Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Chico Perfecto por jotaceh

[Reviews - 166]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos!!!!

Espero que se encuentren muy bien y que todo lo que estén haciendo sea provechoso...

 

¡¡¡¡LO SIENTO MUCHO!!!

Sé que me demoré en actualizar y espero que puedan disculparme.... u.u

 

Espero que este capítulo les guste =) Nos leemos!!

CAPITULO XIII: El producto de un Abrazo.

La brisa se siente agradable al tacto, el sol es indulgente y me cubre con sus rayos tenuemente, cuidándome en todo momento del frío congelante que quizás reciba en pocos minutos. Todo a mi alrededor parece extraño, me adentro a una jungla nunca antes invadida. Me cuesta creer que he hecho este camino desde hace tantos años ya, siempre la misma ruta hacia el colegio, los mismos arboles meciéndose al compás del viento y los mismos hogares que protegen pacientemente a sus moradores. Sé que nada ha cambiado desde aquella noche, pero aun así mi alma se agita frente a cada detalle, impacientándome por aquello que quizás pueda sorprenderme en la siguiente esquina. Es extraordinario como podemos pasar por alto tantos detalles. ¿Alguna vez te has preguntado qué piensa tu vecino mientras te lo topas todas las mañanas en el portal de su casa? ¿Habrá dormido bien? ¿Por qué aunque jugaba con él cuando pequeño ahora ya no lo saludo? ¿Tanto me cuesta sonreírle al mundo? Sé que con aquel simple gesto podría cambiar el día de una persona, pero el miedo siempre me ha aterrado. ¿Es hora de cambiar el mundo?

-¡Hola!- Es todo lo que le digo a aquel muchacho que acaba de pasar frente a mí. Me es imposible dibujar una sonrisa en mi rostro, todos los bellos recuerdos que vivimos en nuestra infancia, aquellas tardes de juegos interminables y los ataques de risa que nos invadían, afloran de pronto en una espontánea expresión que termina contagiando a su receptor. ¿Por qué se estremece tanto mi corazón? ¿Tan agradable es hacer sentir bien a los demás? ¿Tanto me costaba hacer esto?

Así comienza mi día, reforzando la única conclusión a la cual pude llegar tras sufrir la peor noche de mi vida. Luego de desmallarme tras tan espantosa conmoción, fui llevado por mis padres hasta mi hogar y allí permanecí días enteros postrados en cama. Mi mente maquinaba a velocidades insospechadas, todo lo que mi corazón pedía era venganza, poder hacerle padecer a mis verdugos todo aquello que se atrevieron a hacerme. Fueron días enteros sumergido en lo más profundo de un infierno que yo mismo cree, pero lo peor de todo es que deseaba con todo mi ser permanecer allí. Las heridas en mi interior suplicaban por cerrarse gracias al pesar de otros. ¿Qué es lo que hace la pobre protagonista de las novelas luego que la villana se burla de ella? Pues mágicamente saca fuerzas de no sé dónde, se llena de rencores y en su camino para lograrlo se encuentra con un hombre rico que la ayuda, terminando enamorado de esta estupenda mujer; que por cierto es pobre pero parece arreglada como toda una diva. Así me sentí durante aquella tormenta, como un típico personaje de novela plástica, hueca y sin sentido, porque por más que traten de resaltar al amor magnánimo, dejan de lado tantos sentimientos y valores imprescindibles no para una sociedad justa, sino que para un alma elevada, un templo magistral.

Si supuestamente se basan en la vida real ¿Por qué no podía actuar a su semejanza? Tenía planeado llegar el primer día de clases como siempre lo he hecho, intentando pasar desapercibido. Hablaría con Iris y Felipe para decirles que no siento rencor por ellos, que podíamos seguir siendo amigos. Intentaría hacerles creer que todo estaba bien y cuando se descuidaran, poner en marcha mi plan para vengarme. ¿Cómo lo haría? Pues a ese punto no llegue, porque me divertía mucho al ver sus rostros de impresión. Estuve imaginando las distintas formas de decírselos un día entero, creo que mis sueños terminaron refiriéndose a lo mismo. La decisión estaba tomada, en  lo que me quedaba de vacaciones iba a definir hasta los detalles más mínimos de mi plan de vendetta, pero jamás imaginé que esa tarde me sorprendería de aquella manera.

