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Cincuenta y seis R's por Vampire White Du Schiffer

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Notas del capitulo:

Ni cuenten los Dbs, va a resultar que escribí más de la cuenta. Y están mal enumerados (Oh sí baby). OMG no puedo creer que hayan sido 56 de estas bobadas (mis amadas bobadas) Aunque de todos modos resulta que ni son drabbles, yo que sepa no son así, pero están hechos a satisfacción mía de todos modos. Ewe. El tiempo pasa rápido~~~~ Busco cómplice ninja, por cierto.
   Para mí, no hay mejor manera de empezar el año que esta~ Espero que cumplan los propósitos del año 2015, que quisieron hacer en el 2014, que planearon el 2013, pero que son los mismos que los del 2012. ¡Igual que yo! OkNo. En lo personal, prometí subir hasta los cien kilos, sino muero en el intento acá me tendrán otro año. Jodiendo al fandom. Yeah. Claro, hasta que muera.
   El primo de un amigo me dijo que si sigo publicando a lo estúpido mejor me ponga a vender quesadillas porque tampoco sé conjurar tiempos en una sola oración. Y por la ptm, tiene razón.


¡Lemon! :3
Y mucho fuckpinklove

 

LI.

Dos Renacidos.

Colonnello tragó saliva. Difícil. Rehidratar su garganta, o como sea el término, y al segundo siguiente parpadear más veces de las reglamentarias.

—No quiero-kora –retrocedió dos pasos, dejando que las botas militares a base de lodo dejaran huellas silenciosas de su reciente ingreso a la casa —¿Culpa de Verde-kora?

 Pero, y oh maldita sea, aunque quisiera correr, con lo cansado que estaba, no llegaría muy lejos. Menos cuando había dos patilludos enfrente suyo.

—Pregunta a Hawkins (pregunta a Hawkins)

Las voces sincronizadas daban más miedo.

Algunas personas deberían escuchar a esa vocecita castrante hija del sentido común. No P.P. Grillo. Ni padre putativo de nadie… en este caso, por mucha experiencia que se tenga, es imposible evitar que suceda, así que olviden el párrafo. En resumen había…

Dos Reborn. Si era turbulenta la vida con uno solo, acá llega la versión Saw/erotic del año y al doble. Así que fue fácil atrapar a Colonnello. Dos cabezas piensan mejor que una. Y dos pares de ojos libidinosos son más potentes que un farol antiniebla.

—Pa-Para-kora –el rostro sonrojado es usual, pero ser manoseado por cuatro manos… no tanto. Es posible que un par sea más voraz que el otro, pero si van a competir el único empalado será Colonnello.

—¿Quién quieres que pare? –preguntó uno, con la sonrisa de lado que derrite a la Gioconda.

—Especifica, ¿él o yo? –le lamió el cuello, despacio y le acarició el pecho mientras el otro se ocupaba de una entrepierna militar ya descubierta.

—L-Los dos-kora –lanzó un suspiro, por inercia se pegó más al Reborn que tenía a su espalda, sintió la dureza contra su zona noble y tuvo miedo –. Por… fa…vor…

—Mmm… lo pensaré, seriamente –el de abajo se incorporó para besar al rubio en la boca; el otro se sintió usurpado y arrancó a Colonnello para robarle un beso.

El militar estaba sumiéndose en arena. Caliente, la respiración agitada, las escaleras. Un Reborn quedó sentado sobre el peldaño de mármol sosteniendo a Colonnello por las caderas, mientras que el segundo Reborn se le ponía encima.

—No… kora –apretó los labios, pero fue imposible detener la terquedad duplicada. Cuando tuvo a un moreno dentro de él, jugando a penetrarlo rápido al mismo tiempo que dos dedos del otro se metían, sintió que se le nublaba la mente. Los labios de los dos Reborn estaban ansiosos, y se peleaban el amasijo de carne que era Colonnello.

—Estás disfrutando esto –el Reborn de arriba sacó sus dedos y con la mano fue acercando la hercúlea hombría sobre la otra.

