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El Chico Perfecto por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!! :3

Espero que se encuentren muy bien y que todo lo que estén haciendo les esté resultando....

 

¿Cuál es la razón por la cual Martín ha hecho todo por Mateo? En este capítulo se enterarán.... Quizás sea algo fuerte para algunos lo que se narra.... como sé que para otros no :P en lo personal igual creo que es un tema delícado... espero que no afecte a nadie....

 

Ahora les dejo con el capítulo 12... =)

Pd: no es el final de la historia.... Todavía le queda mucho :) tan solo es el final de la primera fase :)

CAPITULO XII: El fin de un camino.

Todo a mi alrededor son telas, hay azules, marrones, de un llamativo verde y también implacables negros, unas tijeras escondidas en el suelo y dos mujeres intentando lograr sus obras maestras en medio de aquel desorden que se ha convertido la pieza de costuras de mi madre. -¿Quieres mostrar la pierna completa?- Pronuncia Ignacia, pero no tengo tiempo para responder. -¿O tal vez el ombligo?- pregunta la madre de ésta. Hace ya una semana que Yolanda ha arribado a nuestro hogar y junto con ella el desorden. Mañana es la gran fiesta de término de año y mi mamá sigue tan extasiada como cuando se enteró de la invitación. Han confeccionado los disfraces de todos en nuestra casa, ahora tan solo les queda el mío. No sé de qué iré disfrazado, lo único que quiero lograr es no llamar la atención, así es que debe ser algo sobrio, cosa que estas dos mujeres no conocen. -¿Cómo quieres conseguir novio si no enseñas la piel? Para atrapar a cualquier hombre debes ser una mezcla entre su madre y la prostituta de la esquina, ¿entiendes?- Es otro de los grandes pensamientos que tiene mi abuela y como siempre hace, los comparte con el mundo con su potente voz.

Yolanda Molyneux llegó a este país hace más de treinta años, cargando tan solo una pequeña bebé entre sus brazos. ¿Su familia en Francia? ¿El padre de aquella niña? ¿Realmente se llama así o los rumores que señalan como Emilie su nombre son verdaderos? Son muchas las preguntas que siempre mi madre se ha hecho, pero que jamás ha sabido las respuestas, simplemente aquella mujer que ahora es una anciana perfectamente maquillada esconde su pasado de todos aquellos que la conocen, porque lo que importa es su presente y no qué sucedió en su pasado. Tal vez la entiendo, no importa quién fue en aquel lugar tan lejano, sino lo espectacular que crio a Ignacia. Toda su vida ha trabajado como modista, destacándose por sus extravagantes diseños y lo minucioso de su trabajo. Gracias a la pasión que siempre ha profesado por sus creaciones, logró inspirar a su hija, quien decidió dedicarse a algo muy parecido, el diseño de interiores.

Mi abuela es muy simpática y jamás podría tratarme mal, la quiero mucho al igual que a mis padres aunque no seamos en realidad familia. Su estadía sería perfecta si no fuera por las rencillas con mi padre. –No puedo entender a aquellas personas que visitan por tanto tiempo a sus parientes, deberían darse cuenta que terminan molestando.- Dice de vez en cuando Alejandro en un evidente intento de incomodar a Yolanda. –Lo que yo no comprendo es cómo mi hija no eligió a aquel apuesto modelo con el que estuvo de novia, ahora harían una pareja tan hermosa… En fin, siempre he dudado un poco del concepto de belleza de esta pobre criatura…- Arremete la anciana contra mi padre, quien a su vez pronuncia otras sentencias y así se crea una batalla campal en la mesa. Durante esta semana no hemos podido cenar tranquilamente, porque aquellos dos solo se la pasan discutiendo con un ser invisible, porque jamás termina atacándose directamente, aun cuando todos sabemos que eso intentan.

