Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Irony por Ms Ohorat

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola!

Hoy vengo con una actualización que ha salido LARGA. Al menos, mas que la anterior. 

Me he tardado, pero he vuelto :'D

Habrán mas notas al final que me agradarían que leyeran, así que nos vemos mas abajito. 

Ahora, ¡A leer!

Kyungsoo.

 

— ¿Se puede saber qué demonios pasa por tu cabeza?

 

Jongin me miró con una sonrisa ladina mientras me arrastraba de una de las mangas de la sudadera que llevaba puesta, y volvió su vista al frente.

 

— ¿A qué te refieres, Kyungsoo-hyung?

— Sabes de lo que hablo —mascullé, sintiendo que la prenda que estiraba me incomodaba cada vez mas—. Haber salido corriendo y dejado a esos dos solos en la misma habitación es prácticamente la Tercera Guerra Mundial. Ellos terminarán por molerse a golpes y destruirán toda la casa.

— ¿Y qué es lo malo en eso?

 

Fruncí el ceño.

 

— Además de hacer polvo una propiedad y parte de las demás, que luego tendrán que pagar por daños, Baekhyun terminará por ponerse furioso. ¿Acaso has olvidado como se ha puesto cuando habías mojado su sillón? Él simplemente explotará y matará a tu amigo.

— Estás exagerando, hyung —rió.

— ¿Ah, sí? —enarqué una ceja—. Conozco muy bien a Byun, y él es muy capaz de hacer eso y mucho más.

— Yo también conozco a Chanyeol —respondió—, y te aseguro que él y una Wii son como almas gemelas. Sumándole la llegada de un digno rival —soltó un silbido—, es como la gloria para él. No sucederá nada. Ellos jugarán, se divertirán, se llevarán bien, y la casa quedará intacta al igual que ese grandulón. No tienes por qué preocuparte, ¿bien?

 

Hice una mueca.

 

— No prometo nada.

— Muy bien —me ignoró mientras apuntaba hacia la parada de autobuses—. Allí está nuestro autobús. ¿Traes dinero para el boleto, o prefieres la motocicleta?

— ¿Cuánto hay que pagar? —me apresuré a preguntar mientras hurgaba en mi bolso. Ni aunque estuviera loco volvería a subirme en esa cosa del demonio.

 

Él rió y me arrastró hasta nuestro transporte de forma rápida, y me dejó subir primero. Casi le saco los ojos cuando sentí sus manos en mis caderas, y lo aparté inmediatamente, percatándome de la sonrisita socarrona que tenía plasmada en medio de la cara. Puse los ojos en blanco y, luego de pagar, caminé hasta los asientos del fondo sin esperarle. No tenía por qué.

 

El transcurso del viaje fue silencioso e incómodo en cuanto él había tomado asiento a mi lado, y comencé a jugar con mis dedos para matar el tiempo. Cruzando, desenganchando, estirando, doblando, tronándolos...

 

— ¿Qué haces? —preguntó con un deje divertido.

— Nada —asenté ambas palmas de mis manos encima de mis piernas y dirigí la vista hacia la ventana, un tanto avergonzado. Y es que algunas personas encontraban demasiado raro que yo jugara con mis dedos de esa manera, pero ninguna de ellas entendía por qué lo hacía.

 

No me gusta sentirme incómodo... ”

 

¿Acaso era tan extraño? Los adultos jóvenes también podemos tener conductas de niños algunas veces. No debería de ser tan inusual de ver.

 

Di un bote en mi lugar de repente y volteé a ver a mi acompañante.

 

— ¿Qué estás haciendo? —pregunté tomado por sorpresa mientras sentía como enganchaba sus dedos con los míos y dejaba los pulgares sueltos. Quise quitarme porque, maldita sea, de nuevo ese desagradable cosquilleo que me revolvía el estómago de forma desastrosa había comenzado a aparecer.

— Un juego —respondió simplemente, sin percatarse de mi notable nerviosismo, y me miró cuando hubo terminado—. ¿Pulseada china? —sonrió.

 

Lo miré sin entender, bajando mi vista a las manos enganchadas mientras sentía que esa sensación crecía mas y mas, y me hacía querer soltarme a toda costa.

 

Pero él lo estaba intentando. Podía ver que así era.

 

Es solo un juego, ¿verdad? Él lo está intentando, por lo que yo... ”

 

Respiré profundo, sin poder evitar sacudirme de forma leve, y lo miré con los labios fruncidos.

 

Luego, simplemente, sonreí.

 

— Ganaré.

 

-

 

Cuando habíamos llegado al parque, millones de ojos estaban puestos sobre nosotros.

 

Y no era exactamente porque Jongin estaba conmigo. Este modelito aún no era muy reconocido.

 

La razón era otra muy distinta.

 

— ¡Te he dicho que yo he ganado!

— ¡No mientas, hyung, no mientas! —me respondió—. Ni siquiera habías llegado hasta diez.

— ¡Eso es porque tú habías quitado tu mano un segundo antes!

— ¿Y qué con eso? —masculló, cruzándose de brazos.

