Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Irony por Ms Ohorat

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola!

Vuelvo con la actualización, esta vez, una semana después. Un progreso bastante grande kkkk.

Aún me faltan contestar algunos RW que me han quedado pendientes, pero ahora me pondré a ello :3

Este cap (creo) ha terminado por salir algo larguito. No mucho, pero largo igualmente. Al menos mas que los anteriores xD

Los dejo con este bonito cap. ¡A leer!

Ms Ohorat.

Kyungsoo.

 

(Sábado).

 

— ¡Auch! —se quejó—. ¡Kyungsoo-hyung, eso duele!

— Cállate.

 

Aquel día había decidido que tendría una cámara nueva antes de mi siguiente trabajo, y había arrastrado a Jongin conmigo, que venía tropezando con sus propios pies mientras estiraba de su oreja y hacía que me siguiera.

 

Y es que este imbécil se merecía esto y mucho mas.

 

Porque no solo fue su culpa el incidente de mi cámara por haberme provocado, claro que no. No solo por eso estaba aquí, obligándolo a que me acompañase, para comprar otro nuevo estúpido artefacto, sino por algo mucho peor.

 

Comenzando por esta mañana.

 

Desde que me había levantado con el pie izquierdo que había tenido un mal presentimiento sobre este día, la verdad. Mi mal humor y el sonido incesante del teléfono habían regresado mas rápido de lo que imaginaba, y no tuve mas remedio que tomar un baño de dos horas para calmarme.

 

Aunque aquello no había funcionado, y eso ya era, de por sí, bastante malo.

 

Pero aún así continué con mi rutina. Me preparé una taza de café, con un poco de espuma sobre esta, me senté en el sofá y miré un rato mi pequeña agenda, que estaba casi al borde de explotar, cabe destacar. Revisé las actividades de aquel día y me había dado cuenta de que tendría trabajo hasta la madrugada. Genial.

 

Luego de lanzar un suspiro y de terminar mi corto desayuno, me dispuse a cambiarme para salir de una vez por todas y acabar con todo lo antes posible. No había señales de Jongin en ese momento, por lo que me sentí tranquilo (aunque algo extrañado) por ello.

 

Y cuando quise salir, con todo el equipamiento necesario dentro de mi bolso, me quedé petrificado en la puerta, sin siquiera parpadear.

 

Había recordado justo en ese momento que no tenía una maldita cámara para hacer nada. Y sacar fotografías era lo que debía hacer.

 

Así que, y luego de propinarle varios golpes al pedazo de madera frente mio y soltar maldiciones hasta en idiomas que ni conocía ni sabía hablar, lancé mi bolso al suelo, me quité la chaqueta y toda prenda incómoda, y comencé a hacer montones de llamados para cancelar los trabajos.

 

Aquel había sido mi segundo pie izquierdo en el día.

 

Decidiendo que no tendría mas remedio que ir a comprar otra cámara, caminé hasta mi cuarto y busqué, entre todo el desorden de ropa puesto en una esquina de la habitación, alguna prenda lo suficientemente cómoda como para no fastidiarme mas de lo que ya estaba.

 

Justo en ese preciso instante apareció Jongin detrás de la ventana, dando pequeños golpes para llamar mi atención y que lo deje entrar. Pero él no sabía que había llegado en mal momento, aunque no me había importado para nada.

 

Estaba estresado, y, cuando abrí las dos pequeñas puertas del balcón, le lancé algo en la cabeza para que dejara de molestar.

 

Me sentí mal por ello luego, para qué mentir

 

Sin embargo a él poco le importó que casi le partiese la cabeza con un zapato, y terminó entrando de lo mas campante, haciendo un especie de malabares con el objeto en su mano.

 

Casi le asesiné con la mirada cuando había oído el “Buenos días, hyung”.

 

Ese estúpido... Solo viene a fastidiar a mi departamento para decirme un maldito buenos días. Como si yo necesitase de su saludo

 

Le gruñí a modo de respuesta, esperando a que entendiese que no estaba de humor para sus estupideces, ni de su persona, pero aquello era mucho pedir tratándose de él.

 

Por lo que siguió su camino hastami amada cocina y se sentó frente a la mesa, esperando a que le sirva, como si fuese su maldita mucama o algo por el estilo.

 

Terminé arrojándole otra cosa, pero ni con eso se fue.

