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God, why are you unfair? por Andorea

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Capítulo uno

Navidad

 

Chris, o mejor dicho Christopher, bajó con cuidado del auto sosteniendo  en brazos al  pequeño recién acogido, en verdad que se había llevado un susto al escuchar a Noah que había alguien enterrado bajo la nieve. El salió disparado hacía la figura que se formaba en la nieve.

Él se había alegrado en ver que todavía respiraba y su corazón latía bien, parecía no llevar mucho tiempo ahí. Recordaba haber soltado una gran bocanada de aire. Juraría que si en verdad hubiesen llegado tarde el se había roto a llorar.

Era muy sensible con los niños, de hecho estaba estudiando para ser  psicopedagogo, nunca perdonaría a la familia que abandonó al pequeño, con el diminuto  examen que le había aplicado al niño le basto para saber que algo no andaba bien, sus ojos se miraban con miedo.

-Pero… ¿miedo a qué?- Pensó.

Noah le abrió la puerta de su casa, qué rápidamente le recibieron algunos de sus sobrinos.

-¡Tío Chris, dígale a mamá que ya podemos abrir los regalos!-

-No tío Chris, dígale a mamá que sirva la cena, tenemos hambre-

Y más de un mil reclamos recibió el Tío Chris… Noah entró detrás de él cerrando la puerta detrás suyo  posteriormente de haberse sacudido un poco, con un par de bolsas del súper en sus manos también fue recibido por algunos niños y adolescentes que le ayudaron con la compra.

Colocó su dedo índice en sus labios indicando silencio, los críos hicieron caso, miraron curiosos al niño que hacía en los brazos del oji turquesa.

-¿Quién es él, Tío Chris?- dijo en susurro una niña de seis años por lo mucho, sus mejillas parecían un par de tomatitos y el par de colitas que  la hacían una monada.

-Es un niño que pasará la navidad con nosotros, así que trátenlo  bien ¿vale?- Una gran sonrisa adornó el rostro de oji turquesa.

-¡Sí!- exclamaron todos los niños ahí presentes.

-Por cierto ¿esta el Tío Fred, aquí?-

-Tanto me quieres, qué mencionas mi nombre, hermanito- Estaba apunto de lanzársele encima sin embargo algo en sus brazos le detuvo.

-Necesito que le revises, por favor hermano-

-¿Qué pasó?- preguntó mientras iba  al segundo piso de esa vivienda, fueron a un cuarto cercano   depositaron el cuerpo del pequeño.

-Mas o menos,  Noah y yo fuimos al súper por unas cosas pero en el trayecto lo encontramos a este niño bajo la nieve, estuvo consiente por unos minutos pero lo dejé descansar…-

El mayor de ahí, comenzó a checar al pequeño.

Su temperatura estaba un poco  debajo de lo normal pero que no puede hacer una buen cobertor, parte de sus extremidades se encontraban con pequeños desgarres, un buen descanso y no realizar movimientos bruscos por un par de día sería suficiente, una ducha con agua caliente le caería bien.

-No tiene nada malo, pero te recomiendo que le bañes ahora con agua caliente y le abrigues bien antes de bajar- El peli caoba asintió.

-Gracias Fredo-

-Ya casi no me decías así, déjame abrazarte- estaba apunto de lanzarse encima si es que su hermano no le bloqueó.

-nunca.-

-que malo~-

Ambos salieron de la habitación, el mayor de ambos para el primer piso y Christopher por unas toallas, lo iba a meter a la ducha.

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Abrió sus ojos poco a poco, no reconoció el techo azul de ese lugar, se levantó sentándose al borde de la cama, miro su alrededor, una habitación pequeña.

-Veo que haz despertado- miró a la voz del intruso, era el muchacho de antes. – Perdón pero sin querer vi esto- sacó una hoja blanca de su bolsillo mientras se acercaba a él, él rápidamente supo que era, era su carta a santa.- Tu nombre es Dakota Freiheit  ¿cierto?- Asintió ante la pregunta del chico- Dake, ¿te puedo decir así?- el niño volvió a asentir.- Dake, creo que por tu apellido no eres de aquí, en que no puedo estar tan  seguro por tu aspecto, seguro alguno de tus padres es extranjero o un familiar, en que ahora desconozco tu  segundo apellido. Cariño…- el mayor se agachó a la altura del pequeño- ¿Puedes hablar?

Tocó su cuello, tratando de saber por qué el sonido no fluía. Negó otra vez.

-¿No puedes pequeño? No te preocupes ¿vale? Vamos a darte una ducha con agua calientita e iremos abajo para comer-

El chico negó.

-No pasa nada-extendió su mano con toda intención de que fuese tomada por el menor, con nerviosismo correspondió el acto-  veras la bañera de aquí es fantástica seguro que te fascinara tanto como a mi-

El trayecto al baño no fue largo, apenas doblando esquina, entró primero Chris seguido de un tímido Dakota detrás de sí.

El peli caoba estaba en lo cierto, la bañera era magnifica.