— ¡Que el juego tiene reglas! —contesté fastidiado—. ¡Y las reglas bien dicen que no debes de apartar la mano, sino lograr zafar tu meñique!

— Jamás había escuchado tal cosa —volteó el rostro.

— ¿Ah, si? —enarqué una ceja—. ¿Y cuales eran las reglas, según tú?

— Simple —me miró son suficiencia—. Jongin siempre gana.

— ¡No me jodas!

 

Sí, se podría decir que Jongin no era un muy buen perdedor que digamos, y estaba siendo demasiado terco como para aguantarlo mas tiempo. Sacaría de quicio a cualquiera con esa actitud infantil.

 

Pero yo no me iba a mover de aquí sin mi algodón de azúcar.

 

— ¡Exijo mi premio! —demandé, aún parado en la entrada.

— Hyung, no hay premio si no ganas —respondió.

— ¡Que he ganado! —insistí.

— Huh-uh —negó con la cabeza—. No has llegado a diez.

— ¡Voy a matarte!

 

Me acerqué a él de modo amenazante, con la intención de abalanzarme sobre él y comenzar a ahorcarlo aquí mismo, pero me detuvo antes de que pudiera hacer nada.

 

— Esta bien, esta bien —cedió—. ¿Qué tal una última partida?

— ¡¿Por qué demonios debería hacerlo si yo he ganado?!

— Sabes que no es así.

— ¡Jongin! —grité, tratando de avanzar hacia él.

— ¡Revancha, hyung, revancha! —soltó, ahora casi suplicante.

 

¿Revancha? Si él ni ha estado cerca de ganar”

 

Coloqué mis brazos en jarra.

 

— ¿Revancha? —él asintió, provocando que soltara una pequeña risita—. Tú no llegabas ni siquiera al cinco.

— Y tu no llegaste a diez —gruñó.

— Lo hubiese hecho si tú no fueses tan tramposo y mal perdedor —espeté.

— Demonios, hyung, solo engancha —tomó mi mano de repente y la enganchó a la suya. La sensación que había sentido justo ahora no era ni de cerca la misma que había sentido minutos antes en el autobús, por lo que no fue tan difícil esta vez.

— Seré mas dócil —solté burlonamente, haciéndolo enfadar.

 

Y así comenzamos a jugar nuevamente, frente a la mirada de un montón de personas que parecía desconcertadas y divertidas por nuestra discusión. Nuestros dedos se movían ágiles, esperando a que alguno de los dos hiciera un movimiento en falso y cayera en la trampa, pero ninguna parecía querer ceder ante la derrota.

 

Fue el dedo de Jongin el primero en quedar atrapado bajo mi meñique, por lo que comencé a contar rápidamente mientras él trataba de zafarse.

 

— 5, 6, 7... —sonreí de lado. Ya sentía el triunfo y el algodón de azúcar en mi boca.

— Maldición... —murmuró.

— 8, 9... —me emocioné en demasía al ver que el idiota no había logrado moverlo ni un centímetro—. ¡Y... !

 

De repente, sucedió. Así como la anterior vez.

 

¡El imbécil quitó su mano entera de un tirón!

 

— ¿Qué... ? —solté enfadado, y lo miró con rabia—. ¡Lo has vuelto a hacer! —le acusé, apuntándole con el dedo—. ¡Estaba a punto de ganar!

— Eso no es verdad. No llegaste a diez.

 

¡Conmigo no jode!”

 

— ¿Han visto lo que ha hecho este idiota? ¿Lo han visto? —pregunté a la gente que nos miraba—. ¡Tengo razón al decir que hizo trampa! ¿verdad? ¡Todos lo han visto!

 

La multitud comenzó a murmurar cosas inentendibles y la mayoría asentía mientras se tragaba la risa.

 

— ¿Lo ves? —hablé a Jongin—. Todos están de acuerdo conmigo. Hiciste trampa, y yo quiero mi premio.

— El premio es solo para los que llegan a diez —insistió.

— ¡Jongin, te golpearé en medio de... !

— ¡Revancha! —gritó de nuevo, volviendo a detenerme cuando estaba cerca de él.

— Oh, no, idiota. Yo no volveré a jugar contigo a ésto.

— Esta vez será decisiva —dijo—. Lo prometo.

 

Lo miré con el ceño fruncido, y resoplé.

 

— Bien —contesté—. ¿A qué jugaremos esta vez?

— Piedra, papel o tijeras —dijo decidido—. Y el que gane no solo obtendrá el algodón, sino también un helado de tres bolas.

 

¿Helado?

 

Oh, si, Kyungsoo. Un helado de tres bolas del sabor que quieras, y solo tienes que ganarle en un simple juego.”

 

Sonreí y froté mis manos. Será pan comido.

 

— Hecho —dije—. ¡Pero sin trampas!

— Bien, bien —puso los ojos en blanco y escondió la mano detrás de su espalda—. Pero te advierto, hyung, que soy muy bueno, por lo que no quiero que llores cuando pierdas.

— Eso lo veremos.

