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El misterio de Castiel por Calabaza

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— ¿Quieres quedarte a dormir con nosotros, Cas? — preguntó Dean esa noche, cuando subían por las escaleras hacia las habitaciones, disponiéndose a irse a acostar.

— ¡Sí! Hay una cama libre. —dijo Richie, que iba detrás de ellos.

Castiel no respondió en seguida y creyeron que eso equivalía a una respuesta negativa, pero al final soltó un tímido “si” cuando llegaron a la segunda planta y entró con los otros chicos a su cuarto.

—Yo duermo en la litera de arriba, pero podemos cambiar si quieres. — dijo Richie, señalando su cama.

—Esta está bien. —respondió Castiel, sentándose en la cama de abajo y mirando alrededor con curiosidad. En realidad esa habitación no era diferente a aquella en la que había estado durmiendo él, excepto por las maletas y propiedades personales de los otros chicos que estaban por todas partes, como los libros que tenía Sam acomodados en una pila pequeña bajo su cama. Tuvo ganas de pedirle que le dejara verlos, pero entonces Dean preguntó si estaban listos para que apagara la luz, y como Richie y Sam respondieron que si, Castiel no tuvo nada que decir al respecto.

Se movió con cuidado en la penumbra, tomó la almohada, la puso al otro lado de la cama, y se acostó con los pies hacia la puerta para poder esquivar la vista de la ventana. Luego se metió bajo las cobijas y se cubrió hasta el mentón.

—No tengo sueño. — dijo la voz de Sam unos momentos después cuando ya todos estaban acostados y muy quietos.

—Es tarde. — respondió la voz de Dean con un ligero aire paternal que se fue difuminando mientras su voz se apagaba con un bostezo.

En verdad era bastante más tarde de la hora a la que estaban habituados a irse a dormir. Pasaba de la una de la mañana, porque Ash los había dejado desvelarse para ver la última película del día, Mothra vs Godzilla.

—Lo sé, pero no tengo sueño. —se quejó Sam, golpeando los brazos contra el colchón.

Luego  voz de Richie se unió a la conversación:

—Yo tampoco tengo sueño. ¡La película estuvo increíble!

—Sí. Es una de mis favoritas. A Sam no le gusta Godzilla

—Cállate, Dean. Nunca dije que no me gustara. Es que en esas películas viejas se ve tan… falso.

— ¿En serio? Es un tipo metido en un traje de lagartija prehistórica ¿Qué esperabas?

—Bueno, es que los monstruos reales…

—Los monstruos reales son eso, reales, y no son entretenidos ni divertidos. —soltó Dean demasiado cansado como para tener una conversación sobre monstruos de verdad a esa hora.

— ¿Cuál ha sido el monstruo más feo que han visto? —preguntó Richie de pronto, que en cambio parecía muy dispuesto a seguir con el tema. —Yo creo que los peores que he visto son los hombres lobo. Creo que porque mi papá se convirtió en uno. Me daba miedo porque no sabía quién era yo, y tienen esos enormes colmillos… y los ojos. Te miran como con hambre.

Una vez más Dean tuvo la sensación de que al hablar de su padre, Richie no sonaba realmente triste. Aunque estaba seguro de que tampoco estaba sonriendo en ese momento. Dean había perdido a su madre, pero había sido ella misma hasta el último momento de su vida. No quería imaginar cómo sería ver a alguien de la familia convertirse en un monstruo,  en un vampiro, un hombre lobo o alguna de esas otras cosas que ya no son humanas. El miedo de que eso ocurriera era algo que se había instalado dentro de él desde el día en que tomó plena consciencia de lo que eran aquellas criaturas y del peligro en el que estaban él y sus seres amados todo el tiempo, siempre en el camino de los monstruos pudiendo convertirse en sus presas en el menor de los descuidos. Para él, la peor cosa con la que se habían encontrado había sido lo que fuera que mató a su madre. No sabían que era, y Dean en realidad no había visto nada aquella noche años atrás, a excepción por el fuego que consumía su casa. Pero de todas las cosas sobrenaturales a las que se habían enfrentado esa era la que más miedo le causaba y aparecía más constantemente en sus pesadillas, y aunque esperaba que algún día John encontrara a aquella cosa y se cobrara venganza, en el fondo, enterrado en su mente para no tener que pensar en ello, temía que si volvían a toparse con ese ser perdería al resto de su familia en el fuego.