El rubio no reprimió el grito, ni el súbito cambio de mareas. Claro que dolía, pero el morbo y su perversión le cantaban nítidamente: te están clavando duro y te gusta. Apretó con ganas los hombros del moreno debajo de él, se reclinó en él todavía más, dejando que su rostro quedara virado hacia el de arriba.

En el éxtasis todavía pudo pensar en que esto era lo más parecido a una infidelidad mal tramada.

 

LII.

Dos Coroneles.

Las cosas son condicionadas, olviden el cosismo y entremos de lleno a lo segundo. Por cada contra habrá un pro. Y por cada desbarajuste que pase Colonnello, le tiene que ocurrir uno a Reborn. Sólo que éste último era, ¿cómo decirlo? Todo un filósofo, muy objetivo cabe agregar, para analizar lo que estaba sufriendo.

—Mira que obligarnos a hacer esto-kora (kora) –de nuevo, dos voces.

—Oh vamos, continúen… -bien posicionado en lo que a su real alteza cabe, en el sillón y con dos rubios hincados ante él. Un cuadro pintoresco a cualquier escena que se les antoje sobre reyes locos.

Con cuidado de no tropezarse con su propia lengua, el Colonnello de la izquierda lamía el falo de Reborn. Igual el de la derecha, pero, inevitable y misión del moreno, fue hacerlos unirse en la odisea para el recreativo recorrido.

Verlos a ambos, a sus pies, mezclando las salivas, con los ojos entrecerrados y vergüenza ligera azotándole las mejillas…

Reborn se dio el lujo de poner una mano en cada cabeza, instándolos a continuar complaciéndole; en eso, el Colonnello de la derecha se levantó, hasta quedar sobre el muslo derecho para besar al dueño de sus mafiosas quincenas, así, el rubio de abajo se pudo ocupar con toda libertad, y ambas manos, de la hombría, lamiendo los testículos, uno a uno.

—Oye, no muerdas –ordenó, apretándole la cabeza hasta hundirse hasta la garganta del Coronel.

Poco después, unos minutos quizá, con su imperiosa orden dispuso a ambos militares, uno sobre el otro.

—«Cómo me voy a divertir» -se dijo.

Cuando penetró a uno varias veces, el otro plantó reclamo. Insaciables, los tres.

 

Colonnello estaba abrazado a él, todavía azorado. Sonrió para sí.

—Odié esto-kora –ya era sólo uno.

—Debería suceder más seguido –descaro.

—Hump –frunció el ceño y se quedó mirándole poniendo cara de hombre duro –. Siento como si el trío hubiera sido con otro que no soy yo… kora… como si me hubieras engañado-kora.

—No digas tonterías –dejó su mano hasta el trasero de Colonnello, colando un dedo que extrajo su semilla apenas plantada –. Esto me dice que te rellené. Todo.

—Maldigo tu voz en estos instantes –dijo, ruborizado —Tú me vas a destruir un día –agregó, con mejor humor.

Deje que Maquiavelo haga de las suyas y rinda culto a Cesare Borja*.

LIII.

Détruire.

 Reborn se rige bajo ciertos principios, algunos menos convenientes que otros para Colonnello, pero con el tiempo aprendió a coexistir con ellos. Ejemplo, si Reborn insistía en «una cosa por otra» había que cumplirle. El problema, en ese mismo ejemplo, fue cuando Colonnello quiso regresársela.

—Tú lo has dicho, es tu palabra de honor.

—Al diablo con ella –chistó.

—No-kora. No quedaría muy bien visto que un hombre de tu estirpe quede reducido al ridículo si los demás se enteran que eres incoherente, ¿verdad-kora?

—No tiene por qué enterarse ni un alma –replicó, empezando a enojarse.

—Deja de negarte tanto, es un cumplido lo que te estoy haciendo, como un homenaje-kora.

—Estás intentando usar argumentos que enaltezcan a mi ego para que ceda.

—Bingo-kora.

Reborn lo miró con detenimiento, sinceramente esta mañana no tenía ninguna gana de iniciar un combate, a menos que fuera cuerpo a cuerpo, con Colonnello; además de que apenas habían obtenido un permiso del jefe para estar unos días en Londres antes de una misión junto a Skull, por lo que había que ser sabios en esta lid.