 

Sin mas que decir, empezamos el juego. La gente que había estando siendo testigo de semejante estupidez se había amontonado para ver al par de idiotas jugar en medio de la entrada al parque de diversiones, diciendo junto a nosotros la famosa frase: Piedra, papel o tijeras.

 

Algunas personas chillaron cuando le había ganado a Jongin un vez mas.

 

— ¡Que sean dos de tres! —exclamó, negándose a aceptar la derrota.

— Como quieras.

 

Volviendo a jugar, mis ojos había viajado al rostro del idiota frente mío. Se estaba mordiendo el labio y fruncía levemente el ceño, bastante serio para ser solo un juego.

 

Demonios, quiero reír.

 

Cuando habíamos dicho la frase, había terminando pensando que no estaría mal dejarle ganar, al menos, una vez. Por lo que lo hice; le dejé ganar.

 

— ¡Eso es! —festejó cuando su mano había terminado por cubrir mi improvisada piedra, y sonrió triunfante—. ¡De eso estaba hablando!

 

Yo solo podía morder mi labio con fuerza porque, Dios, era tan gracioso, pero no podía reír frente a él.

 

— Y así, señoras y señores, es como finaliza este juego, y Kim jongin obtiene su premio.

 

Las ganas de reír se esfumaron por completo.

 

— ¿Disculpa?

— Te he ganado, hyung —dijo simplemente—. Me debes un helado y un algodón —comenzó a caminar.

— ¡Aguarda un maldito segundo! —lo detuve y fruncí el ceño—. Tú no te irás a ningún lado porque ésto aún no ha terminado.

— ¿Cómo que no, hyung? Te gané. Ya no tiene sentido seguir jugando.

— ¿Tú querías un dos de tres? Ahora te la aguantas.

 

Él puso los ojos en blanco y volvió a esconder la mano detrás de su espalda.

 

— Muy bien, muy bien. Será una mas, y esta vez seré condescendiente contigo.

 

Gruñí y apreté los dientes, tratando de contenerme de no partirle la nariz en este preciso instante. A este maldito ya se le subió el ego, ¡y solo por ganar una vez! ¡Yo gané quince!

 

— Cállate y juega.

 

Él rió y negó con la cabeza como si ya no tuviera remedio el tratar de razonar conmigo. ¿Razonar qué, maldito? ¡Has sido tú el que ha perdido!

 

No volveré a dejarle ganar jamás en la vida”

 

Piedra, papel...

 

Si no fuese tan terco, ya estaríamos subiendo a una de las tantas atracciones y disfrutando del maldito algodón.

 

¡o tijeras!

 

En el momento en que había escuchado esa última palabra, mi mano salió volando hacia delante sin aviso alguno.

 

Casi me caigo de culo al suelo cuando sentí mi sangre desaparecer. ¡Había estado tan distraído, que ni siquiera había pensado cuál sacar!

 

Bajé lentamente la mirada y logré ver lo que mi mano formaba.

 

Piedra.

 

Con miedo, miré la mano de Jongin, que se encontraba a centímetros de la mía, y sentí mi corazón estallar.

 

— ¡¿Qué?!

— ¡Gané!

 

Y casi no podía creer lo que estaba sucediendo. Sencillamente, tenía algo que ver con la suerte y toda esa porquería. Tenía que ser.

 

¡Le había ganado a este maldito sin siquiera darme cuenta de lo que hice!

 

— ¿Ahora quién le comprará el helado y el algodón a quién? —solté—. ¿Quién, eh? Ah, claro. ¡Tú, idiota! —me burlé de él.

— ¡No es justo, hyung! —reclamó.

— ¡Claro que lo es! ¿Y sabes que es lo mejor? —pregunté—. ¡Que tendré mi premio!

 

Di pequeños botes de felicidad en mi lugar mientras observaba cómo Jongin se cruzaba de brazos y refunfuñaba entre dientes.

 

— Muy bien, como sea. Te compraré ese helado.

— ¡Y el algodón! ¡No olvides el algodón! —le recordé mientras caminábamos, entusiasmado. Amaba ganar, y amaba el algodón. No tanto como el café, pero lo amaba de todas formas.

 

Continué avanzando, dando botes cual Heidi en la pradera, que no había notado que Jongin se había quedado atrás.

 

Volteé a verlo, pensando que la derrota le había afectado mucho y que, en vez de tres, dejaría que me comprara un helado de dos bolas para que no se sintiera tan mal cuando di de lleno con su pecho.

 

Estuve a punto de apartarme por miedo a que volviesen los desagradables sentimientos, pero una mano en mi cabeza me detuvo.

 

Jongin me revolvió el cabello de forma escandalosa pero suave, y, al ver su rostro, pude notar su enorme sonrisa.

 

— Eres tan tierno, hyung —rió—. Pareces un niño pequeño.

— ¡Qué... ! —solté abochornado, y lo aparté de inmediato—. ¡Cierra la boca! ¡Me iré si no cierras la boca!

