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BATTLE ROYALE por SuperNova31

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Huang Zi Tao (el estudiante número 11) inspiró profundamente.

Había oído un rápido tiroteo aproximadamente diez minutos antes. Había estado vagando por las montañas septentrionales, pero rápidamente se dirigió hacia el este, en dirección a los disparos. Para cuando llegó, ya todo estaba en calma en el faro. Sabía que estaba allí por el mapa, pero había dado por supuesto que Kim Ryeo Wook jamás se escondería sola en un lugar tan llamativo, así que lo había ignorado hasta ese momento. No estaba seguro de si era ese el lugar donde se había producido el tiroteo. Miró desde una loma hacia el faro y vio a un chico tendido en el techo de la casa del farero, anexa a la torre. Incluso desde la distancia pudo descubrir aquella masa rojiza y comprender que estaba muerto. Por el pelo oscuro y el cuerpo delgado podía ser Ryeowool; lo mismo había pensado cuando descubrió el cadáver de Ahn Daniel.

Bajó arrastrándose por la loma. Al descender, el cadáver del tejado desapareció de su vista. Al final llegó a la entrada principal del faro. Había un montón de sillas y mesas detrás de la puerta abierta. Alguien había montado allí una barricada, pero por alguna razón se había desmantelado ya.

Miró por una ventana que estaba sellada con planchas de madera y avanzó cautelosamente por el pasillo. (Había una habitación con una cama justo a la entrada, y la puerta estaba hecha añicos). Su detector hizo una señal. Seis. Tao avanzó prudentemente y se encontró de repente en una sala encharcada de sangre.

Los cuerpos de cinco chicos estaban desperdigados por lo que parecía ser una especie de cocina.

Allí estaba el segundo delegado, Kim Ki Bum, tirado de espaldas, junto a la mesa del centro. A su derecha estaba Hwang Min Hyun, con la cabeza casi arrancada. Oh Se Hun estaba tumbado boca abajo delante de una mesa, con la cara pálida y azulada vuelta hacia él. Y luego había un chico más, boca abajo, tras la mesa, ensangrentado.

Los cuatro chicos, incluido Kibum, estaban claramente muertos. Pero este último, cuya cara no podía ver… estaba…

Tao examinó de nuevo con prudencia la estancia. Procuró estar atento a cualquier ruido que pudiera proceder de una puerta abierta que había en el fondo. No parecía que nadie se estuviera escondiendo allí.

Cogió la pistola que llevaba a la espalda con la mano izquierda, y avanzó entre los cuerpos ensangrentados de Kim Ki Bum y Hwang Min Hyun, saltó por encima de Lee Jung Hwan, y se acercó a la mesa. Las suelas de los zapatos chapoteaban en la sangre que cubría todo el suelo. Se agachó junto al chico que estaba tendido boca abajo, soltó el palo que tenía en la mano derecha y trató de incorporarlo. Sintió un agudo dolor en la herida de su hombro izquierdo, donde Choi Jun Hong le había clavado el cuchillo. La herida de arma de fuego en su muslo, cortesía de Lee Dong Hae, era solo un rasguño, así que no sangraba mucho ni le dolía en exceso. Tao intentó ignorarla y se inclinó sobre el cuerpo.

Era Do Kyung Soo. Tenía un agujero rojo en la parte izquierda de su frente.Por supuesto, estaba muerto.

Tao lo dejó y miró en dirección a la puerta abierta que había en el otro extremo de la estancia.

Por allí se subía a la torre del faro.

La otra persona que emitía señales a su detector era el chico que estaba en el tejado. Sin duda también estaba muerto, pero tenía que comprobarlo y asegurarse de que no era Kim Ryeo Wook.

Tao cogió su pistola y cruzó la puerta. Había una escalera metálica que rápidamente ascendió con pasos apresurados. Puede que alguien estuviera todavía allí arriba. Sujetó tanto el palo como el radar con la mano derecha, comprobándolo a medida que subía.

