Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

BATTLE ROYALE por SuperNova31

[Reviews - 27]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Todos los alumnos de los institutos de la República del Gran Oriente Asiático (que comprendía Corea del Sur, Corea del Norte y Japón) sabía que era aquello del Programa y de la Ley BR. Incluso se hablaba de todo aquello en los libros de textos a partir de cuarto. En la Enciclopedia Mundial de la República del Gran Oriente Asiático había una entrada detalla en la que se explicaba todo

 

Programa: Un programa de simulación bélica establecido y dirigido por nuestras fuerzas armadas, instituido por razones de seguridad. Cincuenta clases de tercer año de instituto son seleccionadas anualmente para desarrollar el Programa con propósitos científicos.

Ley BR: Ley sancionada con el propósito de crear una nación sana de cuerpo, mente y espíritu.

 

La primera vez que Jinyoung había oído hablar del Programa había sido en cuarto. O puede que en quinto. Fue cuando lo dejaron en la Casa de Caridad, donde lo llevó un amigo de sus padres después de que estos murieran en un accidente de tráfico. (Todos sus parientes se habían negado a quedarse con él. Se enteró de que semejante desprecio hacia sus padres se debía a que sus padres se habían visto envueltos en actividades antigubernamentales, pero nunca pudo confirmar aquella historia). Estaba viendo la televisión en la sala de juegos con Kang Dong Ho, que había llegado a la Casa de Caridad antes que él. Su programa favorito de robots anime acababa de terminar, y la superintendente la institución de aquel momento, Kwon Yu Ri, cambió el canal. Jinyoung estaba mirando precisamente la pantalla, pero en cuanto vio al hombre con un traje rígido dirigirse a él, se dio cuenta que era aquel aburridísimo programa que se llamaba “las noticias” y que ponían en todos los canales a distintas horas.

El hombre estaba leyendo un papel, Jinyoung no recordaba exactamente lo que decía, pero siempre era lo mismo y probablemente era algo parecido a esto:

“Hemos recibido un informe de las Fuerzas Especiales de Defensa y del Gobierno que anuncia que el Programa de la ciudad de Busan finalizó ayer a las 15:12 horas. Han transcurrido tres años desde que se implementó el último Programa en la ciudad. La promoción era el tercer curso, clase E, del instituto mixto Geju número 4. La localización, desconocida hasta el momento, fue la isla Hansen. El vencedor ha ganado tras tres días, siete horas y 43 minutos de Programa. El estudiante, de sexo masculino, tiene 17 años de edad y se llama Jung Ki Wook Además con la recuperación de los cadáveres y las autopsias que se efectuaron hoy, se han determinado las causas de las muertes de los 38 estudiantes fallecidos: 17 murieron por heridas de armas de fuego, 9 por heridas de cuchillos o armas blancas, 5 por armas contundentes y 3 por asfixia hasta la muerte…”.

Apareció en pantalla una imagen de lo que parecía ser “el vencedor”: un chico con uniforme escolar amarillo y negro muy ajado. Era sarcásticamente lindo, con la piel blanca y rostro de muñeco. Agarrado entre dos soldados de las Fuerzas Especiales de Defensa, seguía mirando a la cámara, con el rostro crispado. Bajo su algo largo pelo rubio platinado, había un pegote de una sustancia de color oscuro. Jinyoung aún podía recordar perfectamente cómo aquel rostro crispado de vez en cuando parecía esbozar algo que asemejaba, de un modo bastante raro, a una sonrisa.

Ahora se daba cuenta de que aquella era la primera vez que había una persona loca.

Cuando Jinyoung creció un poco, aquel mismo informe local, ofrecido generalmente una vez cada tres o más años, le resultaba en cada ocasión más insidioso. Del total de estudiantes de tercer año de instituto, cincuenta clases de las distintas ciudades y prefecturas de la nación se destinaban a una sentencia de muerte garantizada. Eso significaba que, si cada clase tenía cuarenta estudiantes, dos mil estudiantes morían anualmente sin remedio. No, más precisamente significaba que 1950 estudiantes eran asesinados todos los años. Peor todavía: no era simplemente una ejecución en masa… Los estudiantes tenían que matarse unos a otros, compitiendo por el título de superviviente. Era la versión más aterradora del juego de sillas musicales que se pudiera imaginar.