— Esta bien, esta bien —dijo con un deje divertido y me empujo de los hombros hasta llegar a una de las tantas montañas rusas—. ¿Qué tal si nos subimos a este primero? Al menos, para empezar.

 

Al mirar hacia arriba, pude notar que la atracción con la que quería empezar era muchísimo mas alta que el edificio donde vivía, y, para rematar, la rapidez que tenía esa cosa era demasiada. Tanta que podrías llegar a vomitar en cuestión de segundos. Casi me desmayo de la impresión. Con ésto quería empezar...

 

Está loco.

 

— Suave, pero divertido —continuó.

— ¿Suave? —solté una risa nerviosa—. Eso no tiene nada de suave, y mucho menos es divertido.

— ¿Cómo que no? Si es uno de los juegos menos extremos que hay en este parque.

 

Madre mía...

 

— ¿Sabes qué? Tu motocicleta se ve mas atractiva. ¿Nos vamos? —propuse, tragando saliva, sin despegar ni un segundo la vista de la montaña rusa.

— ¿Irnos? —rió—. De eso nada, hyung. Hemos venido aquí a divertirnos, ¿no es así?

 

Aquí haré de todo, menos divertirme... ”

 

— Pediré nuestros boletos...

— ¡No! —grité y lo detuve del brazo—. Y si... —miré con la mirada todo el parque, rogándole a cualquier dios que apareciese un juego menos suicida en mi vista. Casi grito de alivio cuando había visto uno—. ¿Y si vamos a ese? —apunté.

— ¿Eh? ¿Cuál? —miró hacia la dirección que le marcaba.

 

A unos metros de donde estábamos parados se encontraba uno de los juegos mas extremos y violentos de mi niñez. Uno en el cual no te dejaban subir solo, a menos que fueses mayor de edad o estuvieses acompañado por uno. Aquel que tanto temía por miedo a que rompiera mis huesos por lo golpes. Aquel que era solo apto para fuertes y competitivos, que estaban dispuestos a arriesgarlo todo para derribar a sus tantos oponentes en un determinado tiempo. Ese que...

 

— ¿Los autos chocones, hyung?

 

Sonaba mejor cuando lo contaba con dramatismo, ¿no?

 

Maldito bisexual arruina historias.

 

— Sí —contesté—. Para empezar, digo.

 

Jongin miraba confundido el juego a lo lejos, pero no tardó en encogerse de hombros y restarle importancia.

 

— Si tu quieres.

 

Suspiré aliviado al escuchar su respuesta y casi salí corriendo hacia allí, arrastrando a Jongin para que no se atrasara.

 

No quería estar ni un céntimo cerca de esa montaña rusa. Nunca mas.

 

-

 

— Por favor, Jongin, no. No quiero ir ahí.

 

Habían pasado mas de cinco horas desde que habíamos llegado al parque, y el atardecer había comenzado a hacer acto de presencia. Nos habíamos subido a muchos juegos que, en su mayoría, eran para niños y adolescentes que ni siquiera sobrepasaban los quince. La gente nos seguía con la mirada como si fuésemos el mejor entretenimiento, y algunos nos miraban extrañados por nuestra elección de atracciones.

 

Hasta ese entonces, yo estaba divirtiéndome (y me sentía aliviado).

 

Pero ahora...

 

— Oh, vamos, hyung —insistió—. Solo a este y ya. Te compraré el helado y el algodón.

— He dicho que no. Me rehúso.

 

Jongin bufó.

 

— Es solo la rueda de la fortuna, Kyungsoo-hyung. Es lenta y segura. No tienes por qué preocuparte.

— No es eso lo que me preocupa —contesté, mirando nervioso hacia arriba.

 

El aludido siguió mi mirada hasta dar con la punta de la rueda, y suspiró cuando se dio cuenta de a qué me refería.

 

— Es por la altura, ¿verdad?

 

Solo atiné a asentir.

 

— Eso está muy... alejado del suelo —dije, jugando con mis dedos—. Los cajones se mueven y ni siquiera hay cinturones, e incluso hay veces en que se detiene en la punta sin previo aviso solo porque otras personas quieren subir. Así que no —negué con la cabeza—. Ese juego es muy peligroso para mi. ¿Qué si me caigo?

 

Jongin me miró atento por unos segundos, y luego sonrió enormemente.

 

— Hyung, te aseguro que no caerás de allí arriba —contestó—. Y la rueda es lenta, por lo que no hacen falta cinturones porque hay muy, pero muy pocas probabilidades de que termines en otro sitio que no sea tu asiento.

— Pero...

— Y sobre lo otro —interrumpió—. Sé que está alto, pero de ninguna manera dejaré que te pase nada, ¿bien? No debes preocuparte.

 

Es tan fácil decirlo... ”

 

— Puedes abrazarme si te da tanto miedo, ¿de acuerdo?

— ¡Yo no... ! —solté, y aclaré mi garganta—. No necesito abrazarte.

 

Él rió, y me arrastró hasta el juego.

 

— Comprobémoslo entonces.