 

El maldito es muy jodidamente persistente”, había pensado en ese momento; la ira carcomiéndome por dentro lentamente.

 

Decidí que ignorarlo era la mejor manera de hacer que se vaya, y me dispuse a ir a mi cuarto a arreglar la ropa tirada y a lavar la sucia. Pero cuando quise subir las escaleras...

 

Básicamente, terminé por partirme la madre.

 

Ese había sido el pie izquierdo número tres en el día, y creí que ya no sucedería nada para empeorarlo.

 

Claro, hasta que llegó Jongin con semblante alarmado hasta donde estaba, sin mirar al suelo ni una sola vez.

 

Y en resumen, pisó la canasta de ropa sucia y él fue directo al suelo.

 

Aunque no me hubiese quejado tanto en ese momento si en verdad hubiese terminado en el suelo. Mas bien, aquello me hubiese alegrado la horrible mañana.

 

Pero había caído sobre mi, aplastándome brutalmente contra las escaleras y provocando que mi rostro chocase con uno de los escalones y que quedase con el labio partido y un dolor en la frente que, mas que seguro, duraría días en sanar.

 

Lo ahorqué nuevamente con una media luego de ello, puesto a que ese había sido el pie izquierdo número cuatro, como si fuera posible. Y lo arrastré hasta mi habitación con el propósito de lanzarlo por la ventana.

 

Hasta que un idiota apareció frente a mi, asustándome hasta la mierda.

 

— ¿Qué demonios hago yo aquí también, eh? —espetó mientras Jongin le tiraba del cuello de la camisa.

— Tú también fuiste el culpable, Chanyeol —respondió el moreno, tirando aún mas de él para que nos siguiera el paso.

— Agh... —se quejó—. Suéltame, negro. Me ahorcas.

— Cállate, grandulón, o seré yo quien te ahorque —gruñí, lanzándole una mirada amenazante.

 

Sí, así es. El idiota era Chanyeol.

 

Y casi lo empujo por la borda en cuanto lo había visto parado en mi amado balcón, con el ceño fruncidoy brazos cruzados, y con un cigarrillo en la boca, mientras lanzaba preguntas al aire para saber dónde demonios estaba su estúpido amigo negro. Cuando lo hubo divisado y se hubo dado cuenta de mi agarre, casi me saca los ojos de un puñetazo.

 

Obviamente yo fui mas inteligente, y utilicé a Jongin como escudo. Lo único que había salido bien en el día.

 

O lo fue hasta que Chanyeol se había puesto mas enfadado que un toro y había comenzado a perseguirme por toda la casa, culpándome de haber dejado al idiota de su amigo inconsciente. Y yo no estaba de humor. Realmente no estaba de humor.

 

Y terminé por lanzarle la plancha en las narices.

 

Ambos habían quedado plasmados al suelo, uno en mi habitación (con un ojo morado) y otro en medio de la sala (con un poco de sangre que salía de su frente), y creí que sería el fin de mi agonía hasta que despertaron una hora después, y se habían comenzado a pelear de repente.

 

¿La razón? El enojo de Jongin por el puñetazo de Chanyeol, y la ira del mas alto por no entender cómo su amigo se involucró con un clase media de mierda, enano, abusivo y arroja-planchas.

 

Como había creído que era de mí de quien hablaba (aunque era mas que obvio), opté por meterme en medio de la pelea y comenzar a lanzar patadas, esperando darle a alguno de los dos.

 

Consecuencia: Pateé a ambos en las pelotas, sorpresivamente, y festejé por ello cuando los vi retorcerse de dolor. Se lo merecían.

 

Pero mi felicidad duró muy poco, porque los dos idiotas se retorcieron y dieron pasos en falso hasta tropezar con mi bolso.

 

Conclusión: Dañaron todo mi equipo, y terminé por estrellarles mi puño en medio de la cara.

 

Y aquí estábamos, yendo directo al centro de Seúl para comprar artefactos nuevos de trabajo, muebles para mi casa, y el ropero que me debían hace una semana.

 

— ¡Camina mas rápido, que para eso tienes piernas largas! —protestó Jongin, tirando mas fuerte de la camisa de Chanyeol.

— Cállate. Estoy tratando de prender mi cigarrillo.

Chst—le siseó—. No digas eso frente a él.

— ¿Por qué no? —soltó desentendido.

— Porque recordará lo que ha sucedido esta mañana —murmuró, creyendo que no escuchaba.

