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Invisible por Vincent Galicia

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Notas del capitulo:

Antes que nada, perdón u_u me desaparecí por mucho tiempo, tuve que quedarme fuera de la ciudad por más tiempo del planeado, pero bueno >w< sin más espero que les guste este cap.

La mañana sorprendió a Haruka con un ruido exagerado que provenía de su móvil, busco a tientas sobre la pequeña cómoda que había junto a él, algo le parecía fuera de lugar, de repente espabilo como si un balde de agua fría hubiese caído sobre su espalda, recordó donde estaba y se apresuró a silenciar su móvil, no podía creerlo, estaba en la cama de su profesor, pero no había rastro de él, miró al umbral de la puerta por si se aparecía, pero no fue así. Miro su móvil, el número en la pantalla era el de su tutor, no quería contestar puesto que sabía que un montón de preguntas se avecinaban, pero sabía que debía atender quisiera o no.

El móvil vibro nuevamente arrancando un susto al chico de ojos verdes, respiro por un momento y confirmo el número, era él.

 

-            Buenos días sensei – Haruka se subió completamente a la cama y se recargo contra la pared.

-            ¿Buenos días? – la voz del otro lado del auricular era hermosa aunque reflejaba una exasperación completa - ¿Dónde estás?

-            ¿Cómo? ¿No llamaba para saludar? – su voz estaba teñida de burla.

-            Haruka esto… - se escuchó un arrebato del otro lado – ¿Haruka-san? – era alguien más, la voz ahora era serena y dulce, la reconoció al instante, era el amante de su tutor.

-            Ah, buenos días Misaki-san – Haruka dejó escapar una sonrisa natural – Sensei amaneció de malas ¿cierto?

-            No es eso Haruka-san, Usagi está realmente preocupado, le llamaron de tu complejo esta mañana para informarle que no llegaste anoche.

-            No lo entiendo, Akihiko jamás muestra interés por nadie más que Misaki-san y ahora resulta que está preocupado por mí, no lo entiendo, pero lo siento Misaki-san ¿puedes poner al teléfono a Usami-sensei?

-            Claro – del otro lado del auricular se escuchó un intercambio de palabras por parte de ambos hombres – Haruka, no lo preguntaré de nuevo ¿dónde estás?

-            Sensei – el joven permitió escapar un suspiro – lamento mi actitud.

-            No te dije que te disculparas.

-            Lo sé, pero debo hacerlo de la manera correcta ahora si me permite continuar – un suspiro nuevo – estoy en casa de un amigo, lamento no haber informado antes que no llegaría a mí piso.

-            Esta mañana suspiras mucho Haruka – Usami hizo una pausa y se escuchó como exhalaba el humo de su cigarrillo – tendremos una cena esta noche, me gustaría que estuvieras aquí.

-            Después de todo sí que tenía un asunto aparte sensei – río – esta noche… claro sensei estaré ahí.

-            Hoy estas muy complaciente, eso es raro.

-            Claro que no, estoy como siempre – el comentario de su tutor lo ruborizo.

-            Claro… eso ya lo veremos.

 

La comunicación se cortó y Haruka dejó el móvil sobre la cama, se colocó los pantalones y salió de la habitación mirando por todos lados, camino por el pasillo en silencio buscando a su profesor, al llegar a la sala lo encontró revisando algunos libros.

Estaba tan sumergido en aquellas páginas que Haruka no supo que hacer por unos segundos, tomó aire y camino serenamente hacía el castaño, sin emitir sonido alguno colocó sus manos sobre los hombros del castaño.

 

-            Buenos días sensei – Haruka lo abrazo y planto un beso sobre su mejilla.

-            Buenas tardes Haruka – bromeo el castaño – ¿ya viste la hora? – Haruka miró el reloj que colgaba de la pared, en él se marcaba la una de la tarde.

-            Wow dormí demasiado – Haruka dejó escapar una sonrisa ligera al pensar en cuantas llamadas debió perder de su tutor y la impotencia de este al no poderlo localizar.

-            Tampoco es que durmieses demasiado, anoche… - un sonrojo ligero abordo las mejillas del castaño – nos… extralimitamos con la hora – el castaño continuo hojeando el libro que mantenía entre sus manos.

