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BATTLE ROYALE por SuperNova31

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Notas del capitulo:

Sé que varios capítulos tratan de lo mismo, y en realidad eran más, pero intenté poner algunos capítulos en uno solo, para que no resultara tan tedioso... más o menos.

El comunicado de Jungmin de las seis de la mañana despertó a Minho. No había dormido ni siquiera dos horas, pero insistió en que era suficiente y se desató el pañuelo en torno a su muñeca para poder agarrar bien el revólver. Luego se sentó junto a Zelo y Hansol, quien insistió en que el Junhong durmiera antes que él, pero él se negó, así que Hansol acabó tumbándose. (Para entonces ya sabían que cuatro estudiantes -Cha Sun Woo, Lee Dong Hae, Shin Dong Woo y Zhang Yi Xing— habían muerto en las últimas horas. Las nuevas zonas prohibidas no estaban en su vecindad.)

Minho se enojó al descubrir que había desaparecido el cinturón de las muñecas de Zelo, pero Hansol consiguió convencerlo de que no pasaría nada. Por supuesto, aunque este no le hubiera desatado el cinturón, Zelo contaba con quitárselo de todos modos, utilizando a Minho.

Pues bien. No podía permitirse el lujo de perder tiempo. Si por casualidad se presentaba por allí Huang Zi Tao, le desmontaría toda la coartada. (Se preguntó qué andaría haciendo y por qué estaría dando vueltas por toda la isla de aquel modo. ¿Estaría, como Hansol y Minho, intentando encontrar a otros con los que unirse?) Y luego el que tenía la ametralladora.

Aunque Hansol le había dicho a Zelo con una sonrisa que seguramente no sería capaz de dormir, se había quedado frito en cuestión de cinco minutos. Dado que seguramente también era gamer, no era previsible que tuviera mucho aguante. Debía de estar cansado. Al contrario que Minho, que roncaba, Hansol cayó en un susurrante y profundo sueño propio de un bebé.

Minho estaba sentado y apoyado contra un árbol, a unos tres metros de Zelo. Tenía el pelo algo largo un poco revuelto, y estaba bastante pálido. Y su mirada escrutaba cuidadosamente a Zelo. El revólver, en su mano derecha, ya no apuntaba a él, pero tenía el dedo inflexiblemente pegado al gatillo, como si quisiera indicar que podía pegarle un tiro en cualquier momento.

Zelo esperó otra media hora y luego, después de confirmar que Hansol estaba dormido (le estaba dando la espalda), se volvió hacia Minho y le dijo en voz baja:

-No tienes por qué mirarme así. Soy inofensivo.

Minho hizo una mueca de duda.

-Nunca se sabe.

Como para responder a la contestación de Minho, Zelo inspiró profundamente para dar a entender su cansancio. Luego movió las piernas y, colocando una como apoyo, levantó la otra rodilla hasta la barbilla.

Su short azul oscuro se arrugó, revelando casi todos sus blancos muslos, pero Zelo no hizo nada más que mirar a otro lado, fingiendo que no se había dado cuenta.

Estaba seguro que Minho se había puesto nervioso. Ja. «¿Qué? ¿Intentas descubir de qué color son mis bóxers? Son de algodón blanco».

Zelo se quedó como estaba. Luego, lentamente, volvió la mirada hacia Minho.

Este apartó rápidamente la mirada. Por supuesto, hasta entonces sus ojos habían estado clavados en las piernas del chico.

Pero Zelo aún siguió actuando como si no se enterara de nada.

-Oye, Minho -le dijo.

-¿Qué?

Minho parecía estar haciendo todo lo posible para mantener aquel amenazador distanciamiento entre ellos, pero ahora su voz sonó ligeramente temblorosa.

-Tengo mucho miedo.

Pensaba que Minho diría algo desagradable de nuevo, pero no contestó, y solo se quedó mirándolo.

-¿Tú no tienes miedo?

Minho movió el entrecejo levemente, pero luego asintió:

-Pues claro que lo tengo. Por eso debo andarme con cuidado contigo.

Zelo apartó con tristeza la mirada de Minho.

-Aún no confías en mí.

-No me culpes por ello -replicó él, pero el tono de su voz ya no era ni siquiera la mitad de hostil de lo que había sido antes-. Sé que me estoy repitiendo, pero simplemente no quiero morir.

Zelo se volvió rápidamente hacia Minho.

-Yo estoy en el mismo barco que tú -dijo un tanto enfáticamente-. No quiero morir. Pero si no confías en mí, entonces nunca podremos colaborar y encontrar un modo de salvarnos.