 

Le lancé una mirada fulminante a su espalda y suspiré, resignándome. Había estado insistiendo durante dos horas con este juego, y ya que estábamos tan cerca, no me quedó mas remedio que ceder. Parece ser que de verdad quiere subirse a este.

 

Y yo aquí, sentado en una de las cajetas brillantes, esperando a Jongin, sumamente rígido como para parecer tranquilo, y tratando por todos los medios de tragarme el miedo.

 

— Muy bien, hyung —dijo en cuanto hubo tomado asiento a mi lado (aunque no tan cerca) y el chico que se encargaba del juego había cerrado la puerta, logrando ponerme mas nervioso—. En unos minutos empezará. Recuerda: puedes abrazarme si tienes miedo.

— No necesito abrazarte, gracias. Puedo solo.

 

No, la verdad es que no. Siento náuseas, tengo un terror que ni te imaginas, y siento que se me ha ido la sangre. Quiero salir de aquí. Quiero romper esa puerta brillante y correr lejos. Quiero que este juego nunca empiece.

 

Pero no quiero abrazarte. No puedo abrazarte.

 

— Bien, si tú dices —respondió, acomodándose en el respaldo cómodamente—. Pero ya no te muerdas el labio. Te sacarás sangre.

 

¿Eh?

 

— ¿Qué? —moví una de mis manos a mi labio inferior y pude sentir la marca que habían dejado mis dientes—. Ah, sí. Lo siento.

 

Jongin rió por lo bajo y negó con la cabeza, como si el verme sufrir fuese divertido para él. Qué molesto.

 

De repente, el juego hizo como una especie de movimiento cortado, y no pude evitar chillar y apretar la tela del pantalón con fuerza.

 

El juego ya había comenzado.

 

Recuerden levantar la mano si necesitan bajar y nosotros detendremos el juego“, habían dicho, y, por un momento, llegué a considerarlo. ¿Debería levantar la mano? Bueno, lo haría si no la tuviese pegada al pantalón, o si pudiese moverme.

 

De todo mi cuerpo, irónicamente, solo se movían mis ojos.

 

Podía ver cómo, a medida que avanzaba, el cajón subía cada vez mas. Cómo las personas que estaban esperando por subirse se veían mas pequeñas, y cómo todo en el parque se hacía mas pequeño y lejano.

 

Podía ver como el cajón se movía.

 

— Oh... por Dios... —musité, sudando levemente—. Jongin... levantaré la mano. No puedo... el cajón se mueve mucho. Caeremos...

 

El aludido me miró con preocupación y se acercó un poco mas a mi.

 

— ¿Estas bien, hyung? Tú... estas sudando.

 

Negué con la cabeza.

 

— No estoy bien —respondí—. Quiero bajar...

— Aguarda, Kyungsoo, no puedes hacerlo. Acabamos de subir.

— Pero...

— Escucha —interrumpió—. La razón por la que quería subir tanto a este juego era para que pudieras superar tu miedo, pero pensé que si te lo decía, no querrías venir.

— ¿Eh? —solté sin entender.

— Quiero que confíes en mi y que me perdones —dijo—, pero también me preocupo por ti, ¿bien? No quiero que pases la vida entera aterrado, ya sea por las alturas, por los homosexuales, o por mi. Quiero que vivas tranquilamente, sin miedo, y empezaré a ayudarte con esto.

 

Lo miré atónito. ¿Qué demonios está diciendo?

 

— Quiero que lleguemos a ser amigos —continuó, esta vez, mirando al suelo—. Me agradas, a pesar de ser tan gruñón —rió.

 

La rueda de la fortuna estaba girando lentamente, llegando a la punta, hasta los mas alto, y yo, sencillamente, no sabía qué decir. Todo esto me tomó por sorpresa porque, sí, sabía que Jongin estaba intentando que confiara en él y que lo perdonara, pero preocuparse de esa manera por mí... wow.

 

Podía ser considerado una persona fría por todos los que me conocían, incluso por Baekhyun, pero resulta ser que también puedo sentir.

 

Y justo ahora sentía miedo.

 

Porque yo sabía de ante mano que habíamos llegado hasta el tope, hasta la punta, y no pude evitar sentir mi estómago retorcerse y mi corazón bombear con una rapidez casi subnormal que creía que iba a morir de un ataque cardíaco en cualquier momento. Sabía que era aterrador, pero había algo mas que me hacía sentir de esa manera.

 

Yo necesitaba que algo me sostuviera, porque me estaba sintiendo caer.

 

Y jamás creí necesitar tanto algo, sobre todo por estar estancado en la cima de un juego con una altura sumamente peligrosa, esperando a que otras personas subieran. Jamás creí que tuviese tanto miedo a algo tan estúpido, hasta el punto de largarme a llorar por no poder aguantarlo. Jamás creí que, en verdad, me hubiese gustado mucho, no, me hubiese encantado haber superado este miedo antes, ni que necesitara ayuda para lograrlo. Jamás creí que alguien querría ayudarme a superarlo siquiera, porque, hasta ahora, a todas las personas les había dado igual (hasta a mí, para qué mentir) y no creía necesitarlo. Jamás creí necesitar algo que me sostuviera...

