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Eunhae: El corazón de la bestia por MishELForever

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Notas del capitulo:

Hola, este fanfic lo he publicado anteriormente en otro foro, no obstante es mi primer fanfic y me he animado a subirlo y espero que sea de vuestro agrado y gustosa aceptaré vuestras críticas constructivas.

La historia está narrada desde el punto de vista de Donghae y Hyukjae.

También advertiros que mis capítulos son bastante largos jeje.

POV Donghae:


Estábamos en la parte vip de una de las discotecas más lujosas e importantes de todo Gangnam. Allí no solo iba gente corriente como yo sino que también asistía gente importante como Kyuhyun, mi mejor amigo desde la universidad. Hijo de un cantante muy reconocido por toda Asia. Era por ello que él deseaba ser cantante, al igual que su padre, y para su suerte tenía una voz angelical. Su madre en cambio llevaba una marca muy reconocida de ropa.


Ella era muy amiga de la madre de Sungmin, una antigua modelo que ahora se encargaba de llevar una agencia de modelos, y gracias a eso se habían conocido los dos y se habían enamorado completamente a pesar de sus diferentes personalidades. En la discoteca también estaba Kibum con el cual llevaba saliendo tres años, dos más que el Kyumin. Él también era hijo de una familia adinerada, pues su padre llevaba una de las grandes empresas de entretenimiento de toda Corea, la JYP y en un futuro sería el sucesor. En definitiva, el único pobre era yo y a veces me avergonzaba el no tener dinero suficiente como para ir a sitios tan lujosos a los que iban ellos o vestir prendas tan caras como las suyas, pero me las apañaba y gracias a mi gran dedicación en los estudios conseguí una beca para estudiar periodismo en la universidad más importante y prestigiosa de Seúl que fue donde los conocí. 


Nos habíamos reunidos porque aquella mañana mientras salía del restaurante Handel and Gretel, en el que había trabajado durante mis cuatro años de universidad para pagarme los gastos, y empezaba a caminar por las frías calles otoñales de Seúl, recibí una llamada dándome una noticia que me dejó de piedra. El trabajo por el que un millón de personas se peleaban al fin era mío.


Al principio no me lo creía e hice que la mujer me lo repitiera varias veces para asegurarme de que no era un sueño. En cuanto colgué el teléfono empecé a bailar y dar saltos de alegría hasta que me di cuenta de que estaba en mitad de la calle y que toda la gente me estaba mirando, pensando seguramente que estaba loco y razón no les faltaba pues estaba loco de alegría, porque aunque yo deseaba con todas mis fuerzas  trabajar como redactor en la revista SMent, una de las revistas más prestigiosas e importantes de toda Corea por no decir de toda Asia, había conseguido trabajo para la KRY que era igual o más importante que la SMent ya que era conocida mundialmente. Solo había dos problemas. El primero era que no trabajaría de redactor si no de segundo ayudante o mejor dicho, de secretario para el editor jefe de la revista. El segundo problema era que la revista era de moda y yo no tenía ni la más remota idea de eso, de hecho mis gustos eran simples y corrientes y con el dinero que tenía para sobrevivir era más que suficiente, además todo aquel mundo era tan extravagante y superficial para mí. 


Cuando les conté la buena noticia a mis amigos y a mi novio se echaron a reír. No llegaban a creer que una revista de moda me hubiese escogido a mí para trabajar para ellos, y lo cierto era que ni yo me lo creía, pero estuvieron un buen rato mofándose de mí, tanto que me llegaron a cabrear hasta que al final para disculparse y celebrar la buena nueva, decidimos venir a esta discoteca que se había inaugurado hace poco.


Por mi parte también deseaba pasar más tiempo con Kibum puesto que aunque llevábamos viviendo dos años juntos, apenas nos habíamos hablado en estas dos últimas semanas ya que él estaba liado con su trabajo en la empresa de su padre y yo últimamente había estado ocupado con mi entrevista de trabajo.


Íbamos ya para la sexta ronda de bebidas pero Kibum se negó a beber y me prohibió a mi también hacerlo recalcando de mala manera el que yo no aguantara tan bien el alcohol y que no pensaba volver a cargarme para ir a casa como la última vez. Eso me cabreo un poco porque esa noche quería dar lo mejor de mí, porque era mi noche y deseaba beber y bailar tanto como quisiera pero como buen novio que era le hice caso y dejé de beber aunque eso si, a regañadientes.


