Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Chico Perfecto por jotaceh

[Reviews - 166]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos!!! Espero que se encuentren muy bien y que todo les esté resultando...

 

Bueno, aquí les traigo un nuevo capítulo, espero que les guste mucho porque termina con una sorpresa ;) espero que sea de su agrado, porque pronto vendrán muchas más!!!

 

Gracias por leerme y por dejarme reviews !!! :D

CAPITULO XIV: Siempre luego de la tormenta, aparece el Sol.

Los ojos marrones de Mateo me observan detenidamente, puedo percibir en ellos algo tan lejano pero a la vez conocido. Es la misma mirada que día a día me regalaba Pablito en el orfanato, no puedo impedir que mi pecho se comprima melancólicamente. Todo aquel poderío reinante en su interior, su arrogancia y prepotencia, todo aquello ha desaparecido para dejarle vacío. Recuerdo lo sucedido aquella terrible noche y lo mucho que tuvo que haber sufrido al rememorar su pasado. No quiero sentir pena por él, no se merece aquel sentimiento, pero me es imposible conociendo su realidad. Mi voz no se hace presente, se esconde temerosa ante tal aparición, pero luego me percato que no era necesario, ya que el cuerpo de García inunda cada célula de mi ser. No sé cómo, pero de la nada siento su calor y el latir incesante de su pecho. ¿Por qué tengo tantas ganas de llorar? Respóndeme Pablito ¿por qué nuestros destinos tuvieron que ser así? Trato de ahogar mis preguntas en las respuestas que su existencia me entrega, su calor y aroma tranquilizan mi llanto.

-Siempre fuiste tú quien embelleció mi vida y aun así terminé destruyendo la tuya… Debiste odiarme por ser un cretino, pero lejos de eso, seguiste silenciosamente a mi lado, protegiéndome sin recibir nada a cambio… como mi ángel guardián…- Su voz entrecortada llega a mis oídos aun con nuestros cuerpos entrelazados. Siento el pesar en su tono, pero lejos de mortificarme, termina serenándome. Él sigue en pie luego de tanto sufrimiento y la fortaleza de su ser me corroboran que no se dará por vencido, que no lo veré sumido en el abismo de la desesperación nuevamente. –Perdóname…- Y aunque trate de convencerme que llorar no es la mejor respuesta ante tales conjeturas, termino haciéndolo como un niño pequeño.

-Espera, ahora que lo recuerdo… cuando veía a Martina sentía algo conocido, como si aquellos ojos los hubiera observado antes y claro, eso es porque tú eres Fernando…- y como un efecto reflejo, mi cuerpo se desprendió del suyo y asustado intento buscar una piedra lo suficientemente grande como para esconderme debajo de ella. ¡Estúpida ciudad que elimina las rocas! ¿Por qué de todas las cosas que hice se tiene que acordar ahora de eso? Me da vergüenza siquiera mirarle a los ojos, porque aunque tuvo la decencia de decir “ver” todos sabemos que eso fue lo mínimo que hicimos, “besar” quizás hubiese sido correcto, pero me hubiera muerto de un infarto aquí mismo. –No te preocupes… Martina era un disfraz, el antiguo Mateo también lo era… Dejemos todo lo sucedido en el pasado y comencemos desde cero. ¿Amigos?- Y entonces, aunque antes mostraba un careta de chico rebelde e insensible, ahora me doy cuenta que siempre ha sido maduro. Me siento tan bien, mi pecho se inunda de felicidad al darme cuenta que tanto yo como él nos encontramos intactos, e incluso, convertidos en mejores personas. –Hermanos…- y con un ademán y esta palabra le doy a entender que todo está bien entre nosotros. ¿Cómo podríamos ser menos que amigos luego de vivir juntos tantas cosas?

Nos criamos juntos en el mismo orfanato, asistimos al mismo colegio y hemos vivido casi las mismas penurias, eso nos convierte en miembros de un mismo destino, en hermanos de esta vida. No hemos vuelto a convivir como Pablito y Fernando en mucho tiempo, pero eso creo que no será un impedimento para ahora volver a ser cercanos. Veo el brillo en sus ojos y el relajo en su postura, está cómodo a mi lado y mi ser no deja de pedirme que lo abrace. Me siento tan, pero tan agradecido de verlo intacto, que no puedo hacerle caso omiso a mis instintos. –Sólo podía sentirme mejor al saber que tú estabas bien y al verte entrar a la sala hoy con tanta fortaleza, me di cuenta que ya no tenía nada de qué preocuparme.- Es lo que me dice nuevamente mientras estamos juntos, como un hermano mayor cuidando a su pequeño retoño.

