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Irony por Ms Ohorat

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Notas del capitulo:

¡Hola, luego de mucho tiempo!

 

AY me está andando para la caca en éste momento por lo que las notas serán cortitas.

 

Este capítulo originalmente había salido MUY largo, por lo que decidí dividirlo en dos partes y hoy les vengo a traer la primera.

 

Vaya a saber uno cuándo les traiga la segunda, peo espero que sea pronto (si es que AY se digna a funcionar esta vez) :'D

 

¡A leer!   

La mañana del viernes había despertado con un extraño e inusual buen humor.


 


Tiempo atrás, y justo cuando comenzaba a pensar en todo el trabajo que tendría, bastaba con una ducha de dos horas y una taza de café para quitarse el estrés de encima aunque fuera un poco. Nunca olvidaba de chequear su libreta para sentirse seguro, y el teléfono siempre sonaba más de lo que debería, causándole migraña. Aquel día, sin embargo, ni siquiera había pensado en tomar su desayuno mañanero al que se había acostumbrado, ni había fruncido el ceño. Solo había bastado diez minutos bajo el agua para que se sintiera lúcido, y pasó de su libreta que solo lograba dejarlo miserable e intranquilo el resto de la mañana. Incluso el teléfono estaba a su favor, ya que no se había molestado en emitir sonido ni una sola vez, y eso era decir mucho. Demasiado.


 


Y era raro, porque, aparentemente, el día había comenzado bien.


 


Eso inquietaba a Kyungsoo, de alguna manera. No era que le disgustara, no. De hecho, comenzar con buen pie le parecía estupendo. Tanto, que tenía ganas de sonreír. Pero eso no era tan usual para él, considerando el tipo de persona que era. Pesimista, malhumorada, irritable, insoportable, entre otras cosas malas que se le notaban mas a primera hora del día. Y tuvo el horrible pensamiento de que, en cualquier momento, le sucedería algo lo suficientemente malo como para hacerle quedarse encerrado en su departamento haciendo nada, con un humor de perros que ni él soportaría. Era el único justificante que se le ocurría para todo aquel comportamiento raro.


 


Luego, simplemente, empeoró y se terminó convenciendo de ello cuando había escuchado los golpecitos en su ventana, y se había sentido inexplicablemente emocionado.


 


Ya que se trataba de Jongin. Él jamás se emocionaba por algo como Jongin.


 


Comenzó a pensar que estaba enfermando lentamente.


 


¡Kyungsoo-hyung, déjame entrar! —soltó felizmente el moreno detrás de las pequeñas puertas de vidrio—. ¡He traído un poco de helado de chocolate!


— ¡Un momento! —respondió, sorprendiéndose a sí mismo.


 


Se suponía que debería de rehusarse a abrirle las puertas y dejarle entrar a su habitación. En todo caso, y si lo hacía, terminaría por lanzarle algo en la cara y cerrarle la ventana en las narices. Nunca le había dado gusto tener a ese mocoso cerca. Entonces, ¿por qué había respondido tan calmadamente amable, como si no tuviese ningún problema?


 


Efecto secundario, se dijo a sí mismo. Tal vez alguna enfermedad que hace que tenga buen humor inusual y trate a todas las personas de manera gentil, incluso si hay alguna que no soporto.


 


Mientras caminaba hacia el balcón para permitirle la entrada al intruso, pensaba que era algún tipo camuflaje antes de pasar a la fase letal. ¿Debía quedarse en casa, por si acaso? ¿Será contagioso? A lo mejor hacía bien en cubrirse la boca. Tal vez así evitaría contaminar a Jongin. Lo que menos quería era tener que cuidar de un mocoso bisexual persistente que había caído enfermo por su culpa, y de sí mismo.


 


Así que se apartó de la ventana y se acercó a su mesita de luz, sacando así una especie de tapa-bocas de panda que le había regalado Baekhyun para su cumpleaños número veinte. Asegurándose de estar bien cubierto, se acercó nuevamente al balcón y decidió dejar entrar al moreno, quien, al verlo, no pudo evitar reprimir una risita.


 


— ¿Qué con eso, hyung? ¿Tienes miedo de que te bese o algo? —señaló el tierno artefacto que había utilizado el mas bajo para taparse, y rió—. No te preocupes, no lo haré si no quieres. Pero debes saber que eso es una insinuación indirecta bastante efectiva —comentó con una sonrisita socarrona.


 


Kyungsoo dejó caer su boca hasta el suelo, sintiéndose indignado por su comentario. ¿Es que no se escuchaba o qué? Le había dicho incontables veces que el jamás sería algo como eso, ni pretendería ni buscaría conseguir algo como un beso de algún hombre. No.


 


Aunque lo raro es que, a pesar de aquello, el buen humor no se le había ido ni por asomo.


 


— ¿Vienes aquí a molestar? ¿Acaso debo empujarte por el balcón? —replicó, sin embargo, cruzándose de brazos y mirándolo con una ceja arqueada. No se veía molesto, ni pretendía mostrar aquello. No se portaría falso para nada. Eso solo lo llevaría al verdadero mal humor, y no quería. Se estaba bien así.


— Sabes que estoy bromeando —rió, revolviéndole el cabello. Bien sabía que aquello le fastidiaba mucho.


— ¡Eh! ¡Quita tu mano! —protestó, dándole un manotazo y arreglándose el pelo—. Ahora debo arreglarlo mas de lo que lo habría hecho antes. Te mataré.


Bah. Te verías igual que siempre —comentó, caminando hacia la cocina del mayor.


— ¡Oye! —gruñó, siguiéndolo—. ¡Eso fue muy insultante!


— No es cierto.


— Claro que sí.


— Dije que te verías igual que siempre, hyung. Eso no significa que te vieras mal todos los días. De hecho, es lo contrario.


 


Kyungsoo se quedó estático en su lugar, sin saber qué exactamente responder. Aquello había sido tan repentino y lo había tomado por sorpresa, porque oh, bueno, se veía bien todos los días, pero esta es la primera vez que se lo decían como si fuese lo mas normal del mundo, y eso, en cierta forma, lo avergonzaba, porque él se mostraba todo nervioso mientras que la otra persona se veía igual que siempre. No sabía qué contestar.Jongin no lo halagaba con frecuencia, solo era sincero con sus palabras la mayoría del tiempo. El que ahora esté diciendo algo como eso lo incomodó un poco, ya que no era algo “natural” que se lo dijeran a él.


