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BATTLE ROYALE por SuperNova31

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Notas del capitulo:

Sé que los capítulos pueden ser un poco largos xD pero por favor, denle una oportunidad y espero que no se aburran.

Si hay algún parráfo que les resulte tedioso, saltéenlo pero no dejen de leer que más adelante se pone interesante xD

Cuando el autobús entró en la capital de la prefectura, Seúl, los barrios ajardinados se transformaron en calles urbanas repletas de neones multicolor, faros de coches a toda velocidad y luces cuadriculadas en los edificios de oficinas. Un grupo de hombres y mujeres bien vestidos estaban hablando en frente de un restaurante, en la acera, mientras esperaban un taxi. Unos jóvenes desgarbados holgazaneaban y fumaban en el aparcamiento vacío de una tienda abierta las 24 horas. Un obrero en bicicleta esperaba a que cambiara el semáforo para cruzar. Hacía bastante frío para ser una noche de mayo, y el hombre llevaba puesta una chaqueta raída. Junto con las otras escenas, el obrero desapareció tras la ventana del autobús, engullido por el ronco murmullo del motor. La pantalla digital del autobús sobre la cabeza del conductor señalaba las 8:57.

Jung Jin Young (el estudiante número 13, de tercero B, del instituto Choosen para hombres, de la ciudad de Busan) había estado mirando por la ventana, inclinado por encima de Kang Dong Ho (el estudiante número 15), que tenía el asiento de la ventana. Cuando Dongho empezó a rebuscar en su bolsa, Jinyoung se miró el pie derecho, que sobresalía en el pasillo, y estiró los dedos de los pies dentro de sus zapatillas Keds. Antes las Keds  no eran difíciles de encontrar, pero ahora eran extremadamente raras. La loneta de la zapatilla derecha de Jinyoung estaba rajada en el talón, y la tela se estaba deshilachando y adquiriendo el aspecto de los bigotes de un gato. La empresa que fabricaba las zapatillas era americana, pero el calzado en realidad era fabricado en Colombia. Era 2014, y la República del Gran Oriente Asiático apenas sufría escasez de bienes. De hecho, la región contaba con todo tipo de productos, pero últimamente los bienes de importación tardaban en llegar. Bueno, era de esperar en un país con política oficial de aislacionismo. Además, los Estados Unidos (tanto los miembros del Gobierno como los libros de texto se referían a ese país como “los americanos imperialistas”) eran enemigos del Estado.

Desde la parte trasera del autobús, Jinyoung observó a sus cuarenta y un compañeros de clase, iluminados por las turbias luces fluorescentes fijadas en los deslucidos paneles del techo. Todos ellos habían estado en la misma clase durante los dos últimos años. Todavía estaban nerviosos y parloteaban, pero apenas había transcurrido una hora desde que habían salido de la ciudad donde vivían, Busan. Pasar la primera noche de un viaje de estudios en un autobús era un poco feo… Peor todavía: parecía como si fueran una de aquellas marchas militares forzosas. Pero todo el mundo se tranquilizaría cuando llegaran al puente Banpo, cogieran la autopista principal y se encaminaran hacia su destino: Inchoon.

En la parte delantera del autobús, sentados alrededor del profesor Choi, había un grupo de niños gritones: Kim Ki Bum (el estudiante 21), el segundo delegado de la clase, con su nuevo pelo rubio estaba muy guapo; a su lado estaba Hwang Min Hyun (el estudiante número 12), el altísimo compañero de Kibum en el equipo de volleyball. Kim Joon Myun (el estudiante número 20) era un ricachón cuyo padre era concejal del ayuntamiento. Do Kyung Soo (el estudiante número 9) tenía fama de ser un estudiante modélico; llevaba el pelo corto a los costados muy negro, que cuadraba perfectamente con su piel blanca y su rostro sosegado e inteligente. Luego estaba Oh Se Hun (el estudiante 32), que siempre estaba callado y apartado. Esos eran los chicos que manejaban el ruiderío. Se los podría llamar “los Neutrales”. Los chicos tendían a armar grupos, pero en la clase de tercer B del instituto Choosen para hombres, no destacaba ningún grupo en particular.