-            Hiro-sensei – las manos de Haruka apresaron el rostro del castaño y lo beso profundamente, sus labios parecían haberse acostumbrado al rose de su lengua – te quiero sensei.

 

Haruka no espero respuesta a aquel “te quiero”, de alguna manera sabía que no la obtendría, beso nuevamente los labios de su profesor y se incorporó para mirar un poco su entorno.

 

-            Debo irme temprano – lo dijo casi para sí.

-            ¿Cómo? – Hiroki dejó el libro sobre la pequeña mesa de centro y se giró ligeramente para mirar a Haruka.

-            Ah, perdón, pensé en voz alta – se acercó nuevamente y robó un beso más de sus labios – creo que debo irme sensei.

-            Como sea – Hiroki se giró inmediatamente mientras un súbito sonrojo impregnaba su rostro, retomó su libro y comenzó a hojearlo – deberías… - se aclaró la garganta – deberías tomar una ducha.

-            ¿Puedo? – se acercó al hombro de su profesor.

-            Claro, de otro modo no te lo habría sugerido, tonto – Hiroki podía sentir la respiración del joven en su oído – anda, ve.

 

Haruka dejó un beso en la mejilla de su profesor antes de caminar hacía la ducha del piso. Al entrar al cuarto de baño se fijó en los detalles que demostraban la vida de un hombre ordenado a su manera, de una persona madura colocando todas las cosas donde “deberían” estar y no regadas por el lugar; sobre el lavamanos se encontraba un espejo rectangular que a las veces hacía de botiquín, lo abrió para andar de mirón un momento, dentro había todo lo necesario, de un momento a otro se sintió un extraño fisgón en las cosas de su nuevo amante y cerro con cuidado el espejo, se quedó observando su reflejo por unos segundos y una sonrisa absurda se dibujó en sus labios, había pasado la noche con el hombre que quería, lo admiraba sobre manera y con sólo verlo las sonrisas se disparaban en su ser. Estaba enamorado, tontamente enamorado. Abrió la ducha y dejó que sus manos sintieran la temperatura del agua; estaba tibia, agradable al tacto, sin más se metió en el chorro de agua y sintió como el agua recorría su cuerpo.

Salió al cabo de unos minutos y se apresuró hacía la habitación en busca de su ropa, a pesar de ser tan temprano sabía que debía despabilar, Usami Akihiko no iba a tolerar un retraso tan desobligado. Se vistió de manera rápida y pulcra, tomó el móvil de la cómoda y lo metió en su bolsillo, reviso los bolsillos traseros para comprobar que estuviera su cartera y las llaves, terminado esto, desacomodo su cabello ante un ligero espejo y se dirigió al recibidor.

 

-            La ducha esta libre – se acercó a su profesor por detrás y lo abrazó – gracias.

-            ¿Gracias? – el castaño se giró entre sus brazos y lo miró.

-            Sí, por esta oportunidad – Haruka lo beso en los labios y dejó que sus manos explorarán la espalda de su profesor, pasando por la cintura – te quiero sensei.

 

Haruka se obligó a separarse de Hiroki besando intermitentemente sus labios.

-            Debo irme sensei – beso ligeramente su frente – nos vemos después.

-            Si…

 

Hiroki observo como se perdía la espalda de Haruka tras la puerta, sintió que un agradable calor le subía por el pecho hasta el rostro, aquel muchacho lo ponía realmente nervioso, pero no podía asegurar que sentía amor por él, estaba confundido, todo se había volcado en unos instantes desde que saliera de aquella reunión con Akihiko. Se giró en redondo y se dejó caer en el sofá, sintió la temperatura de su cuerpo aliviada; su mente estaba inundada por las imágenes de la noche pasada, los hombros fuertes de su estudiante, digno de un jugador de baloncesto, su rostro empapado en sudor y sus malditas sonrisas sardónicas tan características cada vez que escuchaba los ligeros gemidos que causaba; sacudió la cabeza como si de esa manera pudiera alejar aquellas escenas de su cabeza.