Todo es maravilloso, hasta que un ser extraño aparece en el horizonte de este idílico paraíso terrenal. Abrazo fuertemente a Mateo y cuando levanto la mirada me encuentro con la figura de Rodrigo observándonos atentamente. Nuestras miradas se unen y es en este momento cuando percibo la decepción en sus orbes. No dura mucha esta conexión, porque rápidamente el muchacho se marcha, con la cabeza reclinada mirando detenidamente el piso, como si estuviera procesando aún aquella escena. ¿Qué hago? Ni siquiera indago mucho en esta pregunta, porque inmediatamente le pido disculpas a Mateo y salgo corriendo en búsqueda del alemán, esperando que no haya malentendido aquel abrazo.

Mis pies transitan velozmente por los pasillos buscando aquella cabellera rubia que debe estar desolada al creer algo que no es cierto. Sin darme cuenta mi corazón está oprimido ante esta confusión. No quiero que Rodrigo se aleje de mí por lo que acaba de ver, porque simplemente fue una escena de amistad. En el pasado estuve perdidamente enamorado de Mateo, pero luego de todo lo sucedido no sé si aquel sentimiento perdure, y aunque lo hiciera, lo que acabo de hacer fue solo producto de aquel sentimiento de fraternidad que siento por él, no por el romance que siempre desee. Necesito explicarle, todo mi ser me lo implora, no quiero perderlo a él también.

Lo encuentro sentado en una banca, alejado de todos en una esquina poco visitada por los alumnos. Está como siempre, protegido por aquella figura ruda que ha creado, con las manos en los bolsillos y los labios apretados, como si toda su fuerza la concentrada en aquella zona. Ve detenidamente el cielo como si buscara una fuente de inspiración en las nubes, un ser celestial que le respondiera todas las dudas que agitan su alma. -¿Qué es lo que sucedió? ¿Sigues enamorado de García?... ¿Él ahora lo está de ti?- Es lo que me dice al percatarse de mi presencia, pero sin siquiera observarme, obnubilado aun por la magnificencia del firmamento diurno. –Todo lo que viste fue simplemente producto del afecto que sentimos mutuamente, pero que no tiene nada que ver con el amor. No fue un abrazo entre Mateo y Martín, sino que entre Pablito y Fernando. Necesitábamos cerciorarnos que el otro se encontrara bien, porque luego de lo que vivimos, pensamos que terminaríamos destruidos… aunque, míranos… seguimos en pie…- y dibujando una exigua sonrisa en mi rostro intento explicarle lo sucedido. Espero un par de minutos por una respuesta, quiero oír que ha entendido o incluso que no me cree, pero que me dé el espacio para defenderme y seguir explicándole. Pasan los minutos y mis ansias por escuchar su voz comienzan a impacientarme. Sea lo que sea, quiero que me dirija la palabra, este silencio me está matando.

De la nada se levanta y aun con sus manos en los bolsillos camina desafiante hasta encontrarme. Me siento pequeño a su lado, su cuerpo grande y fornido se irgue imponente frente a otro que es endeble, pero que por dentro está cada vez más empoderado. Me ve detenidamente a los ojos con toda la potencia que tiene, puedo sentir el calor de su piel aun a la distancia. Sus expresiones me dan a entender que intenta odiarme, que trata de reunir toda su energía con tal de convencerse que debe repudiarme. –Has cambiado. Antes si te hubiera visto de esta manera te hubieras desmallado, pero mírate, ahora sigues de pie, recibiendo mi mirada acusadora sin siquiera intimidarte…- Y cada palabra que pronuncian sus labios es cierta. No me había percatado de aquello, pero tiene razón, en el pasado hubiera tratado de huir con todo mi ser, pero ahora ni siquiera lo he pensado, simplemente ya no me siento inferior a nadie. –Seas débil o fuerte, enfrentes tus miedos o no… me es imposible sentir rencor hacia ti… Ya sabes, te amo como nunca he amado a otra persona…- Sin inmutarse me declara nuevamente su amor, pero esta vez no se queda solo en ello, porque inmediatamente después me besa. Me es imprevisto y no hago nada para reaccionar, simplemente me dejo llevar por la cadencia de su ser y la pasión de sus labios. Por unos segundos abandono este plano y viajo lejos, tan lejos a un mundo desconocido, fértil y mágico.

