Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Chico Perfecto por jotaceh

[Reviews - 166]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos!!!!

Espero que estén muy bien...

Gracias por leer este fanfic y por comentar también, siempre respondo :P

 

Bueno, aquí les dejo el capítulo 11... Espero que les guste!!!

CAPITULO XI: El presidente del Centro de Alumnos.

¡Rayos! Me estoy besando con Felipe sin querer y ahora no sé cómo debo reaccionar. El accidente ha ocurrido en fracción de segundos, pero para mí ha sido una eternidad. Estando así me percato que alguien ha corrido detrás de mí por las escaleras y ahora nos observa en el suelo, con nuestros labios unidos y espera ver nuestras reacciones. ¡Es Iris! Nadie más está en el colegio a estas horas, y temiendo que intente seguir con su tortura, decido levantarme rápidamente y seguir corriendo. No me preocupo de pedirle disculpas a Felipe, solo deseo escapar de aquel demonio de cabellos rojizos.

Cuando logro salir del colegio me siento un poco más aliviado. Termino caminando lentamente mientras me acerco cada vez más a mi hogar. No me permito llorar, de lo contrario mi madre se dará cuenta que algo malo ha ocurrido. Todo este tiempo he tratado de ocultarle mi pesar. Ingreso a casa y saludo sin saber dónde se encuentra aquella mujer, simplemente grito un hola al vacío esperando que sus oídos logran captar la señal. Debe estar en su habitación haciendo ejercicios para bajar de peso y es que detesta pesar aunque sea unos gramos más que mi padre. Quiero tenderme en mi cama y desaparecer de este plano, inducirme en lo más profundo de mi mundo privado como lo hacía en el cuarto de baño cuando era un pequeño huérfano en casa de mamá Alicia.

-¡Nos invitaron!… ¡nos invitaron!… ¡Por fin nos invitaron!- Tan solo al abrir la puerta de mi habitación logro percatarme que Ignacia no estaba haciendo ejercicios, sino que me esperaba expectante sentada en mi cama. Tiene sus ojos abiertos a más no poder por la emoción, me observa expectante, creo que desea que la abrace y saltemos juntos por todas partes, contentos por haber sido premiados a asistir a no sé qué lugar. -¿De qué estás hablando?- Es todo lo que le pregunto, aun en el umbral de la puerta sosteniendo la manilla con mi mano. -¿Cómo que de qué estoy hablando? De la fiesta de fin de año que organiza tu colegio. No sé por qué todos los años no recibía una invitación, pero esta vez es distinto, por fin ha llegado por correo a mis manos y no puedo contenerme de la felicidad… Ahora regresaré a la escuela y celebraré como una quinceañera, pero lo mejor de todo es que es una fiesta de disfraces…- ¡Oh por Dios! No puedo creer que tenga tanta mala suerte, ¿qué le dio al centro de padres este año por enviar las invitaciones a esta fiesta directamente a los apoderados? Siempre nos las entrega a nosotros, directamente a nuestras manos. Como a mí no me gustan este tipo de encuentros, lo que siempre hago es romper aquel papel y decirles a mis papás que no hemos sido invitados. Por suerte siempre me han creído y en todos los años que he asistido a Fernández de Castro jamás había tenido que ir, pero ahora no me salvaré de aquel calvario.

Trato de convencerla que no vayamos, que nos quedemos viendo alguna película, pero está tan emocionada con asistir, que ni siquiera escucha mis súplicas. –Martín, no te preocupes, no iremos disfrazados como para la otra fiesta. Te prometo que seremos sobrios y no llamaremos mucho la atención… aunque con este rostro y cuerpo, será una verdadera odisea.- Y haciendo galas de su espectacular figura, intenta hacerme creer que todo será normal, aunque ni siquiera ella misma se lo cree. Me deja solo en mi habitación, camina a saltitos por el pasillo de lo contenta que está, de seguro ya está pensando en cómo confeccionará nuestros disfraces.

