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Cincuenta y seis R's por Vampire White Du Schiffer

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Notas del capitulo:

¡Es mi cumpleaños y me lo celebro yo solita porque soy bien pinche hardcore! -Inserte acá meme forever alone- No se crean, me van a llover las felicitaciones, o sea, no es como si estuviese sola en mi propio cumpleaños, pero ajá. El chiste, es que estoy como Cusco y me regalé a mi misma esta actualización 8D De mi, para mi... Necesito amigos. 

Drabble XXXVII.

Will.

La conclusión era hasta simplista, como principio ni se diga.

—E-Es grande –su voz se quebraba al tiempo que su saliva corría por la extensión de la virilidad. Escurría.

Sonrojo, la sangre hincha. Hay orgullo y ansiedad en obtener un remedo placentero del otro. Perseguir migajas de un amor infructuoso, así lucía en ocasiones menos gratas, pero contenía un goce de juego difícil de abandonar aunque medie mucha gana.

La ropa siempre estorba. Siempre ha estorbado, desde que se inventó la moralidad. Pero si ha de tener una aceptable ventaja es la que proporciona la imaginación al desnudar.

Reborn suspiró despacio, se pasó la mano derecha por los cabellos todavía humedecidos por el reciente baño, con la otra acarició la mejilla de su actual víctima para alzarle el fuerte mentón de un solo movimiento.  

La Tercera y Cuarta Invención suavemente surgían de la otra habitación.

—Mmm… ¿Bach-kora? –paseó su lengua con lentitud por sus labios y encajó los ojos sobre los de Reborn.

—Creí que te gustaba –dejó un camino de besos por la clavícula y fue reparando en el rostro del rubio, como buscando algo de culpabilidad para champarle.

—Nnn… no tengo nada contra él, pero Wagner… -le cortó la palabrería con un beso de esos que dejan en éxtasis después de consumarse, como suaves caricias en el estómago y sabor dulce en la lengua –¿Sucede algo-kora? Normalmente eres un energúmeno que no me deja ni respirar-kora –sonrió.

—Pensaba, es todo –quedó de espaldas a la cama, Colonnello sobre él.

—Confiesa-kora –ordenó con su voz más firme y su mirada más fiera.

—Hay un amo y un esclavo entre nosotros, la diferencia, ¿dónde está? –inquirió a modo de juego.

—No me gustan los acertijos, signore.

—… Sabes cómo me pone el italiano –le jaló por la nuca y le mordió el labio inferior con fuerza.

—Imagínate cómo te pondrás cuando regresemos a casa-kora –entrecerró los ojos con deseo, moviendo sus caderas hacia abajo, deslizándose por el pecho del moreno hasta llegar a su cetro de poder, comenzando a lamer y lubricar el mando hasta que su mano quedaba pegajosa y su lengua colmada de seda.

Horas después, mientras Reborn fumaba y mantenía la mirada hacia la pared, Colonnello cavó su tumba.

Ti amo, signore –susurró antes de caer en un profundo sueño.

Reborn sonrió a la oscuridad, dejó el cigarro en el cenicero y con una última mirada hacia Colonnello antes de dormir dijo:

 

«Io fei gibetto a me de le mie case»

«Yo convertí mi casa en mi cadalso»

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Drabble XXXVIII.

Histriónico.

La actriz era preciosa. Bellísima. Esa clase de glamour que una mujer de mundo tiene y aún puede sorprender a los que saben lo perecedero de la juventud. Ahora que, la actriz también tenía inteligencia y buen gusto, en una fiesta se topó con Reborn y no cesó su empeño hasta entrevistarse con él para sugerirle una demostración privada de sus habilidades, a lo que el hombre de negro respondió rápidamente que…

—No.

—¿No? –soltó ella en un suspiro indignado, volteó a mirarse sobre el hombro para cerciorarse de que nadie más en el salón se hubiese percatado del rechazo tan rotundo. Ni siquiera lo vio titubear, ni en detenerse en el fino talle de su cintura o la carnosidad de sus labios para decidir. El largo escote en el frente y la espalda no sumaron un sí, por desgracia —. Por lo menos deberías fingir –murmuró –. A no ser que estés fingiéndote el difícil –se acomodó el cabello sutilmente –, porque de ser así, de más gruñones me he ligado.