-¿Un panda sexy? Puedo colocarle un escote o tal vez unas ligas…. También sería increíble que solo fueras con un calzoncito y en tu cabeza el rostro de un panda… se vería encantador con un látigo- Ok, me sorprende la noción de no llamar la atención que tiene mi abuela. He decidido que quiero ir disfrazado de panda a la fiesta de mañana. Me encantan aquellos ositos porque son tan tiernos e ingenuos, me encantaría que la raza humana fuese así, todo sería tan bello. Sé que es infantil, pero pienso que tal vez no llame tanto la atención. Trato de decirles a estas costureras que quiero solo un traje de aquel animal, pero siguen en su afán de transformar cada idea que tengo es un conjunto sensual. –Ok, no tienes que gritarnos criatura, te haremos un panda sin látigo ni nada, pero cuando tengas cuarenta y sigas virgen, no vengas a reclamarnos, porque todo será tu culpa.- Termino exasperado pidiéndoles que solo hagan un traje normal y gano la batalla, sin importarme las amenazas de Yolanda, total ¿qué importa que sea virgen el resto de mi vida? ¿Acaso es tan importante conocer lo que un hombre me puede hacer? ¿Es tan impresionante que con su… con su… me haga… en… en…? Ok, tal vez, quizás… tan solo una vez decida conocer los favores que me pueda cumplir otro panda desesperado, pero eso no quiere decir que dé mi brazo a torcer, porque simplemente me acostaré con alguien por afanes científicos, para desentrañar los misterios del… del… sexo.

Puede que se pregunten por lo que ha sucedido con Felipe y Rodrigo tras declararme sus sentimientos. Tal como me lo prometieron, siguieron a mi lado sin siquiera recordar aquella situación. Me han acompañado durante las clases y fuera de ellas, alentándome a que recupere la felicidad y protegiéndome de aquellos que intentan dañarme. Me siento tranquilo con su compañía, aunque no puedo dejar de pensar que tal vez sea egoísta, pensando solo en mi felicidad y no en aquello que se puede estar gestando en sus corazones. Trato de no indagar mucho en ello, mi interior me alerta que no llegaré a ninguna conclusión favorable.

¿Y Mateo con Iris? Pues creo que ellos están bien juntos, porque no se me han acercado. Al parecer ya se han cansado de burlarse de mí y han seguido con sus vidas de chicos populares, rodeados de amigos que solo buscan congraciarlos. Me da la impresión que son dos reyes rodeados de bufones. Extraño las conversaciones con mi amiga, su risa y la forma como siempre me alentaba a sonreír, pero luego vienen los recuerdos de sus humillaciones y percibo que día tras día el cariño por ella se desvanece un poco más. Si sigo así pronto nos convertiremos en dos desconocidos.

Un conde Drácula bañado en sangre, una sexy momia que se cubre con un poco de  vendas, dejando al descubierto sus largas piernas e insinuando su pronunciado busto; una bruja de oscuro maquillaje y elegante estilo, con una túnica oscura que cubre todo su cuerpo exceptuando aquel largo corte que cuando camina deja entrever su pierna derecha, que aunque envejecida, sigue siendo estilizada; y por último un panda, un rechoncho y tierno osito peludo, es lo que se encuentran los guardias al vernos ingresar a aquella fiesta en esta noche tan estrellada. La mansión Edwards ha sido arreglada para la ocasión y ya no parece tan abandonada como de costumbre, aunque ha guardado algo de misterio, ya que es la tónica de esta noche.