¿Cómo voy a lograr que mis padres desistan de ir a aquella celebración? Lo pienso tal vez unos dos minutos, porque rápidamente me percato que aquello será imposible, lo único que me queda es lograr que los que allí asistirán no se den cuenta de mi presencia y no puedan por ende molestarme. No quiero que Ignacia y Alejandro sepan lo infeliz que he sido en el colegio este último mes, no es algo de lo cual deban preocuparse, es mi problema y soy yo el único que debe enfrentarlo, no deben haber heridos colaterales en este asunto, no es algo que pueda permitirme con las dos únicas personas que siempre han velado por mi felicidad.

¿De qué se trata esta fiesta? Quizás se pregunten ello, pues bien les contaré un poco. Resulta que solo queda una semana para finalizar el año escolar y dar inicio a aquellos meses gloriosos de vacaciones. Como a la directora le encantan las fiestas estrambóticas, cada año celebra una donde invita a padres y alumnos a asistir para finalizar de buena manera otro ciclo escolar. Cada vez es una temática distinta, recuerdo que el año pasado se le ocurrió celebrar la fiesta sobre un bote y si mal no recuerdo, hace unos cuatro intentó realizar una en que todos debían asistir desnudos, para su desgracia la pobre mujer se quedó sola en la sala de eventos sin más compañía que las pulseras que ocupaba de adorno. Ahora resulta ser que es de disfraces, quizás dirán que no es nada innovador, pero viniendo de doña Enriqueta sé que aquello no es todo. Decido leer la invitación para comprobar mis sospechas y me entero que no estaba tan alejado de la verdad. “… A realizarse en la mansión Edwards…” Claro, todo sonaría normal para quien no conozca la historia detrás de aquel lugar. Aquel edificio antiquísimo está abandonado hace más de cincuenta años, fue desalojado por su único dueño, quien no pudo pisarlo nunca más tras ver como su hermano asesinaba a sangre fría a su esposa y tres hijos pequeños. La gente comenta que fue por pasión, que aquel asesino mató a la mujer porque siempre la amó y no podía permitir que siguiera en manos de su hermano. Desde aquel incidente todos creen que las almas de aquellos inocentes deambulan por el lugar y muy pocos se atreven a ingresar. -Entonces será más una fiesta de terror…- Es lo que mis labios producen al saber a qué me atengo. No me preocupa aquella mansión, no creo en espíritus ni fantasmas, porque sé que a quienes hay que temer son a los vivos, ellos si pueden hacerte daño real.

Pienso en cómo eludiré al resto aquella noche y sin querer me quedo dormido. Estaba tan cansado que mi cuerpo necesitaba descansar. Despierto la mañana siguiente como si hubiese pasado un camión por sobre mi cabeza, todo a mi alrededor da vueltas y apenas puedo mantenerme en pie. Solo necesito unos minutos para volver a la realidad y darme cuenta que debo asistir al colegio. ¿Por qué hay tanta luz en mi cuarto? Me sorprende lo brillante que se ve todo, usualmente me levanto casi en penumbra. No le doy mucha importancia y me dirijo al baño para poder asearme. Aunque ya no me siento mareado, apenas puedo abrir los ojos y todos mis movimientos son lentos. Me quito el pantalón, mi ropa interior, los calcetines y cuando estoy a punto de sacarme la polera me percato que unas manos cálidas tocan mi piel. ¡Qué rayos! Volteo impactado, despertando del ensueño de golpe, no puedo creer que alguien intente violarme justo en mi propio hogar.

 –Ay cariño, yo no tengo pene, así que no creas que te voy a ultrajar. Sólo te estoy tomando las medidas porque tu madre me lo pidió.- Al girarme me encuentro con un rostro perfectamente maquillado, intentando esconder las pocas arrugas que le ha permitido a la vida conservar. Es una mujer pequeña, de contextura esbelta, muy bien parada en cualquier lugar que se encuentre. Las uñas que sujetan aquella huincha de medir conocen el manicure a la perfección y su color rosado fosforescente no las deja pasar desapercibidas. Me cuesta reconocerla, pero al final sé que es Yolanda, la madre de Ignacia y por ende, mi abuela adoptiva. –Lo siento, es que me asustó al medirme así. ¿Qué hace en casa hoy?- En realidad quiero preguntarle si ya se ha reconciliado con mi padre, porque hace ya tres años que no la veía por una fuerte riña que tuvo con él. –Estás muy delgado cariño, deberías comer un poco más…-  Simplemente no me hace caso y sigue con su tarea de medirme. Estoy quieto para que haga su trabajo, pero de la nada un grito asusta a la anciana. Creo que aunque haya provenido de mi boca, hasta a mí me espantó. Resulta ser que he visto la hora en el reloj de mi abuela y me he percatado que es muy tarde, si me apresuro quizás llegue al segundo bloque. Debo impedir que Yolanda siga con su labor e ingresar raudo a la ducha, pero aquí viene otro grito, porque al darme cuenta que aquella mujer me estaba midiendo y yo no estaba ni siquiera con calzoncillo, produce una vergüenza espantosa en mi alma.