—Ni por asomo soy como los conoces –sonrió, y el hecho logró que la mujer se estremeciera de pies a cabeza.

—¿Puedo saber quién es la dueña de esa sonrisa Shaitan? –inquirió con un interés. Era como estar viendo al diablo en persona, pero debía saberlo. Debía entender qué clase de persona merecía el favor de este hombre. 

—Si es por tu ego, olvídalo.

—Es curiosidad insana y mucha envidia –admitió.

—Mi codicia es demasiada.

—Se nota –hizo un mohín. En eso apareció otro hombre también apuesto, aunque de otra manera, que les ofrecía a ambos un trago.

—¿Se divierte, señorita-kora? –sonrió. La manera en que rozaron los dedos ambos hombres al entregarse la copa Riedel fue lo que descubrió el hambre.

—Propongo un trato –dijo la mujer cuando el rubio se fue con otra ola de invitados —. Quiero verlos a ambos. Te daré a cambio la fachada de mi popularidad para los trabajos de ambos.

—Tu ambición es equiparable a la mía pero este tipo de apuestas ya lo hice una vez –miró a Colonnello a lo lejos –. Careció de diversión después.

—Parece que temieras su disgusto –sonrió.

—Todas sus reacciones me pertenecen –dijo engreído.

—¿Él opina igual? –bebió después. Fue una pregunta que molestó, mucho, al moreno.

—Lo hará –respondió con seguridad.

—Ya lo odio –se burló.

En el automóvil el rubio logró un enorme bostezo.

—Oye Reborn-kora, volveré a la MafiaLand mañana-kora, no sé si me lleve mucho tiempo lo que el Noveno quiera pero… ¿Reborn-kora?  -vio que el moreno aparcó -¿Sucede algo-kora? –se inclinó hacia el lado del volante.

—Ven acá –lo besó con ansiedad y con enojo al final –. Tendrás que recompensarme esta noche –predijo diabólicamente.

—¿Ahora por qué-kora? –suspiró.

—La fidelidad que quieres tiene un precio.

—… Todo lo que obtengo de ti lo tiene-kora –se quejó –. Estoy reconsiderando las opciones.

—Tú nunca tendrás opción.

Por segunda vez en la velada, Shaitan sonrió.

 

 

Drabble XXXIX.

Navaja.

Usaba una arpía, fue el recuerdo que más rápido sacó de los anaqueles del palacio de sus memorias.

—¿Si sabes de quién hablo, verdad? –inquirió el líder de la Mafia, desde el escritorio, mirando a Colonnello.

—Claro-kora, ¿cuál es el trabajo que haré con él? Le hago hincapié que esto es extraoficial, no quiero causar problemas-kora.

—Por supuesto, lo único que pido es que seas su escolta durante su estancia aquí –respondió, pero en seguida notó algo de reticencia en el mohín de la boca del rubio –. ¿Sucede algo?

—Es curioso-kora, él pertenece al Hampa italiana –frunció el ceño –. ¿Por qué necesita que un Arco Iris lo cuide?

—Un abuelo como yo sabe –se puso de pie y miró por los limpios cristales de la ventana –, que lo mejor es evitar conflictos.

—Bueno-kora, como sea –se rascó la nuca –, a Reborn no le va parecer-kora.

—Precisamente por eso te llamé a ti –lo miró de perfil –. Eres al único al que le puedo confiar la misión.

—Soy un escudo humano-kora –se echó a reír y después suspiró –, espero que no nos mate a los dos.

En el helipuerto Colonnello esperó hasta que el sujeto en cuestión apareció tan campante y tranquilo. Era de ojos color miel y sus cabellos como oro derretido daban pauta a destellos arrancados al sol. El porte de macho territorial empeoró al reparar en su vestimenta, el pantalón tal vez no sería problema, pero la cazadora de cuero y el sombrero café con un colmillo de jabalí lo hacían demasiado, y peligrosamente, atractivo para su gusto. Aunque Colonnello llamaba mucho más la atención con la ropa militar.