 


Pero eso no le hizo perder el buen humor. De hecho, se lo subió un poco. Y era raro. Un tanto, pero lo era.


 


— Hyung, ¿dónde tienes las cucharas? —preguntó, ignorando al momentáneo Kyungsoo mudo que tenía detrás, mientras buscaba en los cajones.


— Eh... en el de la derecha —contestó, apuntándole. De nada servía darle vueltas a lo que había dicho. No sabía qué demonios debería de haberle respondido, pero, sea lo que hubiese sido, ya no era el momento para retomarlo, así que decidió dejarlo pasar. No era la gran cosa, de todos modos. Solo era un cumplido. A pesar de no estar acostumbrado a ellos, no debería de tomarle tanta importancia. El shock inicial había sido el culpable de dejarlo sin habla.


 


Viendo al otro comer parte considerable del helado con demasiada emoción, creyó que no estaría bien si se lo quitaba ahora, así que optó por ir a su cuarto a recoger la ropa sucia. El día anterior había pensado que, definitivamente, ya no podía seguir cargando toda esa pila de prendas sucias por toda la casa, por lo que decidió que ponerla en un canasto y en la punta de las escaleras le podría echar una mano, y hasta le facilitaría el trabajo.


 


Aunque la realidad era que Kyungsoo no era tan fuerte de brazos. Al menos no cuando se trataba de cargar cosas.


 


— Hoy estás de un inusual buen humor —comentaron detrás suyo, haciéndolo dar un bote en su lugar—. Lo lamento, no quise asustar.


— No lo hiciste... tanto —respondió, dejando el canasto de nuevo en el suelo—. ¿Por qué lo dices?


— No lo sé —contestó simplemente, peinándose en cabello hacia atrás—. Eso parece.


— ¿Y por qué te parece? —enarcó una ceja.


— ¿Porque aún no me has lanzado nada en la cabeza ni me has pedido que me vaya, tal vez? —rió.


 


El mayor se sintió algo culpable por aquello. Solo... algo. Un poquito.


 


— Lo lamento —dijo en un murmullo—. Mi personalidad esta algo estropeada, es todo. Trataré de no hacerlo mas.


 


Jongin lo miró con expresión estupefacta, y se acercó rápidamente hacia él, tomando su rostro e inspeccionándolo en todos los ángulos.


 


— ¿Acaso estás enfermo? ¿Te sientes bien? —preguntó, colocándole una mano en la frente para verificar que no tuviese fiebre. Y en efecto, no había nada—. ¿Tiene algo que ver con ese tapa-bocas?


 


Kyungsoo se alejó del moreno de un salto, volviendo a recoger la canasta y tratando de evitar mas contacto físico. Le comenzaba a sudar el cuerpo, y a este ritmo... lo terminaría estropeando como en la rueda de la fortuna, o el balcón.


 


— No es nada —respondió—. Estoy bien.


— ¿Entonces por qué respondes de buena manera? ¿Es alguna especie de reto o apuesta perdida?


— No, yo solo... —frunció el ceño, no entendiendo mucho. No sabía qué demonios le estaba haciendo comportarse así, pero tampoco se molestaría en pensar demasiado en ello. Si era una enfermedad, luego iría al médico y se enteraría—. Solo estoy de buen humor hoy.


 


Aunque parte de ello, tenía que admitir, se debía al domingo pasado.


 


Luego de la salida al parque de diversiones y de lo catastrófico que sucedió luego de que salieron de allí, el domingo Kyungsoo estaba listo para comprar todos sus artefactos de trabajo (y su ropero). En plena mañana, cuando a penas abría los ojos, se había encontrado con los brazos de Jongin alrededor de su cintura y no pudo evitar que sus reflejos volvieran a actuar por él; que su cuerpo reaccionara sin siquiera avisarle.


 


Había terminado por tirar de la cama al menor.


 


Claro que, luego de eso, se disculpó como unas cinco veces. Porque puede ser que él no soporte a Jongin, ni mucho menos estar así de cerca con él o con cualquier hombre, pero jamás había tenido intenciones de lastimarle. Estaba bien una taza en la cabeza, pero el volcarlo de la cama de manera sorpresiva mientras dormía y hacer que le apareciera un chichón gigantesco en medio de la frente no estaba en sus planes. Se veía realmente doloroso en ese momento, y no tuvo mas remedio que tomar una bolsa de hielo y quedarse junto a él para poder desinflamar la zona. De alguna manera, se sintió demasiado culpable, puesto a que el menor le había ayudado mucho el día anterior, y no era así como quería agradecérselo.


 


Así que se apiadó de él y le dijo que no era necesario que comprara su ropero.


 


Eso lo deprimió durante un instante, ya que, sin ese mueble, no sabría dónde poner toda su ropa, pero creyó que era justo haciendo eso. No quería perjudicar mas a Jongin, y que éste le comprara un ropero de una cantidad considerable de dinero seguramente lo haría.


Sin embargo, y cuando estuvo a punto de salir, el moreno decidió por su cuenta que lo acompañaría, ya que un trato era un trato, y, según él, al igual que las promesas y los juramentos, estos se debían cumplir no importa qué. Al principio, obviamente, Kyungsoo se negó, diciéndole que debía quedarse en su casa y con la bolsa de hielo asentada en la inflamación para que esta disminuyera, pero el menor insistió tanto que al mas bajo no le había quedado opción mas que ceder. Después de todo, solo era acompañar, ¿no? No había nada de malo en eso. Y no lo había. Claro que no.


 


Lo que fue malo para Kyungsoo había sido que Jongin le terminara comprando no solo el ropero que le debía, sino otro mas.