Fuimos a la pista a bailar y podía ver como Kyu bailaba descaradamente sexy para atraer la atención de Sungmin y lo cierto era que lo estaba consiguiendo. A Sungmin se le caía la baba al ver bailar a su novio, pero no era el único ya que a todas las personas que estaban a su alrededor también se les caía la baba, por eso Sungmin les dirigía unas miradas tan amenazadoras que todos se giraban temerosos y continuaban con lo suyo y Kyu solo se reía de la actuación de su novio el cual refunfuñaba el que esa gente le prestara atención a Kyu, el cual solo le pertenecía a él y blah  blah blah. 


Por otro lado Kibum se sentía incomodo porque no era un buen bailarín y le incomodaban las fiestas, discotecas…  así que se retiró dando la escusa de ir  al baño. Me había quedado solo pero aún así me puse a bailar siguiendo el ritmo de la canción Nice and Slow que sonaba en ese momento.  


Lo cierto era que me encantaba bailar, me hacía sentir vivo y libre y era una manera de desconectar del mundo entero. 


Mientras bailaba notaba como alguien me observaba pero cuando buscaba entre toda la multitud no veía a nadie así que supuse que eran imaginaciones mías.


Al acabar la canción apareció Kibum.


-Hae lo siento pero debo irme ya.- Me dijo bajando la mirada. 


-¿Debemos irnos ahora? Pero si es sábado y solo es la 1 de la madrugada además está empezando lo mejor. Quedémonos una hora más… ¿vale? 


-Hae tú puedes quedarte y seguir disfrutando. Yo en cambio debo irme porque he recibido un mensaje de mi secretaría y la reunión del martes se hará el lunes a primera hora así que debo ir a prepararla.


-¿Es que tu secretaria nunca duerme? Dije con algo de sarcasmo. -Además, ¿puedes hacerlo más tarde o mañana no?, entonces ¿por qué tanta urgencia?- le reproché. Él solo me miro apenado. –Hae lo siento pero debo acabar hoy y si me quedo más tiempo tendré una resaca tan grande que me será imposible acabar. Mañana debo ir a ver a un cliente importante y no me dará tiempo. ¿Lo entiendes verdad?


-Está bien. Haz lo que quieras. Yo iré después a casa.-Le dije cabreado. Él solo volvía a dirigirme esa mirada de culpabilidad que me hacía sentir mal. –Hae… ya sabes que lo siento. No te enfades. 


-Está bien. Vete tranquilo.- le dije con una sonrisa. Lo cierto es que me era difícil enfadarme con él. No me gustaba verlo triste. 


-Pienso compensártelo, te lo prometo.- me dijo con una de esas sonrisas suyas que me encantaban.


-Más te vale. 


Cuando se fue me giré para ver al Kyumin pero los muy traidores ya se habían ido a no sé dónde y a hacer Dios sabe que cosas. Así que me volvía a encontrar solo en mi gran noche. Vaya amigos tenía. Me dirigí cabreado a la barra y pedí lo más fuerte que había a pesar de que le había prometido a Kibum no beber más por esa noche pero él ya no estaba así que me daba igual. 


Lo único que deseaba era volver a aquellos tiempos en los que pasábamos horas y horas juntos e incluso sin hacer nada, solo acostados en la cama, yo me sentía el hombre más feliz del mundo porque le tenía a él y ahora el idiota se iba y me dejaba solo. 


Volví a pedir, esta vez, el tercer vaso de whisky. Solo deseaba liberarme y olvidarme de todo. El camarero me entregó el vaso y yo con mi mano temblorosa intenté llevarlo a mi boca pero antes de que rosara siquiera mis labios unos chicos jóvenes y borrachos llegaron a la barra a pedir y me empujaron. Por consiguiente mi bebida acabó en la camiseta blanca de un chico.


-Lo siento- dije en un tono seco mientras miraba mi vaso vacío lamentando más el haber desperdiciado tan buen trago que el haberle manchado. 


-¿Enserio lo sientes?- dijo en un tono más bien burlón. –Tienes una buena manera de demostrar lo apenado que te encuentras. –Seguía diciendo con su tono burlón mientras recalcaba lo de apenado… el muy cabrón. 


Lo cierto es que no estaba para nadie y por consiguiente no quería que nadie me molestara.


-Lo siento muuuucho. ¿Contento? - Le dije mientras me giraba a verle con cara de pocos amigos para que así entendiera de una buena vez que quería que me dejara tranquilo. Pero en cuanto vi su rostro mi cara cambió radicalmente.


Por un momento pensé que veía una visión provocada por el alcohol. Podía sentir como mis ojos se abrían desmesuradamente intentando captar toda la belleza que desprendía ese ser tan hermoso que estaba sentado a tan solo centímetros de mi lado. Mi boca estaba entreabierta y no la podía cerrar. De hecho mis fuerzas me habían abandonado y no podía mover mi cuerpo, solo mis ojos que lo miraban con fuerza de arriba abajo. La música la escuchaba como un susurro lejano y sentía alto y claro cada latido de mi alterado corazón que parecía que en cualquier momento se saldría de mi pecho.


