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El Chico Perfecto por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!!

Muchas gracias por seguir leyendo este fanfic y especialmente muchas gracias a quienes se dieron un tiempito para comentar *-*

Bueno.... quiero contarles algo...

Esta historia la ideé hace más de dos años. Ocurre que tengo mucha imaginación y de repente, especialmente cuando estoy nervioso, tomo las personalidades de personas que conozco y les creo una historia. En mi cabeza creo un sinfin de relatos y uno de ellos fue este... En un principio se iba a llamar La Ilusión de Amar, pero me pareció que sonaba muy telenovelesco( en mi país es teleserie, pero igual se entiende jajajajja) La cosa es... que desde que la ideé la historia seguía este camino... Todavía tienen que ocurrir unos cuantos sucesos para llegar a donde está destinada la historia... Espero que puedan entenderme y que no sientan que no hago caso a sus deseos que Martín cambie y deje de ayudar a Mateo... Simplemente quiero seguir lo que había plenificado....

 

Espero que me puedan entender y a continuación les dejo el noveno capítulo =)

CAPITULO IX: ¿Por qué me haces esto?

Aquel sol distante no deja de alumbrar potentemente, todo parece brillar al ser tocado por sus rayos y el ambiente se repleta de luz. Apenas puedo divisar el contorno de los objetos o la continuidad en el cuerpo de las personas, pareciera que no tienen rostros, mas los percibo cercanos, conocidos de algún pasado remoto. Veo mis manos y me estremezco al verlas tan pequeñas y redondas, corro hasta aquella habitación tan grande que resulta ser el baño, no sé cómo pero lo adivino. En el reflejo del espejo veo a un pequeño regordete, vestido con una jardinera azul, decorada tiernamente con una enorme cabeza de oso, que sonríe alegremente. Soy un niño otra vez.

-¡Fernando!- La voz de una mujer me estremece, no sé la razón pero tiemblo al solo pensar que me puede encontrar. Aquel nombre, hace tanto que nadie me llama así. El grito de mamá Alicia y la forma como me dice, todo indica que he vuelto a aquella etapa de mi vida que siempre intento olvidar, estoy de regreso en el orfanato.

Como puedo meto mi pequeño y rollizo cuerpo en el mueble debajo de los lavamanos. Aquel siempre ha sido mi escondite, entremedio de trapos viejos utilizados para limpiar e inundado por el potente olor a cloro. Aquí puedo ser yo, es el único espacio que considero de mi propiedad, soy libre de pensar y sentir lo que quiera. En las habitaciones sucias y atestadas de niños no puedo vivir, sus juegos y gritos, los golpes que se dan y lo brusco que me tratan, allí no puedo estar, cada segundo rodeado de sus insultos y golpes es como una agonía. Puedo escapar de ellos, pero no de mamá Alicia. Siempre se molesta cuando no me encuentra, por lo que día tras día me golpea para que aprenda a comportarme y para que deje de huir. –No te creas tan especial, tú eres igual de inservible que los otros mocosos… Nadie aquí vale la pena, por eso sus padres los abandonaron… Deja de soñar, tú no tienes futuro…- Es lo que siempre me dice mientras me golpea con una tabla en mis pantorrillas. Sé que el esconderme aquí sólo producirá que a la noche vuelva a escuchar las mismas palabras y a sentir aquel desgraciado madero lastimar mi piel, pero esta tranquilidad lo vale todo. El ser parte de un mundo distinto al cruel que allí afuera existe, no tiene precio.

Siento como los pies de esa mujer se mueven justo detrás de la puerta que me protege. Es tan grande, pero tan imbécil que jamás se le ocurre revisar estos muebles, por eso nunca me ha encontrado. Pasa unos minutos buscando detrás de las cortinas de las duchas, al no verme decide abandonar la habitación. Me he salvado, por esta tarde podré seguir viajando a aquel hermoso paraíso donde todos me quieren, donde soy el príncipe del reino de las amebas, y mis padres, don Amebón, y mi madre, doña Amebina, me aman incondicionalmente, aun cuando saben lo diferente que soy.

Viajo por los verdes prados de mi reino cuando un crujido me hace regresar a la realidad. ¡Alguien me ha encontrado! Lentamente abre la puerta y mi cuerpo comienza de inmediato a temblar. Que no sea mamá Alicia… que no sea mamá Alicia… es todo lo que repite mi cerebro. La luz termina por invadir mi escondite cuando logro divisar la identidad de mi descubridor. No es la dueña del orfanato, sino que uno de mis “hermanos”. Me sonríe cariñosamente, para luego extender su manito. Su cuerpo está rodeado de luz y lo único que puedo ver claramente es su cara, su piel tostada y sus bellos ojos negros, aquellos que brillan alentándome a salir de mi escondite para enfrentar la realidad.