Pronto estamos en medio del gran salón, donde se escucha una potente música y todos los padres con sus hijos se ríen pasando un grato momento. Es todo tan alejado de nuestro colegio, puedo sentir felicidad y calor humano, lo que ya hace mucho había perdido en clases. –Pero qué maravilla, son Alexia y Gonzalo…- Es lo que dice mi padre al ver a lo lejos a los señores Newman. Unos segundos después están todos juntos hablando en su círculo. Como su hija y yo siempre fuimos buenos amigos, nuestras familias son muy cercanas y aunque saben que estamos enojados, siguen conversando sin importarles lo incomodo que me encuentro. En cualquier momento llegará Iris con Mateo y no quiero que se burlen de mí en presencia de mis padres. –Nuestra hija quiere darte una sorpresa Martín, eso me dijo esta mañana. Al parecer está muy arrepentida de haberse peleado contigo y quiere hacer las paces.- Doña Alexia me confiesa esto unos segundos antes que llegue Iris, disfrazada con un bello traje de sirena, mostrando toda la hermosura de su piel y la delicadeza de su rostro. Estoy perplejo, no puedo creer que luego de todo lo sucedido ahora quiera reconciliarse. –Hola Martín, ¿Cómo estás? Quiero que me acompañes, tengo una sorpresa para ti, estoy segura que te encantará…- Veo como me saluda tan amablemente como siempre, sonriendo de aquella forma tierna que recuerdo tan bien, para luego pedirles disculpas a mis padres por llevarme con ella. Siento su jalón y como me alejo de aquel círculo de protección. Puedo ver mucha cariño en el rostro de mi antigua amiga, pero mi pecho me grita desesperado que no confíe en aquel agarre. Trato de buscar a lo lejos a Rodrigo o a Felipe, pero mis intentos son fallidos, al parecer aún no han llegado.

La muchacha me arrastra hasta una habitación muy alejada de aquel concurrido salón. Todo está tan oscuro que no puedo divisar los rostros de aquellos chicos que me agarran por la espalda. –Bueno querido, ésta es mi forma de reconciliarme contigo, espero que te guste… Ustedes dos, ya saben lo que tienen que hacer, los espero en el escenario.- Veo el resplandor al abrirse la puerta y como luego se pierde en la oscuridad al cerrarse. Siento pánico, ¿qué es lo que estos dos seres invisibles me harán? Mi cuerpo tiembla sin control y mi mente se paraliza por completo, parezco una estatua sin poder moverme, no atino a nada, el pavor me controla. Sé que debería luchar, pero mi cuerpo no tiene energías para ello, así les hago el trabajo más fácil a mis verdugos.

Dos pares de manos frías me quitan a la fuerza el traje que con tanto esmero hicieron mi madre y mi abuela. Escucho el crujir de las telas y es que no les importa mantener a salvo aquella tierna creación. Pronto al miedo se une el frio y mi ser tirita sin control. Me siento pequeño en mi desnudez, pero esto solo incrementa la rigidez de mi alma que no intenta siquiera en pensar huir. Soy una presa fácil y ahora deberé acatar las órdenes de mis dueños.  Una falda es puesta sobre mis caderas, unos zapatos con taco en mis pies, una blusa sobre mi pecho y una peluca sobre mi cabeza. No hace falta ver el color de aquellos cabellos, porque sé perfectamente cómo son, ya que aun en este estado, entiendo lo que Iris quiere lograr. Con la irrupción de la luz en aquel oscuro calabozo siento como mi espíritu recobra su fuerza y me pide que no salga de allí. –No por favor… Se los suplico, no me hagan esto… Por favor, no me humillen así…- Es lo que les imploro de rodillas a mis verdugos cuando estos intentan sacarme de la habitación. Veo sus ojos y me percato que son compañeros de clases, secuaces de Mateo que ahora cumplen las órdenes de su novia. Por fin el pavor se externaliza en mis pupilas y siento como estas quieren licuarse. Estoy dispuesto a besar sus pies con tal de que me dejen aquí, pero no hay caso y haciendo omisión del terror en mi rostro, me arrastran como pueden de regreso al salón, pero no a cualquier parte de este, sino que al mismísimo escenario, tal como Iris lo tenía contemplado.

