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BATTLE ROYALE por SuperNova31

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Notas del capitulo:

Hoy vine antes xD bueno... ahora tengo internet toda la semana, así que estaré subiendo un cap todos los dias... casi seguro.

En fin, también les iba avisando que se acerca el final ^^

Kim Ryeo Wook (el estudiante número 23) permanecía abrazado a sus rodillas en medio de los arbustos. Estaba en la cara sur de las montañas septentrionales, en el sector E-7.

Ya se estaba haciendo de noche, pero la luz procedente del cielo, a través de las ramas de la vegetación, no cambiaba mucho. Seguía igual de oscura. Por la tarde la zona se había cubierto con unas nubes espesas y dos horas antes simplemente había comenzado a diluviar.

Ryeowook se puso un pañuelo alrededor de la cabeza para protegerse de la lluvia. Gracias a las ramas que tenía por encima, la lluvia no le caía directamente encima, pero ya tenía los hombros empapados. Tenía frío. Y naturalmente, lo más importante, estaba aterrorizado.

Ryeowook se había escondido al principio en la cara oriental de las montañas septentrionales, en el sector C-8. Así que había sido testigo de cómo Kim Min Seok y Woo Sung Hyun eran asesinados delante de sus propios ojos. Contuvo la respiración. Sabía que su asesino estaba cerca, pero instintivamente pensó que sería más arriesgado moverse que permanecer inmóvil. Se quedó absolutamente quieto. A lo largo de aquella tarde y aquella noche consiguió eludir cualquier agresión violenta.

Tuvo que trasladarse dos veces de acuerdo con los comunicados de zonas prohibidas. La segunda vez había sido aquel mismo mediodía, porque la cara sur de la montaña, el sector D-7, iba a quedar prohibida a partir de la una de la tarde. Así que las montañas del norte estaban ahora cercadas por tres zonas prohibidas. La zona en la que se había escondido se estaba reduciendo a marchas forzadas.

No se había encontrado con nadie todavía. Había oído un montón de tiroteos, a veces en la distancia, a veces cerca. Incluso había escuchado una explosión, pero él se limitaba a quedarse quieto y no hacer ningún ruido en absoluto. Los comunicados cada seis horas le dejaban clara cuál era la situación: el número de sus compañeros de clase iba decreciendo a un ritmo constante.

A mediodía se suponía que quedaban catorce. Y entonces hubo más tiros. ¿Serían ahora doce? ¿O diez?

Desde el principio del juego, Ryeowook había estado aferrad a la pistola que había encontrado en la mochila que le había correspondido. (Era una Smith & Wesson M59 semiautomática, con manual de instrucciones incluido) Ryeowook puso aquella pesada arma junto a sus pies y se masajeó los dedos de la mano derecha con la izquierda. Los músculos de sus dedos se estaban entumeciendo, y la palma de la mano estaba enrojecida y con la huella impresa del dibujo de la empuñadura.

Estaba completamente exhausto, tanto por la falta de sueño como por la tensión de un posible ataque. Como estaba demasiado aterrado para entrar en una casa que pudiera estar ocupada, lo único que había comido había sido el pan y el agua que le habían metido en la mochila cuando abandonó la escuela. Estaba hambriento y sediento, y claramente deshidratado. Hizo todo lo posible para ahorrar el agua de que disponía y había bebido solo un litro desde que comenzara el juego. Si había algo bueno en aquel chaparrón, era que podía recoger agua poniendo la botella -agotada pocos minutos antes-bajo el chorrillo de alguna rama, pero aún así no se le había llenado ni un tercio. Se quitaba el pañuelo de la cabeza de vez en cuando y se humedecía los labios con él, pero, claro, eso apenas aliviaba su deshidratación.

Ryeowook dejó escapar un largo y agónico suspiro, se echó hacia atrás el pelo, una melena corta que apenas le rozaba los hombros, y volvió a coger la M59. Estaba medio mareado.

Mientras permanecía allí sentado, aturdido, pensó en aquel rostro… Había estado pensando en él desde que empezó el juego. No era conocido, como el de sus padres o su hermana mayor, en quienes también pensó, claro, pero él era más importante para Ryeowook.

Acababa de entrar a las clases de cocina cuando lo vio por vez primera, en una fiesta escolar organizada por el club donde él asistía a las clases para aprender a cocinar comida tradicional. Era el otoño de su primer año en el instituto.