-Me veo como si tuviera recién cuarenta, pero por dentro mis huesos saben que tengo un poquito más. Si tan solo un alma joven se compadeciera de mi pesar y me acompañara en mis compras…- Aquella es la forma en que mi abuela pide que la ayude. Hasta para el acto más sencillo intenta representar una obra teatral. Sin más remedio que enfrentar hordas de gente desenfrenada por consumir hasta el producto más insignificante, tuve que salir por fin de mi hogar acompañando a doña Yolanda. Para nuestra suerte, aquella fue una tarde agradable, así que es que no sufrí mucho caminando por las calles del centro de la ciudad.

Detesto las conglomeraciones, me desequilibran de una forma abismal, no sé qué hacer con mis sentidos ante tantos estímulos. ¿Aquel hombre me ve disgustado? Tal vez mi fealdad le abruma o le estoy impidiendo el paso. ¿Cómo caminaré por allí sin tocar a nadie? Hay tanta gente que al parecer será imposible. ¿Aquella chica qué está pensando sobre mí? Lo más probable es que se burle de mi pequeñez, de lo ínfimo que soy delante de tanta grandeza. Es todo lo que usualmente pienso mientras enfrento al mundo. Sé que está mal, pero es tanto el pavor que tengo a la gente que no puedo dejar de hacerlo. Por lo menos mientras caminaba con mi abuela podía sentir algo de apoyo, si algo me sucedía ella me protegería.

Abrazos gratis. Es lo que leí en una pancarta que llevaba un joven. Era un típico grupo de chicos que se congregan en un lugar concurrido con la única intención de dar abrazos a todos aquellos que lo necesiten y tengan el valor para solicitarlos. Pensé de inmediato en lo fuerte que deben ser sus espíritus para ser capaces de enfrentar el tacto con desconocidos, simplemente era un concepto difícil de procesar en mi fría mente alejada de todo calor desconocido, tímidamente recogida al alero del afecto familiar, el más seguro que jamás conocí. Pensé mucho en aquel tema, porque cuando me percaté que mi abuela había desaparecido, ella ya estaba abrazando al más alto y guapo de aquellos chicos. ¡Madre mía! Aquel muchacho debió quedar sin ningún hueso intacto, porque el agarre de doña Yolanda fue sobrenaturalmente potente. Recuerdo que eso fue lo que se me vino a la cabeza en aquel preciso instante.

-Bien Martín, ahora es tu turno, abraza a esta hermosura… de seguro te gustará, ya sabes… te gustan los hombres…- Como una amiga adolescente que te incita a coquetearle al chico que te gusta, mi abuela intentó por todos los medios posibles de acercarme a aquel sujeto. Solo quería irme de allí, de ningún modo le seguiría el juego y ya había pasado demasiada vergüenza como para seguir delante de tanta gente. No me preocupó la mujer, solo me di media vuelta e intenté alejarme, pero no pude dar ni dos pasos cuando el muchacho de los abrazos me cortó el paso con su cuerpo grande y poderoso. Me vio con sus facciones duras, por un momento imaginé que me golpearía pero muy lejos de ellos, sólo atinó a posar sus brazos sobre mi cuerpo endeble. Como un disparo su calor penetró estrepitosamente hasta la capa más profunda de mi ser. Cada segundo que transcurría en aquel contacto percibía como una a una mis células se derretían, se transformaban en materia inservible y desaparecían. Su alma invadía como una horda bárbara mi depreciado reino, conquistando mi territorio y asentándose con poder. Un extraño estremeció mis bases y con aquel simple gesto logró entregarme la única respuesta certera que he tenido en mi vida.