No he comido nada, pero corro velozmente. Lo único que espero es que me dejen entrar a clases y no me regañen tanto. Para mi suerte, todos en el edificio estaban pendiente de la noticia del día, el conteo de los votos para presidente del centro de alumnos. Paso frente al portero y este ni siquiera se da cuenta, ya que habla con una de las señoras del aseo sobre a quién prefieren que gane. ¿Qué sucede con estos adultos? ¿Cómo les interesa tanto la votación? Si ni siquiera es algo que les compete, pero creo entender que no les importa el cargo, sino que la disputa entre Felipe y Mateo, porque la vida personal de los alumnos al parecer ahora se ha convertido en un reality show.

Camino por el pasillo principal y me sorprende que no haya nadie en ellos, a lo lejos escucho barullo y sabiendo que en mi sala tampoco habrá gente, decido investigar. Obviamente estaban todos en el gimnasio viendo como la directora saca voto por voto de la urna. Me cuesta ponerme al corriente de cómo va la competencia, porque muchos gritan de alegría y otros de descontento. Supongo que quienes querían que Fernández de Castro fuera presidente ahora están desilusionados al saber que ganará García. Camino entre la multitud creyendo esto, pero cuando me paro frente al escenario donde se encuentra doña Enriqueta siento como el cielo se me viene encima. –El total de votos para Mateo García es de doscientos treinta, por lo que el nuevo presidente del centro de alumnos es Felipe Fernández de Castro, con un total de quinientos cuarenta y cinco.- ¿Qué? Esto debe estar mal, al parecer el levantarme tarde me ha dejado con secuelas en el oído, no pude haber escuchado bien. Mi cerebro procesa a más no poder, aunque no llega a una conclusión esclarecedora. Ayer iba a colocar los votos que daban por ganador a Mateo, pero tras la discusión con Iris dejé el plan inconcluso, era obvio que la pelirroja iba a terminar lo que yo comencé. ¿Se le habrá olvidado o en realidad no quería que su novio ganara?

Entre la agitación de todos estos muchachos, veo como el nieto de la directora sube al escenario y toma el micrófono para decir sus primeras palabras ostentando aquel cargo. –Debo agradecer a  muchas personas, primero a todos aquellos quienes confiaron en mis ideales, les prometo que no los defraudaré; también a mis amigos, quienes siempre me han apoyado; pero por sobre todo a una persona que me ha empujado a actuar en favor de los desvalidos, que aunque no se dé cuenta, su dolor es el mío y no descansaré hasta lograr que su vida deje de ser la pesadilla que ahora es…- Hay tanta convicción en sus palabras y tanto fulgor en su mirada que me siento desnudo ante su presencia. Sé que sus ojos están posados en mí, que soy yo a quien quiere ayudar. Mi corazón se estremece fuertemente y la energía de mis piernas se extingue, haciéndome creer que en cualquier momento caeré desvalido. Nunca antes me había sentido así, por ello me cuesta definirlo, encontrarle un nombre. Delante de todos me ha hecho pequeño y solo en este momento sé que la multitud me observa. Sus miradas intrigantes indagan dentro de mis ojos y sin querer recuerda cuando buscaban en mi piel la vergüenza al estar desnudo. Todo sentimiento creado por Felipe se desvanece y debo recobrar la fortaleza para abandonar aquel lugar, no soporto que me hagan eso.