 


Y el mayor se había enfadado, sí. No porque fuera mal agradecido, sino porque no sabría cómo demonios iba a pagarle semejante buena acción. No tenía ni la mas mínima idea de lo que al moreno le gustaba, o lo que quería mas que a nada en el mundo, o algo remotamente parecido. Le frustraba demasiado, porque él quería devolverle el favor, pero no sabía cómo. Ésto ya no tenía que ver con fobias, homosexuales, bisexuales, o toda esa basura, sino que se trataba de compensar a alguien que había sido bueno con él aunque no se lo había pedido. Se trataba de devolverle el favor, de hacer algo por él, para ya no tener que deberle nada y no estar mas tiempo del que le gustaría pensando en ello, y sintiéndose inquieto y ansioso. Para entonces, en su cabeza había comenzado a rondar el problema que habían tenido desde un principio, y del cual el moreno buscaba, rogaba por un perdón. Quiso lanzarse por el balcón porque por fin estaba sintiendo lo que Jongin sentía cada vez que trataba de disculparse y fracasaba. Era frustrante, algo doloroso, pero él sabía que ni por asomo estaba cerca de sentir lo mismo que el moreno. Tal vez una pequeña porción del cuarto de lo que él sentía, pero nada mas que eso. Y, si eso se le hizo difícil por un instante, ni se quería imaginar lo que debía ser para el menor, que, a pesar de estar, supuestamente, sufriendo, siempre estaba sonriendo o bromeando, y pasando tiempo con el mayor como si fuese divertido. Él estaba esforzándose mucho.


 


Así que Kyungsoo quiso hacer lo mismo por él, aunque su razón fuese insignificante.


 


Aunque no quería que se malinterpretara lo que sentía, no. Él aún no soportaba a Jongin, ni lo consideraba un amigo. Al menos no aún. Pero el moreno había terminado por cumplir su promesa, le había querido ayudar con su miedo a las alturas, le había apoyado cuando no pudo con ello, y se había quedado a pesar de toda la mierda que lanzaba sobre él. Se esforzaba por conseguir su perdón, y, aunque le costase admitirlo, el chico era bueno. Incluso le había comprado su helado y el algodón luego de comprar el ropero, y el mayor se terminó sintiendo fatal. Fue por eso que decidió que era momento de esforzarse él también; de comenzar, al menos, un paso a la vez.


 


Así que, y luego de preguntarle varias cosas, lo había terminado por invitar a su lugar favorito.


 


En uno de los centros de Seúl, se encontraba un arcade que era bastante popular entre las personas que vivían en la zona, incluso las que vivían fuera de ella. Jongin le había comentado que, cuando era niño, su madre siempre lo llevaba a ese lugar para que pudiera jugar con sus amigos, ya que ella no tenía mucho tiempo para él por su trabajo. Solía quedarse hasta la noche allí, jugando, disfrutando, haciendo todo lo que pudiese hasta que llegase su padre, un tipo amargado y duro que, cuando se había enterado de la sexualidad de su hijo, no dudó en alejarlo lo más posible de él, y dejarlo a su suerte en el departamento en el que ahora vive. Jongin no lo odiaba: él comprendía que no todas las personas podían aceptar lo que era, pero no por eso dejaría de serlo. Él estaba orgulloso consigo mismo, y no necesitaba de aprobación de nadie para que se sintiera seguro. Él, sea cual sea su orientación sexual, solo amaba a personas, al igual que todo el mundo. Y él lo sabía; sabía que era correcto. Kyungsoo sintió que aquello era algo admirable, ya que no todas las personas podían hacerlo. Pero, y pese a que él ya no sentía ningún tipo de asco o cosa estúpida acerca del menor desde hace un tiempo, su cuerpo aún seguía rechazando el contacto físico con personas de su mismos sexo. Como si se hubiese convertido en algo parecido a un tic, o un mal hábito, o algo que no sabía describir. Era simplemente confuso. No entendía, pero sabía qué lo había provocado, en primer lugar.


 


Cuando habían llegado, ambos corrieron hacia las máquinas cual niños pequeños de cinco años. Tras haber hablado bastante, Kyungsoo pudo saber que habían cosas en las que concordaban; cosas en común que tenían. Una de ellas era el amor por el Guitar Hero, un juego de música en el que debías tocar la mayor cantidad de notas posibles para poder ganarle a tu contrincante. Había uno allí, escondido entre las máquinas, por lo que no dudaron en jugar hasta cansarse.


 


A medida que había ido avanzando el juego, y con ello el día, habían hablado de muchas cosas más, dejando a Kyungsoo sorprendido, ya que las cosas que tenían en común eran muchas, demasiadas para él. Ambos habían visto de pequeños un programa de televisión infantil llamado Pororo, el cual se había convertido en el favorito de los dos hasta ahora. A Jongin le gustaba mucho la música clásica, entre ellas el jazz, y solía tomar clases en su adolescencia. Kyungsoo amaba todo lo que tenía que ver con música. De hecho, él quería especializarse en algo que tuviera que ver con eso. Pero el pánico escénico apareció, una cosa llevo a la otra, y la verdad es que aquello terminó por no darse. A diferencia del menor, él adoraba cantar, ya sea por hobbie o por lo que sea, a él simplemente le encantaba, pero no mas que la fotografía. Aunque no le venía bien si era delante de las personas, ya que se ponía realmente nervioso. A Ambos les gustaba el chocolate, en helado, en tortas... eran débiles ante ésto. A Kyungsoo le gustaba mucho viajar y la nieve, y Jongin estuvo de acuerdo, quejándose luego de que el verano no debería de existir por hacerle sudar mas de lo que le gustaría y por ser tan destructivo hasta el punto de desanimarlo por completo, tanto física como mentalmente, y darle dolores de cabeza por el semejante calor. Él realmente lo odiaba, al igual que el mayor. Ambos odiaban tener que seguir órdenes, pero era Jongin el que mas en claro lo dejaba, mientras que Kyungsoo se lo callaba y refunfuñaba por lo bajo. Ambos amaban el número uno y el color negro, pero odiaban el cuatro porque creían que era mala suerte, y los colores fluorescentes por ser tan brillantes y dañar no solo los ojos, sino a las personas que los usan en alguna vestimenta. A los dos les gustaba leer en su tiempo libre, solo que Jongin parecía tenerlo mas, ya que no estaba tan ocupado como Kyungsoo.