Mi madre me parió sin amor e inmediatamente me abandonó en un hogar donde tampoco pude conocer de afectos. Aquellos años me marcaron para siempre, especialmente lo sucedido con Pablito. Me enseñaron lo pequeño que era, lo mucho que debía temerle al resto, porque siempre ellos me opacarían con el brillo de sus almas incólumes. Así viví todo lo que reconozco como mi existencia, escondiéndome y sintiéndome un ser de segunda categoría. Caminaba con la mirada gacha, porque simplemente crear un contacto con otros orbes me hacía estremecer. Pensé que viviría así por siempre, pero aquel abrazo me hizo darme cuenta de lo egoísta que me estaba comportando. ¿Acaso tan solo yo he sufrido? Sé perfectamente que hay muchos allí afuera cuyas vivencias son mil veces peores que las mías. Incluso es posible que aquel cuerpo que me abrazaba hubiese sido torturado por las amargas ataduras de un mundo despiadado, pero de todos modos ahora me entregaba tal vez el poco calor que quedaba en sus entrañas, solo con la intención de compartirlo con un desconocido, que jamás podría retribuirle.

Imaginé a aquel muchacho escondido debajo de los lavamanos del baño de mamá Alicia, escabulléndose en mundos lejanos, con la única intención de evadir su cruel realidad. También lo vi recibiendo las burlas y golpes de sus compañeros de orfanato, aprovechándose de su debilidad. Luego estaba en medio de la noche, recostado en su pobre cama siendo atacado por un hombre vil, que descargó su espanto dentro un ser inocente. Porque aquel que me abrazó era yo, era Pablito, eras tú, era todos aquellos que por esta tierra han caminado, caminan y caminarán. Ha sufrido, ha llorado, ha sido vejado, pero de todos modos ahora me abraza con lo poco que queda de su alma, enseñándome que la razón por la cual nací no fue para enriquecer con un ser más este mundo, sino que para utilizar lo poco que soy en el resto, porque tal vez mi existencia sea miserable, pero si la uno con el resto será perfecta. He sido tan egoísta al esconderme cuando lo que debía hacer era mostrarme, levantarme cada día no con la idea de sufrir gracias a los golpes del resto sino que besar a aquellos puños que me lastiman y demostrarles que no me harán daño, pero que si mi amor podría alcanzarlos. Me centré tanto en no recibir odio, que olvidé que mi objetivo como ser humano es entregar afecto.

No pude más que llorar en el hombro de aquel ángel, pero esta vez no fue el dolor el que me obligó, sino que el profundo fulgor que se gestó en mi interior. Pude sentir como todo el moho acumulado en mi ser se desvanecía poco a poco y quedaba limpio, sano de toda maldad. Cuando acabó la unión todo fue distinto. Parecía que el sol brillaba más, que los arboles eran más verdes y que la gente era más amable. Desde aquel día me di cuenta que ya no era yo, y eso no me molestó en nada, al contrario, comencé a sentirme pleno como nunca antes. ¿Quién era aquel muchacho? No lo sé y tal vez nunca más lo vuelva a ver, pero eso no me preocupa, porque no fue su cuerpo el importante aquella tarde, sino que la congregación de tantas almas en él, de tantos conceptos, de tantas verdades.

Y así es como ahora camino en dirección a mi colegio, sintiendo la variedad inmensa de placeres que me puede entregar el mundo tan solo en aquel pequeño trayecto. Me siento sereno y confiado de que todo será diferente desde ahora. Levantaré la cabeza siempre y no dejaré que nadie me pase llevar, pero no lo lograré en base a la fuerza, sino que entregando lo mejor de mí, demostrándole al mundo quién soy y cómo puedo contribuir para convertir a este en un mejor mundo. Ya nada del pasado importa, haré borrón y cuenta nueva, o es eso lo que quiero creer que haré.

