Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Nuestra Vida en Una Relación por TheSexiestDiva

[Reviews - 31]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

OK… ok lo sé (sabemos) u.u. ¿Con qué descaro nos atrevemos a regresar tan tarde y con esta abominación? TT_TT
Diva: hum… bueno… pues… ¡agh no sé! ò_ó. Lo lamentamos, queríamos hacerlo bien para el capítulo final, ¡pero la verdad nos salió horrible!
La verdad es que hace un mes exactamente, cuando subimos el capi pasado nos íbamos a poner a trabajar en este, pero ya ahí sentadas y con el documento abierto 7-7, otra idea nos golpeo de lleno en el rostro, y estuve debatiendo un tiempo cual plasmar, al final me decidí por esta. Pero no me convence, no creo que sea lo suficientemente genial (o decente, ya en el peor de los casos digamos simplemente adecuada). Y no sé TT_TT, creo que lo narre horrible, no me convence y esa es la verdad
Diva: dejando el drama a un lado ¬¬. Ya no las molestamos más aquí el capi final. Gracias por su paciencia, y palabras de apoyo. Nos animan como siempre mil :), y he aquí el final

Tema: "Un nuevo comienzo"

Una Vez Más

¡WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!- aquel grito indecoroso, exageradamente agudo y que podía haberse escuchado a un kilometro de distancia, que había hecho alzar el vuelo a todos los pajarillos a la redonda y que había estremecido la casa desde sus cimientos.

Solo hizo soltar un profundo suspiro, al hombre que leía vehemente su periódico. La hermosa mujer rubia, sentada frente a él imitó la acción, recargando con pereza su barbilla sobre su mano vuelta un semi puño. Miró sin ninguna expresión en especial hacia la barrera de papel que le impedía mirar a su marido, leyendo el encabezado sin real interés. Por mientras sobre sus cabezas, el movimiento en el piso superior, parecía armado por una estampida de elefantes, un dinosaurio carnívoro muy molesto. Apenas giró la mirada hacia el pasillo, cuando los pasos furiosos bajaron velozmente por las escaleras, mientras que su marido seguía leyendo, parecía que aquel papel le había robado la conciencia o absorbido su cerebro.

¡Me voy!- gritó nuevamente, aquella voz de una tercera persona. La mujer apenas pudo ver esos largos cabellos rubios balanceándose en el aire.

¡Espera! ¿¡No vas a desayunar!?- inquirió alterada, levantándose tan rápido de su lugar, que la silla en la que había permanecido sentada fue a dar al suelo.

¡Lo siento se me hace tarde!- el grito amortiguado y solo un segundo después la puerta azotándose, petrifico a la fémina en su sitio.

¿Sera anoréxico?- la pregunta grave, la hizo dar un bote y enfocar horrorizada el rostro impasible de su marido, que ahora se llevaba la taza de café a los labios.

¿Qué?- repitió vagamente el eco que resonaba en su cabeza, incrédula, en otro planeta, parecía de pronto que se hallaba en el espacio delante de un alienígena desconocido.

Es bastante delgado- contestó una vez dejo la taza de porcelana blanca en la mesa.

Pfff…- bufó bajito, mientras se inclinaba a levantar la silla que había volcado en mitad de su histeria maternal- solo es de complexión delgada.

+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+

Deidara- una hermosa joven de cabellos azules y piel pálida como el papel, saludó al rubio, que en medio de su carrera la había pasado sin siquiera notarla.

Hola Konan- el chico de rasgos delicados y enormes ojos azules, devolvió el saludo, regalándole una sonrisa a la otra, que ella notaba claramente forzada.

Comenzaron a caminar lado a lado, sin decir una sola palabra. Konan no era muy parlanchina que digamos, y el mal humor del otro se le escurría por los poros; las pisadas demasiado fuertes, los movimientos imperceptiblemente oscos de su fluido andar. La glamurosa gabardina negra, que se ondeaba como una capa, cubriendo su fina figura. Konan no dijo nada por unas dos cuadras, aunque las dudas le devoraban el cerebro como un cardumen de pirañas. Fue hasta que divisó la fachada de la escuela, que se digno a preguntar, sabiendo que el otro no comenzaría a explicarse por pie propio.