 

Ah, es verdad. Casi lo olvidaba.

 

— Tú me das eso —caminé hacia el gigante, aún arrastrando al moreno idiota, y le arranqué el cigarrillo de la boca—. No fumarás mientras estés cerca de mi, ¿has oído?

Bah —masculló—. Tú no me ordenas.

— ¿Ah, si? —acerqué el cigarro prendido hasta su ojo—. Veamos si piensas lo mismo cuando te queme la cara.

— ¡Aleja eso! —exclamó con horror.

— Cierra la boca y no repliques nada entonces —finalicé triunfante—. Y espero que tengas la billetera llena, señor clase alta, porque me debes mucha ropa, y me la darás hoy mismo. ¿Has entendido?

— S... sí, lo que digas.

 

El maldito de Chanyeol también debía comprarme ropa nueva por haber dejado que su cigarro encendido cayera sobre la canasta de ropa cuando estaba peleando con el idiota de Jongin, incinerándola toda y activando la alarma anti-incendios. Claro que mis muebles también fueron afectados, como si tuviesen la suerte de salir ilesos de eso.

 

En fin, aquello fue el colmo en todo el día de porquería que había tenido, así que, y luego de haberles curado las heridas, decidí arrastrarlos conmigo a la calle.

 

— Estoy empapado, Kyungsoo-hyung.

— Claro, idiota. ¿Qué esperabas? Se activó la alarma anti-incendios. Además, no eres el único. Esta ropa está incomodándome.

— Y a mi la venda en la cabeza —dijo Chanyeol, sumándose a la conversación, con una mueca en el rostro y tratando de acomodarse el pedazo de tela—. Está muy ajustada.

— Agradece que al menos te he curado.

— Algo que me hiciste.

— No me hagas recalcarte lo que tú y este otro imbécil le hicieron a mi casa y a mis cosas —gruñí, y volví mi vista al frente—. Tendrán que acompañarme a un lugar antes de ir a ese infierno de tiendas.

— ¿Lugar?

— ¿A qué te refieres, hyung?

— A que no caminaré en medio de un montón de personas con ropa mojada y olor a humo impregnado en mis prendas —respondí—. Por lo que iremos a cambiarnos a la casa de mi amigo querido, como ves.

 

A Chanyeol simplemente se le hizo un tic en el ojo.

 

— Quiero pensar que no es el que yo creo que es.

— Ni siquiera te molestes en quejarte, amigo, por que sí, es él —contestó Jongin.

— ¡¿Y debo ir a casa de ese enano?! —gritó de repente.

— Claro que sí. Tú debes ir —dije.

 

Él bufó demasiado fuerte para mi gusto y se quedó callado por un momento.

 

— No tendrá ropa de mi talla —escupió sin embargo.

— Es verdad, Kyungsoo-hyung. Tampoco tendrá de la mía.

— De eso no se preocupen —contesté—. Él, y en lo que respecta a ropa, siempre encuentra la solución. Prácticamente lo tiene todo, y no me pregunten cómo.

 

-

 

— Pff... —esbozó una pequeña sonrisa divertida luego de abrir la puerta—. ¿Qué jodidos sucedió con ustedes? —preguntó, apuntándonos y deteniéndose en el gigante—. Oh, por Dios. ¿Y esa venda? 'Soo, dime que le has roto la cabeza porque festejaré aquí mismo.

— ¿Estaría conmigo aquí si le hubiese roto la cabeza? —enarqué una ceja.

— Bueno, tal vez no admitían torres idiotas en el hospital.

— ¿Qué dijiste? —gruñó Chanyeol.

— Ya basta —intervine—. Byun, no estoy de humor. Necesito que nos dejes entrar y nos prestes algo de ropa. Estamos empapados.

— Claro, pero tendrás que contarme esta maravillosa historia —rió—. Entren.

 

Luego de que él se apartara, nos adentramos a la casa, que estaba extrañamente muy bien ordenada y aguardamos unos minutos a que Baekhyun volviera con las toallas que dijo que traería para nosotros.

 

— Quítense la ropa. Iré a buscar algo que les entre —dijo, arrojándonos los toallones—. 'Soo, tú eres prácticamente de mi talla, por lo que no habrá inconveniente. Jongin es solo un poco mas alto que nosotros, así que no será tan difícil encontrar prendas que le queden. El único problema aquí, y algo que no me sorprende en realidad, es el gigante —le apuntó.