—Está bien, digamos que accedo a este juego tuyo, ¿qué deseas?

—Me está gustando mucho este tono de voz-kora.

—Si abusas, abusaré.

—De acuerdo –se llevó el dedo pulgar a la barbilla y el índice a los labios. Caminó por la sala, alrededor de la mesa, planeando con detenimiento la siguiente fase –. Lal me confesó una plática que tuvo con Bianchi, a decir verdad, sobre lo que ocurrió aquél día de juerga en MafiaLand cuando intentaste pasarte de listo conmigo –golpeó sus labios dos veces con el dedo e hizo una mueca –. Al parecer la serpiente te dijo algo comprometedor antes de que se te ocurriera dejarla, ¿qué fue?

—Quieres que tener la versión completa de la historia –masticó –. ¿Para qué?

—La parte central, profesor, fue la misma pregunta que te haré yo y que debes responder forzosamente so pena muerte. Lo que sientas por mí, dilo-kora.

—Es un movimiento sucio.

—Está a tu nivel de juego-kora.

—¿Por qué te empeñas tanto en escucharlo de mi boca? Ya lo sabes.

—No es porque lo necesite, es porque te estoy orillando a que lo sueltes-kora –sonrió –. Es por mi ego de macho que me gusta verte flaquear de vez en cuando, y, curioso es, que esta conversación siempre te causa problemas-kora.

—Eres un pobre diablo.

—Una cosa por otra-kora. Te ayudaré –respiró hondo y dijo –Te amo, Reborn.

Y en un fugaz momento de iluminación, a Reborn se le vino la respuesta de inmediato.

—Colonnello –seriedad al asunto- quiero que sepas…

—… ¿Ajá-kora?

—Que yo también me amo. Y mucho.

—… ¡MUÉRETE-KORA!

LIV.

Reich.

 

Era prisionero de guerra. Según algunos historiadores fue la primera nación en caer y por mala suerte era su país natal. Ahora ultrajada por muchos rubios y de ojos azules. Al igual que el imbécil que tenía frente suyo.

Al principio pensó que morir rápido era lo conveniente, pero ahora, mientras veía que el estúpido militar tenía conflictos morales, era divertido verlo sufrir, aunque la víctima de los golpes fuera él.

—Si no hablas rápido tendré que matarte… -amenazó, sin nada intimidante en sus palabras.

—Es la primera vez que escucho a un estúpido soldado de pacotilla perdiendo el tiempo en tener consideración a un enemigo –se reclinó en la silla.

—¡Sirvo a mi país…!

—Eres basura.

La misión del militar era hacerlo confesar, pero dos días fueron demasiado largos. Se aprovechó de la posición que recién había obtenido por el F., y aunque sabía que traería consecuencias nefastas…

—Te vas, conseguí que alguien me pagara algunos favores –le arrojó algo de ropa –. Apresúrate, no quiero que te encuentren aquí. Adiós… kora.

El moreno no dijo algo, se apresuró a vestir y siguió las indicaciones. Dejó solo al que lo torturó y salvó. Justicia poética, dirían algunos.

Nunca preguntó su nombre, ni necesitaba saberlo. No era problema suyo, aunque ambos sabían el final. El castigo por la desobediencia y la traición.

«Ejecución

 

El sudor le caía por la barbilla, su pecho estaba agitado y le punzaban las sienes. No fue sino hasta que vio a Colonnello dormir a su lado que se tranquilizó. Estaba allí y fue un alivio. No creyó que a estas alturas pudiera tener pesadillas; las muy malditas resultan ser amigas de los temores, debilidades… y por todos los demonios en él reunidos, qué patético se siente.

Pasó su mano por los cabellos rubios y sintió que Colonnello se movió.

—Mmm… ¿mal sueño-kora? –maldita sea la habilidad de saber lo que tiene.

—No, vuelve a dormir –respondió, se volvió a recostar, pasando un brazo sobre Colonnello pudo descansar.

Si un día llegase a suceder, a este punto, estaba seguro de que no abandonaría al rubio por muy estúpido que fuera, aunque lo sacara de quicio más de una vez al día, aunque el estúpido no le dejara seguir el escalafón del mujeriego.