Es bastante temprano. ¿No crees?- el tono sereno y desinteresado no engaño al rubio, tan bien como la fémina lo conocía; él la conocía a ella, así que solo afirmó con la cabeza. Casi doblo los labios cuando pudo jurar que la otra bufo- ¿Y qué onda con la gabardina? Estamos en primavera.

El labio inferior le tembló y tuvo que girar la cabeza hacía el lado contrario, pero ya era demasiado tarde, la otra ya lo había visto. Aquel sonrojo furioso, pigmentando su rostro entero, mescla de la vergüenza y la rabia, de la inconformidad y del miedo. Entonces un rompecabezas de piezas recién descubiertas se armo en la mente de la peliazul. Recordó a Hidan corriendo por los pasillos vacios de la escuela, después del timbre de salida, con risa estrepitosa y algo en las manos, la gabardina que cubría entero el cuerpo de Deidara. Se detuvo en medio de la calle, Deidara la imitó por mera costumbre.

Cuando el índice de Konan lo señaló, supo que lo sabía. Abrió la gabardina solo lo suficiente para revelarle, únicamente, a la de ojos ámbar que portaba el uniforme de las chicas: minifalda negra; plisada; apenas lo suficientemente larga como para cubrir lo estrictamente necesario. Mocasines negros y calcetas blancas, solo un dedo por debajo de la rodilla. La parte superior no difería mucho de la masculina: Saco negro, un poco más justo del que acostumbraba y en lugar de la corbata de satín rojo bermellón, llevaba un moño mal atado de ese mismo color.

No sé como el imbécil de Hidan, cambió mi uniforme ¡por esto!- chilló con el rostro desencajado por la indignación. Ocultó nuevamente aquel diminuto uniforme con la gabardina, enterrando protectoramente sus manos en su tela gruesa, alrededor de su cuerpo, cubriéndose de miradas inexistentes.

- Konan noto la vehemencia con la que sus dedos se aferraban a la tela oscura de la gabardina, el sonrojo cada vez más furioso sobre sus mejillas y el rostro girado con dignidad, esquivando su mirada ámbar- Yo lo sostengo y tu lo golpeas- bromeó, sabiendo que lo que le rubio necesitaba era destensarse, ya después buscarían como vengarse del fanático.

Y funciono, Deidara río, no tanto por las palabras de la otra, si no por su seriedad inquebrantable, aun perdurable mientras bromeaba ávidamente, devolviéndole algo de ánimo y dignidad. Konan le dio una pequeña curva de labios al rubio, mientras este le sonreía enormemente. Retomaron su camino sin decir más. Deidara sabía que aunque Konan parecía bromear, iba en serio, que era una propuesta tasita; una invitación predispuesta para cuando él quisiera tomarla. Ahora no le parecía una mala idea golpear al religioso para vengarse de su bromita de mal gusto, sonaba hasta tentador.

0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0

Chicos- la voz grave de Itachi, hizo girar a Kakusu e Hidan, que parecían discutir algo a las puertas del salón de clases. Los dos chicos, miraron dudosos al pelirrojo que acompañaba al Uchiha; era tan alto como el mismo pelinegro, de fríos ojos grises, de rasgos ligeramente redondeados; de forma infantil y de llamativa cabellera color fuego.

Que hay.

Hola- ambos se limitaron a saludar, inexpresivos.

El es Sasori- presento al pelirrojo, que meneo la cabeza a manera de saludo, el que los otros respondieron del mismo modo- es nuevo y viene de Egipto- terminó de decir el pelinegro, con una extraña sonrisa sobre los labios.

- Hidan miró raro la inhabitual expresión del Uchiha, para después girarse hacia el pelirrojo, con una sonrisa ladina, que incluso le hizo respirar problemas al recién llegado.- Es un placer, yo soy Hidan y este es Kakusu- se presento a él y al alto moreno, a quién no parecía importarle que el más bajo lo presentara, como si él no pudiera hacerlo por sí mismo. El tal Kakusu solo se limito a sacudir perezosamente su enorme mano.

¡HIDAAAAAAAAAAAANNN!- aquel chillido agudo, arrastrado ponzoñosamente, cual siseo reptil quebró la atmosfera insípida entre los cuatro. Logrado erizarle los bellos a tres de los cuatro presentes ahí.