 

Chanyeol lo miró con expresión atónita por un momento, y se apuntó a él mismo.

 

— ¿Yo?

— Sí, tú. ¿Ves alguna otra torre aquí? —se burló.

— Tú me prestarás ropa —soltó, como si no acabase de creérselo—. A mí.

— Sí, idiota. ¿O acaso pensaste que te dejaría todo empapado dentro de mi casa?

 

El aludido quedó momentáneamente sin palabras.

 

— Maldición... —rió Baekhyun, caminando directo a su cuarto—. Sígueme, grandulón. Tendré que medirte si no sabes tu propia talla.

— ¿Quién dijo que no me la sé, eh? —escupió Chanyeol, cruzándose de brazos, obstinado.

— ¿Ah, sí? —arqueó una ceja—. Dímela entonces, y así nos ahorramos todo esto.

 

El mas alto lo miró desafiante, pero su ojo volvió a tener el mismo tic de antes, y volteó la cabeza hacia otro lado.

 

— Bien, te sigo.

— Menudo riquito orgulloso que tengo en mi sala —bromeó, volviendo a retomar su camino y guiándolo con el dedo—. Por aquí.

 

En cuanto ellos dejaron la habitación, me apresuré para quitarme el chaleco de lana que llevaba puesto y los zapatos, dejándolos sobre una silla a mi lado. Tomé un toallón y proseguí a secarme el cabello, observando de reojo a Jongin hacer lo mismo.

 

— ¿Te has molestado? —preguntó de repente, con un deje de culpa bastante notorio.

 

Yo bufé, estrellándole mi puño en su rostro en mi mente, y negué con la cabeza. El idiota sonaba demasiado apenado.

 

Lo único que hice fue esbozar una pequeña, muy pequeña sonrisa.

 

— Pues claro —contesté—. Pero no es el fin del mundo, ¿sabes? En cuanto me devuelvas todo lo que has roto, te perdonaré.

 

Él levantó la mirada del suelo y me miró muy emocionado. Yo solo atiné a hacer una mueca. No planeaba hacerlo poner tan contento.

 

— ¿Lo dices en serio?

— Sí, en serio. Pero no te hagas ilusiones —recalqué—. Solo pasará si me devuelves todo, ¿te ha quedado claro?

— Nunca mejor —sonrió enormemente, asintiendo de manera frenética.

— Eh... bien —carraspeé, algo incomodado por él y su actitud, repentinamente muy emocionado, y volví a lo que estaba.

 

Por Dios, es tan infantil que hasta da risa.

 

— Kyungsoo —me llamó de repente y levanté la cabeza para mirarlo.

— ¿Qué?

— Aún sigo intentándolo, ¿sabes?

 

Lo miré sin entender.

 

— ¿El qué?

— Arreglar las cosas —respondió bastante suave para ser él—. Entre nosotros, ya sabes.

 

Resoplé.

 

— ¿Aún con eso? Ya te dije que...

— Sé lo que dijiste —interrumpió, sorprendiéndome—, pero también recuerdo lo que yo te he dicho a ti. Y lo he estado pensando estos días.

— ¿Ah, sí? —intenté sonar desinteresado. Al menos, lo suficiente como para que no se diera cuenta de que estaba poniéndome nervioso.

— Sí —contestó, al parecer, sin darse cuenta de mi verdadero estado—. Y quiero preguntarte algo.

— ¿Preguntarme... ?

— Y necesito que estés de acuerdo, sino no podremos arreglar nada, por lo que ya lo doy por sentado, pero aún sí te lo diré, ¿bien?

— No sé a lo que te refieres, Jongin. Estas logrando hacerme enojar —fruncí el ceño—. Te he dicho muy bien que no...

— Hyung —dijo de repente.

— ¿Qué? —solté entre dientes.

— Quiero que salgas conmigo.

¿Qué?

 

-

 

Baekhyun.

 

— ¿Podrías quedarte quieto, por el amor de Dios?

 

Chanyeol gruñó a modo de respuesta, y apretó los puños.

 

— Es muy difícil contigo pisándome los pies —apuntó hacia abajo—. Está doliéndome como mil demonios.

 

Miré hacia donde apuntaba y ahogué una pequeña risita.

 

— Eso te sucede por ser tan excesivamente alto. Debo llegar de algún modo a tus hombros, ¿no crees?

— ¿Y por qué debe ser hasta mis hombros, eh?