Aunque por causa de Colonnello, Reborn se haya convertido en pareja de una sola persona y renunciar a muchos otros goces; No porque sea dependiente, pero hay dos razones que lo tienen así, se lo dijo a Bianchi la última vez que discutió con ella.

Una, que en contubernio con Verde y Luce, serían padres.

Dos, porque Colonnello tenía calidad de rival y a la par, de amante.

Y había que agregar una razón más.

Porque amaba al estúpido que dormía junto a él.

Cuando al fin decidió de una vez por todas decírselo, Colonnello lo escuchó con estoicismo hasta que al final sonrió como sólo él sabe hacerlo.

 

 

 

 

 

LV.

Blanca.

El bebé tenía tres o cuatro años, eso ni Verde lo supo definir.

—¿Sabes? Estoy cansado de todos tus experimentos-kora, para colmo parece que nosotros siempre somos tus conejos chinos-kora.

—Conejillos de in… -estaba por corregir, pero la mirada gélida de Colonnello le dijo que no era buen momento para bromas.

—Aunque Reborn ahora sea todo Beborn… kora –se quedó mirando al bebé de cabellos negros que le sostenía la mirada –. ¿No puedes sedarlo-kora? No creo que deba recordarme-kora.

—Mmm –llevó una mano a su mentón –, me pregunto si eso sería conveniente.

—¡Sigue charlatán de cuarta y verás…kora!

—Estoy hablando en serio. Esta vez yo no tuve nada que ver con este asunto, no que yo lo recuerde.

—¿Estás diciéndome que este cambio ocurrió nada más porque sí-kora?

—Exacto –dirigió la mirada hacia el niño, apartándola al segundo –. Quizá haya sido idea suya.  Además –tecleó en su computador –, ninguna alarma de mi sistema ha sonado, por lo que no hay amenazas en las que se pueda ligar su aparición, así que es probable que este incidente sea de índole personal. Te encargo.

—¡¿Qué se supone que debo hacer-kora?!

—¿Sí? No te escucho, a diferencia tuya yo sí tengo asuntos pendientes –replicó mordaz –, a diferencia de otros nunca descanso.

—Sí, cómo no-kora. Me largo-kora.

—Colonnello.

—¿Qué-kora?

—El niño.

—… Claro-kora.

 

Ya en casa, apenas sí cruzaron dos palabras. Colonnello tenía problemas morales, ¿debía decirle acaso algo importante? Si era cierto lo que dijo Verde, probablemente esta era idea de Reborn de su presente, pero, ¿para qué? Y, ¿Qué si no decía algo? ¿Traería consecuencias? ¿Y si todo regresaba a la normalidad después de decirle la palabra mágica? Quizá fue por tanto lío interno que no prestó verdadera atención al infante, que no le quitaba un ojo de encima.

—Escucha-kora –al fin se decidió a hablar, quiso confiar en el Reborn exasperante –. No me conoces, pero en el futuro… kora –se desvenó en serio –, yo te… Mmm… sé buen niño y entrena mucho. Sé que te convertirás en el hombre más fuerte que exista y… y –se empezó a inspirar –muchos te admirarán, sin embargo te harás de muchos enemigos. Ah, pero no te desanimes, encontrarás personas que harán cualquier cosa por ti –se hincó ante él –oye, tendrás la oportunidad de verme de nuevo y quizá sea extraño, pero ojalá no me odies –le dejó un casto beso en la frente y lo despidió con la sonrisa más gloriosa que es capaz de dar.

 

Un día Reborn despertó a las tres de la madrugada a Colonnello.

—¿Ahora qué-kora? –refunfuñó.

—Acabo de recordar algo.

—¿Qué puede ser tan importante como para que impidas mi amasiato con el rey de los sueños-kora? –se talló con pereza el ojo derecho y bostezó.

—Pensaba en que he jugado ya demasiado con torcer el tiempo –se echó a reír.

—Brillante, profesor-kora ¿qué otra brillante conclusión ha llegado?

—Que estando con un idiota como tú no existe maldición alguna.

