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El Chico Perfecto por jotaceh

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Notas del capitulo:

Y bueeeeeno... aquí me tiene otras vez :3

Espero que se encuentren muy bien!!!

 

Poquito a poquito llegamos al último capítulo... Espero que les haya gustado la nueva vida de Felipe... ahora lo que hay que descubrir es el futuro de Iris.... Espero que les guste...

 

PREGUNTA....

Ya que hay gente que me ha retado u.u ¿Cómo creían ustedes que terminaría la historia?  Espero que me digan... quiero saber sus ideas *-*

pd: No se imaginan la sorpresa que hay en el final del capítulo!!!

CAPITULO ESPECIAL VI: Iris.

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que hice esto, es por ello que volveré a presentarme. Me llamo Iris Newman, tengo diecinueve años y actualmente me encuentro en el segundo año de Periodismo en la Universidad. En el último año del colegio me di cuenta que podía utilizar mi sinceridad para algo más que fastidiar a la gente, es así como decidí dedicarme a informar lo que acontece en el mundo, decirle al mundo la verdad aunque duela, porque nadie se merece estar engañado.

Aun cuando estoy más grande, para ser sincera, no ha cambiado mucho mi vida. Sigo viviendo con mis padres, me junto aún con mis amigos del colegio, no he subido de peso e incluso llevo el mismo corte pelo y aunque no quiera reconocerlo, aunque me de miedo incluso comentarlo de esta manera, mi corazón tampoco ha cambiado desde aquellos días. He intentado de todas las formas posibles olvidarme de Mateo, dejar de amarle porque sé que nunca será mío, pero por más que pretendo lograrlo, nunca he podido. Martín sigue siendo mi mejor amigo, luego de ese viaje a aquella isla tropical, volvimos a acercarnos y nada nos ha separado desde entonces. Salimos al cine, nos contamos nuestras vivencias, nuestros anhelos y temores, no hay secretos entre nosotros, porque aunque me cueste reconocerlo, sé que mi amigo sabe que aún amo a su novio. Tal vez en un principio me dolía verles juntos, besarse y ser cada día más felices, pero eso ya ha acabado, ahora no siento nada más que resignación e incluso alegría, porque ambos se merecen el uno al otro.

Dentro de mi plan para hacer recapacitar a Martín, fingí estar enamorada de Mateo, me convertí en una más de sus novias de plástico, superficial y sin sentido. Me molestaba sentir su aroma, el tacto con su piel y sus besos, todo lo odiaba, pero poco a poco comencé a darme cuenta de quién era realmente aquel chico. Comenzó a preocuparse por mí, me preguntaba por qué estaba malhumorada, qué pensaba, me regalaba flores, me cantaba y siempre me enviaba un mensaje deseándome buenas noches. Traté de explicar toda aquella amabilidad con su intención de llevarme a la cama, de utilizar mi cuerpo y saciarse en un acto egoísta. Estaba segura de ello, incluso hoy en día puedo jurar que así era, pero ¿cómo un corazón solitario puede no sucumbir ante aquellas demostraciones de amor? Falsas o no, sin darme cuenta me terminé enamorando de García. Mi plan era todo lo contrario, engatusarlo para demostrarle a mi amigo que no se merecía su amor, pero fui yo la estúpida que cayó en el juego de cupido.

En aquella fiesta que planifiqué hasta el más mínimo detalle, durante aquella noche y al observar el pánico en sus oscuros ojos, recién allí supe lo que sentía por él, pero para mí desgracia ya era demasiado tarde. Destruí todo lo que con tanto ahínco había logrado construir Martín, derrumbé en un instante la confianza en Mateo, comunicándole a todos quienes lo conocían los horrores que vivió en su infancia, aquellos terribles actos que jamás imaginé habían ocurrido. Soy una tonta, una verdadera hija de puta, pueden odiarme y restregarme para siempre el gran error que cometí. Creo que luego de aquello nada volvió a ser lo mismo, yo no volví a ser como antes, hasta el día de hoy puedo ver las consecuencias de aquella noche, aun cuando ya han pasado cuatro largos años.