— Porque estoy midiéndote —recalqué la última palabra—. Necesito también las medidas de tus hombros.

— Pudiste haber subido a una silla.

— Las sillas están en la sala.

— Pues entonces pudiste haberlas ido a buscar.

— ¿Quieres tener la maldita ropa seca, o prefieres que te deje así? —gruñí.

 

El me miró con el ceño fruncido y resopló.

 

— Prosigue.

Gracias.

 

Continué con lo que estaba haciendo y marqué la medida con un pequeño lápiz, y, en cuanto terminé, bajé de un salto de sus pies y de la plataforma en la que estaba parado. Me dirigí hacia uno de los grandes ropero que había en la habitación y comencé a hurgar entre las prendas colgadas.

 

— Oye —me llamó de repente.

— ¿Qué quieres? —espeté sin voltearme a verlo.

— ¿Por qué lo haces? —preguntó con un deje de molestia bastante falsa, por lo que ahogué una pequeña risita que amenazaba por salirse de mi boca.

— ¿Hacer qué?

— Prestarme ropa, o dejarme entrar a tu casa —contestó—. Se supone que me odias.

— Y te odio. En serio te odio —reí—. Con pasión. Es bastante fuerte, ¿sabes?

— Sí, ya me quedó claro, gracias —soltó sarcástico—. Pero aún así... Es decir, se supone que, si odias a una persona, debes dejarla sumergirse en su desgracia, o sumergirla tú, lo cual es mas placentero. Pero no... ayudarla —finalizó—. A mi nunca se me hubiese ocurrido hacer algo como eso.

— Obviamente —respondí.

 

Le oí gruñir detrás de mi.

 

— Como sea, solo quería decir eso —escuché el sonido del encendedor a los pocos segundos que terminó de hablar. Él se había oído bastante resignado.

 

Cuando por fin pude encontrar algo para ese grandulón, lo tomé y me levanté, caminando hacia él.

 

— Toma —le tendí la ropa.

 

Quitó el cigarrillo de su boca para expulsar el humo y volvió a metérselo, sosteniéndolo con los labios, y recibió las prendas.

 

— Gracias —respondió simplemente.

 

Resoplé, y caminé hacia el ropero nuevamente, esta vez, para buscar ropa para las dos personas que estaban en mi sala.

 

Podía oír el ruido de las ropas al deslizarse de su cuerpo, y me sentí algo incómodo.

 

¿Se va a cambiar aquí?”

 

El ruido de sus zapatos chocar con el piso hizo que me diera cuenta de que recién iba a quitarse los pantalones, por lo que traté de seguir con lo mio, con la esperanza de que me distrajese lo suficientecomo para olvidar que él estaba detrás, medio desnudo, o tal vez por completo.

 

Y es que le maldito podía ser insoportable, pero estaba bien bueno.

 

Para qué mentir. La torre tiene lo suyo, la verdad”

 

Pero, por el amor a los dioses, yo tenía un maldito novio y yo al grandulón lo odio jodidamente. Debía dejar de tener pensamientos como estos. Incluso la primera vez que lo había visto lo había catalogado como un sujeto que era mi tipo por completo, pero bastó solo unos minutos después para darme cuenta de lo podrido que estaba por dentro en realidad.

 

Bueno, tal vez no podrido, pero sí era una persona agresiva e insoportable.

 

El silencio era malditamente sepulcral, y era, en definitiva, muy incómodo. Por lo que me vi obligado a comenzar una conversación civilizada. O, al menos, a intentarlo.

 

Pero terminó por adelantarse.

 

— Estás muy callado.

— ¿Ah?

— Es algo extraño —dijo—. Siempre estas hablando, o gritando, o bien insultándome.

—¿Ah, sí? —enarqué una ceja, aún sin querer voltear—. Solo estaba buscando la ropa para los otros.

— Hace mucho que ya no lo haces.

— ¿Qué? —“Eso no es verdad”, pensé, pero en cuanto dirigí la vista hacia mis manos, estaban totalmente quietas, y me sentí repentinamente nervioso—. Bueno, bien. Estaba pensando.

 

Él quedó en silencio por un momento.

 

— ¿En qué? —soltó luego.

— En algo.

Algo —repitió con un deje de diversión en su voz—. No será que estabas debatiéndote entre voltear a verme o no, ¿o sí?

 

Por un segundo, me quedé petrificado.