-¡Mateo!- Es lo que grito asustado cuando despierto. Ceso por la conmoción que ha creado en mí aquel sueño. No puedo sacar de mi cabeza ese recuerdo, cada noche lo revivo, acelerando mi corazón y despertando de esta manera. Cuando me sereno un poco, me levanto para ver a través de mi ventana. El sol tímidamente comienza a inundar con su brillo toda la ciudad, pronto será hora de comenzar una nueva jornada de estudios, ir a aquel edificio que se ha convertido en mi infierno.

Ha pasado un mes desde aquella horrenda tarde cuando las palabras de Mateo despedazaron mi alma y rompieron en mil pedazos mi corazón. ¿En realidad era popular en secreto? Eso cada vez lo creo menos, porque todo el mundo se burla de mí cuando camino por los pasillos. Incluso Claudio, el muchacho que se sienta detrás de mi puesto y que me miraba de una forma especial, ahora se regocija con mi vergüenza.

Antes me levantaba con ansias, deseando arreglarme pronto para salir raudo e ir a espiar a mi amado, pero todo ha cambiado. Luego de que Felipe me sacara del colegio, me dejó en mi casa y me pidió encarecidamente que dejara de amar a Mateo, que ya me había enterado de su verdadera personalidad y luego de lo que me hizo, no tenía nada más que odiarlo. ¿Dejar de amarlo? Esa noche luego de llorar desconsoladamente, lo medité a profundidad y llegué a la conclusión que el nieto de la directora tenía razón. Creí por unos minutos que había encontrado la respuesta, que ahora mejoraría mi vida, pero fue esa misma noche cuando comenzaron mis pesadillas.

Sí, Mateo es adoptado igual que yo, ambos crecimos en el mismo orfanato y era él quien me cuidaba de los abusivos de mis “hermanos”. Quizás no podía contra todos, pero si ahuyentó a muchos. Gracias a él el infierno que fue mi estancia en la casa de mamá Alicia se hizo más llevadera. Me podrán decir que quizás ya pagué mi deuda con él, que luego de todos estos años convirtiéndolo en el chico perfecto, ya le devolví todos los dolores que sufrió en manos de los otros huérfanos, pero eso no es todo lo que le debo, apenas le he pagado una pequeña parte de todo lo que hizo por mí.

Llegué al colegio Fernández de Castro tras estar meses pidiéndole a mis padres que me matricularan allí, ellos aceptaron ya que mi padre conocía a la directora y además porque el ambiente de la institución parecía ser de respeto y fraternidad, cosa que en este mes me he dado cuenta que no es tan cierto. La verdadera razón de esto es que aquel niño que tanto me ayudó también asistía aquí. Quería pagarle por protegerme, pero tras investigarlo y escuchar sobre su vida luego que nos separamos, quedé consternado. Apenas era un niño y tuvo que sufrir todas aquellas atrocidades, y lo peor es que todo fue por mi culpa. Así comencé a desvivirme por tratar de curar todas las heridas que yo provoqué en su vida, quizás no como autor, pero si como cómplice. Tras verlo todos los días, ver su rostro y recordar su amabilidad en nuestra infancia, me vi impedido a no enamorarme de él.

Sí Felipe, soy capaz de dejar de amarlo, luego de la humillación que me hizo no creo que pueda volver a verlo como antes, pero no me pidas que olvide la enorme deuda que tengo con él, porque aquellas pesadillas me lo recuerdan noche tras noche. No puedo abandonarlo ahora, no otra vez. Tal vez nunca termine de pagarle, al parecer siempre estarán nuestras vidas unidas. Es lo que pensé cuando el nieto de la directora me pidió alejarme de García.

Aquel chico pensó que con dejarlo de amar también dejaría de ayudarle, pero grande fue su sorpresa cuando pasado solo una semana desde que lo descubrí, él  me encontró cambiando las respuestas en las pruebas de Mateo. –Respóndeme, ¿estás loco? ¿Acaso no te bastó sufrir tanto?... No sabes cuánto me has desilusionado, ¿algún día me dirás qué es aquello tan grandioso que ese imbécil hizo para que lo ayudes tanto?- Vi como su mirada se llenó de enojo, ya no contra García, sino que dedicada a mí. Me tomó por los brazos e intentó sacarme la verdad mediante zamarreos, pero no lo logró, jamás le diré la verdad a nadie. Desde aquel día no me ha buscado, las veces que nos hemos topado en el colegio me ha evitado, pareciera que desea olvidar que me conoce. Respeto su decisión, nada tiene que ver en este problema, es mejor que no se involucre en algo en que no le traerá ningún fruto.

