Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El chico pollo por aleii

[Reviews - 26]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Alooooo

bueno espero les guste el siguiente cap!

Saludos!!!

2-Psicoanalizandome

 

“Para poder amar a los demás, primero debes amarte a ti mismo”, solía decir Natalia cada vez que nos veíamos.

Hubo una época en la cual tuve una muy mala racha, todo el tiempo me sentía triste, y pensaba que nadie se fijaría en mí. Me veía como alguien soso, sin chiste, que pasaba totalmente inadvertido. Creía que jamás podría saber lo que era estar enamorado.

Ahora puedo decir que ese momento de mi vida, fue a causa de todos los problemas que tenía con mis padres acerca de mi homosexualidad, y mi baja autoestima.

Pero Natalia siempre estuvo ahí, insistiendo en que yo valía mucho más de lo que pensaba, insistiendo en que un bien día por fin me daría cuenta de lo hermoso que era por dentro y por fuera, y que lo único que me faltaba era un poco de confianza en mí mismo. Ella solía tener las palabras adecuadas para hacerme sentir mejor.

Y la realidad es que me ayudó muchísimo. Sobre todo cuando me presento a Martin.

Se conocían de la universidad, y en cuanto ella se enteró de que él era gay, no dudo en decirle que conocía al chico perfecto para salir. Y así fue como todo comenzó.

Natalia nos juntó a ambos una mañana para desayunar, y puedo decir que desde el primer momento que lo vi, quede totalmente enamorado. No sabría explicar que fue exactamente lo que sucedió, pero al verlo aparecer por la puerta del restaurante, sentí que mi corazón se detenía y supe que él pasaría a formar parte importante de mi vida.

Y no es que Martín fuera un chico increíblemente guapo, no, en realidad era alguien bastante común y corriente. Media un metro setenta y cinco centímetros, su cabello era rizado y castaño, y sus ojos miraban de forma cálida y dulce. Aun cuando fuera la primera vez que te encontraras con él.

Quizás fue eso lo que me enamoro. La forma en que me miro, y la firmeza con que tomo de mi mano al presentarnos.

Hicimos clic desde el primer comienzo.

Luego de aquel primer encuentro, todo paso de manera demasiado rápida, y antes de darme cuenta, ya estábamos saliendo.

Debo decir que cuando estábamos juntos, yo me sentía bien conmigo mismo, no tenía que fingir ni aparentar nada, y no paraba de sonreír. Al poco tiempo supe que estaba enamorado y no solo eso, si no que era correspondido. Puedo afirmar que me sentí como la persona más feliz del mundo entero.

Y por si fuera poco, mi mejor amiga, Natalia, no paraba de decir que formábamos una hermosa pareja y que estaba segura que si seguíamos así, pronto terminaríamos casados.

No es que yo ya hubiera pensado antes en unir mi vida con alguien más, sobre todo porque estaba seguro de que mis padres pondrían el grito en el cielo con solo imaginarlo, pero al pensar en que Martin y yo podríamos estar juntos por siempre, no podía negar que me parecía algo maravilloso. Un perfecto plan a futuro.

Todo estaba tan bien, que quizás tendría que haberme imaginado que no duraría por mucho tiempo.

El siguiente paso fue que Martin se mudara “temporalmente” a mi departamento. No estaría conmigo todos los días ya que tenía trabajo, pero al menos podría verlo en su tiempo libre, para poder aprovecharlo al máximo.

Y por unos meses todo fue a la perfección. Hasta aquel día.

Aún me costaba pensar en ese momento, incluso había llegado a pensar que era imposible… las dos personas que más quería en el mundo entero me habían traicionado.

Cuando me encontré con ellos en mi cama, nuestra cama, aquella en la cual había hecho el amor por primera vez con Martín, y donde habíamos pasado tantos momentos juntos, realmente me dejo en shock.