Si había algún grupo, era la pandilla rebelde o, para decirlo francamente, la pandilla de delincuentes, liderada por Choi  Jun Hong (el estudiante número 5), Shin Dong Ho (el estudiante número 35) y Xi Lu Han (el estudiante número 40) completaban la banda. Jinyoung no podía verlos desde donde estaba sentado.

Los asientos situados a la derecha del conductor estaban ligeramente levantados, y sobresaliendo de ellos se veían las cabezas de Park Chan Yeol (el estudiante número 33) y Byu Baek Hyun (el estudiante número 3), la pareja más formal de la clase. Eran tan cortos y siempre estaban tan aislados que la cosa más trivial podría haberles hecho gracia.

Al lado de Jinyoung, junto al pasillo, se veía el enorme uniforme escolar de Choi Seung Hyun (el estudiante número 8). Era el chico más grande de la clase, pero era muy tímido, era el típico chico que siempre acaba siendo objeto de bromas e insultos. El gigantesco cuerpo de Seunghyun parecía doblado sobre su consola de videojuegos, así que Jinyoung sólo veía el uniforme.

También sentados juntos al lado del pasillo estaban los deportistas: Lee Jin Ki (el estudiante número 3, del equipo de baloncesto), Kim Jong Hyun (el estudiante número 18, del equipo de fútbol), y Choi Min Ho (el estudiante número 6, del equipo de atletismo). El propio Jinyoung había jugado en la liga infantil del equipo de atletismo de la escuela y tenía fama de ser un gran corredor. En realidad había sido muy amigo de Minho, pero al final se habían distanciado. En parte aquello se debió a que Jinyoung había dejado el equipo de atletismo, pero también tenía que ver con el echo de que hubiera empezado a tocar la guitarra eléctrica, lo que se consideraba una actividad poco patriótica. La madre de Minho se ponía de los nervios con esas cosas.

Sí, el rock era una actividad ilegal en el país. (Desde luego, había fisuras y lagunas legales. La guitarra eléctrica de Jinyoung venía con un sticker aprobado por el Gobierno que decía: LA MÚSICA DECADENTE ESTÁ ESTRICTAMENTE PROHIBIDA. El rock era música decadente).

“Ahora que lo pienso- reflexionó Jinyoung-, yo también he cambiado de amigos”.

Pudo oír como alguien se reía calladamente detrás del gran Choi Sueng Hyun. Era uno de los nuevos amigos de Jinyoung, Shin Dong Woo (el estudiante número 36). Dongwoo llevaba el pelo un poco largo atado en una media cola, y gafas de marco grueso que le quedaban muy bien. Jinyoung sabía quién era Dongwoo incluso antes de que llegaran a ser compañeros de clase en segundo. Dongwoo era conocido como El Tercer Hombre…el alero del equipo de baloncesto. Sus talentos deportivos eran similares a los de Jinyoung, aunque Dongwoo le había dicho en una ocasión: “Yo soy mejor, hermanito”. Juntos, en la cancha de baloncesto por primera vez en la competición de segundo curso, habían formado un tándem letal, así que simplemente era normal que acabaran siendo colegas. Sin embargo, Dongwoo destacaba en muchas otras cosas además de ser muy bueno en deporte. Sus notas en otras materias que no fueran matemáticas e inglés no eran nada del otro mundo, pero su conocimiento del mundo real era increíble, y sus opiniones eran propias de un chico mayor, mucho más maduras que las de sus compañeros. De algún modo, tenía respuesta a cualquier pregunta que se le hiciera sobre el mundo exterior, una información que desde luego no se podía conseguir en el país. Y siempre sabía qué decir cuando uno estaba hecho polvo, como: “Ya lo sabes, aquí me tienes”. Pero nunca era arrogante. En vez de mostrarse soberbio, sonreía y guiñaba un ojo. Nunca estuvo pegado a sí mismo. En resumen, Shin Dong Woo era un buen tío.

Dongwoo estaba sentado al lado de su colega, Cha Sun Woo (el estudiante número 4), el payaso de la clase y amigo de Dongwoo desde la primaria. Sunwoo debía de haber soltado otro chiste, porque Dongwoo estaba riendo.