Se preguntarán qué sucedió el día posterior a aquel descubrimiento. Llegué como si nada hubiese sucedido, como si no supiera toda la verdad, y me dirigí directamente a Mateo. –Lo siento, pero creo que debes estar con alguien mucho mejor que yo. Espero que puedas entenderme.- Es todo lo que le dije, traté que nadie me escuchara, pero como nunca se despega de sus amigos, ellos terminaron por enterarse. Me di media vuelta para retirarme, pero no lo pude hacer, aquel chico me tomó por el cabello y acercándome bruscamente a su rostro me desafió. -¿Tú me dejas a mí? ¿Quién te crees? Jamás nadie ha roto conmigo y mucho menos me ha humillado. No sabes lo que acabas de hacer, porque te prometo que te haré pagar por la vergüenza que acabo de vivir.- Y como me tomó, me soltó. Me aterré al ver aquel rostro descontrolado y lleno de rencor, ¿habrá aprendido esto en aquellos malos años de su vida? No puedo sentir odio hacia él, simplemente una profunda pena por lo que el destino le hizo.

Entenderán que todo lo que me ha sucedido durante este mes es gracias a la venganza de Mateo,  quien sintiéndose avergonzado por mi repentino arrepentimiento sobre nuestra “relación”, no esperó ni siquiera un día en poner en marcha su plan. ¿Les había comentado que nunca me bañaba junto a mis demás compañeros en los camarines? Bueno, fue esto mismo lo que ocupó para humillarme. Como siempre, esperé a que todos se asearan y dejaran la habitación de baño desocupada, cuando sucedió esto entré y me bañé. Consideraba que era inteligente, pero no pude prever que el grupo de mi ahora verdugo, entraría mientras estaba en la ducha y se llevaría toda mi ropa. Ha sido tan visto en la televisión, pero pensé que me enfrentaba a seres más sofisticados, que no me harían una broma tan vista.

Sabía lo que sucedería al salir desnudo de camarines. Todos estaban mirándome, hurgando mi piel y todo aquello vergonzoso que pudiera quedar fuera del intento por cubrir mi cuerpo con las manos. Al verlos no pude dejar de recordar las miles de veces que los niños del orfanato me hicieron lo mismo. Observo sus rostros repletos de felicidad al presenciar la rutina de un pedazo de carne desnudo, a un ser avergonzado de su pequeñez desmoronándose poco a poco ante sus ojos. Escucho sus risas y entre ellas la más poderosa es la de Mateo, no mi Mateo, porque aquel murió, e incluso comienzo a pensar que jamás existió. Cuando éramos pequeños era él quien me defendía de los burlas, pero ahora ha tomado el papel de mi verdugo, es él quien me hace sufrir. ¿Habré pagado mi deuda? Creo que todavía no, pero no lo odio por hacer esto, simplemente me da lástima al percatarme en qué se ha convertido.

Traté de caminar entremedio de la multitud para poder llegar cerca de algún profesor, pero no tuve necesidad ya que alguien llegó para protegerme. De la nada apareció Rodrigo, quien me vistió con su propia polera, la que se sacó expresamente para prestármela. Intentó apartar a aquella manada de hienas que intentaban devorarme, sin nada más que sus pantalones puestos. Todo su torso musculoso y su piel clara intentaban eliminar los obstáculos que se interponían a nosotros.

-¿Esto es suficiente para dejar de ayudarle?- Todos quienes saben me han preguntado lo mismo, pero creo que solo a él le fui sincero. – Ya es como un vicio, por más que lo intente no podría dejar de hacerlo.- ¿Explicarle lo mucho que le debo? No tengo el ánimo ni la intención de hacerlo, simplemente ya me da igual si las pocas personas que saben mi secreto creen o no que sigo amando a Mateo. Recuerdo que nos dirigimos hasta la oficina de los inspectores para solicitar que me prestasen un poco de ropa, aquella que se amontona en cajas de cartón y que son mis compañeros las que la pierden. Todo el trayecto hasta allí, Rodrigo no dijo palabra alguna, creo que meditaba sobre lo que le acababa de revelar. ¿Estará desilusionado? Es lo que pensé mientras me vestía. Algo en mi interior me decía que cuando saliera no me encontraría con su presencia, que se habría ido, que habría decidido abandonar este barco que poco a poco se hunde. Y como lo imaginé, el alemán no se encontraba esperándome.