No hubo nuevas indicaciones cuando llegó arriba. Tao se metió el radar en el bolsillo, se remetió la pistola en la parte de atrás del cinturón y salió a la balconada metálica que rodeaba el faro.

Apoyó la mano en la barandilla. Inspiró profundamente, se inclinó y miró hacia abajo.

Allí estaba el cadáver, con su traje saco azul marino. Tenía el cuello roto y la sangre se derramaba bajo su cabeza, pero no era el cuerpo de Kim Ryeo Wook. Era Lee Seung Hyun.

En fin.

Volvió la vista hacia el mar. Se había levantado una brisa fuerte. Seis chicos habían muerto allí de una vez, todos juntos. No había armas en la estancia, pero dadas las heridas que tenían y cómo estaban las paredes y el suelo, agujereados y destrozados, Tao estaba seguro de que los disparos que había oído se habían producido allí. El escenario más lógico era que los chicos se habían reunido de algún modo en aquel lugar, se habían encerrado y luego alguien los había atacado. Primero acribillaron a los cinco chicos de la casa, y luego Lee Seung Hyun se las arregló para huir hasta allí arriba, y puede que se cayera y se matara sin que lo atacara el agresor. Pero este se había largado antes de que Tao llegara allí.

Pero dado que habían levantado una barricada a la entrada -las planchas clavadas con puntas en las ventanas, todas las entradas seguramente selladas-, ¿por qué la retirarían? A lo mejor lo había hecho el agresor cuando se fue. Pero entonces… ¿por qué lo dejaron entrar? A lo mejor eran siete chicos. Y uno de ellos había traicionado de repente a los otros… o reveló sus verdaderas intenciones o… No, eso no podía ser. Otra cosa que pasaba era que Lee Jung Hwan no parecía que hubiera muerto por culpa de disparos, sino que se hubiera asfixiado. La sangre salpicada por toda la mesa tampoco tenía mucho sentido. ¿Cómo era posible que tal cantidad de sangre acabara allí? Había más. La puerta de la habitación que estaba junto a la entrada. ¿Por qué estaba reventada?

Era inútil intentar averiguarlo. Tao hizo un gesto de abatimiento, escudriñó el techo del edificio y regresó al faro.

Mientras descendía la escalera metálica de caracol en aquel faro medio a oscuras y miraba las paredes interiores, Tao sintió una ligera sensación de vértigo, como si el movimiento en espiral de las escaleras estuviera afectando a sus órganos vitales. Puede que fuera por el cansancio pero…

De modo que ya había seis estudiantes menos. Jungmin dijo que quedaban catorce en el comunicado del mediodía. Entonces, como mucho, quedaban solo ocho.

¿Estaría todavía vivo Kim Ryeo Wook? ¿No era posible que pudiera haber muerto entre el mediodía y ese momento en alguna zona que él no conocía?

«No -pensó Tao-, tiene que estar vivo».

Aunque apenas pudiera justificarlo, por alguna razón estaba casi seguro. «Quedan ocho estudiantes, a lo mejor incluso menos. Pero yo estoy vivo, así que Ryeowook también debe de estarlo. Todo esto me está llevando mucho tiempo. Ha pasado ya un día y medio desde que empezó el juego, y todavía no he sido capaz de encontrarla. Pero… al final lo conseguiré». Una vez más, se podía decir que estaba casi seguro.

Entonces pensó en el trío de Jinyoung. Ninguno de sus tres nombres se habían mencionado en el comunicado. Jung Yong Hwa había dicho que si quería, podía subirse a su tren…

«¿Me permite que la ayude, mademoiselle?».