¿Qué hiciste esta vez?- la pregunta que Kakusu quiso ladrarle al alvino fue expresada monótonamente por Itachi. Solo el leve timbre tembloroso delato su pánico cautivo y casi imperceptible. Deidara enojado era letal, como una lluvia de magma, que apenas precedía una erupción volcánica- sigamos…- se dirigió hacía Sasori. El chico asintió impasible, siguiendo los pasos del otro. Mientras que Hidan intentaba ocultarse de la furia de un desaparecido Deidara, usando como escondite el robusto cuerpo de Kakusu, quien le gruñía algo inentendible.

Por tres segundos todo funcionó perfectamente; Deidara no aparecía, seguramente buscando al alvino hasta debajo de las piedras, azuzando a todos en el instituto. El escondite de Hidan funcionó, y la sutil huida de Itachi iba de maravilla. Claro, por esos tres segundos. Todo fue muy rápido en realidad, cuando tranquilamente giraban por la esquina del pasillo, Itachi intentando no llamar la atención y el pelirrojo siguiéndolo, fue cuando el tan aclamado Deidara apareció, rápido y mortífero como una bala. Sasori solo logro atisbar un leve destello dorado de aquello, o más bien de aquel que choco estrepitosamente contra él. Cayeron como un costal al suelo, fuerte y secamente.

Al rubio le dolía terriblemente la nariz, la sentía palpitar, estaba muy caliente ¿estaría sangrando? Con que diablos se había dado ¿con la pared? De pronto, en medio de su coma causado por el dolor, sintió algo bajo su cuerpo, algo agradablemente cálido que subía y bajaba arrítmicamente, acelerado por el reciente choque. Entonces todo cobro sentido. Entendió que era lo que había pasado, porque le dolía la nariz tan horriblemente, porqué estaba en el suelo, con lo que parecía alguien bajo de él. Se había chocado con algún baboso que no le había prestado atención a su camino.

- apoyó las manos en el suelo frío y se impulso, logrando sentarse sobre el otro chico (tal vez no había sido su mejor idea, ahora encima del otro, a horcadas sobre él)- ¡se puede saber por qué no te…!- comenzó a gritar, como ya todos se lo esperaban. Pero las palabras murieron en sus labios y se atascaron en su garganta cuando sus orbes azules encontraron el rostro del chico abajo suyo. Era absurdamente atractivo e infernalmente ardiente, y eso que solo le había dado una mirada flash.

El rubio dejo que Itachi lo ayudara a levantarse, sin apartar la mirada del pelirrojo en el suelo. El desconocido joven para el rubio, lo miraba de la misma manera, con esos imponentes ojos grises; fijos en su figura menuda. Itachi le estaba diciendo algo, pero no lo lograba entender, era como estática, como si sus labios se movieran pero no le dieran forma a ninguna palabra. De a poco el mundo se había desdibujado, sumiéndolo en una oscuridad increíble, una que agradecía, ya que el pelirrojo seguía ahí, en el suelo, mirándolo con ojos inquisidores, como si quisiera gravar cada milímetro de su anatomía en la memoria.

Sentía el latido de su corazón retumbarle en cada rincón del cuerpo. El pulso se le había acelerado en solo decimas de segundo. El aire comenzaba a faltarle y sentía su rostro arder. Mientras que el pelirrojo mantenía su expresión impasible, apenas mirándolo con los ojos más abiertos de lo normal. Con una mirada inquietantemente inexpresiva, que dejaba entrever un leve rasgo de sorpresa e incredulidad, como si lo creyera una figura etérea que se desvanecería en el aire como el vapor. Alguna aparición difícil de creer. Una deidad pagana a la que se le tuviera que rendir tributo. Se miraron como si nada más existiera, embargados por una extraña nostalgia cálida, como si aquello ya hubiera pasado, como si pudieran quedarse mirando eternamente al otro sin importarles su alrededor.

Se llama Sasori y es nuevo- la voz de Itachi tranquila e imperturbable, los arrastro de nuevo al mundo real, tan abruptamente que jadearon por el repentino golpe de realidad.

La negrura que los envolvía se quebró como un vidrio. La voz de Itachi tan ajena a su mundo, tan repentina, como si se hubieran perdido un discurso, rompió de tajo aquella calma negra que los rodeaba como niebla cremosa entre los dedos. Ambos parpadearon como si se intentaran adaptar a la reciente luz danzarina, y al murmullo de todos los estudiantes que iban y venían. Al final Sasori termino por incorporarse, imponente, elegante como un felino, con toda la dignidad que poseía, después de haberse quedado recostado en el suelo por quién sabe cuánto tiempo, admirando como un tonto al hermoso ser rubio que tenía enfrente.