Huan Zi Tao (el estudiante número 11), estaba sentado tras ello. Su cuerpo largirucho y flaco apenas cabía en el estrecho espacio de su asiento. Estaba leyendo un libro de bolsillo. ZiTao era un muchacho reservado y estudiaba artes marciales, así que proyectaba un aura de cierta dureza. No se juntaba mucho con los otros muchachos, pero cuando se le conocía un poco resultaba que era un chico muy agradable. Solo que era un poco tímido. Jinyoung era colega suyo. ¿Estaría leyendo aquel libro de poesía china que tanto le gustaba? (Los libros chinos eran fáciles de conseguir, lo cual no era de extrañar, teniendo en cuenta que la República consideraba a China como “parte fundamental de nuestra patria”).

Jinyoung se quedó colgado en cierta ocasión con una frase una novela barata americana que había encontrado en una librería de segunda mano (se las arregló para entenderla con ayuda de un diccionario): “Los amigos vienen y se van”. A lo mejor así eran las cosas. Y así como Minho y él habían dejado de ser amigos, podría llegar el monto en el que ya no fuera amigo de Dongwoo y Baekho.

Bueno, o a lo mejor no.

Jinyoung miró de reojo a Kang Dong Ho, que todavía andaba rebuscando en el interior de su bolsa. Jinyoung y Kang Dong Ho eran amigos desde siempre. Y eso nunca cambiaría. Después de todo, eran amigos desde que mojaban la cama en aquella institución católica que ostentaba el pretencioso nombre de Casa de Caridad, donde acogían a huérfanos y a otros niños que, debido a determinadas “circunstancias”, ya no podían estar con sus padres. Se podría decir que casi estaban condenados a ser amigos.

La religión era otro asunto curioso. En realidad, el país, bajo un sistema exclusivo nacionalsocialista, regido por una autoridad ejecutiva autodenominado “el Dictador”, no tenía una religión oficial nacional. (Shin Dong Woo dijo una vez, con una mueca de asco: “Eso es lo que se llama ‘facismo eficaz’. ¿En qué otro lugar del mundo podrías encontrar algo tan siniestro?”). La cosa más aproximada a una religión era la fe en el sistema político…pero este ni siquiera se podía comparar con ninguna religión conocida. Así pues, la práctica religiosa estaba permitida en tanto se ejerciera moderadamente, pero al mismo tiempo no se garantizaba la libertad de credo. Así que los fieles más pertinaces solo la practicaban en privado. El propio Jinyoung nunca tuvo verdaderamente ninguna inclinación religiosa, pero ello se lo debía precisamente a aquella institución religiosa concreta, en la que consiguió crecer relativamente ajeno a cualquier fanatismo. Pensaba que debía estar muy agradecido de ello. Había orfanatos estatales, pero al parecer sus instalaciones y programas estaban dirigidos de mala manera y, por lo que había oído, servían como escuela de adiestramiento para soldados de las Fuerzas Especiales de la Defensa.

Jinyoung se volvió y miró a su espalda. El grupo de delincuentes entre los que se encontraba Kim Jong In (el estudiante número 19) y Lee Min Hyuk (el estudiante número 30) estaba sentado en los amplios asientos del final del autobús. Allí estaba el otro… Jinyoung no podía verle la cara, pero entre los asientos podía verle la cabeza, con aquel pelo rubio oscuro, extrañamente peinado, parado hacia delante, apoyado en la ventana de la derecha. Aunque a su izquierda (bueno, parecía que Kim Jong In había dejado dos asientos libres entre medio) los otros estaban hablando y riendo sobre alguna estupidez, su cabeza se mantenía completamente inmóvil. A lo mejor se había quedado dormido. O a lo mejor, como Jinyoung, estaba observando las luces de la ciudad.

Jinyoung estaba completamente desconcertado por el echo de que aquel muchacho, Wu Yi Fan (el estudiante número 39), hubiera querido participar de una actividad tan infantil como un viajde de estudios.

