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Fresas con chocolate para Cupido por HitchNoDanna

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Notas del capitulo:

Quiúbole mis fanseses! Segurito quieren darme una buena madrina por tardarme tanto en actualizar, pero como dije en los otros fics que ya subí, las vacaciones me cortan bien gacho la inspiración. Por fortuna solo duraron una semana y bueno… heme aquí con más inspiración y nuevo capítulo.

 

Este ya es el penúltimo capítulo de este proyecto… sí, ya no puedo seguir alargando más esta historia, así que decidí ya darle un final. Lo estaré subiendo para la semana que viene o si no antes de este fin de semana. Gracias por sus comentarios, me alegra que les esté gustando este fic. Bueno, antes de que me ponga sentimental, solo me queda decir ¡a leer, se ha dicho!

 

Disclaymer: los personajes de Junjou Romantica no me pertenecen.

XIX.- Lo susceptible de un corazón herido

 

Una daga negra había sido clavada justo en el corazón de su amado, arrebatándole el brillo a sus ojos verdes y destruyendo por completo la rosa blanca que ocupaba ese lugar, por ende sus blancas alas volvían a oscurecerse igual que su cabello. Lo que fuera que le hubiera hecho Anteros al castaño era muy poderoso y amenazaba con no revertirse jamás.

 

–¡Teresa, ve por los otros! –ordenó Haku-Eros con voz de trueno. La mujer obedeció sin rechistar.

–¡¿Por qué?! –Akihiko le gritaba a Eros, mientras sostenía el cuerpo inerte del menor– ¡¿Qué sucede?! ¡¿Por qué no funciona?!

–Temo que le hirió el corazón profundamente –musitó el pelinegro de ojos azules con pesar. El ojivioleta le miró, no entendiendo a qué venía eso– Un corazón herido es muy susceptible a ser manipulado por el odio y los sentimientos negativos, ese era el secreto detrás del poder de Anteros… (1) lo que sea que le haya pasado en mi ausencia debió lastimarlo tanto como para haberlo transformado así.

–¿Cómo? ¿Qué pudo haber pasado como para haberlo dañado así?

–Iba a preguntarte exactamente lo mismo, Akihiko –soltó con cierto reproche. El escritor agachó la mirada ante la realidad de esas palabras– Además, parece que la rosa sólo lo estaba lastimando más.

–¡Entonces voy a sacarle esta cosa! –Usami iba a tocar la empuñadura de la daga, pero Haku-Eros lo detuvo.

–¡No lo hagas! ¡No sabemos qué pueda hacer si la retiras así!

–Misaki… –más lágrimas se deslizaban por sus mejillas. A estas alturas ya no le importaba que lo vieran en ese estado, solo quería verse reflejado en esas esmeraldas al menos una vez– Todo es mi maldita culpa… me entregaste tu inocencia y cómo te lo pagué…

 

Vio que sus ojos se abrían lentamente, pero la esperanza se transformó en horror cuando vio que su color ya no era verde sino rojo como sangre.

 

–Te lo dije, Akihiko… –su voz tampoco era la misma– Misaki me pertenece.

 

Con un movimiento de mano hizo que el arma del brazo izquierdo apareciera como si nunca se hubiera roto, y al agitar la derecha se quitó al escritor de encima.

 

–¿Haru? –Haku estaba sorprendido, y no era para menos, pues aquel que se levantaba no era más que un cascarón del verdadero Misaki siendo ocupado por otro ente– ¿Cómo…?

–Estás muy equivocado si creíste que morí. Aquello que viste solo era un vehículo de mi alma.

–¡¿Qué demonios hiciste?! –le reclamó Usami.

–Simple, esta daga –se señaló a sí mismo en la región del corazón– me permite tomar control de cualquier humano cuyo corazón esté gravemente dañado… ¡y vaya que el de Misaki-kun lo estaba! Debo darte crédito por eso, Akihiko… enterarse de que me lo vendiste por tu afán de ser correspondido por Takahiro me hizo las cosas más fáciles.

 

 

XX.- La mejor cura para un corazón herido

 

Maldecía mil veces la hora en que abrió la maldita ventana y dejó entrar a ese maldito ente, pero se maldecía más a sí mismo, pues gracias a su ineptitud su verdadero amor se le escapaba de las manos. Para colmo, éste comenzó a atacar a Haku-Eros y el otro no tuvo opción más que pelear.

 

En tanto Teresa ya había vuelto con Violeta, Yukio y Joel en estado de inconsciencia.

