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Ten Black Roses por HitchNoDanna

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Notas del capitulo:

Hola, hola! He aquí les traigo la segunda entrega de este nuevo proyecto. Me alegra que les haya gustado el primer cap. Bueno, pues... ¡a leer, se ha dicho!


Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica y la canción Ten Black Roses son de sus respectivos autores.

Capítulo 2: Far away we wait for each other

 

Fin del juego pasional. Shinoda y Tsumori me dejaron agotado después de otra fatídica noche de alcohol y sexo salvaje. Me levanté con pesadez de la cama y me vestí precisamente con las mismas prendas con las que me aprehendieron una fría noche de hace ya tres años, ocho meses y tres días. Salí sin hacer ruido y caminé por las sucias calles con las manos en los bolsillos. Llegué al único minisúper del barrio y compré todo lo necesario para una comida de tres, pues desde mi liberación –hace casi un mes– ellos se han instalado en mi casa. Como sea, salí de ahí en completo silencio; miré la hora de mi móvil, aún era temprano. Supuse que todavía no despertaban, por lo que seguramente no se percatarían de mi ausencia. Así como salí de casa, del mismo modo volví a entrar y dejé las cosas sobre la mesa, salí de nueva cuenta y cerré la puerta con llave.

 

Miré el cielo por algunos segundos y seguí sobre mis pasos hasta llegar al parque que me vio crecer y asimismo fue testigo de mi arresto. Observo a los niños correr, saltar, jugar y reír, justo como yo la hacía algunos años atrás con mis siempre amigos de la infancia. Perdí la noción del tiempo y ni cuenta me había dado, ya anochecía. Decidí volver a mi nueva prisión llamada hogar. Por alguna razón el aire se sentía más denso y un aroma metálico, como a sangre, lo iba llenando conforme me acercaba a la puerta. La abrí y entré a mi hogar, los busqué a los dos con la mirada pero no los encontré. De hecho, me pareció raro que hubiera tanto silencio: normalmente Tsumori se queja en cuanto nota que no hay nada en el refrigerador. Un dolor oprimió mi pecho; subí rápidamente las escaleras a la habitación y luego de encender las luces ahí los vi: sobre las sábanas sus cuerpos sin vida yacían uno sobre el otro, con una katana atravesada en el tórax. Asimismo tenían heridas por toda la piel, hechas –supuse– con la misma katana. La cama estaba hecha un desastre; las persianas seguían cerradas como la noche pasada y las sábanas blancas estaban manchadas de sangre y semen.

 

El pánico se apoderó de mí y me quedé quieto, lento para reaccionar: primero, eran mis amigos de la infancia; segundo, ellos fueron aprehendidos la misma fecha y por las mismas razones que yo; y tercero, yo podría ser el siguiente. Como si las cosas ya no pudieran ir peor, el estúpido sistema eléctrico falló y ahora me hallaba totalmente a oscuras. No sabía qué hacer; si intentaba mover los cuerpos pensarían que yo los asesiné, pero si no hacía nada y me quedaba aquí seguramente quien lo hizo vendría por mí.

 

Far away we wait for each other
I'm still on that road to no where
Kiss yourself for me in the mirror
Tie a black rose into your hair

(A lo lejos nos esperamos el uno al otro
aun continuo en este camino hacia ninguna parte
Bésate para mí en el espejo
Ata una rosa negra a tu cabello)

 

–¿Me temes? –susurré de forma provocativa a tu oído, mientras terminaba de atar tu muñeca al esquinero de tu cama. Negaste con la cabeza.

 

Hmm, como si pudieras engañarme; por supuesto que me tenías miedo, la tensión de tu cuerpo bajo el mío te delataba. Sin embargo presentía que una parte de ti ya lo esperaba. Te quité la mordaza de la boca.

 

–¡¿Por qué?! –gritaste con la voz quebrada por tratar de contener el llanto– ¡¿Por qué los mataste?!

–Por amor, Hiro-san –respondí en un murmullo– por amor.