Patrocinada por el Gobierno, durante una festividad otoñal se celebraba un almuerzo al aire libre para los turistas. Los cocinaban aquel día eran todos adultos, así que Ryeowook y otros estudiantes de su edad solo realizaban tareas menores, como ordenar las sillas y preparar los aperitivos. Él era uno de los maestros en la cocina.

Se presentó alrededor del mediodía. Era apuesto, pero con una cara un tanto aniñada, como si todavía fuera un estudiante universitario. Ryeowook pensó: «Oh, este chico debe de ser un ayudante también». Pero luego se dirigió a la maestra de Ryeowook diciéndole: «Siento haber llegado tarde». Y ocupó su sitio y comenzó a cocinar.

Su modo de cocinar resultaba emocionante. Manejaba los utensilios con una increíble habilidad, y sus movimientos eran impecables. A pesar de su edad, no resultaba extraño ataviado con ropajes tradicionales.

Ryeowook cumplió con sus cometidos y luego se puso a observarlo, cuando alguien le dio unas palmaditas en el hombro. Se volvió y vio a su monitor del club de cocina en el instituto, el que lo había invitado para asistir a su escuela del ceremonial del té.

-Es muy interesante, ¿eh? Es el nieto del maestro. Bueno, para ser más precisos, es el nieto de la amante del maestro. A mí tambien me gusta. Es decir, básicamente, vengo a las clases de cocina para verlo.

El monitor le comunicó que tenía diecinueve años, que se llamaba Kim Joon Woon, que le decían Yesung y que cuando se graduó en el instituto ya estaba considerado como un verdadero maestro y contaba con muchos discípulos. La única reacción de Ryeowook en aquel momento fue pensar… «Ah, es de otro mundo. Así que hay gente así…». Y eso fue todo, pero luego…

Empezó a pasar más tiempo delante del espejo cada vez que había una almuerzo en la escuela o siempre que sabía que aparecería como invitado en clase. Ryeowook no era como sus compañeros de clase, no utilizaba maquillaje, pero lucía su hanbok tradicional con una dignidad impecable. Tenía unas bonitas cejas arqueadas; unos ojos pequeños y curvos; una nariz pequeña y bien formada, y unos labios finos que tenían una bonita forma en el centro.

La razón por la que este chico bebía los vientos por este hombre, que era adorado igualmente por las chicas chicos y adolescentes y las mujeres de mediana edad, era muy sencilla. Después de todo, era agraciado e inteligente, alegre y educado… Básicamente el tipo de hombre ideal que uno casi no cree que pueda existir. Encima, al parecer ni siquiera tenía pareja.

Ryeowook tuvo dos encuentros importantes con este hombre, aunque según la perspectiva de otras personas seguramente no fueron tan especiales.

El primero tuvo lugar en una demostración de cocina, durante la primavera en que se convirtió en estudiante de segundo año en el instituto. La demostración se celebraba en casa del maestro, en el centro de Busan. Casi inmediatamente después de que comenzara la sesión, hubo un problema. Un invitado especial, el delegado regional del Gobierno central para asuntos culturales, de repente comenzó a quejarse de la demostración. No era la primera vez. Era uno de esos funcionarios del Gobierno que pregonaban su «devoción por preservar la absoluta santidad de la nación», mientras que en realidad abusaban de su poder. Algunos incluso exigían sobornos a la hora de conceder subvenciones para mantener las actividades tradicionales… En este caso, el maestro se había negado educadamente a pagar esos chantajes. Así que aquellas quejas no eran más que una manera de causarle problemas por su escasa complacencia con el Gobierno.

El problema era que el maestro estaba ausente porque había tenido que ser hospitalizado. El discípulo que sustituía al maestro estaba tan absolutamente intimidado que su incompetencia podría haber motivado la clausura definitiva de la escuela. Pero el maestro de diecinueve años salvó la situación. Se llevó al funcionario incordio a otra sala, y luego regresó solo y dijo: «El señor se ha ido. Parece que ha quedado satisfecho ya, así que no hay ninguna necesidad de que ustedes se preocupen por nada».

