-¡vamos Nami, el viejo de la tienda de carne dijo que era el mejor lugar de la zona!-exclamo un chico de su edad, de cabellos negros y una enorme sonrisa surcando sus labios- ¡¡COMIDA!!!-grito, ganándose un enorme golpe de una mujer a su lado que lo dejo prácticamente empotrado en el suelo-
-Oh, no…-rogaron ambos a la vez, intentando ocultarse sin mucho éxito al ver el resto de la banda entrar al restaurant donde se encontraban…-
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-¿Qué se supone que haremos ahora?- susurro el espadachín nervioso, sudando frio al pensar en las horribles posibilidades que podían ocurrir si la tripulación los reconocía-
-tendremos que fingir hasta que se marchen, pasar por delante de ellos cuando están a tan solo unos metros de la salida puede ser aun más peligroso- contesto el cocinero en el mismo tono de voz, intentando que sus manos no temblasen mientras buscaba alguna vía de escape sin ningún resultado positivo-
Ambos gruñeron resignados ante el giro inesperado que había tomado su hasta ahora perfecta cita, pero sabían en sus interiores que algo que marchaba tan bien no podía durar para siempre.
Al estar en el lugar más reservado de aquel restaurant les daba cierta ventaja, pudiendo esconder con mayor facilidad entre los pocos clientes que se encontraban junto a ellos. Pero a su vez, su propia estrategia les cerraba el paso a la salida y al baño más próximo.
Estaban en el ojo del huracán, sin posibilidades de huir sin verse descubiertos.
Solo les quedaba esperar que el barullo ocasionado por su capitán les diese la oportunidad de escabullirse sin ser notados, o al menos que aquello cabrease a la navegante, obligándolos a retirarse del lugar antes que terminasen por dejar al lugar en banca rota. Empezaron a comer sin poder disfrutar de los exquisitos platillos que el maître había traído para ellos, sintiendo una horrible sensación en su estomago que les dificultaba incluso tragar cada bocado.
Mientras tanto, en la mesa donde se encontraban los Mugiwara, Nami y Robin se encontraban charlando calmadamente, algo más alejadas del resto de la tripulación para poder comer con tranquilidad y sin la patente amenaza de su capitán y su rapidez para robar la comida ajena. En un instante, la arqueóloga vislumbro a lo lejos a un chico de cabellera naranja; logrando que un suspiro escapase de sus labios al darse cuenta que ahora no solo peligraba su cita, sino que también su relación seria descubierta si no hacia algo antes que sus acompañantes, sobre todo la navegante, fijaran su vista en la peculiar pareja que se encontraba con ellos en aquel restaurant.
Su mirada se desvió unos instantes de sus amigos para fijarla en la pelirroja, intentando ser lo más discreta posible mientras buscaba una posible salida para ambos. Pero, tal y como lo había pensado Sanji minutos atrás, estaban literalmente en el ojo del huracán.
El cocinero no se había dado cuenta de la presencia de la morena debido a que se encontraba dando la espalda a la tripulación, una enorme ventaja para ocultar su identidad. aun así, Robin sabia que sería aun más arriesgado intentar llamar la atención del espadachín, quien debido a su nerviosismo no se había percatado en ella y, al menos, sabía que aunque era fácil reconocerlo, la distancia les ayudaba y cualquiera que conociera a Zoro pensaría dos veces si en verdad se trataba de él.
Después de todo ¿Quién en su sano juicio pensaría que Roronoa Zoro, el famoso cazador de piratas, usaría una peluca tan chillona como esa? Solo había una respuesta posible: el cocinero de la tripulación, KuroAshi no Sanji.
Robin dejo escapar una risita al pensar en aquel detalle, dándose cuenta de lo mucho que había cambiado el peli verde desde que su relación con el rubio había empezado. Agradeció mentalmente que el músico se hubiese ofrecido a quedarse a cargo del Sunny para no crear pánico entre las parejas de enamorados, esperando la ocasión correcta para crear una distracción y avisar a sus nakama a través de sus poderes para que pudiesen escapar.