Pero no iba a decirle eso a Richie. Especialmente no frente a Sam.

—Vimos un cambia formas una vez mientras se transformaba. —dijo al final— Tenía la piel colgando, y gelatinosa. También tenía la espalda retorcida, como si los huesos se le estuvieran saliendo. Era bastante feo. ¿No, Sam?

Pero Sam, el que no tenía sueño,  ya se había quedado dormido.

En la mente de Dean surgió la repentina duda de si Castiel alguna vez habría visto algún monstruo, o de si al menos estaba acostumbrado a ese tipo de conversaciones. A Ellen no le gustaba que se hablara de aquello en la casa, al menos no frente a los niños, pero aun así, uno terminaba tarde o temprano escuchando del tema si convivía con otros cazadores o sus hijos, porque la vida del cazador era parte de todos ellos y no había forma de negarlo y hacer como que todo aquello no existía. Castiel había vivido ahí por meses, en una casa a la que constantemente llegaban cazadores de visita, así que ya debía haber escuchado algunas historias. En ese momento lamentó haber mencionado los detalles del cambia formas, porque Castiel no necesitaba más razones para sentir miedo.

..

Al principio creyó que era Sam, pero cuando abrió los ojos adivinó la silueta de Castiel casi encima de él. Aún estaba oscuro y llovía.

Claro, llovía.

—Dean. — escuchó su suave voz llamándole, y luego sintió sus dedos clavándose en su brazo cuando sonó un trueno.

—Ven. — Dean se movió contra la pared para hacerle espacio y Castiel se acostó junto a él, cubriéndose hasta la cabeza, como parecía ser su costumbre en esas situaciones.

—Está bien, Cas. No dejaré que te pase nada ¿De acuerdo? — acarició la espalda del chico por encima de las mantas, y le sintió temblar. — ¿Escuchas a las voces?

—Sí. 

Dean se metió bajo las cobijas también. Su cabeza quedó sobre la almohada y su cara frente a la de Castiel, quien estaba echo un ovillo, con las manos presionadas sobre las orejas y los párpados apretados.

—Están gritando. —susurró—Cuando hay truenos puedo escucharlos gritando muy fuerte.

—No van a hacerte daño.

—Pero son muchas. Se acercan más cuando llueve porque se esconden en las nubes, como si fueran a bajar a la tierra de repente.

— ¿Sabes qué son?

Castiel apretó los labios y negó con un movimiento de cabeza.

—Bueno, tú viste las piedras con símbolos que hay alrededor de la granja. Sirven de protección, así que sea lo que sea no dejarán que las cosas malas se acerquen. Estás a salvo aquí.

Dean puso una mano sobre la cabeza de Castiel y le acarició gentilmente con los dedos, intentando tranquilizarlo. Funcionó un poco, pues Castiel abrió sus ojos y buscó la mirada de Dean en la oscuridad. Aún se adivinada el temor en su cara y su errática respiración, pero al menos sus temblores se habían vuelto más suaves.

—Estás a salvo. —repitió Dean, tratando de sonar lo más tranquilo y seguro posible. —Has estado en la granja por meses y esas voces no te han lastimado ¿No?

—No. — respondió Castiel, quedándose muy quieto, permitiendo que los dedos del otro se movieran entre sus cabellos.

—Dijiste que las escuchas desde siempre, así que si fueran a atraparte ya lo habrían hecho.