Un gusto- farfulló velozmente el rubio, rojo al grado de aparentar que iba a sangrar por los poros. El rubio se giró hacia Itachi, con los puños apretados, recordando por qué iba corriendo y porqué repentinamente necesitaba alejarse de ese pelirrojo, necesitaba respirar aire puro. Precisaba de poner distancia física entre ellos, su presencia lo alteraba- ¿dónde está Hidan?- cuestión en medio de un gruñido.

Itachi no le respondió, no quería que la furia irracional del más pequeño se descargara sobre él, así que solamente señalo vagamente con el pulgar hacia su espalda. Deidara no dijo más, simplemente salió disparado en la dirección señalada. Sasori miro raro al pelinegro, que tranquilamente retomó su marcha, con un bufido Sasori continúo atrás del otro. Tras unos cuantos metros, auto impuestos entre el lugar de encuentro con el rubio y ellos, el de cabellos negros se digno a hablar.

Si no le decía donde estaba me hubiera matado a mi- se encogió de hombros con naturalidad. Sasori volvió a asentir. Como si el tema le desinteresara: metió las manos en los bolcillos de su pantalón- se llama Deidara- aquello lo hizo mirar por el rabillo del ojo al otro, que lo miraba de la misma manera. Itachi sonrió discretamente, con picardía disfrazada, al percatarse de qué había llamado la atención de su compañero- es algo escandaloso, pero te caerá bien- dijo más bien como una afirmación, sacándole una sonrisa sarcástica al pelirrojo.

Tal vez- dijo aburrido, encogiéndose de hombros, como si el tema no fuera con él.

Pero no podía ocultarlo, su encuentro había sido muy, muy extraño y lo había golpeado, había alterado sus nervios, lo había impresionado y shockeado. El rubio llamaba su atención, tanto como una buena pintura o una canción pegajosa. Sentía el corazón acelerado y la respiración irregular. ¿Qué diablos había pasado allá hace unos minutos? ¿Por qué se sentía así? ¿Por qué le parecía tan familiar todo aquello? Todo era cálidamente familiar, pero se le escapaba entre los dedos, no lograba entender el que, pero algo le faltaba, y tal vez ese rubio tuviera ese algo, esa pieza que le faltaba y no había notado hasta hace unos segundos.

########################################

Fue a la hora de receso, cuándo se había cansado de Itachi, que parecía tratarlo como a un niño pequeño, explicándole en detalle hasta lo ridículo. Podía venir de un continente diferente, pero entendía bastante bien la distribución escolar y todo eso. Se encontraba sobre la azotea, qué los del club de botánica habían convertido en una jungla, en uno de esos jardines que se erigían sobre las construcciones tan de moda. Desde allí podía ver la ciudad entera, atascada de edificio altísimos que arañaban el cielo, llena smog y autos contaminantes, abarrotada de personas, que iban como cardúmenes de peses en el mar.

La puerta parecía trabarse, por eso fue muy claro el sonido de alguien luchando con ella, para poder hacerse paso hasta allí arriba. Miró hacía ella por el rabillo del ojo, con cierto desinterés, si era Itachi tendría que huir. Pero después de unos golpeas más logro ver a una rubia, entrando a tropezones, después de una extenuante lucha contra la puerta. La miró atentamente por unos segundos, mientras esta se recomponía de su enfrentamiento, apoyada sobre las rodillas, jadeando notoriamente. No fue hasta que se irguió semi recompuesta que la reconoció como Deidara. Ya lo había confundido con una chica, e Itachi escandalizado (en lo que cabía en su hermética personalidad) lo corrigió, como si estuviera a punto de matar a alguien (o cometer suicidio).

El más bajo era bastante femenino, con su rostro delicado y su pequeña y fina figura. Pero usando el uniforme de las féminas, hasta su misma madre juraría que había tenido a una hembra. Cuando por fin fue consciente de la otra presencia ahí, Deidara estuvo tentado a huir, pero al reconocer al chico nuevo, sostenido de la baranda, mirándolo por el rabillo del ojo, extrañamente se sintió tranquilo, liberado del tener que huir de allí también. Ya estaba cansado de correr. Había sido ya suficientemente acosado haya abajo. Konan e Ino se habían encargado de liberarle un espacio para huir. Así se había enterado que su "gemela" (gemela auto proclamada por la misma Ino) había sido la chica a la que Hidan le había robado e l uniforme, intercambiándolo por el suyo. Sin lugar a dudas lo iban a convertir en puré de papas.