No dijo nada más, y los miembros más destacados de la escuela también se cuidaron mucho de indagar más allá. El resultado fue que el resto de la demostración de cocina prosiguió sin mayores contratiempos. Pero Ryeowool estaba preocupado. Conociéndolo, seguramente habría asumido él toda la responsabilidad, diciendo algo como «Yo soy el responsable de la demostración de cocinade hoy», y si era así, el funcionario del Gobierno podría devolverle la galantería inventándose un informe y ordenando su arresto por ser una influencia nociva contra el Gobierno y… El resultado sería que lo enviarían a uno de aquellos campos de «reeducación».

Cuando concluyó la ceremonia sin más interrupciones, todos comenzaron a limpiar la sala, y Ryeowook lo esperó para hablar con él a solas. Cuando él se sentó en la zona de los cojines, Ryeowook decidió hablarle.

-Sunbae…

Él pareció un tanto sorprendido y, elegantemente, se volvió hacia Ryeowook. Aquellos ojos tristes conseguían que el corazón del chico se desbocara, pero se las arregló para continuar…

-¿Va todo bien, sunbae?

Él pareció comprender lo que quería decir el muchacho y esbozó una sonrisa.

-Aprecio tu preocupación -le dijo luego-. Sin embargo, todo va bien.

La preocupación del muchacho se eclipsó inmediatamente con la emoción que sintió ante el hecho de poder mantener su primera conversación real con él.

-Pero… pero ese señor parecía muy enfadado. ¿Y si…?

El joven detuvo con un gesto a Ryeowook y comentó de un modo dulce y misterioso, como si quisiera amonestarlo elegantemente:

-A ese funcionario no necesariamente le encanta lo que hace. Estoy seguro de que este tipo de cosas pasan en todas partes. Pero dadas las circunstancias de este país, las personas están en tensión. Se supone que nosotros proporcionamos armonía, y eso es lo que se supone que da un buen almuerzo tradicional… Pero la armonía es una cosa muy muy muy difícil de conseguir en este país.-Al final, casi parecía que estaba hablando para sí mismo. Entonces, volvió a mirar a Ryeowook- Preparar un almuerzo tradicional no sirve para nada, pero tampoco es nada malo. Así que disfrútalo mientras puedas. -Sonrió amablemente, se dio la vuelta y se alejó.

Ryeowook estaba obnubilado y permaneció inmóvil durante un buen rato. Aquel modo tan poco pretencioso de hablarle consiguió que se sintiera feliz, y aunque no había entendido del todo lo que le había dicho, aquello la impresionó, y pensó… «Vaya… es un chico muy maduro…».

En cualquier caso, Ryeowook también pensó que podría haber causado en él una profunda impresión, ya que desde aquel día él le dedicó una cálida sonrisa siempre que se encontraban.

El segundo encuentro crucial tuvo lugar durante el invierno de aquel mismo año. Ryeowook salió al jardín del viejo templo de otro almuerzo tradicional y se quedó observando las camelias que había allí. (En realidad, estaba otra vez pensando en Yesung). De repente, escuchó que alguien detrás de él le decía que eran unas flores preciosas, y era una voz muy familiar. Al principio creyó que se lo estaba imaginando, pero cuando se dio la vuelta, apenas pudo creer que estaba allí… y dedicándole también una sonrisa. Aquella fue la primera vez que se dirigió a él sin que hubiera ninguna referencia a las enseñanzas de cocina ni a obligaciones escolares.

Y así fue como mantuvieron aquella conversación.

-Bueno, así que cocinar te parece interesante.

-Sí, me encanta. Pero yo no soy muy bueno.

-¿De verdad? Pues a mí me impresionaron mucho tus excelentes movimientos durante la preparación. Y no es solo porque mantienes la espalda recta. También hay una especie de intensidad en todo lo que haces.

-Oh, no, de verdad, no soy nada bueno…

Con las manos escondidas en las mangas, él aún lucía su amable sonrisa y se fijó en las camelias.

-No, de verdad, lo digo en serio. Sí, es como estas flores. Son un poco raras, pero hay belleza en ellas. Algo así.

Naturalmente, Ryeowook era solo un niño y puede que él solo le estuviera haciendo un cumplido a un aficionado que acudía a la escuela de cocina, pero eso no evitó que Ryeowook se sintiera muy emocionado.