Yifan era el líder de los matones en su barrio, un grupo en el que también estaban Jongin y Minhyuk. Yifan no era un tipo grande, habían chicos más altos, pero podía acabar en un santiamén con cualquier estudiante del instituto, e incluso enfrentarse a la mafia local. Se reputación era legendaria en todo Busan. Y que su padre fuera el presidente de una empresa importante no le perjudicaba. (De todos modos había rumores de que era hijo ilegítimo. A Jinyoung le traía sin cuidado, así que nunca se preocupó por averiguar más). Por supuesto, eso no habría sido suficiente. Tenía un rostro inteligente e interesante, con una voz grave e intimidatoria. Era el estudiante más listo de tercero B, y el único que podía disputarle el puesto era Lee Ki Seop (el estudiante número 29), pero este estudiaba tanto que apenas dormía. En deportes, Wu Yi Fan era mejor y más diestro que casi todos los de la clase. Los únicos del instituto Choosen que podían competir con él en serio eran, sí, el antiguo astro de atletismo, Jinyoung, y el actual alero estrella de baloncesto Shin Dong Woo. Así que, en todos los aspectos, Wu Yi Fan era perfecto.

Pero entonces… ¿cómo demonios un chico tan perfecto podía haber llegado a ser líder de una pandilla de matones? Bueno, en realidad eso no era asunto de Jinyoung. Pero sí había una cosa que podía asegurar y era que, en cierto centido, Yifan era diferente. Jinyoung no podría explicar exactamente en qué sentido. Yifan nunca había echo nada malo en la escuela. Nunca andaba molestando a nadie como Choi Seung Hyun, como lo hacía Kim Jong In. Pero había algo en él como un… distanciamiento. ¿Sería eso? Al menos eso era lo que parecía.

Faltaba mucho a clase. La idea de Yifan estudiando era un completo absurdo. Y cuando iba a clase, Yifan permanecía sentado en su pupitre, callado, como si estuviera pensando en algo que no tuviera nada que ver con la lección. Jinyoung pensaba: “Si el Gobierno no tuviera el poder para obligarnos a cumplir la enseñanza obligatoria, este probablemente no vendría a clase nunca. Por otro lado, quizá se dejara caer por clase solo porque no tenía otra cosa que hacer. No sé…”. En cualquier caso, Jinyoung se había imaginado que Yifan pasaría de una cosa tan trivial como un viaj de de estudios, pero al final se presentó de repente. ¿Sería también que no tenía otra cosa que hacer?

-Jinyoung.

Jinyoung estaba conectrado en las luces del techo del autobús, pensando en Wu Yi Fan, cuando una voz alegre y viviracha interrumpió sus pensamientos. Desde el asiento inmediato Gong Chan Shik (el estudiante número 10), le ofreció algo envuelto en una bolsa de celofán. El paquete crujió y centelleó como agua bajo la luz blanca: estaba lleno de galletas redondas de color marrón claro. Estaba atado en la parte de arriba con una cinta dorada.

Gong Chan Shik era otro chico perteneciente al grupo Neutral, como los del grupo de Kim Ki Bum. Aparte de sus alegres ojos, que eran llamativamente oscuros, tenía una cara aniñada, y una melena oscura que caía sobre su frente. Era delgado y alegre En definitiva, un chico normal. Si había algo que mereciera resaltarse de él, era probablemente el echo de que escribía los mejores trabajos en clase de literatura. (Por eso Jinyoung había conocido a Chanshik: él se pasaba las horas muertas escribiendo letras para sus canciones en los márgenes de sus cuadernos, y él insistió en leerlas). Chanshik andaba habitualmente con el grupo de Kibum, pero como aquel día había llegado tarde, no había tenido más remedio que coger uno de los asientos que quedaban libres.

Jinyoung medio extendió la mano y levantó las cejas como si quisiera preguntar qué era aquello. Por alguna razón Chanshik pareció un tanto turbado y le dijo:

-Mi hermano me pidió que le preparara unas galletas. Estas son las que han sobrado. Están recién hechas, así que las traje para ti y para Baekho.