Buongiorno! –saludó con una sonrisa enorme, extendiendo la mano hacia el cielo y aproximándose rápido hacia Colonnello –. No creí que nuestros caminos volverían a unirse –se inclinó para mirlarlo a los ojos, porque, maldita sea, pensó Colonnello, vaya que era alto.

—Kora, vayamos pronto a tu hotel –se limitó a decir, tratando evocar situaciones que le trajeran de vuelta a la realidad.

—¿Así de simple? Creí que nos gustaría un poco más de romanticismo –se le acercó hasta rodearle la cintura con una mano, a lo que Colonnello rechazó con un empujón que le ocasionó pérdida de equilibrio.

—¿Sigues usando la misma navaja-kora? –cambió de tema cuando estuvieron en el Jeep.

—Eso nunca cambiará–respondió recargándose en el asiento y simulando que descansaba –, pero dime, ¿cómo está el imbécil de mi rival? ¿Sigue molestándote? –sonrió debajo del sombrero.

—Vivo con él-kora –murmuró por pronta respuesta que el otro captó.

—Esto va a ser interesante –hizo alarde de su arma, una navaja arpía de la que incluso Colonnello todavía sentía envidia –. Será muy divertido verle la cara al idiota en cuanto sepa que estás conmigo.

—Evita enfadarlo –giró el volante con brusquedad pero el otro no se sorprendió –. Después soy yo el que paga los platos rotos.

—Siempre tienes la opción de mandarlo a la mierda y huir conmigo a la Amazonía, sé que te encantaría.

 

 

 

 

 

 

Drabble XL.

Cyrano.

Las palabras de amor no son recurrentes en Reborn… bueno, seamos honestos: jamás lo han sido ni lo serán y no porque no sea un caballero conquistador cuando lo pretende, sino porque no se le hinchan las ganas hacerlo en serio.

 Pero su relación con Colonnello, que resulta al nivel de enfermedad mental, opera muy bien, sobre ruedas dirán algunos. Porque uno ordena y el otro replica hasta que es sometido. Estrategia militar.

—Te ves especialmente agradable hoy –le dijo con mirada de depredador.

—Gracias-kora –afiló los ojos –, ¿qué quieres-kora?

—¿Yo? –fingió demencia –. ¿No puedo darte un cumplido sin que encajes mi comportamiento en…?

—No-kora –interrumpió con fervor –. Tú y tus principios rectores son como alarmas ahora-kora.

—Maldición –crujió los dientes y al instante recuperó la sonrisa –¿Prefieres que flipe con alguien más?

—… ¿Quién eres y qué has hecho con Reborn-kora? No es como si con eso yo… kora –se perdió en la intensa mirada de su compañero –¿Ocurre algo que te moleste-kora?

—Sí –respondió de tajo.

—De acuerdo-kora –suspiró –¿De qué se trata-kora? –se preparó para la avalancha, sabía la respuesta, pero también sabía que al moreno le encanta ser interrogado.

—¿Qué haces trayendo de acá para allá a esa alimaña? –señaló a la esquina donde el italiano masticaba trigo mientras los veía hablar.

—Oye, eso lo puedo responder yo –alzó la mano y en seguida fue asesinado metafóricamente por la mirada –. Escucha Reborn-todo-poderoso, Colonnello sólo me está prestando el servicio de guía y de protector contra tus artimañas.

—Tienes las agallas suficientes para venir y mostrarte tan pavo frente a mí –le reconoció.

—Es que no hay nada de qué temer –sonrió.

Colonnello estaba en medio del descampado y no sabía a quién detener primero.

—No destruyan nada-kora, ¿quieren-kora?

—Yo no tengo ningún problema en estarme quieto, Colonnello –dijo el italiano. El nombre, para Reborn, se escuchaba sucio en otra boca que no fuera la suya –. Siempre y cuando me dejes agarrarte hasta por las orejas, pero eso sí, muy quieto –sonreía campante, en medio de la frase ya estaba siendo apuntado por León y con Colonnello casi encima de él impidiendo a Reborn que jalase el gatillo.