Doy vuelta en una esquina y me topo con un amigo de mi padre. Antes solía ir muy seguido a casa, pero al parecer ha estado muy ocupado últimamente. Lo saludo cordialmente y el hace lo mismo, luego cada uno sigue con su camino. Es tan alto, y sus piernas tan largas que sus pasos son más extensos que los míos, no me doy cuenta cuando está a una cuadra de distancia. Recuerdo que desde pequeño siempre lo encontré muy atractivo y ahora intento descubrir el por qué. Pienso y pienso, pero no logro llegar a una conclusión. ¿Qué es tan atractivo en él? Su espalda es grande, eso es llamativo. Sus piernas largas y firmes le hacen parecer aún más alto. Su trasero es grande y suculento… Su trasero… ¡Oh por Dios! He estado mirándole todo este momento aquella parte del cuerpo. ¿No que ahora era una mejor persona? ¿Entonces por qué hago estas cosas tan pervertidas? Es extraño, porque mientras me cuestiono, sigo observando la misma parte de aquel hombre. ¿Y qué más da si lo hago? Quizás no tenga nada de malo, pero al parecer a la señora que camina junto a mí si le importa. Su mirada es penetrante y acusadora, creo que intenta incomodarme y darme un sermón silencioso sobre lo que no debo hacer. –Tiene unas nalgas preciosas, ¿verdad?- Y toda la paranoia que había creado desaparece. ¿Entonces aquella anciana es más pervertida que yo? Pues me alegra no ser el único, así que asiento con mi cabeza y sigo mi camino. Ha sido lejos la forma más extraña de comenzar mi día.

Es un tanto tarde, por lo que camino apresuradamente por el pasillo en dirección a mi nueva sala. Hoy, aunque de forma atrasada, comenzaré un nuevo año escolar. Veo a algunos de mis compañeros estar todavía en el patio y se sorprenden al verme. No sé si la razón de su impacto sea la seguridad que ahora demuestro o el llamativo color con que he tinturado mi cabello, celeste. Fue siempre mi sueño hacerlo, pero jamás lo realicé por temor a lo que el resto diría sobre mí, por cómo llamaría la atención y las burlas de la gente, pero ahora ya nada de eso me detiene para actuar, simplemente me siento libre de hacer en mí lo que me plazca.  

Abro la puerta e ingreso confiado de que nada malo puede suceder desde ahora. Me dirijo hasta el profesor sabiendo que cada par de ojos en aquella habitación están posados en mí. El hombre no me dice nada, y es que está tan perplejo con la imagen que ahora proyecto que sólo atina a afirmar con un ademán. Decido sentarme en mi nuevo puesto. El resto de la clase trato de ponerle atención a los contenidos, aunque me cuesta mucho sintiendo la atención de tantas personas.

Suena la campana para tomarnos nuestro primer recreo y decido salir de la sala sin más compañía que mi nueva confianza. Antes moriría estando solo, pero ahora veo aquella inseguridad tan lejana, que sonrío al percatarme de los pequeños actos de los cuales ahora puedo enorgullecerme. Camino directamente a los baños, pero dentro de aquel lugar no puedo hacer nada, porque aquella figura me impide el paso y me observa detenidamente, como si su vida dependiera de cada gesto que mi rostro perplejo produjera.

-Yo… Necesito hablar contigo…- Es todo lo que Felipe me dice en aquel momento. Sus ojos azules demuestran el miedo que siente, pero sus facciones permanecen duras, irrevocable señal que con todas sus fuerzas intenta no demostrar sus sentimientos. No puedo dejar de recordar lo ocurrido aquella noche tan devastadora. Sus manos en el cuerpo de Rodrigo impidiéndole que me ayudara y su mirada fría al percatarse que me había dado cuenta de su complicidad con Iris. Lo he pensado mucho durante los últimos meses de vacaciones y llegué a la conclusión que todo lo hicieron para ayudarme, pero ¿utilizaron la mejor manera? Intento creer que no había otra forma de hacerme despertar, pero tan solo el tener a este muchacho frente a mis ojos, provoca que todo mi ser se estremezca y me solicite retirar. –Todo lo que hice fue por amor… No podía soportar que siguieras haciéndote daño mientras ayudabas a Mateo, pero… nosotros no sabíamos… ni siquiera podíamos imaginarnos qué era lo que realmente te llevaba a actuar de aquella forma… ¿Cómo podíamos saber el verdadero pasado de García?... Te lo imploro… Dame otra oportunidad para demostrarte que todo lo he hecho por tu bien…- La voz temerosa de Felipe produce en mi interior un sentimiento extraño. He llegado a la conclusión que debo entregar felicidad en este mundo, pero ahora me doy cuenta que no soy para nada un santo. Mi corazón se oprime palabra tras palabra de aquel discurso y mi piel se eriza por la cólera. Se siente inocente de haber provocado tanto sufrimiento, es todo lo que mi mente puede reproducir. No sé por qué, pero mi ser se repleta de rabia y el recuerdo de la venganza me invade. Cierro los ojos por unos momentos y ni siquiera me percato cuando mi mano abofetea el rostro del nuevo presidente del centro de alumnos.