 

— ¿Qué? —reí, negando con la cabeza de todas formas—. Jamás, grandulón. Tengo un novio que está mejor que tú.

— Eso tengo que verlo —respondió, entre fastidiado y bromeando al mismo tiempo—. ¿Y en qué pensabas entonces? Parecías tildado o algo así. No es normal para mi que estés en el mismo cuarto que yo y no me digas a cada segundo lo mucho que me odias. No me gusta sentirme incómodo, y el que me estés prestando de tu ropa no ayuda. Aún sigo diciendo que no es típico de alguien que te odia.

 

No es normal que no me digas a cada segundo lo mucho que me odias...

 

Eso sonó bastante feo.

 

— Oye —me levanté con las prendas en las manos—. Puede que te odie con pasión, pero tampoco es que vaya a dejar que te mueras de hipotermia allí afuera, ¿bien? — caminé hacia la puerta—. Nadie puede ser tan malo, ¿no crees?

 

Él me miró con una expresión sorprendida desde el otro lado de la habitación, pero no tardo en volver a llevarse el cigarro a los labios.

 

— Eres raro.

 

-

 

Kyungsoo.

 

— ¿Qué fue lo que dijiste? No te he oído bien.

— Que salgas con...

— ¡Sí, ya te he oído! —grité de repente, asustándome hasta a mí mismo—. L... Lo lamento. Me tomó por sorpresa.

— Sí, me he dado cuenta.

— A ver si entendí, Jongin... —dije—. ¿Tú quieres que yo... contigo... ?

— Sí, salir conmigo.

— ¿Te estas dando cuenta de lo que estás diciendo? —pregunté, tratando de mantener la calma—. ¿Te has vuelto loco?

— Kyungsoo-hyung, solo será ir al parque de diversiones o algo así. Nada fuera de lo normal.

— Pero aún así —insistí—. Estás pidiéndome que salga contigo, por Dios. Teniendo en cuenta lo incómodo que sería para mi, yo no creo que sea la persona mas divertida de tu lista de amigos.

— ¿Entonces somos amigos ahora, hyung?

— ¡Que no!

 

Él bufó.

 

— Que mal...

— ¡Jongin! —exclamé, y me crucé de brazos—. Dime exactamente por qué debería salir contigo a ningún lado.

— Para ganarte mi confianza.

— ¿Y tiene que ser justamente con esto?

— ¡Por supuesto que sí, hyung! Solo piénsalo —dijo, acercándose a mi—. SI pasas mas tiempo conmigo, podrás llegar a conocerme. Y si llegas a conocerme, te darás cuenta de que soy una buena persona. Y si te das cuenta de que soy una buena persona...

— Confiaré en ti, supongo, ¿no? —completé con lo que creía que era lo obvio.

— ¡Exacto!

— ¡Para eso esta mi balcón, Jongin! No hace falta que salgamos a ningún lado.

— Pero yo quiero... —murmuró, haciendo puchero.

 

Hice un mueca.

 

— Hay veces en que me dan ganas de ahorcarte.

— Y vaya que me lo has demostrado —bromeó.

— Cállate —le fulminé con la mirada, y suspiré—. ¿Es necesario?

— Para mí sí.

— Podemos solo hablar en mi balcón.

— No sería lo mismo, hyung. Además, quiero que te diviertas mientras estés conmigo.

— ¿Qué?

 

Jongin resopló y se dejó caer en el sofá aún con el pantalón mojado puesto.

 

— Siempre te ves muy estresado y cansado, y por un momento me pregunté cuándo ha sido la última vez que saliste de tu departamento solo para divertirte, y no porque tuvieras algo importante que hacer.

 

Lo miré atónito.

 

— ¿Qué te puedo decir, hyung? Estaba preocupado.

 

Estaba preocupado, dice... ”

 

Solo atiné a mirarle, aún si poder creérmelo.

 

— ¿Qué dices, hyung? ¿Aceptas?

— Bueno...

— ¡Muy bien, aquí tienen su prendas! —apareció Baekhyun de repente, con las ropas en alto—. Espero que- ¡¿Qué diablos haces en mi sillón con el pantalón mojado, maldita sea?! —gritó en cuanto hubo visto a Jongin casi recostado.

 

El idiota pegó un pequeño salto, asustado.

 

— ¡Quítate de ahí! —ordenó.

— Bien, bien, lo haré —respondió y rápidamente se levantó—. Listo.