-Bueno, creo que no muchos saben esta historia, pero antes que Mateo decidiera estar conmigo, tuvo una aventura con una rubia despampanante llamada Martina. Pues bien, tengo el agrado de decirles que hoy está con nosotros. ¡Denle una calurosa bienvenida!- Son las palabras que escucho salir de los parlantes cuando me ingresan a la fuerza al salón. Iris se ha apoderado del escenario y se dirige ante todos los presentes. Veo como mis padres están impactados al saber de qué se trata todo esto. También diviso a Rodrigo quien intenta correr para salvarme, pero de la nada aparece Felipe y lo detiene. -¡Suéltame! ¿Qué intentas? ¿No ves que es todo una trampa?- Aun a lo lejos escucho los gritos desesperados del Alemán, pero el nieto de la directora no lo deja huir de su poderoso agarre. Su mirada viaja a través de la distancia y me invade tristemente, ¿qué significa todo esto? ¿A caso es esta su forma de ayudarme? ¿Siempre ha estado coludido con Iris? Son las preguntas que les permiten a los chicos que me llevan a rastras hacer más fácil su carga, porque mi cuerpo después de aquella revelación ya no puede luchar. Primero mi mejor amiga y ahora él, quien se supone que me ama, ¿será que no puedo confiar en nadie?

Me dejan en el escenario como un trasto viejo, mis piernas no intentan sostenerme y caigo estrepitosamente al suelo. Lo que sigue era de esperar. Al escenario sube Mateo, quien se ve radiante disfrazado con aquel traje azul rey, como si fuese en realidad un príncipe azul. No entiende nada sobre esta situación y solo se dedica a contemplarme. Se supone que Martina es lesbiana y por eso lo dejó, es lo último que supo, hasta ahora. -¿Quieres saber quién era la supuesta pareja de esta rubia? Pues la tienes frente a ti, soy yo quien inventó aquel absurdo… Te preguntarás por la razón, pues bien, aquí  la tienes…- termina su frase sacando de un solo tirón la peluca de mi cabeza. Todos quedan impactados al darse cuenta que en realidad soy un chico, pero los rostros perplejos del resto no llaman mi atención ni mi susto, sino que solo el de Mateo. Me mira espeluznado, como si estuviese recordando cada beso que nos dimos y ahora entendiera que se los dio al mismo chico que dijo darle asco. –Pero esto no es todo amor, no te le acerques, porque la historia está recién comenzando.- Es lo que Iris le dice a su novio cuando éste intenta recogerme del suelo para darme una lección.

-El presidente del centro de alumnos… Capitán del equipo de fútbol… también del de básquetbol… Alumno estrella con las mejores calificaciones…. Y el galán más tractivo del colegio, ya que puede enamorar a cualquier muchacha… ¿Es eso por lo cual siempre te has jactado verdad? ¿Qué sucedería se te dijera que todo lo que has logrado es gracias a aquel sujeto que tienes a tus pies? ¿Qué sucedería si él hubiese sobornado a todos los deportistas de tus equipos? ¿Si hubiese eliminado toda la competencia para presidente del centro de alumnos? ¿Si hubiese escrito cartas de amor a cada una de tus ex novias? ¿Sería horrible verdad? Porque significaría que tu vida es un sueño, la ilusión que un pobre y solitario chico hizo realidad en ti… Pero no debo suponerlo, porque todos estos años lo he sabido bien. Mateo, mira a quien te ha ayudado siempre desde las sombras, observa a Martín… a quien le debes todo…- Cada palabra de Iris rompe en mil pedazos mi alma, no como sus humillaciones, sino que de forma definitiva. Siento como todo mi ser se vacía dejando solo pieles y huesos, toda la humanidad de mi ser se ha evaporado y ahora solo atino a observar los ojos desconcertados de García. –Te lo puedo explicar… No creas que fue algo malo… yo solo… por favor… déjame decirte la verdad…- Es lo que le digo mientras a tientas me levanto, tratando de no caer nuevamente por la debilidad de mis piernas. Su mente aun no puede dar crédito de todo, está perdido en lo más profundo de un vacío sin fin. No veo odio ni resentimiento, solo confusión. La arrogancia y grandeza que siempre lo caracterizó se han esfumado y veo el horrible recuerdo de aquel niño desolado que tanto marcó mi infancia. Tan solo con las palabras de mi antigua amiga se ha destruido lo que yo cree en años, toda mi obra se ha desmoronado y hemos quedado como al principio.

