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El Chico Perfecto por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!! 

Espero que se encuentren bien y que todo lo que se proponen les esté resultando :3

 

Bueno, aquí les traigo un nuevo capítulo :P quería subirlo ayer, pero lo terminé tan tarde que decidí mejor subirlo ahora

 

y a leer!!!

CAPITULO XVI: Mi decisión.

La noche es fría, sigo en letargo tendido en mi cama mirando el infinito en aquel rincón perdido de mi cuarto. Las horas oscuras del día se me han hecho eternas y aunque mi cuerpo me solicita un poco de descanso, mi mente se niega a bajar la guardia, ya que cualquier debilidad puede ser ocupada por el enemigo. Al otro lado de la habitación se encuentra recostado dentro de un saco de dormir, aquel muchacho que me juró amor eterno mientras planeaba con mi mejor amiga el peor ardid del cual he sido parte. No tuve otra opción que aceptar alojarlo aquí y como suponía no he podido conciliar el sueño. ¿Él lo habrá logrado o está desvelado del mismo modo que yo?

Durante estas horas por mi cabeza han transitado las imágenes de Rodrigo y del nieto de la directora. Ambos han sido importantes en mi vida, uno entrometiéndose sin reparar en esfuerzos, cuidándome como nunca antes lo había hecho y llenándome de emociones tan profundas, que nunca nadie antes me había incitado a percibir. Por otro lado se encuentra aquel que en silencio me vigiló la infancia entera, que conmovió mi alma con su ternura y paciencia, pero que con aquel acto me destruyó intensamente. ¿Qué es lo que siento por cada uno? Por más que lo intento no puedo descifrar el enigma que se ha convertido mi corazón, porque aunque el alemán lleva la ventaja no puedo dejar de pensar en Felipe, si no sintiera nada por él ¿por qué ahora no puedo dormir sabiendo que lo tengo tan cerca? ¿Pero por qué me siento como si le estuviera siento infiel a Engdahl? No tenemos una relación formal, cualquier idilio con otra persona no significaría una infidelidad.

Son casi las tres de la madrugada y mi estómago me solicita que ingiera cualquier alimento que encuentre en mi camino, así es que me levanto y camino despacio en dirección a la cocina. En aquel trayecto paso cerca del saco de dormir donde se encuentra el chico de ojos azules y lo quedo observando un momento. ¡Malvado! ¿Por qué tú si puedes dormir y yo no? Se ve tan sereno y relajado, nadie pensaría que acaba de perder todas sus pertenencias. Me enojo por ello, pero luego quedo embobado al darme cuenta lo guapo que se ve mientras descansa. Su cabello negro alborotado, su piel clara y aquellos labios que no son grandes, pero si dejan entrever algo de su existencia, delgados pero varoniles. Es una imagen muy bella, pero el recuerdo de aquella fiesta inunda mi mente y debo seguir con mi camino para no cometer una locura.

Bajo las escaleras intentando no producir ningún sonido fuerte, no quiero despertar a nadie a estas horas, ¿cómo les explico que no puedo dormir porque Felipe está cerca de mí? Ni siquiera yo podría responder esa pregunta, por lo que no quiero estar envuelto en aquel conflicto. Llego cerca de la cocina y para mi sorpresa esta está iluminada por su potente luz. ¡Hay otra persona desvelada! Pero cuando me acerco a la puerta de aquella habitación me entero que no es una, sino que dos. Conversan a través de susurros, pero es tanto el silencio que puedo escucharles perfectamente. Resultan ser mi padre y mi abuela, quien diría que estarían conversando tan secretamente y además a estas horas.

-No creas que por haber alojado a Yolanda en tu casa lograrás que deje de reprocharte por tus errores en el pasado. Sabes muy bien que si por mí dependiera, mi hija sabría la verdad hace ya muchos años, pero en consideración a ti y a la delicadeza de mi pobre Ignacia, no lo he hecho.- Mi abuela parece estar muy enfadada y aunque no los vea, sé que está observando a mi padre de una forma penetrante, intentando indagar sus reacciones ante tal ataque. ¿Errores del pasado? ¿A qué se estarán refiriendo? ¿Qué tan grave pudo cometer para que mi abuela se comporte así? ¿Es la razón de sus constantes discusiones? Miles de preguntas nacen en mi cabeza mientras los escucho conversar. –Sé que te has quedado callada porque no quieres hacerle daño a mi esposa, y te lo agradeceré el resto de mi vida, pero creo que ha llegado el momento de decir la verdad, es el tiempo preciso… No puedo seguir viéndola, sabiendo que le oculto algo tan importante…- Mi padre aparenta estar acongojado, realmente aquel tema le complica y si es así, debe ser algo sumamente sensible para mi madre, de lo contrario, ya lo hubiera revelado hace mucho. Ellos siempre se han contado todo, hasta los secretos más íntimos, por lo que escuchar que Alejandro le ha guardado un secreto, me sorprende de sobremanera. –Ni se te ocurra. Habíamos acordado que ella nunca se enteraría de esto. Sabes por todo el sufrimiento que ha tenido que soportar por el hecho de no ser madre y enterarse ahora que tú tienes un hijo con una de tus antiguas novias la destrozaría. ¿Tú si pero ella no? No te permitiré que le arruines la vida, además… por las condiciones en que terminó tu relación con aquella mujer aquel joven tampoco sabe que eres su padre, le has ayudado económicamente todos estos años, pero él no sabe de tu existencia… ¿significa que si ahora quieres contarle todo a mi hija es porque le revelarás la verdad a aquel muchacho?...- ¿Qué? Es mucha la información que he recibido en tan poco tiempo. ¿Mi padre tiene un hijo con otra mujer? No puede ser, es simplemente imposible, por algún motivo me adoptaron.