Sonaba como algo que podría haber dicho Shin Dong Woo. Ya había visto que este era un buen amigo de Cha Sun Woo. A CNU le gustaba hacer el ganso. Sus chistes eran distintos a los de Baro, claro. Eran más sarcásticos y a veces mordaces. CNU parecía valorar la importancia de reírse de todo. En la ceremonia de clausura, antes de Año Nuevo, cuando estaban todos en segundo, durante el aburridísimo discurso del representante regional de Educación, CNU dijo: «Mi tío me dijo una vez que reírse es esencial para mantener la armonía, y que esa podía ser nuestra única liberación. ¿Tú lo entiendes, Tao? Yo todavía no lo entiendo bien…».

Aunque podía encontrar algún sentido, también a él le daba la impresión de que no lo pillaba del todo. Puede que fuera porque aún era joven. Pero en cualquier caso, Shin Dong Woo y Cha Sun Woo estaban muertos ahora, los dos. Ya no podía darle una contestación a CNU.

Mientras reflexionaba sobre todo aquello, no tardó en regresar a la cocina, donde se encontraban aquellos cinco cadáveres. Una vez más, Tao observó aquella estancia llena de sangre.

Hasta entonces no lo había notado por el hedor de la sangre y los cadáveres, pero ahora se fijó en la cocina de gas y la cazuela, y captó un efluvio de apetitosos aromas. No había gas, claro, así que probablemente los chicos habían utilizado carbón o algo similar. Se acercó para echar un vistazo. No había llamas bajo la olla, pero aún humeaba aquello que parecía como un estofado.

Desde que comenzara el juego, apenas había comido el pan que le había proporcionado el Gobierno (cuando se le acabó el agua había sacado más del pozo de una casa), así que estaba hambriento, pero negó con la cabeza y apartó su mirada de la cazuela. Simplemente no podía comer aquello. Al menos, no en aquella espantosa estancia. Además, tenía mucha prisa por dar con Ryeowook.

Vamos, deprisa y andando.

Avanzó despacio por el pasillo. No había dormido apenas, así que estaba un tanto soñoliento.

Había alguien en la puerta principal, al final del largo pasillo. Como el corredor estaba medio en penumbra, aquella persona parecía una silueta perfilada en contraluz.

Tao se dio media vuelta antes incluso de que sus ojos se hubieran abierto por completo y regresó a la cocina. Al mismo tiempo, de las manos de aquella silueta partieron innumerables fogonazos violentos. Una andanada de tiros rozaron los pies de Tao mientras rebotaban por todo el pasillo.

Tao hizo una mueca ante aquella desagradable sorpresa. Se mantuvo en cuclillas, y luego cerró la puerta y la trancó.

Aquellas andanadas de disparos le resultaban familiares. Le recordaba el sonido de los que había escuchado antes y después de aquella increíble explosión. Después de escapar de Lee Dong Hae, oyó el sonido de a sus espaldas… fueron los que mataron a Lee Dong Hae. También fue el mismo sonido de disparos que oyó cuando Kim Min Seok y Woo Sung Hyun habían sido asesinados. Y lo había escuchado varias veces más. Todo era culpa de aquel compañero de clase. Igual que Tao, el agresor probablemente había acudido al faro tras oír el tiroteo. O a lo mejor el estudiante estaba allí para matar al agresor que había acabado con el grupo de Kim Ki Bum. O quizá… había sido él quien los había matado a todos y había regresado para matar a los que hubieran sido atraídos por el ruido.

Arrodillado en el suelo, Tao buscó la pistola que tenía enganchada en la cintura, a la espalda, y cogió el arma con la mano izquierda. Había encontrado balas en la mochila que Junhong había abandonado en su huida, así que tenía la pistola cargada a tope, pero no podía contar con un cargador nuevo. A lo mejor Zelo se lo había llevado metido en un bolsillo. Un Colt oficial del Gobierno, del 45 Single-Action Automatic. Siete disparos en un cargador, más una bala en la recámara. No se podía permitir recargar las balas una a una. En el momento en que se entretuviera, el agresor lo acribillaría con la ametralladora.