—Apártate, que lo mato –murmuró.

—Deja de comportarte como un niño celoso-kora –replicó enojado –. Caer en las provocaciones tan bobas no es lo tuyo-kora te hace perder frescura-kora, además –se incorporó y le jaló de la corbata –. No tengo intenciones de estar con él toda la vida, ¿entiendes lo que quiero decir-kora? –sonrisa felina y ojos peligrosos.

—Si pudiera decirte algo decente y poético –empezó –, pero mejor desnúdate y ponte en cuatro cerca de la ventana.

En menos de lo que canta un gallo, los dos estuvieron enzarzados en una lucha que no dejó muertos.

Excepto, uno de envidia.

—Pon atención, Pazzi. Esto es lo que nunca tendrás –y presumió al sonrojado trofeo sumido en éxtasis.

 

 

 

 

 

Drabble XLI.

Savage.

Las cosas tomaron mal rumbo, Reborn sangraba por el costado derecho y tenía rasguños en la mejilla. Dejó caer primero una rodilla, respiró con profundidad, a pesar de su malherido estado y de que su vista se tornaba borrosa a ratos por el cansancio… no tenía quejas, mucho coraje sin explotar, eso sí. Más porque odiaba perder frescura y elegancia, agregando obviamente a que lo habían herido con efectividad y eso lija cualquier ego.

Aunque mal de muchos es consuelo de tontos, Reborn se regodeaba en las muertes de los demás y en que su principal enemigo estaba igual o peor que él, a decir verdad ante un individuo tan fuerte no le costó encontrar la manera de oponérsele con dignidad, sin embargo el hombre en cuestión era del futuro, uno que ni Tsuna con su inalcanzable torpeza podría derrotar.

—Y pensar que has venido hasta acá sólo por un arcobaleno que todavía no me conoce–se burló el futurista, sus ojos fuertes y determinados no pedían nada a los del moreno.

—Nadie que se meta con mis pertenencias sale bien librado –se puso de pie, y el otro hizo otro tanto.

—Suena como si  fuese alguna deidad, aunque he de admitir –se sacudió el hombro, aunque era pura teatro porque su ropa estaba ya rota –, que se me antojó mucho jugar con él –bufó –, pero me rechazó y ahora estamos aquí, batiéndonos en duelo a muerte por sus favores, como en la era media, ¿te acuerdas? A todo esto, ¿traes alguna prenda de él contigo para inspirarte valor, arcobaleno Reborn?

—Le llevaré tu cabeza como presente.

—No, no, no –chistó –. Nada de dañar la continuidad tiempo/espacio, no sin pagar un precio –entrecerró los ojos –¿Qué sacrificarás por el hecho de salvarlo?

—Haces demasiadas preguntas estúpidas –sonrió y levantó su arma, al igual que el hombre de enfrente –. En este movimiento se define todo.

—Qué mal –se quejó después de un suspiro –. Realmente me había divertido mucho contigo, Reborn –acarició el nombre con vehemencia –. Es una lástima que elijas a ese papanatas en lugar de mí –giró la cámara –. Tú y yo pudimos hacer grandes cosas.

—Escúchame bien, idiota. No he odiado a nadie más en la vida que a ti.

Las cosas tomaron mal rumbo…

Pero terminaron con éxito para el hombre más poderoso del hampa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Drabble XLII.

Ardor.

Se recuperaría rápido si no hacía maniobras en el trapecio, fue lo que le dijo Verde, que aunque no era su médico de cabecera para Reborn bastaba su apreciación científica. Había regresado de su misión hacía apenas unas horas y aunque estaba exhausto tenía que responder el interrogatorio del resto de los arco iris y reportarlo a los jefes, por mero trámite burocrático, desde la cama donde lo tenían atado.

—Iré a descansar a mi casa –se quejó –, así que Luce, quita el estúpido campo de fuerza que me está causando migraña.