Gracias —escupió casi sarcástico, pero mas molesto que otra cosa—. Joder, Kyungsoo. Controla a tu mascota, ¿quieres?

— ¿Mascota? Si apenas dejo que se acerque a mi —contesté.

— Bien, pero haz algo de todas formas —replicó y nos lanzó a ambos la ropa—. Ahora cámbiense. Estarás bien bueno, moreno idiota, pero no quiero a un hombre, que no sea mi novio, mitad desnudo y en medio de mi sala —finalizó, volviendo por donde vino.

 

Jongin solo me miró extrañado. Yo chasqueé la lengua, comenzando a cambiarme.

 

— No le prestes atención. Él es así.

— Tú me lo vas a decir —respondió—. Entonces, ¿qué dices? ¿Aceptas?

— Hmm... —musité, pasándome una mano por la nuca—. No lo sé...

— Te molestaré el resto de tus días hasta que te decidas a decir que sí.

— Bien, bien, saldré contigo —cedí, bastante rápido para mi gusto. Supongo que ha sido el pánico de haber imaginado por unos segundos a este idiota persiguiéndome de aquí para allá, insistiéndome para que saliera con él—. Pero tú pagarás.

— Claro, y así me gano mas puntos.

— Cállate.

 

El rió mientras terminaba de cambiarse y yo no pude evitar soltar una pequeña risita ante ello. Por un momento, olvidé que era un maldito bisexual que casi me violaba en la sala de mi casa.

 

Recordarlo ahora se me hacía mas fácil, pero aún era incómodo.

 

— Y... —carraspeé, nervioso porque se diera cuenta de lo que pasaba por mi mente—. ¿Cuándo será esa tan dichosa salida, eh?

— Hoy —soltó con simpleza.

— ¿Hoy? —repetí con sorpresa—. Jongin, hoy iremos a comprar las cosas que tú y tu amigo destruyeron. No habrá tiempo.

— Podemos ir mañana, hyung.

— No, no podemos. Mañana se supone que debo tener mi cámara y el resto de mi equipo porque tengo trabajo.

— ¿Un domingo, hyung? ¿Es en serio?

— Pues sí —dije como si fuese obvio.

— Oh, por favor, Kyungsoo-hyung —se quejó—. Nadie tiene trabajo un domingo.

— Pues yo sí.

— Pero ya no mas, porque cancelarás toda esa basura y saldrás a divertirte como es debido. Claro, después de comprar tus cosas —dijo, como si fuese aquello posible.

— Estas loco, Jongin. No puedo hacer eso.

— Claro que sí.

— No —gruñí.

— Hyung, hoy saldremos, te divertirás, y mañana harás tus compras, ¿esta bien? Si quieres, puedes arrastrarme también.

— Claro que lo haré —me crucé de brazos nuevamente—. Eres tú el que debe pagar por esas cosas.

— ¿Entonces aceptas? —sonrió emocionado.

— ¡Yo no dije eso!

— Hyung, por favor...

— No lo haré.

— Te molestaré entonces. Es divertido, de todas formas.

— No cederé esta vez —desvié la mirada.

— Kyungsoo —soltó a modo de advertencia.

— No.

— Muy bien.

 

Sin voltear a mirarlo, le oí levantarse de donde estaba y caminar unos cuantos pasos, hasta estar cerca de mi. Me puse nervioso, obviamente, pero no creí que fuese a hacer algo malo, por lo que ni me inmuté.

 

Entonces comenzó a tocar mis caderas.

 

— ¡Eh, eh! ¡Alto ahí! —di un gran salto hasta estar lejos de él, que sonreía de lado, triunfante—. ¿Qué crees que haces?

— Molestando.

— ¡Sí, ya veo! —espeté sarcástico.

 

Él comenzó a acercarse; yo retrocedí.

 

— ¿Lo harás, hyung?

— No.

— No me hagas ir mas lejos.

— No te atreverías.

— Oh, claro que sí.

— Lo haces, y estrellaré mi puño en tu rostro —amenacé.

— Hazlo y será peor —hizo amague de lanzarse sobre mi.

— ¡Jongin! —chillé entre fastidiado, asustado y sorprendido, poniendo ambas manos delante de mi para detenerlo.

— ¿Y qué dices?

— No lo haré —dije entre dientes, que estaban tiritando de repente.