 


Esas y muchas otras cosas hicieron que la confianza entre ellos creciera un poquito mas, ya que, de alguna manera, se sentían un tanto identificados el uno con el otro, y un tanto iguales. Pero no solo descubrieron similitudes, sino también diferencias. Como que Kyungsoo odiaba ser el centro de atención, y a Jongin le encantaba. O cuando, en juegos de cualquier tipo, Kyungsoo amaba ganar, y Jongin odiaba perder. Amar la victoria era una similitud, pero, en lo que respecta a perder, al mayor le daba completamente igual si sucedía de manera justa. A Jongin le gustaba esforzarse por algo que sabía que quería, mientras que a Kyungsoo le gustaba ir por lo seguro. Si sabía que no podía con algo, sencillamente no podía. Punto. Lo dejaba y se olvidaba, o lo evitaba, si aquello le gustaba mucho y, de alguna manera sin razón aparente, quisiese huir de ello por el grado de dificultad, como la carrera de canto, o su miedo a las alturas. Porque a él le gustaban los juegos extremos, sí. Le gustaban cosas como la montaña rusa, o la rueda de la fortuna, pero su miedo era más que su gusto, y no podía contra él. Lo intentaba, pero nada resultaba.


Otra diferencia era que Jongin odiaba el café, mientras que a Kyungsoo le encantaba. El moreno, por otra parte, prefería el té o algo frío.


 


Aunque costase aceptarlo, a Kyungsoo aquella charla le servía en demasía, ya que él sentía que podía llegar a confiar en el moreno si continuaba con ese ritmo. Se daba cuenta mediante a lo que le decía el moreno que las personas como él, bisexuales, o las personas como el mayor, heterosexuales, eran totalmente iguales. Que, si los viesen caminar por las calles, mezclados con los demás, nadie jamás se daría cuenta de que aquella persona tiene preferencia sexual por su mismo sexo, por el opuesto, o por ambos. Todos tenían algo en común que deberían tomar en cuenta, y es que, sin importar el género, las personas amaban a personas y ya. El resto eran etiquetas puestas por gente que necesitaba discriminar y pisotear a alguien distinto para sentirse superiores y mejores consigo mismos. Y eso no estaba bien. No lo estaba, y, luego de que Jongin se lo explicara, Kyungsoo pudo comprender. Que esa gente no era mala, sino simplemente diferente. Que, salvo excepciones, ninguno de ellos era peligroso para nadie.


El mayor se sintió mejor luego de todo aquello. Jongin le había enseñado tantas cosas sobre el tema que casi se olvida de quién era el de más edad allí. A pesar de ser tan joven, el moreno había madurado bastante, y eso solo confirmaba lo que el más bajo pensaba de él desde hace mucho: era una buena persona, incapaz de hacerle daño, al menos, físicamente. Él no era como ese sujeto, y ahora podía estar un poco más seguro, más calmado. Y Kyungsoo sabía que costaría, pero que el moreno terminaría por ganarse su confianza tarde o temprano. Él también haría lo mejor y se esforzaría por intentarlo.


 


Al final del día, el mayor había caído en cuenta de que la había terminado pasando bien con Jongin, y que, de hecho, se estaba divirtiendo demasiado. Él sabía que ir al arcade no sería suficiente para compensarle los dos muebles y todo el esfuerzo que estaba poniendo, pero al menos sería el comienzo. Así como el moreno buscaba ayudarlo a él con sus miedos, él quería ayudar a Jongin a volver a ser lo que era antes. Él quería verlo bailar jazz, quería verlo refunfuñar cada vez que perdía, quería que vieran juntos los capítulos de Pororo mientras comían helado de chocolate con algodón de azúcar.


 


Kyungsoo quería que Jongin recordara su niñez, y que volviera a ser un pequeño crío y a divertirse como se debía. Porque aún era joven, y él había madurado tan rápido por todos los conflictos que tuvo. No disfrutó lo suficiente, y, ahora que tenía la oportunidad, el mayor la aprovecharía y lo haría olvidarse de las obligaciones por un segundo para poder dedicarle tiempo al niño interno que llevaba queriendo salir durante mucho; que intentaba llamar la atención desde hace años, de sus padres o del mismo Kim Jongin. Es hora de dejar que sea libre, y que se divirtiera lo que, en su niñez, no pudo. Si bien el mayor no era del tipo empalagoso, juguetón, o, simplemente, muy demostrativo, lo intentaría. Porque Jongin lo estaba intentando con él, y él solo no quería deberle nada.


 


Y sí. Tal vez por eso se sentía de tan buen humor aquella mañana: sentía que, de alguna manera, se había quitado un peso de encima. Había entendido que Jongin no era malo, y que no buscaba lastimarlo, sino enmendar. Por eso había pasado del desayuno, del baño de dos horas, de toda la rutina. Ya no sentía ese peso que lo hacía levantarse cada día de mal humor al pensar que el moreno estaría molestándolo para que le abriese. Ya no sentía aquella supuesta molestia que decía tener, porque, en realidad, no era eso lo que le sucedía sino miedo a lo que el menor pudiese hacerle de un día para otro. Él siempre había buscado alejarlo para protegerse, y evitar pasar por lo mismo otra vez. Pero, luego de haber confirmado que era una buena persona, ese miedo se había ido, no por completo, ya que su cuerpo aún lo rechazaba, pero sí una parte de él. Eso le alegraba en demasía, y, si continuaban hablando y conociéndose mejor, tal vez terminen por convertirse en buenos amigos; tal vez haya confianza entre ambos, y eso sería realmente genial.


 


El resto de la felicidad inexplicable, seguro, era por enfermedad crónica.


 


— Hyung —llamó, tratando de quitarle el canasto de las manos—. Esto es demasiado pesado para ti. ¿Es que no sabes que ésto podría producirte dolor de espalda? Además, eres muy pequeño —le revolvió el cabello y le quitó de un tirón la ropa sucia—. Esta ropa, definitivamente, pesa más que tú.


— ¿Qué dices? —frunció el ceño. De hecho, sabía que Jongin le había dicho algo malo, pero no alcanzó a procesar qué era. Aún estaba de buen humor, además—. Cállate.


 


El moreno solo se limitó a reír y a subir las escaleras con el más bajo detrás de él, con los productos de limpieza en ambas manos.


