Tras el pelo bien cuidado color oscuro, los ojos del primer delegado de la clase se encontraron con la mirada de Jinyoung. El pelo, que habitualmente tenía perfectamente peinado sobre su cráneo, era ahora un completo revoltijo. Su cara parecía sucia, y sus ojos estaban inyectados en sangre y tan abiertos como los que había en el rostro de Jinki. El rostro de Kiseop estaba increíblemente pálido, como lo estaba en el interior del aula. Ya no parecía un ser humano.
Cuando el arma se agitó con una sacudida violenta, Jinyoung se agachó y cayó hacia atrás. Con aquel estallido, la pistola escupió una pequeña llama. Algo muy caliente rozó la cabeza de Jinyoung. Por su puesto, sabía qué había sido. De todos modos, la bala había errado el blanco.
Aún tumbado de espaldas, Jinyoung no tuvo ni tiempo para pensar. Solo intentó huir. La maleza seca hacía un ruido quebradizo bajo su espalda.
Estaba demasiado cerca: no podía escapar. Lee Ki Seop solo estaba a unos cuantos metros de distancia de Jinyoung, apuntando directamente al pecho.
El rostro de Jinyoung se puso más rígido que una escultura de mármol. Apenas podía pensar en proteger a Chanshik, ni en ninguna otra cosa, pues un verdadero miedo lo tenía atenazado en lo más profundo de sus entrañas. “La próxima diminuta bala de plomo que esa pistola escupa… ¡me matará! ¡Me matará!”.
-¡Alto!- gritó otra voz.
Kiseop de repente se volvió hacia un lateral. Jinyoung también buscó el lugar hacia donde se dirigía la mirada de su delegado…
Una alargada figura se veía a la sombra del templo. Con el pelo liso y algo corto, una alargada cicatriz cruzando su cuello y con el gesto feroz de un matón. Era Jung Yong Hwa (el estudiante número 14). Sostenía en la mano una escopeta de postas (una Remington M-31 de cañones recortados).
Sin ningún gesto ni aviso, Kiseop disparó a Yonghwa. Jinyoung vio cómo este se agachaba rápidamente. Cuando oyó la explosión de la escopeta de Yonghwa aún mantenía erguida mientras estaba agachado, las chispas volaron de los cañones como un lanzallamas y, un instante después el brazo de Kiseop había desaparecido. Una oleada de rocío sanguinolento llenó el aire. Kiseop miró atónito la media manga de su uniforme escolar; el resto, desde el codo a la mano que sostenía la pistola, yacía ahora sobre la hierba. Yonghwa rápidamente extrajo la posta y volvió a cargar la recortada. Un cartucho de plástico rojo salió volando hacia un lateral, después de haber escupido sus perdigones.
-¡Aaaaaaaaagh!- gritó Kiseop como un animal, cuando de repente se dio cuenta de lo que había ocurrido. Jinyoung pensó que caería sobre sus rodillas.
Pero no. En vez de hacer eso, el delegado de clase corrió en busca de su brazo. Consiguió arrancar la pistola de la mano amputada con la que aún tenía pegada al cuerpo. Como una carrera de relevos de un solo hombre. ¡Fantástico! A Jinyoung una vez más le pareció que estaba viendo una mala película de terror. O mejor dicho, leyendo una mala novela de terror.
Maldita sea, aquello era horroroso.
-¡Quieto!- gritó Yonghwa, pero Kiseop no le hizo caso y le apuntó con la pistola.
Yonghwa disparó otra vez. El cuerpo de Kiseop se dobló en un triángulo, con el pecho elevado como un saltador de altura, y voló hacia atrás. Cayó sobre sus pies y, como si fuera a cámara lenta, un instante después estaba derrumbándose sobre el polvo boca arriba. Se hundió en la maleza de la explanada y allí quedó, inmóvil.
Jinyoung consiguió ponerse a duras penas de pie.
Pudo ver el cuerpo de Kiseop entre la hierba y la maleza. Tenía un boquete en el estómago, y el contenido del mismo parecía el contenedor de la basura de una fábrica de salchichas.
Yonghwa apenas prestó atención al cadáver y rápidamente se acercó a Jinyoung con su recortada. Manipuló el cargador de nuevo y el cartucho vacío salió volando.
Jinyoung estaba aturdido por la rápida sucesión de acontecimientos y las horrendas muertes de Jinki y Kiseop, pero se las arregló para decir entre jadeos:
-¡Espera, espera…! Yo…
Yonghwa se detuvo junto al cuerpo de Kiseop y dijo:
-Ni te muevas. Tira el arma.
Jinyoung al final se dio cuenta de que tenía el hacha en la mano.