—No –respondió rápido –. Tu piel dejará de ser tan bonita si continuas frunciendo el ceño –sonrió maternal, no por nada era la líder del grupo, sólo ella podía menguar el rugido del león.

—Tch.

—Co-Como sea –intervino Skull –. Nos alegra mucho que hayas regresado más o menos sano y a salvo, Reborn –trató de sonar tranquilo, pero el aura de Reborn despedía deseos asesinos así que se ocultó detrás de Fon.

—A todo esto –dijo el oriental –. Traigo noticias para ti, del favor que me pediste –se notó el decrecimiento de malas vibras en el aire –. Colonnello está bien y no sospecha…

—Termina de hablar de una putera vez –dijo el moreno, a todos les recorrió una gota por la cabeza, era demasiado obvia la ansiedad pero si querían continuar con vida harían caso omiso.

—Quise decir que no sospecha…ba –y se apartó de la cama dando dos pasos hacia atrás –. Alguien le contó todo.

—Más te vale estar de broma porque en cuanto salga de esta maldita cama dejaré vacío tu puesto.

—Está exagerando –hablo Luce –. Colonnello se encuentra en perfecto estado, es todo lo que ahora necesitas saber, ¿no?

—Incluso se me hace medio hipócrita –dijo Verde – e injusto; no me malentiendas, me encanta tu faceta de acosador, pero mientras que tú mandas centinelas a observarlo y enterarte sobre todo lo que a él respecta, él está vetado de saber nimia cosa sobre el aquelarre –se cruzó de brazos, Reborn como estaba con un favor pendiente hacia él no dijo nada, solo entrecerró los ojos.

—El fin justifica los medios, dirían ustedes –concluyó Fon –. Ahora que nuestra querida hermandad está a salvo, ¿cómo haremos para que Colonnello vuelva?

—No es como si nada más se le fuera a entregar la papeleta –Verde se quitó las gafas y las dejó en la mesa mientras se masajeaba el puente de la nariz –. Según el archivo, la elección y asignación de los roles debe ser en la montaña como todos recuerdan bien –sonrió pícaro hacia el moreno y el recuerdo de la cabaña –, lo que está a nuestro favor fue que el lugar azul sigue vacante, aunque hubiera sido bueno usar a Lal Mirch para saber los requerimientos y así no cometer errores en la reasignación de Colonnello.

—Lal Mirch no es conejillo de indias –dijo Luce.

—Es por el bien de la ciencia, querida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Drabble XLIII.

Intensiv.

Cuando Colonnello fue convocado sintió un agudo deja vu en el aire que envolvía la cita. Aunque ahora el aviso fue por carta y con toda la solemnidad seca de las letras, se le decía que… había sido elegido para estar de nuevo en el arco iris… pero esta vez, por obviedad, debía someterse a una decisión que no era la suya. En esta ocasión no era para salvar a Lal de una maldición.

—¿A qué están jugando-kora? –dejó la carta en la cama, permaneció sentado con las manos cubriéndole el rostro. Su enojo estaba mezclado con la nostalgia de los recuerdos y con la indignación  de que fue echado del gremio sin que le consultaran, al igual que ahora lo reinsertaban –. Pero si no soy una trucha-kora.

Trucha o no, de nuevo llegó a la Montaña.

Cuando se reencontró con Fon, Skull y Viper, no pudo lanzar reclamos, solo se dejó querer, recibiendo sendos abrazos y palmadas en la espalda que componían un nos alegra tenerte de vuelta.

—¿Disfrutaste tus vacaciones? –preguntó Verde, sentado en una de las sillas de la mesa de madera.

—Contigo sí que sigo molesto-kora y contigo también-kora –miró a Luce.

—¿Seguro? –preguntó a su vez, la mujer.

—… kora. No, creo que contigo no-kora… se les ve cansados-kora.

—¿Crees que fue fácil remplazar tu lugar? –replicó Verde con fastidio –. En tu ausencia tuvimos que esforzarnos de más para equilibrar la balanza de poderes.

—Y como si tu falta no fuese suficiente, también tuvimos que compensar por Reborn –agregó Fon con clara intención de crear dudas.