Cuando me percato que he llegado lo bastante lejos de aquel lugar, me detengo para pensar un poco sobre lo sucedido con la candidatura de Mateo. Necesito saber la razón por la cual Iris no lo ayudó teniendo la posibilidad de hacerlo y no necesito indagar demasiado, porque a lo lejos veo como ella camina sola, sin la compañía de su novio. -¿Me puedes explicar qué sucedió?- Es todo lo que le pregunto cuando me acerco y tomando su brazo la increpo. No sé cómo he tenido la fuerza para interpelarla de aquella manera. Tan solo ayer sucumbía ante su grandeza y ahora lo que se ha producido en mi interior es tan potente que no me importa de quien se trata, simplemente necesito llegar a la verdad. -¿Sabes lo que es tener un novio con poco tiempo? Ah claro, jamás has tenido una relación con alguien. Resulta que como es capitán de dos equipos y además presidente del centro de alumnos, le queda muy poco tiempo para compartir conmigo, por lo que lo pensé mejor y decidí que era hora que se dedicara de lleno a nuestro noviazgo. ¿Qué? ¿Creíste que todo esto de estar a su lado era una mentira para hacerte recapacitar? Pues no, no eres tan importante para que me sacrifique así.- Veo la misma convicción de Felipe en sus palabras y me es imposible no creerle. Tal vez si ha pasado la idea por mi mente que todo lo está haciendo para darme una lección, pero es tanta la frialdad en su trato que cada vez lo creo menos. Suelto el agarre que he creado sobre ella y la dejo ir, agacho la mirada y regreso al letargo marchito de mi alma destruida, vuelvo al abismo que me impide increpar a otros y defenderme de mis agresores.

-No le hagas caso, no se lo merece.- De repente una voz me sorprende, al girar me encuentro con el flamante nuevo presidente. – ¿No me vas a felicitar? ¿O todavía estás enojado por haberte botado ayer? – Me pregunta enseguida y me hace recordar aquel bochornoso momento. Trato de felicitarle, pero de una forma tan seca que al parecer no termina creyéndola. ¿Se habrá dado cuenta de nuestro “beso”? ¿O sólo yo sé que nuestros labios se tocaron? Pienso en esto un rato, produciendo un frio silencio entre nosotros, el tiempo transcurre lento y va degradando el discurso que me ha dirigió, sus intenciones de convertir mi vida en algo bello. Mi mente viaja lejos, pero mi cuerpo sigue presente y siente como el calor de Felipe inunda hasta lo más profundo de mí ser. Me abraza delicadamente, no de la forma feroz que hizo para consolarme de las palabras de Mateo, sino que intentando disfrutar de nuestro contacto. Levanto la mirada para indagar en sus orbes azules, pero no los encuentro, los ha escondido tras sus parpados. Teniendo sus ojos cerrados acerca lentamente su rostro al mío y cuando nuestras bocas están a punto de reencontrarse escucho su voz. –Te amo- No entiendo por qué, pero le imito y a ciegas me dejo llevar por aquel tranquilo vaivén que se genera con nuestro contacto. Su boca es tan cálida y tierna, me alberga con paciencia y delicadeza, haciéndome sentir protegido dentro de aquel cuerpo extraño, dentro de aquel calor sanador que poco a poco cura las heridas de mi maltrecho ser. Esta sensación es nueva, muy lejana a los vendavales que he sentido cuando besé a Mateo disfrazado de Martina o la vez en que Rodrigo me besó frente a todos nuestros compañeros. No se puede comparar con ninguna de esas ocasiones, porque esta vez siento como me fundo en su alma, incrustándome en lo más profundo. Siento el palpitar incesante de su corazón, su respiración entrecortada y luego, sus manos acariciando mis mejillas. Parece una unión eterna y al finalizar, me doy cuenta que lo he disfrutado, que he sido feliz besando a Felipe, ¿será que podría enamorarme de él?