— ¿Realmente no lo harás? —sonrió de medio lado al estar ya frente a mi, volviendo a poner su mano en mi cadera y subiendo lentamente. Yo solo atiné a temblar.

— J... Jongin, no tiene gracia. Ya déjalo.

— Hyung, quiero que salgas y te diviertas. No todo en la vida es trabajo.

— Lo sé, pero así... —apunté sus manos en mi torso, y las quité con fuerza—... no conseguirás absolutamente nada.

— Pero al menos lo habré intentado, ¿verdad? —dijo—. ¿Qué dices? ¿Lo harás?

— Jongin...

— ¡Pondré mis manos en tu trasero si vuelves a negarte! —exclamó, estirando sus manos y deteniéndolas a centímetros del lugar.

— ¡Bien, bien! ¡Acepto! ¡Lo haré! —grité, tratando de quitarlo de encima mio.

— Muy bien —sonrió triunfante y volvió a dejarse caer en el sillón.

 

Yo quedé parado en el lugar donde me había dejado, con una mano en el pecho para regularizar mi respiración, y lo observé hasta que se hubo acostado. En cuanto me recuperé, crucé la habitación dando zancadas y golpeé su cabeza.

 

— ¡Au! —se quejó.

— Por idiota —dije, y continué cambiándome, ya que el estúpido no había dejado que terminase—. Ahora te haré gastar el doble por eso.

— Pero al menos vendrás conmigo.

— Lo que sea.

 

Él rió desde su lugar, y yo solo puse los ojos en blanco, quitándome el pantalón y tratando de pasar una pierna en los nuevos.

 

— Oye —me llamó.

— ¿Qué quieres?

 

Durante un minuto, creí que diría algo que valiese la pena escuchar. Que, después de hacer el idiota hace menos de unos segundos, se disculparía. Que había aparecido dentro de él una pizca de madurez, y que asumiría la culpa, porque, justo ahora, mi corazón estaba yendo demasiado deprisa por el semejante susto.

 

Pero todo lo que dijo fue...

 

— En verdad tienes un buen trasero, Hyung.

 

Ante ese comentario, terminé por darme vuelta casi de un salto y cubrirme esa zona con una mano, mientras trataba de colocarme el pantalón por completo. Y cuando lo logré, apreté los dientes, tensando los músculos de mi mandíbula, y caminé hasta estar frente a él.

 

— Cá. lla. Te —pronuncié, notablemente irritado.

— ¿Y por qué? Solo digo la verdad —contestó con simpleza, cruzando los brazos detras de su cabeza.

— Nadie te ha pedido que digas nada.

— Pero alguien tenía que decírtelo.

— ¡Como si necesitara de un cumplido como ese!

— Así que lo has tomado como un cumplido. Eso es genial —sonrió.

 

Rechiné los dientes, llegando a mi límite, y apreté los puños.

 

— Será mejor que no vuelvas a decirlo nunca, ¿has oído?

 

Pero él simplemente me ignoró.

 

— Hay veces en que, incluso, me dan ganas de apretarlas, la verdad.

 

Mi ojo derecho terminó por cerrarse, convirtiéndose en un tic (como el de Chanyeol), y respiré hondo, porque en cualquier momento explotaría y, en serio, golpearía su estúpido rostro. Pero como sabía que no se iba a callar, decidí voltear y caminar hacia la habitación de Baek, quién todavía no volvía y aún no sabía por qué demonios se tardaba tanto.

 

— ¡Que sepas que algún día de estos las pellizcaré! —gritó, obviamente, provocándome.

 

El maldito seguro que era masoquista, porque estaba casi seguro de que él sabía que ya estaba a punto de colmarme la paciencia. Y yo era bastante sádico, por lo que volví en mis pasos.

 

— ¿Qué acabas de decir? —solté, casi como un susurro.

 

Fue entonces cuando sentí una mano en mi nalga derecha, y contuve un gritó ahogado, mientras que él sonrió triunfante.

 

— Te dije.

 

Yo solo le propiné un puñetazo que terminó por dejarle inconsciente al medio segundo.

 

Yo también te dije, maldito. Yo también... ”

Notas finales:

Muy bien, eso fue todo. 

Tomates, pedradas, amors~, y más, pueden dejarlos en la casilla de RW, o en mi sensual ask.

Se los dejo :3

http://ask.fm/MaaaruDaehyun 

¡Hasta la próxima, y espero no tardar mucho! :'D

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).