 


Ya no permitiría que Jongin se saliera con la suya. Él sería un maldito niño y punto. Kyungsoo se encargaría de ello, y que la ropa sucia no se acumulase tanto como para que pueda levantarla.


 


— Ah. Por cierto —musitó el mayor—, ¿y tu amigo? Ya no viene por aquí tan seguido a fastidiar.


 


Y no es que lo extrañara ni nada. De hecho, a él le agradaba mas así: un mocoso a la vez, y Jongin era ese mocoso.


 


— ¿Chanyeol? —dijo—. Últimamente está teniendo mas trabajo. Se supone que tiene que orientar a un nuevo modelo.


— ¿Nuevo modelo? —preguntó—. ¿Cómo se llama?


— Su nombre es Oh Sehun —respondió—. Por lo que he oído, todavía sigue en la escuela. Es un año menor que yo.


— Ah —contestó desinteresado. Realmente un nuevo modelo, para él, no era un tema que le importase. ¿Y qué si era homosexual? No quería saberlo. No quería conocerlo, no importa que fuese un niño—. Entonces, ¿se supone que hoy tengo que ir a esa empresa a fotografiarte? ¿No puedo, simplemente, faltar?


— No —sonrió, dejando el canasto sobre la lavadora y volviendo a las escaleras—. Hoy quiero buenas fotos, hyung. Quién mejor que tú para tomarlas. Haces un buen trabajo.


— Sí, me lo han dicho —hizo una mueca. No era que le disgustara, pero... —. Aunque no me satisface este trabajo. No me gusta fotografiar a gente que no conozco.


— ¿Ah, sí? —rió—. ¿Y qué es lo que te gusta fotografiar, si puede saberse?


 


Kyungsoo pensó por un minuto aquello. Nunca le había agradado tener que sacar fotos de personas, puesto a que la mayoría de ellas no eran naturales cuando estaban delante de la cámara. Era eso lo que odiaba: lo falso. Amaba mucho la naturaleza, ya sea en personas o en el ambiente que los rodea. Todos esos sets que se aseguraban de armar para que las fotos salieran perfectas eran una porquería para él. Lo único bueno de todo ello es que, al menos, tenían buena iluminación.


 


— Paisajes —respondió. Si iba al caso, los paisajes eran lo mas natural que existía. Bosques, montañas, el atardecer, las ciudades en plena noche, y las calles en las que las personas pasaban, sin siquiera darse cuenta de que eran fotografiadas. Eso era la naturalidad. Le gustaba captar lo bello, lo real, lo normal. No lo que era ficticio, como modelos y esas cosas.


 


Aunque no podía comprender por qué era Jongin el único que lo había cautivado hasta tal punto de querer seguir fotografiándolo.


 


— Paisajes, ¿eh? —repitió, suspirando luego—. Naturaleza en todo su esplendor. Sí, también me gusta eso. Buena elección, Kyungsoo-hyung. Otra cosa en común que tenemos, al parecer.


 


El aludido parpadeó, sin comprender.


 


— ¿A qué te refieres?


— Oh, no es nada —sonrió, volviendo a tomar el helado y ofreciéndole un poco al más bajo. Éste aceptó de inmediato—. Es solo que también utilizo eso como referencia para mis fotografías —contestó—. Algunas veces pienso en el mar, otras en las montañas. Pienso en el otoño, y cómo las hojas se desprenden lentamente de los árboles hasta caer suavemente en el suelo. Pienso en el invierno, y como los copos de nieve tiñen las calles de blanco, haciendo que todo parezca más puro. Pienso en las aves, en las flores, en los árboles y sus ramas que se mecen de un lado para otro, a un ritmo bastante tranquilo, como si el viento no fuese lo suficientemente fuerte como para romperlas, y prefieren dejarse llevar —explicó—. Todo eso es lo que me ayuda a mantener una mente limpia y serena, y así poder desenvolverme bien en mi trabajo. El solo posar para las fotos no basta. En mi opinión, debes sentir cada foto, cada concepto, como si estuvieses viviéndolo de verdad, en ese momento. Debes no solo mirar hacia la cámara, sino más allá. Debes imaginarte cada lugar, cada sentimiento, y así poder aplicarlo y que los demás sientan lo mismo. Pensar en las cosas que te gustan también ayuda, como, en mi caso, el jazz. Es como si estuviese danzando mientras modelo, como si fuese esas ramas de los árboles que se mecen lentamente y se dejan llevar por la brisa. Ese es mi método para lograr que una fotografía salga bien y como quiero: Naturalidad. Y es como si estuviese viviendo aquello a mi manera, en otro mundo; es como si fuese libre. Me agrada.


 


Kyungsoo parpadeó varias veces ante aquella respuesta, pues no se esperaba algo así. ¿Jongin hacía todo eso antes de tomarse fotografías, incluso durante? Imposible. Esos eran demasiados pensamientos en menos de un día, y a cualquiera le daría un dolor de cabeza terrible. A pesar de haber dicho todo eso, al moreno siempre se le veía reluciente al terminar con las sesiones. No parecía cansado en lo absoluto.


 


¿Será por eso que tanto me gustaba fotografiarlo? ¿Porque, a diferencia de los otros, él se mostraba natural ante la cámara?”


 


— Como sea, Kyungsoo-hyung —prosiguió el otro—. Si no nos vamos ahora, llegaremos tarde, y tú aún no te has cambiado.


— ¿Eh?


 


El aludido desvió la mirada hacia sí mismo y tuvo que darle la razón al menor. Él aún seguía con su pijama puesto, y habían acordado (el moreno le había insistido hasta cansarse) en que irían juntos y temprano.


 


— Demonios, lo olvidé —murmuró, caminando hacia la habitación—. Lo haré ahora mismo. Ve a tu edificio y comprueba que tengas todo listo. De otro modo, no esperaré por ti y me iré.


— Bien, pero no tardes. Vendré en un segundo.


 


El más bajo asintió y se apresuró a buscar la ropa que usaría en su nuevo ropero. Pero antes de que pudiese continuar, algo le había hecho click en la mente y volteó hacia la ventana rápidamente.


 


— ¡Aguarda, Jongin, sal por la puer... !