Desde ese momento en adelante Ryeowook comenzó a cocinar con más dedicación y seriedad. «Puedo hacerlo. Por supuesto, todavía soy un niño, pero algún día cumpliré los dieciocho y entonces él tendrá veintidós. Lo nuestro funcionaría perfectamente…».

Y esos eran sus recuerdos de él.

Ryeowook ocultó la cara entre sus rodillas. Un líquido cálido que no era lluvia empapó el tejido que cubría sus piernas. Ryeowook se dio cuenta de que estaba llorando. Su mano temblorosa sujetaba la pistola. ¿Cómo es posible que esté ocurriendo todo esto?

Necesitaba urgentemente volver a verlo. Ya. Claro, era todavía un niño. Pero a su manera, como un adolescente, lo amaba de verdad. Aquella fue la primera vez que el muchacho albergaba sentimientos fuertes por alguien. Necesitaba estar aunque solo fuera un minuto con él para podérselo decir. Quería decirle a esa persona -lo suficientemente amable para llamarlo «precioso», aunque solo se estuviera refiriendo a sus habilidades en la ceremonia del té-, que… «Todavía soy solo un niño, así que puede que no entienda exactamente lo que significa estar enamorado. Pero creo que estoy enamorado de ti. De verdad, te quiero». O algo así.

Algo crujió entre los arbustos. Ryeowook levantó la mirada. Se secó los ojos con la mano y se levantó. Sus pies se movieron automáticamente y dio un paso atrás frente a la fuente del ruido.

Era un chico con el abrigo de la escuela… Huang Zi Tao (el estudiante número 11). Su rostro y su tronco salieron entre los arbustos. Las mangas de su camisa estaban desgarradas, dejando al aire su brazo derecho. La tela blanca enrollada en torno a su hombro estaba manchada de sangre y… a lo mejor por culpa de la lluvia, tenía un color rosado. Y en la mano llevaba una pistola.

Tao se quedó boquiabierto, pero lo que realmente llamó la atención de Ryeowook cuando vio su rostro en una mueca de dolor fueron sus ojos. Lanzaban centellas.

Ryeowook sintió una repentina oleada de temor. ¿Cómo no lo había oído antes de que estuviera tan cerca? ¿Cómo…?

-Kim Ryeo Wook…

Ryeowook dejó escapar un grito y se dio media vuelta para huir entre el follaje. No le importó que las ramas le estuvieran arañando la cara y enredándole el pelo, o empaparse en la lluvia. Lo único que quería era huir. «¡Me va a matar, me va a matar!».

Se abrió paso entre los arbustos. Se topó con un camino tortuoso de unos dos metros de anchura. Ryeowook instintivamente decidió correr cuesta abajo. Si iba colina arriba, él lo alcanzaría, pero si corría cuesta abajo, a lo mejor…

Pudo escuchar el quebrarse de las ramas a su espalda…

-¡Kim Ryeo Wook!

Era la voz de ZiTao.

«¡Viene detrás de mí!».

Ryeowook hizo acopio de todas las fuerzas que le quedaban en su cuerpo exhausto y corrió lo más rápidamente que pudo. «No me lo puedo creer. Si hubiera sabido que iba a ocurrir esto, me habría apuntado a atletismo en vez de a cocina…».

-¡Kim Ryeo Wook, para! ¡Kim Ryeo Wook!

Si Ryeowook hubiera estado más tranquilo… esto es, si aquello fuera una escena de una película y él estuviera en el cine viendo al actor mientras engullía palomitas, entonces habría resultado obvio que el muchacho le estaba suplicando que se detuviera. Pero en aquel momento aquello sonaba como si le estuviera diciendo: «¡Kim Ryeo Wook, será mejor que te pares! ¡Voy a matarte!».

Y él no iba a detenerse.

El camino se bifurcaba y cogió el ramal de la izquierda. La zona se despejaba a su izquierda. Había hileras de mandarinos que se distinguían en aquella luz turbia a través de la llovizna. Más allá había un bosquecillo de árboles bajos. Si consiguiera llegar hasta allí… pero no, era imposible. Al menos le quedaban cincuenta metros. Mientras se debatía entre las irregulares hileras de mandarinos, Hiroki la alcanzaría y le pegaría varios tiros por la espalda con su pistola.

Ryeowook apretó los dientes. No quería, pero tenía que hacerlo. Al fin y al cabo, él estaba intentando matarlo. Se detuvo de repente y se dio media vuelta.