 

Jamás creí que necesitara el abrazo de Jongin. Eso me aterraba.

 

Se suponía que jamás me acercaría a una persona así... ”

 

Pero él no es homosexual, ¿no es así? Él no es malo. Él no es esa persona... él no lo es, por lo que estaba bien. Era el único que estaba a mi lado, y no creía aguantar mucho, por lo que no tenía opción.

 

Estaba bien si lo abrazaba, aunque aún tuviese algo de miedo.

 

¡Woah! —soltó Jongin en cuanto me abalancé sobre él con todas mis fuerzas—. ¿Qué... ?

Tengo miedo... —murmuré, y solté un sollozo, aferrándome mas a su cuello y ocultando mi rostro—. No me malinterpretes... ¡pero, por lo que mas quieras, abrázame!

 

Sí, eso pudo ser vergonzoso para cualquiera, pero estaba aterrado. Ya no podía soportarlo más.

 

Él , y luego de haber estado sollozando en su hombro, me cubrió con sus brazos fuertemente, colocando su barbilla en mi hombro y acariciándome la cabeza, como si quisiese protegerme; como si quisiese tranquilizarme a toda costa.

 

Como si, en verdad, estuviese preocupado por mi.

 

Y sí, para qué mentir. Aquello se sentía bien. Hace mucho que las personas habían dejado de preocuparse por mí de esa manera, por lo que había olvidado por completo lo que se sentía.

 

Me sentí enormemente protegido, y algo me decía que podía tranquilizarme porque aquello no se iba a ir.

 

— Esta bien, hyung —murmuró, acariciando mi cabello—. Lo estás haciendo bien.

 

Maldito Jongin

 

Podía oír lo que me decía, pero de mi boca no salían mas que sollozos. Me hubiese gustado responderle a las tantas preguntas que me hizo mientras la rueda avanzaba, pero no podía, al menos no con palabras. Por lo que solo trataba de asentir o negar con la cabeza, y él solo reía ante mis vanos intentos de contestar.

 

Cuando el juego se hubo detenido, Jongin me sacó de allí cargando cual princesa, y yo ni siquiera tenía las fuerzas para, siquiera, reclamarle. Aún no estaba preparado para tocar el suelo, aún no estaba preparado para abrir los ojos. Todavía sentía que mi cuerpo subía y bajaba junto a la rueda de la fortuna.

 

En cambio, terminé por aferrarme mas a su cuello, por miedo a que me dejara caer porque si me dejaba, era como si estuviese cayendo desde arriba, desde lo mas alto.

 

— Tranquilo, hyung —dijo mientras nos dirigíamos a la parada de autobuses—. No te soltaré. Confía en mi.

 

No puedo confiar... aún

 

Sin embargo, asentí y sollocé un poco mas fuerte, creyendo firmemente en que no me dejaría caer.

 

-

 

No había podido dejar de llorar en todo el camino a casa.

 

Sí, suena patético, y lo es, pero simplemente no pude. Y es que, hasta ahora, nadie pudo comprender el horrible miedo que le tenía a las alturas. Nadie podía comprender por qué, siempre que estaba en lugares altos, me paralizaba y sudaba. Nadie podía entender por qué, a pesar de tener mucho terror, terminaba mirando todo, como si fuese una especie de masoquista o algo por el estilo. Nadie lo entendía, ni nadie se había esforzado o interesado en entenderlo.

 

Nadie hasta ahora.

 

— Eh... —musité, sumamente avergonzado, mientras jugaba con mis dedos por enésima vez en el día—. Gracias por... traerme hasta aquí, y... lamento haberme comportado como un bebé.

 

Jongin rió desde la puerta de mi cuarto.

 

— Esta bien, Kyungsoo-hyung.

 

Mordí mi labio inferior y miré las sábanas.

 

— Seguro que pesaba una tonelada, ¿no es así?

— Para nada —negó, sentándose en el borde de la cama—. Eras casi como una pluma.

 

Tomé una almohada y se la arrojé.

 

— Fanfarrón.

— ¡Oye, pero si es verdad! —exclamó son una sonrisa socarrona.

— Como sea —puse los ojos en blanco, pero no tardé en suspirar—. Terminé por arruinar todo.

— Eh, no digas eso —contestó—. Eso no es verdad.

— Claro que sí —dije, apoyando la barbilla en mis rodillas—. Yo y mi estúpido miedo... —solté una pequeña risita irónica—, simplemente es un porquería. Si hubieses ido con otra persona, estoy seguro de que te hubieses divertido mas —resoplé—. Lamento decirte que, esta vez, la compañía que elegiste no ha sido buena.

— Pues, para mí sí.

 

Lo miré confundido.

 

— Hoy ha sido un buen día, Kyungsoo. Estoy feliz.

— ¿Qué? —solté—. No te estoy entendiendo...

— Que hoy pude notar un gran avance entre nosotros, y eso me pone feliz —sonreí—. Honestamente, cuando tomé tu mano y la enganché con la mía en el autobús, creí que terminarías apartándome.