 

Colonnello buscó el sarcasmo allí, y encontró un atisbo, pero decidió aceptar el cumplido. Después de todo, el conjuro que los ataba en un principio por obligación, ellos decidieron convertirlo en el lazo que los uniría siempre que así lo quisieran.

En las buenas, y malas.

 

 

 

 

 

 

 

 

LVI.

Chiao/su/caos.

Observó. Tenía necesidades, todo hombre las tiene, por eso él no era inmune a esa naturaleza. Por supuesto. Entonces, estando solo no se podía esperar menos que atenderse… solo. Miró le placard de nuevo. Toda la ropa de Reborn estaba allí.

El plan era cazarlo y comerlo, pero la presa asesinaba en Estambul para el Jefe.

Respiró lento, sintiendo el calor emanar de sus pulmones.

Comenzó por masturbarse con una camisa de Reborn hasta dejarla manchada; cuando se hubo seducido a sí mismo de esa manera, la arrojó al piso. Y sacó otra. Y otra.

Hasta que el armario quedó completamente libre de camisas, Colonnello se calmó.

—Con eso tendrá por haberme dejado solo-kora –se cruzó de brazos y se felicitó con orgullo, pero… ¿qué era eso escondido? El traje favorito, el impecable, el único que no le había visto puesto, se preguntó qué clase de ocasión estaría esperando Reborn para usarlo… una rabieta conjurada por los celos le sacó de la tómbola decenas de ideas sobre infidelidad y puso manos a la obra. Justificadamente.

Claro, y las Guerras Santas son plenamente justas.

 

De improviso en la noche Reborn llegó con la idea de dormir, sin embargo es sabido que en ocasiones el enojo priva a Morfeo de su víctima y fue cuando Ares entró en sesión.

Lo que el moreno vio pinta para Jean Delville, porque admirar a Colonnello en la cama con su camisa preferida puesta sobre la nívea piel, y cabe aclarar que sólo eso, resultó más de lo que pudo soportar; con creciente enojo se percató de la montaña silenciosa de ropa en el suelo, llena de manchas blanquecinas y una sonrisa cruzó su fas de pirata a punto de abordar barco.

Lo arrancó del ensueño y lo estrelló contra el armario.

—Explícate –murmuró, agarrando por el cuello a un sorprendido militar.

—¡KORA!

—¿Planeas conquistarme destruyendo mi guardarropa?

—Puedes decir eso-kora –vio que la mano del moreno se coló entre sus piernas, tocándole el trasero e invitando a la hombría a levantarse.

—Jugaste mucho con él en mi ausencia –lamió la oreja del rubio lentamente -. Veamos si me rindes ahora.

—Piedad-kora.

 

Al día siguiente…

—¡Maldito seas, Reborn-kora! ¡¿Cómo piensas que iré la reunión?!

—Eso debiste pensar antes –fumó con tranquilidad mientras el fósforo se perdía entre las llamas que consumían la ropa interior de Colonnello –. Cada vez que te palme las nalgas el día de hoy será divertido.

—… -sacó la bazuca y se encargó de destruir lo que quedaba de su habitación en común –. Quiero el divorcio-kora.

—Nos casamos mañana –se burló.  

—…Esperaré hasta que me cumplas en la noche, después te mato-kora.

 

No todas las sonrisas son de verdadera felicidad.

Pues estas sí.

 

 

Notas finales:

¿A alguien más le causó risa el 53? O sólo a mí. Hasta yo me rio de mi expropiada mediocridad. Seguramente terminaré por sacar otro FF. Y de estos dos. Tengo como otras tres ideas (La del 54, expandida, por ejemplo), cortas, malas, pobres, pero mías~ (Inserte canción Wuaripolo "Mala", por la ptm, amo esa canción. Si algún día se preguntan cómo opera la poca materia gris que tengo, escúchenla y verán que esa soy yo).
  Oh sí, hablando de canciones, en el capítulo anterior, la canción en inglés pertenece a Antonia. Se llama "Marionette". Está bien pinch* buena. Todo lo demás, es un juguete. Er, es mío.


Se acabó.

 Quizá no.


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