Esa era una forma muy lógica de verlo y para Castiel pareció tener sentido. No por ello dejaba de escuchar las voces o de temerles, pero se sentía un poco menos inquieto. Además la voz de Dean estaba mucho más cerca que las otras voces, y era una voz cálida y agradable para escuchar que le resultaba reconfortante, sobre todo porque estaba muy cerca de él, y hablaba bajito y muy calmado. Le gustaba la voz de Dean, y definitivamente le gustaba Dean. Había algo muy natural en estar con él, le era fácil permanecer a su lado sin sentirse extraño y fuera de lugar, y sentía que podía hablar de lo que pasaba por su mente, porque Dean ponía atención a lo que decía y parecía auténticamente interesado. Era como sentirse real, como si Dean pudiera verlo de verdad. No que el resto de las personas que le rodeaban no pudieran verle o fuera invisible, era más bien que solían mirarlo de una forma que le daba la impresión de que era ajeno al mundo en el que todos los demás vivían, como si él estuviera incompleto o roto y por eso no podía comprender del todo a las personas ni ellas a él. ¿Por qué con Dean se sentía diferente? Le miraba y trataba de entender, pero no tenía palabras para explicarlo.

Estaban muy cerca, así que bastó con que Castiel moviera un poco su mano para que el dorso de esta quedara contra la de Dean que estaba muy tibia, y suspiró con alivio, porque poder sentirlo le daba la seguridad de que era real y estaba ahí. Ambos lo estaban y existían, y en cambio las voces en su cabeza no tenían forma o calor, estaban lejos y no podían tocarlo. Ese hecho pareció hacerse absoluto y contundente en el momento en que Dean estiró los dedos y tomó su mano, apretándola entre sus dedos, y el centro de todo lo que existía convergió ahí mismo, en el calor entre la mano de Dean y su la suya propia.

—Vas a estar bien, Cas ¿De acuerdo?

—De acuerdo.

—Trata de dormir. Cierra tus ojos.

Castiel obedeció, dejando caer sus párpados y tomando un profundo respiro mientras se relajaba. En ese instante, bajo las mantas y con Dean a su lado, se encontraba en un lugar en dónde las voces no podían alcanzarlo y él podía dormir tranquilamente sin temer a nada.

“¿Quién eres, Dean Winchester?”

..

— ¡Hola! — exclamó Jo con entusiasmo en el momento en que su madre cruzó el umbral de la puerta de la casa con ella en los brazos. La pequeña parecía algo adormilada, pero con la misma alegría de siempre, especialmente porque estaba contenta de ver a sus amigos de nuevo.

— ¡Hola, chicos! —saludó también Ellen, pasando a Jo a los brazos de Ash, quien iba detrás de ella. —Llévala a mi habitación, por favor. Subiré en seguida.

—Pero quiero quedarme.

—Tienes que descasar, Jo.

— ¡Ya descansé! Descansé mucho en el hospital. No estoy cansada…—continuó quejándose mientras Ash la llevaba por las escaleras, y le respondía con una historia sobre que podrían jugar luego porque los chicos también tenían que descansar, ya que él los había hecho trabajar sin piedad para que no pudieran divertirse mientras ella no estaba.

—Oh, los echaba de menos. — Ellen abrazó a Sam, acarició la cabeza de Dean y besó la mejilla de Richie —Siento haberlos dejado estos días ¿Ash se portó bien?

Los chicos se rieron y Ellen iba a decir algo más, pero entonces su atención quedó fija en Castiel, quien estaba parado al otro lado de la estancia, recargado contra la pared, con las manos en la espalda.

—Pero cariño ¿Qué haces allá? — dijo ella con la voz enternecida, acercándose hasta el niño, extendiendo los brazos hacia él, y Castiel se dejó abrazar, y le correspondió aferrándose a su cuello cuando ella lo levantó del suelo. —Lamento haberme ido sin despedirme ¿Te has sentido bien? ¿Has comido?

El niño asintió, permitiendo que ella le besara el rostro.

—Comí papas. Y una tostada con mermelada. Dean me la dio.

— ¿A sí? — Dean sintió la mirada de Ellen sobre él, y aunque no pudo descifrarla le hizo sentir muy bien. —Eso es muy bueno, me alegra saberlo. Les haré algo rico para comer, y me vendría bien algo de ayuda en la cocina.

—Te ayudamos —ofreció Dean.

— ¿Podemos ver a Jo? — preguntó Sam.