 

–Akihiko-san –le habló– Necesito que corte todas las flores color rosa que encuentre.

–Pero…

–¡En estos momentos no puede hacer más que esto! –le replicó levantando la voz– ¡Cualquier esfuerzo, por mínimo que sea, puede hacer la diferencia entre tener o no a Misaki-kun de vuelta!

 

Ni lento ni perezoso cortó las rosas que Teresa le solicitó, y que no habían sido destruidas por Anteros. Una vez que ella las tuvo en las manos, las encajó en los corazones de todos los caídos en batalla, quienes poco a poco recuperaban la consciencia. La primera en despertar fue Violeta, seguida de Fanny y Aoitsuki y posteriormente Yukio y Joel. El último en abrir los ojos fue Kyöya, pues al ser el más pequeño entre los subordinados de Eros –sin incluir a Misaki– se encontraba muy débil.

 

Mientras tanto Eros-Haku y Anteros-Haru seguían peleando. El primero intentaba no lastimar al otro de gravedad, pues si lo hacía corría el riesgo de que el cuerpo muriera y Misaki no pudiera volver, pero el otro atacaba sin piedad… hasta podría decirse que intencionalmente permitía que se hiriera el cuerpo que fungía como vehículo de su alma.

 

Tris, tras… el choque entre sus mejores armas ponían a temblar todo el lugar, aun cuando se encontraban sobrevolando los cielos. El tiempo pasaba y todavía no había un ganador.

 

–Nii-chan, debes parar esta obsesión tuya de una vez –le decía Eros-Haku– los dos tenemos el mismo poder, podríamos pasarnos siglos enteros peleando y no ganaría ninguno de los dos.

–No estés tan seguro –la ira de Anteros-Haru incrementaba– ¡Haré que te arrepientas por cada pena que me hiciste pasar!

 

Iba a atestarle otro golpe a su hermano, quien ya estaba herido y un poco sucio de sangre, pero éste fue más rápido y sin pensarlo dio un golpe que destruyó la daga de su corazón.

 

–No tienes idea de lo que has hecho –Anteros-Haku decía sus últimas palabras.

–Liberar a Misaki de ti.

–Ya te lo dije, todo de Misaki me pertenece… su cuerpo, su corazón y su alma estaban vinculados a mí gracias a esa daga, y al destruirla eventualmente moriré, pero no seré el único…

–¡Misaki!

 

El color rojo de los ojos del vehículo del alma volvía a su verde original, anunciando así la extinción definitiva de Anteros-Haru. El cuerpo se precipitaba, pero Eros fue más rápido y lo tomó entre sus brazos. Al aterrizar, lo primero con lo que se encontró fue con unos ojos color violeta que le miraban con incertidumbre.

 

–Yo… lo siento, Akihiko-kun… –musitó con pesar, y le entregó el cuerpo inerte del castaño.

–¡No! ¡Esto no puede ser cierto! –el dolor y la desesperación se apoderaron del ojivioleta al ver que su niño no despertaba– ¡Misaki! ¡Misaki!... ¡MISAKI!

 

Todos los presentes miraban la escena con pesar, y el alarido de dolor de Akihiko Usami fue tan desgarrador que tocó sus corazones. Éste último atinó a hacer una acción final: con delicadeza apegó el cuerpo inerte de su amor contra el suyo, y lentamente fue juntando sus labios con los del pequeño, en un delicado beso cargado de ese amor que no pudo darle, pero que seguiría sintiendo por el resto de sus días. Apenas hubo ese contacto, nuevas flores brotaron desde los corazones de ambos, el chico volvía a su aspecto original y los cristales en sus muñecas –aun presentes– se fisuraban y hacían añicos. Una enorme alegría llenó su corazón en cuanto el beso fue correspondido.

 

–Usagi-san…

–¡Misaki!

 

Nuevas lágrimas brotaron, esta vez de felicidad. No entendía cómo, no entendía por qué, pero el tener a su niño de vuelta ciertamente le devolvía la felicidad y las esperanzas de pasar los siguientes días de su vida junto a él.

 

"Te equivocaste, nii-chan… Misaki-kun nunca te perteneció… él ya le pertenecía a Akihiko"

 

 

CONTINUARÁ…

 

Notas finales:

1. Aquí alude a los casos que Misaki o Eros dejaron sin resolver, y que se mencionan en los primeros capítulos, antes del secuestro de Misaki.

 

De verdad gracias por leer. Nos leeremos en la próxima entrega. Chaito.


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