-Hum… bueno… -Minho hizo un gesto como si pensara en admitirlo-. Bueno, ya lo sé… pero…

Zelo sonrió cariñosamente. Miró a los ojos del muchacho y sus labios rosa, tan bien formados, esbozaron una sonrisa. Era diferente de la que había mostrado durante su conversación, un tanto idílica, con Hansol. Aquella era la sonrisa especial de ángel caído de Choi Jun Hong. Los ojos de Minho, tan abiertos, estaban embobados.

-Oye, Minho -dijo, recuperando su carita de niño aterrorizado. Era un constante vaivén entre ambas expresiones, el casto y la puta, el día y la noche.

-¿Qué…?

-Ya sé que te lo he dicho, pero lo único que me pasa es que tengo miedo.

-Ah… ya…

-¿Y qué? -Lo miró directamente a la cara.

-¿Y qué qué? -Cualquier rasgo de enemistad y suspicacia parecía haberse desvanecido de la voz y el rostro de Minho.

Zelo inclinó la cabeza ligeramente y le preguntó:

-¿Podemos hablar un poco?

-¿Hablar? -dijo el muchacho, frunciendo el ceño-. ¿No es eso lo que estamos haciendo ahora?

-No seas estúpido -susurró Zelo-. ¿Tengo que deletreártelo? -Clavada su mirada en Minho, hizo un gesto con la barbilla hacia Hansol-. Aquí no. Quiero hablar contigo, pero no delante de él.

Con la boca ligeramente abierta, Minho le echó un vistazo a Hansol y luego se volvió hacia Zelo.

-¿Está bien? -dijo Junhong.

Se levantó, miró a su alrededor y decidió que los arbustos que Minho tenía detrás serían el mejor sitio. Avanzó un poco y pasó junto a él, ladeó la cabeza ligeramente y luego siguió adelante. No estaba completamente seguro de que el muchacho hubiera picado el anzuelo, pero cuando escuchó el sonido de sus pisadas tras él, se convenció de que ya estaba mordisqueando el cebo.

Zelo se detuvo aproximadamente a veinte metros de donde estaba durmiendo Hansol. Igual que la otra zona, era un pequeño claro rodeado de arbustos.

Cuando Zelo se volvió, apareció Minho, abriéndose paso entre el follaje. Traía la mirada obnubilada. Pero a lo mejor esto era inconsciente. Aún seguía aferrado con firmeza a su pistola.

Zelo inmediatamente se desajustó el pantalón. Su short azul cayó al suelo, dejando al aire sus piernas en la turbia luz del amanecer. Pudo comprobar que el muchacho estaba aguantando la respiración.

Luego se desprendió de la camisa y se desnudó. Al contrario que los otros chicos, nunca había sido tan decente para llevar una musculosa, así que ya solo le quedaban los bóxers de algodón blanco. Ah, bueno, también tenía que quitarse las zapatillas. Cuando se las quitó, miró a Minho con su sonrisa de ángel caído.

-Jun… Junhong… -Minho apenas era capaz de decir nada.

Zelo decidió ir a lo seguro.

-Tengo mucho miedo, Minho. Así que…

Este se acercó a él, dubitativo y nervioso.

Zelo bajó la mirada hasta su mano, fingiendo que acababa de ver la pistola, y dijo:

-Deja eso por ahí…

Minho levantó la mano, como si de repente se hubiera dado cuenta de su existencia, y miró el arma. Entonces la tiró al suelo, lejos de ellos. Y se acercó más a él.

Zelo le dedicó una bonita sonrisa, abrió los brazos y rodeó con ellos su cuello. El cuerpo del muchacho temblaba, pero en el momento en que Zelo le ofreció sus labios, inmediatamente comenzó a besarlos con fruición. Junhong respiraba de manera apasionada.

Un poco después, sus labios se separaron.

Zelo miró a los ojos a Minho y le dijo:

-¿Es tu primera vez, eh?

-¿Y qué? -dijo este, con la voz temblorosa.

Ambos se tumbaron en la hierba, con Zelo debajo.

Minho inmediatamente buscó su cuello

«Menudo idiota, se supone que te tienes que entretener un rato antes de hacer eso», pensó Zelo.

Pero en vez de protestar, «Aaaah», los rudos labios de Minho le mordieron la blanca piel del cuello.

Zelo continuaba fingiendo que estaba extasiado (al estilo exagerado de las películas porno), pero entretanto su mano derecha bajaba hasta sus bóxers.

Sus dedos localizaron un objeto duro y delgado.