-Me da igual si ves a Mateo como aquel niño que conociste en el orfanato o como el chico que tanto te gustaba, no descansaré hasta que sea a mí a quien amas… No lo olvides, porque ese es tu futuro…- Acaricia mi mejilla mientras sentencia estas palabras, una extraña mezcla de romance y seguridad, tanta que casi parece obstinación. Puede ser engreído, pero termino sonriendo ante este valiente caballero, que siempre con su armadura me ha protegido.

El día transcurrió normal después de aquellas pláticas. Creo que fue una mañana fructífera, ya que dejé en claro muchos de los cabos sueltos que había dejado. Como los últimos días del año pasado, estuve en todo momento acompañado por el alemán. Al parecer no le importó en nada el abrazo con Mateo, porque se comportó como siempre conmigo, con aquella rudeza amable que lo caracteriza, con su mirada tierna y voz potente. –Te ves hermoso con el cabello celeste…- Susurró en mi oído mientras estábamos en clases. Sentí como todo mi rostro enrojeció de pronto, y es que estaba el profesor viéndonos y ni siquiera se inmutó para halagarme. En realidad este chico no entiende de pudores.

En la hora de almuerzo intenté servir mi propia comida, pero en todo momento se me adelantó Rodrigo, el que me sentó en nuestra mesa y me impidió que me preocupara, ya que él sería quien traería mi almuerzo. Todos nos observaban con atención, al parecer quieren dilucidar si estamos en una relación. Esto ya no me incomoda, pueden mirarme todo lo que quieran y no me intimidarán, así es que sólo atino a reír, este rubio se está comportando muy extraño este año. -¿Por qué me tratas tan galantemente ahora? Antes no lo hacías…- Es lo que le pregunto cuando se sienta frente a mí luego de darme mi almuerzo. Me mira con un falso enojo, entrecerrando sus ojos como si intentara hacerme sentir mal. –Antes tenía que protegerte de las burlas del resto, estaba atento en cada momento que nadie se le ocurriera hacerte daño, por eso no tenía tiempo para este tipo de cosas… pero, ¿Acaso te molesta?- Eso tiene sentido, ¿eso quiere decir que siempre quiso tratarme así? Obviamente no me molesta y se lo digo sin remordimientos, me encanta que sea tan considerado así es que le doy la autorización para que lo haga. Todo esto me resulta tan egoísta, pero si a él le gusta hacerlo, significa que está bien.

Sonreía ante las ocurrencias de Engdahl cuando escucho el sonido de dos sillas arrastrarse. Impresionado veo como Mateo y Magdalena se sientan en nuestra mesa sin siquiera pedirnos permiso. El rostro de mi compañero cambia abruptamente, y es que desde la riña que terminó con su amistad, ambos han mantenido cierto recelo el uno por el otro. Comemos en silencio un par de minutos hasta que García se decide a hablar. –Intenté por mucho tiempo esconderme en un sueño, uno que ni siquiera yo creé sino que Martín. Me sentía bien creyendo que era alguien especial, un hombre que podía lograr todo lo que quería, pero ese sueño me terminó encegueciendo y cometí muchos errores sin siquiera saberlo. Siempre fuiste un buen amigo, me ayudaste cuando lo necesitaba y jamás pude retribuirte por ello… Sé que no lo merezco, pero me gustaría que me perdonaras por haber sido un imbécil.- Rodrigo escucha un tanto ofuscado las sentidas palabras de su antiguo amigo. Todos en aquella mesa sabemos que ha hablado desde lo más profundo de su corazón. Mateo ha decidido remendar todos los errores que cometió, de eso no hay duda, y aunque tal vez haya algunos que no se puedan perdonar, hay que tener en cuenta la gran valentía que se debe tener para hacerlo. Un alma destruida, humillada y pisoteada que aún tiene fuerzas para pedir disculpas y enmendar su destino, no es más que una gran alma.

El alemán deja su plato a medio comer y se levanta de la mesa, no dice palabra alguna y no observa a nadie, simplemente no quiere estar ahí. Como era de esperar, Mateo intenta detenerlo porque necesita una respuesta, sea negativa o positiva, da igual, simplemente quiere saber a qué atenerse con su antiguo amigo. García toma firmemente su brazo, mientras Engdahl le da la espalda. No han dicho ninguna palabra, pero todos sabemos qué es lo que cada uno intenta expresar. Sorpresivamente Rodrigo voltea y sin más golpea en el rostro a quien lo detenía. Fue tan fuerte y sorpresivo, que el pobre terminó tendido en el suelo, limpiándose la sangre que comenzaba emanar de su labio. –Toma ese golpe como tu disculpa. Desde ahora no me debes nada… Olvida que me hiciste daño y sigue adelante…- Y esa es la forma como un chico rudo disculpa a su amigo. Aun cuando Mateo estuviera en el suelo, adolorido y sangrando, sonríe al saber que ha recuperado a un gran amigo. Veo al alemán salir del casino como si nada hubiera pasado, pero yo sé que su alma se siente más liviana, porque ya no tiene aquel peso tan viejo.