Abrió la llave de la derecha, que comenzaba a salir agua caliente, abrió la fría para regular la temperatura, llenó la tina hasta que la temperatura fue gustosa.

-Puedes usar el jabón y el shampoo que desees, iré rápido por ropa para ti, seguro uno de mis sobrinos calza igual, estate cómodo-dijo mientras dejaba la toalla cerca de él y retiraba.

Se sentía nervioso en esa casa ajena, seguro su mamá debería  estar molesta con él, por no esperarla, seguro ya no lo quería.

Si no lo haces, no te querré más.

Empezó a desvestirse con cuidado, aún le dolían las articulaciones, una vez desnudo, se metió a la bañera, mira que se sentía relajado.

Confío en ti, se buen niño

Se hundió un poco, haciendo burbujas en su camino, algunas lágrimas amenazaban por salir a flote, su madre ya no lo quería, la abandonó. Terminó rápido con su baño, quería olvidar eso y regresar allá, pero sabía que no lo dejarían y en que si lo dejaran su madre no estaría ahí.

Antes de tocar la toalla, tocaron a la puerta.

-Dejaré una bolsa afuera, es ropa para que te la pongas, te espero abajo pequeño.-

No entendía por qué eran tan bueno con él, si él…

Él…no era un buen niño.

 

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Sentía nervios, dudaba en bajar las escaleras, las manos le temblaban incluso estando postradas en el barandal, bajó un escalón, sentía que el corazón se le saldría del pecho, ¿qué personas  se encontraría allá abajo?

Le temía que no fuese bien recibido, en que los demás estaban en toda la disposición de estarlo, un intruso ajeno a todo invade a su casa, tragó saliva ante estos pensamientos algo fuera de lugar.

-¿No quieres bajar?- escuchó detrás suyo una voz ronca  que le puso la piel de gallina, volteó lentamente, él mayor le extendió la mano- vamos, yo te ayudaré- con la mano temblorosa colocó su  mano contra la otra- buen chico- el  mayor de cabellos negros, le sacudió los cabellos un poco húmedos aún y se dispusieron a bajar.

Una vez bajaron el último escalón, comenzó a escuchar carcajadas que le helaron la sangre.

-No te preocupes, nadie te comerá, tenlo por seguro- miró arriba y una sonrisa se le era dedicaba – vamos, la comida esta deliciosa- siguieron el camino hacía donde el ruido abundaban.

-Por eso la pequeña Sofía sigue así…- todos los adultos de ahí estallaron en risas, la susodicha pasó a ser un tomate maduro.

-¡Mamá!- gritó la susodicha.

-No te preocupes todas las señoritas pasan por eso - esa era claramente la voz de Chris

-¡Pero eso no pasó! Me lastimé las rodillas y…-

-¿Qué edad tienes? ¿13, 14? Mira que eres una monada~ estas entrando en la etapa de la rebeldía- habló otra vez el peli caoba.

-¡Agh! Odio mi vida-  la chica salió del comedor ante la atenta mirada de Dakota.

-Cómo crecen-

-lo sé- mencionó Chris, mientras se limpiaban unas vagas lagrimillas, la risa le estaba llenando, si que se animaban las cosas en su hogar, sí que extrañaba este tipo de salidas.

-Ejem Chris…- tosió haciendo llamar la atención del llamado

Cuando llamas a uno, llamas a todos.

Y de pronto, el nerviosismo le invadió.

Tragó grueso, cada una de las cabezas ahí presente la tenían sobre él, sus piernas comenzaron a flagear, hasta que un golpecito en la espalda hizo animarle, era el hombre de negros cabellos.

Chris se le acercó y se posó a un lado suyo.

-Bueno familia, el es Dakota, será nuestro invitado el día de hoy por favor, trátenlo bien- dijo sonriente.

-¡Bienvenido Dakota!- dijeron todos los de ahí presente en coro.

-¿Gustas comer algo, Dake?- preguntó con amabilidad el peli caoba.

Abrió su boca para tratar de decir algo, pero fue jalado antes de que saliera apenas una vocal, de un momento a otro ya estaba sentado delante de todos esos desconocidos y en frente suyo un plato muy bien restablecido.

Los mayores comenzaron a nombrar a más personas que vinieran a cenar, la familia en sí era mucha, los que había conocido estaban en sus lados, el chico amable en su derecha y el de cabellos oscuros a su izquierda. De cierta forma se sentía protegido.

Cómo una familia.

Noah miraba atento todo, la mirada brillante del niño de su derecha era realmente encantadora, miró a Chris, iba a decirle en miradas que observara al pequeño pero estaba teniendo una pequeña disputa entre un par de sus sobrinas en quien se sentaría a su costado.

Río por debajo.

Al final el tío Alfredo fue el vencedor, quitando a las dos niñas de ahí; una amenazaba en romper en llanto y la segunda ya estaba haciendo berrinche. La madre de los Sandoval le lanzó una mirada al mayor, este lo sintió de inmediato, un escalofrío lleno todo su ser.