-oye, Robin- le llamo la navegante en tono confundido, logrando poner alerta a la chica al ver que esta tenía su mirada fija en la mesa donde se encontraban sus amigos- ¿has visto hoy a Sanji kun? Para ser día de San Valentín se me hace extraño que no esté acosándonos aun más que de costumbre-soltó una pequeña risa, de alguna forma extrañaba los interminables halagos y declaraciones de amor que el cocinero le regalaba día tras día. Y ahora, que se había perdido de vista luego del desayuno, la curiosidad había empezado a embargarle por dentro hasta volverse insoportable-
-dijo que tendría una cita y que no volvería hasta mañana en la mañana antes de zarpar- respondió la morena en tono casual, ocultando parte de la verdad con astucia de la inteligente peli naranja-
-ya decía yo que me parecía raro que no nos persiguiera por toda la isla para tener una cita. Aunque claro, desde que empezaste tu relación con Franky te ha dejado de molestar-rio nuevamente, sin saber lo equivocadas que estaban sus palabras ni el verdadero motivo por el cual el rubio había dejado en paz a la arqueóloga- pobre de la chica que este con él en su cita. Seguro veremos a Sanji kun de vuelta cuando lleguemos a cenar- murmuro en tono cómplice, alzándose de hombros con diversión al imaginar al cocinero babear por cualquier chica de la isla y perseguirla hasta el cansancio con melosidades y regalos que quien sabe de dónde sacaba-
-yo no diría eso, Nami. El es n gran chico, solo hay que saber entenderle. Además, hay muchas personas que matarían por un poco de atención como la que él nos ofrece todos los días- contesto mientras recordaba las más que evidentes escenas de celos que el espadachín hacia cuando Sanji no le prestaba atención, entendiendo mejor que nadie lo desolado y deprimido que debía sentirse al pensar que nunca podría igualarse a una mujer para poder alcanzar su amor- “necesito sacarles de aquí ahora, o todo el esfuerzo que hizo Sanji para tener una cita se irá por la borda”- pensó preocupada, desviando su vista a la mesa donde almorzaban los chicos cuando una idea paso por su cabeza-
Con disimulo pero rapidez Robin tomo la mano del ciborg, alejándolos del resto de la tripulación por unos momentos para comentarle la situación en la que el espadachín y el cocinero se encontraban. Sabía que no podría lograr sacarlos de allí por su cuenta, y el peli azul era el único en quien podía confiar en esos momentos antes que fuese demasiado tarde.
Franky abrió los ojos desmesuradamente ante las palabras de la morena, asintiendo con suavidad mientras volvía a la mesa, sin hacer comentario alguno al respecto. Siguió las bromas de su capitán sin dejar de lado la conversación con el mentiroso sobre posibles armas para el Sunny, hasta que el momento indicado apareció y llevo a cabo su plan.
Al ver que Luffy, cansado de esperar por su comida había empezado a asaltar otras mesas, con agilidad robo una de sus Pop Green que siempre traía cargando en su cinturón y la estrello contra el suelo, haciendo crecer a una gigantesca planta carnívora que sembró el pánico en el resto de los comensales.
Sin perder tiempo Robin hizo crecer una mano en la espalda del peli verde, empujándole con fuerza para llamar su atención. Zoro, al darse cuenta de la presencia de la arqueóloga quien a duras penas lograba calmar a la peli naranja tomo la mano del cocinero y le guio con rapidez hacia la salida, pasando desapercibidos entre la multitud que huía presa del miedo fuera del restaurant.
Corrieron sin detenerse hasta que el local desapareció de su vista, jadeando con fuerza mientras intentaban recuperar la respiración pero con una enorme sonrisa en sus labios. Ahora le debían un enorme favor a la arqueóloga por haberles salvado de esa situación, dándoles una oportunidad más para seguir con su cita sin que su relación quedase expuesta ante el resto de los tripulantes.
Pero lo que ninguno de los dos sabría, ni tampoco la morena ni el ciborg, es que Nami ya se había percatado con anterioridad de la presencia del espadachín en el restaurant, confirmando sus sospechas al verle pasar corriendo a su lado y distinguir en una fracción de segundo el brillo de sus pendientes que relucían en una de sus orejas.
-“parece ser que Sanji kun no es el único que ha salido a divertirse”-pensó la navegante con una sonrisa divertida, aun algo extrañada que sus dos compañeros, a pesar de ser muy codiciados por las chicas, nunca habían tenido una cita. Uno por su falta de suerte, y el otro por su nulo interés hacia el sexo femenino- “me pregunto con qué tipo de chica estará…o más bien que chica ha tenido l suerte de llamar su atención…”-se pregunto para sí misma curiosa, pagando las cuentas de la reparación del restaurant con el dolor de su alama y de su corazón- “supongo que siempre podre averiguarlo. Esta isla no es muy grande y aunque ese idiota se haya disfrazado sigue llamando mucho la atención”-una diabólica sonrisa se formo en sus labios, pensando mil y un planes para descubrir al peli verde antes que acabase el día-“no te preocupes, Zoro kun. Soy una buena persona y te ayudaré en tu cita antes que termines con toda la marina tras tus espaldas y la chica que te acompaña. Aunque claro, eso no te saldrá nada gratis…”
Tsusuku (o tal vez no xD)