Cuando regresamos a clases luego de las vacaciones, todos estaban en mi contra, me apartaban, susurraban a mi espalda y me apuntaban con el dedo, me convertí en una paria. No hablaba con nadie y deambulaba por los pasillos con la cabeza gacha, pero la razón no era el rechazo de mis compañeros, no era eso, sino que la suciedad que sentía en mi interior, el peso de la conciencia por haberle destruido la vida a dos de las personas que más he querido en este mundo. Felipe vivió algo parecido, pero desde antes tenía amigos con quienes contar, en cambio yo… yo solo tenía a Martín, y era a él a quien había perdido. Es extraño recordar ello, porque viendo mi vida tal como es ahora, puedo darme cuenta que nuevamente dependo de Arístegui, es la única persona a quien puedo señalar como un amigo, ni siquiera en la universidad he podido fraternizar, y es que no suelo simpatizarle a la gente. ¿Qué sucedería si vuelvo a cometer los mismos errores del pasado? ¿Volvería a quedar sola? Estoy convencida de ello.

Pasaron meses de soledad cuando decidí sincerarme, llegué a un punto en el cual nada me importaba, por lo que me armé de valor y le confesé todo lo que sentía por él a Mateo. Lo cité en un lugar apartado del colegio y sin más le dije que lo amaba, que sabía que no me correspondería jamás, pero que no podía olvidarle. -¿Qué intentas hacer ahora? ¿Quieres que te crea nuevamente que estás interesada en mí? Lamentablemente no soy tan estúpido como crees… Por favor no sigas con esto, no sigas demostrando lo malvada que puedes ser.- Aquella fue la forma en que me respondió. Me sentí terriblemente mal, todas mis entrañas se contrajeron al ver el odio reflejado en sus pupilas. Él simplemente se marchó, me dejó sola convertida en un mar a punto de desbordar, en una tormenta lista para atacar, en un corazón alistado para destruirse. Me quedé un rato allí, y sin siquiera imaginarlo apareció quien menos me esperaba. Me tomó por el brazo mientras me marchaba y al voltearme me encontré con esos profundos ojos verdes que irradiaban resentimiento, como si se tratase de un padre que cuida fervientemente a sus hijos. Martín escuchó toda mi confesión y al creer que todo era nuevamente parte de un plan, temiendo que pudiera hacerle daño a García, sin más me abofeteó, me golpeó con tanta fuerza que fui incapaz de mantenerme en pie con facilidad. –Déjalo en paz… Ya ha sufrido demasiado como para que sigas jugando con él. Si no te apartas de su vida me veré obligado a sacarte a patadas de ella… Mateo es la persona más importante para mí, y no dejaré que le sigas haciendo daño…- Y solo fueron necesarias esas palabras, unidas al brillo en sus ojos, para entender lo que sucedía realmente en el corazón de mi amigo.

Arístegui aún estaba  de novio con Rodrigo, mantenían una relación que nunca pude entender, pero que luego de aquella circunstancia, pude revelar que no era un sentimiento verdadero. El chico de ojos verdes no estaba enamorado del alemán, porque nunca pudo olvidar lo que sentía por aquel niño de su infancia. ¿Cómo no podía darse cuenta? Era tan evidente, su felicidad dependía de Mateo y jamás podrá olvidarlo, siempre estarán unidos. Al saber esto ¿qué podía hacer? Y es así como volví a planear una estrategia encaminada a buscar la felicidad de Martín. Estaba sumida en un gran abismo, ya nada podía perder, así es que comencé a unir los cabos necesarios con tal de unir a quienes nunca debieron separarse.