Los chicos malos seguramente ya no utilizaban unos instrumentos tan baratos y tan burdos. Pero aquello había sido el arma preferida de Zelo desde hacía mucho tiempo. De hecho, el arma más útil en esos momentos era algo que pudiera esconder en los bóxers.

Minho estaba muy ocupado mordiendo del cuello de Zelo. Con la mano izquierda buscó la entrepierna del muchacho. Él dejó escapar entonces un quejido, pero la mirada de Minho estaba concentrada en la blanca piel del cuello y el pecho de Zelo. Tenía la nuca al descubierto.

Zelo acercó lentamente la mano derecha a su cuello.

«Lo siento, Minho. Pero al menos te largarás con una bonita imagen en la retina, así que seguro que puedes perdonarme, ¿verdad? En fin, una lástima que no acabemos esto…».

Zelo acarició dulcemente el cuello de Minho. Tenía el objeto entre el índice y el dedo corazón.

Un pájaro graznó en los alrededores, ruidosa y desafortunadamente.

Minho levantó la mirada de manera instintiva y miró en aquella dirección.

Era solo el sonido de un pájaro graznando. Lo que de verdad consiguió que Minho abriera los ojos como platos fue naturalmente la afilada cuchilla de afeitar que Zelo sujetaba en la mano y que ahora tenía delante de la cara.

«¡Maldita sea! ¡No he podido escoger peor momento!». Aquellos pensamientos cruzaron su mente, pero Zelo de todos modos rasgó el aire con la cuchilla.

El muchacho lanzó un lamento y se separó de Zelo. La cuchilla segó su cuello, pero el corte era demasiado superficial para resultar mortal. «Mierda, qué mala suerte, buenos reflejos… Debí recordar que eres jugador de béisbol».

Minho se puso en pie, con los ojos abiertos como platos. Miró atónito a Zelo, que estaba tendido en el suelo, mientras intentaba incorporarse. El muchacho parecía como si estuviera a punto de decir algo, pero era evidente que había perdido el habla.

A Junhong le importaba un bledo lo que le pasara a Minho. Se puso en pie de un brinco e hizo amago de lanzarse inmediatamente a por el revólver que había quedado a su derecha.

Pero Minho se lanzó por delante de él en plancha. Alcanzó la pistola que estaba en el suelo, rodó por la hierba y se incorporó de rodillas. Ya desde la escuela de secundaria, Minho jugaba en la posición de stopper corto que antaño ocupara Jung Jun Young (aunque él y Jinyoung habían ido a distintos colegios, la fama de este último como jugador estrella de la Liga Infantil de Béisbol estaba tan extendida que hasta Zelo había oído hablar de él), así que sus reflejos funcionaron a la perfección.

Una vez que Zelo se dio cuenta de que Minho alcanzaría la pistola antes que él, cambió de estrategia. Escuchó algunos disparos a su espalda, pero no lo alcanzaron porque se metió corriendo enseguida entre el follaje.

Podía oír a Minho, que iba corriendo tras él. Lo alcanzaría. Kim Han Sol. Al parecer había oído los disparos, se había despertado y, entonces, percatándose de que sus dos compañeros se habían ido, empezó a buscarlos por los alrededores. Pero cuando la mirada de Hansol se cruzó con la de Zelo, el muchacho pareció atónito y embobado. (Por supuesto. Estaba medio desnudo).

-¡Hansol! -Zelo gritó y corrió hacia él. No olvidó descomponer el gesto como si estuviera aterrorizado.

-Pero… pero… ¿qué ocurre, Junhong?

Para cuando Choi Min Ho había conseguido abrirse paso entre los arbustos y el follaje, Zelo ya se encontraba refugiado tras Hansol, un poco rídiculamente encogido a la pequeña espalda de este. Zelo era una cabeza más alto, pero en fin, valía.

-¡Hansol! -Minho se detuvo y, levantando la pistola, gruñó-: ¡Apártate de mi camino!

-¡Esp… espera…! -Con la cara aún adormilada, Hansol hablaba precipitadamente, tal vez porque aún no había comprendido del todo cuál era la situación. Zelo se aferró a sus hombros por detrás, y se apretó con el cuerpo medio desnudo contra su espalda.

-Pero ¿qué te pasa? -preguntó Hansol.

-¡Junhong ha intentado matarme! ¡Te lo dije!

Aún escondido tras Hansol, Zelo dijo con una débil vocecita:

-Eso… eso no es verdad. Minho ha intentado violarme… me amenazó con esa pistola. ¡Por favor, ayúdame, Hansol!