Doña Yolanda tiene razón, mi madre ha sufrido mucho por ser estéril. Uno de sus grandes anhelos siempre fue concebir a una criatura en sus entrañas, pero jamás lo logró. Antes de conocer a mi padre convivió con un hombre a quien quiso mucho, tenían muchos planes juntos, pero tras mucho tiempo intentando ser padres descubrieron que Ignacia no podría jamás quedar embarazada. Su pareja decepcionado la abandonó luego de tantas vivencias juntos y aquel ha sido uno de los grandes dolores que ha tenido que sufrir. Le costó mucho reponerse y si no hubiese sido gracias a la aparición de Alejandro en su vida, seguiría teniendo miedo de enamorarse nuevamente.

Quiero seguir escuchando la conversación para enterarme cómo se llama el hijo de mi padre, pero justo en aquel momento ambos dejan de hablar y debo esconderme detrás de otra pared para que no me vean cuando salen de la cocina. Tras enterarme de toda la verdad, siento la imperiosa necesidad de averiguar cada detalle de aquel chico que sí tiene la sangre de mi padre, que por derecho debería llevar el apellido Arístegui y no yo, quien sólo soy adoptado. Creo que el saber que existe otra persona en este mundo que en realidad cumple las características de hijo en esta familia me hacen sentir desplazado, tengo celos de aquel desconocido. Al regresar a mi habitación luego de comer un improvisado sándwich en la cocina, inicio una profunda meditación sobre aquel descubrimiento y llego a la conclusión que tengo asuntos más importantes que resolver antes de averiguar algo que le compete a mi padre.  Debería descifrar el enredado corazón que poseo, saber a quién realmente amo es mi objetivo en estos momentos.

Percibo como los primeros rayos del día comienzan a aflorar en la ciudad y cómo mi rostro se ha demacrado por la falta de sueño, aunque no he visto mi reflejo en el espejo, puedo asegurar que mis ojeras pueden verse desde la antártica. En poco tiempo deberé asistir a clases, así es que me levanto con la poca fuerza que contengo y me dirijo al baño, esperando que un poco de agua caliente avive mi ser. En aquella habitación pálida y húmeda me quito lentamente el pijama, introduciéndome a la ducha al encontrarme ya desnudo. Abro el grifo y lentamente las gotas de agua comienzan a fluir por cada centímetro de mi piel. Mi cabello mojado, mis hombros recibiendo aquel torrente salvaje que lo inhibe de todo cansancio, mis piernas al descubierto trasladando aquel vendaval hasta la loza del piso y en medio de aquel recorrido mis glúteos, que imponentes se irguen en aquel paraje corporal. Acaricio mi rostro con la mano derecha y con la izquierda mi pecho, mi mente que no me deja en paz y mi corazón indeciso que provoca aquella reacción. Quisiera que ambos estuvieran unidos, pero he de reconocer que nunca he sido un ser sencillo. De pronto a este tacto se unen mis glúteos, ¿qué significa esto? ¿Quiere decir que también debo introducir la sexualidad en mi complejidad? Pienso lentamente en la solución de todos mis problemas, pero no logro llegar a nada. ¡Esperen! Por lo que sé sólo tengo dos manos, ¿cómo es que tengo una en la cabeza, otra en el pecho y la última en el trasero? Asustado volteo para encontrarme con quien se ha atrevido a violar mi intimidad.