 


Sin embargo, el moreno había corrido desde la puerta hasta el balcón, tomando impulso de más, y había terminado por saltar sin siquiera subirse a la barandilla, dándole un susto de muerte a Kyungsoo, que corrió a comprobar que no se hubiese matado.


 


¡Woah! ¡Eso estuvo genial! —exclamó el menor, sonriendo en grande.


 


Kyungsoo apretó los dientes, comenzando a sentir que el buen humor se le iba de a poco.


 


— ¡Idiota! —gritó—. ¡Eres un suicida sin remedio!


— ¿De qué hablas, hyung? Lo he hecho bien, ¿no?


— ¿Y si no hubiese sido así? Te hubiese roto todos los huesos, grandísimo imbécil —espetó—. Me diste un susto de muerte. ¿Por qué no eres normal?


— Oh, por favor, hyung —dijo—. Debes aprender a divertirte.


— Y una mierda. Yo no me mataré por cuenta propia, gracias —replicó, volviendo a su habitación—. Haz lo que tengas que hacer y rápido. Y mas te vale no volver a saltar por ahí, porque sino te tiraré algo en la cabeza, ¿has oído?


 


Jongin resopló.


 


— Aburrido —canturreó, adentrándose al edificio con las manos en los bolsillos.


 


Kyungsoo frunció el ceño y negó con la cabeza. No pensaría enfadarse por algo tan infantil como eso. No se pondría de mal humor ahora que por fin se sentía bien. De ninguna manera. No dejaría que Jongin lo fastidiara.


 


Aburrido tu trasero, maldito”


 


Refunfuñando por lo bajo, eligió una remera lo suficientemente formal como para que pasara desapercibida, y comenzó a ponérsela.


 


— Ah, ¡hyung! —lo llamó desde el otro lado.


 


El aludido asomó medio cuerpo con fastidio. Aún no tenía los pantalones puestos.


 


— ¿Qué?


— Se me olvidó decirte... —comentó, subiendo la pierna en el marco de la ventana.


— ¡No saltes! —gritó de forma estrepitosa y ansiosa, haciéndole pegar un bote y bajar la pierna de forma automática.


— Bien, bien —respondió—. Me ha acabado de llamar Duck.


— ¿Es así? —soltó desinteresadamente. ¿Por qué le estaba contando aquello? Estaba con los pantalones a medio poner, maldita sea. Qué inoportuno.


— Me ha dicho que el nuevo modelo estará en las fotos conmigo, y que habrá una cantante allí como la modelo femenina —informó—. No creí que sería de a tres, la verdad. Me sorprendió.


 


Kyungsoo abrió los ojos, sin poder creérselo. ¿Debía fotografiar a tres? ¿A un modelo del cuál no sabía nada, que podría ser un posible homosexual, al modelo que lo perseguía todos los días, y a una cantante, de entre todas las personas? ¿Cómo es que se estaba enterando de esto ahora y por medio de Jongin?


 


— ¿Cuándo te lo ha dicho? —preguntó, subiéndose los pantalones y acercándose al balcón.


— Hace unos minutos —le mostró el celular que llevaba en la mano—. Fue un cambio de último momento. Chanyeol no estará contento.


— ¿Y por qué no?


— Porque si el chiquillo hace mal su trabajo, lo culparán a él —rió—. A todo ésto, ¿a quién has invitado para que nos acompañe?


 


El mas bajo parpadeó tres veces, y luego, simplemente, sonrió. Lo había olvidado. Se suponía que hoy tendría que reunirse con su amigo también.


 


— ¿Quién? Creí que era obvio.


— No, no lo es —contestó—. Dime, hyung.


— ¿No estuvo claro desde un principio? —soltó, sonriendo—. A Baekhyun, por supuesto. Así que, si el gigantón se llegase a acercar a mí siquiera un céntimo, él será mi guardaespaldas y lo pateará. Me viene bien.


 


Jongin hizo una mueca y miró el celular.


 


— Estará el doble de molesto —murmuró, pero no tardó en levantar la vista—. Bien. Andando.


— ¿Acaso estás bien con ello? —preguntó—. Fastidiaré a tu amigo.


Bah. Se lo merece por idiota —respondió de forma despreocupada.


 


Kyungsoo resopló.


 


— Eres un amigo raro.


— Hey, nunca dije que me aliaría en todo con Chanyeol —comentó, levantando ambas manos, fingiendo inocencia—. Él me ha tratado como su mucama personal. Es mi venganza.


— Infantil —dijo de forma burlona. Aún seguía siendo un niño, a pesar de no recordarlo tanto—. Apuesto a que si jugaras contra él a los videojuegos, perderías.


— No. Soy el mejor.


— Pues yo te gané.


— Te dejé hacerlo —se excusó.


Seh —comentó divertido—. Lo que digas.


— Kyungsoo-hyung, si no te apuras, me iré sin ti —escupió, cruzándose de brazos.


— Por mí, bien —se encogió de hombros.


— ¡Oye! —soltó, indignado—. No se suponía que dijeras eso.


— Perdón por no seguir el libreto —puso los ojos en blanco.


— ¡Ahora la obra estará arruinada!


— No estás tomándote esto enserio —pronunció, estupefacto.


— Tendré que buscar otro actor. Tú eres un asco —le apuntó.


— ¿Qué yo... ? ¡Tu trasero es un asco, idiota! —gruñó. ¿Qué demonios?


— Mentira. Mi trasero está bien —sonrió arrogante—. Lo trabajo todos los días.


— Pues... —buscó algo con lo que contraatacar. El maldito tenía razón. Además del torso, todo él estaba bastante bien estructurado. Kyungsoo lo envidiaba, aunque... —. ¡Tu trasero está flácido!


— ¡Eres un mentiroso!


— Claro que no —alzó la cabeza.


— ¿Ah, no? —enarcó una ceja—. Entonces permíteme mostrártelo. Cerraré esa boquita tuya.


— ¡No quiero verlo!


— ¡Míralo, anda! ¡Quiero que veas qué tan flácido es!


— ¡Que no!


 


Jongin comenzó a bajarse los pantalones, por lo que Kyungsoo se apresuró a cubrir su rostro.