-Hay no…- dijo Fred siendo escuchado por su hermano.

-¿Qué?-

-Mamá…- el pequeño Sandoval volteó hacía al asiento de su madre que esta le recibió con una cálida sonrisa que el mismo correspondió correctamente- Maldito favoritismo…- pensaba el mayor.

La cena en sí fue de lo más cómoda para el nuevo individuo, habría jurado que era lo más rico que había probado –exceptuando la sopa de pollo de su madre, eso nadie le ganaba- pero lo más difícil para él fue después de la cena, todos los niños  le habían atrapado en un círculo.

-¿Cuál es tú nombre?

-¿Cuántos años tienes?

- ¿Te gustan los caballos?

Mil y un preguntas fueron soltadas para él, quería contestarlas pero su garganta no daba para más que quejidos, evito aquello respondiendo a las preguntas de “Sí y no”

Sintió una mano plasmarse en su hombro, miró hacía arriba y… ¡Ese hombre era enorme! No recordaba haberlo visto antes que no sea la cena, fue el hombre que se peleó con unas niñas que al verlo hicieron un puchero.

-Él es Dakota, no puede hablar por el momento así que trátenlo bien- La voz profunda del hombre lo sacó de sus pensamientos.

-¿Por qué no puede hablar tío?- Una niña de corta edad *enigmaba.

-Por qué se portó mal y les pasara lo mismo y les quitaré la voz ¿cierto?- miró al mayor que le giñaba el ojo.

¿Se había portado mal?

Sí, lo había hecho.

-Hey, no, es una broma, no llores, sh, sh- sin saber la razón del por qué el menor había empezado a llorar él trataba de calmarlo, si su hermano se enteraba el estaba frito.

El mayor de ahí iba a colocar  su mano en sus cabellos de ser por sus ahora enemigas, sus sobrinas de antes.

-Devuélvele su voz- dijo una del par.

-¿Eh…?- el montón de niños se empezó aglomerar a su alrededor- ¿¡AH!?-

-¡ATAQUE!- Gritaron todos exceptuando al nuevo del grupo a lo que es su tío.

Jalones, mordidas, el mayor no se salvaba, sabía que el  tuvo que seguir su sueño de ser Batman, malditas influencias de colegio a la medicina…

-¡Auxilio, auxilio! Agh…malditos bastardos- trataba como podía quitárselos.- quítense de encima, joder.

-¿Bastardos?-

Y de pronto, todos pararon en seco, la alpha superior en escena.

Una cuchara de madera, risas, un sorprendido Dakota, uno ya puede imaginarse la escena.

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Ya el reloj daba las doce

Lo siguiente que vio lo dejo asombrado, la enorme cantidad de regalos era terriblemente monstruosa y por no decir la cuantía de  gente en una sola casa.

Su boca era una perfecta “o” detonando su asombro, sus padres nunca habían hecho algo similar, podría decir que estaba desconectado de sus demás familiares dejando solo a su papá y mamá, bueno, solo mamá.

-¿Te estás divirtiendo? Dake- Preguntó el semi caoba.

Asintió con la cabeza, aún no perdía su timidez ante los hechos. La mayoría de los niños pequeños ya estaban dormidos dentro de los brazos de sus padres, él se había mantenido despierto junto a los mayores y uno que otro niño travieso.

Sus párpados se sentían pesados, quería dormir, pero algo llamado consciencia le picaba fuertemente.

Sintió su cuerpo liviano de repente, lo estaban cargando, miró el rostro sonriente de aquel joven, de cierta u otra forma se sentía seguro entre esos brazos, tenía curiosidad por ver cómo habrían los regalos sin embargo el sueño le invadía, no pudo más.

Recargo su cabeza en el pecho del mayor, Cristopher acunó al pequeño, poco a poco miraba que se quedaba dormido.

-Es hora de irnos Noah- Dijo Cris al susodicho, el otro asintió, iba a ir a su departamento, mañana sería un día muy movido.

Noah despidió a su suegra y a su cuñado, este último apretó lo más fuerte que pudo la despedida de mano, tenía de antemano Noah que el hermano de Cris era increíblemente sobreprotector con su novio, tan solo recordar de cómo se llevaban al inicio de su relación con Chris le dolía la cabeza, había cambiado un poco.

Christopher aún con niño en brazos despidió a cada familiar despierto, recibiendo besos de su madre e intentos de asfixiamiento de su hermano mayor.

Sin más que hacer –no sin antes recoger los obsequios que tenían para ellos- fueron al vehículo de Noah y partieron.

El pequeño Dakota con una frazada en la parte de atrás del auto, Christopher dormía en su asiento y Noah conducía.

-Mamá…- Noah escuchaba atentamente las  primeras palabras del niño qué decía en ese día, pero lo que vino después lo dejó pensativo – lo…siento, no me dejes…-

Supo en ese momento lo que le pasaba a ese niño, no necesitaba de la psicología e instinto de Chris, quien entiende mejor a un abandonado que un abandonado.

Notas finales:

¡Gracias por leer!


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