Con la espalda contra la pared, Tao miró a la cocina y el resto de la estancia, donde estaban los cadáveres de los chicos. Por desgracia las ventanas estaban selladas con planchas de madera por el interior. Le llevaría mucho tiempo arrancarlas y escapar. Miró hacia la puerta que conducía al faro.

No, eso sí que era imposible. Estaba demasiado alto para saltar desde allí. Sería una locura. Acabaría tomando el sol al lado de Lee Seung Hyun. No, un momento, espera… ¿qué estaba haciendo aquel intruso? ¿Se estaba acercando sigilosamente a la puerta o se estaba tomando su tiempo, esperando a que a Tao le diera por salir? No, también él estaba en un apuro. Tenía que librarse de Tao antes de que alguien llegara atraído por el ruido de disparos y le pegara dos tiros por la espalda.

Tao estaba en lo cierto. La madera en torno al picaporte saltó hecha astillas…

La puerta se abrió reventada.

Cuando la oscura figura se adentró en la estancia rodando y luego se incorporó, Tao se dio cuenta de que era Wu Yi Fan (el estudiante número 39). Ignorando los cadáveres de la estancia, apuntó la ametralladora hacia un lado de la puerta (su punto ciego) e inmediatamente descargó varias andanadas de decenas de balas.

Después de que cinco o seis balas atravesaran la pared, cesó el tiroteo… porque no vio a nadie vivo allí.

Ahora era su oportunidad. Tao hizo volar su palo y lo dirigió hacia Wu Yi Fan desde arriba. En el último momento se había subido a una estantería alta que había al lado de la puerta.

Había decidido no utilizar la pistola porque no estaba acostumbrado y se la había guardado otra vez.

Lo importante era detener al agresor… que resultó ser Wu Yi Fan, e impedir que siguiera disparando.

Yifan respondió mirando hacia arriba. Elevó el cañón de su ametralladora, pero Tao golpeó con todas sus fuerzas su muñeca con aquel palo de escoba. La Ingram M10 de 9 mm cayó al suelo y resbaló hasta detenerse bajo la mesa donde estaba tendido Do Kyung Soo.

Tao intentó sacar otra arma (era una pistola automática enorme, diferente del revólver que tenía Lee Dong Hae), pero Tao, que había saltado al suelo y ya estaba en posición de ataque, rápidamente sacudió el extremo del palo y también le quitó la pistola de la mano.

«¡Un ataque rápido! ¡Lo derribaré!».

Volvió a hacer girar el palo, pero Yifan rápidamente se dobló hacia atrás y dio una voltereta circense. Saltó por encima del cadáver de Kim Ki Bum con la habilidad de un maestro del kung-fu, y después de dar otra vuelta en el aire se plantó delante de la mesa que ocupaba el centro de la estancia.

Para cuando se enderezó, ya tenía un revólver en la mano, el que había pertenecido a Lee Dong Hae.

Pero ni siquiera Yifan había previsto la agilidad de Tao. Se había acercado enseguida a él, a menos de un metro de Yifan.

Tao hizo volar su palo, golpeando tres veces la mano con la que Yifan sostenía la pistola. El arma voló por los aires y, antes de que cayera al suelo, el otro extremo del palo de Tao volteó a escasos centímetros del rostro de Yifan. Ya no podía retroceder más.

Pero el palo se detuvo varios centímetros antes de golpear el rostro de Yifan y se rompió en dos.

Yifan lo partió con la mano izquierda.

Un instante después, Yifan se dispuso a golpear con el puño derecho a Tao en la cara. Apuntó a los ojos.

Fue un milagro que Tao consiguiera agacharse y esquivarlo, pues el puño de Yifan era increíblemente rápido.

Pero Tao consiguió esquivarlo, soltó lo que quedaba del palo y agarró la muñeca de Yifan. Un instante después, se la dobló hacia atrás. Al mismo tiempo, le lanzó un rodillazo al estómago con toda su fuerza. Yifan, absolutamente impertérrito, solo dejó escapar un leve quejido.