 


— Cerraré la ventana. ¡Cerraré la ventana si sigues!


— Descúbrete la cara, primor. Mira este trasero flácido —canturreó, palmeándose parte de la zona ahora descubierta de manera desvergonzada.


 


El mas bajo abrió la boca, indignado, y se adentró nuevamente a su habitación, tomando ambas puertas con la intención de cerrarlas. Pero antes de hacer nada, sacó su mano, enseñándole el dedo medio.


 


— ¡Cómete ésto! ¡Eres un idiota depravado! —y cerró con fuerza.


 


Ahí se había ido su buen humor: por el culo de Jongin.


 


-


 


— ¿Entonces tendrás que fotografiar a tres modelos?


 


Kyungsoo miró a su amigo e hizo una mueca. Jongin y él habían llegado al set hace poco menos de media hora y ya se sentía exhausto. De solo escuchar a Baekhyun hablar sobre ello le producía un dolor de cabeza insoportable y, para rematar, no es como si pudiese irse cuando quisiera. Ahora mismo debía arreglar las luces y demás, cosa que había estado haciendo mas de una hora y ya había comenzado a molestarle.


 


— No son tres modelos —respondió—. Son dos modelos inexpertos y una cantante, la cual, tal vez, termine arruinándolo todo solo por pensar que con su apariencia puede hacer buenas fotos.


— Es lo mismo.


— No lo es —negó—. Uno de ellos puede que esté, más o menos, bien. Pero, ¿los otros? Solo serán caras bonitas.


— ¿Y qué tiene de malo?


— No tolero eso —espetó—. Si no hacen bien su trabajo, soy capaz de sacarlos a patadas.


 


El chico río ante aquello, y es que su amigo podía ser el más antipático cuando quería. Minutos después, la voz estridente (aunque muy grave) de una persona bastante enfadada les hizo voltear a ambos y logró hacer bufar a Baekhyun al ver entrar al improvisado titan de orejas raras.


 


— Como sea —continuó Kyungsoo—. En un momento comenzará la sesión. Tendrás que quedarte con el idiota gruñón.


¿Qué? —soltó incrédulo y se cruzó de brazos—. Tú no me hablas en serio.


— Oh, vamos —puso los ojos en blanco—. La otra vez habían tenido una muy bonita sesión de videojuegos y no te oí quejarte de ello, ¿o ya lo olvidaste?


 


El aludido sintió su labio temblar, sin poder contestarle ni contradecirle nada, y simplemente desvió la vista bastante indignado.


 


— Podrás soportar unas cuantas horas parado junto a él. No es la muerte —concluyó el otro, casi como si no le importara—. Además, disfruto verlo sufrir. No es como si me hubiese gustado que haya quemado, prácticamente, toda mi casa con su estúpido cigarrillo la última vez que se coló.


 


Baekhyun ignoró su último comentario y se dedicó únicamente a suspirar de frustración al tener que compartir el mismo aire con ese engendro del demonio que ahora estaba yendo hacia ellos como si hubiese sido invocado o algo.


 


— ¿Y el negro? —preguntó con molestia mientras encendía un cigarro frente a sus narices—. ¿Dónde está?


— Aleja esa cosa de mí, poste con patas —le amenazó Kyungsoo con el dedo—. Te dejaré estéril si vuelves a quemar algo mientras yo esté aquí.


 


El aludido resopló por la nariz como si de un toro enfadado se tratase, pero no tardó en apartar el cigarro lejos de la vista de ese enano peligroso.


 


— Como sea —gruñó—, ¿le han visto?


— Ha venido conmigo, pero luego se ha ido por ahí —el ojón hizo un gesto con la mano, restándole importancia—. No sé.


— Maldición —se quejó por lo bajo, cruzándose de brazos—. Necesito que alguien me ayude con el nuevo. Es tan testarudo, y, como no habla, es difícil tratar de entenderle algo. Menudo niñato...


— ¿Hablas del otro modelo? —interrumpió el más bajo de los tres de repente—. ¿Dónde está? Quiero verlo.


 


Chanyeol desvió la mirada del par enano y buscó en los alrededores hasta dar con aquella persona molesta.


 


— Está por allí, junto al viejo Duck —les apuntó con un gesto de cabeza, colocándose después el cigarrillo en la boca.


 


Ambos miraron en la dirección que les había marcado y se llevaron una sorpresa bastante grande.


 


El chico en cuestión tenía expresión de nada en el rostro mientras que el mayor balbuceaba incoherencias junto a él. Era muy alto, eso no podían negarlo; un poco más bajo que Chanyeol, pero alto de todas formas. Su piel era en extremo blanca, como si de papel se tratase. Y su cabello, negro azulado, resaltaba en demasía.


 


Pero había algo que llamó la atención de ambos desde un principio.


 


— ¿Qué es eso que tiene en el hombro? —preguntó Baekhyun, esta vez, bastante interesado.


 


El más alto dio una calada a su cigarrillo y soltó el humo en el aire.


 


— No tengo idea. Alguna figura de papel.


— Es una grulla —respondió de inmediato Kyungsoo al notar las pequeñas alas que el papel con forma desprendía.


 


El tipo traía consigo una grulla de tamaño medio en su hombro derecho, que sostenía de vez en cuando con su mano para evitar que cayera al suelo al menor movimiento. Dicha figura en cuestión era de un color blanco, Kyungsoo creía que casi igual a su piel, con pequeñas letras escritas que formaban una palabra algo ininteligible para estar a una distancia tan alejada.


 


Aunque Chanyeol había dicho que se trataba de un chico que no hablaba para nada, y a pesar de estar viendo que con el viejo tampoco se dignaba a abrir la boca, al par pequeño les había parecido alguien bastante atractivo. Y, pese a su seriedad, la manera en que se movía por el lugar era con tanta gracia que lo hacía parecer como si estuviese a gusto con el ambiente que lo rodeaba y no molesto, como lo mostraba su rostro.


 


— ¿Y tiene potencial? —soltó Baekhyun mientras lo veía alejarse de su vista.


 


El alto, y al notar que la pregunta había sido para él, estuvo casi reacio a contestarle.


 


— Lo tiene —respondió sincero—, pero es exasperante.