“Baekho” era el apodo de Kang Dong Ho. Aunque tenía el pelo a la mohaicana y rubio, se parecía mucho al personaje de comic con el mismo nombre. La mayoría de los chicos lo llamaba por su verdadero nombre, pero Chanshik no tenía problemas en llamar a los chicos por sus apodos, y el hecho de que aquella costumbre apenas incomodara a los afectados indicaba únicamente hasta qué punto era inofensivo. (Jinyoung tenía un apodo relacionado con las prácticas deportivas, el mismo nombre de una famosa marca de cigarrillos, pero al igual que le ocurría a Dongwoo con su apodo de El Tercer Hombre, nadie lo utilizaba delante de él). Jinyoung ya se había dado cuenta de aquello, pero recordó que Chanshik era el único que lo llamaba solo por su nombre de pila, en vez de llamarlo por su nombre completo.

Baekho, que había estado escuchándolos, se metió en la conversación.

-¿De verdad? ¿Son para nosotros? ¡Muchas gracias! Se las has hecho tú estoy seguro de que están deliciosas.

Baekhio le arrebató la bolsa de la mano a Jinyoung, desató inmediatamente la cinta y cogió una galleta.

-¡Vaya… están increíbles!

Mientras Baekho alababa a Chanshik, Jinyoung hizo una mueca de humorística desesperación. ¿Se podía ser más torpe en un halago? Cuando Chanshik se sentó al lado de Jinyoung, Baekho había empezado a lanzarle miraditas al chico, por encima de su amigo, estirándose en el asiento, presa de los nervios.

Aquello había ocurrido hacía un mes y medio, durante las vacaciones de primavera. Jinyoung y Baekho habían ido a pescar al embalse que proveía de agua a toda la ciudad. Baekho le confesó a Jinyoung:

-Jinyoung… me gusta un chico.- El castaño se sorprendió un poco al oír aquella confesión. Era verdad que en un instituto solo para hombres terminaban habiendo “ese” tipo de parejas, no era algo que hubiera esperado de Baekho. Aún así, Jinyoung no era el tipo de chico que juzgaba.

-¿Ah sí? ¿Quién es?

-Gong Chan Shik.

-¿El de nuestra clase dices?

-Ajá.

-Hum… Bueno, es lindo.- dijo Jinyoung.

-¿A que sí? ¿Verdad que sí?

-Que sí, que sí…

Sí. Baekho era bastante transparente. Pero a pesar de su comportamiento, Chanshik parecía no darse cuenta en absoluto de los sentimientos de Baekho hacia él. A lo mejor era un poco lento en asuntos de ese tipo. No sería de extrañar, dada su personalidad.

Jinyoung cogió una galleta de la bolsa, todavía en manos de Baekho, y la examinó detenidamente. Luego se volvió hacia Chanshik.

-Entonces, ¿las galletas que no están recién hechas pierden sabor?

-Ajá, sí.- asintió, con los ojos extrañamente brillantes.

-Lo cual significa que las has probado y estás seguro de que saben bien.

Puede que hubiera aprendido aquella forma de sarcasmo de Shin Dong Woo. Jinyoung a menudo lo utilizaba últimamente para burlarse de otros compañeros de clase, pero Chanshik solo emitió una risa divertida y dijo:

-Creo que sí.

-¡Vamos…!- interrumpió Baekho otra vez.- Ya te he dicho que estaban buenas, ¿Verdad Chanshik?

Él sonrió.

-Gracias, eres muy amable.

Baekho se quedó petrificado de repente, como si hubiera metido los dedos en un enchufe y se hubiera quedado mudo. Mirando en silencio hacia su regazo, procedió a deborar su galleta.

Jinyoung sonrió y se comió el resto de su galleta. El cálido y dulce sabor, y el agradable olor se dispersaron por su boca.

-Mmm… están buenas.- dijo Jinyoung.

Chanshik, que había estado observándolo durante todo ese tiempo exclamó:

-¡Gracias!

Puede que estuviera equivocado, pero había algo en su tono de voz muy distinto a lo que había podido percibir cuando le dio las gracias a Baekho. Bueno, un momento… es verdad, estaba mirándolo mientras se comía la galleta. ¿Eran realmente las sobras de la hornada que había preparado para su hermano? A lo mejor las había hecho para otra persona… O a lo mejor simplemente estaba pensando en tonterías.