Cuando tenía trece años, como curso fuimos a una excursión al campo, recuerdo que lo pasé muy bien en compañía de mi gran amigo, reímos y jugueteamos entre los pastizales. De repente decidí ir sola a ver los establos, siempre me han encantado los animales, así es que quería verles de cerca. Estuve un buen rato allí, pero lejos de ver cómo se comportaban las vacas o los caballos, vi como Magdalena se besaba con uno de los profesores, aquel que impartía Ciencias, el mismo que nunca pude soportar cuando hablaba, había algo en él que me hacía repelerle. Me dio tanto coraje saber que un hombre de su edad se estaba aprovechando de la inocencia de una de sus alumnas, que decidí encararlo. Quería contarle a todo el mundo, dejarle en vergüenza, pero fue la misma Magdalena la que me hizo callar, quien más perdería sería ella, por lo que no tuve otra opción más que guardar aquel secreto. Jamás imaginé que aquella vivencia me ayudaría en esos momentos. Me acerqué a la oxigenada para chantajearla, pedirle que iniciara un idilio con Rodrigo para lograr con ello que se alejara de Martín. Es sórdido, no es algo que muchas personas imaginen en hacer, pero esas son mis maneras, es mi forma de actuar cuando veo que una de las personas que quiero no es feliz.

No tuvo que esforzarse mucho, el alemán cayó de inmediato en sus encantos y así solo me faltó encontrar el momento perfecto para hacer que Arístegui los encontrara. Llegó el aniversario del colegio y todos los cabos estaban atados, tuve que darle un pequeño empujón a mi amigo para que descubriera la verdad y para mi sorpresa, esta vez no desfalleció, volvió a pararse y enfrentó con entereza la realidad. Levantó por fin la cabeza y caminó con dignidad, se paró en el escenario y demostró lo hermoso que canta. A veces las personas necesitan un pequeño empujón para mostrar sus verdaderas cualidades, de lo contrario, las guardan para siempre bajo un cúmulo de inseguridades y temores.

Sé que mi método es reprochable, pero ver cómo ahora ambos llevan tres felices años de relación, me hacen sentir que cualquier sacrificio valió la pena, aun cuando haya tenido que postergar mi propia felicidad con ello.

A veces mi madre me pregunta por qué una chica bella como yo nunca ha tenido novio, pero así es el destino, hay gente que nace para vivir acompañada de su alma gemela, mientras que otras vienen con un futuro distinto. No sé si puedo considerarme una persona feliz, pero he tenido buenos resultados en los estudios y tengo al mejor de los amigos, una familia hermosa y por qué no jactarme, también soy una mujer guapa.

Trato de sonreír mientras camino a la universidad. Por casualidad asisto a la misma institución que Felipe, obviamente estamos en facultades distintas, pero nuestros edificios se encuentran cercanos. Ahora lo veo acercarse tomado de la mano con quien ha sido su novio desde hace ya dos años, ese tal Feliciano, un chico de lo más raro, no es que no me agrade, tan solo que me da la impresión que soy yo quien no le simpatiza. Una vez me dijo entrecerrando los ojos, -No me gustan las chicas guapas… ni tampoco los muchachos atractivos… hasta me molestan los feos… Así es que no te acerques a mi Felipe… Él es mío…- Y todo esto mientras estaba el mismo chico presente. El hermanastro de Martín trató de excusarlo diciendo que tiene un sentido del humor distinto, lo que obviamente significa que no le caigo para nada bien. Trato de respirar hondo y esperar que no me trate mal.