No recuerdo con toda claridad que es lo que ocurrió a continuación. Sé que grite mucho, y también llore. Luego les exigí que se fueran y que no me buscaran nunca más. Porque claramente tenían cientos de excusas para lo que había pasado, excusas que yo había preferido ignorar.

Un día después llame a Daniel, y sin darle ninguna explicación le pedí que me ayudara a sacar a la calle todas las cosas de Martín.  Para mi buena suerte, él no preguntó nada, y yo tampoco quise contarle.

 

-¿Mateo Aguilar?-me llamó la secretaria, mirándome a través de sus pequeños y redondos lentes-ya puede pasar

Afirmé y me puse de pie

Al igual que todos los jueves, entre en la pequeña oficina de Angélica, mi psicóloga, que como siempre ya se encontraba sentada en una silla que lucía incomodísima, mientras mantenía sobre sus piernas una libreta donde hacía apuntes.

Me miro sonriente y señalo el sillón café frente a ella. Me senté y espere que comenzara a hablar.

-¿Cómo has estado?-preguntó de manera rutinaria

-Bien, lo mejor que puedo estarlo

-¿Ya conseguiste trabajo?

-Sí, de hecho, comencé a trabajar hace unos días

-¿Y qué tal te va? ¿Cómo te has sentido?

-Pues… no me puedo quejar, Daniel me consiguió empleo de botarga

Sin poder resistirse, Angélica mostro una pequeña sonrisa.

-Ya veo-murmuró, anotando algo en la libreta-y cambiando de tema ¿Cómo va lo de Martín?

-¿Qué quieres que te diga?, cada vez me es más fácil aceptar lo que paso

-¿Y has hablado con ellos?

Negué

-¿Por qué? ¿No crees que sería una buena forma de entender que paso?

-¿Me estás diciendo que debería salir con ellos?-pregunté incrédulo

-Creo que sería una buena forma de cerrar el círculo

-Lo dudo… no vale la pena escucharlos

-¿Por qué?

-Porque para comenzar nunca tendrían que haber hecho lo que hicieron, se suponía que Martín me amaba y que Natalia era mi mejor amiga, ¿acaso yo simplemente debería perdonarlos y hacer como si nunca hubiera pasado nada?

-No me refería a eso, solo digo que deberías escucharlos, podría ayudarte a superar el problema y dar punto final a la relación

-Creo que les quedo bastante claro que ya no somos nada

-Ay Mateo-refunfuño Angélica-bueno, pero ellos han estado llamándote ¿no?, aunque sea deberías contestarle y decirles que dejen de hablar

-Preferiría no hacerlo, y si, no dejan de llamar a diario pero es su problema

-Ya paso un mes… vamos a esperar un poco y ya veremos que hacer

-No, ya te dije que no voy a volver a contactar con ellos Angélica-mascullé molesto, cruzándome de brazos

-Bueno, como quieras Mateo, yo solo quiero lo mejor para ti

-Lo sé, pero creo que esta vez estas equivocada, estoy bien y poco a poco lo voy superando, además, tampoco es que los odie, simplemente ya no quiero que formen parte de mi vida

-¿Seguro?

-Muy seguro

-Bien, entonces pasemos a lo siguiente, ¿hace cuánto que hablaste con tus padres?-preguntó, negándose a dejar los temas difíciles para otro día, suspire e intente contestarle lo más sinceramente posible

 

 

 

 

-¡Matt!-gritó Daniel, apareciendo a un lado mío-¿Cómo te fue con tu loquera?-preguntó tan delicadamente como siempre

-A la perfección-conteste sonriendo-insiste en que llame a mis padres y salga con ellos en mi tiempo libre

-¿Y qué harás?

-Nada, igual y les hablo en esta semana, pero no pienso salir con ellos

-Pobre bebé-murmuró el rubio, rodeándome con sus brazos-¿sabes que te haría sentir mejor?