Mi vista estaba fija en él y no la podía apartar hasta que me di cuenta que él también me estaba mirando. Su mirada era oscura y penetrante lo suficiente para que mi cuerpo entero se estremeciese. Nos quedamos mirando fijamente durante unos preciosos segundos y sentía como sus ojos penetraban mi alma. Estaba tan nervioso y sentía mis mejillas arder ¿de vergüenza?, finalmente giré mi rostro y volví a fijarlo en mi vaso vacío y en ese momento creí ver el esbozo de una sonrisa en su expresión, pero no estaba seguro, por eso le miré de reojo y en efecto, él tenía una sonrisa burlona y su mirada seguía puesta en mí, de hecho, no se había movido. Continuaba sentado en aquel taburete en posición a mí. Con sus piernas cruzadas y su brazo derecho apoyado en la barra mientras que su mano aguantaba su bello rostro de cabellos rubios. 


Por su ropa sabía que era rico, pues llevaba un tejano de alguna marca famosa que había visto en una de las revistas de Sungmin. Su camisa era blanca o al menos lo era antes de que yo tan torpemente le tirara el whisky encima manchando lo que parecía una camisa demasiado cara como para poder permitírmela.


Esta vez sí me sentí mal por haberle manchado y me volví a disculpar, pero de mi boca solo salió una vocecita que no creí que él la hubiera escuchado ya que esta vez sí fui consciente del ruido que había en la discoteca. Pero él solo sonrió aún más.


–No tiene importancia- me dijo. De repente vi como sus ojos examinaban mi rostro y con su mano libre agarró un mechón de mi cabello castaño y me lo apartó.


Apenas me había tocado pero el sentir su roce casi imperceptible fue como una descarga eléctrica en mi cuerpo liberando mis cinco sentidos y es que su simple roce hacía  aflorar sensaciones únicas en mi cuerpo, sensaciones que yo desconocía, sensaciones que me ponían nervioso pero a la vez tan vivo. ¿Vivo? Fue entonces cuando escuché la canción que sonaba. Diamonds de Rihanna. Ya la había escuchado antes pero nunca la había entendido tanto como ahora, y es que él era una visión de éxtasis que brillaba radiante como un diamante en el cielo y el hecho de que solo me mirara a mi me hacía sentir feliz y vivo.


Al igual que en la canción en ese momento solo deseaba que fuéramos uno. Una sola persona compartiendo todo. Y de repente pensé en cómo sería el compartir su ``todo´´ conmigo. Cómo se sentirían sus caricias en mí y si sus labios se sabrían tan deliciosos en los míos o en cualquier parte de mi cuerpo, en… ¿Pero en que estaba pensando? Me reprendí mentalmente y lo cierto es que me dio gracia. Si él supiera en lo que estaba pensando seguramente pensaría que era un degenerado y muy posiblemente le daría asco y se alejaría de mí.


-¿De qué te ríes?- Me preguntó con aquella voz tan sexy sacándome completamente de mis pensamientos y al recordar en lo que pensaba me sonrojé. 


–En nada… solo me gusta la canción.- Le dije con una sonrisa nerviosa.


-¿Ah sí?


Yo solo asentí y le volví a sonreír. ¿Es que acaso no podía dejar de tener esa estúpida sonrisa en mi cara? 


-Me gusta tu sonrisa.-Me dijo como si me hubiera leído el pensamiento. Yo simplemente volví a mirarlo y rápidamente volví a bajar la cabeza pero entonces él se levantó y me asusté. Pensé que se iría y me dejaría pero en vez de eso se acercó más a mí.


Dios cuanto más cerca mi corazón más se aceleraba y mis mejillas se ponían más rojas de lo que ya estaban y mis ojos curiosos observaban cada movimiento de él y de repente nos quedamos a escasos centímetros el uno del otro. Observé que su mirada había cambiado a una mucho más oscura y que ahora sus ojos tenían un brillo que me asustaba y excitaba a la vez. Pero yo solo podía fijarme en sus labios, los cuales se iban acercando cada vez más.


De repente cogió mi mano derecha que estaba totalmente inmóvil y aquel simple roce me hizo sentir que me desmayaría. Lo tenía tan cerca y me avergonzaba pensar que él podía escuchar los fuertes latidos de mi acelerado corazón o notar aún más lo nervioso que estaba, pero entonces, en ese momento hizo lo menos esperado.


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