Y fue así como inició su calvario, de lo cual a veces se arrepentía.
Después de la discusión con Saralegui, notó a los de semestres avanzados mucho mas encarnizados con su persona.
-Eso me pasa por pelear con escuincles… y peor con esta clase de niños…-
De pronto, fue absorbido a un aula fuera de servicio, en donde lo amordazaron tres tipos mucho mas altos y robustos que él; tembló un poco, recordándose su nivel de lógica.
-¿Te comió la lengua el ratón?- murmuró uno- ¡Ah! Es cierto, no puedes hablar…-
“Creo que es mas que obvio imbécil…” pensó. Intentó sonreir aun con el trapo que tenía en la boca; de algo estaba seguro: no trataba con los seres mas inteligentes del mundo.
Decidió mantenerse calmado. Si algo nunca habían podido sus agresores era arrancarle gritos de dolor… o eso creyó.
-Hey Ada ¿Qué hacemos con este loco?-
-Con un demonio, no me gusta que me llames “Ada”… conmigo no cuentes, mi trabajo ya está hecho.-
-Pero Sara…-
-Me importa un comino lo que diga ese escuincle y tampoco me interesa trabajar con idiotas que no pueden mantener la boca cerrada… yo me largo…-
-Entonces ¿Me dejarás con este?-
-Arréglatelas solo Keenan, yo acepté únicamente por dinero… Nos vemos.-
Suspiró aliviado al ver el que grandote rubio se marchaba “Por lo menos el mas agresivo no me molestará… ahora quedan estos dementes…”
Los conocía: el tal Keenan cursaba el 7º semestre, mientras que la pelirroja era una asistente extraordinaria. Iba por las mañanas a tutorías de tesis y en las tardes dirigía un seminario de inducción a los nuevos alumnos pero cuando no se hallaba en las lecciones se dedicaba a “corregir” a sus compañeros del campus.
Y para la chica, él era uno de esos objetivos a corregir.
Se rumoreaba que ella se había declarado a Ken de una manera bastante humillante para un ego como el suyo… y que él, sí él, rechazó insultantemente despectivo la petición de la hermosa joven. Detonante final para la situación en la que se encontraba ahora.
Quienes sabían de la escena suponían una venganza.
Y no suponían mal.
Nunca se preocupó por las consecuencias de ese acto.
De todas maneras las resolvería luego… no por nada le apodaban “Gran Sabio”.
-Tú y yo nos volvemos a encontrar Murata Ken…- la cabellos de fuego le acarició rudamente la cara-… Es hora de saldar ciertos pendientes…-
Aquella, mas sensata que su compañero, le quitó la mordaza, viendo burlona la saliva que caía de la boca del joven cautivo.
-Entonces… ¿Qué hiciste esta vez, Murata?-
-Discutir con el mocoso que los contrató… deberías pensar en buscar a un secuaz menos hablador.-
-Lo sé… a Keenan suele enredársele la lengua.-
-Vilma… tú tienes cerebro de sobra como para comprender que esto no es nada correcto…-
-Claro que sé que no es correcto… pero no deja de ser divertido, Murata…-
-Vilma.-
-Y sabes, pequeño, que eso me fascina…- puso la blanca rodilla entre las piernas del peli-azul, apretujando los testículos sin recato.- En especial cuando se trata de insolentes como tú.-
-Vilma, seamos maduros, esto no solucionará nada… podemos llegar a un acuerdo.-
-Puede que para ti, Sabio, no solucione nada sin embargo, es como los abonos de un mueble en este caso, la cobradora soy yo.- murmuró con un tono agresivo a la vez que aplastaba el “paquete” del ojinegro- Así que prepárate.-
El compañero de la mujer sonrío lascivo. Conocía lo que le deparaba al idiota amarrado en la silla. Es por eso que le gusta la chica.
Es tan demente como él.
-Vil…-
-¿Qué quieres Keenan?-
-Te recuerdo que tienes que dejarle un poco de diversión a Saralegui, viene en una hora.-
-Grrrr ¿Por qué demonios le tengo que obedecer a una niñita?-
-Cómo sea, órdenes son órdenes, además que “Ada” se pondrá furioso con nosotros si la “niñita” se queja.-
-Mierda… ya que… Murata, prometo no ser cruel, así que estate calmado…-
-Insisto en que no es necesaria la violencia.-
-¿Y quien te dijo a ti que usaré la violencia?- esos ojos de mujer brillaron cual lava- Hace poco descubrí nuevos métodos de “corrección” y los aplicaré contigo, mi amor.-
-¿Es obligatorio que le llames a este loco “mi amor” Vil?-
-Keenan, te partiré la cara si vuelves a interrumpir- contestó de forma amenazante la moza.
-Puta madre, has lo que quieras, sólo recuerda no matarlo…- y molesto, se fue a la cafetería… tanta jodiencia le había provocado hambre.
-Siento mucho tener que taparte la boca, Sabio, pero lo que menos deseo es que te pongas a gritar…-
-ESPE…-
La oji-azul hizo caso omiso a los alegatos del chico.
Tomó una navaja para enterrar la punta debajo de las uñas de cada dedo de su víctima hasta llegar a la mitad; aquel, adolorido, no hacía mas que morderse los labios.
De ninguna manera lo hará gritar.
Eso es lo que busca la loca esa.
-¿Oh? Ya me rogarás que pare, estúpido.- diciendo esto, se sentó encima del mozo con las piernas abiertas para poder tener espacio. Le desabrochó los pantalones y tomó sin pena el falo, el cual empezó a masturbar salvajemente.
El ir y venir de las manos de la chica, que apretaban horrible, le provocaban choques eléctricos debido al placer combinado con los dolores dados. Ella, observadora, le estrujó el escroto, enterrando las afiladas uñas en la base del pene.
-Mira como se pone de duro… ¿Te gusta?-
Aquel no dijo nada.
De todas maneras no puede.
-Eres un pervertido… un masoquista pervertido…-
“Puede que sí… ¡Rayos! No quiero que mi primera vez sea con esta desquiciada…”