Para cuando terminó el giro, ya tenía la pistola entre las manos. Había quitado aquello que llamaban «seguro» en el manual desde el mismo momento en que lo había leído. El manual decía que no había que levantar el martillo, que bastaba con apretar el gatillo. El resto le sobraba.

A menos de diez metros de distancia, Huang Zi Tao se quedó quieto en la ladera, con los ojos muy abiertos.

«Demasiado tarde. ¿Qué crees, que no te voy a disparar?».

Ryeowook alargó los brazos y apretó el gatillo. Con un estallido, una pequeña llama centelleó en el extremo del cañón, y sus brazos se doblaron por el retroceso.

Tao volvió su esbelto cuerpo como si le hubieran dado un golpe en un costado. Cayó hacia atrás.

Ryeowook corrió hacia él. Tenía que rematarlo… ¡O volvería a levantarse! Ryeowook se detuvo aproximadamente a unos dos metros de él. Tenía un pequeño agujero en la parte izquierda de su pecho (él en realidad le había apuntado al estómago), y la tela alrededor parecía negra y quemada. Pero el muchacho aún sostenía su arma con su debilitada mano derecha. Todavía podría levantarla. «En la cabeza. Tengo que apuntarle a la cabeza».

Tao se volvió y miró a Ryeowook. Él apuntó con la pistola e iba a apretar el gat…

Se detuvo.

Tao había soltado su arma. Si tenía fuerzas para tirar a un lado su arma, también las habría tenido para apretar el gatillo. ¿Qué demonios estaba pasando? La pistola dio un par de vueltas y allí se quedó. ¿Qué?

Ryeowook permaneció inmóvil, sujetando su pistola, con el pelo corto empapado en lluvia.

-Escúchame… -Tao estaba allí tirado, en medio del camino embarrado, entre los charcos, y hablaba dolorosamente, clavando su mirada en Ryeowook-. Tienes que coger madera verde y hacer fuego. Haz… dos hogueras. Tengo un encendedor en mi bolsillo. Utilízalo. Luego escucharás la llamada de un pájaro…

Ryeowook lo escuchó, pero no tenía ni idea de lo que estaba diciendo aquel chico. No tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo.

Tao siguió hablando.

-Sigue la llamada del pájaro. Así encontrarás a Jung Jin Young… a Gong Chan Shik y a Jung Yong Hwa. Ellos te ayudarán. ¿Lo has entendido?

-Pero qué… ¿qué…?

Tao pareció sonreír. Y repitió pacientemente:

-Haz dos hogueras. Y luego busca el gorjeo de un pájaro…

Movió de un modo extraño su brazo derecho, sacó un pequeño mechero de un bolsillo del abrigo escolar y se lo tiró a Ryeowook. Luego cerró los ojos con un gesto de dolor.

-Ahora lárgate…

-¿Qué?

Tao de repente abrió sus ojos mucho y gritó:

-¡Vete, ya! ¡Puede que alguien haya oído el disparo! ¡Vete!

Entonces, como si todas las piezas de un puzle fueran encajando en su lugar, Ryeowook fue capaz de comprenderlo al final. Esta vez lo entendió bien.

-Oh… Dios mío… oh…

Dejó caer la pistola y cayó de rodillas a su lado. Se arañó las rodillas, pero no le importó.

-¡ZiTao! ¡Tao! No… No me lo puedo creer… ¡No puedo creer que te haya hecho esto a ti…!

Estalló en lágrimas. Desde luego, había algo intimidatorio en la presencia de Huang Zi Tao.

Parecía muy duro desde que estudiaba artes marciales; además no hablaba mucho y, cuando lo hacía, siempre era un poco brusco. Cuando hablaba con otros chicos, como Shin Dong Woo y Jung Jin Young, sonreía, pero si no, parecía como enfurruñado. También había oído que salía con Lee Chi Hoon, y parecían muy buenos amigos. Ryeowook solo pensó «No entiendo los gustos de Chihoong. Aunque supongo que si eres guapísimo, te sentirás atraído por alguien que resulte un poco especial, como este chico tan raro». Esa era la impresión que tenía de él. Así que ahora, cuando todos los compañeros de clase estaban siendo abatidos y muertos, se sintió absolutamente aterrorizado por Huang Zi Tao. Pero luego había resultado que…

El muchacho cerró los ojos y dijo:

-Bien, bien… -Estaba sonriendo. Y parecía contento-. De todos modos me iba a morir pronto.

