Quiero estar lo más lejos del veneno que despide aquella chica.

Corro como si la vida se me fuese en ello, todo mi ser me suplica que me aleje del tormento logrado por Iris y del malogrado intento de ayudar a su novio, ¿será que ella terminará con el fraude? Intentaba olvidarme de todas aquellas complicaciones mientras bajaba raudo las escaleras, tal vez podría resbalar y caer estrepitosamente, ¿será que un accidente podría alejarme de esta realidad? No puedo hacerles esto a mis padres, jamás me perdonaría si los hiciera sufrir.

Toco las baldosas del primer piso sintiéndome en parte aliviado, ya que no he sufrido ninguna lesión, pero al parecer el destino busca en mí la desgracia, porque no pasa ni siquiera un segundo cuando alguien que venía corriendo me choca fuertemente. Me veo caer y a la vez sentir los brazos fuertes de este desconocido que sin saberlo me protege. Todo es rápido, pero logro percatarme que intenta salvarme de aquel doloroso impacto con el suelo. Cierro mis ojos sin querer abrirlos, el sentirme sobre otro ser humano me avergüenza de sobremanera y deseo postergar el momento en el cual deba pedirle disculpas por este accidente. Mi mente divaga en este asunto cuando mi boca se percata que al caer los labios de aquel que me ha protegido se han adherido a los míos. Por lo rápido de todo sé que no lo ha hecho con esta intención, pero la sola idea de que crea que me he aprovechado de la situación para besarle me hacen abrir estrepitosamente los ojos. ¡Madre mía! ¿De todas las personas de este colegio tenía que ser él a quien ahora le siento su sabor? Estoy petrificado viendo los azules ojos de Felipe, los que también están perplejos de aquel accidente tan extraño. ¿Qué debo hacer ahora? ¿Levantarme y huir como un fugitivo? ¿O asumir mi error y pedirle disculpas? No puedo… no puedo… Estoy colapsado, tenernos así, besándonos prácticamente no me deja decidir… ¡Esperen! ¿Esto es un beso?

Notas finales:

Y eso ha sido!!!

muchas gracias por leer !!!

Nos leemos!! *-*


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