Desvió la mirada hacía el librero, sonrió sin pensar y se acercó, reviso los libros y acomodo uno que otro que se mantenía descuadrado, ¿cuándo había adquirido aquella manía? Ya no lo recordaba, al ajustar un último libro dio un manotazo sin intención a un pequeño calendario que a su vez jugaba el papel también de agenda rápida, había una marca en rojo para aquel día, ¿qué había olvidado? Se apresuró a recogerla y examino aquellos garabatos.

 

-            La cena.

 

De repente sintió como un montón de pequeñas citas acudían a su cabeza, se sintió estúpido por olvidarlo, pero dio poca importancia y una risita se le escapo, tenía rápida solución, sólo era cosa de vestirse apropiadamente y llegar a casa de Akihiko a tiempo.

Camino hacía su habitación y encontró las sábanas de su cama arregladas, el edredón acomodado perfectamente cómo si se tratará de la cama de un niño rico… Un niño rico, ¿Haruka? ¿Qué sabía de Haruka fuera de ser su estudiante? ¿Fuera de saber que era deportista, de qué amaba el baloncesto, de qué su pasión era la literatura? ¿Qué más? Lo embargo una ligera nube y se sentó un momento.

 

-            Siempre hay un mañana para preguntar – se sentía con una confianza absoluta, raramente.

 

Se encaminó hacía su armario y sacó un traje Oxford, lo dejó sobre la cama y regreso, abrió una de las ligeras puertas laterales y un montón de corbatas se desplegaron, tomó una en color vino y la examino en lo alto, sonrió como aprobándose a sí mismo; busco entre sus camisas y tomo una de lino blanco, realizó la misma acción que con la corbata para después colocarla en la cama junto al traje.

Se dispuso a entrar en la ducha cuando su móvil comenzó a vibrar y sonar con una musiquita tranquila, se encamino hacía él y lo tomo entre sus manos, sintió que su corazón se detenía al mirar la pantalla LCD, el nombre de Nowaki permanecía estable en ella mientras las luces del móvil parpadeaban sin fin. Medito por unos segundos la idea de colgar y hacer como si aquello no hubiese pasado, pero conocía a Nowaki y, sí lo hacía, sin duda volvería a llamar, así que desecho la idea y contesto.

 

-            Diga – el tono de su voz era tan neutro que sería difícil decir cuál era su estado de ánimo.

-            Hiro-san – se escuchó un suspiro profundo – gracias por contestar.

-            Sí, no hay problema ¿sucede algo? – comenzaba a ser cortante.

-            Hiro-san, necesito verte – aquellas palabras fueron una estocada en el corazón del profesor, si hubiese sido antes no lo habría pensado para decir que sí, pero ahora… - sólo un momento, necesito ver a Hiro-san.

-            Lo lamento…

-            No, por favor, no me digas que no, sólo… sólo será un momento.

-            Tengo planes para hoy Nowaki.

-            No te quitaré mucho tiempo, sólo necesito que hablemos un momento.

 

Hiroki medito unos segundos su horario, era cierto que tenía un arco amplio antes de la cena en casa de Akihiko, así que… ¿por qué no terminar aquello por lo sano?

 

-            Bien, tengo algunas horas libres ahora mismo – Hiroki se encamino al armario y saco un juego de pants negro y una playera polo a juego – dime donde nos vemos.

 

Espero un momento con una libretita en una mano y un bolígrafo en la otra, pensó por un momento que tendría que escribir alguna dirección pero al escuchar la voz de su antiguo amante descubrió que no sería así, él había concretado la reunión en su antiguo piso, aquel que habían compartido por tantos años. Hiroki colgó mientras dejaba escapar un suspiro, debía cortar con todo aquello de una buena vez si deseaba continuar por un camino diferente.

Se metió en la ducha al segundo después de colgar, el agua estaba tibia. Salió y se enfundo en el pants, para terminar su vestimenta se puso un gorro tejido y salió al sol del día.

Se dio el tiempo suficiente para caminar hasta su antiguo piso, de ir por los estrechos caminos por los que iba en compañía de su amante, de darse cuenta de los pequeños cambios que habían sucedido en los alrededores, cuando llego ante aquel edificio se detuvo en seco ¿tendría el valor de entrar ahí? Tomó aire a manera de valor y se dirigió a las escaleras, rezó a todos los dioses para que Nowaki no estuviera fuera del piso, para no verlo al pie de la puerta, para no encontrarse con esos profundos ojos azules que detenían su corazón.