Cerró la puerta, trancándola con una banca que había cerca de ahí. Sasori lo miró con una ceja enarcada pero no dijo nada, se mantuvo quieto en su lugar. No le sorprendió que el rubio colocara muchas pesadas macetas, llenas de enormes plantas, sobre la banca con la que había trancado la puerta. Y entonces se acercara a él. Existía un extraño magnetismo entre ellos, uno que los obligaba a acercarse aunque no se conocieran, uno que hacía que estar al lado del otro se volviera una necesidad, tan básica y esencial para la vida como el respirar, que todo fuera perfecto; cálido; sobrante de palabras y carente de coherencia (para dos perfectos desconocidos).

No suelo vestir así- Deidara rompió el silencio apacible entre ambos, sosteniendo solo un poco más fuerte la baranda entre sus dedos. Sin mirar al más alto, perdiendo sus ojos azules en el horizonte contaminado, sonrojado hasta las orejas- el idiota de Hidan cambio mi uniforme por este- no supo por que se explico delante del pelirrojo. Simplemente algo enterrando en el fondo de su cerebro, algo muy lejano le gritaba histéricamente que se excusara delante del otro.

Hum…- Sasori asintió desinteresado, lanzándole una mirada furtiva a la retaguardia del menor- es una pena. Esa ropa te sienta bastante bien.

Él mismo se sorprendió por sus palabras, pero se logro mantener inexpresivo, con su máscara de indiferencia intacta y los ojos mirando un punto muerto de esa enorme ciudad. Mientras que Deidara había descompuesto su semblante tímido y sonrojado, para mirar espantado al otro, con sus ojos azules abiertos como platos y la mandíbula por el suelo. La expresión impasible del pelirrojo solo lograba incomodarlo aun más, como si estuviera desnudo delante suyo, se sentía expuesto y no sabía por qué. Solo pudo quedarse ahí, estático como un ser inanimado, sintiendo el calor poco a poco colorearle mejillas.

- Sasori capto la inmovilidad de Deidara, y su rostro brillante como foco de navidad. Se giró lentamente, para encararlo y no asustarlo, como si fuera un animal herido, el que huiría ante cualquier movimiento brusco- solo digo la verdad- si aquello era posible Deidara se sonrojo más y arqueo la espalda, alejándose de él.- Esa minifalda te sienta bien.

La mirada de ambos tembló, pero fue solo por unos extraños flashes de luz, que los atacaron de la nada. Por un momento el otro (para cada uno) se vio ligeramente alterado físicamente, vestido con una estrambótica capa negra, surcada por nubes rojas. Simplemente con esa visión del otro, con la percepción de la realidad deformada , algo ajeno a ellos, algo abnegado dentro de sus cráneos, algo que estaba reviviendo cuanto más tiempo pasaran juntos, los obligo a acercarse. Gris y azul fundido en uno, gris y azul comunicándose. Gris y azul gritándose; sonriéndose; llorándose; amándose. Era como si desde siempre todo tuviera que haber sido así. Solo los dos, sin nada más, todo el mundo engullido por la oscuridad, y solo la figura del otro clara y brillante como una estrella en medio de la noche.

Cuando reaccionaron, cuando regresaron al mundo de los vivos, cuando repararon en lo que hacían: se separan del otro como si su contacto quemara. ¡Se estaban besando! ¡Con un completo desconocido! En esta ocasión Sasori no pudo mantenerse imperturbable, estaba sonrojado y tocando con los dedos sus labios. Incrédulo. Aun percibía el delicado tacto de los labios del otro. Deidara no estaba mucho mejor, nuevamente sonrojado hasta parecer pintado en sangre, con las dos manos cubriéndose la boca. Más que sorprendido parecía asustado.