“Eso quiere decir que no le gustaba tanto como imaginaba” Es lo que escuchaba en mi cerebro mientras caminaba solo por el patio. Era la hora de almuerzo y debía estar comiendo, pero no podía dirigirme hasta el casino, allí todos se burlarían de mí recordando mi cuerpo desnudo. Había decidido esconderme en algún rincón de la biblioteca y hacia allá me dirigía cuando escuché una voz conocida llamándome.

-Me enteré lo que sucedió en camarines, ¿cómo estás? Dime por favor que ahora sí, después de esta humillación, dejarás de ayudarle…- Solo faltaba ella que me lo preguntara. Iris corrió por todo el colegio buscándome. Me percaté de su respiración entrecortada y el sudor en su frente, pero lo que más me llamó la atención es el pavor en sus ojos, como si mi desgracia hubiese sido la suya. No soy una persona que guste del tacto con otros, pero cuando vi su cabello cobrizo dirigiéndose raudo, preocupado por mí, no pude más que abrazarla.

Lloré como nunca antes, y esa fue la primera vez que externalicé mi frustración al darme cuenta que Mateo era un desgraciado, un imbécil que sólo puede pensar en él y en su ego. ¿Cómo podía haberlo amado tanto? Cuando me serené tuve que responderle a mi amiga, quien no tomó para nada bien mi decisión de seguir ayudándole. La vi tocarse el cabello constantemente mientras miraba el cielo, siempre hace eso cuando debe tomar una decisión importante. Los sollozos todavía abundaban en mi garganta cuando sentí su mano abofetearme brutalmente. Fue todo tan rápido que no sabría cómo narrarlo. Me percaté que estaba en el suelo, con la mejilla ardiente y el alma aterrada, ¿por qué decidió golpearme? ¿Qué estaba pasando por su cabeza? Miles de preguntas nacían en mi mente, pero ninguna pude contestar. De la nada llegó Rodrigo a protegerme nuevamente, al parecer no se cansa de ser mi guardián. Me ayudó a pararme y encaró a Iris, pero ella no le hizo caso. Todo se nubló en mi interior cuando vi su mirada, tan profunda y oscura, jamás me había sentido tan pequeño a su lado, nunca ella me había maltratado. –No eres más que un patético insecto, pensé que podía hacer una obra de caridad contigo, ayudarte a salir del agujero en el que te encuentras, pero acabo de darme cuenta que no tienes remedio. ¿Quieres seguir ayudando a Mateo? Pues hazlo, ya no te detendré, pero tampoco estaré a su lado, porque simplemente me repugnas. Antes me dabas lástima, pero ahora ni siquiera puedo verte… ¿Sabes lo que haré desde ahora? Me olvidaré que existes y haré todo lo que dejé de lado por intentar socorrerte, y espero en lo más profundo que me recuerdes, porque cuando yo esté en la cima, el lugar que me corresponde, te pisaré como la cucaracha que eres. No tendré remordimientos, porque ni siquiera eso te mereces…- Sus palabras me hicieron el mismo, e incluso, más daño que las pronunciadas por García. ¿Qué estaba sucediendo con la pelirroja que todos los días me sonreía y alegraba en parte mi vida con sus locuras? ¿En realidad todo era mentira y simplemente lo hacía por lastima? ¿Acaso todo en mi vida era una mentira?

Me desvanecí en los brazos del alemán tras la partida de la que era mi amiga. Las lágrimas estaban ahí, acumuladas en mis ojos desde antes, pero ahora eran derramadas por causa de alguien distinto. Me sentía solo, desvalido, pero una voz me recordó que alguien me abrazaba. –No te preocupes, hagas lo que hagas no me alejaré de ti. Tú jamás me darás lástima y si me quedo contigo, es porque mi corazón se alegra cada vez que te tengo cerca. No creo que ayudar a aquel bastardo esté bien, pero no por ello te abandonaré ahora, el momento en que más necesitas un hombro donde llorar. Si quieres no te hablaré, simplemente me quedaré a tu lado recordándote con mi presencia que a mi si me importas.- Y así fue, cada una de sus palabras se volvieron realidad en el transcurso de este tormentoso mes. Me ha defendido de los abusos de mi antiguo amado, quien con sus amigos me grita insultos, me lanza pelotas de plástico en el patio o de papel en la sala, un sinfín de niñerías que hasta los más pequeños saben que son insulsas. Él los amedrenta primero y después me consuela. Sería un mentiroso si les dijera que todo aquello no me daña, porque aunque sea una mirada despectiva provocan el más desgarrador tormento en mi alma. Detesto llamar la atención y hacerlo de esta manera, es mi peor pesadilla.