 

A decir verdad deshacerme de tus amigos fue demasiado sencillo, así como entrar a tu casa, noquearte y atarte a tu cama, pero tuve que obligarme a esperar tanto tiempo por este momento. Lo hice por tu bien y no me arrepiento: ellos nunca te amaron como lo he hecho yo desde hace más de tres años, ocho meses y tres días; ellos huyeron de la cárcel cuando vieron la oportunidad y te abandonaron; por ellos y sus crímenes fue que te aprehendieron y privaron de tu libertad por tanto tiempo.

 

–¿Amor? –preguntaste, sonabas incrédulo.

–Sí, mi rosa negra –deposité un beso en tus labios– por amor.

 

Así es, tú eres mi rosa negra. Aquella crecida entre cardos y espinos, cuya belleza radica en su corazón tan puro y sincero. La rabia fluía en mí como veneno al saber que ellos mancillaron a una flor tan rara y exquisita como tú; se aprovecharon de tu bondad y te arrastraron con ellos a los caminos de la perdición; no conformes con eso, usaron tu cuerpo como instrumento para expiar sus pecados. Y ese crimen, te aseguro, lo seguirían pagando incluso después de la muerte.

 

-¡Estás loco! –me gritaste una vez más, mientras te retorcías tratando de liberarte.

 

No tienes idea de cuán acertado resultó tu juicio. Sí, estaba loco: por probar esos labios, por recorrer tu piel centímetro a centímetro, por aspirar el fragante aroma de tu pelo, por ver tu expresión y escucharte gemir mi nombre, pero sobre todo por plasmar en tu piel todos y cada uno de los sentimientos y sensaciones que evocaba tu cercanía, y no me conformaría con sólo pensarlo.

 

Don't lose your faith
share another night, with me.

(No pierdas la fe
comparte otra noche conmigo)

 

Fin del juego pasional. Aquel hombre me dejó agotado, incluso más que ellos dos. Fue una noche excepcional, debo admitir. En primera, nunca estuve bajo la influencia del alcohol para entregar mi cuerpo a los placeres que solo otro ser humano puede brindar. Segundo, no solo fue mi cuerpo: sus labios contra los míos en una interminable batalla, sus dedos recorriendo suavemente hasta el último rincón de mi piel, sus embestidas cada vez más rápidas y violentas, arrastraban consigo parte de mi esencia, parte de mi alma; por alguna razón el temor que le tenía por haberle quitado la vida a las dos personas con quienes compartí parte de mi vida, poco a poco se desvanecía, pero no desaparecía. Y tercero: tenía la certeza de que no sería la primera ni la última vez que lo tendría tan cerca de mí. Incluso tenía la sensación de haberle conocido antes, quizá en otra vida. Pero obviamente era más mi temor y mi orgullo, y por ello nunca se lo diría.

 

Me di cuenta de que los cuerpos ya no estaban, probablemente se deshizo de ellos. A estas alturas un mar de dudas inundaba mi mente: quién era él, cómo sabía mi nombre, pero sobre todo... ¿Por qué después de ese acto, me dejó en libertad?...

 

Abrí las persianas de las ventanas, dejando así entrar a los rayos del sol. Estos iluminaron por completo la estancia, y fue entonces cuando lo noté: sobre la mesita de noche encontré unas rosas, todas de color negro, y una nota.

 

When you're sad and no one knows it
I'll send you black roses.
When your heart's
Dark and frozen
I'll send you black roses

(Cuando estés triste y nadie lo sepa
te enviaré rosas negras.
Cu
ando tu corazón esté
oscuro y congelado
te enviaré rosas negras)

 

Me eran familiares. Aspiré una de ellas y entonces mis ojos se abrieron de sobremanera. Era él: la misma persona que me visitó en la cárcel una noche en que había perdido las esperanzas de salir vivo de ese lugar. No sabía qué pensar en ese momento, aquello fue demasiado para mí… lo único que pude hacer en ese momento fue colocarla detrás de mi oreja.

 

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

Muchas gracias por sus reviews y por leer. Nos leeremos hasta la próxima entrega. Chaito.


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