-Entonces ¿por qué no te vas?...- Es lo que aquel chico extraño me dice sin más reparos. Me observa detenidamente a los ojos, ningún músculo de su rostro se mueve, lo que acaba de mencionar es verdad, me recomienda que me marche. Resulta ser que en uno de aquellos malos días, se me ocurrió la brillante idea de confesarle todos mis pesares a Fernández de Castro, contarle que sigo enamorada de Mateo y que cada vez me siento peor. No sé por qué lo hice, solo quería desahogarme con alguien y como no se lo podía decir a Martín, me aproveché del primer oído que encontré. De ahí que ahora el muchacho me pregunta de vez en vez cómo es que me siento con respecto a ello. Muy pocas veces le he respondido que bien, hoy no fue la excepción. –Felipe se fue a Australia cuando quiso olvidar todo lo sucedido con Martín y mira, ya lleva dos años conmigo… Tú podrías hacer lo mismo… Por lo que sé están abiertas las postulaciones para los intercambios universitarios en Europa…- Esta vez Feliciano se muestra un tanto más agradable y me da uno de los mejores consejos que he oído en años. ¿Y si decidiera marcharme? No se me había ocurrido antes, siempre intento encarar los problemas, pero no me ha dado frutos, quizás lo que necesito ahora es comenzar desde cero. Tal parece que aquel chico extraño no es tan apático como imaginaba. –Te vas y así dejas tranquilo a Felipe… Tú eres feliz y yo también…- Pero claro, no podía pedir mucho de alguien que tiene aquella mirada tan opaca.

~*~

Sin darme cuenta camino bajo los frondosos árboles del parque Stadt en el norte de Hamburgo. Hace tres meses que llegué a Alemania gracias a los programas de intercambio de la universidad. Aquí es pleno invierno y jamás en mi vida había sentido tanto frío, voy sumamente abrigada, mas aun así percibo el viento gélido invadir mi cuerpo. No entiendo nada de alemán todavía, sé cómo decir las palabras y frases indispensables, pero aun no soy capaz de entablar una conversación. Para mi suerte, aquí es muy difundido el inglés y es por ello que no he tenido problemas. Mi padre es descendiente de ingleses, por lo que me enseñó desde muy pequeña.

Aun para ser una ciudad grande, la gente parece tranquila, caminan relajadamente por los diversos parques con que cuentan, montan en sus bicicletas o se reúnen con sus amigos en los diversos cafés a orillas del río Elba. Creo que algo de apacibilidad se ha quedado en mí, me siento mucho más conforme conmigo misma, más dichosa por lo que me ha tocado vivir y ya no me preocupo por las culpas de mi pasado, simplemente vivo el día a día. Tal vez una de las pocas cosas que extraño de mi vida anterior, es la alegría de la gente, porque para ser sinceros, eso de que los alemanes son muy serios, es verdad.

Cuando me dijeron que el último cupo que queda disponible para el intercambio era en Hamburgo, tuve un poco de rechazo, a mi mente llegó de inmediato el rostro de Rodrigo. Aquel chico nació en esta ciudad y hace ya dos años que regresó aquí. Los primeros días en esta ciudad pensé que me lo encontraría irremediablemente, pero hasta ahora no ha sucedido, para mi suerte vive la gente suficiente como para no encontrarse con alguien conocido tan fácilmente.

Cuando el alemán perdió el cariño de Martín, comenzó a atar cabos y tras interrogar agresivamente a Magdalena, supo que era yo quien estaba detrás de su ruptura. Aquella noche en que Rodrigo fue fuertemente agredido, fue la misma en que me encaró por fin. Estábamos ambos recorriendo el poblado de la isla cuando de repente nos encontramos frente a frente. Me miró con desprecio, culpándome a cada segundo por su infelicidad. El muchacho ya estaba bebido, por lo que no medía sus consecuencias y comenzó a atacarme. Quería golpearme, rasgarme la ropa y dejarme en vergüenza delante de todos los presentes, quería hacerme pagar por tener el coraje de separarle de alguien que no lo amaba, por intentar ayudar a un amigo a quien tanto quiero. No logró su cometido y fueron unos lugareños quienes me socorrieron. Como era de esperar en su ebriedad el rubio comenzó a despotricar contra los demás y así surgió una gresca, de la cual terminó en muy mal estado. Luego de ello el muchacho nunca más se nos acercó. Estuvimos todo un año siendo compañeros, compartiendo la misma aula, pero no volvimos a saber de él. De pronto se olvidó de Martín, de su antiguo amigo Mateo, de la desdichada que lo engañó y todos quienes tuvieron que ver en su vida. Ahora ya no somos más que un viejo recuerdo.