Entonces Ryeowook se dio cuenta de que tenía otra herida en un costado, y que por allí salía un líquido que no era sangre.

-Así que vete. Por favor.

Ryeowook sollozó compulsivamente y le acarició cariñosamente el cuello.

-Nos iremos juntos. ¿De acuerdo? Aguanta…

Tao abrió los ojos y lo miró. Parecía estar sonriendo.

-Olvídate de mí… -dijo-. Me alegro de verte.

-¿Qué? -Ryeowook lo miró atónito con los ojos llenos de lágrimas. «¿Qué? ¿Qué acaba de decir?».-. ¿Qué quieres decir…? -Le estaba temblando la voz.

Tao resopló profundamente, como si estuviera haciendo esfuerzos para soportar el dolor, o a lo mejor solo fue un suspiro.

-Si te lo digo, ¿te irás?

-¿Qué? No te entiendo… ¿A qué te refieres?

Tao dijo sin un ápice de duda:

-Te quiero, Ryeowook. Te he querido desde hace mucho tiempo, de verdad.

Ryeowook una vez más… no entendía nada. «¿De qué está hablando?».

Tao miró al cielo que se deshacía en lluvia sobre ellos.

-Eso es lo único que quería decirte. Ahora… vete.

-Pero yo pensaba que tú y Chihoon…

Tao volvió a mirarlo a los ojos.

-Tú eres el único -dijo.

Por fin lo entendió. Ryeowook se derrumbó allí mismo, como si la hubiera golpeado una gran bola de esas que se utilizan en las demoliciones.

«¿Me quieres…? Lo único que querías era decirme… no me digas que estabas intentando buscarme… ¿Es eso verdad? Pero entonces… ¿qué es lo que acabo de hacer?».

Su respiración se convirtió en jadeo. Consiguió no asfixiarse, pero al final solo pudo gritar:

-¡Tao! ¡Tao!

-Vete, date prisa… -dijo este, y tosió expulsando una saliva sanguinolenta, y manchando con miles de gotitas la cara de Ryeowook. Tao volvió a abrir los ojos.

-Tao…, yo… yo…

Ryeowook estaba deshidratado por la falta de agua, pero aún brotaban lágrimas de sus ojos.

-Bien, bien… -dijo Tao cariñosamente. Y cerró los ojos despacio-. Ryeowook… -lo llamó por su nombre como si fuera un precioso tesoro. Es probable que fuera la primera vez que lo llamaba así-. No me importa nada… morir por ti. Así que por favor, por favor, vete ya… o tal vez alguien…

Ryeowook siguió llorando, esperando que Tao prosiguiera. ¿O tal vez alguien…?

Él ya no dijo nada. Ryeowook se acercó lentamente a él. Lo cogió por los hombros y lo sacudió.

-¡Tao! ¡Tao!

En una telenovela, cuando alguien moría, sus últimas palabras aparecían inacabadas, como «O tal vez alg…»., pero Tao había conseguido decir con una voz clara, aunque dolorida, «O tal vez alguien…». Así que tenía que acabar la frase. O tal vez alguien… ¿qué?

-¡Tao! ¡Escucha, Tao!

Ryeowook sacudió su cuerpo una vez más. Entonces por fin se dio cuenta de que estaba muerto. Cuando lo comprendió, el dique que represaba su torrente de emociones se derrumbó al instante.

Desde lo más profundo nació un desgarrador alarido.

-¡AAAAAAAAAAH!

Arrodillado como estaba, Ryeowook se derrumbó sobre el cadáver de Tao y lloró amargamente.

«Me quería… me quería tanto que me buscó incluso arriesgándose a que lo atacaran. Ha estado en peligro todo este tiempo, a cada paso. De hecho, esa herida de su costado, la herida del hombro… no son más que el resultado de su deseo de buscarme».

No, había algo más… Kayoko dejó de sollozar un instante…

«Fui yo la que atacó a Hiroki. Al final del todo, cuando él había conseguido su objetivo».

Kayoko cerró los ojos y volvió a llorar.