—¿Qué-kora? ¿Por qué de Reb…? ¿Por qué cubrieron a ese idiota-kora? –dejó una pausa.

—Esta vez dejaremos con gusto que él te explique –se encogió de hombros Viper.

 —¿Y dónde está-kora? No crean que me interesa-kora –se pegó a la pared.

—Dijo que nos verá allá, pero creímos mejor verte antes aquí para meter veneno –respondió el sinvergüenza del científico. —A mí no me veas mal, Reborn merece que te enojes con él y nada más, nosotros solo ayudamos por tu bien –finalizó poniéndose de pie –. Andando.

Cuando se vieron el uno al otro, Colonnello le hizo un mohín de desprecio y se colocó en su lugar, al igual que el resto, aunque no pudo evitar la ola de remembranzas y compararlas con la actualidad; recordaba que Reborn cerró los ojos al momento de ser maldecidos, pero poco se acordaba de sí mismo. Su destino estaba aquí, entre estos estrafalarios sujetos, y él encajaba a la perfección por su estrambótica personalidad muy parecida a la del idiota amarillo, la idea lo hizo reír. Cuando la ceremonia le regresaba el lugar del arco iris, se sintió completo, era una sensación extraña, nunca se imaginó que algo podría arraigarse tanto a él, pero el ser el arcobaleno azul estaba en su sistema circulatorio, cuando miró sus manos y pudo recibir el pacificador de manos de la líder, fue dichoso. Volvía a la marcha y sonrió con euforia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Drabble XLIII.

Intensiv 2.0

Decidió permanecer en la cima más tiempo, los demás se retiraron no sin antes reafirmar el sentido de compañerismo y disculpa que le debían. Sin embargo, Reborn se quedó plantado en la tierra, esperando el momento oportuno para lanzarse, pero le ganaron la iniciativa.

—Quiero decirte algo-kora –de repente, y de algún lugar desconocido, sacó toda la seriedad de la que puede engalanarse.

—Hazlo –dijo en tanto Colonnello se ponía delante de él; Colonnello, de improviso, le atrajo de las solapas del carísimo traje negro para besarlo e inmediatamente después de que el hilo de saliva entre ellos se perdió, lo golpeó con tal fuerza que Reborn se arqueó hacia atrás, con una mueca de dolor que al rubio fue exagerada, pero se dio cuenta de que un par de pequeñas cicatrices estaban adornando la mejilla antes de su golpe.

—Hablaremos en la cabaña, quiero aclarar las cuentas allí-kora.

Cuando llegaron, Reborn sin mediar palabra se recargó sobre la mesa con los brazos cruzados y el sombrero inclinado.

—Antes de que expliques porqué estás herido y a dónde fuiste, debo… kora –se mesó los cabellos, por un momento perdiendo la fogosidad de su enojo –. No voy a regresar contigo, Reborn-kora. Creo que he sido muy considerado al aguantarte tus arranques-kora, así que… kora.

—Si ya terminaste puedes largarte a donde gustes –se incorporó y ya iba de salida, cuando el rubio le jaló del antebrazo.

—¡No hasta que me cuentes-kora!

—Tú y yo teníamos un acuerdo, no tengo por qué responder nada si no eres nada mío, ¿captas? –sonrió.

—Esa jugarreta es digna de ti.

eras digno de mi –remarcó –, qué lástima, tenía planeado varias recompensas por mi inalterada estupidez, pero… no las verás nunca –susurró, y Colonnello le soltó el brazo, un leve sonrojo le cruzó las mejillas.

—¿Qué clase de recompensas-kora? Puede que…

—No, no pienso distraerte de tus nuevas metas. Puedes hacer de cuenta que no existo y yo haré igual, ¿qué te parece? –sus palabras sonaban diferentes, al estilo que solía emplear en las discusiones que era más yo-mando-yo-controlo al de ahora.

—… ¡Tú sabes a la perfección que no puedo-kora! –escupió y le apuntó con el dedo índice –. Maldito seas Reborn-kora –se frustró y volcó la mesa –. Simplemente no puedo-kora –apoyó una mano en el respaldo de una de las sillas y la otra para cubrir sus cansados ojos.