Entonces, por alguna razón, Jinyoung pensó en Krystal. Iba un año por delante y había sido su compañera en el club de música hasta el año anterior.

En la República del Gran Oriente Asiático el rock estaba estrictamente prohibdo en las actividades de los clubes escolares, pero cuando su tutora, le señorita Jung, estaba ausente, los miembros del club de música tocaban rock por su cuenta. Naturalmente, el club de música solía atraer a ese tipo de alumnos. Krystal Jung era la chica que mejor tocaba el saxo. Sin embargo, cuando se ponía a tocar el saxo en clave de rock, era la mejor de todo el club de música. Era alta, (casi de la misma altura de Jinyoung, que media 1,78) y bastante blanca, tenía el rostro notablemente maduro, y el pelo oscuro le caía sobre los hombros, tenía un aspecto alucinante con el saxo entre las manos. Luego Krystal le enseñó a tocar algunos acordes difíciles con la guitarra. (Decía que había tocado un poco antes de empezar con el saxo). Desde ese momento en adelante, Jinyoung se pasó cada minuto que tenía libre practicando con la guitarra, y cuando llegó a segundo ya era el mejor guitarrista del club de música. Y todo porque quería que Krystal lo oyera tocar.

Entonces, un día, cuando dio la casualidad de que los dos se encontraban solos en la sala de música, después de clase, Jinyoung tocó y cantó una versión de “Smells like Teen Spirit” que la dejó impresionada.

-Eso ha estado genial, Jinyoung. Ha sido alucinante…- dijo Krystal.

Aquel día Jinyoung se compró una lata de cerveza por primera vez en su vida y lo celebró con una fiesta solitaria y privada. Sabía genial. Pero tres días después, cuando le pidió salir, confesando que “Eeh… en verdad me gustas mucho”, ella respondió que, “Lo siento, pero ya estoy saliendo con otra persona”. Al final se graduó y se fue a otro instituto de bachillerato que con un buen departamento de música. Con su novia.

Lo cual devolvió a Jinyoung al momento de su conversación con Baekho en el embalse las vacaciones de primavera. Después de compartir sus sentimientos por Chanshik, Baekho preguntó:

-¿Estás todavía enamorado de Krystal?

-Sí.- contestó Jinyoung.- Creo que estaré enamorado de ella todo lo que me queda de vida.

Baekho parecía perplejo.

-Pero tiene novia, ¿No?

Lanzando el anzuelo plateado con todas sus fuerzas, contestó:

-Eso no importa.

Jinyoung le cogió la bolsa de galletas a Baekho, que todavía estaba mirándose el ombligo.

-¿Es que no vas a dejar ninguna para Chanshik?

-Oh…oh, sí, claro…Lo siento…

Jinyoung le devolvió la bolsita a Chanshik.

-Lo siento.

-No, está bien. No importa. Pueden quedarse con ellas…

-¿De verdad? Pero no deberíamos ser los únicos que…

Jinyoung se dio cuenta por primera vez de la presencia del chico que estaba sentado junto a Chanshik. Ataviado con su uniforme escolar, Jung Yong Hwa (el estudiante número 14) permanecía apoyado contra la ventana, con los brazos cruzados y los ojos cerrados. Puede que estuviera durmiendo. Llevaba el pelo un poco cortado y hacia un costado. Su cara, con una barba ligeramente incipiente, le recordaba a Jinyoung uno de esos personajes de feria, en una atracción barata. “¡Vaya! ¡Atención todo el mundo! ¡Un tipo con barba! ¿No es demasiado viejo para ser estudiante en un instituto de secundaria?”.

Bueno, él solo sabía una cosa: que aunque en tercer B estaban los mismo estudiantes que el año anterior, Jung Yong Hwa había llegao en abril desde Mokkpo. Y por alguna circunstancia concreta, algún accidente o alguna enfermedad (no parecía que fuera uno de esos tipos que se quedan postrados en la cama, así que debió ser algún accidente), Yonghwa tubo que repetir curso, porque no pudo acudir a clases durante más de seis meses. En otras palabras, era un año mayor que Jinyoung y sus compañeros de clases. El propio Jinyoung nunca le había contado a nadie aquello, pero eso era lo que había oído.