Con la mano izquierda sujetando el brazo de Yifan, Tao sacó su arma y la amartilló. Apretó el cañón contra el estómago de este y apretó el gatillo.

Siguió apretando el gatillo hasta que vació el cargador. Con cada disparo, el cuerpo de Yifan se estremecía.

Cuando la recámara quedó vacía, el octavo casquillo cayó al suelo con un tintineo, rodó y luego fue a chocar con otro casquillo.

Sintió cómo el brazo derecho de Yifan y todo su cuerpo se debilitaban cada vez más. Su pelo rubio oscuro y el resto de su cabeza cayeron hacia delante. Cuando Tao lo soltó, el cuerpo de Yifan resbaló contra una pata de la mesa y luego cayó al suelo.

Pero justo entonces Tao se quedó mirando aún a Yifan, como si estuvieran bailando una extraña danza, jadeando y respirando pesadamente.

«Te vencí».

Había derrotado a Wu Yi Fan. El Wu Yi Fan cuya habilidad atlética era probablemente superior incluso a la de Shin Dong Woo o a la de Jung Jin Young, y que nunca había perdido una pelea desde que lo conocía. Lo había derrotado.

«Te he derrotado…».

De repente, Tao sintió un dolor agudo en la parte derecha de su estómago. Se quejó, jadeó y luego abrió mucho los ojos.

Yifan estaba mirando a Tao. Y en su mano izquierda tenía un cuchillo que estaba clavándole en el estómago.

Tao lentamente fue del puño al rostro de Yifan. Este lo miraba con aquellos ojos que eran, como siempre, hermosos y gélidos.

«¿Cómo es posible que aún esté con vida…?».

Por supuesto, eso se debía a que Wu Yi Fan llevaba puesto el chaleco antibalas de Lee Dong Hae, pero Tao no lo sabía, y en aquel momento ya era una tontería que intentara averiguarlo.

Yifan retorció el cuchillo y Tao dejó escapar un lamento. Su mano, aferrada a la muñeca de Yifan, comenzaba a debilitarse.

«Oh, no… Esto se está poniendo muy feo…».

Pero Tao consiguió insuflar un poco más de energía en su brazo. Levantó la mano en la que aún tenía el arma vacía y golpeó con el codo en la barbilla a Yifan, que cayó hacia atrás y resbaló sobre la mesa blanca cubierta de sangre. La mancha de sangre que antes recordaba a la bandera nacional de la República del Gran Oriente Asiático ahora se parecía más bien a las barras de la bandera americana.

Al mismo tiempo, Yifan arrancó el cuchillo clavado en el estómago de Tao y se llevó aproximadamente treinta gramos de su carne. La sangre comenzó a manar de la herida. Tao jadeó, pero inmediatamente se giró sobre sus talones y corrió hacia la puerta que daba al pasillo.

Justo cuando empezaba a recorrerlo, escuchó unos disparos y el marco de la puerta saltó en mil pedazos. Yifanno había tenido tiempo material para coger ninguna de las armas que había por el suelo, así que forzosamente contaba con una cuarta arma… probablemente escondida bajo los pantalones, sujeta al tobillo o algo así.

Tao corrió, ignorando los disparos. Saltó por encima del montón de sillas y mesas desperdigadas. Justo antes de salir al exterior oyó el traqueteo familiar de aquella metralleta, pero los disparos no lo alcanzaron porque se agachó.

El cielo estaba muy nuboso y era probable que acabara lloviendo, pero por alguna razón le resultó deslumbrante.

Tao corrió tan veloz como pudo hacia la arboleda que había tras la cancela donde estaba aparcada la camioneta. Fue dejando un rastro de manchas de sangre sobre la tierra blanquecina.

Escuchó de nuevo el traqueteo mortal de la ametralladora, pero para entonces ya se había internado en la arboleda.

Por supuesto, no se podía permitir el lujo de descansar ahora.

 

 

 

 

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