-Me confesaste que me amabas y justo después ayudaste a Iris para humillarme delante de todos a quienes conozco… En realidad ya daba igual para mí, ¿pero Mateo? Él no se merecía todo aquello… Cuando vi tus ojos aquella noche sentí como mi corazón se rompió en mil pedazos, porque en realidad confiaba en ti… pensé que jamás podrías dañarme… pero me equivoqué…- Son las primeras palabras que le dirijo. No sé por qué lo golpee, pero ahora me siento un poco culpable. Tal vez necesitaba descargar la frustración de aquella fiesta, y ahora que lo hice, necesito aclarar nuestro futuro. –No te guardo rencor, ni a ti ni a Iris… Sé cuáles fueron sus razones y quizás pueda entenderlos… Intentaré desde ahora observarlos sin resentimientos y ser capaz de entablar una conversación esporádica con ustedes, pero… no me pidan que vuelva a ser su amigo… Intento cambiar mi vida, ser una mejor persona, amarme a mí mismo… sin embargo, creo que no podría abrirles nuevamente mi corazón… no por lo menos ahora… No quiero que pienses que te estoy culpando o incluso que te odio, porque no es así… pero mientras curo mis heridas, te suplico que no intentes acercarte nuevamente…- Y viendo la tristeza en sus ojos y el ademán que intenta hacer para aclararme que ha entendido, doy media vuelta y olvidándome de mis necesidades biológicas, marcho fuera de aquella fría habitación.

Todo lo que le comenté a Felipe es cierto y creo que es la mejor decisión que puedo tomar. No soy un ser de luz y no puedo intentar olvidar todo lo que me hicieron, porque realmente fue horrendo. Quizás en algún futuro no muy distante pueda perdonarlos e incluso volver a reír a su lado, pero necesito tiempo para ello, no todo en esta vida es tan sencillo, menos cuando es un asunto del corazón.

Corazón… Misteriosamente pensando en aquel órgano, termino divagando en mis pensamientos rumbo a un destino desconocido. Camino sin saber la dirección, pero mi mente se encarga de entretener mi recorrido. Todo lo que me pregunto es la conformación que ahora tienen mis sentimientos. ¿Por qué mi corazón se destruyó cuando supe que Felipe ayudó a Iris? ¿Significa que me terminé enamorando de él? No, eso es imposible… aunque se queda dándome vueltas por unos segundos. ¿Por qué de la nada apareció Rodrigo en mis divagaciones? Recuerdo sus cuidados y todo lo que sacrificó con tal de protegerme en aquel terrible mes de mi vida. Sonrío al rememorar la gentileza de su corazón. Quiero verlo en este preciso momento, abrazarlo y agradecerle por ser el único hombre incondicional de mi vida, claro… sin contar a mi padre. Me decido a ello cuando a mi mente viene otra imagen, Mateo. Tantos años enamorado de él ¿y de la nada dejé de quererlo? ¿Qué es lo que ahora García siente por mí? ¿Sus sentimientos habrán cambiado ahora que sabe que soy aquel niño de su infancia? Pienso todo aquello mientras veo sus ojos marrones, porque su imagen no ha llegado solamente a mi mente, sino que también a mis orbes. Está parado ahora mismo frente a mí, esperando a que regrese a este plano astral, encarándome luego de todo lo sucedido. ¿Qué es lo que quiere? ¿Qué es lo que nos depara el futuro? Espero impaciente a que su boca se decida a pronunciar alguna palabra.

Notas finales:

Gracias por leer!!!

=) 

Los y las quiero a Todos, Todas, toditos, toditas...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).