-Damas y caballeros, están presenciando la historia de sacrificio más impresionante que hayan podido observar, pero sigan expectantes, porque todavía queda mucho más que revelar… Ahora todos saben lo que Martín ha hecho por Mateo, pero ¿cuál fue su razón? Pues ahora se los contaré, porque yo soy la única que lo sabe, la única a la cual aquel chico le confió su más grande secreto…- Como si fuese una presentadora de televisión, la pelirroja sigue con su discurso diciendo que contará aún más. Mis oídos no pueden dar crédito y alejándome de García trato de impedir que sus labios profanen la verdad que tanto he intentado ocultar. –No lo hagas… no destruyas su vida, te lo suplico… ya has llegado muy lejos…- Es lo que entre llantos intento decirle a Iris, zamarreándola para que pueda entrar en razón, pero lo único que hace es empujarme y hacerme a un lado, tomando nuevamente el micrófono y dando rienda suelta a su voz. – Mateo García Heredia no es el primer nombre que aquel chico ha tenido, ya que antes solo lo conocían como Pablito, en aquellos años en que vivió en un orfanato. Sí señores, él es huérfano, al igual que Martín, quien antes de ser adoptado se llamaba Fernando… ¿ahora lo recuerdas Mateo? ¿Te acuerdas del chico que tanto protegías cuando eras un niño? – Lo ojos del moreno colapsan ante tal verdad y dejando de observar a la reveladora de verdades, dirige su atención a aquel menudo chico que está tendido en el suelo, llorando a mares sabiendo que alguien que no debería destruye la vida que tanto protegió. Sus ojos queman mi piel y no puedo nada más que tener pena por su futuro, derramando cada lágrima no por mi pesar, sino que por el suyo. Pablito no responde nada, solo se queda fijo mirándome mientras su novia sigue con el discurso.

La luz enceguece todo a mí alrededor y puedo percatarme de inmediato que estoy de regreso en aquel pasado tan horrendo.  Estoy vestido con aquella jardinera de osito feliz, mi cuerpo pequeñito está escondido en el mueble debajo de los lavamanos, mi mente se encuentra lejana. Viajo por otros mundos, aquellos que todos creamos en nuestra infancia y que se van destruyendo uno a uno con el paso del tiempo, ¿qué sería de nuestras vidas si nos quedáramos con su recuerdo? ¿Intentaríamos hacerlos realidad? De repente la puerta se abre y veo el rostro de un bello niño, sus ojos son hermosos, jamás los olvidaré. Me tiende su mano para que salga de mi escondite y ya la tomo, ya que es la persona que más confío en este mundo. -¿Qué pasa Pablito?- Le pregunto con mi infantil voz y él me responde con los ojos repletos de alegría. – Mamá Alicia quiere que unos señores me lleven, pero yo no puedo dejarte solo, así es que decidí que cambiemos de identidad y tú te vayas con ellos, ¿entendido?- Me sorprende su noticia, pero termino repleto de dolor. ¿Cómo podía dejarle solo? No era capaz ni siquiera de pensar en una vida alejada de su protección. –No quiero… no quiero… no quiero… Si tú no vas conmigo, yo no me voy…- Hago una rabieta, pero la bofetada que me da luego Pablito termina con todo berrinche. –No tienes que decidir nada, te irás con ellos, ¿de acuerdo?- Es tanta la madurez en sus ojitos de niño que no he podido nunca contradecirle.

Aquella mujer es hermosa, su rostro es como el de un ángel y su esposo es aún más guapo. Todo parece radiante a su alrededor y son ellos quienes me suben a un vehículo y me llevan lejos, donde ya jamás volveré a ver a Pablito, donde ya no sentiré sus abrazos durante las frías noche de invierno, ni ver su sonrisa cuando me consuela. Llegamos a una cada preciosa, con un jardín tan verde y lleno de flores, que parece el paraíso. Los días allí son siempre cálidos, al lado de quienes ahora son mis padres, los que jamás podrían golpearme como mamá Alicia y mucho menos abandonarme como mi verdadera madre. Todo parece perfecto, pero tan solo sería feliz si aquel pequeño estuviera a mi lado, aquel a quien todos los días recuerdo,  a quien añoro mientras crezco y me convierto en adulto.