En realidad, no había oído muchas cosas buenas de Yonghwa. Corría el rumor de que había sido un conocido matón en su último colegio y que su hospitalización era el resultado de una pelea. Su cuerpo estaba cubierto de cicatrices, que conducían algún fundamento a las murmuraciones. Una enorme cicatriz, que parecía herida de cuchillo, le cruzaba el cuello, y cuando se cambiaban en los vestuarios del gimnasio (por cierto, Yonghwa tenía la complexión de un boxeador de los pesos medios), Jinyoung no pudo sino estremecerse al descubrir el mismo tipo de cicatrices por sus brazos y por toda la espalda. Tenía dos cicatrices redondeadas, bastante juntas, en el hombro izquierdo. Parecían heridas de disparo, pero era inconcebible.

Cada vez que escuchaba aquellos rumores sobre Yonghwa, alguien inevitablemente sugería:

-Seguro que acaba peleándose con Yifan.

Justo después de que Yonghwa fuera trasladado a su colegio, aquel idiota de Kim Jong In había intentado intimidarlo. Los detalles exactos de lo que había ocurrido a continuación solo los conocía a oídas, pero al parecer Jongin se puso pálido, se retiró y se alejó lloriqueando, llamando a gritos a Yifan para que lo ayudara. Sin embargo, Yifan se mostró indiferente y solo le dedicó una mirada de desprecio a Jongin. Ni siquiera le dirigió la palabra a Yonghwa Así que, hasta el momento al menos, ambos habían conseguido evitar la confrontación. Yifan no parecía muy interesado en Yonghwa. Y Yonghwa no parecía interesado en Yifan. El resultado era que tercero B vivía en paz y armonía. Una suerte.

Todo el mundo evitaba a Yonghwa por su edad y por culpa de los rumores. Pero a Jinyoung no le gustaba juzgar a la gente basándose únicamente en rumores. Como alguien dijo una vez, si puedes ver las cosas con tus propios ojos, no hay necesidad de que pongas las orejas para averiguar lo que dicen los demás.

Jinyoung miró a Chanshik y apuntó con la barbilla a Yonghwa.

-¿Estará dormido?

-Humm…-murmuró Chanshik, mirando de reojo a Yonghwa.-No querría despertarlo.

-No parece la clase de chico al que le apasionan las galletas de todos modos.

Chanshik ahogó una risilla, y justo cuando Jinyoung se disponía a ofrecerle galletas oyeron:

-No, gracias.

Jinyoung clavó la mirada en Yonghwa.

Aquella voz fuerte y grave resonó en la cabeza.

Aunque Jinyoung no había escuchado muchas veces su voz, era obvio que aquellas palabras las había pronunciado Yonghwa, que aún mantenía los ojos los cerrados, aunque al parecer no estaba dormido. Jinyoung de repente se dio cuenta de que apenas había oído hablar a Yonghwa, a pesar de que lo habían trasladado a su colegio hacía más de un mes.

Chanshik observó a Yonghwa y luego se volvió hacia Jinyoung. Este se encogió de hombros como toda respuesta y se metió otra galleta a la boca.

Siguió charlando con Chanshik y Baekho hasta que…

 

Eran casi las diez en punto cuando Jinyoung notó algo extraño.

Algo muy extraño estaba sucediendo dentro del autobús. Baekho, que estaba a su izquierda, de repente se había quedado dormido y respiraba suavemente. El cuerpo de Shin Dong Woo estaba resbalado hacia el pasillo. Gong Chan Shik también se había quedado dormido. Nadie estaba hablando, al parecer. Nadie estaba despierto. Bueno, la verdad es que a esa hora cualquiera con un sentido estricto de los horarios saludables podría estar ya en la cama, pero aún así, aquel era un viaje que habían estado anhelando durante mucho tiempo. ¿No era un poco pronto para quedarse dormidos, cuando apenas habían salido de la ciudad? ¿Por qué nadie cantaba o algo? ¿No tenía aquel autobús una de esas aquellas atroces y odiadas máquinas que tanto detestaba Jinyoung… un karaoke?