Felipe me observa con una mirada foránea, que jamás le he visto y que tal vez nunca imaginé percibir en sus facciones. Se puede distinguir claramente la lujuria en sus ojos, en sus labios y especialmente en sus manos que inquietas han dejado mis pobres glúteos para seguir su expedición por mi espalda, ahora me sostiene fuertemente con ambas manos y sintiéndome pequeño me acerca a su también desnudo cuerpo. Estamos tan pegado el uno al otro sin más división que los bellos juveniles de su cuerpo, los que se presentan imponentes en sus piernas y pecho, mientras que en el mío carecen de visibilidad, incluso pareciera que jamás saldrán. ¿Qué está pensando? Mejor dicho ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué no reacciono ante tales actos? Me asusto cuando siento algo crecer abajo, es intrépido y voraz ¡Qué vergüenza! ¿Estoy teniendo una erección? No, esperen, aquel tamaño no es conocido, en realidad… es bastante más grande al que poseo. ¡Es Felipe! Es él quien ha reaccionado ante estos impulsos y solo con esta constatación despierto de aquel sueño erótico, por decir lo menos, y reuniendo coraje le abofeteo. ¿Qué se cree? ¿Piensa que mis padres aceptaron recibirlo en casa y que junto con la oferta venía yo? ¡No soy un mueble! Y mucho menos un fácil, bueno… tengo quince años y estoy dejando la fogosidad para mis veinte, en ese momento podrán decírmelo, antes ¡Nunca!

-Te juro que pensé que era un sueño. Estoy acostumbrado a despertar e ir a mi baño, en mi casa. Dormí muy poco esta noche por la preocupación. Entiéndeme acabo de perder todo lo que tenía y eso unido al insomnio me hicieron creer cuando desperté que seguía durmiendo. No entiendo cómo hice lo que sucedió, pero te prometo que no fue con aquella intención, sólo imaginé que seguía soñando…- Es la explicación que el chico de ojos azules me da cuando ya ambos estamos vestidos y encerrados en mi cuarto aclarando lo acontecido. -¿Un sueño? ¿En serio quieres que crea eso? Entonces… ¿me quieres decir que sueles soñar con que nos duchamos juntos? ¿Y qué hacemos… cosas… ahí?- Intento por todos los medios aparentar rigidez y enfado, porque en lo más profundo de mi ser existe aquella partícula pervertida que me hace gozar todo aquel relato, el hecho que tenga sueños eróticos conmigo, que me iguale a un actor de películas pornográficas, pero vía onírica, es por lo menos sugerente. –Bueno… Quizás… un par de veces… pero, es normal… creo… ¿A ti no te pasa? Que despiertas ya sabes, con ganas de…- ¡Cállate! ¿Cómo me estas reconociendo tus sueños húmedos? Me da tanta vergüenza, que mi rostro parece un suculento tomate. No puedo creer que el presidente del centro de alumnos esté hablando conmigo de aquel tema. No queriendo saber más sobre su intimidad, termino aquel asunto diciéndole que lo olvidaré y cada uno actuará como si nunca hubiese sucedido, no le contaré a mis padres, pero de ocurrir nuevamente, todo será muy distinto. Apenado me agradece la consideración y luego de ello le veo bajar las escaleras.

Pene... falo… polla… pico… ¿Qué otro nombre recibe? No puedo creer que les confiese esto, pero camino al colegio comencé a pensar en ello. ¿La razón? Lo reconozco, lo sucedido en el baño con Felipe se quedó gravado en mi mente y lo recordé a cada momento. Nunca nadie me había abrazado desnudo y mucho menos con aquellas reacciones, fue casi una relación sexual. ¿Si no lo hubiera detenido como hubiera terminado su “sueño”? Al final no resistí más y en el primer receso tuve que contarle a mi nueva amiga, Magdalena. -¿Y le pegaste? ¿Cómo? Era la oportunidad perfecta para perder tu virginidad. ¿Tenías a un hombre desnudo y excitado abrazándote y le pegas? Eres realmente imbécil…- Es lo que la oxigenada me responde sorprendida y casi retándome por mi actitud. ¿En serio tenía que aprovechar? ¿Qué sucede con el sexo con amor? No sé lo que siento por él y mucho peor me siento confundido con otro chico, simplemente creo que no podría hacer algo así, la culpa luego se encargaría de mortificarme.

Sigo conversando con mi nueva amiga cuando siento una presencia extraña, volteo asustado nuevamente, pero esta vez me encuentro con una pequeña flor roja. Se trata de Rodrigo, quien la ha cortado de un arbusto a mi espalda. Me la regala con una bella sonrisa en el rostro y se sienta junto a nosotros. Como era de esperar, la rubia decide marcharse para “no molestar”, así nos quedamos solos los tres: él, yo y el recuerdo del cuerpo desnudo de Felipe. ¡No me lo puedo sacar de la cabeza! –No sé cómo decírtelo, pero antes que alguien te lo cuente como un chisme, tengo que comunicarte que doña Enriqueta y su nieto se han ido a vivir a mi casa… Creo que será por un largo tiempo.- Debía decirle aquello, aunque luego me arrepiento al ver la preocupación en su rostro. Aleja su mirada de mí y comienza a divagar en nuestro entorno. Tengo la imperiosa necesidad de no permitir que el alemán piense mal de mí, no somos una pareja, él no es mi novio y no tendría por qué hacerlo, pero mi corazón así lo desea.