-La razón por la cual Martín siempre ha ayudado a Mateo es porque se sacrificó por él, decidió no ser adoptado por una preciosa familia y dejarle aquella oportunidad al pequeño Fernando. Por eso siempre se ha sentido en deuda y sabiendo lo triste que fue su vida en el orfanato luego de su partida, decidió convertirle en el chico perfecto.- Es como Iris termina su discurso, viendo a todos los reunidos en la mansión Edwards sorprendidos por tal historia. Parece que me he sacrificado por él tan solo por el hecho de que me entregó su oportunidad de ser adoptado, pero ¿qué sucedería si se enteraran de toda la verdad? Porque no pude confiar tanto en mi antigua amiga como para contarle el secreto completo. Despego mi mirada de García para ver la reacción de mis padres, a quienes jamás comenté esta historia, lo último que siempre he querido es incomodar a los ángeles de mi salvación. Ambos están abatidos, perdidos en un mar de dudas, teniendo lastima por el pequeño a quien decidieron adoptar.

Estuve concentrado un par de segundos en Ignacia y Alejandro hasta el momento en que aquel chico vestido de príncipe azul hizo a un lado a la pelirroja y tomó el micrófono. ¿Qué está haciendo? ¿Qué se supone que dirá? –Siempre es grato darse cuenta que uno no es  más que un inútil, especialmente cuando estas frente a todos quienes te conocen… Al parecer era obvio que no podía conseguir tantas cosas por mí mismo, siempre supuse que había alguien detrás de mis logros, pero el ego me encegueció y solo dejé que siguiera. ¿Cómo iba a saber que aquel desconocido era el mismo niño a quien tanto quise en mi infancia? Martín… Tú sabes que por ti no sentiría asco, jamás podría sentir aquel sentimiento por alguien tan hermoso… pero debes saber que por cualquier otro hombre no siento más que repulsión… ¿sabes la razón verdad? – Un silencio se produce tras aquella pregunta, me observa directamente a los ojos con el mismo cariño que lo hacía en aquel horrendo orfanato. No sabes cuánto te extrañaba Pablito… pero recuperarte de esta manera, jamás fue mi sueño. –Todos saben ya nuestra historia y es por eso creo que debo ser gentil diciéndoles lo que Iris jamás se enteró… ¿Por qué vas a estar feliz de conocer el secreto completo cierto?- Su mirada hacia la pelirroja es intensa y dolorosa, ponzoña su alma pero esto no es lo que me tienta a correr, sino que el hecho de su revelación. Intento quitarle el micrófono para que no cometa una locura. –No lo digas, no te humilles delante de todos… No termines por destruir lo poco que te queda de orgullo… No lo hagas…- Mi alma intenta penetrarlo desesperadamente, buscando alterar su conciencia y obligarlo a desistir, pero nada que se haya introducido en aquel ser maltrecho puede destruirse. Sé que no me hará caso y es eso lo que termina derrumbándome una vez más, pero esta es la definitiva, porque luego de esta caída jamás volveré a levantarme. Mis ojos se derriten en un vendaval de dolor y locura, intento esconderme en aquel mundo infantil que todavía perdura en mi pecho, pero las dolorosas palabras de Pablito llegan hasta aquel lugar lejano.