 

Sí, pero me contuve”

 

— Y cuando te había ofrecido el abrazo, creí que saldrías huyendo —chasqueó la lengua, y se acercó un poco mas—. Nunca pensé que en verdad lo harías, aún si lo necesitaras mas que nada. Como aquella vez en el balcón, cuando no dejaste que te ayudara a cruzar la barandilla.

 

Oh, lo recuerdo. Esa vez no quería, ni siquiera, que se me acercara demasiado.

 

— Pero ha sido distinto —continuó—. Terminaste por confiar en mí, y dejaste que te protegiera. Eso me puso feliz.

 

¿Confiar? Yo no confié, solo... lo necesitaba en ese momento.

 

— Yo no...

— Sí, sé lo que dirás, y estoy de acuerdo —interrumpió antes de que pudiese decirle nada, y sonrió—. Pero esto ha sido un avance, claramente. Creo que, al menos, tengo un poco de tu confianza.

 

Fruncí el ceño.

 

— No saques conclusiones tan apresuradamente.

— Bien, bien, lo que tú digas —se levantó y caminó hacia el balcón—. Pero sigo estando feliz —finalizó—. Ah, y, para que lo sepas, no me rendiré. Hoy he visto que mis esfuerzos están dando frutos. Lento, pero lo están, por lo que continuaré de esta forma. Espero que no te moleste demasiado.

— Aunque me moleste, lo seguirás haciendo.

— Exactamente.

 

Hice una mueca y le mostré la lengua. No tenía ánimos de insultarle.

 

— Que sepas que aún me debes ese helado y el algodón —dije.

— Claro. Solo dime el sabor y yo me encargaré del resto.

— ¡Chocolate! —exclamé con una sonrisa.

 

Sonrió de una forma casi lasciva.

 

— Igual que yo.

 

Di un grito ahogado.

 

— ¡Deja de ser tan pervertido! ¡Tú, bisexual idiota! —gruñí, y me crucé de brazos—. Ni en tus mejores sueños.

— Oh, créeme que en mis mejores sueños suceden otras cosas —movió las cejas de arriba a abajo, sin quitar esa mirada.

— Te arrojaré algo si no te callas, maldito sexópata. Con razón me acosas.

 

Rió.

 

— Claro, Kyungsoo-hyung. Lo que digas —sonreí—. Muy bien, será mejor que me vaya, supongo —dijo, mirando hacia el balcón—. Pero estoy tan cansado... —se estiró.

 

Dirigí mi vista hacia el reloj en la pared, notando que no habían pasado mas de las siete y cuarenta. No era tan tarde.

 

— Kyungsoo-hyung, ¿puedo quedarme?

 

Volví mi mirada hacia él.

 

— ¿Por qué debería dejar que te quedes?

— Porque estoy cansado, y dudo que pueda saltar estando en esta condición.

— Bueno, sal por la puerta.

— No —negó rotundamente—. Va en contra de mi naturaleza.

— Tu naturaleza es ser idiota.

— ¿Puedo? —me ignoró olímpicamente, poniendo cara de cachorro abandonado.

— No estaré despierto, Jongin. También estoy cansado, y quiero dormir.

— ¡Y eso haremos! —exclamó—. Lo prometo.

 

Hice una mueca.

 

— No haré nada que tú no quieras.

— Casi siempre lo haces —espeté.

— Pero ahora no lo haré. Confía en mí.

 

De nuevo con eso...

 

— Jongin, sabes que...

— ¡Olvídalo! —se apresuró a decir—. Pero, por favor, deja que me quede. Tu cama es realmente cómoda, y en serio me gustaría tener compañía. Mi departamento es, simplemente, demasiado solitario y poco acogedor.

— ¿Encima quieres dormir en mi cama, conmigo? —solté—. No, Jongin.

— Hyung, por favor.

 

Lo miré con el ceño fruncido, notando como, de a poco, iba formando un puchero para nada agradable pero demasiado convincente. Era una combinación rara.

Había que tener en cuenta, también, que él me había cargado desde el parque hasta aquí, y que, obviamente, yo no era ni jamás seré una pluma, por lo que, realmente, debe de estar cansado.

 

Así que no pude evitar dudar.

 

— No haré nada que tú no quieras —insistió, sin quitar el puchero—. ¿Puedo?

 

Ahora que lo pienso, su camisa está totalmente empapada por mis lágrimas, y algún que otro moco seguramente. Ugh.

 

De ninguna manera puedo permitir que se vaya sin lavarla antes.

 

— Bien, quédate —resoplé resignado.

— ¡Bien! —corrió hasta mi cama, con intención de arrojarse a ella.

— ¡Aguarda! —puse ambas manos al frente para detenerlo—. Primero quítate eso.

 

Jongin miró hacia abajo.

 

— ¿Mi camisa? —preguntó—. ¿Es que ya quieres verme desnudo?

— ¡C... Claro que no, estúpido! —grité—. Es solo que te la he ensuciado y debo lavarla.