El rostro de Minho se retorció en un rictus de desesperación.

-¡Eso… eso… eso no es verdad, Hansol! ¡Mira! -Y Minho se señaló el cuello, con la mano que tenía libre. El pequeño corte tenía una ligera mancha de sangre-. ¡Me ha atacado con una cuchilla de afeitar!

Hansol se giró y miró a Zelo por el rabillo del ojo. Él negó con la cabeza con un gesto tan inocente como le fue posible, como si estuviera aterrorizado. Ya estaba actuando de casto otra vez.

-Estaba tan desesperado que… tuve que arañarlo… Entonces, Minho pareció que se volvía loco. Intentó dispararme con esa horrible pistola.

Naturalmente, ya se había deshecho de la cuchilla de afeitar en su huida entre los arbustos. Aunque la obligaran a quitarse toda la ropa (y ya estaba prácticamente desnudo, de todos modos), no habrían encontrado ninguna prueba contra él.

El rostro de Minho enrojeció de ira.

-¡Apártate, Hansol! –gritó-. ¡Voy a pegarle un tiro!

-Espera… -dijo Hansol, haciendo todo lo posible por que su voz sonara tranquila y calmada-. No sé quién está diciendo la verdad…

-¿Qué? -exclamó Minho, pero Hansol no pareció intimidado. Levantó la mano derecha hacia su amigo.

-Dame tu pistola. Entonces veremos quién dice la verdad.

El rostro de Minho se retorció en un rictus extraño, como si estuviera a punto de gritar de dolor. Y con aquel mismo rostro, le gritó a Hansol:

-¡No podemos permitirnos el lujo de perder el tiempo ahora! ¡Y te va a matar a ti también si no nos libramos de él ahora mismo!

-¡Eso que dices es horrible! -gritó Zelo-. Yo jamás haría una cosa así. Ayúdame, Hansol… -Y se apretó fuerte contra los hombros del muchacho.

Hansol hizo gala de su paciencia y tendió la mano hacia su amigo.

-Dámela, Minho, si estás diciendo la verdad.

Este volvió a hacer muecas de desesperación.

Pero al final, después de suspirar larga y profundamente, hundió los hombros, resopló y bajó la pistola. Quitó el dedo del gatillo, le dio la vuelta para ofrecerle la empuñadura a su amigo y se la fue a entregar a Hansol como si no tuviera otra opción.

Por supuesto, Zelo todavía lucía su carita llorosa, pero había un leve destello en su mirada. El momento clave se produciría cuando la pistola quedara en manos de Hansol. Sería fácil quitársela. La cuestión era cómo.

Hansol asintió y se adelantó. Pero entonces…

Fue un movimiento casi idéntico al que Huang Zi Tao había hecho con el Colt del 45 del Gobierno contra Zelo. Como un truco de magia, el revólver giró en la mano de Minho. Al mismo tiempo, él se arrodilló con una pierna y se inclinó hacia un lado. El arma apuntó directamente a Zelo, y la línea de tiro pasaba justo junto al brazo izquierdo de Hansol. Ahora que ya no estaba agazapado a la espalda de Hansol, Zelo se encontraba absolutamente indefenso.

Hansol se volvió de inmediato hacia el objetivo de la pistola y miró a su espalda, a Zelo. Éste parecía atónito y estupefacto.

«Estoy muerto».

Sin titubear, Minho apretó el gatillo. Disparó. Dos tiros.

El cuerpo de Hansol cayó como en cámara lenta, delante de Zelo.

Delante estaba el aterrorizado rostro de Minho.

Pero entonces Zelo se adelantó veloz y cogió la hoz que Hansol tenía enganchada en la parte de atrás, como cuando se fue a dormir.

Lanzó la hoz, la hoja giró en el aire y su filo curvo fue a clavarse en el hombro derecho de Minho. El muchacho se dolió y dejó caer el revólver.

Zelo no perdió ni un instante. Cogió el bate de béisbol de Hansol y se abalanzó contra su enemigo. Rodeó a Hansol, que estaba tendido boca abajo, y corrió hacia Minho, y con el impulso que llevaba, dirigió un golpe de lleno con el bate hacia su cabeza, mientras él se tambaleaba, agarrándose el hombro herido.

«Ahí está… Aquí tienes algo que te resultará conocido: un bate de béisbol. Espero que te guste».

¡ZUMB! El grueso del bate golpeó de lleno su cara. Sintió el crujido del cartílago de la nariz y los huesos de las mejillas, y le arrancó de golpe varios dientes.