Al subir el último escalón tomo un gran respiro y se armó de todo el valor que tenía para girar y mirar por el pasillo; Nowaki no estaba ahí, permitió a su corazón recuperar sus latidos, camino hacia la puerta de aquel piso y al llegar se percató de que la puerta se encontraba abierta. Colocó la mano sobre la superficie lisa y la empujo ligeramente, dentro, a un lado del marco de la ventana se encontraba él, una vez más sintió que había crecido, lo sentía más alto, más maduro, con un traje negro completo; su cabello despeinado se regaba a un lado de su rostro, era gracioso, porque cuando lo encontrabas en el hospital todo ese desorden de cabello estaba pulcramente arreglado hacia atrás.

El ligero sonido que había creado la puerta al ser empujada basto para llamar la atención de Nowaki que volteo de un segundo a otro para encontrar en el umbral de la puerta a aquel castaño que tanto amaba, no lo negaría, aún lo amaba, pero tal vez las palabras ahora mismo serían tardías.

 

-            Hiro-san – Nowaki se alejó de la ventana y se encamino al castaño.

-            Hola Nowaki – Hiroki se adentró y evadió la cercanía del moreno, se paró sobre el lugar donde alguna vez había estado el sofá y cruzo los brazos sobre el pecho – sólo querías verme ¿no?

-            Hiro-san – la manía cortante de Hiroki seguía ahí – necesitamos hablar.

-            ¿Hablar? ¿Ahora? – el castaño dejo caer los brazos a los lados como quitándole importancia al asunto – el tiempo ha hablado por sí mismo ¿no?

-            No… Hiro-san eso fue sólo un maldito silencio que nos ha lastimado a ambos.

-            Un… maldito silencio – Nowaki sólo maldecía cuando se enojaba, era tan extraño verlo así, eso casi le provoco una sonrisa melancólica pero la reprimió “Un maldito silencio que nos ha lastimado a ambos, pues tú no pareces sufrirlo igual”, pensó el castaño pero al igual que aquella sonrisa enterró su pensamiento.

-            Hiro-san…

-            Lo lamento – el castaño lo interrumpió de la nada – de verdad lo lamento, lamento no haber escuchado cuando debía, lamento todo lo… - no encontraba la palabra adecuada – malo –hizo una pausa – que te hice.

-            Hiro-san.

-            Con tu permiso – el castaño se quitó el gorro tejido para ocultar su rostro en aquel movimiento, intento salir pasando por un costado de Nowaki, pero este lo impidió, alargo el brazo y lo detuvo.

-            Te has disculpado, pero no has hablado, y menos aún me has permitido hablar a mí, no saldrás de este lugar hasta que hayamos hablado – mantuvo el agarre en el brazo del castaño y lo halo hacía sí – las palabras son simples Hiro-san, pero difíciles de pronunciar – lo abrazo – yo también lamento muchas cosas, pero lamentaré más si no te digo ahora mismo que te amo.

 

Aquellas últimas dos palabras las sintió como estocadas en el estómago y el pecho, trago saliva y se separó del moreno, respiro profundamente, se enjugo las menudas lagrimas con el gorro tejido y levanto la mirada.

 

-            No es correcto – Hiroki se llevó las manos al rostro – esto no es correcto, Nowaki tú… - “ya estas saliendo con alguien  y yo…” pensó para sí.

-            ¿Yo…?

-            Nada – Hiroki se apartó algunos pasos de él – nada.

-            Debo decir que eso siempre me ha molestado – Nowaki salvo el espacio que los separaba en una sola zancada – me molesta que te calles lo que piensas.

-            Ya no interesa – intento alejarse nuevamente.

-            Claro que interesa – los brazos de Nowaki nuevamente impidieron los movimientos torpes del castaño – a mí me interesa.

-            ¿Te interesa? – el castaño por fin exploto - ¿de verdad te interesa? Bien, pues al demonio todo – se deshizo de su agarre. – No es correcto, no es malditamente correcto que me digas que me amas, ya sales con alguien más y yo…

-            Tú – la voz de Nowaki permanecía serena - ¿Tú también…? – Por primera vez Nowaki no se atrevió a terminar la pregunta; temía la respuesta.