—Bueno, ahora espero que duerma un poco. Ya pasó la etapa de contagio, así que estará bien si van a hacerle compañía después de la comida. Eso le gustará, no dejó de mencionarlos todo el tiempo. —respondió, poniendo a Castiel de vuelta en el piso, inspeccionando el corte en su cabeza, que ya se había cerrado. —Vaya, eso sanó muy rápido. Menos mal.

Después de eso Ellen subió a verificar que todo estuviera bien con Jo y en seguida fue a la cocina para ponerse a trabajar en la comida. Parecía muy contenta por ello, a pesar de que había tenido un par de días difíciles, iba de aquí para allá con la energía de siempre, dando órdenes a los niños.

Para Ellen fue toda una sorpresa que Castiel se quedara en la cocina todo el tiempo mientras los otros chicos estaban ahí. Y fue aún mayor su asombro cuando todos se sentaron a la mesa para comer, y Castiel  se sentó también. Incluso probó un par de cucharaditas del puré de papa, ahí mismo frente a ellos. Inmediatamente dedujo que algo extraño pasaba, pero debía ser algo bueno para que el niño mostrara tal mejoría en tan solo un par de días en los que ella había estado ausente.

—Pues no estoy seguro. —respondió Ash cuando Ellen le preguntó al respecto en el momento en que se quedaron solos en la cocina mientras los chicos subían a ver Jo. —Ayer cuando volví del hospital lo encontré con los otros en la sala, viendo televisión, luego se sentó a la mesa, como hoy. No comió mucho, pero…— Ash se encogió de hombros. —Yo creo que simplemente está aprendiendo cómo hacer amigos.

Y Ellen estuvo de acuerdo.

..

— ¿Te sientes mejor? — preguntó Richie a Jo, sentándose sobre la cama. La niña apenas había tomado una siestecita pero se había despertado de inmediato con el ruido de los chicos entrando a la habitación.

—Sí. — respondió ella desperezándose, levantando la cabeza de la almohada con todo el cabello revuelto.

—Ash nos dijo que te aburrías en el hospital. — comentó Dean. —Aquí nos aburrimos también sin ti.

Jo soltó una risotada, estaba radiante de tan contenta que se le veía.

— ¿De verdad?

—Claro.

—Entonces ¿Podemos jugar?

—Tú mamá dijo que no te levantaras de la cama.

La niña soltó un suave bufidito, golpeando sus manos contra la cama, aunque en seguida volvió a sonreír y levantó las cobijas para meterse debajo de ellas y moverse hasta el centro de la cama, quedándose ahí como el único poste solitario que detenía una tienda.

— ¡Vengan! — les dijo —Es un campamento.

Y ellos le siguieron el juego, sacándose los zapatos y metiéndose bajo las cobijas. Dean se aseguró de que Castiel lo hiciera también y de que se sentara a su lado cuando formaron un círculo en su tienda imaginaria.

—Cuidado, la fogata. —indicó Jo, señalando un punto en el centro de su círculo en donde debía estar ardiendo un fuego también imaginario. De ser aquello un campamento real y aquella una casita de campaña verdadera no podrían encender una hoguera dentro, pero era la fantasía de Jo y nadie iba a contradecirla. A decir verdad si levantaban un poco las mantas con las manos  daba a momentos la sensación de estar en una tienda de verdad, aunque estaban apretados y apenas podían verse las caras porque estaba oscuro.

—Podríamos haber traído una de las lámparas para usarla como fogata. — dijo Richie.

—Esa es buena idea, voy por una. —y Dean se arrastró fuera de la improvisada tienda y fue a buscar la lámpara.

 — ¡Y algo de comer!

—Acabamos de comer, Richie.

—Ya, pero no se siente como un campamento sin el tipo de comida que dan en los campamentos como malvaviscos, salchichas, frijoles…

—Puaj, odio los frijoles. —declaró Sam, sacando la lengua.

— ¡No! La comida es al final. —soltó Jo con su tono de pequeña comandante —Primero se cuentan historias de fantasmas.

—Si contamos historias de fantasmas no vas a poder dormir. —advirtió Richie, pero la niña levantó la cabeza y sacó el pecho, orgullosa.

—A mí no me dan miedo los fantasmas. He visto muchos pero no me asustan.