Con el ambiente tenso como una cuerda, a punto de romperse y estallar. Ambos querían huir, pero fue Deidara quién emprendió el escape, quitando esas exóticas plantas de sobre la banca de acero pintado de blanco, que el mismo había colocado ahí, ahora obstruyendo su única vía de escape. Literalmente lanzó la banca a un lado y abrió la puerta, no sin escaparse de una pequeña lucha contra la placa de acero. Entonces con un pie dentro del edificio la voz del pelirrojo lo detuvo, se giró espantado, como si en cualquier momento el chico más alto se le fuera a lanzar encima y devorarlo, como haría un león con una gacela. Pero no fue así. Sasori seguía a metros de él, con la espalda contra la baranda de granito blanco. Mirándolo entretenido, como si el rubio se encontrara encerrado en una serie de comedia y una risa pregrabada lo acompañara, obligándolo a sonreír, aunque fuera un poco.

Esto te parecerá extraño- comenzó Sasori, volviendo a su seriedad natural, aunque esa sonrisa minúscula seguía intacta sobre sus labios- ¿te… apetecería salir en una cita conmigo?- Sasori no era muy expresivo, ni con palabras ni gestos. Pero la manera en la que esquivó su mirada azul, después de sus palabras, delataba su verdadero nerviosismo.

Deidara sonrió tenuemente, poco a poco, el ambiente cálido volvía a ellos, envolviéndolos en un manto suave y cremoso, como anillos de niebla que ocultaban al resto del mundo, abstrayéndolos a un mundo donde solo existían ellos. No sabían por qué, pero parecía que así debían ser las cosas, que cuando estaban juntos eran imparables, inmortales, que nada podía alcanzarlos. Que todo en el cosmos estaba en su lugar. Qué el uno pertenecía al otro. Que estaban hechos para el chico que tenían enfrente. Esa calidez se concentraba en el fondo de sus estómagos, burbujeando y cosquilleándoles por dentro. Era agradable, pero los asustaba, apenas y se conocían y la necesidad de estar juntos era monstruosa, era incontenible y necesaria como el aire para la vida.

Claro. Me encantaría- sonrió un poco más, sin poder tragarse el torpe tartamudeo que soltó. Y por eso volvió a sonrojarse.

Sin mediar otra palabra, o siquiera mirar de nuevo al más alto; Deidara se giró y salió rápidamente de ahí. Sasori sonrió solo un poco más, Deidara era lindo, tierno y algo torpe. Y le gustaba. Tal vez más que eso, pero para ni un día de conocerse decidió no escavar más en ese cosquilleo en su estomago, o la manera arrítmica del extraño baile que iniciaba su corazón. Le sorprendió un poco escuchar pisadas veloces subir por las escaleras (hasta entonces noto que la puerta seguía abierta), y ver a Deidara volver a entrar por la puerta abierta, otra vez agitado, y volviendo a trancar la puerta con todo lo que ya había usado y quitado.

- lo miró con una ceja alzada sin decir nada. Y cuando Deidara hubo recuperado un poco del aliento perdido, se irguió para mirarlo nuevamente. Falsamente tranquilo y con deliberada inocencia- solo quise…- pero aquella explicación, falsa como una sonrisa de payaso, fue interrumpida por golpes en la puerta y gritos que les llegaban ahogados e inentendibles.

- Deidara volvió a mirar la puerta, con la expresión destrozada en la histeria y el horror. Retrocedió sin apartar su mirar de la placa de acero y de las plantas que la cubrían, sacudiéndose como arboles pigmeos en medio de un huracán- ¿decías?- la cuestión falsamente serena, venenosa y sarcástica como la de una serpiente; provocó un escalofrío en Deidara, que volviendo a girarse miró directamente al mayor.

¿Por qué no arreglamos los detalles de nuestra cita?- el rubio escapó sagazmente de aquel tema, que seguía golpeando la puerta como una manada de toros salvajes- no me gusta el pescado. Fuera de eso como lo que sea- Deidara le sonrió de tal manera, que Sasori creyó perder todas las fuerzas de su cuerpo y estar a punto de caer por sobre aquella baranda, para hacerse pomada contra el suelo.

Está bien- su tono indiferente había vuelto- ¿por qué no elijes tu el lugar? Soy nuevo en la ciudad.