-            Pensaste que te esperaría una eternidad ¿no? – era el gancho perfecto para deshacerse de él, pediría perdón a Haruka después por aquello, pero era la excusa perfecta.

-            No quise decir eso – Nowaki se acercó un poco al castaño – no me malentiendas.

-            No deberías acercarte más – Hiroki cerró los ojos y desvió el rostro, si continuaba viendo aquellas facciones caería ante el amor que le profesaba.

-            Hay muchas cosas que no debería hacer – fue lo último que escuchó del moreno, lo siguiente fue sentir las manos de Nowaki alrededor de su cintura, atrayéndolo hacía sí.

 

Una de las manos del moreno tomó camino por el pecho del castaño para llegar a su rostro, le obligo a mirarlo, a clavar aquellos ojos marrones en el azul de su mirada, sus rostros se acercaron poco a poco para culminar el choque en un beso torpe, los labios de Nowaki se apresuraron a tomar como suyos los de Hiroki. El castaño opuso una resistencia efímera que colapso al primer rose de las manos del moreno contra su playera, una resistencia que mantuvo a raya el primer beso ante un rechazo burdo que fue obsoleto ante el siguiente ataque, correspondió a aquel beso como si todas las noches hicieran lo mismo.

La mente de Hiroki lo traicionó, en segundos apareció el rostro amable de Haruka, aquello lo hizo retroceder, no podía hacer aquello, no deseaba romper el corazón de un joven como lo habían hecho con él. No lo haría.

Colocó los brazos entre él y Nowaki para alejarlo momentáneamente.

 

-            Basta Nowaki – algunas lágrimas se habían agolpado en los ojos del castaño – yo… - el rostro de Haruka seguía en su mente, pero… - te amo – su corazón lo traiciono aún más, las lágrimas no se detenían – maldita sea, te amo – había cubierto su rostro con las manos, no podía más.

-            Hiro-san… - Nowaki rodeo con sus brazos al castaño y planto un beso ligero en su frente – también te amo – lo tomo por la barbilla para obligarlo a levantar la mirada y lo beso apasionadamente.

 

Las manos agiles de Nowaki desabrocharon uno a uno los casi inexistentes botones de la playera polo de Hiroki, dejo que sus dedos exploraran su pecho mientras lo besaba frenéticamente; en los ojos del castaño resplandecían sendas lágrimas en contraste con las mejillas al rojo vivo. Nowaki cambio de postura y comenzó a dejar ligeros besos por la mandíbula del castaño, continuando con pequeñas mordidas en su oreja para seguir por su cuello, se detuvo momentáneamente, había algo que había llamado su atención, unas ligeras marcas adornaban el cuello y parte del pecho de la persona que tenía entre sus brazos, le restó importancia al recordar las palabras del castaño, era cierto, tenía un amante, medito un segundo entre detenerse y marcharse para seguidamente desechar la idea y continuar con su cometido, mordisqueo ligeramente su cuello y el pecho, dejando marcas paralelas a las primeras, ya no le importaba si estaba bien o malo lo que hacía, amaba al castaño y nada le impediría estar con él nuevamente.

Hiroki dejó escapar ligeros gemidos con cada caricia del moreno, sintió sus manos entre sus piernas, aquello lo enloquecía; el rostro de su ahora amante apareció nuevamente ante sus parpados cerrados y pensó en lanzar sus manos contra las de Nowaki para detenerlo, pero era tarde, el sabor de sus labios, el sentir de sus manos, la fuerza con que lo contenía entre sus brazos había terminado por domarlo; dejó que sus brazos rodearan el cuello de Nowaki para plantar un beso seductor e impaciente, su lengua se abrió paso por entre sus labios mientras sentía las manos de Nowaki sobre su miembro, lo masajeaba de manera experta, lo conocía bien, se conocían tan bien que aquello parecía un rompecabezas armándose solo, cuando Nowaki lo penetro, sus cuerpos se formaron diestramente como uno sólo, las embestidas del moreno eran armoniosas a ritmo perfecto con las caderas del castaño. Nowaki se colocó sobre el castaño y tomando su rostro entre sus manos lo obligo a abrir la boca.