—Te envié al exilio para evitar que murieras –declaró, y de allí en cortas palabras contó lo que ocurrió, la nota, el viaje y la pelea.

—Por eso… kora –se viró, lo miró con ojos anhelantes pero al segundo siguiente agachó la cabeza.

—Sabes que hay una cuota por viaje –dijo, encendiendo un cigarro y pasando los ojos por la pequeña ventana.

—No me hables de eso, por favor-kora –respiró profundo –, esas cosas me dan dolores-kora –en relámpago tomó una decisión, fue hasta Reborn, le arrancó el cigarro para apagarlo e inmediatamente desanudarle la corbata.

—¿Qué haces?

—Reviso los daños que provoca mi existencia –no paró hasta que libró el último botón de la camisa del moreno, y allí estaban los vendajes que cubrían su tórax; Colonnello lanzó un suspiro y con sus dedos recorrió la piel sobrecubierta –. Y aún andas tan campante-kora –lo miró a los ojos.

—Debías regresar cuanto antes, me era urgente –declaró, y eso causó un silencio bochornoso para el rubio.

—¿Por qué-kora? Sé más específico-kora –recargó su frente en la clavícula de Reborn.

—No creí que después de tanto tiempo albergarías dudas.

—Eres el rey de las artimañas, contigo nunca se está seguro de nada-kora –suspiró –. Gracias-kora –se sintió aliviado cuando lo dijo.

Aunque sabía lo que significaba el viaje en el tiempo con todo y sus vericuetos, costaba asimilar que Reborn había sacrificado tanto por el solo hecho de salvarle la vida; así pintaba, el arcobaleno del sol demostraba lo suyo con hechos, las palabras le estaban de más, a pesar de que para el rubio no fuese de su completo agrado causarle daño, aceptó el regalo que él una vez había dado a Lal. Vivir.

Ya reconocía la razón de su alegría por volver a ser arcobaleno, pues el paquete además de amigos, misiones y estatus… incluía a Reborn.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Drabble XLIV.

Accesorio.

Vestían de civiles y vagaban por el centro comercial con una sola meta: comprar cosas para el bebé. Y aunque no quería admitirlo, Reborn estaba animado, sobretodo porque Colonnello no ocultaba el entusiasmo. Tal vez pudieron ahorrarse esta escena y encargar a otros la misión, pero el hijo sería de ellos, y prefirieron lo sencillo antes que las exageradas tiendas dedicadas únicamente a lucir etiquetas con precios exorbitantes.

—Debemos economizar-kora –dijo, lo que causó gracia en el moreno ya que Colonnello estaba adquiriendo el mando administrativo de una casa que todavía no tenían, además de que Reborn era tan rico como rey, pero, en otro ataque, el rubio insistió en dividir los gastos.

—Tranquilízate –le reprendió cuando se dio cuenta de que estaba eligiendo tres cosas del mismo color pero diferente tamaño.

—Estoy seguro que será niño-kora –infló el pecho –, y crecerá rápido, me lo dijo Luce así que debe tener… kora –los ojos se le fueron con las cunas –. ¿Cuál te gusta? –empezó un parloteo que fue tierno en un principio.

—Me da igual –respondió, pero al recibir una dura mirada de Colonnello al estilo sino ayudas te dejo prestó más interés –. A Luce le gustaría aquella –se resignó a personificar su papel de futuro padre, de vez en cuando acorralando al otro para recordar a la gente que el sujeto tenía dueño y patente. 

Cuando compraron lo que Colonnello consideró suficiente se detuvo frente a la pastelería.

—No me dirás que tienes antojos.

—Cla-claro que no-kora –se enojó, pero Reborn lo hizo entrar.

 Mientras Reborn tenía su bebida favorita, expresso, Colonnello se zampaba pastel cubierto de almendras y meditaba sobre ambos, así parecían una pareja común en medio de una cita. Se sonrojó y por un momento sonrió.

 

 

Drabble XLV.