— Ah, ¿por eso? —dijo—. No es tan importante.

— Tonterías. Quítatela y déjala colgada en el respaldo de la silla frente a mi mesita de luz. Ahora mismo buscaré otra para ti —me destapé con intenciones de caminar hasta el ropero.

— No, no te levantes —volvió a empujarme a la cama—. Puedo dormir sin ella.

 

Me detuve por un momento y lo miré perplejo. ¿Dormir sin ella, en mi cama y conmigo? No. De ninguna manera. No.

 

— No dormirás semi-desnudo en mi cama —dije como si fuera obvio—. Buscaré una remera.

— Que no, Kyungsoo —contestó—. Está bien así. Además, no creo que sea ningún problema, ya que, se supone, eres heterosexual, ¿no es así?

 

Tragué saliva. Claro que sí lo soy, pero algo como esto es...

 

— Claro que sí.

— Entonces esta bien —se quitó la camisa, dejando a la vista su bien trabajado torso y se metió a la cama sin problema alguno, hasta llegar a mi lado—. Buenas noches, Kyungsoo-hyung.

 

Yo estaba de los nervios porque, por favor, tenía a un hombre semi-desnudo en mi cama, al lado mío. Era totalmente incómodo.

 

Pero había que admitir que este sujeto estaba bastante bien. Yo solo sueño con un cuerpo así.

 

Le tengo envidia.

 

— B... Buenas noches, Jongin —contesté, y me moví un poco, tratando de alejarme lo mas posible de él. No es que me diera asco, claro que no. Es solo que... me sentía muy incómodo.

 

Cuando creí que la distancia era, mas o menos, la suficiente, me dispuse a cerrar los ojos y a tratar de olvidar que tenía a este sujeto atrás mío.

 

Casi estuve a punto de lograrlo cuando sentí peso sobre mi cintura y hombro derecho. Tuve que abrir los ojos ante esa sensación rara.

 

— No te importa, ¿no es así, hyung?

 

Pegué un salto que casi rompo la cama de la impresión al sentir su aliento en mi oreja y di media vuelta, quedando de frente a este idiota.

 

— ¿Qué demonios estas haciendo? Tu lugar está por allá, mas lejos.

— ¿Y por qué debo alejarme? Se supone que no debería de importarte.

— Una cosa es que te deje dormir en mi cama, Jongin, y otro muy distinta es que me abraces y te me pegues tanto —espeté.

— Pero ya hemos hecho esto, hyung.

— No es verdad.

— Sí, en la rueda de la fortuna, por lo que no veo el problema —dijo sin más.

 

Apreté los dientes.

 

— Ese fue un momento de debilidad.

— Pues , haz que vuelva a ti. Quiero abrazar algo.

— Abraza una almohada.

— Quiero abrazarte, hyung.

— Pero yo no.

— Hyung... —insistió—. ¿Qué tiene de malo? A un heterosexual no le importaría para nada.

 

Lo miré por un momento. Puede que tenga razón, pero lo que está haciendo me pone irremediablemente incómodo, y no me gusta.

 

— Eres uno, ¿no, hyung? —enarcó una ceja.

 

Fruncí los labios.

 

— Te he dicho que sí.

— Entonces deja que te abrace. No sucederá nada.

 

Cerré los ojos, sintiéndome cansado. Realmente no estaba con ánimos de discutir con este idiota.

 

— Haz lo que quieras —me di media vuelta y me acomodé para dormir, preparándome mentalmente para sentir el brazo de Jongin encima de mi cintura nuevamente y su barbilla en mi hombro.

 

No tuve que esperar mucho.

 

— Buenas noches, hyung.

— Igual —respondí seco. Se sentía raro tenerlo tan cerca, respirando en mi cuello sin el más mínimo indicio de vergüenza. Pero también se sentía... extrañamente cálido. Calor corporal.

 

No era tan incómodo.

 

Cerré los ojos, sintiendo cómo, poco a poco, la respiración de Jongin se hacía mas tranquila, señal de que se estaba durmiendo. Se acomodó un poco mas cerca de mi y, luego de unos cortos minutos, finalmente se quedó dormido.

 

Solté un suspiro. Sabía de antemano que terminaría por arrepentirme al día siguiente de todo lo que he hecho hoy, pero lo dejé estar. Ya tendría tiempo para pensar en ello y de lamentarme si era necesario.

 

Pero, por ahora, estaba cómodo así.     

Notas finales:

Muy bien, eso fue todo. 

¿Reviews? ¿Pedradas? ¿Amors? Con lo que sea, yo me alimento y crezco enormemente como escritora c:

Sobre lo que dije arriba, mi comunicado sería el siguiente:

Para las interesadas en las actualizaciones, tengo una página en la que estaré informando y dando adelantos de los fic's. Si desean, pueden pasar a echar un vistazo aquí  (Ignoren las actualizaciones de los tantos fic's hetero que también pondré allí. Dejaré puesto un título en mayúscula para diferenciarlos).

¡Le mando un beso a todos y hasta el siguiente capítulo! :D

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).