Imposible no mirarlo, usaba una yukata color durazno con detalles de flores doradas, su cabello bien arreglado con sólo unos mechones que caían enmarcando su bello rostro de piel como de porcelana fina, un maquillaje que aun estando un poco cargado no dejaba de verse natural. Miroku ya no tenía la misma cara, no era bueno aceptando errores, pero aunque se había arrepentido de usar a Uruha como mi pareja para la foto de la portada, no tenía otra opción.
- ¡Pero Yoshida, yo te pedí una chica!, ¿Tienes idea del escándalo que se vendría encima si esta información se esparce?
- Lo siento Miroku, pero tú te encaprichaste con Takashima, ya no podemos simplemente decirle que no...
- ¿Por qué no?
- Miroku, eso sería falta de compromiso y responsabilidad, no se puede botar así...
- Yoshida, buscaba una chica, ¿sí?
- Ya lo escuchaste Miroku - dije en tono despreocupado - nada puede hacerse, yo acepté, tu pediste al chico, el chico ya fue contratado, no tenemos opción.
- Pero Miyavi, tus portadas siempre...
- Lo sé, pero mientras estás aquí distrayéndome, el tiempo se nos está escapando entre los dedos, así que si me permites, hay una cámara esperándome - me di la vuelta, aún escuchaba a Miroku diciendo un pero tras otro, yo lo ignoré por completo.
Me acerqué a Uruha, estaba de espaldas observando los preparativos finales del lugar, me coloqué detrás de él y le hablé cerca del oído.
- Estás muy pensativo, ¿pasa algo? - volteó un poco sobresaltado.
- Tonto, me asustaste.
- Lo siento - reí leve, él me miro un poco molesto - ¿qué pasa?
- Estoy nervioso, eso es todo - dijo bajando la mirada.
- ¿Nervioso por qué?
- Tú y yo, así de cerca, frente a todos...
- Sólo estarás haciendo tu trabajo, no tiene nada de malo.
- Pero... Tú me gustas.
- Y tú a mí, ¿Qué tiene de malo eso? Nadie lo sabrá.
- Pero~ tengo que besarte, frente a toda esta gente.
- No tiene por qué ser real, la fotografía tiene sus trucos, tú deberías saberlo mejor que yo - Uruha parecía estar a punto de decirme algo, pero por más que lo intentaba, parecía que algo se lo impedía.
- ¿Qué pasa? - cerró sus ojos y negó con la cabeza - anda, dime.
- ¿Cuantas veces has salido en la portada?
- En todas.
- Sí, pero cuántas.
- Mmm~ sólo 17.
- Ah...
- ¿Qué hay con eso?
- Nada...
- Vamos Uru, ya están por terminar el escenario, no queda mucho tiempo y no me gustaría que me dejes con la duda - Uruha lo pensó un momento, pero finalmente, con voz un tanto acelerada y baja me preguntó.
- Y... ¿todas fueron como esta?
- ¿Como esta?
- Sí, abrazos, besos - se sonrojo leve y bajó la mirada, no podía evitar reír un poco, más claro imposible, Uruha estaba celoso.
- En todas, hubieron algunas entre las sabanas - lo sé, soy travieso a veces.
- A-ah - quedó callado, creo que algo molesto, su rostro me parecía divertido.
- Ni por equivocación has visto uno de mis libros, ¿Cierto?
- Y no pienso verlos - parecía apenado y molesto a la vez.
- Deberías.
- No quiero.
- ¿Quieres saber quién ha posado conmigo?
- No lo digas.
- Lo diré.
- No lo hagas.
- Yo...
- Tú... ¿Qué?
- Yo salía conmigo en las portadas.
- No entiendo.
- Fotomontaje, tontito.
- ¿Qué?
Miroku llegó muy apresurado, todo estaba listo, las poses que debíamos hacer yo las conocía bien, así que fui el que se las explicó a Uruha, lo noté nervioso, me parecía extraño de alguien acostumbrado a las cámaras.