«Me quería… precisamente cuando yo estaba pensando en decirle lo que sentía a ese otro chico, Tao estaba pensando en lo mismo acerca de mí, buscándome. Alguien de mi clase se preocupaba mucho por mí. Y sin embargo, sin embargo…».

De repente, Ryeowook recordó una escena. Fue cuando estaban haciendo limpieza en clase. Ryeowook estaba limpiando la pizarra con una bayeta húmeda y, como no alcanzaba a la parte de arriba, Tao, que estaba allí mirando con la barbilla apoyada en las manos y estas a su vez apoyadas en el palo de una escoba entre las manos, como si fuera un bastón, le dijo: «Qué bajito eres, Kim Ryeo Wook». Y le cogió la bayeta de las manos y limpió la zona a la que él no podía llegar.

Aquella escena volvió a su mente.

«¿Cómo no me di cuenta de lo amable que era? ¿Cómo no pude darme cuenta de que alguien me amaba tanto? Si lo hubiera pensado, habría sabido que si Tao hubiera querido matarme, me habría disparado de inmediato con su arma. Pero ni lo sospeché. No fui capaz de entenderlo. Qué tonto soy… Yo…».

Otro recuerdo asaltó su pensamiento como un fogonazo.

Cuando les estaba contando a sus compañeros de clase algo relativo a Yesung, Tao, que estaba sentado por allí cerca mirando por la ventana, murmuró: «Estás haciendo el tonto, tomándote tanto trabajo para nada…». Aquello le había molestado enormemente, pero en realidad Tao tenía razón. Estaba siendo un tonto. Y sin embargo él le había dicho que apreciaba aquella locura.

Ryeowook no podía dejar de llorar. Apretó su mejilla contra la mejilla cálida de su amigo y sollozó.

Tao le dijo que se fuera, pero no conseguía reunir las fuerzas necesarias para hacerlo. «Voy a seguir llorando. Voy a llorar por todo el cariño (que no podré devolver) de este chico que me amó a mí y a mi estupidez. (Fui un niño, pensando que yo le podía importar a aquel muchacho). Voy a seguir llorando. Aunque sea un suicidio».

«¿Es que quieres morir con él?»., le susurró una voz en sus pensamientos.

«Sí, voy a morir con él. Voy a morir con él, por su amor por mí y por mi locura».

-Entonces, ¿por qué estás tardando tanto? -dijo la voz.

Ryeowook se dio la vuelta rápidamente, temblorosa. Lo primero que vio fue la rosa y hermosa melena de Choi Jun Hong (el estudiante número 5), empapado por la lluvia y con el equipo de educación física de verano. Él lo miraba, con una pistola en la mano.

Dos disparos a bocajarro. Entonces, las dos balas formaron un par de agujeros en la sien derecha de Ryeowook. El cuerpo del muchacho se desplomó sobre el de Huang Zi Tao.

La sangre comenzó a fluir lentamente por los agujeros de la cabeza, formando un reguerillo por la cara y mezclándose con el agua de lluvia.

Junhong bajó la Smith & Wesson M19 .357 Magnum y dijo:

-Pues sí, la verdad: eras un estúpido. Deberías haberle hecho caso.

Luego se quedó mirando la cara de Tao.

-Cuánto tiempo, ZiTao. ¿Te alegras de haber muerto con tu amado?

Hizo un gesto de desprecio con la cabeza, asqueado, y echó un vistazo a ver si localizaba la Smith & Wesson M59 que Ryeowook había tirado, y el Colt oficial del 45 que Tao había lanzado a un lado y que había pertenecido al propio Junhong.

Miró los cadáveres entrecruzados y se puso un dedo en el labio, como si quisiera meditar.

-¿Y qué será todo eso de una hoguera…?

Entonces, como quitándose una idea de la cabeza, sacudió su melena. Con el pie barrió parte del saco azul marino de Ryeowook, bajo el cual estaba la M59. Y cuando se agachó para coger la pistola, de repente oyó el inconfundible traqueteo de una vieja máquina de escribir, furiosa y enloquecida.

 

 

Estudiante número 11, Huang Zi Tao: Muerto

Estudiante número 23, Kim Ryeo Wook: Muerto

 

 

 

 

QUEDAN 6 ESTUDIANTES

 

Notas finales:

Cuando terminé de adaptar este capítulo QnQ no pude evitar llorar cada vez que leía el nombre de Tao en algún lugar.

Dejen RW's!


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