Lo peor de todo era que el propio Jinyoung estaba sucumbiendo al sueño y se estaba quedando adormilado. Miró a su alrededor, medio aturdido… y luego ya no fue capaz de mover la cabeza, en la que sentía una enorme pesadez. Se desmoronó contra su asiento. Su mirada deambuló hasta dar contra la estrecha franja del espejo retrovisor que había en el centro del parabrisas, envuelto en la oscuridad. A duras penas logró discernir la diminuta imagen de la parte superior del cuerpo del conductor.

El rostro del conductor estaba cubierto en lo que parecía ser una máscara. Una especie de tubo le salía de la máscara. Había unas finas tiras de goma que se la sujetaban a la cabeza, por encima y por debajo de las ojeras. ¿Qué significaba todo aquello? Salvo por la especie de tubo, aquello parecía una máscara de oxígeno de las que utilizaban en las emergencias de los aviones.

Escuchó un crujido a su derecha. Jinyoung tuvo que esforzarse para conseguir echar un vistazo. Sentía una enorme pesadez en todo el cuerpo. Era como si estuviera sumergido en un inmenso bote de gelatina transparente.

Jung Yong Hwa se había conseguido levantar y luchaba a brazo partido para abrir una ventana. Pero bien fuera porque estuviera atascada por el óxido y la suciedad, o bien porque se hubiera roto el cierre, lo cierto es que la ventana se negó a abrirse. Yonghwa golpeó con el puño izquierdo el cristal. “Está intentando romper el cristal. ¿Qué es toda esa mierda?”.

Pero el cristal no se rompió. El puño, dispuesto a golpear el cristal una segunda vez,  pareció debilitarse de repente y cayó torpemente. El cuerpo de Yonghwa se derrumbó en el asiento. Jinyoung creyó oír aquella voz grave que acababa de oír hacía solo un rato, como en un grito ahogado.

-Maldita sea…

Casi inmediatamente Jinyoung se quedó dormido también.

Aproximadamente a esa misma hora, unos coches oficiales con hombres de negro en su interior comenzaron una ronda de visitas a las familias de los estudiantes en la ciudad de Busan. Asustados, los padres se sintieron paralizados cuando los visitantes les presentaron documentos con el sello oficial del Gobierno.

En mayor parte de los casos, los padres o pudieron más que asentir en silencio, al tiempo que pensaban que probablemente jamás podrían volver a ver a sus chicos, pero también hubo quién protestó. A los rebeldes se les propinaron descargas eléctricas o, en el peor de los casos, fueron eliminados con una rágada de ametralladora y abandonaron este mundo un poco antes que sus hijos.

Para entonces el autobús asignado para el viaje de estudios de tercer curso, clase B, del instituto Choosen para hombres, hacía mucho rato ya se había desviado y se había apartado de la caravana de otros autobuses, y había cogido una rotonda para regresar a la ciudad de Daegu. Después de volver a la ciudad, zigzagueó por varias carreteras antes de detenerse finalmente y parar el motor.

El conductor, cuyo pelo ya empezaba a encanecer, parecía rondar los cuarenta, y tenía todo el aspecto de ser un agradable conductor de autobuses. Todavía con la máscara de oxígeno en la cara (ahora la llevaba colgando de la mandíbula levemente prominente), se volvió a mirar a los estudiante de tercero B con un leve gesto de compasión. Pero en cuanto otro hombre se acercó por la ventana, su rostro se puso rígido. Hizo el imperativo y habitual saludo de la República. Luego presionó el interruptor para abrir la puerta. Jinyoung miraba al exterior cuando unos hombres enmascarados y ataviados con indumentaria militar entraron corriendo al autobús.

Bajo la luz de la luna, el cemento del muelle resplandecía en un tono blanco azulado y, al final del dique, el barco que debía transportar a los jugadores se balanceaba perezosamente en las aguas del puerto.

 

QUEDAN 42 ESTUDIANTES 

Notas finales:

Dejen RW!


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