Hizo lo que Yonghwa le había dicho. El hacha sangrienta cayó al suelo con un golpe seco.
Entonces fue cuando apareció Chanshik, plantado donde el sendero acababa de descender. Arrastrando la pierna, había conseguido abrirse paso entre los matorrales, siguiendo el camino que habían abierto Jinki y Jinyoung cuando bajaron rodando por la cuesta. (Jinyoung se dio cuenta entonces de que había transcurrido menos de un minuto desde su pelea con Lee Jin Ki). Se había quedado pálido ante los disparos, pero ahora contenía el aliento a la vista de los cadáveres desperdigados de Jinki y Kiseop, y el cara a cara entre Yonghwa y Jinyoung.
Jinyoung inmediatamente se percató de la presencia de Chanshik y le apuntó. El cuerpo de él se encogió.
-¡Quieto!- gritó Jinyoung.- ¡Chanshik está conmigo! ¡Y nosotros no queremos luchar!
Yonghwa se volvió lentamente hacia Jinyoung. Tenía una mirada extraña, desconcertada.
Jinyoung le gritó a Chanshik:
-¡Chanshik! Yonghwa me ha salvado la vida. ¡No es un enemigo!
Yonghwa miró a Chanshik y luego se volvió de nuevo a Jinyoung. Luego bajó la recortada.
Después de permanecer los tres inmóviles durante un rato, Chanshik levantó las manos para indicar que no llevaba nada y luego bajó lentamente el último tramo del camino. Avanzó tambaleante, arrastrando la pierna derecha, y mientras se acercaba a Jinyoung, ambos observaron a Yonghwa.
Yonghwa les devolvió la mirada, como si fueran dos armadillos gemelos. Jiyoung notó que la barba incipiente le había crecido un poco en la barbilla a aquel extraño compañero de clase.
-Lo primero… déjenme que me explique.- dijo al final Yonghwa.- No tuve más remedio que disparar a Kiseop. ¿Entienden?
Miró el cuerpo de Kiseop, Jinyung meditó las palabras de Yonghwa y se percató de que, tal vez, tal vez el delegado había perdido completamente el juicio. “Puede que me viera pelear con Lee Jin Ki y extrajera una impresión errónea. Chanshik no estaba por aquí, así que eso hubiera sido razonable…”
Como había dicho Yonghwa, Jinyoung no tenía derecho a culparlo por sus acciones. Si no hubiera matado a Kiseop, entonces este habría acabado con Jinyoung. Después de todo, él también había matado a alguien. A Lee Jin Ki.
Volvió a mirar a Yonghwa.
-Claro, lo sé. Gracias. Me has salvado la vida.
Yonghwa se encogió de hombros.
-Solo intentaba detener a Kiseop, pero supongo que al final acabé salvándote la vida también.
La adrenalina todavía corría como un torrente por su cuerpo, pero Jinyoung consiguió decir algo más:
-Me alegro mucho. Es un gran alivio encontrar a alguien que todavía es normal.
De hecho, Jinyoung estaba sorprendido. Horas antes, en el aula, pensó que si había alguien que fuer a jugar aquello, ese sería Yonghwa. Pero no solo había pasado de jugar, sino que le había salvado la vida a Jinyoung.
Yonghwa los miró atentamente durante un rato, como si estuviera pensando algo. Luego dijo:
-Entonces, ¿ustedes dos están juntos?
Jinyoung levantó las cejas.
-Sí, eso es lo que he dicho.
-¿Y por qué están juntos?- preguntó Yonghwa.
Jinyoung y Chanshik se miraron. Entonces se giraron hacia Yonghwa.
-¿Qué quieres decir con…?
Pero se detuvo a medias cuando se dio cuenta de que Chanshik estaba haciendo la misma pregunta. Pero él se interrumpió también a media frase, al darse cuenta de que Jinyoung estaba preguntando lo mismo. Ambos volvieron a mirarse. Jinyoung pensó que Chanshik le estaba dando luz verde para que hablara primero, pero entonces, en cuanto empezó a hablar, sus palabras se volvieron a solapara con las de él.
-Porque…
Una vez más, Jinyoung y Chanshik intercambiaron miradas. Acabaron mirando a Yonghwa sin decir ni una palabra.
Una levísima mueca cruzó el rostro de Yonghwa. Si aquello era una sonrisa, era la primera vez que Jinyoung lo veía sonreír en su vida.
-Está bien, está bien…- asintió Yonghwa.- Sea como sea, tenemos que escondernos. No vamos a quedarnos aquí al descubierto.
Estudiante número 29, Lee Ki Seop: Muerto
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