Todos estos recuerdos transcurren en mi mente día tras día mientras camino lentamente hacia el colegio. Cada paso me acerca a esa aterradora realidad, pero no dejaré de asistir, porque aunque aquel niño mimado de Mateo me hace la existencia imposible, es gracias a él que tengo la vida que disfruto ahora. Si no fuera por el gran acto de sacrificio que realizó cuando apenas tenía cinco años, yo quizás no estaría aquí. Camino como un devoto religioso a pagar sus pecados al templo, con el pecho encogido y temeroso de lo que algún Dios enfadado pueda hacerme, pero convencido que este es el camino que debo recorrer.

En la esquina antes del colegio se encuentra Rodrigo, como un guardián espera aquello que debe proteger. Me saluda con un ademán y se integra a mi caminar, dispuesto a golpear a cualquiera que se le ocurra meterse conmigo, y vaya que ha estado en la oficina de los inspectores castigado por hacerlo. No dice ninguna palabra, como ya se nos ha hecho una costumbre, ambos estamos juntos todo el día, nos hacemos compañía, pero no transamos palabras y no es porque no le quiera platicar, sino porque simplemente enmudecí de una forma muy extraña. Mi voz quisiera aparecer, pero mi mente me lo impide. Soy capaz de pronunciar un sí o de vez en cuando un no, pero es todo lo que mi hostigosa conciencia me permite. Mateo primero, Iris después y al finalizar Felipe, todos me quitaron un pedazo de mi alma y lo que queda de ella intenta protegerse, tan fervientemente que ya no me permite abrirme con nadie.

Entramos al edificio tranquilamente, al parecer hoy García no tiene nada preparado para recibirnos, por lo que nos dirigimos expeditamente hasta nuestra sala. Cuando llegamos al segundo piso comenzamos a escuchar un sinfín de murmullos, mi cuerpo tiembla al pensar que pueda existir una trampa esperándome, pero debo relajarme, porque hoy no soy el centro del mundo, esta jornada es coronada por otro acontecimiento.

Quiero saber qué es lo que sucede, por lo que me volteo al percatarme que todos observan algo a mi espalda. Quedo pasmado al ver a aquel ángel caminar por este lugar mundano. Su cabello está finamente peinado, es largo y llega hasta sus caderas, tan brillante y rojizo, que podría ser perfectamente de juego. Su piel reluce al tacto con la luz, es nívea y perfecta, ninguna mácula se presenta sobre ella. Su uniforme no se ciñe a su cuerpo como a mis otras compañeras, ella si sabe utilizar lo que viste. Tiene porte al caminar y sus largas piernas caminan decidida hacia su destino. ¿Cómo no podría reconocer aquellos ojos azules? Iris se ve tan distinta hoy, antes nunca se preocupaba por cómo se veía, muy distinto de ahora, que parece una verdadera modelo. ¿Siempre ha sido así o es ahora que ha cambiado? Por el brillo altivo en sus ojos me arriesgo a creer que le es innato.

Pienso que se dirige hacia mí, para así demostrarme lo superior que es, que me aplastará como una cucaracha como ella misma sentenció hace un mes, pero cuando pasa por mi lado, casi rozándome, me percato que su destino es otro. Sus ojos se posaban sobre otro cuerpo y cuando se detiene frente a él logra destruir aquel pedazo pequeño de mi alma que sobrevivía. Lo mira como nunca antes a otro hombre, lleva sus delicados dedos hacia su mentón y jugueteando con su voluntad lo incita a actuar. Obviamente delante de aquella preciosura que ahora es mi ex amiga aquel chico no se resiste y la besa, apasionadamente como a todas las mujeres, como a Magdalena, incluso como a Martina, porque aquel con quien ahora Iris junta sus labios es Mateo, ¿esta es su forma de pisotearme? ¿Por qué me haces esto Iris? ¿Tan repugnante soy que debes seguir destruyéndome? 

Notas finales:

Muchas gracias por leer!!! Espero que tengan un hermoso día y que se hagan realidad todos los sueños que se alojan en sus corazones =)


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