Necesito ir a mi hotel, hace mucho frío y muero por tomar una taza de café. Apresuro el paso cuando sin darme cuenta tropiezo con un extraño. Debo ayudarle a recoger sus compras, las que se dispersaron por todo el suelo. Cuando nos levantamos lo primero que observo es su dorada cabellera. Es muy común ver a un rubio en Alemania, pero ¿por qué de todos ellos justo tenía que encontrarme ahora con Rodrigo? -¿Iris?  ¿Iris Newman?... ¿Qué haces tú aquí?- Es lo primero que me dice, mientras observo el desconcierto en sus pupilas, está tanto o más impactado que yo con esta coincidencia. Estaba recordándole cuando justo me tropiezo con él.

Tomo café, pero no en la comodidad de mi pieza de hotel, sino que un tanto inquieta en una cafetería junto a Engdahl.  Insistió en invitarme, le anhelaba mucho hablar con alguien conocido. Pensé que todavía podía odiarme, pero tal parece que no es así, ya que en todo este momento me ha sonreído, como si fuésemos amigos desde siempre. –Esas son pequeñeces, cuando somos adolescentes cometemos muchos errores… Desde que llegué aquí me di cuenta que debía cambiar… Ya ha pasado mucho tiempo y no puedo guardar rencor por nadie, mucho menos tras recordar los errores que también yo cometí…- Es lo que me responde cuando decidimos por fin tocar aquel tema. Parece tan maduro hablando de nuestra adolescencia, si tan solo han pasado tres años, ni siquiera hemos llegado a los veinte, pero de todos modos me alegra su cambio, parece mucho más un hombre ahora.

Termino riendo con sus ocurrencias con los alemanes. Nunca imaginé que pudiera ser alguien tan jovial, me he llevado una muy buena impresión de él, parece que a veces enjuiciamos mucho y no nos dedicamos a conocer cómo es verdaderamente alguien.  Había comenzado a hacer amigos aquí en Hamburgo, cosa que es un gran paso para mí, pero tal parece que desde ahora tendré uno más en mi lista, porque que no me libraré muy fácilmente de este nuevo Rodrigo.

Cuando terminamos de tomar el café, se ofreció amablemente a acompañarme hasta mi hotel, así seguimos con aquella amena conversación que hemos creado. Luego de caminar unos minutos, llegamos frente al edificio donde me alojo y en vez de despedirse, me hace una pregunta imprevista. -¿Sigues enamorada de Mateo?- ¿Cómo sabe eso? ¿Será que Martín alcanzó a contarle de lo que se había enterado? Y de ser así ¿por qué se acuerda si ha pasado tanto tiempo? No tengo razones para no decir la verdad, por lo que un tanto avergonzada confieso que sigo amándolo. -¿Y tú sigues recordando a Martín?- Debo preguntarle también por su corazón, y para mi sorpresa me entero que ambos estamos en las mismas circunstancias, amando a alguien imposible. –Nos hemos encontrado aquí, tan lejos… Ambos seguimos enamorados de dos personas que nunca podrán correspondernos… ¿Crees que puede ser una señal del destino?... ¿Qué quizás quiere que estemos unidos?- Me insinúa sin más, viendo detenidamente mis ojos, logrando desestabilizarme, sucumbir ante la pasión que emanan sus poros. –Tal vez…- Es todo lo que atino a responder, si hay algo que he aprendido, es que cualquier cosa puede suceder en esta vida.

 

Notas finales:

Y nos leemos pronto!!!

Bye bye


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