 

-            Abre la boca – aquello tomo por sorpresa al castaño, eso simplemente no tenía por qué pedirlo y a pesar de ello lo hizo.

-            ¿Q-qué estas…? – la pregunta quedó inconclusa y flotando entre ellos.

-            Ya me has oído: abre la boca. – Uno de sus dedos se coló maestramente entre sus labios para después acercarse para lo que parecía un beso que nunca llego, la lengua del moreno dibujo un sendero en su labio inferior, un segundo después un destello de dolor sorprendió al castaño.

-            Me… me has mordido.

-            No, no es un mordisco – un ataque de celos había inundado al moreno – es una marca, ahora todo el mundo sabrá que me perteneces.

-            ¿Q-qué? – una oleada fría de miedo se apodero del cuerpo del castaño, aquello, aquello no podía saberlo Haruka.

 

Los labios de Nowaki probaron la sangre del castaño, un sabor metálico inundo su boca y como una invitación más, lo beso, lo acaricio y volvió a poseerlo, lo amaba y no permitiría que nadie lo arrebatara de sus brazos.

 

-†-†-†-†-†-†-†-

 

Haruka había salido de la ducha por segunda vez en el día, a pesar de lavarse con agua fría en ambas ocasiones el recuerdo de su profesor lo encendía nuevamente; se paró frente al gran espejo que adornaba su habitación y se palmeo las mejillas con fuerza a modo de espabilar, debía centrarse en la cena de esa noche, no podía decir que su tutor fuera una mala persona, pero si lo deseaba en una “cena” sería para presentarlo como su protegido, para “presumirlo” ante la sociedad, esa era una palabra que lo llenaba de risas todo, puesto que el mismo Usami la había usado “No son más que conglomeraciones sociales donde presumen a su protegido para regocijo propio” y en boca de aquel escritor que detestaba las conglomeraciones sociales simplemente no podía contener la risa.

En la cama del chico había un traje de jackard negro, una camisa blanca y una corbata en color vino que hacía un juego perfecto. Haruka se acercó al conjunto de ropa y se la colocó cuidadosamente, se alisto los calcetines y termino su vestimenta con unos mocasines negros, nuevamente viajo frente al gran espejo e inspecciono cada detalle de sí, sonrió como aprobándose para, seguidamente, acercarse a una pequeña cómoda para tomar su billetera y el móvil, los metió en sus bolsillos, por último camino nuevamente hasta su armario para sacar un abrigo, la noche sería fría y no pensaba usar nunca más un abrigo de su tutor, a pesar del buen porte de Haruka y su buena estatura, aquellos abrigos aún le quedaban grandes y daba un aspecto infantil. Sonrió para sí y salió de su piso, un automóvil ya lo esperaba, pensó que era obvio y sólo se metió en él, la noche sería larga.

 

-†-†-†-†-†-†-†-

 

Hiroki se deshizo del abrazo de Nowaki, sentía el pecho pesado, había sucumbido ante sus fuertes sentimientos hacia el moreno, pero a cambio, había destrozado los sentimientos de Haruka, aunque él no lo sabía. El castaño se desperezo y se giró a un lado para tomar su ropa deportiva, se la colocó rápidamente y dejó que una última lágrima se derramara, sacudió sus pants y se levantó en un solo movimiento.

 

-            Nunca vuelvas aquí – la voz de Hiroki estaba al borde de quebrarse – ha sido un cuento de hadas, – río amargamente – has cumplido mis deseos, pero nunca vuelvas aquí – el castaño se adelantó hacía la puerta sin atreverse a mirar aquellos ojos azules – porque yo tampoco volveré.

 

No espero respuesta de parte de Nowaki, se abalanzó hacía la puerta y la cerro tras de sí.

 

-            ¡¡Hiroki!! – la voz de Nowaki se dejó escuchar, era lógico que no aceptaría aquello.

-            Basta Nowaki – se detuvo junto a la puerta, quería despedirse de él, pero sabía que no tendría el valor de hacerlo – aquí se acaba nuestro ayer, yo… yo no puedo continuar.