-Mira ahí, esa tipa aún tiene el descaro de venir a comer al casino, debería hacerlo sola en la sala, donde nadie la pudiera ver… Parece que le gusta que la odien…- Es lo que Magdalena me dice mientras seguimos con nuestro almuerzo. Ambos quedamos solos en la mesa, así es que no tuve otra opción que aceptar la compañía de la oxigenada. Antes creía que era una muñeca de plástico, hueca e incapaz de pensar, pero poco a poco comienzo a descubrir algo de vida inteligente dentro de ella, pequeñita, casi ínfima, pero algo existe. Sus palabras hacen relación a Iris, a quien ahora vemos a lo lejos, comiendo sola en una pequeña mesa. He escuchado que desde lo que me hizo nadie se ha atrevido a acercársele, no se han burlado de ella ni muchos menos, pero fueron tan maquiavélico sus actos, que muchos comenzaron a temerle. ¿Por qué no se junta con Felipe? Ambos han tenido la misma consecuencia, deberían apoyarse mutuamente en este momento de soledad, pero en vez de ello, veo a ambos deambular solos, como si intentaran de esta forma expiar sus culpas. Dejo de comer un momento mientras observo aquella imagen lejana. Esa chica pelirroja algún día fue mi mejor amiga, a quien confiaba gran parte de mis secretos y la única a quien llegué a considerar como mi hermana. Mis divagaciones se acaban cuando Iris se percata que la observo y nuestras miradas se conectan. Sin pensarlo dos veces la esquivo y sigo con mi almuerzo, escuchando el monólogo que se ha convertido esa conversación con Magdalena.

El día estuvo mejor de lo que imaginé y ahora camino en dirección a mi casa, acompañado por Rodrigo quien se ha empeñado en hacerse el galán conmigo. – ¿Tú mamá es pastelera? Porque un bombón tan rico no lo hace cualquiera…- Como una ráfaga imprevista llega este piropo a mis oídos. Caminaba serenamente cuando me topo con un chico un tanto mayor, tal vez de unos veinte años, quien me quedó viendo detenidamente. No le di mayor importancia hasta que me dedicó aquellas palabras una vez ya nos habíamos distanciado. ¡Oh my gosh! Es mi primer piropo en la calle. Creo que tuve que contener la saliva, porque me moría de la emoción por lo pervertido que resultaba toda aquella escena, pero claro, luego recordé que no iba solo.

-¿Su madre? ¿Eres imbécil o qué? Él es huérfano… ¿y qué es eso de bombón? ¿Acaso te lo quieres comer? ¿Ah? ¿No te das cuenta que anda acompañado? ¿Acaso quieres morir?- Y ahí va la arremetida del alemán, quien tan solo al percatarse que me habían halagado de aquella forma, se dio media vuelta y encaró al joven. Si no hubiese sido porque lo detengo a tiempo, ahora tendría su rostro destrozado por los golpes. Estaba colérico, podía ver cómo su sangre hervía por dentro.

El camino que restaba hasta mi casa, lo hacemos en silencio. No entiendo por qué se enoja conmigo si yo no hice nada, pero de todos modos espero a que se le pase el malhumor. Estábamos a una cuadra de mi destino cuando veo una figura conocida en la otra esquina. Intento agudizar la vista para cerciorarme y como creía, se trata de mi abuela. –No sabía que tu abuela era amiga de la directora…- Debo decirle a Rodrigo que yo tampoco lo sabía. ¿Por qué están conversando tan cercanas? Apenas Yolanda ha estado un par de meses en la ciudad y ya se hizo de amigas. En fin, creo que le hace bien recrearse y qué mejor con una mujer tan agradable como lo es doña Enriqueta. Me detengo a observar como ambas se ríen, si se ven tan lindas. ¿De qué se estarán riendo? ¡Oh mira ahora se despiden! Que tiernas, se despiden de beso… de beso… en la boca… con lengua… ¡Oh por Buda! Mi abuela es lesbiana, y tiene una relación con mi directora… con la abuela de Felipe… Esto debe ser un sueño.

Notas finales:

Muchas muchas gracias por leer

Hasta luego!!!

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).