— Tal vez, simplemente, tú no tienes paciencia con nadie —le atacó de repente el chico, enarcando una ceja.


 


Chanyeol le lanzó una sonrisita bastante arrogante desde arriba y se fue, sin decir nada más.


 


— Trátalo bien, Byun —dijo Kyungsoo mientras terminaba con los preparativos—. Tendrás que pasar tu tiempo con él. Recuérdalo.


 


Baekhyun bufó y frunció el ceño en señal de desacuerdo, pero no se atrevió a objetarle nada a su amigo. Mucho menos si había sido tan amable de haberlo invitado a una de esas famosas sesiones de fotos que tanto había querido ver.


 


— Muy bien —dijo el más bajo, levantándose del lugar en donde estaba—. Todo listo. ¿Dónde demonios están los modelos? Quiero largarme de una vez.


 


Antes de que pudiese replicar nada más, las dos personas que había estado esperando habían aparecido en ese mismo momento, como si hubiesen sido invocados de pronto. Y se colocaron frente a la cámara, uno estirando antes de comenzar y el otro, simplemente, tomando el origami que tenía sobre su hombro y sosteniéndolo con ambas manos, sin intenciones de hacerlo a un lado.


 


Kyungsoo enarcó una ceja ante aquello, pero decidió restarle importancia. Que un objeto hecho de papel estuviese en las fotos no le molestaba en lo absoluto. Además, y según él, sin dicha figura de papel, el chico en cuestión, de alguna manera, terminaría por perder parte de su personalidad y esencia.


 


Y no queremos que eso suceda, ¿verdad?”


 


Para el ojón, aquello le daba un aire de misterio que captaba su atención lo suficiente como para querer comenzar ya a fotografiarlo.


 


Pero algo lo impedía notablemente...


 


— ¿Y la chica? —soltó entre dientes Kyungsoo al notar que la modelo faltante no se había dignado a aparecer aún y ya era demasiado tarde. ¿Dónde demonios está? ¡Ya es muy tarde!


— Uh —balbuceó uno de los ayudantes del viejo Duck—, está un poco... retrasada.


— ¿Un poco? ¡Esa mujer del demonio tenía que haber llegado hace como una hora! ¡Una maldita hora! —gruñó notablemente molesto y se alborotó el cabello—. Maldición... como sea. Empezaremos sin ella...


— ¡Aquí está!


 


Kyungsoo no tardó en voltearse a ver hacia la dirección en la que habían gritado aquello y rogó a todos los dioses porque la chica ya hubiese venido con el atuendo puesto y el maquillaje correctamente colocado, únicamente para poder empezar con la sesión sin problemas de una vez por todas.


 


Aunque, y al lanzarle la primera mirada a cierta persona, casi se le hizo el maldito tic de Chanyeol en ambos ojos.


 


— ¿Qué es... lo que tiene puesto?


 


La “mujer”, si es que se le podía llamar así (porque, para Kyungsoo, no era nada más que un fenómeno), llevaba un vestido rojo carmesí bastante ajustado al cuerpo, como si se tratase de una segunda piel, con un estampado enorme de su propio rostro en las partes delantera y trasera de éste. Los zapatos que se había traído no combinaban ni con moco aunque lo intentase, y es que el verde limón jamás de los jamases combinaría bien con aquel atuendo que llevaba encima. Su cabello, castaño pero con tiras de colores algo subnormales en algunas extremidades, se encontraba sujeto a una especie de moño gigante de color amarillo patito, de ese amarillo que el chico que la veía odiaba con el alma.


 


La chica parecía como si fuese el clon perdido de la maldita Kyary Pamyu Pamyu.


 


Fuera de todo ese mamarracho, el maquillaje en el rostro, por lo menos, era decente.


 


Kyungsoo masajeó el arco de su nariz con dos dedos en gesto casi desesperante y caminó hacia ella con una sonrisa torcida en el rostro.


 


¿Qué es eso?


 


La chica sonrió con suficiencia mientras le palmeaba la cabeza repetidas veces.


 


— El atuendo que elegí para la sesión de hoy, niño —contestó simplemente, y comenzó a buscar algo con la vista por todo el lugar—. ¿Ya han llegado los demás? ¿Dónde está el fotógrafo? Aish... —protestó de pronto—. No me digas que llegará tarde. Tengo una firma de autógrafos a la cual ir en una hora.


 


Pero el chico no había escuchado nada más al momento en que sintió la asquerosa mano de cierta personita del demonio que le estaba amansando la cabeza como si se tratase de un maldito perro.


 


El hecho de que lo llamara niño, para rematar, le había hecho salir de sus casillas casi disparatado.


 


¡QUITA TU PUTA MANO DE MI CABEZA DE UNA MALDITA VEZ!


 


La chica saltó en su lugar al oírlo gritar tan fuerte y dio unos pasos atrás al observar su rostro, todo él rojo y con ira contenida.


 


— Uy... —Baekhyun mordió su puño, y sintió compasión hacia ella—. Ya se enojó el chico. Mas vale que haga lo que diga sin rechistar o estará acabada.


 


Chanyeol, que se encontraba a su lado casi a regañadientes, lo miró como si se hubiese vuelto loco. Luego volvió su vista al espectáculo, y casi se traga su cigarro completo al notar el rostro del ojón.


 


— Quiero que desaparezcas de mi vista y te cambies esa porquería que llevas puesta ahora mismo —murmuró con voz que bien se podía catalogar como siniestra mientras se tronaba los dedos y daba pasos hacia ella.


— Qué es... —farfulló la chica—. Qué...


Fuera.


— ¿Pero tú... ?


¡Fuera!


 


Ella dio otro bote en su lugar, bastante asustada, y no tardó en salir corriendo de allí, directo a los camerinos.


 


— ¡Y no te atreves a regresar si no te has cambiado esa mierda, narcisista!

Notas finales:

Capítulo sin betear, por lo que puede que tenga errores. Muchos.

 

En fin, ahí lo tienen.

 

¿Pedrada? ¿rosas? ¿amor? Lo que sea que que quieran decirme, será bienvenido por aquí.


Éste es el tercer intento para subir este cap, así que espero que lo hayan disfrutado y nos veremos a la otra ^^

 

XOXO.


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