Minho se desvaneció. Zelo giró el bate para asestarle un golpe en la frente. ¡CRACK! Se le hundió la cara. Los ojos se le salieron de las órbitas y las manos se le contrajeron y formaron dos puños. Un giro más del bate, y esta vez apuntó al puente de la nariz. Entrenamiento Especial de Choi Jun Hong para los Mil Bateos. «Vamos, vamos, esta vez la vas a batear tan bien que la vas a sacar del estadio…».

Un estallido de sangre le salió a Minho por la nariz.

Zelo dejó al final el bate. Toda la cara de Minho estaba llena de sangre. Seguro que ya estaba muerto. Unos gruesos reguerones de sangre le manaban de los oídos y de la nariz aplastada.

Junhong tiró el bate y cogió la pistola que estaba en el suelo. Luego avanzó hacia Hansol, que estaba tendido boca abajo. El charco de sangre corría por la hierba bajo su cuerpo. Había sido el escudo de Zelo. Un segundo.

Junhong se arrodilló lentamente junto a Hansol. Podría asegurar que aún respiraba cuando se inclinó sobre él.

Después de pensarlo bien, Zelo se volvió para impedir que Hansol pudiera contemplar el cadáver de Minho. Luego lo cogió por los hombros para darle la vuelta.

Hansol se quejó y abrió los ojos aturdido. Su abrigo escolar tenía dos agujeros, uno en el pecho, a la izquierda, y otro en un costado. La tela azul marino estaba empapándose de sangre. Zelo intentó incorporarlo.

El muchacho miró a su alrededor durante unos momentos. Luego se concentró en Zelo. Su respiración entrecortada parecía animar débilmente los latidos de su corazón.

-Junh… Junhong –dijo-. ¿Dónde está Minho?

Zelo negó con la cabeza…

-Le entró el pánico cuando vio que te había disparado y… simplemente salió huyendo.

Minho había intentado matar a Zelo, así que la explicación no tenía mucho sentido. Pero seguramente Hansol ya no estaba en condiciones de pensar nada. El muchacho pareció asentir levemente.

-De… de verdad… -Parecía que ya no veía lo que tenía delante. Puede que solo tuviera una imagen parcial de Zelo a esas alturas-. Espero… espero que no estés… herido…

-Estoy bien -afirmó Zelo. Y luego añadió-: Me salvaste.

Hansol pareció esbozar una leve sonrisa.

-Lo s… lo siento. No creo que te pueda proteger más…. No me puedo mover…

Una arcada de sangre le vino a la boca y se derramó por las comisuras de los labios. Debía de tener los pulmones perforados.

-Lo sé… -Zelo se inclinó sobre él y cariñosamente abrazó su cuerpo. El cabello rosa pálido de Junhong se derramó sobre su pecho, y acabó manchándose con la sangre de sus heridas. Antes de que Zelo apretara sus labios contra los del muchacho, Hansol abrió los ojos, pero luego los cerró.

Aquel fue diferente de los besos de puta que le dio a Minho momentos antes. Era un beso dulce, cálido y suave, aunque estuviera mezclado con el sabor de la sangre.

Sus labios se separaron. Hansol abrió los ojos de nuevo, medio desmayado.

-Lo… lo siento –dijo-, parece que…

Zelo sonrió.

-Lo sé.

¡BANG, BANG, BANG! Hansol abrió mucho los ojos cuando recibió aquellos tres disparos.

Con la mirada clavada en el rostro de Zelo, y probablemente sin tener ni idea de lo que acababa de ocurrir, Kim Han Sol murió en el acto.

Zelo apartó lentamente el revólver humeante del estómago de Hansol y volvió a sujetar su cadáver. Observó sus ojos vacíos de vida y sin mirada.

-Eras estupendo. Incluso me hiciste un poco feliz. No te olvidaré.

Le cerró los ojos. Casi con remordimientos, volvió a besar en los labios a Hansol. Aún estaban calientes.

Por fin el sol derramó su luz sobre las colinas occidentales de la montaña del norte. Oscurecidas por la sombra de la cabeza de Zelo, las pupilas de Hansol se dilataron rápidamente.

 

Estudiante número 6, Choi Min Ho: Muerto

Estudiante número 36, Kim Han Sol: Muerto

 

 

 

QUEDAN 14 ESTUDIANTES

 

Notas finales:

Les molestan los capítulos largos? Díganme, porque a veces creo que sí xD 

Personalmente, si el fic no me gusta demasiado, que tenga capítulos largos me molesta o me aburre.

Dejen RW's!


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