 

Hiroki corrió lo que le quedaba hasta la acera principal e hizo la parada a un taxi, se coló en él y se alejó de aquel lugar.

Llego a su casa justo a tiempo, se metió en la ducha y se dio el lujo de llorar, el agua de la regadera se confundía con sus lágrimas, estaba mareado, como si acabase de despertar de un sueño más, pero sabía que no era así, que había estado con su amado Nowaki y que había decidido dejarlo atrás una vez más. Salió de la ducha y saboreo la idea de plantar a Akihiko cuando su móvil comenzó a vibrar como loco, en la pantalla el nombre de Nowaki parpadeaba, “No me dejará en paz”, comprendió, lanzó el móvil a la basura y se vistió diestramente, se anudo la corbata como toque final y salió a la creciente penumbra de la noche, como un deja vu detuvo un taxi y extendió la dirección del escritor.

En el camino dio vueltas en su cabeza a lo que acababa de ocurrir, aquello simplemente no debía pasar, una punzada de dolor lo llamo a colocar su mano sobre el labio inferior, dolía, dolía tanto como su recuerdo, dejó uno de sus dedos contra la pequeña herida, su mente no dejaba ir al moreno, una parte de él jamás lo dejaría partir.

El taxi se detuvo frente al gran edificio, el castaño pago y salió del vehículo, camino como si fuera en las nubes y se adentró en el vestíbulo, la sala estaba a reventar, el salón principal había sido reservado para la familia Usami, sonrió con sarcasmo, aquello no era nuevo, se acercó a la entrada principal del mismo y dijo su nombre a los recepcionistas, uno de ellos le pareció conocido pero le restó importancia y camino al interior, una vez dentro reconoció en un segundo a su amigo, era un punto fácil de distinguir, “el punto gris rodeado de personas que buscan algún beneficio” se dijo, a su lado se encontraba el pequeño Misaki, que, aunque ya era un hombre a sus ojos seguía siendo un niño, sonrió y se acercó a ellos.

 

-            Hiroki – Akihiko se adelantó y lo saludo amablemente – deseaba presentarte a alguien, pero no ha llegado aún.

-            ¿Cómo? – Hiroki le regreso el saludo y extendió la mano hacía Misaki – Un gusto verte aquí Misaki.

-            Y que lo digas – sonrió penosamente -  sólo estoy aquí por Haru-chan.

-            ¿Haru-chan? ¿Una chica? – fingió sorpresa, se iba a divertir con su siguiente comentario – ah, ya veo, por fin te aburriste de este vejete – señalo pícaramente a Akihiko – y ahora saldrás con una chica de tu edad – sonrió maliciosamente – muy bien Misaki ya era hora – evito una carcajada, había mirado cada reacción del escritor y aquello último había causado que levantara una ceja en signo de molestia.

-            Pues ni es una chica, ni es de su edad – la voz de Akihiko era seria.

-            Vamos Usagi es una broma – lo calmo Misaki.

-            Lo sé, aunque es raro que mi querido amigo sea tan “bromista” – se burló Akihiko – “Haru-chan” es mi “hijo” – el escritor jugo un poco con las palabras.

-            Oh, claro, tu protegido.

-            No, es mi hijo, – sentencio – mi único hijo, mira, – sonrió el escritor – justo está llegando.

 

La mirada del castaño viajo instintivamente a la entrada principal al igual que la mirada de muchos de los presentes, escucho algunos gritos sofocados por parte de las mujeres que habían asistido, sus ojos se abrieron como platos, era él: Haruka Arikawa, envuelto en un aura que jamás había visto, en un traje de pulcro y perfecto negro, una corbata vino sobre el campo blanco de su camisa y el cabello arreglado perfectamente hacía atrás dejando al descubierto su atractivo rostro; uno de los recepcionistas se apresuró a tomar el abrigo de su “joven amo” como se refirió a él. La mano derecha del profesor viajo por instinto a su labio inferior y recordó aquellas palabras que se le clavaron cual cuchillos en el alma: “es una marca, ahora todo el mundo sabrá que me perteneces”.

Notas finales:

Puff >w<... aún no sé si deseo dejar a Hiroki con Haruka o con Nowaki. Haré una votación :D ok no xD... saludos y espero actualizar en la semana.


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