Pero era imposible oponerse al Programa. Era imposible protestar contra nada que pudiera hacer la República del Gran Oriente Asiático.

Así que Jinyoung decidió olvidarse de ello. Puede que el índice de natalidad estuviera disminuyendo, pero las posibilidades de que le tocara estar en el Programa eran como de 1 en 80. En la ciudad de Busan significaba que con suerte escogerían una clase cada dos años. Dicho a lo bruto, era como si te murieras en un accidente de tráfico.

Con el pasar de los años el temor de Jinyoung y su furia contra las cientos de muertes que se llevaban a cabo cada año, se desvanecían gradualmente hasta desaparecer. Pero de todos modos permanecía aquella vaga desconfianza e impotencia hacia el Gobierno.

Así eran las cosas.

Y cuando Jinyoung empezó aquel año su tercer curso en el instituto, junto con otros compañeros de clase, dio por sentado que estaba a salvo. En realidad no tenía otra opción más que darlo por sentado.

Hasta ese momento.

-Eso no puede estar pasando…

Se oyó el ruido de una silla al caer cuando alguien se puso de pie.

La voz era lo suficientemente chillona como para hacer que Jinyoung intentara ver el pupitre que había más allá de Huang Zi Tao. Era Lee Ki Seop, el primer delegado de la clase. Tenía el rostro más que pálido. Lo tenía casi gris.

Algunos de sus compañeros de clase tal vez estaban esperando que Kiseop presentara alguna adecuada protesta bien argumentada. ¿De verdad había que matara a los amigos con los que habías estado saliendo por ahí hasta ayer? Imposible. Alguien estaba cometiendo un gravísimo error.

Pero Kiseop los dejó colgados a todos.

-Mi… mi padre es director de Asuntos Medioambientales en el Gobierno de la ciudad. ¿Cómo va a seleccionarse para el programa la clase en la que estoy yo?

Debido a sus temblores en la voz, su voz tensa sonaba histérica.

El hombre que decía llamarse Park Jung Min sonrió e hizo un gesto paternalista con la cabeza, haciendo ondear su cabellera al viento.

-Veamos… Tú eres Lee Ki Seop. ¿Cierto?

Kiseop asintió.

-Deberías saber lo que es la igualdad. Atiéndanme: todo el mundo nace igual. El trabajo de tu padre en el Gobierno de la ciudad no te otorga ningún derecho ni privilegios especiales.  No eres distinto a los demás. Escúchenme todos.- dijo Jungmin- Todos ustedes tienen historias y pasados distintos y personales. Desde luego, algunos de ustedes vienen de familias acaudaladas, otros de familias pobres. Pero circunstancias que están más allá  de su control, como las descritas, no deberían determinar lo que son. Todos ustedes deben se conscientes de lo que son por sus propios medios. Así que, Kiseop, no pretendas convencernos de ser alguien especial… ¡porque no lo eres!

Park Jung Min le espetó aquello con un alarido tan repentino que Kiseop se derrumbó en su silla. Jungmin lo miró durante un rato, con una mirada feroz, pero luego volvió a lucir su sardónica sonrisa.

-Su clase será mencionada en las noticias matinales de hoy. Por supuesto, como BR debe llevarse a cabo en secreto, los detalles no se revelarán hasta que acabe el juego. Veamos ahora, ah sí… Bien…- Bajó la mirada para consultar sus notas-. A sus padres ya se les ha notificado.

Todo el mundo parecía perdido y estupefacto. ¿Compañeros de clase destripándose unos a otros? Imposible.

-Aún no creen que esto les pueda estar pasando a ustedes, ¿verdad?

Jungmin se rascó la cabeza con aire de tener alguna duda. Luego se volvió hacia la puerta y exclamó:

-¡Eh, muchachos! ¡Entren!