-No voy a tener sexo contigo Daniel-refunfuñe, soltándome de su abrazo

-¿Ya mencione lo amargado que eres?-preguntó, mirándome con el ceño fruncido

-¿Ya mencione lo pervertido que eres?-replique

-¿Ya mencione que es tu culpa?

Lo mire indignado

-¡¿Mi culpa?! ¿Y cómo porque?

-Porque no deberías de andar semi desnudo frente a mí, eres demasiado sexy y es mucha tentación-dijo, señalando mi cuerpo

-En algún lugar me tengo que cambiar la ropa depravado, además llevo boxers-señale

-¿Y?, tengo demasiada imaginación-contraataco, bromeando

Me fue imposible reírme de ese idiota

-Eres un degenerado ¿lo sabías?

-Me lo han dicho…

-Y bueno, mejor cuéntame… ¿Quién era el chico de la otra vez?-pregunté cómo quién no quiere la cosa, girándome a él y dándole la espalda. No quería que viera mi expresión al recordar  a aquel chico tan sexy

-¿Cuál?

-Uno que estaba preguntando por ti

-No recuerdo…

-Uno alto, de cabello castaño, no recuerdo bien… pero estaba preguntando por ti

-¡Ahhhh! ¡Hablas de Fernando!

-No lo sé-murmuré, terminando de ponerme la parte baja del pollo-por eso te estaba preguntando

-¿Y tú porque quieres saber?-cuestiono, mirándome con sospecha

-Curiosidad-dije, encogiendo mis hombros, restándole importancia

-¿Curiosidad?

-Sí, bueno, estaba preguntando por ti, y nunca te había visto con él

-Ajá-dijo, dando a notar que no me creía ni una sola palabra

-¡Bueno! ¿Me vas a contar o no?

Daniel frunció los labios y se cruzó de brazos, mientras sus ojos me recorrían de arriba abajo. Por un momento me sentí como uno de esos chicos que se ligaba en los antros.

-¿Sabes?, creo que tenías razón el otro día

-¿Ah? ¿De qué hablas?-pregunté, sin entender a qué se refería

-Creo que si me ponen cachondo las botargas-afirmó, y en un segundo me tuvo arrinconado en una esquina de la habitación. Su mirada se había vuelto afilada e intensa. Y sabía a la perfección que era enserio que estaba caliente, era imposible negarlo. Lo conocía demasiado bien.

-Daniel ¿qué demonios haces?-refunfuñe, colocando mis emplumadas manos sobre su pecho, marcando una clara distancia entre los dos

-Aprovecharme de ti-susurró sobre mi oído, tomando el lóbulo de mi oreja entre sus dientes

-¿Puedo saber qué te pasa? ¿Acaso estás loco?-replique, intentando alejarlo

-¿Quieres que te cuente de Fernando?-preguntó

-Claro que quiero saber, pero no te comprendo ¿eso que tiene que ver con esto?

-Toda información tiene un costo-amenazó, apretando con más fuerza del lóbulo, mientras que respiraba con fuerza sobre mi oído, haciéndolo a apropósito.

Poco a poco comencé a sentir como mi cuerpo reaccionaba a él y supe que debía alejarlo antes de que lo notara.

-Pues entonces no me digas nada

-¿Seguro?-preguntó, mientras deslizaba el cierre del disfraz hacia abajo

-Muy seguro-afirmé

Pero ya era demasiado tarde, sus manos se encontraban sobre mis nalgas, apretándolas con fuerza, y su lengua, recorría mi cuello de arriba abajo, en una danza demasiado erótica como para poder resistirme.

-Ahh Daniel-quise quejarme, pero en realidad…

-¿Eso fue un gemido?-pregunto sorprendido, alejándose unos cuantos centímetros de mi lado, mirándome fijamente

-No idiota-mascullé, y aprovechando el momento, lo empuje

Nuevamente subí el cierre del pollo y mire malhumorado a Daniel.

