Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Irony por Ms Ohorat

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola, después de tanto tiempo!

Sí, sé que me he tardado, pero es que se me secó el cerebro como ni se imaginan. Ésta historia es de mis favoritas, y creo que por fin ya he pasado la etapa de quedarme en blanco hehehe :'D

¡He cambiado mi forma de escribir! Espero que no les moleste, pero creo que ya he mejorado y que sería bueno demostrarlo a partir de ahora. 

Sin mas que decir, ¡A leer!

Ms Ohorat.

Kyungsoo.

 

(Cinco días después).

 

Esta vez, luego de semejante reunión con personas que ni siquiera deseaba ver (Jongin), ni conocía pero que se habían metido de coladas de todas formas (¿Chanyeol era?), y después de una relajante semana a solas sin esos parásitos, el teléfono había sonado justo en mi oído, arruinando la, hasta ahora, armonía que había en la cocina desde que me levanté hasta que me serví mi deliciosa taza de café, poniéndome de mal humor en segundos.

 

Y el bendito aparato cada vez sonaba más, y más fuerte, sin intenciones de detenerse.

 

— ¿Es que nunca se va a callar? —me quejé entre dientes, lanzándole una mirada de muerte al artefacto—. Todos los días es lo mismo, y siempre para lo mismo. ¿Por qué no simplemente renuncio?

 

"¿Por que aún no he encontrado un trabajo igual de bueno, quizá? ¿Por que ni siquiera me he molestado en buscar otro? Sí, tal vez"

 

Refunfuñando, caminé hasta él y atendí bruscamente.

 

— ¿Qué? —escupí enfadado, sin pararme a ser amable con quién quiera que sea la persona que llamaba.

— Muy buenos días, señor Do. Habla Thomson, de la compañía WBS, ¿la recuerda?

 

"Y volvió a aparecer este tarado... "

 

— Sí, me acuerdo —contesté sin interés—. ¿Necesita algo?

— Sí, verá —comenzó—. Resulta ser que necesitamos sus servicios nuevamente, para una sesión de fotos. Promoción, ya sabe. Y la petición que ha hecho el modelo ha sido específicamente por usted.

— ¿Ah, sí? —me mostré súbitamente interesado ante eso, y es que aquello no sucedía todos los días—. ¿Y quién es el modelo, si puede saberse?

— El mejor de la compañía, Señor Do —contestó de lo mas alegre, como si estuviese orgulloso por algo, y dándome a mi una extraña sensación de desasosiego—. Kim Jongin, por supuesto.

 

Ya decía yo por qué había tenido ese mal presentimiento...

 

"¿Por qué he sido, específicamente, pedido por Jongin, eh? ¿Qué jodidos le pasa a ese?"

 

Comencé a contar hasta diez para no explotar de la repentina rabia, y sostuve el teléfono con fuerza.

 

Realmente... si ese imbécil creía que iba a aceptar la propuestaasí sin mas, y aún enterándome que había sido de él la culpa, estaba loco. Ni de broma iba a trabajar de nuevo fotografiando algo que me interesaba menos que la mugre de mis zapatos, ni mucho menos si ese estúpido iba a estar ahí. ¿Qué se creía? ¿Que, luego de esa charla y el pequeño momento de sinceridad, íbamos a ser amigos inseparables? Jamás con ese bisexual folla-culos. Jamás.

 

— No tengo tiempo —respondí sin titubear—. A decir verdad, espero que...

— ¡Kyungsoo-hyung, aguarda!

 

De mi garganta, mas que terminar la frase que iba diciendo, salió un grito de mil demonios que sería capaz de despertar hasta al mas muerto de entre todos los muertos, a causa de la familiar voz que había hablado justo en mi oído descubierto.

 

Y casi sentí sus órganos entre mis dedos.

 

"Yo lo mato. Lo mato. Lo mato. Y no estoy bromeando ahora, porque, lo juro, ¡lo mato, y será a sangre fría!"

 

Cuando pude darme cuenta, había caído de culo al suelo por el susto y mi mano estaba sobre mi pecho, tratando de regularizar mi respiración, la cual se encontraba total y absolutamente agitada. Jongin, en cambio, tomó el teléfono, que había quedado colgado en el borde de la mesa cuando lo lancé al aire, y cortó la llamada con una sonrisa burlona en los labios.