La puerta se abrió inmediatamente y entraron tres hombres como un vendaval. Los tres vestían ropa de camuflaje y botas militares, y traían bajo el brazo cascos metálicos con la insignia oficial. Era evidente que eran soldados de las Fuerzas Especiales de Defensa. Traían rifles de asalto colgando del hombro, Jinyoung pudo ver pistolas automáticas enfundadas en los cinturones. Uno de los soldados era muy alto, y llevaba el pelo oscuro parado hacia delante en un corte muy moderno. Otro, de una estatura mediana, tenía un corte estrafalario y el cabello rubio, tenía una cara aniñada y bastante agraciada. El último venía sonriendo, pero quedó eclipsado por el carisma de los otros dos. Traían un saco de nailon grande y grueso, que recordaba las fundas de los sacos de dormir. En algunas partes del saco sobresalían bultos, como si estuviera lleno de piñas.

Jungmin permaneció junto a la ventana, y los tres hombres colocaron en el atril el saco, que se quedó allí, a horcajadas. Parecía querer volcarse hacia el lado de la ventana, y se quedó colgando, tal vez porque lo que tenía dentro no pesaba mucho.

Jungmin anunció:

-Permítanme presentarles a estos hombres, que les ayudaran durante el Programa. Señor Ok Taec Yeon. Señor Woo Ji Ho. Señor Kim Min Jun. Y ahora, ¿por qué no les muestran lo que hay ahí dentro?

El de corte moderno, Taecyeon, se aproximó al atril desde el lado del pasillo, tiró la cremallera y empujó la bolsa abierta. Una cosa empapada de rojo…

-¡Aaaaaaaah!

Antes de que se abriera por completo, uno de los chicos de la primera fila chilló enloquecido. Inmediatamente lo siguieron todos los demás de las primeras filas. Como todos los pupitres y las sillas empezaron a entrechocar, otras voces gritaron:

-¿Qué es? ¿Qué es?

Y un coro de sopranos se elevó en el aire.

Jinyoung se quedó sin aliento.

Pudo ver en el interior de la bolsa medio abierta el cuerpo del maestro que estaba al cuidado de la clase de tercer B durante el viaje, el señor Choi Si Won. Ahora ye era el que había sido su maestro. De hecho, ya era el que había sido el señor Choi.

Su liviano traje gris azulado estaba empapado en sangre. Únicamente le quedaba la mirad izquierda de la cabeza. Un globo ocular marmóreo y carmesí observaba con mirada ausente el techo. Una gelatina grisácea, lo que seguramente debían haber sido sus sesos, colgaban sobre lo que le quedaba de pelo. Como si se alegrara de haberse separado, el brazo izquierdo, todavía con el reloj, se había deslizado fuera del saco y colgaba por la parte interior del atril. Solo los que estaban en primera fila pudieron darse cuenta de que no tenía la otra mano.

-Bueno, bueno, bueno… silencio, ya.- Jungmin dio unas palmadas, pero los alaridos de los menores no menguaban.- Cállense ya. ¡Silencio!

De repente, el soldado de cara aniñada que se llamaba Jiho sacó la pistola.

Jinyoung imaginó que haría un disparo de advertencia al techo pero, en vez de eso, el soldado agarró con una mano la bolsa que contenía al profesor Choi y tiró el saco al suelo. Agarró la caballera y la levantó hasta la altura de su cara. Parecía el héroe de una película de ciencia ficción enfrentándose a una larva gigante.

El soldado le metió dos tiros a la cabeza del señor Choi. Los restos salieron volando. Las potentes balas le arrancaron los sesos y los huesos: una masa informe salpicó todos sus rostros y las pecheras de los estudiantes de la primera fila.

Los ecos del disparo aún resonaban. Era difícil descubrir cualquier rasgo del señor Choi en aquella cabeza.

El soldado arrastró el cuerpo a un lado del atril. Ya nadie gritaba.

QUEDAN 42 ESTUDIANTES


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).