Calígula.

Despuntaba el alba pero todavía quería dormir mucho más, era el cumpleaños de Reborn y quería seguir celebrándoselo aunque sea nada más acompañándolo en silencio. Se reacomodó en la cama pero al querer cerrar los ojos, sintió la mano del moreno rodeándole la cintura.

—Un poco más –susurró al oído, pegando su pecho a la espalda del rubio, pero de repente lo apretó.

—¿Qué-kora?

—¿Qué me darás? –inquirió despertándose por completo.

—Yo que recuerde el que me debe ciertas recompensas eres tu-kora –se talló los ojos.

—Has la diferencia hoy.

—… cretino-kora. Me tienes hoy para ti solo y lo sabes-kora.

—Será igual que ayer, y el día anterior a ese, y todavía antes que… -quiso sonar desesperante y caprichoso. Lo logró. Siempre lograba lo que quería.

—De acuerdo-kora –se sentó en la cama, reflexionó un poco –¿Qué quieres que te regale?

—Pensé que tú eras el detallista entre los dos –se burló.

—Sí, pero este año-kora –se rascó la nuca –esperaba dártelo por la tarde-kora.

—Lo olvidaste –sonrió y se recostó mirando el techo –. Esta afrenta la pagarás caro, idiota.

—¡Que no lo olvidé-kora! ¡No miento-kora! ¡Tú regalo ya está… deja de meterme mano-kora!

—Tú sabes que con este anillo me conformo –bufó –. Tengo al mundo entero para mí solo, ¿qué crees que me hace falta?

—Pues discúlpeme señor-todo-lo-tengo-kora –se cruzó de brazos, pero no pudo evitar reírse –. Te tenía preparada una cena con los demás, en casa, ya sabes, con los insoportables y alcohólicos de nuestros amigos.

—Serán tuyos.

—Oh vamos Reborn-kora, no puedes vivir sin ellos-kora.

—Sin ti, ellos son prescindibles.

—… Haré como si eso fuera un cumplido casi altruista-kora –pasó la mano por su nuca.

—¿Y nada más?

—¡¿Quieres más-kora?!

—Obviamente.

—… No se me ocurre otra cosa-kora. No te pienso revelar nada-kora.

—Te compré ropa el otro día, póntela.

—Es ropa de mujer-kora –arrugó el entrecejo.

—Tch.

—¡Soy hombre cabeza hueca, si no puedes con eso entonces… con un carajo-kora! –se quejó de que Reborn lo recorría sin tapujos.

—¿Quieres saber la verdadera razón por la que me encanta molestarte?

—Por favor-kora –suplicó –. A ver si con eso logro entender… o resignarme.

—Cosquilleas mi sádico corazón.

—… y pienso seguir siendo blanco de tus ataques-kora –sonrió –. Bueno –suspiró –, ganaste –se inclinó para besarlo –, esta noche anunciaré que… -balbuceó – que tú y yo… ya sabes.

—No, no tengo ni idea.

—Cabrón-kora… que yo… y que… tú… matrimonio –fue bajando el volumen de la voz, Reborn se divertía a lo grande.

—¿Qué dices? Es imposible entenderte cuando tartamudeas –lo riñó.

—¡No te burles-kora!

—Será para enmarcar en un cuadro las caras de las personas que se decepcionarán.

—Voy a regodearme en su dolor-kora.

—Eso suena como algo que yo diría.

—Pues que te quede claro –levantó el dedo índice –, nada de despedidas de solteros.

—Diablos, yo que la ansiaba tanto. Tendré que decirle a Bianchi que la cancele.

—¡Olvídalo-kora!

—Es solo una broma.

—… muérete-kora

—Aunque lo haga, te espero allá abajo.

—Bien lo decía Twain-kora –cedió al final – «El paraíso lo prefiero por el clima; el infierno por la compañía».

Notas finales:

Dejen comentarios >:3 
Espero les haya gustado, a ver si se les antoja algo, ya casi se acaban esas nubes dopadas D:
Los quiero, ando querendona. Quiéranme, vamos, quiéranme 8DDD


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