 

Bastaron tres segundos para que aquella expresión le cambiase por completo a una de horror en cuanto me había levantado y había tomado el cable del teléfono con una rapidez casi subnormal.

 

Y retrocedió, con ambas manos delante de mi, pidiéndome que me calmase.

 

— Kyungsoo —soltó con una voz que no fue temblorosa, pero que no pudo disimular del todo su pánico—. Tranquilo, ¿bien? Baja el cable. Arreglaremos esto como personas civilizadas...

— Primero que nada —interrumpí entre dientes, golpeando la especie de soga improvisada contra mi mano de manera amenazante—. ¿Qué mierda haces en mi departamento, eh? ¿quién te ha dado el permiso a, siquiera, pisarlo?

— P... Pues...

— Segundo, maldita sea —escupí, acercándome a él a paso lento—. ¿Por qué jodidos haz pedido por mi para que fotografíe tu estúpida persona, ah? Te he dicho muy bien que el trabajo me molestaba hasta los cojones, y tú también.

— Bueno... —musitó nervioso, retrocediendo a medida que yo avanzaba, y quedando pegado a la pared de la cocina.

— Y tercero —me detuve frente a él, y dejé de dar golpecitos con el cable—. Por asustarme de esa manera —lo miré de forma sombría—... date por muerto.

 

Antes de que pudiese dar un paso, coloqué mi pie frente al suyo, trabándole y mandándolo al suelo de boca. Y me coloqué encima de su espalda sin suavidad alguna, estirando el cable de mis manos y comenzando a ahorcarlo.

 

— ¡Agh, K... Kyungsoo! —se quejó con voz rara. Ha de ser por lo que apretaba su cuello.

— ¡Cállate! ¡Te enseñaré a respetar a tus mayores y a no entrar en casas ajenas por el balcón!

— D... deberías cerrar... la ventana entonces —soltó sin embargo, provocando que apretara mas el agarre.

— No te quieras pasar conmigo, Kim Jongin, que soy capaz de mandarte al hospital hecho trizas.

 

Jongin hizo un ruido estrangulado.

 

— ¡S... suéltame! —demandó.

— No hasta que respondas a lo que te he preguntado —respondí de los mas normal, como si aquello fuera un juego de niños y no un intento de homicidio.

— ¿Es... en serio? —soltó incrédulo el moreno.

— Siempre hablo en serio.Ahora —levanté su rostro como pude—, ¿por qué demonios has entrado a mi departamento?

— Solo quería... saludar.

— Saludar —repetí con la ira carcomiéndome por dentro—. ¿Y no crees que habría quedado apropiado y mucho mas tolerable el que me hayas preguntado primero, idiota? ¡Me has dado un susto de muerte apareciéndote así!

— Pero... Kyungsoo-hyung... —musitó; la voz haciéndosele ronca—. Si te lo hubiese... preguntado, jamás me hubieses... dejado entrar.

— Eso no es verdad —negué, casi como si estuviese tratando de convencerme a mí mismo mas que contradiciéndole a este imbécil.

— Sabes que... así hubiese sido.

— Cállate. Pregunta número dos —dije, tratando de evitar lo anterior. Este maldito ya me iba ganando—. ¿Por qué haz pedido en tu trabajo por mi?

— Porque... —él sonrió de lado de repente, a pesar de estar sufriendo, y mi paciencia ya iba agotándose, aún mas con ese estúpido rostro de chico superior que ponía— es divertido molestarte.

— ¡Ah! —tironeé de él de pura histeria, hasta escuchar un ruido sordo pero fuerte por toda la habitación que me dejó petrificado y con los ojos abiertos.

 

Demonios... nunca creí que mi paciencia acabaría tan pronto.

 

Lentamente, me levanté de encima suyo y quité el cable de su cuello con manos algo temblorosas, y me arrodillé frente a él.

 

— ¿J... Jongin? —solté a penas audible, hundiendo un dedo en su mejilla—. ¿Estas bien?

 

La única respuesta que me había llegado había sido el silencio. Eso, y mi acelerado corazón apunto de estallar del pánico. Mordí mi labio inferior, volviendo a picarle la mejilla repetitivamente, esperando a que se quejara o hiciera algún ruido. Algo.

 

— ¿J... Jongin? —volví a probar suerte, para ver si contestaba o si me estaba gastando una broma (y, si era eso, volvería a ahorcarlo, porque estaba volviendo a asustarme).

