CAPÍTULO 1 : TIERRA, TRÁGAME
- ¡Llego tarde, llego tarde!
Jonghyun corretea por toda la casa buscando sus prendas, repartidas por varias habitaciones, mientras me siento tranquilamente a desayunar mi taza de café americano.
- La corbata está en el baño.- Digo con calma absoluta.
- ¡Voyyy!
Parece que la encuentra, porque rápidamente llega al comedor y se pone los zapatos.
- ¿Lo has encontrado todo? - Sonrío.
- Afortunadamente.- Se acerca, bebe un sorbo de mi taza y me da un beso en la mejilla-. La próxima vez, procura desnudarme en una sola habitación.
- Eso le quitaría la gracia.- Le miro de un modo provocativo que sé que le encanta.
- No me mires así, que me tengo que ir, y si me miras así sabes que soy incapaz de hacerlo.
- Ok, ok.- Me levanto y le empujo suavemente hacia la puerta. En realidad no me importaría tener una nueva sesión de sexo matutino pero acabaría llegando yo también tarde y eso es algo que detesto.- La próxima vez ven un poco antes, no me gusta hacerlo deprisa y corriendo sólo porque no tienes tiempo.
- Lo siento, ya conoces mi situación actual.- Me agarra por la cintura con esa expresión triste que conozco de sobras-. Jessica apenas me deja respirar.
- Lo sé.- Me suelto de su agarre-. No digo nada, sólo que me gusta tener un poco más de tiempo, eso es todo.
- Te lo compensaré-. ¿Cómo no voy a creer a esos ojos de cachorrito?
- Eso espero.-Le acompaño a la puerta y me cuelgo en su cuello.- ¿Me llamarás pronto?
Asiente.
- Creo que el jueves tengo la tarde libre. Tengo una reunión a mediodía y me puedo escapar.
- Eso sería genial.
Abre la puerta.
- ¿Te pondrás lo que te regalé? - Adoro esa mirada pervertida expectante.
- Depende. Si no me haces esperar demasiado, seré un chico bueno para ti.
Se ríe y me da un último beso. Poco o nada nos importa que yo esté usando simplemente un kimono rosa y los vecinos estén subiendo y bajando las escaleras (desventajas de vivir en un edificio de renta antigua sin ascensor). Hace tiempo que dejó de importarme lo que pensaran los demás. Justo cuando conocí a Kim Jonghyun.
- Te quiero. bebé.
Le veo bajar las escaleras mientras suspiro, apoyado a la puerta. Me encanta empezar los días así.
- Ejem…- Alguien carraspea a mi lado.
Me giro, esperando encontrarme la cara de alguna vecina cotilla.
Pero no. Es un chico. Un chico que no había visto antes.
Le miro de arriba a abajo. ¿Esto es real?
Moreno, alto, atlético.
Totalmente mi tipo.
Guapo.
Buen cuerpo.
Buen gusto para la moda.
Serio.
Me mira penetrantemente.
Muy serio.
Totalmente hetero.
Shit!
- Hola.- Sonrío.
Justo entonces, cuando noto que me está analizando, me doy cuenta de que sigo con el kimono rosa como única vestimenta. Y apuesto a que mi pelo es un completo desastre.
- ¿Kim Kibum?
Abro los ojos, sorprendido.
- ¿Nos conocemos?
- No todavía.- Dice rápido.
Pone ante mi una bolsa transparente con algo dentro y no puedo evitar dar un paso atrás para fijarme en lo que contiene. Pero es bastante difícil ver algo sin gafas o lentillas, que reposan en la mesita de noche de mi habitación en este preciso momento.
- ¿Qué es esto?
- Creo que es tuyo.
Agita la bolsa y me acerco un poco a mirar. Es una revista. Veo...veo… ¡unos abdominales perfectos!
- ¡Dios! - Mi “Men’s Health” mensual está en manos de este chico.
- ¿Es tuya?
- ¡Sí! - La agarro rápidamente e intento darle la vuelta, pero en la contraportada hay una fotografía de un anuncio de ropa interior masculina y opto por enroscarla, claro que al estar todavía metida en la bolsa, sólo consigo arrugarlo todo y hacer mucho ruido.
- Creo que la dirección está mal, el cartero la dejó en mi buzón.
- ¿Eh?- La revista se me cae al suelo al escuchar una frase tan larga con esa voz tan profunda. La recojo, mientras él continúa observando todos mis movimientos-. Sí… sí… Siempre se equivocan.
- Vivo encima.- Señala el piso de arriba.
- ¿En serio? ¿Desde cuándo? Creí que ahí vivía el señor Kang…
- Me mudé hace unos días. El señor Kang se ha ido a vivir a una casa en las afueras.
- Ah… claro…
- Deberías rectificar la dirección de envío.
- ¿Eh? - ¿De qué habla?
- La revista. Es obvio que hay un error en tus datos.
- Ah, eso. Siempre es igual. Hace un año que me suscribí y nunca ha llegado a mi buzón.- Me río.- No sé cuántas veces les he escrito pero no hay forma de que lo arreglen.
- Oh…- Se forma un silencio incómodo. Creo que en este momento él debería irse, o yo entrar en casa, o ese tipo de cosas que se hacen cuando se ha acabado el tema de conversación y uno de los interlocutores está medio desnudo.- Así que… ¿también eres deportista?
- ¿Eh? - ¿Habla de mi?
- La revista.- Señala el bulto arrugado que todavía sujeto-. ¿Te gusta mantenerte en forma?
“Sólo en la cama”.
- B...bastante, sí.
- Anda, pues eso es genial.- ¿Por qué de repente se ha puesto tan contento?
- Sí que lo es…- Ni idea de por qué, pero lo es, porque está sonriendo y juro por mi Vogue que diré y haré lo que sea por seguir viendo esa sonrisa.
- Yo salgo a correr por las mañanas. Algo rutinario, un pequeño paseo. 5 kilómetros más o menos.
¿5 kilómetros? La única vez en mi vida que CAMINÉ 5 kilómetros fue un año que decidí ahorrar el transporte para ir de compras al centro comercial y así poder comprarme más cosas.
- WOW.
- Será poco para un deportista como tú. Es que por las tardes tengo entrenamientos más duros y no me quiero sobreesforzar...
DURO. SOBREESFUERZO.
Es todo lo que mi mente puede procesar en este momento.
Pero algo detiene la progresión de mi ictus cerebral. Un mensaje de mi móvil.
- Shit! - Chillo, histérico al comprobar la hora y leer el mensaje diario de Sulli.- Voy a llegar tarde.
- Oh…
- ¡Maldito dinosaurio! siempre igual…
- Yo también me voy…- El chico se aleja lentamente de mi puerta.- Nos vemos.
- Oh, claro, claro.- Apenas le veo subir las escaleras-. Cualquier cosa que necesites… ehm.. ¡aquí estoy…! - Sexo, sexo o sexo…
- ¡Vale! -Escucho cómo llega a su puerta-. Ya te llamaré para ir a correr juntos un día.
CORRER. Oh sí, definitivamente quiero correr con este chico.Pero no en la calle.
Oh shit! ¿en serio cree que voy a acompañarle a correr? ¿Por qué le he dejado que piense que soy un deportista? ¡Odio sudar! Odio el deporte y lo que más odio en el mundo es la ropa de deporte. Pero si tengo que correr para volver a ver a ese pedazo de hombre, correré.
- No tengo dignidad.- Cierro la puerta y echo un vistazo a mi indumentaria.- Ninguna.