-¡Esta vez si te pasaste!-exclamé

-Pero si te estaba gustando-se excuso

-Eres un idiota-sentencie y entonces di media vuelta, saliendo de la oficina

 

 

Hoy realmente no era mi día. Desde el primer momento en que me había despertado y había sonado la alarma, lo había intuido.

Todos los jueves eran iguales.

Y luego, Daniel terminaba rematando.

Enfurruñado y con ganas de regresar a casa, me coloque la cabeza de pollo sin una pizca de ánimo, y me recargue sobre la pared, mientras cargaba el letrero de “ensalada gratis”.

De verdad ¿Qué pasaba con él?, desde que se había enterado que Martín y yo habíamos terminado, se la había pasado insistiendo en que nos acostáramos.

Estaba seguro de que si no lo hubiera detenido hace un momento, Daniel por fin habría logrado su cometido y habríamos tenido sexo, ahí mismo, sobre la mesa de la oficina. Y la verdad es que no quería perder mi empleo.

 Solté un suspiro y mire aburrido hacías las personas que pasaban por la calle.

Cada vez era más fácil salir y hacer mi papel de pollo. Nadie me prestaba atención y solo debía usar el disfraz durante 4 horas. Así que realmente no era pesado. Quizás lo único malo era el infernal calor que sentía a veces. Justamente por eso prefería utilizar solo con unos boxers, de esa manera no me la pasaba sudando como puerco.

Realmente era un buen empleo. Incluso en algunas ocasiones podía cerrar mis ojos y echarme una siestecita dentro de la botarga. Al final de cuentas nadie se daba cuenta.

Así que eso hice. Esperaba que las cuatro horas pasaran rápidamente, para que yo pudiera olvidarme de la estupidez que acababa de cometer Daniel. De eso y de mi cita con Angélica. Había ocasiones en que me sacaba de mis casillas, tanto insistir con Martín y Natalia. No la entendía.

Para mi estaba más que claro que no tenía intención de verlos de nuevo. Pasará lo que pasara, hicieran lo que hicieran. Ya ni siquiera me sorprendía encontrarme al final del día con cientos de llamadas de su parte.

Probablemente debería cambiar mi número o simplemente bloquearlos.

Aunque quizás no estaba del todo preparado para eso. Por ahora solo hacía caso omiso al ver sus nombres en la pantalla de mi celular. Al menos hasta ahora habían sido lo suficientemente cobardes como para no buscarme en persona, y eso realmente lo agradecía.

No tenía ni la remota idea de cómo reaccionaría ante ellos.

-¡Mateo!-grito de pronto alguien, logrando que brincara dentro del traje

Abrí mis ojos de golpe, encontrándome con el tío de Daniel. Había sido atrapado, mala suerte la mía.

-¿Qué haces? ¡Muévete!-volvió a gritar y entonces no me quedó con otra más que comenzar a realizar aquel ridículo baile, moviéndome de un lado a otro, agitando el letrero.

Fue entonces cuando lo vi.

Hasta entonces no me había percatado de su presencia.

Martín se encontraba a unos metros de distancia. Llevaba aquel viejo y desgastado pantalón de mezclilla que tanto le peleaba, y una playera gris que no le conocía, y seguramente había comprado hace poco.

Parecía estar buscando algo. Pero no sabía que.

Miraba intercaladamente hacia el restaurante y hacia su celular.

Y de pronto, comenzó a caminar hacia “Pollitos al carbón” con decisión. Al instante pude sentir como me encogía dentro del disfraz de pollo, y por primera vez agradecí estar dentro de la botarga. De esta forma le sería imposible reconocerme.

Caminaba con prisa, sin dudar, y cuando paso a mi lado, sin dedicarme ni una sola mirada, fue cuando supe que aún no lo había olvidado. Mi corazón se encogió y sentí aquel molesto nudo en la garganta.

Perfecto, si pensaba que mi día era malo, estaba por empeorar.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).