- ¿Qué pasa? - le pregunté.
- E-estoy nervioso.
- Ya me di cuenta, pregunto la razón.
- Nos están viendo.
- Claro, si van a fotografiarnos, deben vernos.
- Miyavi, Takashima, menos charla por favor, nos queda menos de media hora - dijo Miroku, molesto detrás del fotógrafo.
- Lo siento - dije antes de tomar a Uruha y sentarlo en mis piernas, debíamos mirarnos a los ojos, yo tenía que acariciar su pierna bajo la yukata, levantándola un poco - sólo mírame a mí, nada más importa - le susurre, se sonrojo y me miró a los ojos, yo lo hice de la misma forma mientras el espacio entre nosotros se acortaba cada vez más, Uruha tomó mi rostro con sus manos acercándose más, ya nada existía y la voz del fotógrafo gritando lo bien que lo estábamos haciendo se apagó por completo cuando nuestros labios se unieron suavemente.
Al final de la sesión todos nos felicitaron, lo habíamos hecho muy bien, Miroku no paraba de alagar lo profesional que es Uruha, el pobre solo asentía con la cabeza en señal de agradecimiento por los halagos. Decidí ir a cambiarme, la tarde se estaba volviendo calurosa y la yukata me estaba cocinando vivo, caminé a los camerinos móviles, ya todo estaba mucho más tranquilo, menos gente corría y el ruido ya había disminuido bastante, entré al camerino y respiré aliviado, la puerta se cerró tras de mí, volteé enseguida.
- ¿Tú? – pregunté al ver a ese tipo.
- Veo que me recuerdas.
- Imposible olvidarte, eres algo notorio...
- Como sea, me presentaré...
- No lo veo muy necesario.
- Pues yo sí, soy Akira Suzuki, líder del grupo de modelos que ves allá afuera...
- Bien, mucho gusto, si me permites...
- ¿Y piensas tú que sólo vine a saludarte?
- Quizá...
- Mira, niño bonito, no me tomes por idiota, me doy cuenta que te traes algo con Shima y quiero advertirte... - me acerqué desafiante.
- ¿Advertirme qué? - su rostro se puso serio.
- Mira, no te hagas el valiente conmigo, que no te conviene, no me gusta que mi grupo se... distraiga con tonterías, somos de los numero uno en todo Japón...
- ¿Y eso que tiene que ver conmigo? - me mantenía tranquilo.
- Que conozco a los de tu tipo, de los que van por el mundo coleccionando amantes, tomando como ventaja su cara bonita.
- ¿A qué refieres?
- Por favor Ishihara, no te hagas el inocente conmigo...
- Al grano, dime qué demonios quieres.
- Que dejes de jugar con Shima y te alejes de él.
- Pues déjame decirte que estás muy equivocado al creer que juego con él... - en ese momento se escuchó la voz de un miembro del staff, no muy lejos de los camerinos.
- ¿Alguien sabe dónde está Akira? – decía.
- Creo que te están buscando – apunté con una son una tenue sonrisa ladina en los labios.
- Sólo voy a advertirte una cosa, si le haces daño a Shima, lo que sea, vendré yo mismo a hacerte pedazos, y los demás a escupir tus restos...
- Sí, sí, como digas... - empuñó sus manos y salió.
Llegué un poco cansado a mi habitación, no dejaba de pensar en las palabras del ridículo ese. Dañar a Uru, imposible, ya le había tomado mucho cariño. Estaba por dormir hasta que tocaron a mi puerta.
- ¿Quién?
- Soy yo, Miroku - abrí la puerta y entró de golpe.
- ¿Qué pasa?
- Vine a ayudarte a empacar tus cosas, tu licencia terminó.
- Pero yo pedí un mes, no tengo un mes aquí.
- Claro que no, pero desde el cese de tus actividades comenzó tu licencia, pediste un mes libre, no un mes fuera...
En ese momento lo único que llegó a mi mente fue una pregunta, ¿Qué pasará con Uruha?