Deidara asintió con aquella sonrisa radiante, que parecía una droga recién descubierta para el pelirrojo, una que lo emboba y lo hacía pensar de manera cursilienta. Con un minúsculo sonrojo regreso su vista al horizonte, tal como Deidara hacía. No volvieron a decir nada, ya ni siquiera se percataban del ruido salvaje, de la puerta que se estrellaba implacablemente contra la banca. Absortos de la realidad, una vez más. Recluidos en su propio mundo. Ese que parecía encantarles sin que lo supieran, donde solo existían ellos, parecía que solo eso les importaba desde tiempos inmemoriales. Sasori se aventuro a tomar la pequeña mano del rubio, a sentir la suavidad de esta, a admirar lo delicada que se veía entre la suya. Fue Deidara quien coló sus dedos entre los otros, afianzando el agarre, aferrándose a él, casi soldando sus manos, como si no quisiera separase (otra vez) del mayor.

¿Te gusta la comida Italiana?- preguntó repentinamente el rubio, súbitamente nervioso.

¿A quién no le gusta la comida Italiana?- respondió con otra pregunta, algo irónica y sarcástica ante la obviedad de la respuesta, pero a Deidara le pareció perfecta. Acomodó su cabeza sobre el hombro del pelirrojo. El mayor un poco sorprendido por la acción, no se percato, pero término recostando su cabeza sobre la del otro.

No sabían porque se tomaban esas confianzas, estas les salían naturalmente, y no parecía algo incorrecto entre ellos, como si llevaran una vida de conocerse. Simplemente dejaron que todo fluyera como lo sentían. Se quedaron ahí, tomados de la mano, mirando el horizonte, como si aquella ciudad atestada y contaminada fuera la postal más romántica del mundo. Se sentían cómodos juntos, se sentían en casa. Como dos piezas de un rompecabezas cuando se encuentran y encajan perfectamente. Parecía que habían pertenecido al otro, que llevaban su marca, su sello, aun antes de siquiera nacer.

Fin

Notas finales:

¡O por dios! O.o Me disculpó por la enormidad del capi. Pero es que su largo es inverosímil, comparado con el resto de la historia. Claro que al ser una "reincarnation" teníamos que aclarar muchos puntos, pero eso no nos escusa TT_TT
Diva: pues es cierto u.u, las palabras se nos fueron, cuando nos dimos cuenta fue así: ¡POR TODOS LOS DIOSES DEL OLIMPO ¿QUÉ HEMOS HECHO?! Y claro nos dio la histeria y ya saben e_e
Me disculpo por este capítulo paupérrimo 7-7. Pero la historia fue súper cursi tenía que terminarla así; con un final abierto, dando a entender que estos dos se quedarán juntos, por muchas más reencarnaciones y hasta que la muerte los separe :D. Porque nacieron para el otro, ese hilo rojo los atara por toda la eternidad *w*
Diva: sabes ¬¬ últimamente te criticas más de lo que yo lo hago ¡me robas el trabajo! ò_ó
Es que… he comprobado que uno mismo es su peor critico, la verdad me hago trisas, y menosprecio mi trabajo en todo lo que hago últimamente. Me siento una fracasada TT_TT como estudiante; como amiga; como hija/hermana; como escritora
Diva: o cálmate para mí siempre serás una amiga genial XD
O gracias Diva hermosa :3. Pero eso es porque ya estamos acostumbradas a pelearnos y hasta decirnos de que nos vamos a matar XD
Diva: ewe
En fin n_nU. Esperamos que les haya gustando, aunque a mi parecer es decadente 7-7 (y terriblemente mal narrado, no sé porque me parece que las palabras son incorrectas y podría haber usado otras para hacerlo mejor, soy horrenda TT_TT). Pero así debía terminar, abierto a su imaginación y muy cursi ;)

Diva: por último queremos agradecerles a todos los que nos apoyaron, aun con nuestros retrasos, nuestras cursilerías y todo eso e_e. Gracias. Son geniales, los amamos mil y valen un millón ;D

Sabaku No Ferchis; Lady Marian of Winterfell; Yaoilandia; Kikyo_Sabaku; DeiDeixD; FuujoshiYaoi; Akire Uchiha; MiddnaInnuuzukaDMC; NekoFace; Olaf y Chapis

Gracias mil :), sin ustedes no hubiéramos llegado ni a la mitad (con lo insegura que soy respecto a mi manera de escribir u_uU). Pues bueno, que les haya sido divertido leerse esta cosa; que se la hayan pasado shippeando el SasoDei (aunque fuera por su mes) y nos veremos en otra. Cuídense; valen mil; los amamos ;D
Diva y yo: ¡BAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAYYY!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).