-¿De qué iba a proteger a Martín en el orfanato? Todos quienes no han vivido en uno se preguntarán aquello, porque no saben las penurias que se viven allí. Mamá Alicia era la mujer que supuestamente nos cuidaba, pero quien en realidad solo nos daba un par de comidas añejas y golpes por la razón que a ella se le ocurriese. En todas partes siempre es el débil quien más golpes  recibe y al igual como yo hice durante este último tiempo con Martín, los niños huérfanos lo maltrataban. Debía ser yo quien lo salvara de sus abusos, pero siendo igual de pequeño que él, no podía cuidarlo siempre. Mamá Alicia terminó casándose con un hombre horroroso, un puerco inservible que cuando se embriagaba intentaba abusar de los niños indefensos que encontraba. Lo logró con muchos y su próxima presa era aquel pequeñito que se escondía debajo de los lavamanos… Lo pude salvar un par de veces de aquel viejo, pero sabía que no podía hacerlo por siempre. Por suerte un día llegaron desde el cielo dos ángeles que querían salvarme. Me adoptarían y tendría una familia de verdad, pero no era yo quien debía huir, así que decidí cambiar mi puesto con Fernando… o Martín como se llama ahora. Yo me podía defender, pero él no. Los días después de su partida fueron espantosos, el esposo de mamá Alicia se dio cuenta de mi plan e intentó concretar conmigo lo que no hizo con el niño de ojos verdes. Me resistí día tras día a su cuerpo asqueroso, pero ¿cómo un niño le iba a ganar a un adulto? Fue la época más espantosa de mi vida, la que me marcó para la eternidad… Nunca nadie sabrá todas las noches de llantos y desolación que viví tras ser atacado por aquel bastardo… Para mi suerte, un par de meses luego de la adopción de Martín, llegó la familia que ahora amo tanto. Ellos me convirtieron en Mateo García e intenté por todos los medios olvidarme de mi vida en el orfanato… ¿Era eso lo que querías que todo el mundo supiera Iris? Pues bien, ya lo lograste.- ¿Cómo pudiste humillarte tanto? ¿Acaso mi sacrificio de todos estos años para que olvidaras el pasado no sirvieron de nada?

Era yo a quien aquel asqueroso hombre quería abusar, iba a ser la víctima de sus actos, pero sin medir las consecuencias llegó aquel pequeñito y me salvó. Mis pesadillas no se relacionan con mi vida pasada, sino que con la de Pablito, la existencia que el destino tenía encaminada para mí.

Siento como todos murmuran la noticia mientras Mateo baja del escenario y se marcha del lugar, sé que al estar solo dará rienda suelta a su tristeza, pero mientras todos lo observen, no les dará en el gusto. Desaparece en la oscuridad de la noche, como un fantasma que ha logrado espantar a su público. Ahora solo nos encontramos Iris y yo en lo alto de aquel lugar. ¿Qué debo hacer? Me da tanta vergüenza levantar la mirada y enfrenar los ojos intrigantes de mis compañeros, pero el ruido de aquella bofetada me hace reaccionar. Como por arte de magia me doy cuenta que mi madre ha subido al escenario y con el rostro más ofuscado que jamás le he visto golpea a la chica de cabellos cobrizos. No fue una bofetada de compasión, sino que de rencor, tan inmensa que dejó tirada en el suelo a la joven. -¿Esta es la forma de ayudar a tus amigos? ¿No te das cuenta que acabas de destruir la vida de dos personas? Sal de la vida de mi hijo, porque si vuelvo a verte cerca de él te destruiré sin compasión…- La magnificencia de mi madre intimidan a Iris, quien queda convertida en restos de gloria repartidos por el suelo. Desde que Mateo comenzó con su discurso, la pelirroja cambió por completo su semblante. Creo que jamás imaginó lo que realmente escondía el destino. Sé muy bien ahora que intentó ayudarme, pero fue tan maquiavélica su forma, que jamás podré perdonarla, simplemente su rostro me repugna.

Como lo hizo Ignacia, mi padre sube al escenario, sin decir palabra alguna me toma entre sus brazos y me carga. Siento el calor de su pecho y la humanidad de su fragancia, las que unidas producen que me marche de este plano. Mi cuerpo marchito ha sido despojado de su esencia y ahora sólo soy un despojo de materia viviente. La verdad se escapó de mi ser y con ella mi fuerza, quedando postrado en la caridad de mis padres, quienes con su amor incondicional ahora me llevan lejos de esta pesadilla, intentando salvarme una vez más, como antaño ya lo hicieron. 

Notas finales:

Y bueno... esa es la verdad....

 

Espero actualizar pronto.... adios!! 


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