-¿Qué sientes por mí?- Es lo que me responde. De la nada regresan sus ojos a mi rostro y me pregunta sin ningún remordimiento la cuestión más difícil que he debido solucionar el último tiempo. –No lo sé… estoy seguro que hay algo muy grande dentro de mí que me hace alegrar cada vez que te veo, ¿puede ser eso amor? ¿Es suficiente? Entiéndeme, no quiero aceptarte para luego percatarme que me he equivocado y hacerte sufrir… No te lo mereces.- Me da vergüenza el no tener claros mis sentimientos, pero por el momento no tengo otra respuesta que darle. Sé que intenta contenerse para no pronunciar palabras que tal vez llegue a arrepentirse, sin embargo, luego de unos segundos vuelve a hablar. –No quiero merecer nada, lo que he hecho por ti es por amor y no tienes que estar agradecido por ello, si es así… prefiero que me lo digas para alejarme de ti y dejar de hacer el ridículo.- Como se sentó, ahora se levanta y se marcha. Lo veo alejarse cada vez más y mi corazón se compunge con cada paso que da. ¿Por qué los sentimientos son tan complejos?

Detesto saltarme las clases, pero luego de aquella plática no pude más que llorar. Sentir que podría perder a alguien tan valioso en mi vida me da pavor. Quiero a Rodrigo como a un amigo, de eso no tengo la menor duda, pero tal vez eso sea amor. Sé que sería muy feliz a su lado, pero sigue latente el recuerdo de Felipe, a él ya lo perdí y no quiero volver a sentir aquel vacío nuevamente. Volví a aquel cubículo en el baño, me encerré como estaba acostumbrado a hacer, en el lugar más apartado de la habitación más fría del colegio y comencé a llorar. Las paredes me cobijaron como antaño, entristecieron al volver a verme triste. Me detesto en este momento por seguir siendo tan débil con aquel asunto del amor, pero ¿quién no lo es? No es algo tan pasajero, es importante porque no sólo implica consecuencias en ti, sino que también en otra persona.

No sé en qué momento la puerta de aquel cubículo se abrió y apareció una figura conocida. Tomó fuertemente mi mano y de un solo jalón me levantó, aprovechando el empuje para abrazarme con sus fuertes brazos. Me sentí cobijado en su pecho y allí terminé de llorar. Como un padre consuela a su hijo, Mateo ahora me sigue abrazando, sin decir palabra alguna, solo prestando su calor para reconfortarme.

-No intentes buscar en tu cabeza lo que solo tu corazón sabe. No pienses en lo mucho que Rodrigo te ha ayudado ni en el gran error que cometió Felipe, simplemente date cuenta de lo que sientes cuando estás con cada uno. Aquel que te haga sentir pleno, que alegre tu día tan sólo al verlo, aquel es con quien debes estar…- Es el consejo que García me da tras contarle la razón de mi llanto. Por sobre el mensaje que me dio, lo que más me sorprende es la madurez que puede demostrar. Solo alguien con una fortaleza muy grande en su interior puede darte un consejo tal. Tiene razón, me he enfocado mucho en sus méritos, pero no debo medir mis sentimientos en aquel tipo de aspectos, sino que en lo que realmente me entregan sin siquiera saberlo, algo que solo percibe el corazón.

Mateo se marcha y me deja solo en el baño mientras limpio mi rostro de los estragos que produjeron las lágrimas. Cuando creo verme normal y como si nada hubiese sucedido, me marcho de allí. Camino un par de pasos por el pasillo y me encuentro frente a frente con Felipe, está unos cuantos metros de distancia y me observa detenidamente. ¿Qué es lo que estoy sintiendo mientras lo veo? Este pensamiento se interrumpe cuando me percato que otra persona camina en mi dirección y se detiene unos cuantos pasos detrás del presidente del centro de alumnos. Tengo frente a mí a los dos chicos que disputan mi amor y lo único que puedo recordar son las palabras de Mateo. Me concentro en la sensación que ambos me producen y tan solo en un instante, un momento fugaz, todo se aclara a mi alrededor. Ahora sé a quién debo elegir y camino directamente hacia él. Mi corazón por fin se alivia, porque tengo en frente al hombre indicado, quien me observa detenidamente a los ojos. El momento es perfecto y no puedo impedir que nuestros labios se entrelacen.  

Notas finales:

Gracias por leer y comentar!!!

Nos leemos!!!


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