— ¿En serio?

—Sí, vi a papá.

—Oh…

— ¡Chicos! ¡Hay galletas! —dijo Ellen todavía desde la cocina.

— ¡Galletas! Es mejor que ir de campamento sin comida. —soltó Richie saliéndose de la tienda improvisada, y Sam lo siguió, dejando el peso de las manta sobre las cabezas de Jo y Castiel. Jo suspiró y él supo que estaba molesta por que no habían seguido el juego. A menudo podía percibir las emociones de las personas como pequeñas pulsaciones que llegaban hasta él. La de Jo casi siempre eran fuertes y vivas, aunque algunas veces podía sentir su tristeza y una soledad que iba más allá de lo que la misma Jo podía entender. Sin embargo al mencionar a su padre no había tristeza en ella, al menos no del tipo intenso que podía hacer que Castiel la sintiera. Jo extrañaba mucho a su padre, pero cuando hablaba de él se llenaba de amor.

— ¿Todavía lo ves? —preguntó Castiel de pronto—A tu papá.

—No, ahora está en el cielo.

— ¿Cómo lo sabes?

—Porque él me lo dijo. Además mami siempre dice que las personas buenas van al cielo cuando mueren, y mi papá es muy bueno, así que ahora está un lugar que es muy lindo y divertido.

Castiel asintió, con aire meditabundo.

—Pero ¿Y si el cielo no es un lugar tan bueno? ¿Qué tal si al llegar ahí no es lo que esperas?

—Pero a las personas que van al  cielo les dan lo que más les gusta en todo el mundo, así que son felices de ir. Mi papi estaba muy feliz. Me dijo que nos iba a extrañar mucho, pero que iba a estar esperándonos en un lugar muy  bonito, por eso nos va a gustar mucho a mi mamá y a mí ir también. ¿Tú no quieres ir?

— No sé. Creo que no mucho.

—Entonces ¿A dónde te gustaría ir? ¿Cuál es el lugar que más te gusta en todo el mundo?

—Umh, no… sé.

— ¡Hey, Cas! — le llamó la voz de Dean y luego las mantas se deslizaron hacia abajo, dejando a Castiel y a Jo descubiertos. — ¿Quieres galletas?

— ¡Dean! ¡No destruyas la tienda! —exclamó la niña levantando las manos sobre su cabeza —Yo sí quiero galletas.

—Ellen dijo que va a subir en unos minutos y te traerá algunas, y leche. ¿Tú quieres, Cas?

—No.

— ¿Ya no vamos a jugar al campamento? —preguntó Jo, tapándose la cabeza con la sábana como si fuera una capucha.

—Después. Cuando deje de llover podemos poner una tienda de verdad en el patio.

— ¿¡En serio!?

—Claro que si. Voy a bajar a la cocina por galletas ¿Vienes? — la pregunta iba dirigida a Castiel, quien miró a Jo, que parecía no tener ganas de quedarse sola.

—No, gracias.

— ¿Por qué te dice “Cas”? — preguntó Jo cuando Dean hubo salido, cerrando la puerta de tras de sí, dejándolos a solas de nuevo.

—Es una versión corta de mi nombre. No sé por qué lo dice así, pero me gusta.

Notas finales:

Me puse a releer lo que llevo escrito de este fanfic y me quedé soprendida, desagradablemente asombrada de la cantidad inaceptable de errores que tiene, ya sean ortográficos, palabras que me comí, o redundancias. ¿Cómo fui capaz de publicarla así? Si revizo cada capítulo un par de veces antes de subirlo, pero por lo visto necesitan mucha más revisión y atención de mi parte. No acepten fanfics con fallos mediocres de ese tipo, exijan calidad. 

Corregí lo más que pude (no hize ningún cambio en la trama, tranquilos) y de ahora en adelante pondré más enpeño para que no vuelva a pasar. 

En fin, eso y que disfruten el nuevo capítulo. Gracias por la paciencia, por sus comentarios y oh, por dios, el final de la temporada todavía duele, estamos todos juntos en esto, lo superaremos de algún modo asdfgfdgfg ; _  ;

Saludos y hasta la próxima semana.


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