Por fin encuentro sus ojos azules, los cuales un tanto avergonzados intentan buscar una especie de aprobación en los míos. No sé qué decir, acaba de reconocer que me ama y nos hemos besado, pero no puedo mentirle diciéndole que yo también siento algo por él, porque ni siquiera sé si he podido olvidar a Mateo. Nuevamente me paralizo ante tal escena, pero como la presencia de Iris me asustó ayer tras caer sobre el cuerpo del ahora presidente, esta vez es la figura de Rodrigo la que me deja perplejo. No dice nada, simplemente corre ofuscado teniendo solo un objetivo en su mente, derribar a Felipe. De repente los veo en el suelo, rodando mientras uno le pega al otro sucesivamente, cambiando de papeles con cada giro. Intento separarlos, pero son ellos mismos quienes me lo impiden. –Me decías que no debía aprovecharme de su ingenuidad, ¿pero tú si puedes?- Le pregunta el rubio al chico de orbes azules cuando está sobre él y antes de golpearle fuertemente en el mentón. –Yo lo amo desde antes que tú, tengo más derecho a cortejarlo.- Dice el nieto de la directora al alemán en una arremetida. ¿Cortejarlo? Por alguna razón que todavía no entiendo, esta palabra se queda grabada en mi memoria. Es tan antigua, pero a la vez suena tan bien, porque significa que le importo. Rápidamente me doy cuenta que no es momento de perderme en mis divagaciones, así que busco la manera de separarlos y no encuentro nada mejor que tomar la manguera que se encuentra en el suelo regando aquel rojizo cerezo. – ¡Ya basta, dejan de pelear!- Es lo que les grito mientras los mojo, instantáneamente con el contacto del agua deciden separarse, logrando lo que deseaba.

-¿Quién te gusta más?- Es lo que ambos me preguntan cuándo los ánimos se han calmado un poco. Quieren que decida por uno, pero no puedo, me es imposible. Ellos dos me han ayudado mucho este último tiempo, gracias a su compañía y protección he logrado sobrellevar mi estadía en el colegio, pero no los he visto como hombres, sino que como amigos. –Lo siento, pero no puedo elegir a ninguno. Ambos son importantes en mi vida y no los quiero perder, no me hagan esto en un momento tan difícil para mí.- Se los digo aun cuando me cuesta, siento que rompo sus corazones, pero sería egoísta si elijo a uno de ellos sin estar enamorado. Imagino que se marcharan y me dejaran abandonado, que nuestras amistades se han roto para siempre ahora que me han hecho elegir y yo los he rechazado.

-Lo siento, he sido egoísta pensando sólo en mí. Olvida lo que acaba de suceder y sigamos siendo solo amigos.- Es lo que me dice Rodrigo antes de dibujar una exigua sonrisa en su rostro, pronto se marcha caminando lentamente, como si hubiese sido derrotado, pero no marchándose para siempre, porque sé que regresará para estar a mi lado en silencio, cuidándome pero jamás molestando. –Te pido perdón por lo mismo, no sé qué me ha ocurrido, quizás en la euforia del triunfo me dejé llevar por mis instintos y me terminé declarando. Te amo y no quiero ocultártelo, pero sé que ahora no es el mejor momento… Quiero que recuerdes que pase lo que pase, todo lo que haga para ayudarte es debido al profundo amor que siento por ti, no lo olvides nunca, porque no quiero que te confundas.- Es lo que Felipe sentencia mientras acaricia mi mejilla con su pulgar. No sé qué me quiere decir, pero simplemente lo dejo ir. Me siento aliviado al darme cuenta que no me abandonarán, que seguirán a mi lado dando aquel calor que tanto necesito en este invierno implacable que se ha convertido mi vida. Trato de marcharme de aquel lugar, pero tras cada paso hacia la sala mi mente recuerda las palabras del muchacho de ojos azules. ¿Por qué me confundiría con su ayuda? ¿Qué es lo que supuestamente hará con tal de socorrerme? No puedo llegar a una conclusión, pero hay algo en mí que me obliga a estremecer, como si algo aún más terrible que mis pesadillas esté a punto de gestarse. 

Notas finales:

Gracias por su visita!!!!

 

No se pueden perder el capítulo 12.... porque es el que decidirá todo el futuro de la historia y obviamente de los protagonistas!!!

 

Nos leemos!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).