 

El chico en el suelo, sin embargo, se quedó ahí quieto, sin mover un dedo, sin hablar, sin decir nada.

 

Y de pronto entré en pánico absoluto.

 

— Oh, Por Dios —murmuré, levantándome rápidamente—. Jongin, si esto es algún tipo de broma pesada, ¡que acabe ya!

 

Pero el moreno ni se inmutó. Había quedado plasmado al piso, como una especie de muerto.

 

Allí comencé a desesperarme.

 

— Maldita sea... ¡Maldita sea!—dije, arrodillándome nuevamente al lado de él y tratando de levantar su cuerpo inerte—. ¡Todo menos esto, por favor! ¡Jongin, despierta, demonios! ¡Dime que te haz dormido de repente, como el bisexual raro que eres!

 

La habitación se había sumido de nuevo en un silencio cuando no hubo respuesta, y, sin saber qué mas hacer, lo arrastré hasta mi habitación y lo lancé a la cama. Él aún seguía con los ojos cerrados, con una expresión extrañamente tranquila, y había pensado que, por un momento, ya había pasado al otro mundo.

 

Luego vi brotar la sangre de su frente, y confirmé mis peores sospechas.

 

Dios mío, no. Yo...

 

Le he matado.

 

-

 

Me senté en la mesa de la cocina una vez me había servido la segunda taza de café.

 

— Así que de eso se trataba.

 

El chico frente mío asintió, quejándose al segundo al sentir el dolor en su cabeza. Tenía sujeta con una mano una bolsa de hielo sobre su frente, en el lugar donde había sido el golpe, y en la otra mano una taza de té que sorbía de vez en cuando.

 

— Duck estaba mas que desesperado por realizar las sesiones de fotos, pero no tenía un fotógrafo que captara lo que él quería. Y, viendo cómo te había felicitado y te había dado paga de mas, creí que tú serías una buena opción. Solo fue eso, lo prometo. A él nunca se le hubiese ocurrido con tantas cosas en la cabeza, y yo solo dije lo primero que se me había venido a la mente. Claro que lo había estado pensando cuando le había oído hablar de ello, pero, de todas formas, quería preguntártelo antes de arreglar nada. No contaba con que mi boca hablara antes que mi cerebro, perdón.

 

Ante toda esa explicación, dejé la taza sobre la mesa con aire cansado y suspiré derrotado.

 

— Muy bien —solté—. Aceptaré la oferta entonces.

¿Qué?

 

Jongin me miró con los ojos muy abiertos, alejando inconscientemente la taza que había estado por llevarse a la boca.

 

— ¿Hablas en serio?

— Bueno —mascullé, sintiéndome algo incómodo. ¿Es tan raro que aceptase el trabajo, o qué pasa?—, solo lo haré porque estuve apunto de matarte, y, de alguna forma, debo recompensarte aunque no quiera.

— Sí, de hecho —concordó mas que gustoso, acomodándose en el respaldo de la silla—. Admito que he visto a mi abuela en el proceso...

— No vengas con estupideces —le fulminé con la mirada y este rió.

— Bien, lo que tú digas —levantó su mano libre, fingiendo inocencia—. Pero que conste que este viernes tendrás que empezar, y Chanyeol estará allí.

 

Hice una mueca de desagrado, pero no tardé en sonreír de lado.

 

— ¿Eso quiere decir que puedo llevar a un amigo? Nos hará buena compañía.

— ¿Amigo? —repitió, sin captar la indirecta, obviamente—. Caro, si quieres. Yo le diré a Duck, en todo caso.

— Bien, genial —dije satisfecho—. Entonces, ¿viernes a qué hora vendría a ser?

— Ocho de la mañana, como siempre ha sido —contestó—. Claro, a menos que tengas el sueño pesado.

— Ese eres tú, no yo —mascullé.

— Que yo recuerde, el que te ha despertado esa vez en la piyamada de mujercitas he sido yo.

— No hace falta que te recuerde el golpe que te he dado entonces, ¿o si? —pregunté, arqueando una ceja. Él me miró con esa expresión de escalofrío, y volvió a centrarse en la bolsa de hielo.

— No, gracias. Ya tuve demasiado castigo por hoy.

— Y lo seguirás teniendo si no sales de mi departamento ahora mismo —dije, observando el reloj de reojo y notando lo tarde que era—. Fuera.

 

Jongin bufó, pero hizo caso, de todas formas. Y se acercó al balcón al cual lo acompañé por miedo a que al idiota se le ocurriera hacer semejante estupidez como para terminar rompiéndose el cuello.

 

Cuando estuvo a punto de saltar, lo tomé de la remera.

 

— Aguarda —lo detuve, obligándolo a bajarse de la barandilla—. No hagas eso. Vas a matarte.

 

Él enarcó una ceja.

 

— ¿Estás preocupándote por mi, o estás deseándome mala suerte?

 

La boca se me quedó repentinamente seca, y la abrí un par de veces antes de contestar.

 

— Un poco de los dos, pero mas lo de la mala suerte —él puso los ojos en blanco—. Como sea, es preferible que vayas por la puerta. Andando.

 

El imbécil terminó negando.

 

— No. Quiero saltar.

— Deja de ser tan terco y ven conmigo —fruncí el ceño—. Lo que estas haciendo, prácticamente, se considera suicidio, y mas en el estado en el que estas.

— Ah, por favor —soltó—. Solo es un golpecito.

— ¡Has dicho que habías visto a tu abuela!

— Y vaya que ha estado bien... —miró hacia arriba como si estuviese recordando algo.

— ¡Kim Jongin!

—¡Que no, hyung! —respondió—. Hará que me sienta extraño. Por eso prefiero saltar.

 

Me le quedé viendo durante un momento, pensando en qué demonios le pasaba por la cabeza, y resoplé.

 

— Como quieras. Rómpete la cabeza.

 

Jongin sonrió ante aquello y subió nuevamente a la barandilla, preparándose para saltar.

 

Y el maldito, de tanta buena suerte que tiene, lo terminó haciendo perfectamente bien.

 

— ¡Te he dicho que podía! —gritó desde la distancia, y me mostró la lengua cual niño pequeño.

 

Gruñí ante aquello y le levanté el dedo medio.

 

— ¡Cállate, que la próxima no tendrás tanta suerte!

— Eso quisieras.

— Ya vete, idiota —escupí—. Verte en ese estado me repugna. Límpiate esa mancha de sangre.

— Que tú me has hecho —enarcó una ceja.

— Y no me molestaría hacértela de nuevo, como ves —gruñí.

— Quisiera verte intentarlo.

— ¿Ah, sí? ¿Me estas retando?

 

Me apresuré a tantear algo de encima de la mesita de luz cerca de mi cama, lo que sea, y volví a la ventana, escondiéndolo detrás de mi espalda con disimulo.

 

— Venga, Kyungsoo. A poco tienes miedo de golpear a un herido —soltó, provocándome.

— No tengo miedo —respondí con una sonrisa de medio lado—. Será mucho mas placentero si se trata de golpearte a ti.

— Perro que ladra, no muerde, bien dicen. Y creo que lo estoy creyendo.

— Ya verás como ese dicho es puro basura.

— Demuéstramelo.

 

En cuanto había terminado de hablar, retrocedí unos cuantos pasos y corrí hasta el borde, arrojándole con fuerza el objeto que había en mi mano.

 

Pero en cuanto hubo llegado, no fue la cabeza de Jongin la que golpeó, y contuve un grito ahogado.

 

— Mierda... —murmuré.

 

Porque allí, detrás del moreno, que, bien idiota con buenos reflejos, se había llegado a agachar antes, había llegado otra persona de repente, la cual había terminado siendo víctima del objeto contundente volador.

 

Y esa persona, que había terminado en el suelo, cayendo seco, había sido Chanyeol.

 

— ¡Maldición! —soltó Jongin sorpendido, viendo a su amigo y acercándose a él—. ¿En qué momento ha llegado éste idiota?

 

Sin embargo, no logré oír nada de lo que decía el estúpido bisexual porque otra cosa había llamado por completo mi atención.

 

Una cosa que había terminado en el suelo, toda machacada. Y no pude evitar gritar.

 

— ¡MI CÁMARA, POR LA MIERDA!

Notas finales:

Creo que ha salido un poco corto, y que parece mas irrelevante que cualquier otro cap, pero es esencial para lo que se vendrá mas adelante (lel).

Espero ansiosa sus RW, y perdón por la tardanza nuevamente ~ 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).